Papa Nicolás IV
De Enciclopedia Católica
Pope Nicolás IV, Papa (1288 – 1292 D.N.E.) (GIROLAMO MASCI)
Nació en Ascoli, en la Marca de Ancona y falleció en Roma el 4 de abril de 1292. De extracción humilde, ingresó a temprana edad en la Orden Franciscana. En 1272 fue enviado como delegado a Constantinopla para lograr la participación de los griegos en el Segundo Concilio de Lyon. Dos años después sucedió a San Buenaventura como general de la Orden. En 1278 mientras se encontraba en Francia ayudando a restablecer la paz entre este reino y el de Castilla fue creado cardenal-presbítero con el título de Santa Pudenziana y en 1281, Martín IV lo nombró Obispo de Palestrina. Tras de la muerte de Honorio IV (3 de abril de 1287) el cónclave celebrado en Roma se mantuvo durante meses dividido entre las diferentes opciones para sucederlo sin llegar a ninguna decisión. Cuando la fiebre se llevó a seis de los electores, los demás, con la única excepción de Girolamo, abandonaron Roma. No fue hasta el año siguiente cuando volvieron a reunirse y, el 15 de febrero de 1288, le eligieron por unanimidad para el papado. Únicamente la obediencia y el que se celebrase una segunda elección el 22 de febrero hicieron que superara su renuencia a aceptar el ministerio petrino. Girolamo fue el primer Papa franciscano y en cariñosa memoria de Nicolás III asumió el nombre de Nicolás IV.
El reinado del nuevo Papa no se caracterizó por su independencia. Es digna de mencionar la excesiva influencia que los Colonna ejercían sobre Roma al punto que el ingenio romano representaba al Papa encerrado en una columna (el distintivo de la familia Colonna) de la que sólo asomaba su cabeza cubierta por una tiara. Los esfuerzos de Rodolfo de Habsburgo de recibir la corona imperial de manos del papa fueron infructuosos. Su fracaso se debió en parte al distanciamiento provocado por la actitud adoptada por el Papa en la cuestión de la sucesión siciliana. Como soberano feudal del reino, Nicolás anuló el tratado, concluido en 1288 por mediación de Eduardo I de Inglaterra, que confirmaba a Jaime de Aragón (Jaime II, N. del T.) en la posesión de la isla. El papa prestó su apoyo a las pretensiones rivales de la Casa de Anjou y coronó a Carlos II Rey de Sicilia y Nápoles en Rieti, el 29 de mayo de 1289, después de que éste hubiera reconocido expresamente la soberanía de la Sede Apostólica y prometido no aceptar ninguna dignidad municipal en los Estados de la Iglesia. Estas acciones del papa no pusieron fin al conflicto armado por la posesión de Sicilia y tampoco garantizaron la pertenencia del reino a la Casa de Anjou. Rodolfo de Habsburgo también fracasó en obtener del papa la anulación de la autorización otorgada al rey francés para que este cobrara impuestos en varios distritos alemanes con el fin de que pudiera proseguir la guerra contra la Casa de Aragón. Cuando Rodolfo nombró a su hijo Alberto sucesor de Ladislao IV de Hungría (31 de agosto de 1290), Nicolás reclamó el reino como feudo papal y lo confirió a Carlos Martel, hijo de Carlos II de Nápoles.
La caída en 1291 de Ptolemaida (San Juan de Acre, N. del T.) puso fin al dominio cristiano en el Este. Antes de este trágico suceso, Nicolás había intentado en vano organizar una cruzada por lo que tras la caída de la ciudad convocó a todos los príncipes cristianos a que tomaran las armas para luchar contra los musulmanes. Al mismo tiempo impulsó la celebración de concilios para medios de enviar ayuda a Tierra Santa. Estos sínodos debían discutir además si era conveniente la unión de los templarios y los caballeros de San Juan, ya que las disensiones entre ellos habían causado en parte la pérdida de Tolemaida. El Papa en persona inició los preparativos de la cruzada y equipó veinte barcos para la guerra. Sin embargo, sus llamamientos y su ejemplo no fueron escuchados y no se consiguió nada de valor permanente.
Nicolás IV envió misioneros, entre ellos el célebre Juan de Montecorvino, a los búlgaros, etíopes, tártaros y chinos. Por su constitución del 18 de julio de 1289, le concedió a los cardenales la mitad de los ingresos de la Sede Apostólica y una participación en la administración financiera. En 1290 renovó la condena de la secta conocida como los Apostólicos (Apostolici, N. del T.). Nicolás era piadoso y erudito. Contribuyó a la belleza artística de Roma, y erigió un palacio junto a Santa María la Mayor, iglesia en la que fue enterrado y donde Sixto V erigió un imponente monumento a su memoria.
Fuentes: LANGLOIS, Les Registres de Nicolas IV (Paris, 1886-93); POTTHAST, Regesta pontificum Romanorum, II (Berlin, 1875), 1826-1915; KALTENBRUNNER, Aktenstücke zur Gesch, des Deutschen Reiches unter Rudolf I und Albrecht I (Vienna, 1889); REUMONT, Gesch, der Stadt Rom, II (Berlin, 1867), 611-14; SCHIFF, Studien zur Gesch. Papst Nikolaus, IV (Berlin, 1897); MASSI, Niccolò IV (Sinigaglia, 1905); SCHAFF, History of the Christian Church, V, pt. I (New York, 1907), 207, 287, 410.
Traducción: José Andrés Pérez García