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Viernes, 22 de noviembre de 2024

Giambattista Piranesi

De Enciclopedia Católica

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Mayor del Palacio de todo el reino Franco (ambos, Austrasia y Nustria), y posteriormente Rey de los Francos; nació en el 714 y murió en San Denis, el 24 de Setiembre del 768. Fue hijo de Carlos Martel. Pipino y su hermano mayor Carloman fueron educados por los monjes de San Denis, y las impresiones recibidas durante su educación monástica tuvieron una influencia de control entre ambos príncipes y la Iglesia. Cuando el padre murió en el 741 los dos hermanos empezaron a reinar en conjunto pero no sin fuerte oposición, ya que Griffon, el hijo de Carlos Martel y la Bávara Sonnichilde, demandó una parte en el gobierno. Más aún, el Duque de los Aquitanos y el Duque de los Alamanes pensaban que esta era una oportunidad favorable para deshacerse de la supremacía Franca. Los jóvenes reyes se vieron envueltos en guerras repetidamente, pero todos sus oponentes, incluyendo a los Bávaros y Sajones, fueron derrotados y se restableció la unidad del reino. En el 741 Carloman ya había empezado, a través de sus relaciones con San Bonifacio, a quien se le abrió un nuevo terreno de cultivo, la reforma de la Iglesia Franca. El 21 de Abril del 742 Bonifacio fue presentado ante el sínodo Franco presidido por Carloman en el que fueron decretadas reformas importantes. Como en la región Franca la unidad del reino estaba esencialmente conectada con la persona del rey, Carloman, para asegurar esta unidad elevó al Merovingio Childerico al trono (743). En el 747 decidió ingresar a un monasterio. El peligro, que hasta esta entonces había amenazado la unidad del reino con la división de poder entre los dos hermanos, había desaparecido, y al mismo tiempo el camino estaba dispuesto para la destitución del último Merovingio y para la coronación de Pipino. Esto último hizo desistir la nueva revuelta comandada por su hermanastro Griffon, y tuvo éxito en restaurar completamente los límites del reino. Pipino dirigió al Papa esta sugestiva interrogante: En consideración a los reyes o a los Francos quienes ya no poseen el poder real, ¿es adecuado este estado de las cosas? Bajo la fuerte presión de los Lombardos, el Papa Zacarías acogió de buena manera este avance de los Francos que apuntaba a poner punto final a una condición que se había tornado intolerable, y tendiendo las bases constitucionales para el ejercicio del poder real. El papa replicó que este estado de las cosas no era el adecuado. Luego de esta decisión el lugar que Pipino deseaba ocupar fue declarado vacante. Fueron los Francos, y no el papa, quienes le dieron la corona. De acuerdo a la antigua tradición Pipino era luego declarado rey y poco después ungido por Bonifacio. Esta consagración del nuevo reino por la cabeza de la Iglesia tenía la intención de liberar de duda alguna su legitimidad. Por el contrario, la conciencia de haber salvado al mundo cristiano de los Sarracenos produjo, entre los Francos, el sentimiento de que su reino debía su autoridad directamente a Dios. Esta cooperación externa del papa en la transferencia del reino a los Carolingios acrecentaría necesariamente la importancia de la Iglesia. Las relaciones entre los dos poderes de control de la cristiandad se desarrollaron rápidamente. Pronto fue evidente que la dimensión de la alianza entre la Iglesia y el estado iba a confirmar la decadencia de la vida eclesial y civil; esto hizo posible la conversión de las aún paganas tribus Germanas, y cuando eso fue logrado dio la oportunidad a la Iglesia y al Estado de reponer sus fuerzas y crecer.

El desarrollo eclesial, político y económico había hecho de los papas amos del ducatus Romanus. Ponían a los pies de Pipino sus pretensiones sobre las provincias centrales de Italia, que les habían pertenecido hasta antes de la conquista de Liutberto. Cuando Esteban II sostuvo una conferencia con el Rey Pipino en Pontión en Enero del 754, el papa imploró su ayuda en contra de su opresor el Rey Lombardo Aistulfo, y pidió la misma protección a las prerrogativas de San Pedro que los exarcas Bizantinos les habían dado, lo que el rey concedió, y en el título que establecía los Estados de la Iglesia, poco después dados en Quiercy, prometió restaurar estas prerrogativas. El rey Franco recibió el título de antiguo representante del Imperio Bizantino en Italia, "Patricio", y le fue asignada también la tarea de proteger los privilegios de la Santa Sede.

Cuando Esteban II celebró la ceremonia de unción de Pipino y su hijo en San Denis, fue San Pedro quien fue recordado como el dador místico del poder secular, pero el énfasis si bien estuvo puesto sobre el carácter religioso de la ley política, dejó sin definir las relaciones legales entre el papa y el rey. Luego del reconocimiento de sus demandas territoriales el papa se convirtió realmente en un gobernante soberano, pero se había ubicado bajo la protección del gobernante Franco y había jurado que él y su pueblo serían leales al rey. De este modo esta soberanía estaba limitada desde el principio en relación con lo que era externo a su dominio. La alianza entre Roma y el reino Franco involucró a Pipino durante los años 754-56 en la guerra con el rey Lombardo Aistulfo, quien fue obligado a devolver a la Iglesia el territorio que ilegalmente había mantenido. La situación dominante de Pipino en el mundo de su época se aseguró permanentemente cuando tomó Septimania de manos de los Árabes. Otra circunstancia de particular importancia fue el nuevo derrocamiento de la rebelión en Aquitania que fue sometida al reino una vez más. No tuvo tanta suerte en sus campañas en contra de los Sajones y los Bávaros. No pudo hacer más que intentar repetidamente proteger los límites del reino de los incesantes ataques de los incansables Sajones. Bavaria permaneció como estado enteramente independiente y se desarrolló bajo el gobierno del Duque Tassilo. La actividad bélica de Pipino se desarrollaba paralelamente a una ampliamente extendida actividad en cuanto a asuntos internos del reino Franco, siendo su principal objetivo la reforma de la legislación y asuntos internos, especialmente de las condiciones eclesiales. Continuó con las reformas eclesiásticas iniciadas por San Bonifacio. Para llevar a cabo estas reformas Pipino solicitó una autoridad ilimitada sobre la Iglesia. Él mismo deseaba ser el líder de las reformas. Sin embargo, aunque San Bonifacio no cambió nada con sus esfuerzos reformatorios en las relaciones político-religiosas que se habían desarrollado en el imperio Franco sobre las bases de la concepción Germánica del estado, no obstante ubicó la purificada y unida Iglesia Franca de manera más definitiva bajo el control de la Santa Sede. Desde el tiempo de San Bonifacio los Francos reconocían a la Iglesia como el poder místico dirigido por Dios. Cuando depuso al último de los Merovingios Pipino fue también obligado a reconocer la mayor autoridad de la Iglesia pidiéndole apoyo moral. Consecuentemente la supremacía eclesial del rey Franco sobre la Iglesia de su país permaneció externamente no disminuida. Sin embargo Pipino, con su vida y obra, había proporcionado una gran ayuda a la autoridad de la Iglesia y con esto la concepción de la unidad eclesial. Fue enterrado en San Denis, donde murió. Preservó el imperio creado por Clodoveo de la destrucción que lo había amenazado; fue capaz de superar el gran peligro que significaban las condiciones sociales que amenazaron el reino Franco, oponiéndole a la ingobernable nobleza laica la aristocracia eclesiástica que había sido fortalecida por la reforma general. Cuando murió los métodos habían sido creados por los que su primogénito pudiera resolver los problemas del imperio. La política de Pipino señaló las tareas a las que Carlomagno se consagró: acallar a los Sajones, la supresión de los ducados y finalmente, la regulación del asunto eclesial y con esto el de Italia.

FRANZ KAMPERS Transcrito por Michael C. Tinkler Traducido por Armando Llaza Corrales