Herramientas personales
En la EC encontrarás artículos autorizados
sobre la fe católica
Martes, 3 de diciembre de 2024

Papa Pío IV

De Enciclopedia Católica

Revisión de 04:47 22 ene 2008 por Sysop (Discusión | contribuciones)

(dif) ← Revisión anterior | Revisión actual (dif) | Revisión siguiente → (dif)
Saltar a: navegación, buscar

(Giovanni Angelo Medici).

Nacido en Milán el 31 de marzo de1499; elegido el 26 diciembre de 1559; fallecido en Roma el 9 de diciembre de 1565. Los Medici de Milán vivieron en circunstancias humildes y la orgullosa casa Florentina del mismo nombre proclamaba no tener afinidad con ellos, hasta que el cardenal Medici fue sentado en el trono papal. Su padre Bernardino se había establecido en Milán y ganaba su sustento recaudando impuestos. Bernardino tuvo dos hijos emprendedores, ambos capaces de triunfar en el mundo por caminos diferentes. El mayor, Giangiacomo, se hizo soldado mercenario y, después de que una carrera emprendedora, recibió del emperador el título de marqués de Marignano. Mandó las tropas imperiales que conquistaron Siena. Giovanni Angelo tenía tanto éxito con los libros como su hermano con la espada. Hizo sus primeros estudios en Pavía, después en Bolonia, consagrándose a la filosofía, medicina y leyes, consiguiendo el grado de doctor en ésta última. Ganó alguna reputación como jurista. A los veintiocho años determinó abrazar el estado eclesiástico y probar fortuna en Roma. Llegó a la Ciudad Eterna el 26 de diciembre de 1527, exactamente treinta y dos años antes del día de su elección al papado. De Clemente VII obtuvo el cargo de protonotario y, por su inteligencia, trabajo y fidelidad se encomendó a Pablo III quién depositó la mayor confianza en su integridad y habilidad y lo empleó en el gobierno de muchas ciudades de los estados papales. En el último año del papado de Pablo III, un Medici cuyo hermano se había casado con una Orsini, la hermana de la nuera del papa, fue creado cardenal-sacerdote con el título de S. Pudenziana. Julio III le nombró legado en Romagna y comandante de las tropas papales. La antipatía de Pablo IV fue más bien una ventaja que otra cosa, por la reacción que siguió a la muerte de este malhumorado pontífice, todos los ojos se fijaron finalmente en el hombre que, en todos los aspectos, fue opuesto a Pablo. El cónclave se demoró más de tres meses, era obvio que ni la facción francesa ni la hispano-austriaca podían ganar la elección. Entonces, principalmente a través de los esfuerzos del cardenal Farnesio, el cónclave por aclamación se pronunció en favor de Medici. Fue coronado el 6 de enero de 1560 y tomó el nombre de Pío IV.

Su primer acto oficial fue conceder una amnistía a aquéllos que habían ultrajado la memoria de su predecesor, Pablo IV; pero negó la clemencia a Pompeio Colonna que había asesinado a su suegra. "Dios prohíbe", dijo," que yo deba empezar mi pontificado perdonando un parricidio". La enemistad de España y el aborrecimiento popular hacia los Caraffa le obligó a un proceso contra los parientes de Pablo IV; como resultado del cual, el cardenal Carlo Caraffa y su hermano a quien Pablo había dado el ducado de Paliano, fueron condenados y ejecutados. La sentencia fue declarada injusta después por San. Pío V y la memoria de las víctimas fue revindicada y sus propiedades restauradas. El cardenal Morone y otros dignatarios, a quienes Pablo había encarcelado por sospecha de herejía, fueron liberados.

Pío IV consagró toda su atención a la realización de los trabajos del Concilio de Trento. Tuvo más suerte que su predecesor en la juventud a quien creó al cardenal. Era San Carlos Borromeo, la gloria de Milán y de la Iglesia Universal en el decimosexto siglo. Pío tuvo la satisfacción de ver el cierre del prolongado concilio y el triunfo del papado sobre las tendencias antipapales que a veces se hicieron valer. Su nombre está inmortalmente unido a la" Profesión de Fe" que debe hacerse por aquellos que tienen un cargo eclesiástico. Los pocos años que le quedaron después de la conclusión del concilio se consagró a la muchas necesidades de mejoras en Roma y en los estados papales. Desgraciadamente para su popularidad, estos trabajos no podían realizarse sin la recaudación de impuestos adicionales. Entre todas las mejoras con las que se relaciona su nombre, una de las más útiles fue la fundación del taller pontificio de impresión para la edición de libros en todos los idiomas. Proporcionó los profesionales necesarios y puso la institución bajo la hábil superintendencia de Pablo Minutius. Además de los grandes gastos en los que incurrió para la fortificación y embellecimiento de Roma, Pío estaba obligado a contribuir con centenares de miles de scudi al apoyo de la guerra contra los turcos en Hungría.

La benevolencia de Pío IV tratando a los sospechosos de herejía, tan diferente del rigor de su predecesor, puso en entredicho su propia ortodoxia. Un fanático llamado Benedetto Ascolti, “inspirado por su ángel guardián”, atentó contra su vida. Un enemigo más formidable, la fiebre romana, se lo llevó el 9 de diciembre de 1565, con San Felipe Neri y San. Carlos Borromeo en su cabecera. Fue enterrado primero en San. Pedro; pero, el 4 de junio de 1583, se transfirieron sus restos a la gran iglesia de de Sta. María de los Ángeles, obra de Miguel Ángel, una de las construcciones más magníficas de Pío. “Pío IV”, dice el audaz Muratori, “tenía faltas (¿quién está libre de ellas?); pero no es nada comparado con su muchas virtudes. Su memoria será siempre bendita por haber llevado a una gloriosa finalización el Concilio de Trento; para haber reformado todos los tribunales romanos; para haber mantenido el orden y la abundancia en sus dominios; para haber promovido a cardenales a hombres de gran mérito y especial habilidad literaria; finalmente, por haber evitado excesos hacia sus parientes, y enriquecido Roma con la construcción de tantos bellos edificios”.

RANKE, Historia de las Papas en los siglos XVI y XVII; MURATORI, Anales de Italia; VON REUMONT, Geschichte der Stadt Rom;; ARTAND DE MONTOR, Historia de las Papas (Nueva York, 1867).

JAMES F. LOUGHLIN Transcribed por Herman F. Holbrook Pedro, he rogado por ti para que tu fe no desfallezca. Lucas 22 32 Traducido por Quique Sancho