Mauristas, Los
De Enciclopedia Católica
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Una congregación de monjes benedictinos franceses, cuya historia se extiende desde 1618 a 1818. Comenzó como subsidiaria de la famosa congregación reformada de S. Vannes. La reforma se extendía desde Lorena hasta Francia por la influencia de Dom Laurent Bénard, prior del colegio de Cluny de París, que inauguró la reforma en su propio colegio. De allí se extendió a S. Agustín de Limoges, a Nouaillé, a St-Faron de Meaux, a Jumieges, y a los Mantos Blancos (Blancs-Manteaux) de Paris. En 1618 un capítulo general de la Congregación de S. Vannes que se celebró en St-Mansuet de Toul se decidió que se debía fundar una nueva congregación con las casas reformadas de Francia y que su superior residiera en ese reino. Luis XIII apoyaba esta proposición asi como los cardenales Richelieu y Retz. El rey les dio cartas oficiales y la nueva organización se llamó Congregación de San Mauro para obviar rivalidades entre sus casas. Gregorio XV la aprobó formalmente el 17 de mayo de 1621 y confirmada por Urbano VIII seis años más tarde. La reforma fue bienvenida por personajes de gran relevancia de la corte así como por algunas grandes casas monásticas de Francia. Ya bajo el primer presidente de la congregación Dom Martin Tesnière (1618-21)había alrededor de doce casas. En 1630 la congregación se dividía en tres provincias y bajo Dom Grégoire Tarisse, primer Superior-General (1630-48)eran 80 casas. Antes del final del siglo XVII al número había llegado a 180 monasterios, y la congregación dividida en seis provincias: Francia, Normandía, Bretaña, Borgoña, Chezal-Benoit y Gascuña.
Durante los primeros años la congregación fue obligada por el cardenal Richelieu a aliarse con la de Cluny. Richelieu quería que todos los benedictinos de Francia se amalgamaran y lo logró en 1645, en una organización que se llamó "Congregación de S. Benito" o "de Cluny y S-Mauro". Sin embargo este arreglo duró poco y Urbano VIII las separó en 1644. Desde entonces la Congregación de S. Mauro creció tanto en extensión como en influencia. Aunque los 21 superiores generales que sucedieron a Dom Tarisse se resistían firmemente a establecer la congregación fuera de los límites de Francia sin embargo su influencia se extendió. En varias de las casas se abrieron escuelas para los hijos de familias nobles, una educación que era gratuita en St-Martin de Vertou para los que se habían empobrecido. Y desde el principio, los Mauristas rehusaron admitir casas de monjas en su congregación, con la única excepción de la abadía de Chilles donde, por influencia de Richelieu, se estableció una casa con seis monjes como confesores de las monjas.
La congregación pronto atrajo a sus filas a muchos de los más sabios de su tiempo, y aunque su mayor gloria se dio en el siglo XVII sin embargo a lo largo del XVIII continuaron produciendo obras de solidez y valor crítico que aún son indispensables para los estudiosos. Es verdad que los Mauristas no quedaron libres de infiltración de ideas jansenistas y que el trabajo de algunos de sus más sabios hijos parecía coloreado por la herejía de moda y por los esfuerzos de los superiores eclesiásticos para erradicarla.
Hacia finales del siglo dieciocho había penetrado al menos en la casa central, St-Germain-des-Prés, un deseo de algo de relajación de las estricta regularidad que había sido la marca de la congregación, un deseo al que se opusieron vigorosamente los superiores de otras casas. Y aunque hay razones para creer que la laxitud era mucho menos seria de lo que decían los rigoristas, las disensiones que causó y la infección de jansenismo había debilitado a la congregación y la había rebajado en la estima pública cunado llegó el terremoto de la Revolución. Pero de todas las maneras, los Mauristas siguieron trabajando en sus grandes empresas hasta el mismo momento de la supresión de las órdenes en 1790 y algunas de sus publicaciones siguieron adelante por acuerdo de todos, realizadas por reconocidas academias después de pasar las alteraciones de la Revolución. En 1817 algunos de los que habían sido expulsados de Francia volvieron y se intentó rehacer la congregación, pero el proyecto no contó con la aprobación de la Santa Sede y la congregación dejó de existir. Su último superviviente, Dom Brial, murió en 1833. En 1837 cuando Gregorio XVI estableció la Congregación de Francia bajo el gobierno de la abadía de Solesmes, la nueva congregación fue declarada sucesora de las congregaciones anteriores de los benedictinos franceses, incluidos los de S. Mauro.
Constitución.
Los primeros mauristas, como la congregación de S. Vannes de la que surgieron imitaron la constitución de la congregación reformada de Monte Casino. Pero pronto se reconoció que hacían falta reglas más apropiadas para Francia y se encargó a Dom Gregorio Tarisse, primer Superior-General, la tarea de redactarlas. Dom Maur Dupont, elegido presidente en 1627 ya lo había intentado, pero el Capítulo 1630 nombró una comisión de la que el principal miembro era Dom Tarisse, para rehacer todo el trabajo. El resultado fue enviado en primer lugar a Dom Athanase de Mongin in 1633 y después a de nuevo a Dom Tarisse y otros en 1639 y fue finalmente confirmado por el Capítulo General de 1645. Bajo estas constituciones el presidente (ahora llamado superior-general) y los priores de las casa comendatarias de la congregación debían ser elegidos cada tres años. Podían ser reelegidos. El superior general debía residir en la abadía de St-Germain-des-Prés y sólo estaba sujeto al capítulo General que se reunía cada tres años. Tenía dos asistentes y seis visitadores, uno por cada provincia que también residían en St-Germain-des-Pres y eran elegidos por el Capítulo general cada tres años constituyendo, con el superior- general el consejo ejecutivo de la congregación. Además de estos cargos, el capítulo general estaba compuesto por tres priores y tres conventuales de cada provincia. Cada tres años se elegían de entre sus filas tres “definidores” que nombraban a seis visitadores, prepósitos de todas las casas que no tenían abades regulares, a los maestros de novicios, al procurator in curia, predicadores, profesores etc., de la congregación. Cada provincial tenía su capítulo provincial, presidido por el visitador, y que estaba formado por los priores y un representante elegido de cada casa. En cada provincia había de haber 2 noviciados. Los que deseaban abrazar el estado monástico pasaban un año como postulantes y un segundo año como novicios y luego, una ver terminado el curso de filosofía y teología de 5 años, pasaban un “año de recolección “antes de ser admitidos al sacerdocio. La disciplina estaba marcada por el retorno a la estricta regla de S. Benito. Todos trabajaban con sus manos, todos se abstenían de carne y pescado, todos abrazaban la pobreza regular. El oficio divino se recitaba en la horas canónicas con gran solemnidad, había muchas horas de silencio y había tiempo en privado para la meditación y la oración. Esta disciplina era uniforme en todas las casas de la congregación. Sólo los enfermos estaban dispensados de la estricta observancia. Hasta el movimiento hacia la relajación de fines del siglo XVIII, los mauristas eran reconocidos por la austeridad de su observancia así como por el esplendor de sus logros intelectuales.
Pero para el conjunto de los estudiosos, los Mauristas son mejor conocidos por sus servicios a la historia y literatura eclesiásticas, a la patrología, a los estudios bíblicos, a la diplomática, cronología y liturgia. Los nombres de Luc d'Achery, Jean Mabillon, Thierry, Ruinart, Francois Lami, Pierre Coustant, Denys de Sainte-Marthe, Edmond Martène, Bernard de Montfaucon, Maur François Dantine, Antoine Rivet de la Grange y Martin Bouquet recuerdan los trabajos más eruditos que se han producido jamás. Les debemos a ellos ediciones críticas aún indispensables de los grandes Padres Latinos, de la historia de la orden Benedictina y de las vidas de los santos, de la “Gallia Christiana” y de la Historia Literaria de Francia, “De Re Diplomatica” ,“"L'art de vérifier les dates", "L'antiquité expliquée et representee" y la "Paleographia Graeca", la "Recueil des historiens des Gaules", la "Veterum scriptorum amplissima collectio", el "Thesaurus Anecdotorum", el "Spicilegium veterum scriptorum", el "Museum Italicum", el "Voyage litteraire", y otras numerosas obras que son los fundamentos de los estudios históricos y litúrgicos posteriores. Durante casi dos siglos las grandes obras, resultado de la visión y grandes ideales de Dom Grégoire Tarisse, fueron llevadas a cabo con dedicación, devoción y una maestría que era el resultado de la admiración por el mundo del saber. Hasta la fecha todos los que trabajan para elucidar los tiempos pasados y entender el crecimiento de la cristiandad occidental deben reconocer su deuda para con la Congregación de los Mauristas.
LESLIE A. ST. L. TOKE.
Transcrito por Michael C. Tinkler.
Traducido por Pedro Royo.