Sozomen, Salaminius Hermias
De Enciclopedia Católica
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Uno de los famosos historiadores de la iglesia primitiva, nacido en Betelia, una pequeña ciudad cerca de Gaza, en Palestina, en el último cuarto del siglo cuarto. Probablemente murió en el año 447 /8. No se sabe qué quiere decir el epíteto Salaminius, aunque no hay ninguna relación con Salamina (Chipre). Sobre la autoridad de Sozomeno ("Hist. eccl.", V, xv) sabemos que su abuelo se convirtió al cristianismo al contemplar un milagro realizado por S. Hilarión. A pesar de las muchos años de persecución la familia permaneció fiel y Sozomeno tuvo la ventaja de ser educado en una familia cristiana. Su primera educación fue dirigida por los monjes de su lugar natal. Es imposible asegurar qué currículum siguió en estas escuelas monásticas, pero sus escritos muestran la profundidad de sus estudios griegos. Una referencia a Berytos ha llevado a la conclusión errónea de que siguió estudios de derecho en la famosa escuela de leyes de aquel lugar. Fuera cual fuere su lugar de estudios, se estableció en Constantinopla, probablemente a principios del siglo quinto para comenzar su carrera como abogado.
Mientras estaba ocupado en eso, concibió la idea de escribir una historia de la Iglesia. Se ha perdido un estudio preliminar con un resumen de la historia del cristianismo desde la Ascensión al año 323. Se propuso continuar la historia de Eusebio y tratar del período entre 323 y 439, aunque el período que por fin cubrió en sus obras termina en 425. Sozomeno dedicó su trabajo (Historia eclesiástica) a Teodosio el Joven. Está dividida en nueve libros, distribuidos de acuerdo al reinado de Constantino (323-37); III y IV los de sus hijos (337-61); V y VI los de Juliano, Joviano, Valentiniano I y Valente (361-75);los libros VII y VIII los reinados de Graciano, Valentiniano II Teodosio I y Arcadio (375-408). El libro IX trata del reinado de Teodosio el Joven (408-39). Como la obra de Sócrates apareció al mismo tiempo que la de Sozomeno y trataba del mismo tema y del mimo período, surge una importante cuestión respecto a las relaciones, si es que las hubo, entre estos dos autores. No hay duda de que la obra de Sócrates era anterior a la de Sozomeno y que éste hizo uso de la obra de su predecesor. Pero no se puede asegurar hasta qué punto depende de él, como máximo parecería que mientras Sozomeno usó la obra de Sócrates como guía, tanto respecto a los materiales como al orden y mientras a veces no dudó en usarla como fuente secundaria no era sin embargo lo hacía indiscriminadamente ni era un plagiario. En algunas materias, como en lo referente a los Novacianos, Sozomeno depende totalmente de Sócrates. El noveno libro que Sozomeno afirma expresamente que terminaría en el año 439, está incompleto. No hay razón para pensar que se haya perdido parte del librosino que es más probable que debido a su avanzada edad o por otra causa, fue incapaz de llegar a la fecha que se había propuesto. La evidencia interna apunta al hecho de que Sozomeno trató de escribir su historia hacia 443, y que lo que logró hacer lo hizo en un corto tiempo.
La obra de Sozomeno sufre de muchas maneras en la comparación con la de Sócrates. Tiene fama de que su estilo es mejor, sin embargo la construcción de la obra es inferior y las intuiciones del autor sobre la importancia de los movimientos históricos es menos segura. Sin embargo, Sozomeno hizo un gran esfuerzo por conocer las fuentes de información sobre los temas que toca al mismo tiempo que tenía un apasionado deseo de la verdad. Estaba lleno de una profunda convicción del propósito providencial de la cristiandad y de su misión, bajo la guía divina, para arreglar los asuntos de la humanidad.
En materias doctrinales trataba constantemente de acuerdo con el partido católico y fue un oponente consistente contra la herejía en todas sus formas. Pero mientras mantiene una postura de constante hostilidad contra el Arrianismo, Gnosticismo, Montanismo, Apolinarismo etc., nunca se metió con los líderes de estas herejías o se permitió amargos ataques personales. “No debe parecer extraño, dice, que haya alabado a los líderes o entusiastas de las mencionadas herejías. Admiro su elocuencia y si capacidad de impresionar con sus discursos. Dejo que su doctrina sea juzgada por aquellos que tiene derecho de hacerlo” (III, xv).
El trabajo de Sozomeno es interesante y valioso por muchas razones. En primer lugar pone más atención que ninguno de los más antiguos historiadores en la actividad misionera de los cristianos y le debemos mucha información preciosa acerca de la introducción del cristianismo entere los armenios, los sarracenos, los godos y otros pueblos.
La historia es especialmente rica en información respecto al comienzo y extensión del monasticismo. Su relato de los trabajos de los primeros fundadores de monasterios y comunidades monásticas, aunque simpático, no se puede decir que sea excesivo. La historia en su totalidad es bastante amplia y aunque su tratamiento de los asuntos de la iglesia occidental no es completo, sus páginas abundan en hechos que no están disponibles en ninguna otra parte. En su actitud respecto a la iglesia, en su tratamiento de las Escrituras, y en su visión de la jerarquía, del orden y la dignidad eclesiásticas, siempre está animado de sentimientos de sumisión y respeto. Hay muchas faltas y carencias en su obra. Era consciente de muchas de ellas pero no estaba en su mano el corregirlos. Era difícil para él, con frecuencia, poder discernir la verdad debido a la masa de pruebas divergentes con las que había de trabajar y en otras ocasiones no había suficiente, pero en cada caso intentaba expresar la verdad para que su obra sirviera al propósito de la defensa o elucidación de las ideas cristianas. La obra de Sozomeno fue impresa en París en 1544. Hay ediciones posteriores por Christophorson e Ictrus (Colonia, 1612) y por Valesius (Paris, 1668). El texto de Valerius fue reimpreso por Hussey (Oxford, 1860), y por Migne (P. G., LXVII). Hay una excelente traducción inglesa por Hartranft, con una erudita si bien confusa introducción en “ Nicene and Post-Nicene Fathers", II (New York, 1890). PATRICK J. HEALY.
Transcrito por Janet Grayson.
Traducido por Pedro Royo.