Mameluco
De Enciclopedia Católica
(Del árabe memluk “esclavo”, la caballería propia de los antiguos sultanes de Egipto, reclutados principalmente entre los hijos de los esclavos cristianos)
El término se aplicaba generalmente en Sudamérica para referirse a los mestizos, y más específicamente en los siglos diecisiete y dieciocho a las bandas organizadas de esclavistas que desolaron el amplio interior de Sudamérica, desde el Atlántico hasta las pendientes de los Andes, y desde el Paraguay hasta el Orinoco. La esclavitud de los indios por parte de los conquistadores comenzó casi con el descubrimiento de América, siendo recomendado y practicado por el mismo Colón desde 1493, originando su primera reprimenda seria por parte de Isabel la Católica. En 1511, los Dominicos predicaron contra la esclavitud por toda La Española (Haití) y enviaron a uno de sus miembros a España a protestar ante la corte; sus actos dieron como resultado un edicto real contra el abuso y el nombramiento del afamado Padre Dominico, y posteriormente obispo, Bartolomé de las Casas como “Protector de los indios”. En 1531, Pablo III emitió una bula liberando a todos los indios esclavizados. En 1543, gracias al esfuerzo de Bartolomé de las Casas, el Gobierno Español promulgó unas nuevas leyes para el gobierno de los indios, limitando el poder de los esclavistas y prohibiendo cualquier intento futuro de esclavización de indios. La ley aplicaba sólo a los indios nativos, no a los negros. Sirvió como comprobación de los peores abusos y se siguió estrictamente dondequiera que el ojo del virrey pudiera alcanzar, pero en otras partes se trataba con desprecio.
Los portugueses, que colonizaron Brasil en el siglo XVI, ya eran vendedores de esclavos en Europa, y sus asentamientos a lo largo de toda la costa pronto se convirtieron en lugar de cita para esclavistas sin ley, piratas y otros desesperados. Casándose con mujeres de las tribus salvajes produjeron la mezcla llamada Mamelucos, que combinaban el coraje y el empeño de la raza blanca, y el conocimiento de los bosques y facilidad para la lengua de los indios, con una crueldad no contenida por ninguna influencia. São Paulo en el sur de Brasil, y Pará, en la desembocadura del Amazonas, se convirtieron en sus principales cuarteles generales desde los cuales, al comienzo de 1560, y durante, aproximadamente dos siglos, ejércitos regulares de esclavistas, a veces un millar, fuertemente armados y equipados con armas a caballo y sabuesos, se enviaban periódicamente, año tras año, a matar y capturar a nativos indefensos. En este trabajo fueron animados por los colonos brasileños, que querían esclavos para sus plantaciones y sus minas, y por el gobierno Portugués que los favoreció como barrera contra la colonización española, de la cual, los Jesuitas eran considerados como avanzadilla. De entre los Mamelucos, los de São Paulo, llamados Paulistas, eran los más renombrados.
La primera de las misiones Guaraníes, en el territorio de Paraguay, se estableció en 1610. En 1629, el ejército paulista invadió el territorio, y en dos años destruyó todas menos dos de las doce prósperas misiones, saqueando y profanando iglesias matando a miles de habitantes y llevándose a 60000 indios cristianos para venderlos en São Paulo y Río de Janeiro. El resultado fue un total abandono de estas primeras misiones y el éxodo de los supervivientes, dirigidos por el padre Montoya, hacia la lejana provincia de Corrientes, al este de Argentina, donde el trabajo comenzó de nuevo. Los esclavistas continuaron y, de nuevo, las misiones lejanas fueron abandonadas hasta que, en 1638, los padres Montoya y Tano, viajaron a Europa y obtuvieron personalmente de Urbano VIII una carta amenazando con castigos eclesiásticos a los esclavistas de las misiones indígenas, y de Felipe IV, permiso para suministrar armas a los indios y entrenarlos en su manejo por parte de veteranos soldados jesuitas.
Así se hizo, y en la siguiente invasión, en 1641, los indios cristianos guaraníes, armados y dirigidos por su propio jefe, inflingieron tal derrota a los mamelucos que los mantuvieron alejados durante diez años. Posteriormente, en 1651, aprovechando la ventaja de la guerra entre España y Portugal, el ejército mameluco avanzó de nuevo, pero fueron dispersados por los novicios, dirigidos por los mismos padres jesuitas. Desde entonces y hasta el cierre del período jesuita, las misiones guaraníes fueron protegidas por un ejército de indios cristianos instruidos y equipados. Derrotados en una dirección, los Mamelucos tomaron otra y comenzaron una serie de ataques sobre las florecientes misiones de Chiquito, al sur de Bolivia, de las que la primera fue establecida por los jesuitas en 1691. Pueblos enteros fueron arrasados uno tras otro, hasta que el Padre Arcé reunió al pueblo, lo entrenó y armó, y con unos pocos españoles, los guió contra los Mamelucos, a los que derrotó y condujo a través de Paraguay y nunca volvieron a aparecer en su orilla oeste. En el Alto Amazonas, según Hervás, la causa principal de la ruina y dispersión de las numerosas tribus reunidas en las misiones Mainas, fueron los continuos ataques de los esclavistas portugueses, quienes, en varios ataques entre 1682 y 1710 se llevaron más de 50.000 indios, además de los miles asesinados. Sólo en la de Omagua, más de 16.000 fueron capturados. De los que lograron escapar, la mayoría huyeron a sus selvas originales y volvieron a la vida salvaje. En las misiones del Orinoco se forjó la misma destrucción por los esclavistas de Pará, remontando el río Negro y enlazando con tribus caníbales como aliados, hasta que fueron frenados por la heroica empresa del Padre Roman en 1744, y finalmente imposibilitados por el establecimiento de guarniciones fronterizas españolas en 1756. El total de indios masacrados o esclavizados por los Mamelucos desde el inicio de su existencia, y durante unos 130 años, ha sido estimado por el Padre Muratori en dos millones. (Ver también GUARANÍ; MAINA; MAINPURE.)
Escrito por James Mooney. Transcrito por Joseph P. Thomas. Traducido por José Ponce. Dedicado a la memoria de los indios americanos.
The Catholic Encyclopedia, Volume IX. Published 1910. New York: Robert Appleton Company. Nihil Obstat, October 1, 1910. Remy Lafort, Censor. Imprimatur. +John M. Farley, Archbishop of New York
Bibliography
BANCROFT, Hist. Cent. Am., I (San Francisco, 1886); DORRIZROPER, Hist. Abiponibus (tr. London, 1822); GRAHAM, A Vanished Arcadia (London, 1901). HERVAS, Catalogo de las Lenguas, I (Madrid, 1800); HUMBOLDT, Travels to the Equinoctical Regions of Am. (1799-1804), (London, 1881); PAGE, La Plata, etc. (New York, 1859).