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Martes, 3 de diciembre de 2024

Sindicalismo

De Enciclopedia Católica

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El término sindicalismo se deriva del francés syndicats, asociaciones de trabajadores que reúnen miembros del mismo oficio o industria para el adelantamiento de intereses económicos comunes. Por lo tanto, el sindicalismo debería ser sinónimo de Unionismo Industrial o de Comercio; pero como el “Socialismo”, la palabra a llegado ha usarse casi exclusivamente en un sentido limitado e implica los principios expresados en la teoría y la práctica por los sindicatos franceses unidos en la Confédération Générale du Travail (Confederación General del Trabajo). Tres influencias se han combinado en la formación de este nuevo sistema: unionismo revolucionario, Anarquismo y Socialismo. Las teorías de Proudhon unidas a las de Marx y Bakounine son combinadas aquí en una nueva forma de agitación industrial, la cual ha recibido el nombre de “acción directa”. No ha habido adaptación científica o significativa de las diferentes doctrinas.

La simple cooperación en los mismos sindicatos por seguidores de estos usualmente antagonistas líderes ha traído gradualmente un acuerdo sobre principios fundamentales de acción revolucionaria a los cuales todos podrían suscribirse, mientras que la libre divergencia de opinión puede todavía encontrar su expresión individual fuera del movimiento sindicalista.

Mientras el sindicalismo sólo recientemente se ha forzado a sí mismo por salir a la luz pública, no es nuevo en sus doctrinas, las cuales han sido aceptadas casi totalmente por la vieja “Internacional” de Paepe, Marx, y Bakounine. Cuando esta fue suprimida durante el periodo revolucionario de 1870-71, los sindicatos actuales se fueron construyendo gradualmente, y después de incontables vicisitudes, los elementos Socialistas y Anarquistas fueron por fin consolidados en la Confédération Générale du Travail.

El principal objetivo del sindicalismo revolucionario es común al de los diferentes grupos de los cuales se compone y consiste en la destrucción del orden de la sociedad existente, la expropiación y abolición del capital, y la eliminación de todo el sistema de salarios. Su doctrina básica es la enseñanza de la lucha de clases, mientras, al igual que el Socialismo y el Anarquismo, ve en el patriotismo uno de sus peores enemigos.

El Estado debe ser violentamente combatido, aún cuando promulgue medidas benéficas para el trabajador, ya que se cree que todas las reformas son un engaño a menos que sean forzadas por los mismos trabajadores sindicalitas. Hay sólo dos divisiones de la humanidad, los empleadores y los empleados, y todo lo que pueda fomentar resentimiento y desacuerdo entre estas dos divisiones es un triunfo para el trabajador.

Todo esto es pura doctrina Marxista. El método por el cual el Sindicalismo revolucionario conseguiría su propósito se conoce como acción directa, es decir, el rechazo absoluto de todas las influencias intermedias entre el trabajador y su proyectada revolución. Rechaza la política y la actividad parlamentaria, repudia el intelectualismo, y se rehúsa a emplear cualquier agencia con excepción del mismo trabajador. Aunque la acción directa por sí misma no implica violencia, se considera que el empleo de la fuerza física es inseparable de su aplicación exitosa.

La manera particular en la cual la acción directa encuentra su adecuada expresión es la huelga general. Cada huelga asume la naturaleza de una escaramuza que precede la gran batalla y se convierte en un fin en sí misma independientemente de su éxito o fracaso. Hace un llamado al apoyo de toda la clase trabajadora, y entre más severo sea el conflicto más grande la conciencia de clases que se desarrolla.

La culminación de estos conflictos menores sería la gran batalla que se ha propuesto como el objetivo inmediato del Sindicalismo, la huelga general. Está idea ya ha sido claramente formulada por la “Internacional”. El éxito por el voto es considerado ilusorio debido a su desmoralizante influencia sobre los líderes, si bien el bloqueo de las calles y las peleas parecen inútiles frente a los armamentos modernos.

Por lo tanto, nada le queda al trabajador excepto la huelga general de todas las industrias al mismo tiempo. Esto distribuiría al ejército sobre cada zona de todo el país y lo rendiría indefenso. De esta manera, los sectores de negocios e industriales de las ciudades caerían en posesión de los sindicatos, quienes están en la actualidad para ser preparados por la educación y la clase moral para tomar control instantáneo y exitoso de todas las empresas productivas. La lucha en sí misma sería breve, pero intensa.

Dos teorías especiales están conectadas con la huelga general. Son conocidas como las teorías del mito y la minoría. Los sindicalistas son sólo una pequeña porción de los trabajadores franceses y sin recursos financieros para mantener una huelga prolongada. Para responder a las dificultades que naturalmente trae esta condición, se enseña que su escasez de recursos engendrará un espíritu de temeridad, mientras que su educación revolucionaria infundirá entusiasmo entre los camaradas, en cuyos líderes ellos están destinados a convertirse.

De esta manera, la minoría “conciente o valiente” será suficiente para la victoria. La segunda teoría fue propuesta primeramente por Sorel en sus "Réflexions sur la violence" (Reflexiones sobre la violencia). Él define los mitos como “combinaciones artificiales inventadas para dar la apariencia de realidad a esperanzas que inspiran a los hombres en su actividad actual”. Tal mito, dice él, fue para los primeros cristianos la segunda venida de Cristo y el reino de los Cielos; tal mito, para los sindicalistas revolucionarios, es el de la huelga general, la cual no tiene objetivo real en el presente.

Hasta ahora, hemos hablado deliberadamente del sindicalismo “revolucionario”, ya que hay igualmente un elemento “reformista” dentro del movimiento sindicalista, o como es llamado más apropiadamente, un grupo “revolucionario reformista”. Este consiste en una cierta porción de los seguidores socialistas, cuyo objetivo último es idéntico al de sus camaradas, la huelga general y la revolución social; pero que se oponen a la práctica de la violencia, como inoportuna, y por la misma razón ejercen igualmente mayor precaución al tratar con otras cuestiones críticas, como el patriotismo y el militarismo.

Ellos creen, igualmente, en asegurar un estatus financiero estable para el sindicato y en pelear por reformas actuales. Estas reformas, sin embargo, deben entenderse en un sentido sindicalista y socialista puro. Nada que no debilite realmente a la clase capitalista y la prepare para su destrucción tiene valor alguno; mientras que ninguna concesión que nunca pueda ser ganada, es considerada como final.

Es difícil comprobar la fuerza exacta de este elemento reformista. Aunque no es de ninguna manera insignificante; sin embargo, hasta ahora la Confédération Générale du Travail ha navegado bajo colores exclusivamente revolucionarios. El objetivo final del sindicalismo, hasta donde se pude asegurar, es el establecimiento de un “federalismo económico” en el cual las Bourses du Travail, o Bolsas de Trabajo, que están afiliadas a la Confédération Générale du Travail, han de jugar un papel muy importante.

Los elementos de la sociedad serían los sindicatos unidos en las federaciones de comercio, las cuales a su vez serían centralizadas in la confederación general. El pensamiento supremo del presente es, sin embargo, la huelga general, y los sindicatos unidos por este propósito son conocidos como los syndicates rouges (sindicatos rojos) a diferencia de los sindicats jaunes (sindicatos amarillos), quienes se oponen al sindicalismo y favorecen la huelga sólo como medida extrema.

Hasta ahora el término sindicalismo no ha sido aplicado oficialmente a ninguna de las asociaciones de trabajadores en Estados Unidos; sin embargo, el movimiento por sí mismo existe en la organización de “Industrial Workers of the World” (Trabajadores Industriales del Mundo) y es también ampliamente debatido bajo la forma de unión industrial por líderes socialistas americanos. En Inglaterra un fuerte movimiento sindicalista ha surgido desde 1910, en ese año Tom Mann publicó el primer número de “The Industrial Syndicalist” (El Sindicalista Industrial). Debido a que los socialistas radicales fueron obligados a crear una nueva unión de trabajo en los Estados Unidos, sus compañeros en Inglaterra se han esforzado por desarrollar las uniones existentes encaminándolas hacia la solidaridad y la “acción directa”.

LEVINE, The Labour Movement in France (New York, 1912) ; CLAY, Syndicalism and Labour (New York, 1911); ACHT, Der Moderne Französische Syndikalismus (Jena, 1911); CORNÉLISSEN, Ueber den internationalen Syndilcalismus (Tübingen, 1910); CHALLATE, Syndicalisme révolutionnaire et Syndicalisme réformiste (Paris, 1909); SOREL, Réflexions sur la Violence (Paris, 1910, 2nd ed.); YVETOT, A.B.C. Syndicaliste (Paris), The Times (London), 25 March, 16 April, 1912; GRIFFUELHES AND KEUFER, Le Mouvement Socialiste (Jan.-April, 1905), l.

JOSEPH HUSSLEIN. Transcrito por Douglas J. Potter Dedicado al Sagrado Corazón de Jesús Traducido por Mauricio Acosta Rojas