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Jueves, 21 de noviembre de 2024

Antoine-Frédéric Ozanam

De Enciclopedia Católica

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Biznieto de Jacques Ozanam. Nació en Milán en 23 de abril de 1813 y murió en Marsella el 8 de septiembre de 1853. Su padre se estableció primero en Lyon como mercader y después de varios reveses de la fortuna decidió ir a Milán. Más tarde volvió a Lyon donde se hizo médico.

A los dieciocho Federico escribió, en defensa de su fe, Réflexions sur la doctrine de Saint-Simon. Más tarde estudio derecho en París y vivió durante dieciocho meses con el ilustre físico Ampère, con cuyo hijo, Jean-Jacques Ampère, bien conocido por sus obras sobre literatura e historia, una estrecha amistad. Mientras tanto, fue presa de las dudas.

Dios me dio la gracia de nacer con la fe. Después, la confusión de un mundo incrédulo me rodeó. Supe de los horrores de las dudas y del tormento del alma. Entonces, las instrucciones del sacerdote y filósofo (Abbé Noirot) me salvaron. En adelante creí con una fe más firme, tocado por una rara bondad. Prometí a Dios dedicar mi vida a servicio de la verdad que me había dado la paz. Pocas veces se ha cumplido tan fielmente una promesa.

En 1836 dejó París donde había conocido a Chateaubriand, Ballance, Montalembert y Lacordaire, nombrado para los tribunales de Lyon, aunque dos años después volvió a parís para defender su tesis doctoras de Letras sobre Dante. Su defensa fue un triunfo. “¡Sr. Ozanam, dijo Cousin al candidato, no hay nadie más elocuente que Ud.!

Consiguió la cátedra de derecho comercial recientemente creada en Lyon. Al año siguiente compitió para ser admitido en las facultades de París y fue nombrado para sustituir a uno de los jueces de la Sorbona, Fauriel, filósofo y profesor de literatura extranjera. Al mismo tiempo enseñaba en el Colegio de S. Estanislao, donde había sido llamado por el Abbé Gratry. Al morir Furiel en 1844 la facultad eligió unánimemente a Ozanam como su sucesor.

Como su amigo Lacordaire, creía que una democracia cristiana era el punto al que la Divina providencia dirigía al mundo y después de la Revolución de 1848 le ayudó en sus escritos en la Ere Nouvelle. En 1846 visitó Italia para recobrar fuerzas, debilitadas por unas fiebres. A su vuelta publicó Etudes germaniques (1847); Poètes franciscains en Italie au XIIIe siècle;y finalmente, en 1849, la más importante de sus obras: La civilisation chretienne chez les Francs. La Academia de Inscripciones le concedió el "Grand Prix Gobert" durante dos años sucesivos. En 1852 hizo un corto viaje a España, que narra en su obra póstuma: Un pélérinage au pays du Cid.

Al comenzar el año siguiente, sus doctores le volvieron a enviar a Italia, pero volvió a Marsella a morir. Cuando el sacerdote le exhortaba a que tuviera confianza den Dios, él replicaba:” ¡Cómo voy a temer al Dios que tanto amo! El gobierno le permitió ser enterrado, según sus deseos, en la cripta de los “Carmes”.

Era un brillante apologeta que impresionado por los beneficios que la religión cristiana, deseaba que fueran conocidos por todos los que leyeran sus obras u oyeran sus palabras. Para el Evangelio había revivificado todos los gérmenes del bien se encontraban el mundo antiguo y bárbaro. En sus variados estudios trató de desarrollar esta idea pero fue incapaz de de cumplir totalmente este plan. En los dos volúmenes de sus Etudes germaniques hizo por una nación lo que deseaba hacer por todas. También publicó con el mismo propósito una valiosa colección de material no publicado antes: Documents inédits pour servir a l'histoire de l'Italie, depuis le VIII siecle jusqu'au XIIe (Paris, 1850).

Ozanan tenía una energía inagotable y tenía el raro don de la precisión en sus puntos de vista históricos y al mismo tiempo un algo natural en sus versos y una elocuencia espontánea y agradable, precisamente por su franqueza. Escribió: “Aquellos que no quieren que la religión se introduzca en el trabajo científico, me acusan de falta de independencia. Pero estoy orgulloso de tal acusación…no aspiro a la independencia, que da como resultado no creer ni amar nada”

Su vida estaba animada por el celo apostólico. Fue uno de los que firmó la petición dirigida al arzobispo de París para conseguir un gran número de profesores religiosos par a los niños de las escuelas católicas, cuya fe se ponía en peligro por la falta de fe se aquellos tiempos. Como resultado de su petición Monseñor de Quelen organizó las famosas "Conférences de Notre Dame", que Lacordaire inauguró en 1835.

Con veinte años, Ozanam con otros compañeros puso los cimientos de la Sociedad de S. Vicente de Paúl para, como él decía, “asegurar mi fe con obras de caridad”. Durante su vida fue un miembro muy activo y propagador de la sociedad.

A pesar de su celo, era tolerante. Sus libros claros y sinceros muestran un estilo animado y brillante, entusiasmo y erudición, elocuencia y exactitud y aún siguen siendo introducciones útiles a los temas que tratan.

(Nota: Federico Ozanam fue beatificado por Juan Pablo II el 22 de agosto de 1997).


Georges Bertrin.


Transcrito por Kathy Schneider.


Traducido por Pedro Royo