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Viernes, 6 de diciembre de 2024

Animismo

De Enciclopedia Católica

Revisión de 21:50 23 jul 2008 por Sysop (Discusión | contribuciones)

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La palabra proviene del latín anima, que significa alma.

El animismo es la teoría o doctrina del alma. En el lenguaje común la palabra tiene doble significado: I. FILOSÓFICO: la doctrina que afirma que el alma es el principio de la vida del hombre y de otros seres vivos. Cuando se aplica al hombre encarna la esencia de la filosofía espiritualista, en cuanto ésta se opone a la materialista. II. ETNOLÓGICO: Una teoría propuesta recientemente para explicar el origen y el desarrollo de la religión. Como tal, se le conoce como la religión del alma o del espíritu.

I. FILOSÓFICO Para conocer más de la aplicación de la teoría del animismo a los seres vivos, véase VIDA. En tanto su objeto específico es el hombre, el animismo intenta llegar a un conocimiento verdadero de la naturaleza y dignidad del hombre a base de determinar la existencia y la naturaleza del alma, su unión con el cuerpo, su origen y su duración. Esos problemas se encuentran en la base de nuestra existencia consciente y subyacen a todos los estudios sobre la vida mental y moral. La importancia del animismo hoy día queda manifiesta porque su validez como teoría ha sido cuestionada y ha surgido una escuela psicológica que prescinde del alma; es un intento de elaborar una "psicología sin alma", Vgr. Sully, James, Murray, Davis, Kœlpe, Höffding. Al establecer la doctrina del animismo la línea general de razonamiento va del efecto a la causa, de los fenómenos a su sujeto o agente. A partir de los actos mentales de la voluntad que se manifiestan en la vida consciente nos vemos forzados a admitir la existencia de su fuente o principio, que es el alma humana. De la naturaleza del acto se puede inferir la naturaleza del agente. La filosofía escolástica, con Aristóteles y los Padres Cristianos, reivindica la verdadera dignidad del ser humano al proclamar que el alma es un principio substancial y espiritual, dotado de inmortalidad. El alma es una substancia porque tiene los elementos de ser, potencia, estabilidad, y es además sujeto de modificaciones. Todos esos elementos son propios de la substancia. El que el alma sea una substancia espiritual, o sea, inmaterial y espiritual, se deduce de sus actos de inteligencia y de libre albedrío, realizados sin la participación intrínseca de los órganos corporales. Por inmortalidad se entiende en general la vida futura del alma después de su separación del cuerpo. Los errores más sobresalientes son aquellos que dicen que el alma no es substancia. Así por ejemplo, algunos autores como Kant, sostienen que el alma no es un sujeto real, sino únicamente lógico. El panteísmo moderno, que se manifiesta principalmente en el trascendentalismo de Nueva Inglaterra (V.gr. Emerson, Royce) y en la escuela neohegeliana que unifica la consciencia humana y divina (Cfr. Prof. T. H. Green); la escuela asociacionista )Hume, Davis, Höffding, Sully), quienes afirman que el alma es solamente un manojo de sensaciones; quienes enseñan que el alma no es más que actividad (Wundt), o "una onda de conciencia" (Morgan); la escuela agnóstica o positivista (V.gr. Locke, Spencer, James, Prof. Bowne, Comte), quienes aseguran que el alma es desconocida e ininteligible, aunque algunos de entre ellos postulan que el alma es sujeto de nuestros estados conscientes; la escuela materialista que niega totalmente la existencia del alma (V.gr. Tyndall, Huxley). El materialismo moderno, el positivismo y el agnosticismo han tratado de establecer tal tesis de que el alma no es ni espiritual ni inmortal. Para fundamentar su posición han propuesto varias teorías del conocimiento, y han citado varios descubrimientos de la ciencia moderna. Se hecho referencia a la psicofísica y a hechos tales como la localización de funciones, la correlación del pensamiento con la estructura cerebral, y con los resultados de las lesiones cerebrales. Las teorías del monismo (la teoría del doble aspecto) y del paralelismo han sido creadas para dar razón de los actos mentales y volitivos. Sin embargo, la doctrina del animismo permanece incólume, y la filosofía espiritualista se ha fortalecido con todo ello. (Cfr. SUBSTANCIA, AGNOSTICISMO, POSITIVISMO, MATERIALISMO, ALMA, INMORTALIDAD, PSICOLOGÍA).

II. ETNOLÓGICO En este sentido, el animismo es la teoría propuesta por algunos evolucionistas para explicar el origen de la religión. La evolución presume que las razas más civilizadas son el resultado del desarrollo a partir de un origen menos avanzado. Esta etapa primera se parece a aquella en la que se encuentran los aborígenes más primitivos que existen hoy día. Sus creencias religiosas constituyen lo que se conoce como animismo, o sea, la creencia en seres espirituales. Ello constituye la definición más rudimentaria de la religión. Teniendo ese postulado como fundamento de la filosofía de la religión, el desarrollo del pensamiento religioso puede ser seguido a partir de los datos existentes, y es objeto de tratamiento científico. Fue así como se aplicó a la religión el principio de continuidad, principio básico de otras áreas del conocimiento. Comte describió en rasgos generales la teoría de su ley de los tres estados. De acuerdo a esa teoría, la concepción de la primera condición mental del hombre es una de "puro fetichismo, caracterizado continuamente por un ejercicio directo y libre de nuestra tendencia a concebir todos los cuerpos externos, naturales o artificiales, como si estuviesen animados de una vida esencialmente análoga a la nuestra, solo diferente en su grado de intensidad". Como fue propuesta en la época en que la evolución crecía en popularidad, esta opinión logró inmediatamente convencer a la generalidad en ese momento. Se esperaba que gracias a una inducción más completa y amplia la religión llegaría a ser considerada como un simple fenómeno natural, y finalmente a estar colocado bajo las bases de la ciencia.

El fundamento del animismo como teoría es el doble principio de la evolución:

  • la hipótesis antropológica de que los pueblos primitivos proporcionan una idea correcta de la religión en su estado original,
  • la hipótesis filosófica de que el estado primitivo fue la infancia de la raza humana y que la mente primitiva debería compararse con la de un infante (e.g. Lubbock, Tylor, Comte, Tiele, Reville, y Spencer).

Consecuentemente, la evolución del pensamiento religioso debe deducirse de los datos con que contamos, o sea, las creencias de los hombres más primitivos, y aunque haya sido profundamente modificado por el desarrollo cultural, siempre conservará una continuidad ininterrumpida en medio de los avances de la civilización. Este continuo, o elemento común, de todas las religiones, es el animismo. La importancia del animismo en la ciencia de la religión se debe a Tylor, que lo representa como una filosofía primitiva que al mismo tiempo sirve de punto de partida para toda religión. Su obra, titulada "Cultura primitiva", publicada por primera vez en 1863, es llamada adecuadamente la "Biblia del animismo". El animismo comprende la doctrina de las almas y de los espíritus, pero tiene su punto de partida en las primeras. Los sueños y las visiones, las apariciones oníricas, y las propias del momento de la muerte, parecen haberle enseñado al hombre primitivo la existencia de un alma como algo distinto de su cuerpo. Tal creencia fue posteriormente transferida a otros objetos. Dado que se pensaba el cuerpo humano vivía y actuaba por virtud de su propia alma espiritual, que vivía en él, se llegó a creer que también otras operaciones de los seres que pueblan el mundo eran debidas a la acción de los espíritus. Para la mente primitiva, los animales, las plantas y hasta los seres inanimados tenían un alma. De esta doctrina de las almas nació la creencia en los espíritus. Estos son iguales a las almas, pero separados de los cuerpos. Ejemplo son los genios, las hadas, los demonios, que actúan de maneras variadas como guardianes, habitando cerca de las tumbas o deambulando por ahí (espiritismo), o incorporándose a ciertos objetos (fetichismo, totemismo). Se aparecen ante los humanos en formas sutiles, vaporosas, o como imágines que guardan parecido con formas corporales. El hombre los teme, y trata de controlar su influencia a base de acciones propiciatorias y magia (shamanismo). La inconciencia, la enfermedad, la locura, el trance, pueden ser explicados por la partida de las almas. Entre los hombres primitivos y los budistas tártaros, el hacer regresar las almas perdidas era una función primordial de la profesión del brujo. Entre los indios americanos todavía subsiste la creencia de que si se despierta súbitamente a una persona dormida ésta morirá, pues su alma vagabunda no podrá retornar a tiempo a su cuerpo. Se supone que el hombre primitivo, que parece ser el ser más inferior en la escala de los humanos, actúa movido por las pasiones más bajas. La teoría de que el miedo es la causa de la religión es esencial para explicar el animismo. Es así como el animismo descubre vida humana en todos los seres que se mueven. Para los hombres primitivos no hay distinción entre un ser animado y uno inanimado. Toda la naturaleza está viva. A cada objeto le corresponde un espíritu que lo controla. Los espíritus aparecen en los ríos, los lagos, las fuentes, los bosques, las montañas, los árboles, los animales, las flores, el pasto y las aves. Los seres espirituales tales como duendes, gnomos, fantasmas, manes, demonios, deidades, inhabitan todos los seres, y consecuentemente todo es objeto de adoración. La Vía Láctea es "la vereda de las almas que conduce a la tierra de los espíritus"; las auroras boreales son los bailes de los guerreros muertos y videntes en los reinos superiores. Los australianos dicen que los sonidos del viento entre los árboles son las voces de los fantasmas de los muertos que se comunican entre sí, o que advierten a los vivos de lo que va a acontecer. La concepción del alma humana que se formó a partir de los sueños y visiones sirvió de modelo al hombre primitivo para enmarcar sus ideas acerca de otras almas y de seres espirituales, desde el duendecillo más pequeño hasta el dios más poderoso. Fue así como los dioses de las religiones más desarrolladas procedieron de los espíritus, fueran o no fueran fantasmas, de las religiones más primitivas, y las creencias en fantasmas y espíritus son el producto de la experiencia que tenía el hombre de las cavernas de sueños y trances. Se dice que ahí radica el germen de todas las religiones, si bien Tylor confiesa que es imposible rastrear el proceso por el que la doctrina de las almas dio lugar a la creencia en dioses superiores. En su origen, los espíritus eran la aplicación de las almas humanas a seres no humanos; no se trataba de seres sobrenaturales, sino que llegaron a serlo en el curso del tiempo. Hoy día, la ciencia nos demuestra que la fe en espíritus y fantasmas es una alucinación; la religión más alta y pura- puesto que no es más que una creación de las creencias primitivas, razonable sólo para las mentes primitivas- no puede ser aceptada por la las mentes modernas por la sencilla razón de que no es sobrenatural ni verdadera. Eso es en breve la descripción de la teoría con la que Tylor intenta explicar el fenómeno de la religión , así como su desarrollo e historia.

La teoría de Tylor expresa dos lados del animismo: las almas y los espíritus. Spencer intenta sintetizar ambos elementos en uno: las almas o el culto a los antepasados. Él está de acuerdo con Tylor en lo tocante a la explicación animista de los sueños, enfermedades, locura, idiotez, etc..., cuando afirma que son debidos a las influencias espirituales, pero difiere al presentar una única explicación: el culto a las almas o el culto a los muertos. "La forma rudimentaria de toda religión", escribe, "es la propiciación de los antepasados difuntos", o "propiciación de los espíritus". Spencer niega que el atribuir vida a toda la naturaleza sea un pensamiento primitivo, y que el hombre atribuía almas a los animales, plantas, objetos inanimados y fenómenos naturales. La teoría de Spencer es conocida como "la teoría espiritual de la religión" y fue desacreditada por muchos estudiosos del tema y hasta por los evolucionistas. Para Tylor, el culto a los muertos es una subdivisión importante del animismo; para Spencer, es la misma cosa que la religión. Lippert, sin embargo, secunda la teoría de Spencer, pero en vez de animismo, él usa el término Seelenkult. De la Saussaye dice que Lippert lleva su hipótesis al extremo, y la apoya con material muy rico, pero poco confiable. Schultze considera al fetichismo y al animismo como manifestaciones igualmente primitivas. F.B. Jevons rechaza la teoría de que todos los dioses de las razas más antiguas eran deificaciones de los muertos.

El animismo de Tylor es vago e indefinido. Se refiere a la doctrina de los espíritus en general, y puede llamárselo apropiadamente "Naturaleza animada". El fetichismo es una ramificación del animismo. Se trata de la doctrina que afirma que los espíritus se encarnan, o se alojan, irradiando cierta influencia, en ciertos animales u objetos materiales. El animismo de Tylor difiere poco del naturalismo de Reville o del fetichismo de De la Rialle. Explica la creencia en la inmortalidad y la metempsicosis. De ese modo explica la creencia en el tránsito de las almas de los hombres a las bestias, a trozos de madera y a piedras. Incluye el culto a los árboles, a las plantas, por ejemplo, el clásico hamadrya, culto a los árboles de los nativos de Sud África, o las fiestas del arroz celebradas por los dyaks de Borneo para hacer que las almas del arroz se queden en la planta, para que la cosecha no merme con su partida. Es la solución propuesta por el culto a los manes, a los lares y a los penates de los griegos y romanos, según el cual los antepasados difuntos, transformados en deidades, continúan protegiendo a las familias y el jefe del clan, después de muerto, protege a la tribu. Tylor encuentra en el animismo una explicación de los ritos funerarios y costumbres: fiestas de los muertos, sacrificios humanos de la viudas en India, de esclavos en Borneo, envío de mensajes a los jefes muertos en Dahomey por medio de matar a soldados cautivos en la guerra, matanza del caballo del Pawnee y del caballo árabe frente a la tumba de su amo, la colocación de alimentos y armas en las tumbas, etc. Esas costumbres subsisten en la práctica de quemar mensajes de papel o de colocar piedras, barro o substitutos de madera sobre las tumbas en China y Japón.

Los principios generales del animismo son:

En último término, se trata de una teoría biológica, y de intentos por explicar todos los fenómenos a través de analogías con fenómenos biológicos. Para el aborigen, el hombre primitivo, todas las cosas vivían, y la imaginación con la que creó fantasmas o almas para explicar la vida humana pronto expandió la misma explicación a todos los demás objetos externos. Le añade un mayor valor a las fuentes no escritas, tales como folklore, costumbres, leyendas y supersticiones, que a las fuentes literarias. Los seres espirituales son modelados por el hombre siguiendo el concepto primario de su propia alma. Su objetivo es explicar la naturaleza, basados en la teoría primitiva, casi infantil, de que ella es antes que nada una naturaleza animada. El concepto del alma humana es la fuente y origen de los conceptos de espíritu y deidad, desde el diablo más ínfimo hasta las ideas platónicas y el Dios supremo del monoteísmo. Pero no provee un concepto unificado del mundo, pues los espíritus que poseen, pervaden y abarrotan la naturaleza son individuales e independientes. No tiene ni motivos ni pensamientos éticos. Así es como Tylor afirma que queda demostrado que la religión y la moralidad se sitúan en terrenos distintos. O sea, que mientras las razas inferiores tienen códigos morales, sin embargo, su religión, o sea el animismo, es amoral, y con eso cae por tierra la idea popular de que el gobierno moral del universo es una supuesto fundamental de la religión natural. Los seguidores de Tylor han forzado esos principios hasta un extremo y los aplicaron con mayor precisión e higiene. La tendencia actual de la escuela antropológica es comenzar con una etapa pre-religiosa, de la que paulatinamente emergieron las ideas religiosas y se perfeccionaron por sí mismas. De ahí que la vida religiosa fue precedida por un período caracterizado por una absoluta ausencia de conceptos religiosos. Tiele sostiene que el animismo no es una religión, sino una especie de filosofía primitiva, la cual no sólo controla la religión, sino que ordena toda la vida humana en la infancia del mundo. Es una creencia que todo ser vivo, para el hombre primitivo, está animada por un espíritu vivo, pensante, que siente y quiere, pero diferente del ser humano solamente en grado y poder. La religión no surge del animismo, pero sus primeras manifestaciones están dominadas por el animismo, a causa de la forma de pensar del hombre primitivo. Pfleiderer enseña que la creencia en Dios siguió a la creencia prehistórica en los espíritus, en que esos espíritus eran los de los antepasados y los de la naturaleza, que se encontraban en todas partes y coexistían lado a lado, transformándose uno en el otro, en ciertas combinaciones, sin que se pudiera uno conocer a partir del otro. La creencia prehistórica en los espíritus no puede ser llamada propiamente religión; sólo contiene la semilla de la religión. Caspari habla de un período pre-animista en el círculo familiar y sostiene que el culto a los mayores y caudillos constituía la primera religión. Brinton dice: "La probabilidad presente es que en los albores de la raza humana no había ni siquiera una expresión objetiva de sentimientos religiosos", y que "debe haber existido un momento en el progreso de las formas orgánicas, partiendo de creaturas inferiores hasta llegar al supremo mamífero, el ser humano, en el cual éste no tenía conciencia religiosa, pues es de dudarse que pueda encontrarse rastro alguno de ella en los animales inferiores". La escuela francesa de antropología se distingue por su franco ateísmo y materialismo. Darwin, Spencer y Lubbock sostienen que el hombre primitivo no tenía idea de Dios. El análisis lingüístico, como prueba Baynes con toda fuerza, demuestra que eso es totalmente falso. La teoría del animismo ha ejercido gran influencia en el estudio de las religiones durante muchos años. Esto queda patente en la tendencia animista del estudio del Prof. Maspero acerca de la religión egipcia; en la creencia del Prof. W. Robertson Smith, quien hipotetiza que la religión y las instituciones sociales de los semitas se fundamentan en el totemismo; en el énfasis puesto por el Dr. Stade sobre el animismo de los antiguos israelitas; en el culto a los difuntos y a los antepasados entre los indios vedas y los persas; en el estudio sobre el culto a las almas entre los griegos, llevado a cabo por E. Rhode. La opinión del Prof. Brisnton es que tal influencia no fue positiva. Él afirma que la aceptación del animismo como explicación de los cultos primitivos ha traído como consecuencia que se ignore, en los países de habla inglesa, su análisis más profundo y el estudio científico. Tylor publicó la tercera edición de "Cultura Primitiva" en 1891, confiado en que la teoría de la evolución había probado el origen de la civilización a partir de una condición primitiva, la creencia en las almas y espíritus como semillas de la religión, y la continuidad de esta creencia en sus formas avanzadas del desarrollo del monoteísmo. Pero su gusto le duró poco. Un trabajo investigativo científico más a fondo y una crítica muy severa le han robado a esa teoría su antigua influencia.

(1) La tesis de que los hombres menos desarrollados de nuestro tiempo nos ofrecen una visión del hombre primitivo de antaño no es verdadera. Aún los aborígenes tienen un largo pasado, por más que no conste en ningún registro. El Conde de Argyil escribe: "Nada en la historia natural del hombre es más cierto que él puede, física, intelectual y moralmente, caer de un nivel superior a uno inferior". Max Müller asegura que "si existe una verdad que el estudio comparativo de las religiones pueda sacar a plena luz es el inevitable desgaste al que toda religión debe someterse. . . . Cada vez que rastreamos una religión hasta sus orígenes, encontramos que estaba libre de muchas manchas que afectaron sus estadíos posteriores". Incluso Tylor admite que el animismo se encuentra en todas partes a la par con el culto a un gran dios. Brinton sostiene que el parecido del hombre primitivo con un infante es superficial y que más se parece aquél a una persona poco educada e ignorante de nuestra época.

(2) Es totalmente opuesto a las escuelas filológica y mitológica. Max Müller explica gran parte del animismo a partir de la superstición, una concepción poética de la naturaleza y especialmente por su personificación. Él afirma que los objetos inanimados fueron concebidos como fuerzas activas, y en cuanto tales, por necesidades del lenguaje, fueron descritos como agentes sin que se dijera, sin embargo, que tuviesen alma o vida, pues el lenguaje humano al principio no conoce otros agentes que los humanos. El animismo perteneció a un estadio del pensamiento al que se llevó paulatinamente, no por saltos inesperados. "Lo que se clasifica como animismo en la antigua mitología aria- escribe- frecuentemente no es sino una concepción poética de la naturaleza, que permite al poeta dirigirse al sol, la luna, los ríos y los árboles, como si pudieran oír y entender sus palabras". Esta misma realidad encuentra abundantes ejemplos en los salmos. "Pero a veces, empero, lo que se conoce como animismo es una superstición que, habiendo reconocido agentes activos en el sol, la luna, los ríos y los árboles, postula, sustentado en la fuerza de la analogía, la existencia de agentes o espíritus que habitan también en otras partes de la naturaleza, llenando nuestros hogares de terror, trayendo desventuras sobre nosotros, y, en ocasiones, ofreciendo bendiciones. Tales fantasmas con frecuencia se mezclan con los espíritus de los difuntos, dando origen a largos capítulos en la historia de la superstición antigua". La teoría de los fantasmas, o antepasados, recibió un golpe fatal del "Making of a religion" (La creación de una religión), de Lang, donde se demuestra que la creencia de los hombres más primitivos se orienta a un Dios altísimo, supremo y moral. Así es como Lang refuta las posturas de Tylor:

  • Que el hombre no pudo haber comenzado a partir de la creencia en un ser supremo;
  • Que la religión y la moralidad debieron haber tenido orígenes diferentes.

Incluso en China, donde el culto a los antepasados continúa vigente, éste se distingue claramente del culto a los dioses, y no hay señales de que los antepasados hayan sido deificados. Tampoco son idénticos el culto a las almas y el de los antepasados, y en muchas tribus donde no existía el culto a los antepasados se ponía mucha atención en conciliar las almas de los difuntos. Brinton sostiene que el culto a los antepasados es más antiguo y generalizado. Su objetivo era deshacerse del alma, permitirle que descansara, o enviarlo a su viaje hacia la tierra ideal, por que si no era así, podría molestar a los vivos. Karl Mullenhöff opina que el folklore no vale por sí mismo, y sólo tiene una importancia secundaria como fuente de mitología. (3) El animismo no es la única, ni la principal, fuente de la religión.. De la Saussaye dice que la fe de los primitivos teutones sólo constaba de pocas ideas animistas acerca de las almas y los espíritus. El Prof. F. B. Gummere enseña que las mitologías teutonas no han sido influenciadas por el animismo para aceptar las mitologías naturalistas. F. B. Jevons sostiene que la idea religiosa no es parte del animismo puro y simple, y que para convertir los agentes personales del animismo en agentes sobrenaturales o en fuerzas divinas se debe añadir algo que no está incluido en el animismo; que esa idea es específicamente una idea religiosa, que se aprende directa o intuitivamente por la consciencia religiosa. E. Mogk, cuya inclinación sigue a Tylor, se limita a sí mismo, sin embargo por su mente científica a reconocer como original el culto a la naturaleza y a los grandes dioses. Advierte al estudioso de la mitología teutona que no se debe dejar seducir y olvidarse del hecho de que el culto al Dios del Cielo es uno de los elementos más originales de la creencia teutona. De la Saussaye y Pfleiderer afirman que la suposición, según la cual el concepto de cualquier objeto: árbol, sol, luna, nube, tierra, cielo, como algo vivo tiene un carácter animista, no es demostrable y sí muy poco probable. A partir de la mitología teutona demuestran que el poder y la influencia benéfica de tales objetos de la naturaleza, y su concepción simbólica, pertenecen a otra esfera de ideas y sentimientos, distinta del animismo.

(4) El Prof. W. Robertson Smith y el Prof. Frazer prueba concluyentemente que la religión animista del miedo tampoco era universal ni primitiva. Según el Prof. Frazer, la razón primitiva del sacrificio era la comunión con Dios. Ni siquiera el culto a los muertos puede ser explicado coherentemente en forma animista como culto a las almas. Los conceptos animistas pueden entrar en el culto a los ancestros y héroes, pero otras ideas son tan esenciales que no pueden ser vistas como meras modificaciones del culto a las almas.

(5) No es primitivo ni específico. El Prof. Brinton dice: "No existe ninguna forma de pensamiento religioso que se exprese de sí mismo como lo que el Dr. Tylor llama animismo, o sea, la creencia de que los objetos inanimados son animados y poseen almas y espíritus". Tal opinión, que de diversos modos es común a todas las religiones y a muchas filosofías, "es meramente un fenómeno secundario del sentimiento religioso, no una característica de la fe primitiva". De la Saussaye mantiene que el animismo siempre ha estado mezclado con la religión, pero que no es toda la religión. Cfr. ANTROPOLOGIA, MITOLOGIA, EVOLUCION, TOTEMISMO, SHAMANISMO, FETICHISMO, RELIGION, ESPIRITISMO.

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Escrito por J.T. Driscoll. Transcrito por Douglas J. Potter. Dedicado al Sagrado Corazón de Jesús Traducido por Javier Algara Cossío