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Lunes, 25 de noviembre de 2024

La descendencia de Abraham

De Enciclopedia Católica

Revisión de 17:07 14 dic 2006 por Alex (Discusión | contribuciones)

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En la Sagrada Biblia, la expresión “La Descendencia de Abraham” se encuentra sólo en dos versículos del Evangelio de San Lucas (16, 22,23). Aparece en la parábola del hombre rico y Lázaro, cuya imaginería claramente se extrae de las representaciones populares del mundo invisible de los muertos que eran corrientes en la época de Nuestro Señor. Según las concepciones judías de ese tiempo, las almas de los muertos se reunían en un lugar de estancia general, el Sheol de la literatura del Antiguo Testamento, y el Hades de los escritos del Nuevo Testamento (cf. Lucas, 16 22, en gr. 16, 23). Sin embargo, existía entre ellos una separación local, según sus actos durante su vida mortal. En el mundo invisible de los muertos las almas de los justos ocupaban una morada o compartimento propio que estaba claramente separado por un muro o un abismo de la morada o compartimento al que eran enviadas las almas de los réprobos. Esta última era un lugar de tormentos habitualmente llamado Gehenna (cf. Mt., 5, 29,30; 18, 9; Mc., 9, 42 y ss. en la Vulgata latina) – la otra, un lugar de felicidad y seguridad conocido bajo los nombres de “Paraíso” (cf. Lucas, 23, 43) y “La Descendencia de Abraham” (Lucas, 16, 22,23). Y en concordancia con estas concepciones judías Nuestro Señor pintó el terrible destino del egoísta hombre rico, y por el contrario, la gloriosa recompensa del paciente Lázaro. En la vida futura el Rico se encuentra en la Gehenna, condenado a los más atroces tormentos, mientras que Lázaro era llevado por los ángeles a la “Descendencia de Abraham” donde los justos muertos compartían el reposo y la felicidad de Abraham, “el padre de los fieles”. Pero mientras los comentaristas están generalmente de acuerdo sobre el significado de la expresión figurada “La Descendencia de Abraham”, como designando la morada bienaventurada de las almas de los justos después de la muerte, están en desacuerdo respecto a la forma en que se originó la propia frase. Hasta la época de Maldonado (año 1583), su origen se hacía provenir de la costumbre universal de los padres de tomar en sus brazos, o colocar en sus rodillas, a sus hijos cuando estaban fatigados, o cuando volvían a casa, y hacerles acostarse a su lado durante la noche (cf. II Reyes, 12, 2; III Reyes, 3, 20; 17, 19; Lucas, 11, 7 y ss.), logrando así que disfrutaran de descanso y seguridad en La Descendencia de un padre amante. De la misma manera se suponía que actuaba Abraham con sus hijos tras las fatigas y dificultades de la vida presente, de ahí la expresión metafórica “estar en La Descendencia de Abraham” significando estar en reposo y felicidad con él. Pero según Maldonado (In Lucam, 16, 22), cuya teoría ha sido desde entonces aceptada por muchos estudiosos, la metáfora “estar en La Descendencia de Abraham” deriva de la costumbre de reclinarse en sofás en la mesa que prevalecía entre los judíos antes y durante la época de Cristo. Como en un festín cada invitado se apoyaba sobre su codo izquierdo para dejar su brazo derecho libre, y como dos o más se ponían en el mismo sofá, la cabeza de un hombre estaba cerca del pecho del hombre que estaba detrás, y por tanto se decía que “estaba tendido en La Descendencia” del otro. También se consideraba por los judíos de antaño un signo de especial honor y favor hacia uno el que se le permitiera tenderse en La Descendencia del dueño de la casa (cf. Juan, 13, 23). Y es mediante esta ilustración como pintaban ellos el mundo futuro. Concebían la recompensa de los justos muertos como la participación en un banquete dado por Abraham, “el padre de los fieles” (Cf. Mt., 8, 11 y ss.), y como la recompensa más elevada el reposar en el “seno de Abraham”. Desde la venida de Nuestro Señor, “La Descendencia de Abraham” dejó gradualmente de designar un lugar de felicidad imperfecta, y se convirtió en sinónimo del propio Cielo. En sus escritos los Padres de la Iglesia entienden por esa expresión a veces la morada de los justos muertos antes de que fueran admitidos a la Visión Beatífica tras la muerte del Salvador, a veces el Cielo, en el que los justos de la Nueva Ley son introducidos inmediatamente tras su fallecimiento. Cuando en su liturgia la Iglesia ruega solemnemente que los ángeles transporten el alma de uno de sus hijos difuntos a la “Descendencia de Abraham”, emplea la expresión para designar el Cielo y su felicidad interminable en compañía de los fieles de ambos Testamentos, y en particular con Abraham, el padre de todos ellos. Este paso de la expresión “La Descendencia de Abraham” de un sentido imperfecto y limitado a uno más completo y superior es muy natural y está en plena armonía con el carácter general del designio del Nuevo Testamento como complemento y plenitud de la revelación del Antiguo Testamento.

FRANCIS E. GIGOT Transcrito por Thomas Hancil Traducido por Francisco Vázquez