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Martes, 3 de diciembre de 2024

San Hugo de Lincoln

De Enciclopedia Católica

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Nacido en 1135 en el Castillo de Avalon, cerca de Pontcharra, en Borgoña; muerto en Londres el 16 de nov., 1200. Su padre, William, Lord de Avalon, provenía de una de las más nobles casas borgoñonas, de si madre, Ana, se sabe poco. Después de la muerte de su mujer, William se retiró del mundo al monasterio agustiniano de Villard-Benoît, cerca de Grenoble, llevando consigo a su hijo Hugo, que se hizo religioso y fue ordenado diácono con 19 años. Alrededor del alo 1159 fue enviado como prior a la celda, o priorato dependiente, de S, Maximino, no lejos del hogar de sus ancestros, Avalon, donde su hermano mayor, Guillermo había sucedido a su padre. En S. Maximino Hugo se esforzó asiduamente en la predicación y en los deberes parroquiales que se encomendaban a un diácono. Deseando cada vez más entregarse a una vida contemplativa visitó en compañía del prior de Villard-Benoît, la soledad de la Gran Cartuja, que entonces tenía como prior a Dom Basil al que confesó su deseo aceptar la regla de la cartuja.

Para poner a prueba su vocación el prior de la cartuja no le animó a seguir, y su propio superior, alarmado ante la pérdida del mejor de los suyos, se lo llevó en seguida de vuelta a Villard-Benoît, y le hizo jurar que abandonaba su intención de unirse a los cartujos. El se sometió e hizo la promesa actuando de la mejor fe, como dice su historiador “de buena fe y pureza de intención, poniendo su confianza en Dios y confiando que Dios arreglaría el asunto”; su vocación a una vida más alta estaba aun en duda y su obediencia a su superior era un deber cierto y no un “acto pecaminoso” como piensa su biógrafo protestante moderno. Dándose cuenta de que so voto, hecho sin la debida reflexión y bajo la mayor emoción, no le obligaba, volvió a la Gran Cartuja como novicio en 1153. Poco después de su profesión el prior le confió el cuidado de un monje muy anciano y enfermo del que recibió la instrucción necesaria para prepararse para el sacerdocio. Probablemente ordenado a los treinta años, entonces edad canónica. Después de diez años con los cartujos, se le confirió el oficio de procurador, que ejerció hasta 1180, cuando abandonó la Gran Cartuja como prior de la primera cartuja inglesa, en Witham, situada en Sommerset y fundada por Enrique II en compensación por no haber ido a la cruzada y como penitencia por haber asesinado a Tomás Becket.

Los dos primeros priores habían sucumbido ante las tremendas dificultades en la nueva fundación, donde los monjes ni siquiera tenían un techo que les cubriera. Fue el rey quien pidió el prior fuera Hugo, cuya fama conocía a través de los nobles de Maurienne. Se concentró primero en construir la Cartuja. Preparó los planos y los envío al rey para su aprobación, exigiéndole que compensara completamente a los que tenían las tierras que eran necesarias para construir la cartuja. La parsimonia del rey retrasaba la obra, pero por fin, la cartuja, copia exacta de la Gran Cartuja, fue terminada. Enrique puso su confianza en Hugo visitando con frecuencia Whitham, que estaba en el borde del bosque de Selwood, uno de los lugares de caza favoritos del rey. El santo no temía reprocharle sus faltas, especialmente su violación de los derechos de la Iglesia. Los más duros reproches del santo iban contra el mantenimiento en sede vacante de los obispados para quedarse con las rentas y la interferencia del rey en las elecciones eclesiásticas.

En mayo de 1180, Enrique reunió un consejo de obispos y barones en la abadía de Eynsham para deliberar sobre los asuntos del estado en general. La ocupación de las sedes episcopales vacantes estaba legislada entre otros, por los cánones de Lincoln, que había estado sin obispo durante dieciséis años. Se ordenó que se celebraran elecciones y tras alguna discusión fue elegido el candidato real, Hugo, prior de Whistham. Hugo rehusó porque la elección no había sido libre. Una nueva elección según las normas canónicas fue votada en Lincoln y no en la capilla privada del rey, y volvieron a elegir unánimemente a Hugo que volvió a negarse, hasta que el prior de la Gran Cartuja, su superior, dio su consentimiento, y envió a Inglaterra una embajada especial. Hugo consagrado en la capilla de santa Catalina, de la abadía de Westminster, el 21 de octubre de 1181, por el arzobispo Balduino de Canterbury. Ocupó su sede de la catedral de Lincoln el 29 de septiembre y enseguida puso manos a la reforma. Atacó las inicuas leyes del bosque y excomulgó el principal encargado real del bosque. Además se negó a instalar a un cortesano que le había recomendado el rey para una prebenda de Lincoln.

El rey exigió que se presentara en Woodstock, donde el santo logró apaciguarlo con su ingenio, consiguiendo que aprobara la excomunión de su jefe de bosques y la no concesión de la prebenda a su candidato.

Pronto se dieron cuenta de su ilimitada caridad con los pobres y se recordó durante mucho tiempo como solía atender con sus propias manos a los leprosos, que eran tan comunes en Inglaterra. Era un modelo de obispo. Raramente abandonaba su diócesis, conocía a sus sacerdotes y hacía visitas canónicas regularmente. Procuraba elegir hombres dignos para el cuidado de las almas; los canónigos debían residir en la diócesis, y si no estaban en Lincoln debían enviar vicarios para ocupar su puesto en el oficio Divino. Una vez al año se retiraba a Witham para dedicarse a la oración, lejos del trabajo y ocupaciones de su extensa diócesis.

En julio de 1188 fue como embajador ante el rey francés y estaba en Francia cuando Enrique murió. Volvió al año siguiente y estuvo presente en la coronación de Ricardo. En 1191 tuvo dificultades con Longchamp, Obispo de Ely y encargado de la justicia, cuyas injustas órdenes se negó a obedecer y en 1194-5 fue le más importante defensor del arzobispo Geoffrey de York, en la disputa entre este prelado y su capítulo. Hugo sobresalió por su protección a los judíos; había muchos en Lincoln, cuando al principio del reinado de Ricardo fueron perseguidos; trató de rebajar la violencia popular en varios lugares. En Ricardo I Hogo encontró un persona más formidable para tratar que en su predecesor. Sin embargo se opuso a sus demandas injustas.

En un concilio celebrado en Oxford, 1198, el arzobispo Hubert, principal ministro (justiciar), pidió a los obispos y barones una gran concesión de dinero y caballeros para las guerras del rey en el extranjero. Hugo rehusó sobre la base de que no estaba obligado a proveer de dinero o soldados para guerras fuera de Inglaterra. Le secundó Herbert de Salisbury y el arzobispo tuvo que ceder. Ricardo entró en uno de sus ataques de furia y ordenó la confiscación de las propiedades de Hugo, pero nadie se atrevió a ponerles las manos encima. El santo viajó a Normandía, se encontró con Ricardo en el Castillo Garillard y habiendo conseguido el perdón real y su admiración por su extraordinaria valentía, aún se atrevió a soltar al rey una reprimenda por sus faltas – sus infidelidades con su mujer e intrusión en los derechos de los Iglesia. “Verdaderamente”, dijo Ricardo a sus cortesanos, “silos prelados de la iglesia fueran como él no habría un solo rey en la cristiandad que se atreviera a levantar la cabeza en presencia de los obispos”.

Una vez más hubo de oponerse Hugo a las demandas de Ricardo: esta vez quería dinero del capítulo de Lincoln. Cruzando otra vez para ir a Normandía, llegó inmediatamente antes de la muerte del rey y estuvo presente en las honras fúnebres en Fontevrault. Asistió a la coronación de Juan en Westminster en mayo de 1199, pero pronto volvió a Francia para ayudar al rey en los asuntos del estado. Visitó la Gran Cartuja en el verano de 1200 y fue recibido en todas partes con muestras de extraordinario respeto y amor. Al volver a Inglaterra sufrió unas fiebres y murió unos pocos meses después en el Old Temple, la residencia de los obispos de Lincoln en Londres. El primado condujo la exequias en su catedral de Lincoln y el rey Juan ayudó a llevar el féretro hasta su tumba en el transepto noreste. En 1220 fue canonizado por Honorio III y sus restos fueron trasladados solemnemente en 1280 a un lugar prominente en el gran transepto sur. Un magnífico relicario de oro con sus restos se convirtió en Lisncoln en el más celebrado lugar de peregrinaje del norte de Inglaterra. No se sabe qué paso con las reliquias de S. Hugo en la Reforma; el relicario y sus riquezas eran una tentación para Enrique VIII que confiscó el oro y las piedras preciosas “con las que la gente sencilla es ensañada y llevada a una gran superstición e idolatría”.

La fiesta de S. Hugo se guardó el 17 de noviembre. Entre los cartujos no hay nadie más importante que él, excepto S, Bruno. La gran Cartuja de Parkminster, en Susex, está dedicada a él.

Como muchos de los grandes prelados que fueron a Inglaterra desde otros lugares, S. Hugo fue un gran constructor. Reconstruyó la catedral de Lincoln, destruida por el terremoto de 1185, aunque la mayor parte de lo que ahora existe es posterior, aun queda parte del coro, y es uno de los más hermosos ejemplos del temprano estilo gótico apuntado inglés. También comenzó el gran Hall del palacio episcopal. Su emblema es un cisne blanco, en referencia a la bella historia del cine de Stowe que estaba siempre con él y le guarda mientras dormía.


Fuentes

Magna Vita S. Hugonis Epis Linconiensis, ed. Dimock (London, 1864); Giraldus Cambrensis, Opera, VII, ed. Dimock (London, 1877); Chronicles of Henry II, Richard I and John, ed. Howlett (London, 1885); Roger of Hoveden, Historia, ed. Stubbs (London, 1870); Thurston, The Life of St. Hugh of Lincoln (London, 1898); Perry, Life of St. Hugh of Lincoln (London, 1879); Adams, Political History of England 1066-1216 (London, 1905); Stephens, History of the English Church from 1066-1272 (London, 1904).

Butler, Richard Urban.

Transcripción. En Memoria de Shirley O'Brien Blizzard.

Traducido por Pedro Royo