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Sábado, 23 de noviembre de 2024

Miguel Hidalgo

De Enciclopedia Católica

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Nació en el rancho de San Vicente, en el distrito de Guanajuato, el 8 de mayo de 1753; fue ejecutado en Chihuahua el 30 de julio de 1811.

Hidalgo estudió en la ciudad de Valladolid, lo que hoy es Morelia, y fue ordenado sacerdote en 1778. Ocupó la cátedra de teología en el Colegio de San Nicolás, luego fue nombrado rector de allí mismo y, finalmente, fue designado cura de Dolores en el estado de Guanajuato. Hoy el pueblo se conoce como Dolores Hidalgo. Como buen erudito francés leyó a Rousseau, Beccaria y a Montesquieu. Manuel Abad y Queipo, después canónigo y obispo electo de Michoacán, asimismo admirador de los escritores franceses, fue su afectuoso amigo; la debilidad por estos escritores provocó que la Inquisición entablara juicios secretos contra ambos en 1800, si bien no se llegó a nada. Mientras Hidalgo fue cura de Dolores, animó el cultivo de la vid y la industria del gusano de seda.

En 1810 se extendió una ola de descontento por toda la Nueva España. La invasión napoleónica de España avivó el patriotismo de los españoles y le reveló a los criollos el significado del patriotismo y el amor a la nación. Los impuestos cobrados a las colonias para el beneficio de la madre patria también generó descontento. Estas fueron las fuerzas efectivas que condujeron a la independencia mexicana. Se organizó un comité con el nombre de Academia Literaria, cuyo plan secreto era trabajar para obtener la independencia de España. Cuando se le pidió que se uniera al grupo, el cura Hidalgo titubeó, pero al final fue persuadido. Por la traición de uno de los miembros, el comité y sus funcionamientos fueron expuestos al gobierno colonial y se emitió la orden de arrestar a todos los involucrados en el complot. Doña Josefa Ortiz advirtió a Hidalgo de la traición, y, sin mayor demora, este declaró abiertamente la independencia el 16 de septiembre de 1810, día en el que México celebra el aniversario de la Declaración de Independencia. Aumentando sus fuerzas por medio de reclutas —la mayoría de ellos indios que se le unieron en la marcha— y escogiendo la bandera de la Virgen de Guadalupe como su estandarte, Hidalgo marchó hacia Guanajuato, ciudad de mucha importancia. Tras una pequeña batalla, la Alhóndiga de Granaditas, donde las autoridades municipales y los ciudadanos españoles habían tomado refugio, fue capturada. Se cometieron actos de violencia y de pillaje injustificados que permanecerán para siempre como una mancha en la memoria de los autores de los crímenes. Después de eso, Hidalgo se volvió hacia Valladolid. Manuel Abad y Queipo, el obispo electo de Michoacán y antiguo amigo de Hidalgo, publicó un edicto de excomunión en contra de él y amenazó con la misma pena —incurrida ipso facto— a todos los que le siguieran. Varios obispos siguieron su ejemplo. El historiador Miguel Miguélez, O.S.A. comenta que «la intención era desacreditar a Hidalgo por cualquier medio, y si este erraba al utilizar la religión para promover sus esfuerzos de independencia, aquel era igualmente culpable al emplear los mismos medios para suprimirlos». El hecho es que la recepción de estos edictos fue muy negativa, de ello atestigua ampliamente la destitución de fray Simón de Mora, mercedario, ante la Inquisición el 20 de diciembre de 1810.

De Valladolid, Hidalgo dirigió su ejército hacia la capital, y venció las fuerzas coloniales, comandadas estas por Trujillo e Iturbide (el futuro emperador), sobre el monte de Las Cruces a poca distancia de la Ciudad de México. No obstante esta victoria, Hidalgo no se atrevió a invadir la capital, sino que regresó a Querétaro. Fue rebasado y derrotado en Aculco por Calleja, quien había venido desde San Luis Potosí al llamado urgente del virrey Venegas. El movimiento que Hidalgo inició, sin embargo, se extendió hacia la mayor parte de los territorios coloniales. Tras la derrota de Aculco, Hidalgo fue primero a Valladolid y luego a Guadalajara, donde estableció su cuartel general. El 14 de enero fue vencido por Calleja en la batalla de Puente Grande, cerca de Guadalajara. Acto seguido entregó el mando del ejército y se retiró primero a Zacatecas y luego a Saltillo. Fue capturado y acusado de traición en Acatita de Baján y llevado a Chihuahua con sus seguidores, siendo los principales Allende, Aldama y Jimenez; y tras haber sido degradado fue fusilado.

MIGUELEZ, La independencia de México (Madrid, 1910); ALAMAN, Historia de México (México, 1849); PEREZ VERDIA, Compendio de la historia de México (México, 1911); ZARATE, México a traves de los siglos, III (Barcelona).

CAMILLUS CRIVELLI Transcrito por Herman F. Holbrook Et iterum venturus est cum gloria iudicare vivos et mortuos Traducción de Manuel Rodríguez Rmz.