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Martes, 3 de diciembre de 2024

Jean de Charlier de Gerson

De Enciclopedia Católica

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El nombre tomado de la aldea donde nació el 14 de dic 1363; murió en Lyon el 12 de julio de 1429. La aldea de Gerson ha desaparecido pero entonces era dependiente de la villa de Barby no lejos de Bethel, diócesis de Reims y ahora incluida en el Dep. de las Ardenas.

Su padre Arnauld, su madre Elizabeth La Chardenière conocidos por su integridad y piedad. Tuvieron doce hijos, Jean el mayor. Asistió a la escuela de Bethel y Reims y a la edad de catorce años entró en el famoso Colegio de Navarra en París, donde trabó una amistad con el rector , el ilustre Pierre d'Ailly de Compiègne, que duró toda la vida. Licenciado en artes en 1381 con el Maestro Jean Loutrier; en 1388 recibió el Baccalarius Biblicus; en 1390 leyó sobre las “Sentencias”, en 1392 licenciado en teología y doctor en teología en 1394 con 31 años de edad (cf. Denifle, Chartul. Univers. Paris, III).

Antes de recibir el doctorado había escrito varios libros. En 1387 predicó ante el papa Clemente VII de Avignon con la intención de lograr la condena de Jean de Monteson, un dominico que había negado la Inmaculada concepción de la Virgen maría y poco después declamó un panegírico sobre S. Luis, Rey de Francia, debutando así en la carrera oratoria en la que iba a brillar tanto. Aunque Gerson había conseguido el doctorado solo un año antes de que su maestro Pierre d'Ailly fuera nombrado obispo de Puy (1395), Benedicto XIII lo eligió para suceder a DÁilly en el importante cargo de Canciller de Notre-Dame y de la universidad (13 de abril). En adelante se interesó activamente en extirpar el cisma que durante 17 años había dividido a la iglesia en dos partes hostiles y numéricamente casi iguales. Amigo de la paz y de la unión, siempre expresó una opinión moderada y sobria a ambos papas, el de Roma y el de Avignon y en ocasiones mostró una fuerte repugnancia hacia los violentos métodos utilizados por Algunos miembros de la universidad (Noël Valois, III, 71, 180).

Fue nombrado deán de la iglesia de Saint Donatien en Brujas y permaneció allí 4 años (1397-1401). En este período escribió el tratado, fuertemente teológico y sobrio en el tono, titulado "Sententia de modo se habendi tempore schismatis" (Schwab, Johannes Gerson, Professor der Theologie und Kanzler der Universität Paris, 97, 152). No había votado para retirar la obediencia del papa de Avignon, a favor del cual Francia se había declarado al principio (1398). Fue uno de los primeros en mostrar que Benedicto no debía ser considerado ni herético ni cismático y que no era apropiado proceder contra él (Opp. Gersonii, II, ed. 1706, passim). Por consiguiente demandó enérgicamente que se le devolviera la obediencia, es decir, la cesación del anormal estado que constituía un cisma dentro del cisma. Pero por esa actitud conciliatoria, tan propia de su carácter, incurrió en muchos odios. El 18 de noviembre de 1403 fue nombrado cura de Saint-Jean-en-Grève en Paris, aceptando el cargo, añadido al oficio de canciller, por concesión del papa Benedicto en agradecimiento a su fidelidad durante los cuatro años ñeque estuvo obligado a vivir en la fortaleza de Avignon. El canciller se alegró públicamente cuando el papa fue liberado y la universidad le eligió para felicitar a Benedicto en Marsella. Pero esta armonía no iba a durar. La universidad, de nuevo insatisfecha con Benedicto quisieron negarle la obediencia. DÁilly y Gerson trataron de oponerse al movimiento tanto antes como durante el concilio de Paris de 1406 e intentaron que sus colegas emplearan procedimientos más moderados. Después de largas discusiones consiguieron que el abandono de la obediencia adoptado por los miembros de la asamblea se hiciera de forma limitada (cf. L. Salembier, "Le grand schisme d'Occident", 221). DÁilly y Gerson formaron también parte de la embajada solemne a Benedicto en 1407 que trataba de convencerle de que renunciara al papado con una Bula formal. Pero el pontífice rehusó, por lo que algunos de los delegados quisieron romper abiertamente con él, aunque de nuevo DÁilly y Gerson lograron aplacarlos y trataron de retardar la ruptura total (L. Salembier, op. cit., 229).

Durante el año siguiente Gerson asistió al concilio de Reims y pronunció el discurso de apertura. El mismo año, debido a sus esfuerzos en pro de la reconciliación, d´Ailly levantó la indignación de los miembros de la universidad que se oponían a Benedicto y: hasta el mismo rey quiso encarcelarle. Sus fieles discípulos Clémanges y Gerson le escribieron emotivas cartas de condolencia, en estas circunstancias [L. Salembier, "Petrus de Alliaco" (1887), 75; Opp. Gersonii, III, 429].

Pronto iba el mismo Gerson a sufrir algunas vicisitudes y ser proseguido pro otra razón. El 23 de noviembre de 1407 el duque de orleans fue asesinado en una de las calles de París por matones del duque de Borgoña. Con audacia singular el dique de Borgoña Juan sin Miedo (Jean sans Peur), asumió la responsabilidad del los hecho, presentó su causa ente el rey Carlos VI u eligió a su consejero de defensa a Jean Petit (8 marzo 1408) que se atrevió a defender abiertamente la inmoral teoría del tiranicidio. El canciller estimó que había que traer esa doctrina ante el obispo de París y los profesores de teología. Los doctores 7 y después 9 de las proposiciones de Petit como erróneas y escandalosas y fueron arrojadas al fuego. Más tarde, en el concilio de Constanza, Gerson denunció de nuevo los artículos condenados (junio 1415) y repitió la denuncia siete veces en quince días. Los Padres sentenciaron el punto (6 de julio) condenando el tiranicidio en general sin nombrar el nombre del duque de Borgoña. Esta solución a medias no agradó ni a Gerson ni a los Armagnacs que estaban en el concilio. El canciller se dirigió a la asamblea en el nombre del rey de Francia el 5 de mayo de 1416 y protestó elocuentemente contra esa sentencia demasiado moderada e indefinida dirigida a Juan sin Miedo ("Opp. Gersonii", II, 328; V, 353, 355, 362 sq.; Labbe and Mansi, XXVII, 728 sqq., Schwab, op. cit., 609). Gerson no había asistido al Concilio de pisa (1409) ni al Concilio de Roma (1412-13) pero había aprobado ambos. Pero en el concilio de Constanza jugó una parte importante. Llegó a Constanza el 21 de febrero de 1415t con una delegación de la universidad de París. No es necesario entrar aquí en los detalles del juicio de Juan Hus (Schwab, op. cit., 540-609), de la condena de los Flagelantes ("Opp. Gersonii", II, 658, 660), en las diferencias de Gerson con el inglés ni sobre la lucha doctrina (1418) con Mateo Grabon, el gran enemigo de las nuevas órdenes religiosas ("Opp. Gersonii", I, 467). Después se mencionará su actitud hacia los tres papas que disputaban entonces la tiara y de las teorías que estableció en el concilio para intentar terminar con el cisma.

Fueron, sobre todo, sus luchas contra Juan sin Miedo las que llevaron a Gerson a desgracias no merecidas. El duque de Borgoña había provocado desórdenes contra él; habían saqueado su casa y apenas logró escapar de una muerte cierta refugiándose en los desvanes de los tejados de Notre –Dame.

Después del Concilio de Constanza Mientras el papa, el emperador y los padres volvían con toda la pompa a sus respectivos países (1418), Gerson supo que Juan sin Miedo había jurado destruirle y que la “nación de Picardía” de la universidad había exigido que se le despidiera, que se presentase y fuera castigado atrociter ("Opp. Gersonii", V, 374; Denifle, "Chartul.", etc., IV, 300; Max Lenz, "Revue historique", IX, 470). Para impedir que su persecutor le atrapara salió de Constanza el 15 de mayo y junto con André Cresio, que había actuado como su secretario en el concilio, salio hacia el exilio. Se retiró a la abadía benedictina de Melk, en Alemania a cuyo abad había conocido en Constanza. El archiduque Federico quiso llevárselo a la universidad de Viena a donde fue, pero no permaneció. Cuando Gerson supo que el 10 de noviembre de 1419 su enemigo jurado había muerto asesinado en el puente de la ciudad de Montreau por orden del Delfín, volvió inmediatamente a Francia, pero no a París, rota por las facciones y aún en manos de los borgoñones. Dirigió sus pasos hacia Lyon, llamado por su hermano que era prior de los Celestinos y por el arzobispo Amédée de Talaru (Schwab, op. cit., 767 sqq.).

Pasó allí sus últimos años entre ejercicios de devoción y ejerciendo su sacerdocio. Escribió varios libros, algunos de edificación, otros de teología pastoral o mística, uno de los cuales es uno de sus más conocidos tratados:” De parvulis ad Christum trahendis". Combinando el ejemplo con el precepto, le gustaba rodearse de niños pequeños en la iglesia de S. Pablo encantado de enseñarles la doctrina cristiana. Estos diez años fueron los más dulces de su vida militante y cuando murió muchos buenos hombres lo lamentaron Se le atribuyeron milagros y al menos cinco martirologios le dieron el título de Beato. Más de cincuenta concilios particulares y muchos escritores eclesiásticos recomendaron a los pastores “este grande, piadoso y sabio doctor, de ardiente amor por las almas, director incomparable, modelo de ministros del Evangelio”. Se levantaron estatuas en su honor en Lyon y Paris. En la Iglesia de la Sorbona su cuadro acompaña al de Bossuet”

PUNTO DE VISTA SOBRE LA CONSTITUCIÓN DE LA IGLESIA: CONCILIO DE CONSTANZA.

Es sabido que aquello de lo que más carecieron los teólogos de la primera parte del siglo catorce fue una doctrina fijada sobre lo que los teólogos llaman Tratado de la Iglesia. El Galicanismo nació de principios falsos o más bien de las situaciones temporales que se creyeron necesarias en los desafortunados sucesos del Gran Cisma. Muchas circunstancias pueden tenerse en cuenta a favor de Gerson. Había sido instruido por hombres no demasiado estables y había estudiado detenida mente a Guillermo de Occam, el peor genio del siglo catorce. Como ya hemos visto, Gerson era en la práctica más moderado que en la teoría. Además no se ha probado sean suyos varios tratados usados como base de ataque contra su doctrina teológica ("De modis uniendi; octo conclusiones quarum dogmatizatio utilis videtur ad exterminationem moderni schismatis; Sermo factus in die Ascensionis", 1409, etc.). De Echo, su editores protestantes o galicanos, von der Hardt, Richer, y Ellies-Dupin, le han hecho un flaco favor al envenenar exageradamente alguna s de sus proposiciones.

Es cierto que el canciller defendía doctrinas erróneas respecto al papa y el concilio, que eran censurables y luego fueron condenadas. En su opinión, el soberano pontífice no es el obispo universal que tiene poder inmediato sobre todos los creyentes: su poder es sólo subjetivo y ejecutivo ("Opp. Gersonii", II, 259, 279). Lejos de ser infalible, a veces puede caer en la herejía, en cuyo caso, su aun sigue siendo papa, los fieles tienen el poder de obligarle, meterle en prisión y hasta arrojarlo al mar (Ibid., 221; Noël Valois, IV, 84). La doctrina de Gerson respecto al concilio general tampoco es más sana. Admita la superioridad de la Iglesia y del Concilio Ecuménico sobre el papa, puesto que no ve otro medio de salir del cisma y volver a la unidad. Situaciones temporales se convierten para él en principios. Es lo que se podría llamar oportunismo eclesiástico. Gerson es exclusivamente racional y práctico y el objeto de su argumentación es la justificación de los métodos más extraordinarios de cómo proceder para conseguir el resultado final deseado por él y por toda la Cristiandad. De ahí que de acuerdo con él el soberano pontífice ha de ser llevado al concilio para pueda ser corregido y hasta depuesto. ("Opp. Gersonii", II, 201).

Respecto a la convocatoria y composición de la asamblea declara, con d´Ailly, que posprimeros cuatro concilios ecuménicos no fueron convocados por la autoridad del papa y que no solo los cardenales sino también príncipes y de hecho cualquier cristiano puede convocar un concilio para la elección de papa reconocido por uno y universalmente ("De auferibilitate papæ", in Opp. Gersonii, II, 209 sqq.). También mantiene que los pastores pueden ser llamados a tal asamblea y pueden tener una voz deliberativa igual que los obispos ("De potestate ecclesiastica", in ibid., II, 249). Ningún fiel debe ser excluido (ibid., II, 205). En todas estas proposiciones se ve un reflejo de las tesis extremas del franciscano revolucionario Guillermo de Occam. Más aún, la actitud de gerson en el Concilio de Constanza estuvo en conformidad con estos principios. Reclamó con los delegados de la Universidad de París que los tres papas presentaran su resignación inmediatamente (Feb., 1415).

Partidario convencido de la superioridad de los doctores sobre los obispos, insitió, como d ´Ailly, en que los doctores de derecho canónico y hasta los del civil tuvieran voz en las deliberaciones del concilio. Esto era consecuencia de sus tendencia democráticas (cf. Salembier, Le grand schisme, 212, 299). Exaltó con exceso la omnipotencia del concilio y persiguió implacablemente al papa Juan XXIII (Schwab, op. cit., 507; von der Hardt, II, 265). Votó los cuatro famosos artículos de Constanza (marzo 1415) que son el código del galicanismo y que pavimentan el camino hacia las decisiones cismáticas de la asamblea de 1682. Además, defendió valientemente que estos principios revolucionarios eran dogmas y quiso que se grabaran sobre piedra en todas las iglesias (Opp. Gersonii, II, 275).

Sin embargo, en 1416 se vio obligado a admitir con tristeza que aun se levantaban voces contra la superioridad del concilio sobre el papa. Gerson atribuía esta condenable obstinación a la adulación, a la que llamaba “un venero mortal con el que el organismo de la iglesia está impregnado hasta la médula” (Ibid, II, 247). Por estos principios erróneos de Gerson, como d´Ailly, su maestro, pasa por ser un precursor de la Reforma Protestante. Y también por ello, los escritores protestantes, como A. Jepp y Winklemann, en Alemania y Bonnechose, en France, lo compararon a Wyclif y John Hus. Pero lo que hemos visto prueba que estas comparaciones no hacen justicia a Gerson.

TEOLOGIA MISTICA Y ORATORIA DE GERSON.

La teología mística de Gerson tiene su propio y secular carácter, la de un maestro eminente e impecable. En primer lugar, la distingue de la teología científica que es abstracta y discursiva. Su misticismo es en esencia un conocimiento experimental de Dios que, por amor, una percibe en si mismo. Si los poderes inferiores permanecen en la oscuridad las facultades superiores, el intelecto y especialmente el amor puro, tiene un papel más importante y libre y copo consiguiente constituyen un estado sublime de transportación que sobrepasa el conocimiento teórico. Esta teología no requiere grandes conocimientos científicos sino que está al alcance del a mano del más simple. Más aún, a través de la unión con Dios, nos da un perfecto contento del alma con el completo y definitivo apaciguamiento de nuestros deseos (cf. Schwab, op. cit., 325; Ellies- Dupin, "Opp. Gersonii", I, clv).

Gerson distingue una parte práctica en su teología mística y pone las condiciones y medios (industriæ) preparatorios de la contemplación. Estas industriæ son las siguientes: (1) esperar la llamada de Dios; (2) conocer el propio temperamento; (3) estar atento a la propia vocación y al propio estado; (4) apuntar siempre hacia una mayor perfección; (5) evitar en lo posible la multiplicidad de ocupaciones y, en todo caso, no dejarse absorbe en ellas; (6) dejar a un lado todo vano deseo de saber, i. e. toda la curiosidad inútil; (7) permanecer calmado y practicar la paciencia; (8) saber el origen de las afecciones y pasiones; (9) elegir el tiempo y lugar necesarios; (10) evitar los extremos ya por obstinación o exceso, en el dormir y en el comer ; (11) promover pensamientos que favorezcan los afectos piadosos; (12) desterrar de nuestra mente todas las imágenes que es la forma preeminente modus simplificandi cor in meditationibus y producendi contemplationem.

Los muchos tratados de Gerson están el el Vol. III de sus obras. Fue uno de los primeros en reconocer y proclamar la vocación sobrenatural de Juana de Arco, trabajo diligentemente para promover la la devoción a la Virgen María y S. José y hasta hasta dedicó a este santo un poema de 4600 líneas titulado "Josephina". No fue el autor de la “Imitación de Cristo “y las razones dadas por Rosweyde, Amort, Malou, Funk y Vacandard, parecen convincentes.

Fue uno de los más eminentes oradores de su tiempo y predicó frecuentemente la en francés o en latín, ante la universidad, ante la corte, en las iglesias principales de la capital o en su parroquia de Saint-Jean-en-Grève, donde predicó la mayor parte de sus sermones en francés, la mayoría de los cuales, unos 64, han sido estudiados por el abate Bournet, después obispo de Rodez y cardenal. El plan de estas instrucciones son casi lo mismo que los sermones modernos pero el saber de Gerson es con frecuencia deficiente en gusto y juicio y con frecuencia abusa trayendo citas demasiado pomposas e incongruentes. Desde el punto de vista de la doctrina trata, en gran parte, de temas éticos y arremate contra los excesos y vicios morales. Trabaja principalmente para que la reforma sea interior, exhorta con frecuencia a la penitencia y amenaza a su rebaño con el juicio de Dios, aunque no los deja sin palabras de esperanza y consuelo. Su estilo no es uniforma y difiere según los que le escuchan. Frío y exacto en la exposición del dogma, mueve más frecuentemente las pasiones y recurre con frecuencia a las alegorías y descripciones verbales y su lenguaje aun teniendo la agudeza, ingenuidad y originalidad de las viejas crónicas francesas, es siempre digno y apropiado.

Las obras de Gerson fueron publicadas inmediatamente tras la introducción de la imprenta, primero en Colonia en 1483 (4 vols. in fol., ver Schwab, op. cit. ad finem). Ambas ediciones francesas, una de Richer (Paris, 1635, 4 vols.), otra de Ellies-Dupin (Amberes, o mejor Amsterdam, 1703, 5 vols. in fol.) fueron preparadas bajo la influencia de las ideas galicanas y teniendo en cuenta las polémicas religiosas. Se compilaron con precipitación de forma confusa y con poco cuidado por lo que contiene serios defectos. Sin embargo la de Ellies-Dupin es bastante completa y los primeros cuatro volúmenes recogen más de 400 de los tratados de Gerson. Las citas de la obra de Gerson en este artículo son de esa edición


Bibliografía

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LOUIS SALEMBIER .


Transcrito por WGKofron , en memoria de Fr John Hilkert, Akron, Ohio, Fidelis servus et prudens, quem constituit Dominus super familiam suam.


Traducido por Pedro Royo.