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Jueves, 28 de marzo de 2024

Codex Bezae

De Enciclopedia Católica

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(CODICE CANTABRIGENSE, CÓDICE DE CAMBRIDGE) uno de los cinco más importantes manuscritos griegos del Nuevo testamento y el más interesante de todos por sus lecturas peculiares. Los especialistas lo designan con la letra D (ver CRITICISMO BIBLICO, subtítulo Textual ) Recibe el nombre de Teodoro de Beza un amigo y sucesor de Calvino, de la Universidad de Cambridge, que lo obtuvo como regalo de Beza en 1581 y aún lo posee. El texto es bilingüe, griego y latín. El manuscrito, escrito en caracteres unciales forma un volumen en cuarto, de excelente pergamino, de 10 x 8 pulgadas, con una columna por página, el griego en la pagina izquierda (considerado el lugar de honor) y el paralelo latino enfrentado a él en la página derecha. Ha sido reproducido en facsímil fotográfico excelente publicado en 1899 por la Universidad de Cambridge.

El Códice contiene los Cuatro Evangelios, en el orden común en occidente, Mateo, Juan, Lucas, Marcos, a continuación unos pocos versos (11 -15), en latín, de la tercera Epístola de S. Juan y los Hechos. Faltan sin embargo del manuscrito del escriba original, en el griego: Mateo, i, 1-20; [iii, 7-16]; vi, 20-ix, 2; xxvii, 2-12; John i, 16-iii, 26; [xviii, 14-xx, 13]; [Macos. xvi, 15-20]; Hechos, viii, 29-x, 14; xxi, 2-10, 16-18; xxii, 10-20; xxii, 29-xxviii, 31; en el latín: Mat., i, 1-11; [ii, 21-iii, 7]; vi,8-viii, 27; xxvi, 65-xxvii, 1; Juan, i, 1-iii, 16; [xviii, 2-xx, 1]; [Marcos, xvi, 6-20]; Hechos viii, 20-x, 4; xx, 31-xxi, 2, 7-10; xxii, 2-10; xxiii, 20- xxviii, 31.

Los pasajes entre corchetes han sido añadidos por una mano del siglo décimo. Hay que notar que de los libros que contiene sólo el Evangelio de S. Lucas se preserva completo. La condiciones del Libro muestra un vacío entre los Evangelios y Los Hechos y el fragmento de III Juan indica que, como en otro manuscrito antiguo, las Epístolas Católicas estaban colocadas aquí. El hecho de que la Epístola de Judas no preceda inmediatamente a los Hechos se ve como apuntando a que había sido omitida del Códice, y puede que colocada en otra parte. No podemos decir si el manuscrito contenía algo más del Nuevo Testamento y no hay indicaciones de que, como otros grandes manuscritos unciales, estuviera alguna vez unido al texto del Antiguo Testamento. Además de la mano del escriba original, hay correcciones de distintas manos, algunas probablemente contemporáneas del original, más tarde anotaciones litúrgicas y la sortes sanctorum, o fórmula de echar suertes, todo esto importante para seguir la historia del manuscrito.

Beza escribió en una carta que acompañaba a su regalo que el manuscrito había sido obtenido del monasterio de S. Ireneo de Lyon, durante la guerra, en 1562. Lyon fue saqueado por los hugonotes y el manuscrito fue probablemente parte del botín. El reformador dice que había permanecido en el monasterio por largo tiempo, descuidado y cubierto de polvo, pero esto es rechazado por los expertos modernos. Se afirma que de hecho este fue el códice utilizado en el Concilio de Trento en 1546 por William Dupré ( los escritores ingleses insisten en llamar Prato a este francés) obispo de Clermont en Auvergne, para confirmar una lectura latina de Juan, xxi, si eum volo manere, que se encuentra sólo en el griego de éste códice.

Más aún se le identifica generalmente con el Códice beta, cuyas peculiares lecturas fueron reunidas en 1546 para la edición de Stephen del Testamento Griego por amigos suyos, en Italia. El mismo Beza, tras haber llamado en primer lugar a este códice Lugdunensis, lo llamó Claromontanus, como si no viniera de Lyón sino de Clermont ( erca de Beauvais, no Clermont de Auvergne). Todo esto, (poniendo en duda la afirmación original de Beza) indica que el manuscrito estaba en Italia a mediados del siglo dieciséis y tiene su relación con la localidad de la producción. Se ha mantenido en general que el manuscrito se originó en el sur de Francia a principios de siglo sexto. Nadie le da una fecha posterior, principalmente por la evidencia de que se eligiera la escritura caligráfica.

Francia se eligió en parte porque el manuscrito se encontró allí y en parte porque las iglesias de Lyón y del sur eran de fundación griega y durante largo tiempo continuaron usando el griego en la liturgia, mientras que el latín era el vernacular - para tal comunidad se produjo este códice bilingüe – y parte porque el texto de D se parece notablemente al texto citado por S. Ireneo, hasta, como dice Nestle, en los errores del copista, de manera que posiblemente se derive de esta misma copia. Durante los pasados años sin embargo la opinión de los mejores críticos textuales ingleses ha ido cambiando hacia el sur de Italia como lugar original de D. Se ha de notar que el manuscrito fue usado por una iglesia que practicaba el Rito Griego, puesto que las anotaciones litúrgicas afectan sólo al texto griego y que esas anotaciones datan del siglo nueve al once, exactamente el período del Roto Griego en el sur de Italia, cuando ya había desaparecido en todas las demás partes de la cristiandad latina. Esto muestra que las lecturas de la Misa Bizantina estaban en uso, lo que no pudo ser el caso del sur de Francia.

También las correcciones que afectan al texto griego y pocas veces al latino, la forma de deletrear y el calendario, todo ello apunta al sur de Italia. Estos argumentos sin embargo tratan sólo de lugar del manuscrito, no de dónde se hizo y los manuscritos han viajado de una a otra punta de Europa. Se han sugerido lugares como Rávena y Cerdeña, donde también se cruzaban las influencias latinas y griegas. Solamente se puede decir que la certeza con la que hasta hace poco se asignaba al sur de Francia ha dejado de serlo y las probabilidades favorecen ahora al sur de Italia. Siguiendo a Scrivener, los especialistas lo datan a principios del siglo sexto, pero hay ahora una tendencia a colocarlo cien años antes. Scrivener mismo admitió que la caligrafía no era inconsistente con esta fecha anterior y que se asignaba una posterior por razones de la latinidad de las anotaciones. Pero el latín corrupto no es incompatible con una fecha anterior, mientras que la libertad con la que el N.T latino es manejado indica un tiempo en el que la antigua versión latina era la corriente. Probablemente pertenece al siglo quinto. Nada exige una fecha posterior.

El tipo de texto de D es muy antiguo, pero sólo ha sobrevivido en este manuscrito griego, aunque también se encuentra en las versiones del Antiguo Latino, del Antiguo Siríaco y del Antiguo Siríaco Es el llamado Texto Occidental o un tipo del Texto Occidental. Todos los Padres utilizaron un texto similar antes del siglo tercero y se puede seguir su pista hasta los tiempos sub-Apostólicos. Su valor se tratará en otro sitio.

D se separa del texto ordinario más que ningún otro códice griego, comparado con el cual en general, se caracteriza por las numerosas adiciones, paráfrasis, inversiones y algunas omisiones ( sobre el cotejo del texto, ver, Scrivener Bezae Codex, pp. xlix-lxiii; Nestle, Novi Test. Graeci Supplementum, Gebhardt and Tischendorf ed., Leipzig, 1896.). Una interpolación no vale nada aquí. Tras Lucas vi, 5, leemos: El mismo día viendo que alguien trabajaba en el Sabbat, El le dijo” hombre si sabes lo que hacer bendito seas, pero si no lo sabes eras maldito y trasgresor de la ley”. La omisión más importante, probablemente, es la segunda mención de la copa en el relato de la Ultima Cena.

El texto latino no es el de la Vulgata, ni aún el Antiguo Latino, al que se parece más. Parece una traducción independiente del griego que tiene enfrente, aunque el hecho de que contenga más de dos mil variaciones del texto griego acompañante ha llevado a dudar de esto. De esa cifra, sin embargo sólo setecientas dieciséis se pueden llamar lecturas variantes reales y algunas de ellas se derivan de la Vulgata. Si la traducción fuera independiente, tanto la Vulgata como el Antiguo Latino le han influido grandemente. A medida que fue pasando el tiempo, la influencia de la Vulgata creció y probablemente se extendió hasta a las modificaciones del texto griego. Chase, sin embargo hace remontar muchas de las variantes a la influencia de un original siríaco. El texto, que era tan respetado en la cristiandad primera, posee una fascinación para ciertos eruditos que ocasionalmente prefieren su lectura. Pero nadie afirma haber resuelto el misterio de su origen.


JOHN F. FENLON

Transcrito por Sean Hyland


Traducido por Pedro Royo