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Domingo, 24 de noviembre de 2024

Apotácticos (o "Renunciadores")

De Enciclopedia Católica

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(Del griego “apotassomai”, renunciar).

Así se llama a quienes se adhirieron a una herejía que surgió en el siglo III y se extendió por las regiones occidentales y australes de Asia menor. Lo poco que sabemos de esta herejía se lo debemos a los escritos de san Epifanio. El nos explica que se llamaban a sí mismos “apotácticos” (o sea, los que renunciaron) porque escrupulosamente renunciaban a toda posesión privada. También se autonombraban “apostólicos” porque afirmaban vivir como los Apóstoles. San Epifanio los considera como una rama de los “tatianos”, cercanos a los “encratitas” y los “cátaros”. “Sus sacramentos y misterios son distintos de los nuestros. Se enorgullecen de vivir en extrema pobreza, y provocan divisiones en la Santa Iglesia con sus tontas supersticiones. Además, se alejan de la misericordia divina al rehusarse a aceptar a los pecadores que quieren reconciliarse. Condenan el matrimonio, tal como lo hicieron aquellos de quienes tomaron origen. En vez de en la Sagrada Escritura, ellos basan su herejía en las apócrifos Hechos de Andrés y Tomás. Son totalmente ajenos a la norma de la Iglesia”.

En el siglo IV, cuando escribe san Epifanio, ya eran una secta insignificante, y el santo los refuta diciendo: “Se localizan en pequeños grupos en Frigia, Cilicia y Panfilia, mientras que la Iglesia de Dios, de acuerdo a la promesa de Cristo, se ha extendido hasta los confines del mundo. Y si el matrimonio es algo no santo, entonces ellos están condenados a la extinción, a menos que tengan hijos fuera del matrimonio. Si sus hijos son fruto de relaciones fuera del matrimonio, entonces ellos mismos son impuros. Y si ellos no son impuros, aún habiendo nacido fuera del matrimonio, entonces el matrimonio no es algo impuro… La Iglesia alaba la renuncia, pero no condena el matrimonio; predica la pobreza, pero no recrimina a quienes tienen riquezas heredadas de sus padres y con las que se mantienen ellos y ayudan a los pobres; muchos en la Iglesia se abstienen de ciertos tipos de comida, pero no miran con desprecio a quienes no lo hacen”. San Basilio menciona a esos herejes en sus Epístolas. Él los llama “apotaktitai” (apotactitas) y dice de ellos que afirmaban que todas las creaturas de Dios estaban contaminadas (inquinatam). También hay breves menciones de ellos en san Agustín y san Juan Damasceno. Fueron condenados en el Código de Teodosio el Grande como una rama de los maniqueos. (San Epifanio, Hear. En P.G. XLI, 1040 ss).

Escrito por Guldner, Benedict.

Transcrito por las religiosas dominicas de clausura del monasterio del Niño Jesús, en Lufkin, Texas.

Traducido por Javier Algara Cossío