Bula de Cruzada y su aplicación por jesuitas americanos
De Enciclopedia Católica
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La cauta actuación de los jesuitas con la bula de cruzada en América
Entre los numerosos aspectos de estudio de la Bula de Cruzada, ofrecemos el vinculado con las órdenes religiosas, en concreto con la Compañía de Jesús en el Virreinato del Perú. Subyacía una pugna soterrada entre la bula de Cruzada, que aspiraba a detentar la exclusividad en este virreinato de todas las prerrogativas, suspendiendo otras bulas, jubileos, facultades, costumbres y exenciones vigentes en ese momento y que por la Cruzada se concedía, y las órdenes religiosas y otras instituciones que también gozaban de gracias y jubileos especiales y que procuraban a toda costa, como los jesuitas, mantenerlos sin detrimento entre sus miembros. Pese a sus reticencias, los Jesuitas, fieles a sus buenas relaciones con la Corona, prestaron inestimables servicios a la causa de la Cruzada como leales súbditos, pero sin doblegarse, como revela el testimonio de Lesmes de Espinosa, gobernador de la provincia de Chucuito en el Perú, quien no sólo alaba la actuación de los miembros de la Compañía en esta región, sino que la pone como modelo de administración de la Cruzada en los pueblos de indios, donde los religiosos eran las personas más apropiadas para desempeñar esa tarea por su valimiento y ascendiente sobre los naturales.
QUÉ ES LA BULA DE CRUZADA?
La “tierra encantada” del Nuevo Mundo ofreció a sus constructores múltiples posibilidades que hoy se nos antojan como pintorescas pero que en el pasado lograban paralizar la vida cotidiana por la fuerza institucional que representaba. Tal era el caso de la Bula de Cruzada -renta estatal pero de raíz espiritual- que abarcaba siete tesoros: 1. Indulgencias. 2. Oficios litúrgicos y sepultura eclesiástica. 3. Confesión y conmutación de votos. 4. Dispensas de irregularidad e impedimentos matrimoniales. 5. Composición de bienes mal adquiridos. 6. Abstinencia y ayuno, 7. Oratorios privados.
La nueva Orden Religiosa de la Compañía de Jesús, incorporada desde 1566 a las tareas evangelizadoras en tierras americanas, intentará llevar al Nuevo Mundo el celo misionero mostrado en el Viejo Continente por los primeros jesuitas y en las Indias Orientales por san Francisco Javier. Sin embargo, su actitud respecto a la bula de Cruzada, aunque respetuosa y de colaboración en líneas generales, fue posiblemente la más cautelosa entre todas las órdenes religiosas que misionaban en Indias. 1576, el P. Diego de Bracamonte escribía, desde Juli, Alto Perú, al P. José de Acosta interesándose por su rápida partida y solicitándole al mismo tiempo información sobre "los privilegios que tenemos para con los indios y la bula de Gregorio y el último Concilio de Lima y un traslado del original de la bula de la Cruzada, que son cosas acá necesarias a cada paso, y más ahora que se empiecen las confesiones de golpe".
Impacto de la Bula de cruzada
La bula de Cruzada con el apoyo de las instancias oficiales civiles y religiosas había calado pronto muy hondo en todos los grupos sociales, y los eclesiásticos no podían sustraerse a esa realidad de la que ellos eran colaboradores y partícipes, aunque también en algunos casos eran conscientes de los inconvenientes que ello conllevaba para sus propias congregaciones religiosas y para los sectores sociales más desfavorecidos, como los indígenas, cuya falta de recursos económicos les impedía tomar la bula, sin posibilidad de poder aliviar sus aflicciones mediante la obtención de otras indulgencias que quedaban derogadas por la bula de Cruzada. Esta fue, precisamente, la cuestión que planteó en 1603 uno de los pioneros de las reducciones guaraníes y primer provincial de Paraguay, Diego de Torres Bollo, en su memorial remitido al presidente del Consejo de Indias en el que solicitaba la eliminación de la cláusula derogatoria de la Bula.
Un testimonio bien elocuente de la labor paradigmática desempeñada por los Jesuitas aparece reflejado en las Advertencias del Licenciado Lesmes de Espinosa, teniente general del Conde de la Gomera y gobernador de la provincia de Chucuito en el Perú, quien no sólo alaba la actuación de los miembros de la Compañía en esta región, sino que la pone como modelo de administración de la Cruzada en los pueblos de indios, donde los religiosos eran las personas más apropiadas para desempeñar esa tarea por su valimiento y ascendiente sobre los naturales.
Pero, aparte de Chucuito y otros lugares de misión de la Compañía, donde ésta llevó a cabo una encomiable tarea evangelizadora y de servicio a la Cruzada fue en sus Reducciones del Paraguay, en las que se puede observar un paralelismo entre el grado de evangelización y la toma de la bula por parte de los indios guaraníes. Así, en 1653 el subdelegado de Cruzada, Jacinto de Godoy, notificaba que había 19 reducciones de indios con numerosos indios confirmados a los que no llegaban bulas, por lo que el Consejo de Cruzada acordó remitir 40.000 ejemplares.
Universidad Católica Sedes Sapientiae
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