Santa Agata
De Enciclopedia Católica
La certeza histórica se fundamenta meramente en el hecho de su martirio y la veneración pública que le rinde la Iglesia desde tiempos primitivos. En el llamado Martyrologium Hieronymianum (ed. De Rossi and Duchesne, en Acta SS., Nov. II, 17) y la antigua Martyrologium Carthaginiense que data desde el siglo quinto o sexto (Ruinart, Acta Sincera, Ratisbon, 1859, 634), el nombre de Santa Agata es recordado el 5 de Febrero. En el siglo sexto Venantius Fortunatus la menciona en su poema sobre la virginidad como una de las vírgenes y mártires Cristianas celebradas (Carm., VIII, 4, De Virginitate: Illic Euphemia pariter quoque plaudit Agathe Et Justina simul consociante Thecla. etc.). Entre los poemas del Papa Dámaso publicados por Merenda y otros hay un himno a Santa Agata (P.L., XIII, 403 sqq.; Ihm, Damasi Epigrammata, 75, Leipzig, 1895). Sin embargo, este poema no es el trabajo de Dámaso sino producto de un autor anónimo de un período posterior y fue evidentemente hecho para la celebración litúrgica de la Santa. Su contenido es sacado de la leyenda de Santa Agata, y el poema está marcado por una rima final. Por una carta del Papa Gelasio (492-496) a cierto obispo llamado Víctor (Thiel. Epist. Roman. Pont., 495) sabemos de una basílica de Santa Agata en fundo Caclano, e.g., en el territorio del mismo nombre. Las cartas de Gregorio I mencionan a Santa Agata en Roma, en la Subura, con quien estaba relacionada una diacona o diocanato (q.v) (Epp., IV, 19; P.L., LXXVII, 688). Ya existía en el siglo quinto porque en la última mitad de ese siglo, Rieimer la enriqueció con un mosaico. Esta misma iglesia fué dada a los Góticos Arianos por Rieimer y fué restaurada para veneración católica por el papa Gregorio I (590-604). Aunque el martirio de Santa Agata está por ende autentificado y su veneración como santa tiene incluso una antiguedad mas allá de su lugar de origen, aún no poseemos información confiable en relación a los detalles de su gloriosa muerte. Es cierto que tenemos las Actas de su martirio en dos versiones, la Latina y la Griega, la última derivada de la primera (Acta SS., I, Feb., 595 sqq.). Sin embargo, ninguna de estas versiones revisadas pueden clamar credibilidad histórica y ninguna dá evidencia interna necesaria que la información que contiene descansa, incluso en sus detalles mas importantes, en genuina tradición. Si hay un grano de verdad histórica en la narrativa, no ha sido ni aún posible escudriñar desde los últimos embellecimientos. En su forma actual, los Actos Latinos no son más antiguos que del siglo sexto. De acuerdo a ellos, Agata, hija de una distinguida familia y notable por la belleza de su persona, fué perseguida por el Senador Quintianus confeso de amor. Como sus propuestas amorosas fueron resueltamente rechazadas por la pía vírgen Cristiana, el se preocupó de acusarla de ser una mujer malvada, cuyas artes seductoras, sin embargo, fueron frustradas por la juramentada firmeza en la fe Cristiana.
Quintianus entonces, la subyugó a varias crueles torturas. Parecía especialmente inhumano al ordenar que sus pechos fueran cortados, un detalle que fué adornado por la iconografía cristiana medieval como una peculiar característica de Agata. Pero, la santa virgen fué consolada por la visión de San Pedro quien milagrosamente, la sanó. Eventualmente, ella sucumbió a las repetidas crueldades practicadas en ella. Tal como se dijo, aquellos detalles al parecer como están basados en las Actas, no reclaman credibilidad histórica. Allard también caracteriza las Actas como el trabajo de un autor posterior que estaba mas preocupado con escribir una narrativa edificativa, llena de milagros que en transmitir tradiciones históricas. Ambos, Catania y Palermo reclaman el honor de ser el lugar de nacimiento de Agata. Su fiesta se celebra el 5 de Febrero; su oficio en el Breviario romano está sacado en parte de los Actos Latinos. Catania honra a Santa Agata como su santa patrona y en toda la región alrededor del Monte Etna ella es invocada contra las erupciones del volcán como en otros lados, contra el fuego y los rayos. En algunos lugares el pan y el agua son bendecidos durante la Misa en su fiesta después de la consagración y es llamado el pan de Agata.
Acta SS., loc. cit.; JOAN DE GROSSIS, Agatha Catanensis sive de natali patria S. Agathae, dissert. histor. (Paris, 1886), II, 301 sqq.; Hymnus de S. Agatha, in IHM, Damasi epigrammata (Leipzig, 1895), 75 sqq.; BUTLER, Lives, 5 Feb.
J.P. KIRSCH Transcrito por Michael T. Barrett Traducido por Carolina Eyzaguirre Arroyo.
Grabados: Colaboración de Gianluca Lo Cicero, Coleccionista de impresos y estampas antiguas.