Papa San Hilario
De Enciclopedia Católica
Elegido en 461; se da como fecha de su muerte la de 28 de Febrero de 468. Tras la muerte de León I, según el “Liber Pontificalis” se eligió para sucederle a un arcediano llamado Hilario, originario de Cerdeña, y con toda probabilidad recibió la consagración el 19 de Noviembre de 461. Junto con Julio, obispo de Pozzuoli, Hilario actuó como legado de León I en el “Sínodo de los Ladrones” de Éfeso en 449. Allí combatió vigorosamente a favor de los derechos de la Santa Sede y se opuso a la condena de Flaviano de Constantinopla (ver FLAVIANO, SAN). Por tanto se expuso a la violencia de Dióscoro de Alejandría (vid.) y se salvó mediante la huida. En una de sus cartas a la emperatriz Pulqueria, encontrada en una colección de cartas de León I (“Leonis I Epistolae” núm. xlvi., en P.L., LIV, 837 y s.), Hilario se excusa por no entregarle la carta del Papa tras el sínodo; pero debido a Dióscoro, que trató de impedir su ida tanto a Roma como a Constantinopla, tuvo gran dificultad en escapar para traer al Pontífice las noticias del resultado del concilio. Su pontificado se destacó por la misma política vigorosa que la de su gran predecesor. Los asuntos eclesiásticos de Galia y España reclamaron su atención especial. Debido a la desorganización política en ambos países era importante salvaguardar la jerarquía reforzando el gobierno de la iglesia. Hermes, un antiguo arcediano de Narbona, había adquirido ilegalmente el obispado de esa ciudad. Dos prelados de la Galia fueron enviados a Roma para exponer ante el Papa esta y otras cuestiones referentes a la Iglesia de la Galia. Un sínodo romano celebrado el 19 de Noviembre de 462 sentenció sobre estos asuntos, e Hilario dio a conocer las siguientes decisiones en una Encíclica enviada a los obispos provinciales de Vienne, Lyon, Narbona, y los Alpes: Hermes permanecería como obispo titular de Narbona, pero se retenían sus facultades episcopales. Se debía reunir un sínodo anualmente por el obispo de Arles, para aquellos de los obispos provinciales que estuvieran en condiciones de asistir; pero todos los asuntos importantes debían someterse a la Sede Apostólica. Ningún obispo podía dejar su diócesis sin permiso escrito del metropolitano; en caso de que tal permiso fuera negado podría apelar al obispo de Arles. Con respecto a las parroquias (paroeciae) reclamadas por Leoncio de Arles como pertenecientes a su jurisdicción, los obispos de la Galia podrían decidir, tras una investigación. La propiedad de la Iglesia no podía ser enajenada hasta que un sínodo no hubiera examinado la causa de la venta.
Poco después el Papa se encontró envuelto en otra disputa diocesana. En 463 Mamerto de Vienne había consagrado un obispo de Die, aunque esta iglesia, por un decreto de León I, pertenecía a la diócesis metropolitana de Arles. Cuando Hilario se enteró, encargó a Leoncio de Arles que convocara un gran sínodo de obispos de las provincias respectivas para investigar el asunto. El sínodo tuvo lugar y, fundándose en el informe entregado por el obispo Antonio, publicó un edicto fechado el 25 de Febrero de 464, en el que el obispo Veranus era encargado de advertir a Mamerto que, si en el futuro no se refrenaba de conferir ordenaciones irregulares, le serían retiradas sus facultades. Consiguientemente la consagración del obispo de Die debía ser sancionada por Leoncio de Arles. Así los privilegios primaciales de la sede de Arles fueron mantenidos como los definió León I. Al mismo tiempo los obispos fueron amonestados para que no traspasaran sus límites, y para reunirse en un sínodo anual presidido por el obispo de Arles. Los derechos metropolitanos de la sede de Embrun sobre las diócesis de los Alpes Marítimos también fueron protegidos contra las usurpaciones de un cierto obispo Auxanius, particularmente en relación con las dos Iglesias de Niza y Cimiez.
En España, Silvano, obispo de Calahorra, había violado las leyes de la iglesia con sus ordenaciones episcopales. Tanto el metropolitano Ascanio como los obispos de la provincia de Tarragona se quejaron de esto al Papa y reclamaron su decisión. Antes de que llegara una respuesta a su petición, los mismos obispos recurrieron a la Santa Sede por un asunto completamente diferente. Antes de su muerte, Nundinarius, obispo de Barcelona, expresó el deseo de que Ireneo fuera elegido sucesor suyo, aunque él había hecho a Ireneo obispo de otra sede. La solicitud fue concedida, confirmando un sínodo de Tarragona la designación de Ireneo, tras lo cual los obispos buscaron la aprobación del Papa. El sínodo romano de 19 de Noviembre de 465 se ocupó de las cuestiones y las resolvió. Este es el más antiguo sínodo romano cuyos registros originales se nos han transmitido. Se celebró en la basílica de Santa María Maggiore. Tras un discurso del Papa, y la lectura de las cartas de España, el sínodo decidió que las leyes de la iglesia no debían ser forzadas. En añadidura a esto, Hilario envió a los obispos de Tarragona una carta, declarando que ninguna consagración era válida sin la sanción del metropolitano Ascanio; y a ningún obispo se le permitía trasladarse de una diócesis a otra, así que algún otro debía ser elegido para Barcelona en lugar de Ireneo. Los obispos consagrados por Silvano serían reconocidos si habían sido nombrados para sedes vacantes, y por lo demás cumplían los requisitos de la Iglesia. El “Liber Pontificalis” menciona una Encíclica que Hilario envió a Oriente, para confirmar los Concilios Ecuménicos de Nicea, Éfeso, y Calcedonia, y la carta dogmática de León I a Flaviano, pero las fuentes a nuestra disposición no nos proporcionan más información. En Roma, Hilario trabajó celosamente por la integridad de la fe. El emperador Antemio tenía un favorito llamado Filoteo, que era un creyente en la herejía de Macedonio y asistía a reuniones en Roma para la promulgación de esta doctrina, en 467. En una de las visitas del emperador a San Pedro, el Papa abiertamente le pidió cuentas de la conducta de su favorito, exhortándole junto a la tumba de San Pedro a prometer que haría todo lo posible por detener el mal. Hilario erigió varias iglesias y otros edificios en Roma. Se le deben dos oratorios en el baptisterio de Letrán, uno en honor de San Juan Bautista, el otro del Apóstol San Juan. Tras su huida del “Sínodo de los Ladrones” de Éfeso, Hilario se había ocultado en la cripta del Apóstol San Juan, y atribuyó su liberación a la intercesión del Apóstol. Sobre las antiguas puertas del oratorio, aun se puede ver esta inscripción: “A San Juan Evangelista, liberador del obispo Hilario, servidor de Cristo”. También erigió una capilla de la Santa Cruz en el baptisterio, un convento, dos baños públicos y bibliotecas junto a la iglesia de San Lorenzo Extramuros. Construyó otro convento dentro de las murallas de la ciudad. El “Liber Pontificalis” menciona muchas ofrendas votivas hechas por Hilario en diferentes iglesias. Murió tras un pontificado de seis años, tres meses y diez días. Fue enterrado en la iglesia de San Lorenzo Extramuros. Su fiesta se celebra el 17 de Noviembre.
Epistolae Romanorum Pontificum, ed. THIEL, I (Braunsberg, 1868), 126-74; JAFFE, Regesta Rom. Pont., I (2ª ed., Leipzig, 1885), 75-77; Liber Pontificalis, ed. DUCHESNE, I, 242 ss.; ed. MOMMSEN, I, 107 ss.; HEFELE, Conciliengeschichte, 2ª ed., II, passim; GRISAR, Geschichte Roms und der Papste im Mittelalter, I (Friburgo de Br., 1901), passim; LANGEN, Geschichte der romischen Kirche, II (Bonn, 1885), 113 ss.
J.P. KIRSCH
Transcrito por Herman F. Holbrook "La Iglesia oraba insistentemente a Dios por Pedro” Traducido por Francisco Vázquez