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Domingo, 24 de noviembre de 2024

Apostolicae Curae

De Enciclopedia Católica

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Bula de León XIII publicada en 15 de Septiembre de 1896, que contiene las últimas decisiones papales respecto a la validez de las órdenes anglicanas. Ya se habían tomado decisiones sobre la invalidez de esas ordenaciones. La práctica invariable de la Iglesia Católica supone su invalidez puesto que siempre que un clérigo que había recibido órdenes en la Iglesia Anglicana pasaba a católica y deseaba hacerse sacerdote ha sido ordenado de nuevo incondicionalmente. Hacia finales del siglo XIX varios miembros del clero y laicado anglicano presentaron la petición de que la práctica católica insistir en la reordenación incondicional de los clérigos convertidos del anglicanismo, ya que se debía a la falta de investigación apropiada sobre al validez de las ordenes anglicanas y por asunciones equivocadas que a la luz de ciertas investigaciones históricas, no se podía mantener justamente. Sobre todo los que pertenecían al movimiento de unión a la Iglesia que se llamó “Corporate Reunion” ( Re-unión corporativa) pensaron que como condición para tal “re-unión “, la Iglesia Católica debía aceptar la validez de las órdenes anglicanas. Unos pocos escritores católicos , que pensaban que había espacio para la duda, se unieron a ellos en una nueva investigación y en un juicio con la autoridad del papa, que permitió que la cuestión volviera a ser examinada y encargó a varios hombres, cuyas opiniones sobre la materia fuera divergente para que cada uno presentara por escrito las razones de sus juicios. Los llamó a Roma, les dio directivas para intercambiaran sus escritos y que hicieran nuevas investigaciones y las discutieran, poniendo a su disposición los documentos existentes.

Una vez preparados les ordenó que se reunieran en sesiones especiales bajo la presidencia de un cardenal nombrado por él. Se celebraron doce sesiones en las que “todos fueron invitados s la discusión libre”. Después de ello , mandó que las actas de esas sesiones, junto con todos los documentos, fueran entregadas a un consejo de cardenales “de manera que cuando todos hayan estudiado todo el tema y lo hayan discutido en Nuestra presencia, cada uno pueda dar su opinión “. El resultado final fue la Bula "Apostolicae Curae", en la que se declaró que las Ordenes Anglicanas eran inválidas. Como la misma bula explica detenidamente su decisión se basa en fundamentos intrínsecos y extrínsecos.


Fundamentos Extrínsecos

Los fundamentos extrínsecos se hallan en el hecho de la aprobación implícita de la Santa Sede dada a la práctica constante de una ordenación incondicional de los clérigos convertidos de la Iglesia Anglicana que desearan hacerse sacerdotes y el las declaraciones explícitas de la Santa sede respecto a la validez de las Ordenes Anglicanas, cada vez que esta decisión fue evocada.

Según las enseñanzas de la Iglesia Católica, intentar conferir ordenes una segunda vez a la misma persona es un sacrilegio; de ahí que la Iglesia, permitiendo a sabiendas la práctica de ordenar a la los clérigos convertidos, supone que sus órdenes son inválidas.

La Bula señala que las órdenes recibidas en la Iglesia de Inglaterra, según el cambio introducido en el Ritual bajo Eduardo VI, la iglesia católica no las reconoció como válidas , no por una costumbre que fue apareciendo poco a poco, sino desde la fecha de ese cambio en el Ritual. Así, cuando se hizo un movimiento hacia la reconciliación de la Iglesia Anglicana con la Santa Sede, en el reinado de la reina Mary (1553-58), el papa Julio III envió al cardenal Pole como legado a Inglaterra, con la facultad de enfrentarse con el caso . Esas facultades “ no tenían la intención de tratar con el estado abstracto de las cosas, sino con un asunto específico y concreto”. Estaban dirigidas a proveer sobre las órdenes sagradas en Inglaterra “como condición reconocida de las circunstancias que reclamaban los tiempos”. Las facultadas dadas al cardenal Pole ( 8 de marzo de 1554) distinguían dos clases de hombres: “los primeros, los que ya habían recibido las ordenes sagradas , ya antes de la secesión de Enrique VIII o después de ella y por ministros infectados por el error y el cisma, pero con el acostumbrado Rito Católico; la segunda, los que fueron iniciados según el ritual Eduardino, que por ello no podía ser promovidos, puesto que habían recibido una ordenación que era nula”. La mente de Julio III aparece también en la carta (del 29 de enero de 1555) por la que el cardenal Pole subdelegaba sus facultades al obispo de Norwich. Igualmente, la bula emitida por Pablo IV el 20 de junio de 1555, un Breve datado el 30 de octubre de 1555.

La "Apostolicae Curae" cita también , entre otros casos, el de John Clement Gordon que había recibido las órdenes según el ritual Eduardino. Clemente XI emitió el Decreto de 17 de abril de 1704 en el que se decía que debía ser ordenado incondicionalmente y basaba su decisión en el “defecto de forma e intención“.


Fundamentos intrínsecos

La razón intrínseca por la que las Órdenes Anglicanas con declaradas inválidas por la Bula es el “defecto de forma e intención “. Aclara que “los Sacramentos de la Nueva ley, como signos eficientes y sensibles de la gracia invisible, deberían representar tanto la gracia que realizan como la gracia que significan “. El rito usado en la administración de los sacramentos debe ser dirigido al significado de ese sacramento, pues de lo contrario no habría razón para que el rito usado en uno no pueda afectar a otro. Lo que afecta a los sacramentos es la intención de administrar ese sacramento y el rito que se usa según esa intención. La Bula toma nota del hecho de que en 1662 la formula introducida en el ritual eduardino de 1552 había añadido a las palabras: “para el oficio y trabajo de sacerdote” etc. Pero observa que esto manifiesta más bien que lo anglicanos percibían que la primera fórmula era defectuosa e inadecuada. Pero aunque esta adición pudiera dar a la formula su significado debido, fue introducida demasiado tarde, ya que había pasado un siglo desde la adopción del ritual eduardino, y más aún, como la jerarquía se había extinguido, los que había no tenían poder de ordenar. Lo mismo puede decirse de las consagraciones episcopales. El episcopado, verdaderamente por institución de Cristo, pertenece al sacramento del orden y constituye el sacerdocio en su más alto grado. Así que vino a suceder que el sacramento del Orden y el verdadero sacerdocio de Cristo fueron completamente eliminados del rito anglicano, y de ahí que el sacerdocio no se confirió verdadera y válidamente en la consagración episcopal del mismo rito, por la misma razón, entonces, el episcopado de ninguna manera fue verdadera y válidamente conferido. Y más aún porque entre los principales deberes del episcopado está la ordenación de ministros para la Eucaristía y el Sacrificio.

El papa sigue manifestando cómo el ritual anglicano había sido adaptado a los errores de los reformadores de manera que viciado de esta manera no podía ser usado para conferir ordenes validas, ni podía más tarde ser purgado de su defecto original, principalmente porque las palabras usadas en él tenían un significado completamente diferente del requerido para conferir el sacramento. La fuerza de este argumento , que está clara para los mismos anglicanos, puede aplicarse también a la oración “Dios Todopoderoso, dador de todas las cosas”, al comienzo del rito.

No solo falta la fórmula apropiada para el sacramento en el ritual anglicano sino que también falta la intención. Aunque la iglesia no juzga lo que hay en la mente del que lo administra, debe juzgar lo que aparece en el rito externo. Pero para conferir un sacramento se debe tener la intención de hacer lo que la iglesia intenta. Si un rito está tan cambiado que ya no es reconocido por la Iglesia como válido, está claro que no puede ser administrado con la intención apropiada. Y concluye explicando cuán cuidadosa y prudentemente ha sido examinado este asunto por la Sede Apostólica, cómo los que la han examinado con él han estado de acuerdo en que la cuestión ya había sido resuelta pero que se podía reconsiderar Y decidir a la luz de las últimas controversias sobre el asunto.

Entonces declara que las ordenaciones realizadas con el rito anglicano son nulas e inválidas e implora a los que no están en la iglesia y que buscan las ordenes para volver al rebaño de Cristo, dónde encontrar las verdaderas ayudas para la salvación. También invita a los ministros de religión en sus varias congregaciones que se reconcilien con la Iglesia, asegurándoles su simpatía en sus luchas espirituales y el gozo de todos los creyentes cuando hombres tan dedicados y desinteresados como ellos abrazan la fe. La Bula concluye con la declaración de costumbre de la autoridad de la esta carta apostólica (ver ORDENES ANGLICANAS).


Fuentes

Para el texto de la Bula ver Acta Sanctae Sedis (Romae, 1896), XXX, 193-203; Contestación de los Arzobispos de Inglaterra a la Carta Apostólica del papa León XIII sobre las Ordenaciones Inglesas (Londres 1897) ; una Vindicación de la Bula "Apostolicae Curae", por el cardenal arzobispo y los obispos de la Provincia de Westminster, en contestación a la Carta de los arzobispos anglicanos de Canterbury y York (Londres 1898) SEMPLE, Anglican Ordinations (New York, 1906).


O'Riordan, Michael.(1907)

Transcrito por Herman F. Holbrook. Credo et unam sanctam catholicam et apostolicam Ecclesiam.

Traduccido por Pedro Royo