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Sábado, 23 de noviembre de 2024

Idea

De Enciclopedia Católica

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(Lat. idea, forma, especies; Gr. idea, eidos, de idein, pensar, concebir; Fr. idée; Ger. Bild; Begriff)

Introducción

Probablemente a ningún otro término filosófico, se le hayan vinculado tantos matices diferentes de significado, como a la palabra idea. Todavía, qué significa esta palabra, es de mucha importancia. Su sentido, en las mentes de algunos filósofos, es la llave para sus completos sistemas. Pero desde Descartes, progresivamente, su uso se ha vuelto confuso e inconstante. Locke, en particular, arruinó completamente el término en la literatura filosófica inglesa, donde dejó de poseer cualquier significado definido y reconocido. Él nos dice al principio de su "Essay on the Human Understanding" (Ensayo sobre la Comprensión Humana) que en este tratado "los soportes, cualesquiera, de la palabra Idea, constituyen el objeto del entendimiento, cuando un hombre, piensa. La he utilizado para expresar cualquier significado de visión, noción, especies, o en lo que sea qué la mente pueda emplearse, al pensar". De hecho y con él, la palabra denota, indiferentemente, una sensación, una percepción, una representación de la imaginación, un concepto del intelecto, un sentimiento emocional y a veces, el objeto material externo que se percibe, o imagina.

Historia del término

La palabra fue originalmente griega, pero pasó, sin cambios, al latín. Parece haber significado primeramente, forma, figura, o apariencia, de donde, por una fácil transición, adquirió la connotación de naturaleza, tipo o género. Era equivalente a eidos, del que es, meramente, el femenino, pero la inclinación de Platón por esta forma del término y su adopción por los estoicos, afianzó su triunfo final sobre, el masculino. De hecho, fue Platón quien ganó para el término idea, la posición prominente en la historia de filosofía que lo contuvo durante tantos siglos. Con él, la palabra idea, contrariamente a la aceptación moderna, significó algo, que era principal y enfáticamente objetivo, algo fuera de nuestras mentes. Es la esencia arquetípica universal en la que todos los individuos, bajo un concepto universal participan. A través de la percepción sensual (o sensitiva) alcanzamos, según Platón, un conocimiento imperfecto de los objetos individuales y por nuestros conceptos generales, o nociones, llegamos a un conocimiento superior de la idea de estos objetos.

¿Pero cuál es el carácter de la idea en sí misma? ¿Cuál es su relación con el objeto individual? ¿Y cuál es su relación con el autor o creador de las cosas individuales? La doctrina platónica sobre las ideas es muy complicada y oscura. Por otra parte, es dificultosa, porque la consideración de idea, dada por Platón en diferentes trabajos, no es la misma, el orden cronológico de sus escrituras no es seguro y finalmente, porque nosotros no sabemos que tan lejos, el ambiente mitológico, ha sido tomado literalmente. Sin embargo, la visión de Platón, aproximadamente, parece llegar a esto: - Las nociones universales o conceptos que constituyen la ciencia o el conocimiento general tal como están en nuestra mente, corresponden a ideas, fuera de nuestra mente. Estas ideas son verdaderamente universales, poseen realidad objetiva en sí mismas. No son algo residente en las cosas individuales, como, por ejemplo, la forma en la materia, o la esencia, que determina la naturaleza de un objeto. Cada idea universal tiene su propia existencia separada e independiente, aparte del objeto individual relacionado a ella. Parece morar en alguna especie de universo celestial (en ouranio topo).

En contraste con los objetos individuales de experiencia sensual que están sometidos a un flujo constante de cambio, las ideas son perfectas, eternas e inmutables. Debe haber aún, alguna especie de comunidad entre el objeto individual y la idea correspondiente, entre Sócrates y la idea "hombre", entre el acto de justicia y la idea "justicia". Esta comunidad consiste en una "participación" (methexis). El individuo concreto participa, o es parte, en la idea universal, y esta participación lo constituye en individuo de cierto tipo o naturaleza. ¿Pero qué es entonces, esta participación, si la idea habita en otra esfera de existencia? Parece consistir en una imitación (mimesis). Las ideas son modelos o prototipos y los objetos sensibles, copias, aunque muy imperfectas, de estos modelos. Las ideas se reflectan de un modo débil y vago en ellos. La idea es el arquetipo (paradeigma), los objetos individuales, meramente imágenes (eidola).¿Finalmente, qué es, precisamente, el universo celestial en el cual, las ideas han existido eternamente, y cuál, su exacta relación con Dios o con la idea del bien? Platón adjudica única posición, a esto último, en la región trascendental de las ideas. Aquí encontramos una diferencia fundamental entre las respuestas de dos escuelas interpretativas.

Aristóteles

Aristóteles, quien a pesar de sus críticas, fue tan competente como ellas para comprender a Platón y también su propio alumno, enseña que su maestro atribuyó a las diversas ideas una existencia independiente y autónoma. Ellas son una multiplicidad de aisladas entidades, que existen separadas de los objetos individuales, que las copian y no están unidos por ningún vínculo común. Todas las relaciones que subsisten en las jerarquías de nuestros conceptos universales, en la visión de Platón, no obstante, parecen estar representadas por relaciones análogas entre las ideas autónomas. La interpretación de Aristóteles fue aceptada por Santo Tomás y por el cuerpo principal de los Escoláticos, después. Mucho esfuerzo ha sido dedicado para establecer la absurdidad de esta sostenida teoría de la separación. Pero, por otra parte, el realismo extremo de la teoría Platónica sobre las ideas, fue susceptible de una interpretación más benévola, adoptada por casi todos los primeros Padres de la Iglesia. De hecho, ellos encontraron más fácil Cristianizar su filosofía, que como Alberto Magno y Santo Tomás hicieron, con la de Aristóteles.

Ellos, unánimemente entendieron que Platón localizaba este mundo de ideas en la Mente de Dios, y explicaron su kosmos nontos como un sistema de concepciones Divinas, los arquetipos según los cuales, Dios formó en el futuro, las diversas especies de seres creados. Con respecto al origen de nuestro conocimiento de estas ideas universales, Platón no puede derivarlo consistentemente de la experiencia sensual. Enseña, por consiguiente, que nuestros conceptos universales correspondientes a estas ideas son, estrictamente hablando, innatos y heredados por el alma, de un anterior estado de existencia. Allí, en ese Edén trascendental, el alma, por contemplación directa de las ideas, adquirió estos conceptos. La experiencia sensible de los objetos a nuestro alrededor, ahora causa, meramente, la reminiscencia de estas cogniciones prenatales. La adquisición del conocimiento es, consecuentemente y estrictamente hablando, un proceso de recordación. Aristóteles, asimismo, atacó vigorosamente la teoría de las ideas universales de Platón, enseñando que esa experiencia sensible del individuo concreto, es el principio y fundamento de todo conocimiento.

El conocimiento intelectual, sin embargo, esta involucrado con el universal. Pero debe haber derivado de la experiencia del individuo que, por consiguiente y de alguna manera, contiene al universal. El universal no puede existir, como a tal, aparte del individual. Es inseparable del individuo como la esencia, o naturaleza, específicamente común a todos los miembros de la especie. Puesto que esta esencia, o naturaleza, constituye con exactitud y precisión lo que la cosa es, hombre, caballo, triángulo, etc., proporciona respuesta a la pregunta: ¿Qué es la cosa? (Quid est?). Ha sido, por consiguiente llamada, quiddity de la cosa. En griego, según Aristóteles, el to ti en enai, eidos, morphe, y ousia deutera son una y la misma cosa - la esencia, o quiddity que determina la naturaleza específica de la cosa. Éste es el fundamento para el concepto general en la mente que resume la forma universal (eidos nonton) de la individual. Algunos de los primeros Padres, tal como hemos dicho, interpretaron benignamente a Platón, buscando armonizar su doctrina, tanto como fuera posible, con la teología cristiana.

Para ellos, las ideas son los pensamientos creativos de Dios, los arquetipos, modelos o formas en la mente del Autor del universo, según los cuales, ha hecho las diversas especies de criaturas. "Ideæ principales formæ quædam vel rationes rerum stabiles atque incommutabiles, quæ in divinâ intelligentiâ continentur" (St. August., "De Div"., Q. xlvi). Estas Divinas ideas no deben entenderse como entidades distintas, porque sería incoherente con la Divina simplicidad. Ellas son idénticas a la Divina Esencia contemplada por el Divino Intelecto como susceptible de imitación ad extra.

Periodo escolástico

Esta doctrina de los Padres, recibió su elaboración completa de la Escolática, en la gran controversia acerca de los universales, (de universalibus) que ocupó un lugar prominente en la historia de filosofía, desde los siglos X al XIII. Los ultra-realistas tendieron hacia la visión platónica con respecto a la existencia real de formas universales y como tales, fuera de de la mente humana, aunque difirieron en su explicación de la naturaleza de esta universalidad, y su participación en los individuos. Así, William de Champeaux parece haber entendido el universal como existiendo esencialmente en su integridad, en cada individuo de las especies. En esencia, estos individuos son, sino uno, y las diferencias que tienen es de accidente, no de sustancia. Esto llevaría a una concepción panteísta del universo, semejante a la de Scoto Erígena. Por otro lado, la visión Nominalista extrema, defendida por Roscelin, niega toda universalidad real, sólo de palabra. - Un nombre común puede aplicarse a los varios objetos de una especie o género, pero ni en los existentes individuos, ni en la mente, está allí o tiene correlación con esta comunidad de predicación.

La doctrina aristotélica, de realismo moderado, que ya estaba en posesión antes del siglo XI ,sostuvo su razón durante todo el período del Escolasticismo, a pesar de la aparición de distinguidos abanderados de hipótesis rivales, y por fin triunfó permanentemente con el establecimiento de la autoridad de Santo Tomás. Esta teoría, en su forma más acabada puede llamarse, doctrina escolástica de los universales, distinguida como universalia ante res, in rebus, et post res. Lo universal sólo existe en la Mente Divina como idea, modelo o prototipo de una pluralidad de criaturas, antes que lo individual sea comprendido. Género o especie no pueden, en orden de tiempo, preceder a lo individual. Las ideas separadas de Platón, si físicamente existieran, habrían sido individualizadas por su existencia, dejando de ser así, universales. Lo universal sólo existe potencial o fundamentalmente en el individuo, no realmente o formalmente, como universal. Es decir, en cada uno de los individuos de la misma especie hay una naturaleza similar que la mente, ejerciendo su actividad abstractiva, puede representar por un concepto o idea como separado, o aparte, de sus notas individuales.

La naturaleza, o esencia, así concebida es susceptible de ser comprendida en un número indefinido de individuos, por lo tanto y precisamente se la describió como "potentially universal". Finalmente, por un subsecuente, reflexivo y generalizado acto, la mente considera a este concepto, o idea, como representativa de una pluralidad de individuos semejantes, de este modo lo constituye en un concepto formalmente universal, o idea. De hecho, sólo está en el concepto, o idea, que la verdadera universalidad es posible, solamente por causa del vital acto mental, allí está, verdaderamente, la referencia de lo uno a lo mucho. Incluso un nombre común, o cualquier otro símbolo general, visto como una entidad, es meramente individual. Es su significado, o referencia significante la que le da universalidad. Sin embargo, el hecho que en el mundo externo los seres individuales de las mismas especies, e. g., hombres, árboles de roble, oro, hierro, etc., tengan naturalezas absolutamente similares, produce un fundamento objetivo para nuestras ideas subjetivas universales, haciendo posible la ciencia física.

Diversos significados de idea en los escritores escolásticos modernos y medievales

Hemos estado usando el término, idea, simplemente en su sentido escolástico moderno, como sinónimo de "concepto". Para los eruditos, los términos conceptio, conceptus mentis, species intelligibilis y verbum mentale eran todos empleados, a veces como equivalentes y otras para connotar diferencias leves o significar los conceptos intelectuales universales de la mente. El término idea, probablemente a consecuencia del uso Platónico, fue por un largo período utilizado, principalmente si no exclusivamente, para explicar las formas o arquetipos de las cosas que existen en la Divina Mente. Incluso, referida a la mente humana, normalmente sostuvo la importancia de la forma exemplaris, modelo imaginado por el intelecto práctico con vista a la producción artística, en lugar de una representación efectuada en el intelecto por el objeto aprehendido. Lo anterior fue descrito como ejercicio de lo "práctico", lo último, como "especulativo" intelectual, aunque la facultad, verdaderamente, fue reconocida como la misma.

Santo Tomás, sin embargo, dice que la idea también puede simbolizar el acto del intelecto especulativo - "Sed tamen si ideam communiter appellamus similitudinem vel rationem, sic idea etiam ad speculativam cognitionem pure pertinere potest" (QQ. Disp. de Ideis, a. 3). Pero no he podido encontrar algún pasaje en que él emplee la palabra idea, en el sentido escolástico moderno, como equivalente al concepto intelectual de la mente humana. Así lo considera Suárez. De modo que el uso general reconocido al término en los libros de texto escolásticos modernos, no parece ir mucho más lejos que los tiempos de Descartes.

Filosofía moderna

Pasando de los eruditos a la filosofía moderna, aunque, entre esos escritores católicos que adhirieron en general a la filosofía medieval, el término idea se usó cada vez más para designar el concepto intelectual de la mente humana y fuera de la tradición Escolástica, no se restringió ya a los actos intelectuales. Descartes parece haber sido el primer pensador influyente para introducir el vago e inexacto uso de la palabra idea, que generalmente caracteriza a la especulación moderna. Locke, como hemos mencionado, es responsable, principalmente, por la confusión, en consideración al término, que ha prevalecido en la literatura filosófica inglesa. Descartes nos dice, que aplica el término idea, generalmente a "todo lo que está en nuestras mentes cuando concebimos una cosa"; y dice en otro lugar, "idea est ipsa res cogitata quatenus est objective in intellectu". El significado Cartesiano de idea parece ser, entonces, la determinante psíquica general de la cognición. Esta amplia significación fue adoptada, generalmente por Gassendi, Hobbes, y muchos otros escritores, y el problema del origen de las ideas se convirtió en origen de todo el conocimiento.

Hay, en todo, una revocación del uso Platónico, porque en su sentido moderno, la idea connota algo esencialmente subjetivo e intra-mental. Con Platón, en cambio, las ideas eran enfáticamente objetivas. Spinoza definió idea como mentis conceptus, y advirtió a sus lectores para distinguirlo de los fantasmas de la imaginación, imagines rerum quas imaginamus. Hemos citado al principio de este artículo la vaga definición de Locke. El uso confuso e inconsistente al que dio curso, contribuyó mucho al éxito del idealismo de Berkeley y el escepticismo de Hume. De la posición frecuentemente adoptada por Locke, que las ideas son el objeto de nuestro conocimiento, es decir, que lo que la mente conoce o percibe son ideas y las conclusiones delineadas por Berkeley que no tenemos, en consecuencia, justificación alguna para afirmar la existencia de nada más que ideas y que la hipótesis de un mundo material, las causas externas no percibidas de estas ideas, es inútil e injustificada, fue una deducción obvia.

Hume, comienza con la suposición que todos los actos cognoscitivos de la mente pueden ser clasificados en "impresiones" (actos de percepción), e "ideas", imágenes débiles en lo anterior, y entonces establece la doctrina que "la diferencia entre éstos consiste en los grados de fuerza o vivacidad con las que golpean en la mente". Muestra entonces, sin mucha dificultad, que el conocimiento genuino de la realidad de cualquier tipo, es lógicamente imposible. Kant, asignó un nuevo significado real al término. Define ideas como " nociones del incondicionado qué piensa como una última condición, para cada condicionado". Las transcendentales ideas metafísicas de Dios, libertad e inmortalidad, son para él, "un puro concepto" (ein reiner Begriff) o tal vez una Verstandesbegriff (noción), o una Vernunftbegriff (idea), la diferencia que es que "la última transciende la posibilidad de experiencia". En la filosofía Hegeliana, el término asumió otra vez, un significado objetivo, aunque no el de Platón. Es un designación para lo Absoluto y el proceso de Mundo la consideró como una categoría lógica. Es la verdad absoluta de la que cada cosa existente, es la expresión.

Siendo tal, la variable significación del término en la historia de filosofía, podemos retornar ahora para considerar más estrechamente su significancia, adoptada entre los filósofos católicos. El término idea y especialmente, idea universal, generalmente es aceptado por ellos, como equivalente al concepto universal, es producto del intelecto, entendido como distinguido de las facultades sensuales. Es un acto de la mente que corresponde a un término general en lenguaje ordinario. Así, en la frase, "el agua está compuesta de oxígeno y hidrógeno", las tres palabras, agua, oxígeno, e hidrógeno representan cualquier muestra genuina de estas substancias. Los nombres tienen, todavía, un definido significado universal. El acto mental por el cual, ese significado universal se comprende, es la idea universal. Es una cosa bastante diferente, de la sensación particular o de una representación de la imaginación, más o menos vívida, que puede acompañar al acto intelectual. La imagen puede ser precisa o confusa, vivaz o débil. Probablemente varía de momento a momento. Es percibida como subjetiva, contingente y con carácter accidental, difiriendo considerablemente de la imagen correspondiente, en las mentes de otras personas.

Es siempre, no obstante, una entidad concreta, individualista, referida a un solo objeto. No es así, con la idea intelectual. Ésta posee firmeza. Es invariable e universal. Se refiere con igual verdad a cada posible espécimen de la clase. Incluso queda la diferencia entre el pensamiento y la percepción sensual, entre lo espiritual y la actividad orgánica (ver INTELECTO).

Origen de las Ideas

Concedido el hecho que la mente humana, en la vida madura está en posesión de tales ideas universales, o conceptos, surge la pregunta: ¿Cómo han sido obtenidos? Platón, como a propósito hemos observado, los concibe como herencia a través de la reminiscencia, de un estado anterior de existencia. Diversos filósofos cristianos de tendencia ultra-espiritualista, los han descrito como innatos, sembrados en el alma, a su creación por Dios. Por otro lado, empiristas y materialistas han intentado explicar todas nuestras ideas intelectuales, como refinados productos de nuestras facultades sensitivas. Para un informe más completo y crítica, de las diversas teorías remitimos al lector a cualquiera de los libros de texto católicos, sobre sicología. Normalmente podemos dar aquí, solo un muy conciso de la doctrina enseñada en las escuelas católicas de filosofía. El hombre tiene un doble juego de facultades cognoscitivas, sensitivas e intelectuales. Todo el conocimiento, parte de experiencia sensible. No hay ninguna idea innata.

Los objetos externos estimulan los sentidos y efectúan una modificación de las facultades sensitivas que producen un acto perceptor sensible, una sensación o percepción por las que la mente se convierte en conocedora del objeto individual concreto, e. g., alguna cualidad sensible de la cosa, que actúa en los sentidos. Pero, porque el sentido y intelecto son poderes del mismo alma, el último se despierta ahora y como tal, en actividad, toma posesión de su propio objeto en la presentación sensible. El objeto es la esencia, o naturaleza de la cosa, omitiendo sus condiciones individuales. El acto por el que el intelecto aprehende la esencia abstracta, de este modo, cuando considerado como una modificación del intelecto, fue llamado por los eruditos species intelligibilis; cuando considerado como la realización o expresión de la opinión del objeto en sí mismo por el intelecto, lo llamaron verbum mentale. En esta primera fase prescinde igualmente de la universalidad e individualidad. Pero el intelecto no se detiene allí. Reconoce su objeto como suceptible de una multiplicación indefinida. En otras palabras, generaliza la esencia abstracta y de este modo, lo constituye en reflejo o formalmente, en concepto universal, o idea. Por comparación, reflexión y generalización, es continuada la elaboración de la idea, hasta que obtenemos los conceptos claros y precisos, o ideas, que la ciencia exacta demanda.

Idea, el instrumento, no el objeto de cognición

Es importante notar que en la teoría Escolástica el objeto inmediato del acto intelectual de percepción, no es la idea o concepto. Es la realidad externa, la naturaleza o esencia de la cosa aprehendida. La idea, cuando considerada como parte del proceso directo de percepción, es asimismo acto subjetivo de cognición, no la cosa conocida. Es una vital, inmanente operación, por la que la mente es modificada y determinada para conocer el objeto percibido. El psicólogo puede seguidamente reflexionar en esta idea intelectual y puede hacerla tema de su consideración, o el hombre ordinario puede recordarla por la memoria para propósitos de comparación, pero el acto original de aprehensión es el medio por el que la mente conoce, no es, el objeto conocido - "est id quo res cognoscitur non id quod cognoscitur". Esto constituye un punto fundamental de diferencia entre la doctrina Escolástica de la percepción y la sostenida por Locke, Berkeley, Hume, y una proporción muy grande de filósofos modernos. Para Locke y Berkeley el objeto inmediatamente percibido, es la idea.

La existencia de objetos materiales, si creemos en ellos, puede, en su visión, sólo ser justificado como una inferencia de efecto a causa. Berkeley e idealistas, generalmente niegan la validez de esa inferencia y si la teoría de percepción inmediata, es abandonada completamente, parece dificultoso garantizar la demanda de la mente humana, para un conocimiento genuino de la realidad externa. En la consideración Escolástica, el conocimiento es esencialmente de la realidad, y ésta no depende de la (finita) mente que lo conoce. El conocedor es algo aparte, de su conocer actualizado, y el objeto conocido es, también, algo aparte, de su ser conocido. La cosa debe, ser, antes que pueda conocerse, el acto de conocimiento no prepara sino presupone el objeto. Es del objeto, que estamos directamente conscientes, no de la idea. En lenguaje vulgar nosotros llamamos a veces al objeto "una idea", pero en tales casos está es en un sentido totalmente diferente, y reconocemos al término como significando una creación completamente mental.

Validez de las Ideas

Aquí resta el problema de la validez, o valor objetivo, de nuestras ideas, aunque esta pregunta ya fue en gran parte contestada por lo anterior. Cuando todo el conocimiento es por las ideas, tomadas en su más amplia significación, es obvio que la cuestión de la validez de nuestras ideas en este extenso sentido, es la verdad de nuestro conocimiento, como totalidad. Disputar esto es tomar la posición de un completo escepticismo, y esto, como ha sido frecuentemente apuntado, significa un suicidio intelectual. Cualquier cadena de razonamiento por la que se intenta demostrar la falsedad de nuestras ideas, tiene que emplear ideas, y en cuanto exige asentimiento para la conclusión, implica creencia en la validez de todas las ideas empleadas en las premisas. De nuevo, aceptar los axiomas matemáticos lógicos y fundamentales, incluyendo el principio de contradicción, implica reconocer la verdad de las ideas expresadas en estos principios. Con respecto al valor objetivo de las ideas, generalmente involucradas como percepción, la cuestión sostenida es que la existencia de un mundo material independiente, incluye a otros seres humanos.

El idealismo de Hume y Mill, persistentemente seguido, llevaría lógicamente al solipsismo, o la negación de cualquier otro ser excepto, uno mismo. Finalmente, el principal fundamento de todo idealismo y escepticismo es asumir, explícita o implícitamente, que la mente nunca puede conocer lo que está fuera de sí misma, que una idea, como una cognición, nunca puede transcenderse a sí misma, que nunca podemos alcanzar el poder mentalmente secular de aprehender algo, excepto aquello que realmente es, un estado presente de nuestro propio conocimiento o una modificación subjetiva de nuestra propia mente. Primero, esto es un suposición a priori de, la que no hay ni puede darse una prueba real; segundo, no sólo no es asimismo evidente, sino directamente contrario a lo que nuestro entendimiento afirma, por ser nuestra experiencia intelectual, directa. Lo que es posible aprehender por una mente humana, no puede dejarse de lado, a priori. Debe ser determinado por una observación y estudio cuidadoso, del proceso de cognición. Pero, que la mente no puede aprehender o conocer, cualquier realidad existente fuera de sí misma, no sólo no es una proposición así misma evidente, sino directamente contraria a tal observación y al testimonio de la humanidad, por ser nuestra experiencia intelectual.

Más allá, Mill y la mayoría los idealistas extremos han de admitir la validez de la memoria y de la expectación pero, en cada acto de la memoria o de la expectación referidas a cualquier experiencia fuera del momento presente, nuestra cognición está transcendiendo las modificaciones presentes de la mente y está juzgando más allá de realidad, distinta de los estados presentes de conciencia. Considerado la pregunta, como especialmente comprometida con los conceptos universales, sólo la teoría de realismo moderado adoptada, por Aristóteles y Santo Tomás puede tener derecho a garantizar el valor objetivo a nuestras ideas. Según las teorías nominalistas y conceptualistas no hay verdadera correlación en la rerum naturâ que corresponda al término universal. Siendo este el caso, no habría ninguna razón válida para las afirmaciones generales que constituyen la ciencia. Pero la matemática, la astronomía, la física, la química y el resto reivindican, que sus propuestas universales son verdad y tratan con realidades. Está envuelto, en la misma noción de ciencia, que las leyes físicas formuladas por la mente, reflejan el funcionamiento de los agentes en el universo externo.

Pero a menos que los términos generales de estas ciencias y las ideas que significan se correspondan, al objetivo correlativo en la naturaleza común y esencia de los objetos que estas ciencias tratan, entonces esas declaraciones generales son irreales y cada ciencia no es nada más que un sistema consistentemente arreglado de proposiciones estériles, deducidas de definiciones vacías y arbitrarios postulados, no teniendo más valor objetivo genuino, que cualquier otro esquema coherentemente inventado de símbolos artificiales establecido para seres imaginarios. Pero la fecundidad de la ciencia y las comprobaciones constantes de sus predicciones, son incompatibles con semejante hipótesis.


Bibliografía: La explicación de PLATÓN de la doctrina de las ideas, está difundida a través de la mayoría de sus trabajos, especialmente Republic, Phœdrus, Theœtetus, y Parmenides. La literatura ulterior sobre las ideas Platónicas es enorme. Pueden mencionarse dos recientes libros en particular: ADAMSON, The Development of Greek Philosophy (Edimburgo, 1908); STEWART, Plato's Doctrine of Ideas (Oxford, 1909). LONG, Outlines from Plato (Oxford, 1905), también es útil. ARISTÓTELES discusión de las ideas Platónicas, principalmente las Metafísicas y también el Organon. Sobre las diferencias entre Platón y Aristóteles, ver a WATSON , Aristotle's Criticism of Plato (Oxford, 1909). Para la doctrina de SANTO TOMÁS ver su Summa, I, Q. xv, y De Veritate, Q, iii,; también a STÖCKL, Handbook of the History of Philosophy, tr. FINLAY (Dublín, 1887 y 1903); TURNER, History of Philosophy (Nueva York, 1903); RICKABY, First Principles (Nueva York y Londres, 1896); MAHER, Psychology, cc. xii-xiv (Nueva York y Londres, 1905). Ver a HAMILTON, Reid (Londres, 1872), notas G y M. Tal vez entre los modernos escolásticos continentales, el mejor tratamiento de muchos aspectos del tema, este contenido en PEILLAUBE, Théorie des Concepts (París, 1894).También ver a ROUSSELOT, L'intellectualisme de St Thomas (París, 1908), pt. II, c. ii; VAN DER BERG, De Ideis Divinis juxta doctrinam Doctoris Angelici ( Bois le Duc. 1872); ZIGLIARA, Della luce intellettuale (Roma, 1874); DOMET DE VORJES, La Perception et la Psychologie Thomiste (París, 1892); PIAT, L'idée (2 ed., París, 1908). También ver a EISLER, Philosophisches Wörterbuch, s. v. Idee; UEBERWEG, History of Philosophy.

Fuente: Maher, Michael. "Idea." The Catholic Encyclopedia. Vol. 7. New York: Robert Appleton Company, 1910. <http://www.newadvent.org/cathen/07630a.htm>.

Traducido por José Luis Anastasio