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Domingo, 24 de noviembre de 2024

La Ciudad de los Reyes y su Trinidad Triunfante

De Enciclopedia Católica

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ADVERTENCIA: LA REDACCIÓN DE ESTA ENTRADA VA PAREJA CON LOS AVANCES DE LAS OBRAS DE RESTAURACIÓN DE LA IGLESIA DE LAS MONJAS TRINITARIAS Y DE LA IGLESIA DE LA BUENA MUERTE.

Hasta el momento, para nosotros, unos simples trazos en la fachada de esta iglesia, y la frase breve de un restaurador, nos hizo examinar y comprender INTUITIVAMENTE las evidencias que salían a la luz. La intuición es parte del método de aprendizaje de la catequesis barroca. A partir de datos conocidos e incontrovertible, como la Sagrada Escritura, cobran sentido, em un solo colpe de vista los elementos jeroglíficos que se relacionan con ella.

La explicación breve y sencilla del restaurador de la pintura <<decorativa>> de Trinitarias, nos ha permitido comprender, y agregar algunas ideas (a las ya expuestas) acerca de los trampantojos de muro enladrillado de las iglesias baluartes del Sagrario de Lima [1], siempre en armonía con las particularidades de cada sol emblemático [2] de sus fachadas, que <<danzan>> en torno del Sol [3] mayor alegorizado [4] en el centro de la Plaza Mayor.

Sol, que anuncia la Luz de la Gloria de Dios en la Jerusalén Celeste, de la que Lima es jeroglífico (político y religioso). Hoy, salvo mejor parecer y/o sujeto lo que revele la culminación de las obras en Trinitarias, se confirmaría una vez, el timbre escatológico de Lima. Si nuestra percepción es correcta, como creemos que lo es, explicaría los colores particulares de la Soledad y la torre de la Basílica del Rosario. Y del conjunto conventual franciscano. Lo semejante se junta con lo semejante. Lo semejante forma un grupo, el grupo tiene un centro, y el centro una fuente: Esa fuente es la Sagrada Escritura.

La Impronta Barroca, en el ámbito doctrinal, litúrgico, estético, arquitectónico, alegórico, etc llegó a ser vista por la televisión. Y con todo su esplendor. Que no era otro que el esplendor de la Verdad; con toda su pompa real, que glorificaba a Cristo en la persona de su vicario, y con el misticismo divino de la Liturgia que dice: este es altar de Dios: arrollídate y adóralo. Una beata de iglesia, un campanero iletrado o un catecúmeno con el misal de DOM Lefebvre podían comprender y explicar con sencillez, las cosas a las que hoy nos aproximamos con la debida prudencia. Eran parte de su cotidianeidad. Y de la cotidianeidad de nuestros coetáneos [5], que vivíamos con los abuelos, que estudiábamos en colegios religiosos, y que tuvimos por educadores a sacerdotes y religiosos formados dos y hasta tres décadas antes del Concilio Vaticano II. Quien no ha vivido el silencio reverencial de la tarde de Jueves Santos, ni oído a Tito Otero predicar las <<Tres horas>> que enmudecía las radios a la Hora Nona, ni ha sentido la tristeza del Viernes Santo no tiene ni la más remota idea, ni tiene la capacidad de imaginar qué creía, qué sentía, qué deseaba y qué esperaba la gente de esta ciudad. Esa experiencia vital permite que los nacidos en la década del 60 puedan <<leer>> linealmente, comprender e interpretar -mutatis mutandis- lo que leían los limeños del Barroco, y los del tránsito a las formas neoclásicas, porque compartimos la <<gramática de lo visual>>, que sirven a un solo Señor. Decimos esto, porque más de una vez, se nos ha advertido, con la mejor intención, que nuestras explicaciones de un contexto barroco <<X >> se valía de una intrusión neoclásica. O, porque sobre un asunto <<Y>>, no podía afirmarse lo que afirmábamos, porque <<Z>> o nunca se hizo, o se construyó tiempo después. Realmente se puede hacer, y se debe hacer. Aunque lo que es materia de nuestro estudio corresponde a un período histórico, escapa al dominio de la Historia. Sujeta como está a las periodificaciones, a las jerarquías, a las cronologías, y a las certezas (o falsedades) que proporcionan los datos. Las restricciones que afectan a historiadores y restauradores, herederos del positivismo del siglo XIX, no nos afectan a nosotros.

Nuestro objeto de estudio trasciende al tiempo, porque es de origen sobrenatural. Se inicia a partir de evidencias materiales, y se sirve de los descubrimientos, no depende de la <<Información>>, sino de la <<Revelación>> que plugo a Dios hacer al hombre. Es decir, nos movemos en el ámbito de la pedagogía barroca de Lima, de un asunto que se sabe por Revelación de Dios; que se lee en la Escritura; que se estudia científicamente en la Teología; que se discierne gracias a la Filosofía; que se ejemplifica por medio de la Apologética; que se imagina gracias al Arte; y cuya estructura se aprende de memoria leyendo el catecismo de Ripalda. Hay que distinguir entre lo accesorio y lo principal. Lo <<principal>>, es tesoro precioso, incalculable, e invaluable. El recuerdo permanente del concepto Guarda del depósito, tal cual lo explica este autor barroco [6] permite acertar y avanzar.

<<Guarda el depósito. Es a saber, la doctrina que se te ha confiado, no la que has inventado tú; la que has recibido, no la que has imaginado; porque no se trata de ostentar el ingenio, sino de comunicar lo que se ha estudiado, y esto no como propio, sino como tradición recibida de tus mayores; en la cual nos has de hacer de autor, sino de guarda; no de maestro, sino de profesor. Recibiste oro, pues da oro, no quiero que me substituyas una cosa por otra [...] enseña lo mismo que aprendiste, de suerte, que hablando de un modo nuevo no digas cosas nuevas>>. <<Modo nuevo>> fue el Barroco y el Neoclásico. No entran en conflicto, aunque la desaparición, o sustitución de alguna de sus partes, pareciera sugerirlo. Si hubo sustitución fue por la <<conveniencia>> de hacer mejor y más eficazmente lo que la Iglesia - en su Sabiduría - creía que había caído en <<obsolescencia>>. No todo se cambia, la proporción de lo que se conserva, es mayor de lo que se innova. Nada impide que lo que cayó en obsolescencia, recobre vigencia. Las obras de restauración que ejecuta Pro Lima [ ] en la iglesia de las Trinitarias, hasta el momento en que escribimos esto, sacan a la luz dos muestras de lo que en lenguaje coloquial se llama <<decoraciones>>. En la fachada y en la puerta lateral que da a la calle. Aunque la iglesia está dedicada a san Miguel Arcángel, la espiritualidad de las religiosas, y el grupo escultórico de la portada, determinan la jerarquía del asunto, y el orden en que deben ser compuesto el discurso interpretativo. A partir de lo que hay, de lo que se ve, y de lo que se sabe. 1) Preside la portada una representación de la Santísima Trinidad. ¿Qué vemos todos? <<Formas geométricas varias que colman la fachada de arriba a abajo. 2) ¿Qué explicó el especialista? Que son <<dibujos geométricos, cuyos trazos simples, permiten ver el fondo>> (que es blanco). 3) Además de 1 y 2, ¿Qué vemos nosotros? Vemos lo que conocemos, y lo que nos consta. 4) <<Lo accesorio sigue la suerte de lo principal>>. Por tanto, lo accesorio, los dibujos decorativos (explicativos) por fuerza aluden a la Trinidad Santa, que es lo principal.

5) Lo accesorio tiene 3 formas conocidas y reconocibles: El corte facetado, el corte redondo, y el corte cabujón que se hacen a las piedras preciosas. Creemos que estamos ante un muro gemado. 6) Tenemos, pues, a Dios Trino, y rodeado de distintas gemas. Inmediatamente nos hace pensar que puede tratarse de un jeroglífico del Trono de Dios, que menciona el libro del Apocalipsis.[ ]. Sin olvidar, ni descartar los otros libros proféticos [ ]que mediante la alegoría de la gemas, buscan explicar realidades sobrenaturales inefables << Después de esto miré, y vi una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que yo había oído, como {sonido} de trompeta que hablaba conmigo, decía: Sube acá y te mostraré las cosas que deben suceder después de éstas. Al instante estaba yo en el Espíritu, y vi un trono colocado en el cielo, y a uno sentado en el trono. Y el que estaba sentado {era} de aspecto semejante a una piedra de jaspe y sardio, y alrededor del trono {había} un arco iris, de aspecto semejante a la esmeralda. Y alrededor del trono {había} veinticuatro tronos; y sentados en los tronos, veinticuatro ancianos vestidos de ropas blancas, con coronas de oro en la cabeza. Del trono salían relámpagos, voces y truenos; y delante del trono {había} siete lámparas de fuego ardiendo, que son los siete Espíritus de Dios. Delante del trono {había} como un mar transparente semejante al cristal; y en medio del trono y alrededor del trono, cuatro seres vivientes llenos de ojos etc etc etc. (Ap 4, 1-6)

Blancura y transparencia, en el la Biblia, solo están asociados a estos colores: especialmente al azul, y al amarillo pálido. Colores que han salido a luz en la torre de la Basílica de Virgen del Rosario, y en la fachada de la Virgen de la Soledad.[ ] Lo blanco y lo transparente describen la luz blanca de la pureza de la Gloria de Dios [ ] 7) En la base de la Santa Cruz, y en ambos lados del muro pretil, vemos nítidamente un trampantojo de mármol. Ese material siempre ha sido sinónimo de solemnidad (templos y palacios), perpetuidad (monumentos) y dignidad. Todo esto conviene a la Cruz. Y conviene a quien está sentado en Trono para pronunciar sentencia inapelable. 8) La fachada bien pudo estar pintada de un solo color. ¿Por qué tomarse el trabajo de algo tan laborioso, y que - por sus formas - remite a opulencia, brillo, esplendor lujo, riqueza etc.? No es por moda, ni por vanidad humana, o del siglo ciertamente. Imposible en la iglesia de un convento de monjas contemplativas. 9) Por fuerza, tiene que tener relación con el Dios que ellas contemplan y adoran, y al que están llamados a contemplar y adorar todo aquel que pase. ¿Es un <<despertador>>, como los otros que vemos en esta ciudad? [ ]. 10) Ahora bien, ¿Qué relación existe entre las gemas y San Miguel Arcángel, a quien ha sido dedicada la iglesia? ¡Pues todo! 11) La Escritura llama <<estrellas>> a los santos ángeles. Por su número incontable, y por el resplandor de su luz. El reflejo de la luz, y la multiplicación de su luminosidad, se obtiene mediante cortes en las gemas. Podemos mencionar ejemplos del uso devocional de las piedras preciosas, como también de piedras de fantasía, en coronas, aureolas, resplandores etc [ ].

12) Lucifer, vestía una túnica de piedras preciosas dada su perfección, su belleza, y su preeminencia en la jerarquía angélica. Brillo, belleza, alteza, perfección, y poder que es la base de su rebelión soberbiosa. 13) “Estabas en Edén, en el huerto de Dios; cada piedra preciosa te adornaba: rubí, topacio y esmeralda, crisólito, ónix y jaspe, zafiro, turquesa y berilo. Tus engastes y guarniciones eran de oro; el día que fuiste creado fueron preparados.” [ ] 14) En el instante mismo en que Lucifer (que transportaba la luz) apartó sus ojos de Dios, se convirtió en Noctifer. Se calcinó con el fuego de su ardiente soberbia, y de ser el más luciente de los ángeles, se volvió en el más opaco. Nigérrimo, más que el carbón. La oscuridad es ausencia de la luz; y lo negro, es ausencia de color. Ausencia de las gemas, significadas por los colores. 15) San Miguel Arcángel, a quien está dedicada la iglesia trinitaria, el Campeón de Dios, y el Capitán de las Milicias Celestes. Su coraza, ostenta el sol y la luna. Nos remite a la Escritura y advierte: Sirvan y adoren a Quien yo sirvo y adoro, porque Él lo ha mandado que alces los ojos al cielo para que adores a los astros, o a los ángeles. A la luz de lo escrito en el Deuteronomio.[ ]

16) <<Posuisti domine super caput ejus coronam de lapide pretioso>>. Señor, pusiste una corona de piedras preciosas sobre su cabeza. No hay duda que las gemas son también, además de lo dicho, una retribución y un premio personalísimo a quien brilló por su humildad, obediencia y servicio. A quien quiso ser espejo de Cristo, Misterio de Luz y de Caridad, tal como desean las contemplativas. 17) RESUMIENDO: La fachada, representaría el Trono de Dios que vieron los Profetas, significado en la transparencia que permite ver el blanco. San Miguel y el Trono Blanco aluden al Juicio de Dios. La individuación de los sectores blancos, a la vista incontables, y formando muro, se refiere a los perseverantes que tienen el alma limpia, y que estén revestido del <<blanco nupcial de la gracia>>. El común denominador es la pureza que se requiere para estar en presencia de Dios, elemento común figurado en forma de muro. Dios premia y remunera de manera individual, y personalísima. El premio de la gloria y el castigo de la condenación son sentencias que llevan nombre propio. En este caso, el nombre y el premio, es decir, lo que hay de particular, es cada ladrillo con el que se ha edificado ese muro colectivo. [ ] 18) << Entonces uno de los ancianos habló, diciéndome: Estos que están vestidos de ropas blancas, ¿Quiénes son, y de dónde han venido? Yo le dije: Señor, tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero.>>

19) La piedad barroca, exalta a la Sangre de Cristo, diciendo <<sangre rubicunda>>. En el mismo de la expresión poética que usa Aristóteles para referirse a Apolo. <<el rubicundo Apolo>>. Que dicho sea de paso, es alegoría de la belleza y perfección de Cristo.

20) La Sangre de Cristo es resplandeciente, y encendida como el fuego del sol.

21) Todo que aquí se ha anotado, es lo que nos sugiere el aspecto de la fachada que tenía Trinitarias.

22) Estas <<sugerencias>> decorativas nos presentan (una vez más) la alegoría del sol; las referencias a la luz y a la sangre por medio de las gemas alegóricas del Libro del Apocalipsis.

22) El Apocalipsis, es decir el fin trascendente para el que fue fundada Lima, visto por donde se quiera, está contenido en el Escudo, la planta urbana, en la ubicación de los edificios sacros, en alegoría religiosa de la arquitectura civil, y en los ornamentos de templos, etc de esta ciudad. Este asunto escatológico es el eje en torno del cual gira la rueda de asuntos predicables.

José Gálvez Krüger

Sociedad Peruana de Historia