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Domingo, 22 de diciembre de 2024

Las Cinco Llagas Sagradas

De Enciclopedia Católica

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Devoción. El renacimiento de la vida religiosa y la fervorosa actividad de San Bernardo y San Francisco en los Siglos Doce y Trece, junto con el entusiasmo de los Cruzados que regresaban de Tierra Santa dieron un impulso maravilloso a la devoción a la Pasión de Jesucristo, particularmente a las prácticas en honor a las Llagas de sus Sagradas Manos, Pies y Costado. La razón para esta devoción fue muy bien expresada en un periodo posterior en el memorial de los Obispos polacos al Papa Clemente XIII:

“Más aún, las Cinco Llagas de Cristo son honradas con una Misa y un Oficio, y en consideración a estas llagas veneramos también los pies, las manos y el costado de tan adorable Redentor. Estas partes del santísimo cuerpo de Nuestro Señor son consideradas como las más dignas de un culto particular precisamente porque sufrieron dolores especiales por nuestra salvación y porque fueron decoradas con estas llagas como si fueran una insigne marca de amor. Por lo tanto, con viva fe, ellas no pueden ser vistas de otro modo que con un sentimiento especial de religión y devoción” (Nilles, “De rat. fest. SS. Cord. Jesu et Mariae”, I, 126).

Se han preservado muchas hermosas plegarias mediovales en honor a las Sagradas Llagas, incluyendo algunas atribuidas a Santa Clara de Asís (se le otorgaron Indulgencias el 21 de Noviembre de 1885). Santa Matilde y Santa Gertrudes de Helfta fueron devotas de las Santas Llagas, esta última Santa recitaba diariamente una oración en honor a las 5466 llagas que, de acuerdo a la tradición medioeval, fueron infligidas a Jesús durante su Pasión. En el Siglo Catorce, en el sur de Alemania era costumbre recitar todos los días quince Padre Nuestros ( los cuales sumaban 5475 durante el curso de un año) en memoria de las Sagradas Llagas. De acuerdo a la Misa “Humiliavit” del Misal Romano, entre las Misas Medioevales existía una Misa especial en honor a las Llagas de Cristo que se creía que fue escrita por el Evangelista San Juan y revelada a Bonifacio II (532). Se conocía como la Misa Dorada y el Papa Inocente VI (1362) o Juan XXII (1334) le otorgó indulgencias; durante su celebración siempre se encendían cinco velas. Popularmente se sostenía que si alguien la decía o la escuchaba durante cinco días consecutivos nunca sufriría de los dolores que causa el fuego del infierno. (Franz, “Messe im Mittelalter”, 159).

El Rosario Dominicano ayudó también a promover la devoción a las Sagradas Llagas ya que si las cincuenta cuentas pequeñas se refieren a María, las cinco cuentas grandes con sus correspondientes Padre Nuestros tienen intención de honrar las Cinco Llagas de Cristo (Beissel, “Verehrung Marias”, I, 525). Más aún, en algunos lugares era costumbre tocar una campana los días Viernes al mediodía para recordar a los fieles que recen cinco Padrenuestros y Avemarías en honor a las Llagas Santas. El 11 de Agosto de 1823 la Santa Sede aprobó una corona o rosario de las Cinco Llagas, y lo hizo nuevamente en 1851. Consiste en cinco partes, cada una compuesta por cinco Glorias en honor a las Llagas de Cristo y una Ave en conmemoración de la Madre Dolorosa. La bendición de las cuentas se reservaba a los Pasionistas.

Festividad. La evidencia más temprana en honor a las Llagas de Cristo proviene del Monasterio de Fritzlar, Thuringia donde en el Siglo Catorce se celebraba una fiesta los Viernes después de la octava de Corpus Christi. El Oficio era rítmico (Dreves, “Anal. Hymnica”, XXIV, 20; Grotefend, “Zeitrechnung”, II, 1, 115). En el Siglo Quince se difundió a diferentes países, hacia Salisbury (Inglaterra) Huesca y Jaca (España), Viena y Tours y fue incluida en los Breviarios de los Carmelitas, Franciscanos, Dominicanos y otras ordenes. (Dreves, op. cit., XXIV, XL, XLII). La Fiesta de las Cinco Llagas es de interés histórico y desde épocas medioevales se celebraba el 6 de Febrero en Evora y en todas las regiones de Portugal (en Lisboa el Viernes después del Miércoles de Ceniza). Conmemora la fundación del reino portugués en 1139 cuando, antes de la batalla en las llanuras de Ourique, Cristo se apareció a Alfonso Henriquez prometiéndole la victoria sobre los musulmanes y ordenándole que inserte en el escudo de armas del nuevo reino el emblema de las Cinco Llagas (“Propr. Portugalliae” en Weiss, “Weltgeschichte”, III, 251). Esta fiesta se celebra actualmente en todos los países de habla portuguesa. El Propium de Venecia de 1766, el que tal vez contiene la relación más antigua de las fiestas movibles en honor a la Pasión de Cristo, contiene la Fiesta de las Cinco Llagas que se celebraba el Segundo Domingo de Marzo; en 1809 se otorgó a Leghorn el Viernes después del Miércoles de Ceniza fecha que se mantiene en muchas diócesis de Toscana y en otras partes (México). Desde 1831, cuando los Pasionistas y la ciudad adoptaron en Roma las fiestas en honor a la Pasión, se le asignó a esta fiesta el Viernes después del tercer Domingo de Cuaresma. El Oficio es uno de los legados que nos dejó la edad media. Aunque esta fiesta no se celebra en toda la Iglesia, el Oficio y la Misa están considerados en el apéndice del Breviario y el Misal.

NILLES, Kalendarium manuale, II, 140; HELLER en Zeitschr. fur kath. Theol. (1895), 582-5; BENEDICT XIV, De festus D. N. J. Christi, I, 279; BERINGER, Die Ablasse (Padeborn, 1906), 173, 174, 277, 382.

F.G. HOLWECK Transcrito por Michael T. Barret Dedicado a La Pasión de Nuestro Señor Traducido al español por Laura Morales