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Miércoles, 4 de diciembre de 2024

La Ciudad de los Reyes y sus soles radiantes

De Enciclopedia Católica

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Vimos en la sección anterior cómo la fuente apocalíptica de la plaza mayor, se relaciona con la estatua ecuestre, del arco del puente, con la estatua de san Juan Bautista de la iglesia de santo Domingo, y la titularidad de la catedral de Lima. Hay coincidencia en el mensaje apocalíptico. Terminamos con una cita del Eclesiastés: tiempo de reír, cantar y bailar.

Se han restituido los soles radiantes de las cuatro iglesias conventuales que se levantan a cierta distancia de las esquinas de la plaza mayor.

La reposición de los soles, y su relación el círculo, asociados con el emplazamiento de las iglesias que los portan, confirma una intuición que tuvimos años atrás, cuando hicimos un análisis general de la fuente: la composición del círculo y el cuadrado, en el trazo de la fuente.

A partir de lo que expondremos aquí, se hará evidente que, existe un vínculo dialéctico centro-periférico entre la fuente de la plaza, y el resto de iglesias, hasta llegar a la puerta ceremonial de la muralla. El círculo remite a la divinidad y el cuadrado a la perfección.

Sabemos que en centro de la plaza, hay un espejo sideral. Su reflejo nos muestra – idealmente -un sol en el zenit de Lima. La existencia de soles, en torno de la plaza es muy sugerente y que realmente no ofrece mayor dificultad de interpretación.

Ha de mirarse como un todo. Es un símbolo compuesto de varios conceptos que son relevantes tanto para el ámbito político como para el ámbito religioso. Porque indican primacía, orden, armonía, majestad, gloria y jerarquía.

Todos estos conceptos, convienen a la persona real (mínimamente), y a la única Persona Divina, de la Santísima Trinidad que puede ser vista (superlativamente).La alegoría común a ambas majestades, es el sol. Fijaremos la atención en la alegoría religiosa.

La literatura apologética de Lima abunda en referencias celestes, y en giros poéticos de entraña mitológica que impliquen orden planetario, armonía universal y la brillante belleza con que se nos muestra.

El movimiento de la las esferas, y la música de los planetas, no repugna, a la astrología divinizada de los Reyes Magos. No es, de ninguna manera en la creencia supersticiosa y fatalista que ata la cotidianeidad, contingencia, y destino humano al movimiento regular de los astros. No se trata de eso.

Los Reyes de Saba, descubren a Dios en la perfección de la Creación, y el conocimiento concordado de los profetas de Dios y los oráculos antiguos, los mueve a buscar al Rey por nacer. Tenían una vocación por la verdad, que les habló en su contemplación del cosmos. Su caminar fue guiado por una luz misteriosa. Al llegar a Belén, fueron retribuidos con la contemplación de quien es Camino, Verdad y Vida. Sol de Justicia, Luz del Mundo, Día sin ocaso, Fuego, etc.

La regularidad de los movimientos planetarios, y hasta el aparente movimiento retrógrado de Mercurio están presentes en la plaza mayor, tal como están en la literatura de Lima. Los planetas brillan en el cielo, porque reflejan la luz del sol. Tal como la luz del sol resplandece en el rostro de sus santos. Pitágoras decía que la armonía de la “danza” de astros genera un sonido constante.

Los grabados barrocos ilustraban la jerarquía de los ángeles mediante representaciones que imitaban los mapas astronómicos. Y además, les permitió figurar – en forma circular - el dinamismo de la danza y alabanza de los ángeles.

La danza en torno al altar de Dios, está significada en la liturgia de las iglesias orientales, y en el rito tridentino, en la incensación del altar.

Podemos dar fe de la existencia de una serie de arcángeles turiferarios (de la escuela potosina) en el presbiterio de la iglesia de San Martín en esa Villa Imperial.