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Viernes, 22 de noviembre de 2024

Serafín

De Enciclopedia Católica

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El nombre responde a una forma hebrea que denota plural masculine, designa a una clase especial de seres celestials en la corte de Yahvé. En las Santas Escrituras, estos seres angelicales son distintivamente mencionados en la descripción de Isaías, en su actividad de oficio profético (Isa., vi, 2 y siguientes). En una visión de profunda importancia espiritual, se le concedió a él en el templo, a Isaías, percibir las realidades invisibles que simbólicamente estaban en este sitio de Dios, de su altar, ministros, etc. Mientras observaba toda esta corte del sacerdote, se levantó delante de él la visión de Yahvé sentado en su trono de Gloria.

A cada lado del trono se ubicaban misteriosos guardianes, cada uno con seis alas: dos para elevarlos, dos para los rostros y dos cubriendo sus pies, estaban como desnudos, estaban al servicio sacerdotal en la presencia del Todopoderoso. Sus más altos servidores, estaban a Su servicio y para Su gloria, diciendo cada uno de ellos: “Santo, santo, santo es el Señor; llena está la tierra de Su gloria”.

Estos eran los serafines, uno de los cuales voló hasta Isaías con una brasa que él tomó del altar, y con el que purificó los labios del profeta; desde entonces estaría consagrado por la inspiración. Esta es en términos substanciales, la visión de Isaías, de lo que él infirió que las Sagradas Escrituras se derivan de lo concerniente a los Serafines.

Se trata de seres espirituales aunque se describen con formas humanas, tales como rostros, manos y piés (Is., vi, 2, 6). Son seres que tienen correspondencia con sus nombres y no solamente algo simbólico, tal y como sugieren académicos protestantes. Su número es considerable, en tanto aparecen en el trono celestial como un doble coro y el volumen de tal coro es tal que los sonidos hacen temblar los cimientos del palacio.

Son diferentes de los querubines que llevan el velo de Dios y muestran la presencia de Su gloria en un santuario terrestre, mientras que los serafines están junto a Dios como sus servidores en la corte celestial. Su nombre también, serafines, los distingue de los querubines, aunque es difícil encontrar un pasaje en las Escrituras en donde se especifique su concepción y su significado preciso.

El nombre es frecuentemente derivado del verbo hebreo saraph (para consumirse con fuego) y esta etimología es muy probable, ya que esta de acuerdo con Isa., vi, 6, donde uno de los serafines es representado llevando fuego celestial del altar, a fin de purificar los labios del profeta. Muchos académicos prefieren derivar el nombre del nombre hebreo saraph “una serpiente fiera y voladora”, de la que se habla en Num., xxi, 6; Isa., xiv, 29, y se trataba de una imagen que se encontraba en el Templo, en los tiempos de Isaías (IV de Reyes, xviii, 4); pero no se tienen trazos de descripción de tal serpiente en el relato del Isaías.

Aún menos probables son las perspectivas de ciertos críticos que últimamente han tratado de conectar los serafines bíblicos con los Sharrapu babilónicos, un nombre por Nergal, el dios-fuego, o con el egipcio griffins (séref) que son colocados en Beni-Hassan como los guardianes de tumbas.

Los serafines son mencionados al menos en dos ocasiones en el Libro de Enoch (lxi, 10; lxxi, 7) junto con, y de manera distintiva, de querubín. En la teología cristiana, el serafín junto al querubín, ocupan el más alto rango en la jerarquía celestial (véase QUERUBIN). En la liturgia (Te Deum; Prefacio de la Misa) se representan tal y como lo hacía Isaías, Isa., vi.


Commentaries on Isaías: KNABENBAUER (París, 1887); DELITSCH (tr. Edinburgh, 1890); DURM (Gottingen, 1892); SKINNER (Cambridge, 1896); MARTI (Tubingen, 1900); CONDAMIN (París, 1905). Theology of the Old Testament: OEHLER (tr. New York, 1883); DILLMANN-KITTEL (Leipzig, 1895); SCHULTZ (tr. Edinburgh, 1898).


FRANCIS E. GIGOT Transcripción de Michael T. Barrett Traducción al castellano de Giovanni E. Reyes Dedicados a todos los ángeles de Dios