Impanación
De Enciclopedia Católica
Doctrina herética según la cual Cristo está en la Eucaristía a través de su cuerpo humano sustancialmente unido con las sustancias de pan y vino y así está realmente presente como Dios, hecho pan: Deus panis factus. Puesto que como consecuencia de la Encarnación , las propiedades de del Verbo Divino pueden ser atribuidas al Cristo hombre, las propiedades del hombre Cristo pueden ser predicadas del Verbo (communicatio idiomatum), de la misma manera , como consecuencia de la impanación – palabra inventada en imitación de encarnación – se da un intercambio de predicados entre el Hijo de Dios y la sustancia del pan, aunque sólo por la mediación del cuerpo de Cristo.
La doctrina de la impanación está de acuerdo con la doctrina de la transubstanciación, como la enseñaba Lutero, en estos dos puntos esenciales: por una parte niega la transubstanciación del pan y del vino en el cuerpo y sangre de de Cristo y por otra profesa , sin embargo, que la presencia real de Cristo en la Eucaristía. Sin embargo esas doctrinas difieren esencialmente en cuanto que Lutero afirmó que el Cuerpo de Cristo penetraba la sustancia no cambiada del pan pero negaba la unión hipostática.
El luteranismo ortodoxo expresa la así llamada unión sacramental entre el Cuerpo de Cristo y ka sustancia del pan en la bien conocida formula: El Cuerpo de Cristo está “en, con y bajo el pan” — in, cum et sub pane; realmente presente aunque solo en el momento en el momento de su recepción por el fiel -- in usu, non extra usum. Los teólogos de las Iglesias Reformadas, llamando impanación a esta doctrina, en su ataque contra los luteranos, usan el término no en el sentido estricto explicado arriba, sino con un significado más amplio.
Si buscamos el origen histórico del término, debemos volver a las controversias contra los discípulos de Berengario de Tours a finales del siglo once. Guitmundo de Aversa ( muerto antes de 1195) en su obra "De corporis et sanguinis Christi veritate in Eucharistiâ" (P. L., CXLIX, 1427 ss.), distingue dos clases de discípulos de Berengario, los que niegan absolutamente la presencia real de Cristo en la Eucaristía y los que , aunque admiten que el Cuerpo y Sangre de Cristo están realmente (revera) presentes en la Eucaristía, rechazan la doctrina de la Transubstanciación y explican la Presencia Real de Cristo por una especia de impanación (Christum quodammodo impanari).Guitmundo piensa que esto es lo esencial de la doctrina de Berengario (hanc esse subtiliorem Berengarii sententiam).
Esta doctrina, atribuida con razón o sin ella a Berengario, no profesa la impanación en el sentido estricto del término; coincide más bien con la doctrina arriba mencionada de la consusbstanciación como la enseñaba Lutero.
Alger de Lieja (1131) en su obra "De sacramento corporis et sanguinis Christi", I, 6 (P. L., CLXXX, 439-845), sin mencionar nombres concretos, señala y se opone a los errores de algunos (errantes quidam) que dicen que la persona de Cristo es impanada en el pan, de la misma manera que Dios se encarnó en la carne humana (dicunt ita personaliter in pane impanatum Christum sicut in came humana personaliter incarnatum Deum). Llama a esto herejía , que debería ser desenraizada, porque es una novedad absurda (quia nova et absurda).
¿Quién introdujo la nueva herejía? Durante mucho tiempo se sospechó del bien conocido abad Rupert de Deutz (1135). El cardenal Belarmino (De Euch., III, xi, xv), Baronio (Ann. Eccl.: ad annum 1111, n. 49), Suárez y Vázquez pensaron que se podía seguir la pista hasta él (cf. Su obra "De div. officiis", II, 2 y 9), y el P. Rocholl ("Rupert v. Deutz", Gütersloh, 1886, 247 ss.) volvía a repetirlo. Otros sin embargo le absuelven de este error, como Alexander Natalis, Tournely, y especialmente Gerberon en su "Apologia Ruperti Tuitiensis" (Paris, 1669); y entre los escritores de la historia de la teología dogmática, J. Bach ("Dogmengeschichte des Mittelalters", I, Vienna, 1875, 412 ss.) y Schwane ("Dogmengeschichte", III, Freiburg, 1882, 641), parecen tener razón ya que un examen crítico de todos los pasajes que tratan del tema muestra que Rupert, aunque a veces emplea expresiones ambiguas, sin embargo creía en la Transubstanciación de la sustancia del pan en el Cuerpo de Cristo.
Sea lo que fuere no se puede decidir si Alger de Lieja o Rupert era o no abogado de la impanación , puesto que no se sabe su Rupert había publicado ya su ambigua expresión cuando Alger escribió su ataque. Con mucha más razón se considera a Juan de París (muerto en 1306) como campeón de la doctrina estricta de la impanación . En su obra "Determinatio de modo existendi corpus [sic] Christi in sacramento altaris alio quam sit ille quem tenet Ecclesia" (ed. Peter Alix, London, 1686), intenta establecer, al menos como plausible, en oposición consciente a la Iglesia, la hipótesis de que “el pan no permanece en su propio suppositum, sino que es asumido a través de la Carne o a través del Cuerpo de Cristo como parte del esse e hipóstasis del Logos” (Ego dico panem ibi manere non in proprio supposito, sed tractum ad esse et suppositum Verbi, mediante carne aut corpore parte).
Por consiguiente mantiene que es correcto decir: “El Cuerpo de Cristo está “impanado”, es decir, se ha hecho pan” (Corpus Christi impanatum, I. e. panis factum); pero sin embargo no se puede decir que “el hombre o Cristo se ha hecho pan” (sed hominem aut Christum non possumus dicere impanatum), una explicación que ciertamente no sobresale por su claridad y precisión. Entre los reformadores, Andreas Osiander (muerto en 1552), ferviente discípulo de Lutero, parece haber sostenido la doctrina de la impanación m aunque más tarde, los teólogos luteranos han tratado de exonerarle de su error. Sin embargo es difícil discernir el verdadero significado de este partidista escritor en estas expresiones confusas Por ello Melancthon, en una carta del 22 de marzo 1538 al pastor Vitus Theodorus de Nüremberg expresa su sospecha ce que Osiander mantuvo la doctrina de la impanación. Tanto Lutero como Melancthon se oponían radicalmente a esta absurda opinión, y ello por muchas razones, pero especialmente porque se hubieran visto obligados a adorar , en el más estricto sentido de la palabra (cultu latriœ) el pan hipostáticamente unido con el cuerpo de Cristo y esto se oponía diametralmente a los principios y prácticas luteranas sobre la Cena del Señor.
Bayma, un teólogo católico, se propuso en una serie de tesis una teoría sobre la Transubstanciación que, al examinarla críticamente, se acerca mucho a las enseñanzas arriba expuestas de Guillermo de París; de hecho parece explicar la presencia real de Cristo por la impanación. Basa su teoría en la proposición de que la sustancia del pan, a consecuencia de la conversión, deja de ser sustancia y que recibe un nuevo sujeto, sin sufrir un cambio interior, teniendo su apoyo ya no en si misma sino en otro apoyándose teniendo su suppositum (substantia panis desinit esse substantia eo solum, et absque alis sui mutatione, quod in alio supernaturaliter sustentatur, ita ut jam non in se sit, sed in alio ut in primo subjecto). Consiguientemente es el cuerpo de Cristo en el que se apoya la naturaleza del pan (Corpus Christi sustentat naturam panis). De esta hipótesis, que niega completamente una Transubstanciación real , o solo la admite nominalmente, el Santo oficio declaró: tolerari non posse (7 julio, 1875 — cf. Denzinger, "Enchiridion", 1843-46, 10th ed., Freiburg, 1908).
La doctrina de la impanación en cuanto niega la Transubstanciación del pan y vino es ciertamente una herejía y además va contra la razón puesto que una unión hipostática en la Palabra de Dios Encarnada o el Hombre –Dios Cristo y las sustancias muertas del pan y vino es inconcebible. Mucho menos concebible es tal unión si presuponemos la Transustanciación ya que la sustancia del pan no existe ya y por ello no puede entrar en la unión hipostática con Cristo.
Bibliografía
SCHWANE, Dogmengeschichte, III (Freiburg, 1882), 659; FRANZELIN, De Eucharistiœ sacramento (4th ed., Rome, 1887), thes. xv, scholion; SCHMID in Kirchenlex., s. v.; CH. PESCH., Prœlect. Doqmaticœ, VI (3rd ed., Freiburg, 1908), 312 ss.; POHLE, Lehrbuch der Dogmatik, III (3rd ed., Paderborn, 1908), 232 ss.
J. Pohle.
Transcrito por Douglas J. Potter. Dedicado al Sagrado Corazon de Jesucristo.
Traducido por Pedro Royo