Día de los Fieles Difuntos
De Enciclopedia Católica
La conmemoración de los fieles difuntos es celebrada por toda la Iglesia el 2 de noviembre o, si éste es domingo o solemnidad, el 3 de noviembre. Todo el clero debe recitar el Oficio de Difuntos y todas las Misas son de Requiem, excepto la que se puede celebrar en los lugares donde haya obligación por ser fiesta.
La base teológica de la fiesta es la doctrina de que las almas, que al partir del cuerpo no están perfectamente limpias de pecados veniales o no han reparado totalmente las transgresiones del pasado, son privadas de la Visión Beatífica, y que el creyente en la tierra puede ayudarles con las oraciones, la limosna y sobre todo por el sacrificio de la Misa. (Ver PURGATORIO)
En los primeros días de la Cristiandad se escribían los nombres de los hermanos que habían partido en la díptica (n.d.t. Conjunto formado por dos tablas plegables, con forma de libro, en las que la primitiva Iglesia acostumbraba anotar en dos listas pareadas los nombres de los vivos y los muertos por quienes se había de orar). Después, en el siglo sexto, era costumbre en los monasterios benedictinos tener una conmemoración de los miembros difuntos en Pentecostés. En España, en tiempo de San Isidoro (m. 636), había un día semejante el sábado antes de la Sexagésima (n.d.t. El sexagésimo día antes del Domingo de Pascua - Domingo segundo de los tres que se contaban antes de la primera de Cuaresma) o antes de Pentecostés. En Alemania existió (según el testimonio de Widukind, abad de Corvey, c. 980) una ceremonia consagrada a orar por los difuntos, el 1 de octubre. Esto fue aceptado y bendecido por la Iglesia. San Odilo de Cluny (m. 1048) ordenó que se celebrara anualmente, en todos los monasterios de su congregación, la conmemoración de todos los fieles difuntos. De allí se extendió entre las otras congregaciones de los benedictinos y entre los cartujos. De las diócesis, Lieja fue la primera en adoptarla, bajo el obispo Notger (m. 1008). Se encuentra también en el martirologio de San Protadio de Besançon (1053-66). El obispo Otricus (1120-25) la introdujo en Milán, el 15 de octubre. En España, Portugal, y América Latina, es tradicional que los sacerdotes en este día celebren tres Misas. Una concesión similar para todo el mundo fue solicitada al Papa León XIII. No la concedió pero ordenó un Requiem especial, el Domingo 30 de septiembre de 1888.
En el Rito griego esta conmemoración se celebra en la víspera del Domingo de Sexagésima, o en la víspera de Pentecostés. Los armenios celebran la pascua de los difuntos el día después de Pascua.
FRANCIS MERSHMAN Trascrito por Joseph P. Thomas en memoria del Sr. Cherian Poovathumka Traducido por Quique Sancho.
José Gálvez Krüger 06-04-2009.