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Domingo, 24 de noviembre de 2024

Inmaculada Concepción: Objeciones de la Iglesia Ortodoxa

De Enciclopedia Católica

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En esta entevista, Bartolomé I, Patriarca Ecuménico de Constantinopla, comenta sobre el dogma latino de la “Inmaculada Concepción”.

Entrevistador

La Iglesia Católica celebra este año el cincuenta aniversario de la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción. ¿Cómo celebra la Tradición Cristiana Oriental y Bizantina la Concepción de María y su completa e inmaculada santidad?

Bartolomé I:

La Iglesia Católica encontró que necesitaba instituir un nuevo dogma para la cristiandad alrededor de mil ochocientos años después de la aparición del cristianismo, debido a que aceptó una percepción del pecado original –una percepción equivocada para nosotros, los Ortodoxos– según la cual el pecado original es transmitido como una mancha moral o una responsabilidad legal a los descendientes de Adán, en vez de aquella (perspectiva) reconocida como correcta por la fe Ortodoxa –según la cual el pecado (es) transmitido a través de la corrupción heredada, causada por la separación de la humanidad de la gracia increada de Dios, que le hace vivir espiritualmente y en la carne. La humanidad formada a imagen de Dios, con la posibilidad y destino de ser como Dios, al elegir libremente amar a Dios y obedecer Sus mandamientos, puede incluso después de la caída de Adán y Eva convertirse en un amigo de Dios de acuerdo a la intención; entonces Dios los santifica, así como Él santificó a muchos de los progenitores antes de Cristo, incluso si la realización de su rescate de la corrupción, que es su salvación, fue lograda después de la encarnación de Cristo y a través de Él.

En consecuencia, de acuerdo a la fe Ortodoxa, María, la Toda Santa Madre de Dios, no fue concebida exenta de la corrupción del pecado original, pero amó a Dios sobre todas las cosas y obedeció sus mandamientos, y por eso fue santificada por Dios a través de Jesucristo que se encarnó en ella. Ella Le obedeció como una de los fieles, y se dirigió a Él con la confianza de una Madre. Su santidad y pureza no fueron manchadas por la corrupción, transmitida a ella por el pecado original como a cada hombre, precisamente porque ella fue renacida en Cristo como todos los santos, santificada por encima de todos los santos. Su reincorporación e la condición anterior a la Caída no necesariamente tuvo lugar en el momento de su concepción. Nosotros creemos que sucedió después, como consecuencia del progreso en ella de la acción de la gracia divina increada a través de la visita del Espíritu Santo, el cual provocó la concepción del Señor dentro de ella, purificándola de toda mancha.

Como ya se ha dicho, el pecado original pesa sobre los descendientes de Adán y de Eva como corrupción, y no como responsabilidad legal o mancha moral. El pecado trajo una corrupción hereditaria y no una responsabilidad legal hereditaria o mancha moral hereditaria. En consecuencia, la Panagia participó en la corrupción hereditaria, como toda la humanidad, pero con su amor por Dios y su pureza –entendida como una dedicación imperturbable y sin vacilación de su amor a Dios solamente– ella logró, a través de la gracia de Dios, santificarse en Cristo y hacerse merecedora de convertirse en la casa de Dios, como Dios quiere que todos nosotros seres humanos nos convirtamos.

Por tanto nosotros en la Iglesia Ortodoxa honramos a la Toda Santa Madre de Dios por encima de todos los santos, aunque no aceptamos el nuevo dogma de su Inmaculada Concepción. La no aceptación de este dogma de ninguna forma disminuye nuestro amor y veneración de la Toda Santa Madre de Dios.

Fuente: Mystagogy[1]

Traducido por David Ramos González, Periodista de Aci Prensa