Mateo Crawley-Boevey
De Enciclopedia Católica
De igual modo, atendió la Asociación de los Sagrados Corazones y animó espiritualmente varias obras sociales. Con el nombre de Curso de Leyes fundó una Facultad de Derecho que sería el embrión de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. A punto del stress por su entrega desmedida para socorrer a los damnificados por el terremoto de 1906 en Valparaíso, sus superiores le enviaron a Europa en viaje de descanso.
El embajador del Perú ante la Santa Sede, señor Goyeneche, conde de Guaqui y grande España, pagó la estatua colosal del Corazón de Jesús. Y en carta que me escribió a este efecto me decía: “Quede constancia que es mi intención honrar por cierto al Sagrado Corazón, pero manifestar también muy solemnemente la gratitud del Perú a aquella España católica que nos civilizó con la fe de Cristo y con la morar del Evangelio”. Un tío de este embajador fue el Arzobispo Goyeneche, de Lima. Pagado el Monumento, hubo un superávit, suma que el Secretariado invirtió en un rico y artístico copón destinado a la Comunión de los peregrinos que vendrían a asistir al Santo Sacrificio de la Misa celebrado en el Altar del Monumento nacional” p.440
El nuevo Papa le dio la misión de instruir a los misioneros en la India, Ceilán, la China, Indochina, Japón y las islas Hawai. Fueron 50 años de ininterrumpida predicación. Fue padrino en la ordenación sacerdotal de nuestro querido Cardenal Landázuri. Promovió la “entronización del Sagrado Corazón de Jesús en los hogares”, la adoración nocturna en el hogar, así como los monumentos dedicados a Cristo en lugares visibles. Su objetivo era “hacer vivir en el hogar y por el hogar, célula social, el divino llamado: ‘Quiero reinar por mi Corazón’. Una de sus obras escritas fue “Horas Santas”, auténtica llamarada de amor a Cristo como muestra en esta oración: “¡Jesús sigue revelando las maravillas de tu Corazón desde esa Hostia!...Avanza, Dios oculto y vencedor, avanza, conquistando en el comulgatorio alma por alma, familia por familia hasta que la tierra entera exclame, alborozada: ¡Alabado sea el Divino Corazón en su Eucaristía salvadora...; a Él, sólo a Él, en los altares, gloria y honor por los siglos de los siglos; venga a nos tu reino!”. Narra Fernando Cordero Morales ss.cc. que Pío XI le concedió cinco audiencias y le envió otra carta autógrafa, como lo hiciera antes su predecesor Benedicto XV. En una de las audiencias, el P. Mateo regaló al Papa un medallón con la imagen del Sagrado Corazón. Pío XI le comentó: La pondré en mi despacho y cuantas veces la mire te enviaré mi bendición. Y aún más patente queda la gran estima que tenía el Papa al apóstol del Corazón de Jesús cuando el gobierno de Perú solicitó al Sucesor de Pedro el nombramiento del P. Mateo para Arzobispo de Lima: ¿Qué quiere el señor Presidente de la República -contestó el Papa- que haga yo del Padre Mateo un coronel-comandante en plaza, o que le deje ser bombardero del Corazón de Jesús en todo el mundo?El Jueves Santo de 1949 sufrió el primero de los muchos ataques de corazón que habían de sucederse en los once años que aún le quedaban de vida. En enero de 1955 manifestaba: Cada vez estoy más enfermo. Todo me cansa y debo suprimir muchas de las cosas bellas que debo hacer, reteniendo únicamente las indispensables. Quiero decir que debo dejar mis pocas fuerzas para poder celebrar la Misa y recitar mis plegarias. A su enfermedad se añadió una úlcera en su pierna derecha. En 1959 ingresó en la clínica de Valparaíso donde un cáncer en la sangre le impidió celebrar la eucaristía, que constituía el centro de su vida. Los médicos le amputaron la pierna herida por aparecer la gangrena. La amputación se practicó el 14 de enero de 1960, pero la herida no se cerró y la gangrena apareció pronto en la otra pierna. Su Provincial expresaba en una carta: El P. Mateo sufre atrozmente, pero todo lo soporta con un espíritu sobrenatural admirable. Y el propio enfermo escribía: ¡El cielo se aproxima... y así yo cantaré las misericordias del Señor eternamente!
El apóstol mundial del Sagrado Corazón de Jesús, según la denominación de Pío XI, murió en Valparaíso el 4 de mayo de 1960.a los 84 años de edad. Al enterarse de su muerte el ahora beato Juan XXIII, envió, por medio del Cardenal Secretario de Estado, al Superior General de la Congregación de los Sagrados Corazones el siguiente mensaje: El Santo Padre está totalmente familiarizado con la misión que este infatigable apóstol llevó a cabo durante toda su vida: la difusión del culto del Sagrado Corazón. Por esto es consolador el pensar que la triste pérdida que ha sufrido la Congregación de los SS. Corazones se compensa con la presencia en el cielo -como podemos creer- de un nuevo y poderoso protector.
Universidad Sedes Sapientiae
Selección de imágenes: José Gálvez Krüger.