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Martes, 3 de diciembre de 2024

Evolución: Dios es el Autor de la vida

De Enciclopedia Católica

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Origen de la Vida

6,10.- Dios es el Autor de la vida. Incluso en una hipótesis evolucionista hay que aceptar unas leyes que dirijan esta evolución. Estas leyes son obra de Dios.

Juan Oró, uno de los españoles que investigan en los Estados Unidos para la NASA, que está al frente del equipo que analizó las muestras lunares que trajeron los astronautas, y cuya opinión fue definitiva para afirmar que en Marte no hay vida, opina que la vida surgió a merced de un proceso de evolución química gradual que conduce a la generación progresiva según leyes determinadas, aunque todavía estamos lejos de tener una clara comprensión de las leyes que rigen la evolución de las partículas elementales.

El biólogo soviético Alejandro Oparin, explica así el origen de la vida: «En la atmósfera terrestre primitiva, a partir de algunos compuestos relativamente sencillos, principalmente metano, amoníaco, vapor de agua y ácido sulfúrico, y bajo la acción de las descargas eléctricas y rayos ultravioleta se formaron numerosas y variadas sustancias orgánicas de molécula compleja. Estos productos pasaron a formar parte de la hidrosfera, al ser arrastrados por la lluvia, y una vez allí, sufrieron posteriores modificaciones, y un incremento ulterior de su complejidad»174.

En abril de 1985 la revista norteamericana «News Week» se hacía eco de la presentación, por parte de un grupo de bioquímicos de la NASA americana, de unas pruebas según las cuales la arcilla sirvió como catalizador en la formación de los primeros compuestos orgánicos. Podría ser una explicación de aquello de la Biblia de que la vida nació del barro.

Recientemente Leslie Orgel, uno de los mayores expertos mundiales en la materia, demuestra en la revista científica Nature que el origen de la vida pudo aparecer en terreno arcilloso.

De hecho Stanley Miller y Harold Urey, en 1953, haciendo pasar una descarga eléctrica a través de una mezcla de metano, amoníaco, nitrógeno y vapor de agua, lograron sintetizar aminoácidos constitutivos de las proteínas.

El Doctor en Ciencias Químicas, D. José Sánchez-Real, Catedrático en Valencia, opina que la reacción que Oparin sitúa en la superficie de la Tierra debió darse en altas capas de la atmósfera.

En todo caso, como el mismo Oparin expone en su obra con multitud de fórmulas y reacciones químicas, todo esto supone unas leyes, y las leyes una inteligencia. A esta inteligencia la llamamos DIOS.

Por eso decimos que Dios es el Autor de la vida.

El mismo Oparin reconoció en Barcelona (junio 1973), en la IV Conferencia Internacional sobre el «Origen de la Vida»: El origen de la vida no es ocasional. Se ajusta en todo a las leyes de la Naturaleza Y Stuart Mill: Las leyes de la Naturaleza no pueden, por sí mismas, ofrecer una explicación de su propio origen.

John B. Haldane, famoso fisiólogo genetista británico, Profesor de la Universidad de Cambridge, afirma que el origen de la vida es imposible sin un Ser Inteligente preexistente.

La vida no se ha formado por casualidad, sino que se basa en leyes bien precisas

Dice Salvador de Madariaga: «El mundo vivo no puede ni siquiera concebirse sino como la ejecución de un proyecto que le es anterior»175. El paso de las micromoléculas a las macromoléculas se realiza según unas reglas y leyes.

Fred Hoyle, célebre científico inglés, a quien en 1972 le fue otorgado el título de «Caballero» por sus trabajos científicos, afirma: «La vida no puede haberse producido por casualidad»176.

6,11.- La base de la vida, está en los ácidos nucleicos y aminoácidos.

Los aminoácidos son los componentes de las proteínas. Las proteínas son los ladrillos de las células. Estas macromoléculas son esenciales en todo ente con vida.

«Hay una ley que desde los primeros aminoácidos y nucleótidos formados en las aguas primitivas han conducido a través de millones de años de evolución hasta la formación del DNA humano»177.

La molécula del ácido desoxirribonucleico (DNA) componente fundamental de los cromosomas, es portador de la información genética. Cada célula puede poseer docenas de cromosomas. Cada cromosoma posee cientos de genes. Los genes son cadenas de ácido desoxirribonucleico (DNA).

Harada sintetizó aminoácidos, que son los componentes estructurales de las proteínas sometiendo a una temperatura de mil grados centígrados amoníaco, vapor de agua y gas metano, tres derivados volcánicos que probablemente eran muy abundantes en la atmósfera primitiva.

Sin embargo la complejidad de la proteína lejos de ser un desorden, es un orden supremo. Es decir, siempre hemos de admitir unas leyes que dirigen la evolución El Dr.Jorge Wald, biólogo de la Universidad Norteamericana de Harvard, Premio Nobel, dijo en el Congreso Internacional sobre el Origen de la Vida celebrado en Barcelona en junio de 1973:

No hay ninguna oposición entre la aceptación de la explicación científica del origen de la vida y la creencia en Dios, pues éste es el Autor de las leyes que rigen el proceso biológico.

«Hoy, no pocos científicos, al menos entre los occidentales, admiten consecuentemente una tendencia finalista en el desarrollo de las formas.

Efectivamente, los últimos descubrimientos, de modo particular los realizados en el sector de las estructuras vivientes, van demostrando la existencia de leyes en los fenómenos vitales, donde el simple azar queda excluido, aun por el mismo cálculo de probabilidades»178.

La vida y la evolución tienen un sentido, no es puro azar

El mismo Oparin reconoce que las leyes de la Naturaleza no pueden ser producto de la casualidad, pero no se pregunta cuál es el origen de estas leyes.

Reconocer la existencia de leyes en la Naturaleza y no preguntarse por el origen de ellas es quedarse a mitad de camino. Si nos preguntamos por el origen último de estas leyes llegaremos a Dios.

6,12.- La vida pudo comenzar en el mundo en un momento determinado, según las leyes puestas por Dios en la Naturaleza.

Parece que fue hace unos 3.000 millones de años.

Comenzó de modo muy elemental, y poco a poco fue evolucionando hasta el hombre, que es la suprema manifestación de la vida en la Tierra. La evolución de la vida en la Tierra supone unas leyes que la han dirigido. La selección natural de la evolución se produce por mutaciones de los caracteres hereditarios en los genes de los cromosomas. Pero este proceso ha seguido unas leyes que han dirigido la línea de la evolución.

«Todo el proceso ha estado programado para que al final apareciese el hombre...Ha existido una dirección privilegiada una finalidad. Sin duda, esta finalidad está en plano superior al puramente material de la evolución»179.

El que la vida haya comenzado en la Tierra o haya venido de otro astro, es indiferente para explicar las causas del origen de la vida.

El que la vida haya venido de otro astro no excluye que la vida se haya originado según unas leyes.

Por otra parte, no se ha demostrado la existencia de seres inteligentes extraterrestres. A los ovnis se les encuentran explicaciones que no los hacen necesariamente extraterrestres.

El hecho de que la vida haya comenzado en la Tierra o haya venido de otra galaxia es lo de menos, pues tan sólo pospone la cuestión a otro tiempo y lugar, afirma el célebre astrónomo norteamericano Dr. Robert Jastrow180.

Aparte de que los rayos cósmicos hubieran acabado con la posible vida en los viajes interplanetarios.

Origen del hombre

6,13.- Un grupo internacional de científicos, dirigidos por el investigador Russell Ciochon, de la Universidad de Iowa (EE.UU.) ha descubierto en China restos humanos de dos millones de años. En 1972 el científico norteamericano Dr. Richard Leakey descubrió en Tanzania, cerca del Lago Rodolfo, en la frontera con Kenya, unos restos humanos. Datan de hace unos dos millones quinientos mil años. En noviembre de 1974 el antropólogo Donald Johanson descubrió en Etiopía un esqueleto de una hembra, al parecer del género homínido. Es el más antiguo, más completo y mejor conservado de los esqueletos pertenecientes a un antepasado del hombre actual. Se trata de un homínido bípedo, de tres millones y medio de años de antigüedad. Se le bautizó con el nombre de «Lucy».

En 1994 un equipo de la Universidad de Berkeley en colaboración con expertos de la Universidad de Tel Aviv, en Israel, han encontrado en la cuenca seca del río etíope Awash una colección de fósiles humanos contemporáneos de «Lucy».

Recientemente, Maeve Leakey, esposa de Richard Leakey, ha descubierto en Kenya un homínido, el «australopitecus anamensis», de cuatro millones de años de antigüedad. Se le considera el padre de «Lucy».

Los restos humanos más antiguos de Europa los tenemos en España. En Atapuerca (Burgos), José Manuel Bermúdez, ha encontrado restos humanos de 800.000 años de antigüedad. Y José Gibert opina que el «Hombre de Orce» (Granada), vivió hace un millón de años.

Si pusiéramos en un año la historia del cosmos, el Big-Bang estaría al empezar el primero de enero, y toda la historia del hombre ocuparía tan sólo el último minuto del 31 de diciembre, de este hipotético año en que cada día equivaldría a 50 millones de años. Y Cristo aparecería el 31 de Diciembre a las 11 horas, 59 minutos y 50 segundos.

6,14-. La Biblia cuenta la creación del primer hombre: de su cuerpo material y de su alma espiritual e inmortal.

Por eso no se puede decir que el hombre viene del mono, así, simplemente. Es necesario admitir la especial intervención de Dios. El cuerpo puede venir por evolución; pero no el alma, que es espiritual. El alma humana ha sido infundida por Dios en el momento de la concepción. Nunca el espíritu puede venir por evolución de la materia. El salto de la materia al espíritu sólo puede darse por la intervención de Dios. Entre el mono y el hombre hay un abismo. Este abismo es la inteligencia. La inteligencia es de orden espiritual.

Dijo el Premio Nobel de Medicina John C. Eccles en el prólogo de «Las fronteras del evolucionismo» lo siguiente: «Cada alma es una nueva creación divina. Me permito decir que ninguna otra explicación es sostenible»181.

La Iglesia siempre ha insistido en el hecho de que siendo espiritual el alma humana sólo puede existir por haber sido creada, y no es posible que proceda de un animal inferior por evolución.

«La fe católica nos obliga a retener que el alma humana ha sido creada inmediatamente por Dios», dice Pío XII en la Encíclica «Humani generis»182.

Con todo, no hay dificultad en admitir, dentro de la doctrina católica, que Dios infundió el alma espiritual en un mono antropomorfo. Un cuerpo animal no es más indigno que un pedazo de barro para percibir el soplo espiritual de Dios.

En la historia bíblica de la formación del primer hombre lo que se quiere destacar es que el hombre proviene de Dios....

La intervención de Dios en la infusión del alma espiritual en el hombre se explica en la Biblia con las palabras: «Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza...Dios Creó al hombre a imagen suya»183.

El hombre es imagen de Dios sólo en el alma espiritual, pues Dios-Creador no tiene cuerpo material. Dios es espíritu puro.

«Alma» significa el principio espiritual del hombre.

«El llevar en sí la imagen y semejanza de Dios lo debe el hombre, no a su figura corporal, sino a su alma espiritual, dotada de entendimiento y voluntad. Sin duda alguna, la palabra hebrea bará (creó) indica una acción especial divina»184.

El hombre es la cumbre de la obra de la creación. Por haber sido hecho a imagen de Dios, el ser humano tiene la dignidad de persona: no es algo, es alguien.

«En la evolución del Universo y de la vida, llegó un momento en que, superando las energías materiales y vitales inferiores, apareció en la Tierra una energía de una calidad eminentemente superior: la energía psíquica humana»185.

Darwin tuvo la intuición de cómo pudo ser el origen del hombre, pero en su tiempo «los fósiles correspondientes a los homínidos eran prácticamente desconocidos». Así lo afirma el Dr.Bermudo Meléndez, Catedrático de Paleontología en la Universidad Complutense de Madrid186.

Es decir, en aquel tiempo la teoría evolucionista de Darwin era una hipótesis sin comprobación empírica. Por eso la Iglesia, que es muy prudente, no acepta todas la hipótesis científicas inmediatamente; sino que espera a que esa hipótesis de trabajo se consolide y se estudie su armonía con la Revelación de Dios.

6,15.- Esta teoría de que Dios se sirvió del cuerpo de un mono para hacer al primer hombre se llama evolucionismo. Hay muchos teólogos católicos que defienden esta teoría, que no está condenada por la Iglesia. Desde la fe y la filosofía no hay inconveniente en admitir la teoría de la evolución. La última palabra la tiene la Ciencia. Pero la teoría de la evolución no elimina la necesidad de una inteligencia ordenadora. Admitir el orden de este mundo y no preguntarse por su causa, es como encontrarse un televisor en lo alto de un monte y atribuirlo a la casualidad. Los textos de la Biblia no tratan de darnos una explicación científica del modo cómo fueron hechos Adán y Eva, sino algo mucho más profundo: el hombre es obra de Dios y la mujer de la misma naturaleza que el hombre.

El Génesis es una narración simbólica del origen de la humanidad. La Biblia está llena de antropomorfismos que hay que saber interpretar. Con la imagen del soplo quiere decir que el hombre recibió de Dios algo que lo convirtió en un hombre. A ese algo nosotros llamamos alma espiritual. Y cuando dice que Eva era de una costilla de Adán quiere decir que la mujer es de la misma naturaleza que el hombre187. La formación de la mujer de la costilla del varón quiere expresar que la dignidad de aquélla es igual a la de éste188. Pío XII afirma en la Encíclica «Humani generis» (1950) sobre la evolución: La Iglesia deja la doctrina de la evolución como una cuestión abierta, mientras las especulaciones se limiten al desarrollo del cuerpo humano a partir de otra materia viviente ya existente. Es posible, que el hombre y el mono actual vengan de un tronco común; pero aunque el cuerpo del hombre pueda venir por evolución de un mono antropomorfo, no por eso vamos a decir que el hombre es un mono desnudo. También la gallina procede de un huevo, y no decimos que la gallina es un huevo con plumas. El hombre es mucho más que un animal. Prescindir de la vertiente espiritual del hombre es una visión equivocada de lo que es realmente el hombre.

El hombre es algo más que un simple animal. En el hombre hay un alma espiritual que no puede venir por evolución de la materia, sino por creación de Dios. El hombre es algo más que el resultado de una evolución biológica.

«Por simple evolución no es posible franquear el abismo que existe entre el reino animal y el hombre. Con las solas fuerzas naturales, ningún animal pudo evolucionar y llegar a un grado de perfección tal que le permitiera salir del círculo de la especie animal y entrar en el de la especie humana. El primer hombre no es, ni pudo ser, el resultado supremo de una evolución animal, sino un ser que existe porque Dios lo creó. Dios está en el origen del hombre; y sin su acción especialísima, el hombre no hubiera llegado a existir»189.

El efecto no puede ser superior a la causa que lo produce. De una piedra no puede salir una flor, hace falta una semilla. La semilla tiene vida, la piedra no. Nadie da lo que no tiene. Si yo sólo tengo quinientas pesetas en el bolsillo, no puedo darte mil. Que lo espiritual es producido por la materia, desde el punto de vista de la lógica, es inadmisible. Si el alma no puede venir de la materia, su existencia sólo se explica por la intervención creadora de Dios Que las almas son inmediatamente creadas por Dios es un punto de vista que la fe católica nos impone.

Pío XII añade en su Encíclica «Humani generis»: «La fe católica manda defender que las almas son creadas inmediatamente por Dios»190. Pero admite que para formar el cuerpo del primer hombre pudo haber utilizado el cuerpo de un mono antropomorfo.

Puede ser interesante mi vídeo: «El origen del hombre a la luz de la Ciencia actual y de la Biblia».

Hace tiempo, la Iglesia recibió con recelo la teoría evolucionista. No por culpa de Darwin, padre de la teoría, que era creyente191, y aceptaba a Dios como Autor de las leyes que rigen la evolución192, como hoy admitimos. Fue por culpa de Huxley que era materialista y excluía a Dios del proceso evolutivo, haciendo de la evolución una nueva religión.

Charles Robert Darwin empezó la carrera eclesiástica, aunque después la dejó para dedicarse a su pasión: la Historia Natural. Él quiso siempre tratar el argumento sólo desde el punto de vista científico sin ponerlo nunca en conflicto con sus convicciones religiosas. Darwin pensaba que la evolución se ha debido a leyes generales impuestas por el Creador. Dice Darwin al final de su libro «Origen de las Especies» aparecido en 1859: «Es grandioso el espectáculo de las fuerzas variadas de la vida que Dios infundió en los seres creados haciéndoles desarrollarse en formas cada vez más bellas y admirables»193.

Darwin escribe a Marx en 1880 rechazando la dedicatoria de la edición inglesa de «El capital» por su materialismo194.

6,16.- Conviene advertir que el hecho de la evolución es una hipótesis ; no algo científicamente indiscutible. Se afirma, pero no se prueba. Cada día son más los adversarios de la evolución. Algunos científicos (Luis Bounonre, von Hexkuell, Hermann Nielsen, Herbert Nilsson, etc. ) opinan que el evolucionismo no es posible, pues la evolución sólo se da dentro de una especie; pero no es posible el paso de una especie a otra195.

Son muchos los científicos que rechazan el evolucionismo darwinista. El Prof. Wilder Smith investigador en Bioquímica, ha publicado un libro documentado y contundente contra la evolución biológica. G. Sermonti, Profesor de Genética de la Universidad de Perugia y R. Fondi, Profesor de Paleontología en la Universidad de Siena, han escrito juntamente un libro en el que niegan todo valor determinante a la selección natural darwinista. El famoso científico contemporáneo Sir Fred Hoyle, en su libro «El Universo inteligente» ha escrito: «La teoría darwinista es errónea»196.

El periódico italiano «Corriere della Sera» del 25 de Agosto de 1992 da cuenta de una intervención del especialista británico Richard Milton en el Congreso de la Asociación Británica para el Progreso de la Ciencia en la que afirmó: el mito del darvinismo ha quedado hecho pedazos.

Michael Danton, Director del Centro de Investigaciones en Genética Humana de Sidney (Australia), opina que Darwin estaba equivocado. Pierre Paul Grassé, Miembro de la Academia Francesa y considerado como el primer zoólogo del mundo, dice que el darvinismo encierra importantes falacias, y advierte: «Hay que hacer reflexionar a los biólogos sobre la ligereza de las interpretaciones y extrapolaciones que los doctrinarios presentan como verdades demostradas»197. Recientemente el célebre biólogo y matemático Jorge Salet en su libro «Azar y certeza»198, demuestra matemáticamente la imposibilidad de una evolución progresiva. Afirma que desde el origen de la vida hace tres mil millones de años no ha habido tiempo para que la primera célula viva evolucione hasta el hombre, pues el número de probabilidades es del orden de diez elevado a menos cien (10-100). Es decir una probabilidad tan mínima, que para los científicos es prácticamente imposible.

6,17.- Se presenta el problema de si fue una sola pareja o fueron muchas las que Dios transformó en hombres. La primera teoría se llama monogenismo. La segunda, poligenismo. La teología del pecado original se ha expresado siempre bajo la concepción monogenista del origen del hombre.

Actualmente los teólogos han realizado serios intentos para buscar una explicación del pecado original en la hipótesis del poligenismo, pero no han llegado a una solución plenamente satisfactoria. Con todo el monogenismo no puede ser considerado como una doctrina revelada o infaliblemente enseñada por la Iglesia199; pero es una doctrina considerada por buenos teólogos como próxima a la fe. El Sumo Pontífice Pío XII dice a este propósito: «mas cuando se trata de otra hipótesis, la del llamado poligenismo, los hijos de la Iglesia no gozan de la misma libertad. Porque los fieles no pueden abrazar la sentencia de los que afirman: o que después de Adán existieron en la Tierra verdaderos hombres que no procedieron de aquél como del primer padre de todos por generación natural, o que Adán significa una especie de muchedumbre de primeros padres. No se ve por modo alguno cómo puede esta sentencia conciliarse con lo que las fuentes de la verdad revelada y los documentos del Magisterio de la Iglesia proponen sobre el pecado original, que procede del pecado verdaderamente cometido por un solo Adán y transmitido a todos por generación»200. Pío XII no dice que el poligenismo no pueda conciliarse con la fe, sino que no se ve cómo pueda conciliarse. Deja abierta la posibilidad de una conciliación.

La hipótesis del monogenismo tiene una confirmación científica, pues según el profesor Francisco Grande Covián, la información genética del DNA mitocondrial confirma que toda la humanidad viene de la misma madre. Un grupo de genetistas de la Universidad de Berkeley encabezado por A.C.Wilson, estudiando el DNA mitocondrial sugiere el origen monogenético de la humanidad.

7. EL HOMBRE SE DIFERENCIA DEL ANIMAL EN QUE TIENE UN ALMA INTELIGENTE. 7,1.- Dice el Concilio Vaticano I: «Desde el principio del tiempo creó Dios de la nada la criatura espiritual y corporal, esto es, la angélica y la mundana, y luego la humana constituida de espíritu y cuerpo»201.

El alma humana fue creada por Dios directamente de la nada. El hombre vive por su alma. El alma vivifica al cuerpo. El alma es la fuente de la vida del hombre.

El alma es el principio vital del hombre. Esto pertenece al depósito de la fe. Ha sido definido expresamente por la Iglesia202. La existencia del alma es una cosa tan clara que no se puede dudar de ella en sana Filosofía. Cada vez es mayor el número de científicos que, en el tratamiento de la realidad existencial del alma humana, se alejan del dogma materialista que prohíbe terminantemente el hablar siquiera de ella, bajo el pretexto de que está demostrado «científicamente» su no existencia.

«El alma es la parte espiritual del hombre que sobrevive al cuerpo, y es la sede de las operaciones espirituales como, por ejemplo, el raciocinio.

El alma es parte de un todo que muestra su composición dual por la diversidad de funciones con mutuas influencias, pero con resultados inconfundibles y propios de cada parte (...). Es una realidad no material responsable de la actividad consciente y libre del hombre»203.

Karl Popper, una de las primeras figuras de la moderna Filosofía de la Ciencia, que estuvo enrolado en movimientos marxistas hasta que llegó al convencimiento de que el marxismo era una doctrina pseudocientífica y antihumana, afirma que el lenguaje humano implica una capacidad de razonar que debe ser considerada superior al conocimiento de los animales.

Y John Eccles, Premio Nobel de Neurofisiología, por sus investigaciones acerca del cerebro, comparte con Popper el rechazo del materialismo y admite la existencia en el hombre de un alma espiritual.

«Personalmente me veo forzado a creer que existe algo que podríamos llamar el origen sobrenatural de mi irrepetible autoconsciente, o de mi irrepetible individualidad o alma»204. «Tenemos que reconocer que el Yo es el efecto de una creación sobrenatural, de eso que en el sentido religioso se llama alma»205.

El alma es la «forma», la estructura óntica del hombre. Aquello que le hace ser, precisamente, hombre. Es algo real; es decir, como indica la definición de real: existencia efectiva y verdadera. Llamamos alma al principio vital. Por eso, en absoluto, se podría hablar de alma vegetativa en las plantas, de alma sensitiva en los animales y de alma racional en el hombre. Pero la costumbre ha reducido el nombre de alma al principio vital del hombre, que es intelectual, espiritual e inmortal.

El concepto de alma es irrenunciable para toda antropología humanista desde el momento en que se convenga en designar con dicho concepto la diferencia cualitativa, entitativa, que destaca al hombre de cualquier otra realidad mundana.

Yo me siento la misma persona que cuando era niño. Sin embargo la mayor parte de los elementos materiales de mi cuerpo han variado y se han transformado. Pero hay algo en mí que da continuidad a mi ser. Es el alma que da conciencia de mi yo por la cual pienso y quiero con libre albedrío.

«Parece que algunos no se atreven ya a hablar del alma. Algunos sacerdotes evitan la respetable fórmula del catecismo como si nos encontráramos ante un elemento de la filosofía griega, extraño a la revelación; ante una descomposición de la realidad humana, de hecho indivisible...

Evidentemente toda una parte de la enseñanza de la Iglesia se encuentra de este modo comprometida, y se desvanecen varios aspectos esenciales de la fe a falta de la idea de alma que les daba consistencia y expresión... La existencia del alma, principio espiritual, inaccesible a toda corrupción, forma parte de la doctrina de la fe»206.

Dice el teólogo alemán Ratzinger, Prefecto de la Congregación Vaticana para la Doctrina de la Fe: «Me parece que ya es tiempo de llegar a una rehabilitación en la teología de los tabuizados conceptos de "inmortalidad" y "alma". Ciertamente no están faltos de problemática..., pero arrojarlos a la vía, es ingenuo»207.

Como dice Malebranche el hombre tiene un cuerpo, pero no es un cuerpo. El sujeto que posee es diferente a la cosa poseída. El hombre es algo más que su cuerpo. Es el espíritu el que nos hace personas. Sin él no seríamos más que materia. Seríamos puros animales.

Uno de los hombres más eminentes de la ciencia británica contemporánea es Sir Francis Walshe, dice: Creo que tenemos que volver al antiguo concepto de alma espiritual: esa parte integral de la naturaleza del hombre que es algo inmaterial, incorpóreo, sin la cual no se es persona humana. Y C. S. Lewis, Profesor de la Universidad de Oxford, dice: «La naturaleza es absolutamente incapaz de producir el pensamiento... Ese elemento sobrenatural en el hombre, demuestra que existe algo más por encima y más allá de la naturaleza»208. El neurólogo australiano John C. Eccles, Premio Nobel, dice: «Los fenómenos mentales trascienden claramente los fenómenos de la Fisiología y la Bioquímica»209.

El 17 de mayo de 1979, la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, publicó una carta en la que se reafirman datos esenciales de la fe católica sobre el más allá. El Papa Juan Pablo II aprobó previamente el texto de la carta que tiene así el valor de magisterio auténtico papal. Allí se dice textualmente: La Iglesia afirma que un elemento espiritual sobrevive después de la muerte. Un elemento dotado de conciencia y voluntad, de suerte que el mismo "ser humano" subsiste. Para designar este elemento la Iglesia usa la palabra "alma", término usado en el lenguaje de la Biblia y la Tradición. Y aunque este vocablo tiene varios significados en la Biblia, la Iglesia piensa que no hay razones válidas para prescindir de esta palabra. Por otra parte, la Iglesia considera que es absolutamente indispensable el uso de alguna palabra para transmitir el dato de la fe de una supervivencia entre la muerte y la resurrección final. G. Deutzenberg ha demostrado que la palabra griega «psigé» tiene que ser traducida por «alma», y no por «vida»210.

Finalmente dice San Pablo que el hombre está compuesto de cuerpo y alma211.

7,2.- El alma no se ve. Pero hay cosas que existen aunque no se vean ni se sientan, como la presión atmosférica. El alma no se ve porque es espíritu, y no todo se ve con los ojos de la cara. Tampoco se ve el espacio y el tiempo, sino que sólo se pueden ver las cosas que ocupan el espacio, y las cosas que cambian con el tiempo. Pero podemos conocer la existencia del alma por sus actos. Para saber si por un cable pasa la corriente eléctrica, intercalas una bombilla. Si se enciende, entonces conoces, por los efectos luminosos, la existencia de la corriente; pero tú no has visto la corriente. Si detrás de una tapia ves una columna de humo, sabes que allí hay fuego; tú no ves el fuego, pero lo conoces por su efecto: el humo. Al ver un río pienso en la existencia de un manantial sin verlo. Rutherford y Bohr conocieron el átomo sin verlo, por los datos obtenidos.

La existencia del alma la conocemos por sus efectos. El alma humana es la base de la vida y de la inteligencia. Si no tuviéramos alma inteligente, no habría cultura, ni ciencia, ni artes, ni técnica, ni aviones, ni ferrocarriles, ni radio, ni televisión, etc.

El alma es lo que más vale de la persona humana. El valor material del cuerpo humano no llega a veinticinco ptas.212.

7,3.- El alma, para pensar, se sirve del cerebro como de un instrumento ; pero el cerebro sin alma que lo vivifique, no hace nada; está muerto. Es una bombilla sin corriente. Si el cerebro piensa, es por el alma. La diferencia entre el cerebro de un muerto y el de un vivo es que uno tiene alma y el otro no.

El cerebro es condición para el raciocinio. La condición es necesaria, aunque no sea causa. Como la ventana es condición necesaria para que la luz del Sol entre en la habitación. Pero la causa de la luz no es la ventana sino el Sol. La causa del raciocinio es el alma. El cerebro es tan sólo la condición, el instrumento.

El cuadro de las lanzas de Velázquez no se debe al pincel. Se debe al artista, al pintor, a Velázquez. Es verdad que Velázquez con una escoba no lo hubiera pintado. Velázquez necesitó el instrumento del pincel. Pero el autor del cuadro no es el pincel, sino el artista. El cerebro es instrumento del alma. Por eso el cerebro para pensar necesita del artista, el alma. Y si el cerebro está lesionado, el alma no funciona bien. El alma y el cerebro se influyen mutuamente.

Wilder Penfield de la Universidad de Montreal, que se dedicó toda su vida, como neurólogo y neurocirujano, al estudio de la persona y del cerebro humano, dice: «El cerebro se parece mucho a un ordenador. Sin embargo, la mente, el espíritu, es algo independiente del cerebro. La mente no es un producto del cerebro. La mente no es algo físico. Depende del cerebro pero no es el cerebro, no es algo fisiológico. Ningún científico ha logrado demostrar que la mente tiene explicación material»213.

El espíritu, inteligencia o mente, no es una producción material. Si es cierto que el cerebro puede ser comparado a una máquina provista de todos los dispositivos electrónicos más perfectos y los conmutadores mejor ajustados, es necesario, sin embargo, que le añadamos un operador: el alma.

En la corteza cerebral hay treinta mil millones de células nerviosas. Querer comprender la mente humana estudiando sólo el cerebro, es como pretender entender un programa de televisión estudiando sólo los transistores y los circuitos integrados del interior del televisor. El programa de televisión supone muchas horas de pensar de técnicos, programadores, realizadores, etc.

Una computadora electrónica puede diagnosticar una enfermedad e incluso programar un tratamiento, pero no puede captar factores psicológicos del enfermo, como el temor, la ansiedad, la frustración, etc., que el médico puede captar y tener en cuenta. El ordenador no siente cariño, ni alegría, ni remordimientos. El ordenador archiva datos, pero no tiene conciencia ni iniciativa. Un magnetófono graba lo que se le dice, pero es indiferente a lo que se le diga. Lo mismo se queda si se le cuenta un chiste que si se le insulta. La persona humana, no.

Los procesos psíquicos no poseen ninguna de las propiedades que observamos en la materia... Por otra parte, la materia no presenta ninguna de las propiedades de lo psíquico... El hombre aúna ambas clases de procesos: su cuerpo se compone de materia, y su vivencia consciente es de naturaleza inmaterial, psíquica.

El célebre investigador cerebral del Hospital Ramón y Cajal de Madrid, el Dr. Rodríguez Delgado, Director del Centro de Estudios Neurobiológicos, Académico de la Real Academia de Doctores, dijo por Radio Nacional de España, el lunes 12 de marzo de 1984, a las 11:30 de la mañana, entrevistado por Silvia Arlet, que el cerebro y el alma son dos cosas distintas. El cerebro se palpa, se pesa, se mide; y el alma no. Hay que distinguir entre las funciones cerebrales y el cerebro. La memoria, -dijo el Dr. Rodríguez Delgado - está en el cerebro pero no es el cerebro. El cerebro y el alma son cosas distintas, dijo este eminente investigador del cerebro.

La mente ostenta unas propiedades y unas facultades funcionales que rebasan lo puramente biológico y fisiológico, y con mayor razón lo físico. Reducir el pensamiento al cerebro material es como en un cuadro de Goya examinar el lienzo y los colores yuxtapuestos, pero desconocer el arte, que es de orden espiritual. Lo mismo que un libro es algo más que papel y tinta. Lo importante son las ideas que transmite. Y esto es espiritual.

Recientemente se ha descubierto la antimateria, pero ésta no debe confundirse con el espíritu. La antimateria es materia de signo contrario: electrón positivo y protón negativo. Los actos espirituales están en otro plano.

8.- SIN ALMA INTELIGENTE NO PODRÍAMOS PROGRESAR. 8,1.- El hombre progresa porque tiene inteligencia. El animal no progresa por-que no la tiene. La vida de las abejas que describió Virgilio hace dos mil años, era exactamente lo mismo que la de hoy214. Las golondrinas construyen sus nidos hoy lo mismo que hace dos mil quinientos años, según la descripción que entonces hizo Heródoto215.

En cambio, el hombre, que empezó viviendo en cuevas, luego construyó chozas y cabañas, y después casas, palacios y rascacielos. Qué diría un sabio de la civilización antigua si resucitara hoy y se encontrara con inventos como el avión y el submarino, la radio y la televisión, la corriente eléctrica y los rayos X »

El hombre -como tiene alma inteligente-, ve, observa, discurre y deduce. El animal -como no la tiene- ve, pero no deduce nada. No sabe discurrir. El animal obra a ciegas. Sigue los instintos que Dios le ha puesto, sin saber por qué.

El instinto es como una máquina automática. Funciona siempre igual.

Lo que impropiamente solemos llamar inteligencia animal es su capacidad para moverse entre estímulos. El animal responde de la misma manera a los mismos estímulos que excitan sus instintos. En cambio el hombre puede modificar sus respuestas al estímulo. Los animales aprenden cosas por asociación de imágenes y sentimientos; pero no son capaces de hacer un silogismo, un raciocinio. Se amaestran a base de palo y golosinas.

Los instintos animales tienen una memoria sensitiva que les impide repetir los mismos errores. Pero esta memoria sensitiva no tiene nada que ver con la memoria espiritual, propia del raciocinio humano, que permite al hombre pasar de lo conocido a lo desconocido, y así hacer posible el progreso, ausente en los animales.

8,2.- La inteligencia humana nos permite pasar de lo conocido a lo desconocido.

En un iceberg los ojos sólo ven la novena parte de la montaña de hielo: debajo del agua hay 8/9 partes que no se ven, pero que puedo conocerlas por mi inteligencia. En 1846 Leverrier descubre y localiza con exactitud, sin haberlo visto jamás, el planeta Neptuno, calculando la desviación de la órbita de Urano. El astrónomo alemán Galle dirigió su telescopio al lugar donde Leverrier le indicaba y allí se encontró con Neptuno.

En 1915 del mismo modo, estudiando las irregularidades en la órbita de Neptuno, Lowell descubrió a Plutón que no pudo ser visto hasta el 12 de marzo de 1930 por Clyde Tombaugh que murió a los noventa años en Mesilla Park (Nuevo Méjico) el 17 de Enero de 1997.

Actualmente se busca el Planeta X, que se supone a unos diez mil millones de kilómetros del Sol.

La estructura del átomo, formado por neutrones y protones en el núcleo, y electrones en la órbita, fue descubierta por Bohr y Rutherford mucho antes de que el átomo pudiera ser visto. En la EXPO de Sevilla de 1993 pudimos ver un átomo de hidrógeno aumentado mil millones de veces.

Paul Dirac, Premio Nobel de Física, predijo la existencia de los electrones positivos antes de su descubrimiento experimental realizado por el norteamericano Anderson en 1932.

En enero de 1972 se descubrió en la Sierra de Güéjar (Granada) un yacimiento de fósiles marinos de una antigüedad de más de treinta millones de años, y a una altura de más de mil metros. Esto indica que esas alturas estuvieron un día cubiertas por el mar. Los ojos sólo nos dan la existencia de los fósiles, pero la inteligencia nos dice que esos fósiles sólo el mar pudo dejarlos ahí.

En 1769 James Watt, al ver levantarse intermitentemente la tapadera de una olla puesta al fuego, dedujo la fuerza expansiva del vapor de agua e inventó la máquina de vapor. Más tarde, en 1814, Stephenson construye la primera locomotora del mundo.

Cuándo un gato ha inventado una locomotora por ver levantarse la tapa del puchero» Ningún animal inventa nada. El hombre se diferencia del animal en que gracias a su inteligencia domina a la Naturaleza: domina el frío y el calor con el aire acondicionado, acorta la distancia con los medios de locomoción, aumenta el poder de la visión del ojo con el microscopio, y el alcance del oído con la radio, etc.

9.- SIN ALMA INTELIGENTE NO PODRÍAMOS COMPRENDER LAS IDEAS ABSTRACTAS, NI SENTIR EL DEBER Y LA VIRTUD. 9,1.- En el hombre hay algo que no es materia; ilusión, esperanza.

Tenemos capacidad para lo no material.

Los animales al no captar ideas abstractas no pueden preocuparse de los problemas filosóficos o religiosos, que son exclusivos del hombre.

El hombre, por tener alma inteligente, comprende lo abstracto, lo que no se ve ni se toca, lo que no es cuadrado ni redondo, lo que no tiene sabor ni color: la honradez, la gratitud, el deber. Pues, crees que te haría mucho caso un burro si le hablaras del deber»

El burro sólo obedece al palo. El animal nada sabe del deber, pues el deber no se ve ni se toca; se entiende. Y el animal no tiene alma inteligente: ve y siente, pero no entiende nada. El animal sólo tiene vida sensitiva. Se le puede educar y amaestrar, pero a base de palo y golosinas. No entiende de razonamientos. No capta relaciones de ideas.

Sólo capta sensaciones: si tú te haces amigo del perro de tu cuñado, el perro terminará por conocerte al verte, al olerte, o al oír tu voz.

Por sensaciones. Por los sentidos. Pero nunca te conocerá como cuñado de su dueño. El animal sólo tiene conocimientos sensitivos, no puede captar ideas.

Si no tuviéramos alma espiritual, capaz de captar ideas, ante un escrito nos quedaríamos igual que el que no entiende el telégrafo morse, ante una tira de puntos y rayas, que se queda lo mismo si la noticia recibida es buena o es mala.

Fuera de la especie humana no conocemos ningún animal capaz de hacer razonamientos abstractos... La actividad mental humana basada en conceptos abstractos es cualitativamente diferente a los procesos bioeléctricos que ocurren en el cerebro... Existe en nosotros un ente no material capaz de razonamientos abstractos.

Los animales sólo se mueven por el instinto de conservación del individuo y de la especie: reproducción y supervivencia (alimentación y defensa de la vida).

Al hombre le gusta celebrar grandes acontecimientos de su vida:

nacimientos, bodas, muertes, aniversarios, etc. Los animales no entienden de celebraciones.

El Premio Nobel de Medicina, Alexis Carrel, dice: «el alma es el aspecto de nosotros mismos que es específico de nuestra naturaleza, y que distingue al hombre de los demás animales»216.

Los animales tienen modo de comunicarse. Pero esto no es prueba de inteligencia. Esta comunicación entra en el campo de los instintos. Un canario puede emitir un conjunto de sonidos instintivos, pero es incapaz de interpretar la partitura de una sinfonía de Beethoven.

Entre el lenguaje humano y la comunicación de los animales existe un foso insalvable. Los animales son capaces de expresar distintos estados afectivos: amistad, temor, sorpresa, etc.; pero son incapaces de expresar juicios. Algunos chimpancés pueden repetir palabras sencillas, pero son incapaces de construir frases. A pesar de que un chimpancé tiene un aparato vocal capaz de pronunciar toda clase de palabras, después de seis años de instrucción, sólo se consiguió que pronunciara seis palabras; mientras que un niño en ese tiempo es capaz de conocer y pronunciar más de dos mil. Es que no se trata de voz, sino de inteligencia. «La posesión de un lenguaje articulado es prueba evidente de la supremacía del hombre. El lenguaje de los animales, cualesquiera que sean sus modalidades, no va más allá de un encadenamiento de automatismos»217.

9,2.- Nuestra alma inteligente es el gran abismo que nos separa de los animales. Gracias a Dios, los hombres somos algo más que animales.

Tenemos un alma inteligente, espiritual e inmortal, destinada a conocer a Dios y a gozar de la gloria por toda la eternidad.

10.- NUESTRA ALMA INTELIGENTE ES ADEMÁS ESPIRITUAL E INMORTAL. 10,1.- Se prueba que el alma es espiritual porque realiza actos intelectuales con los que capta lo que no impresiona a los sentidos, lo que no se ve ni se toca, lo que no tiene color, ni forma, ni peso; lo que no es material: el deber, la justicia, la nobleza, el honor, la virtud, el heroísmo. Los sentimientos de envidia, odio, venganza, avaricia, ambición, orgullo, son de carácter espiritual. Lo mismo que la amabilidad, generosidad, bondad, etc.

Los conceptos abstractos no están sujetos al tiempo y al espacio. Son de ayer y de hoy, de aquí y de allí. No como la flor que veo aquí y ahora. Ayer era capullo y mañana se secará. En cambio, los conceptos abstractos son invariables en el espacio y en el tiempo. El concepto de triangularidad se aplica exactamente igual a todos los triángulos posibles de todos los tiempos y de todas las formas: sean equiláteros, isósceles o escalenos.

Cuando yo digo madre, hijo, hermano, además del proceso físico y fisiológico de ondas sonoras y nerviosas que llegan de mis cuerdas vocales a tu tímpano, y de tu oído al cerebro, hay algo muy distinto de la materia que sale de tu corazón y se traslada donde está tu madre, tu hijo o tu hermano.

Decir te amo y I love you suenan de modo totalmente diferente. Sin embargo el español y el inglés entienden la misma idea. El proceso físico-biológico de ondas sonoras y sensitivas es distinto. Pero la idea que expresan es la misma. Lo que pertenece al orden material es distinto, pero la idea que se capta con el alma espiritual es la misma.

El alma compara dos ideas y ve su conformidad o disconformidad.

Si yo escribo en una pizarra el azúcar es rojo y el clavel es dulce, tú captas la desconexión de las ideas; pues lo rojo no es el azúcar sino el clavel, y lo dulce no es el clavel sino el azúcar. Esto lo captas porque tienes una potencia espiritual que capta las ideas. Si alguien insulta a tu madre, te duele; pero si la frase va dirigida a un magnetófono, éste graba la frase pero no se ofende.

Una computadora puede hacer operaciones matemáticas. Pero solamente las operaciones para las que ha sido previamente programada. Por otra parte la máquina es incapaz de sentir responsabilidad, pundonor, agradecimiento, amor, odio, miedo, tristeza, pena, vergüenza, remordimiento, arrepentimiento, etc.. Estos son sentimientos de rango espiritual superiores a lo meramente material.

«El espíritu existe en el hombre, porque la ciencia no puede explicar el raciocinio, ni tampoco el libre albedrío... El ser humano conoce, además de los objetos concretos, las nociones abstractas y universales, lo que solamente puede conseguirse con un imponderable principio espiritual»218.

Un animal puede distinguir por los sentidos cosas concretas, por ejemplo, un triángulo equilátero de otro isósceles o escaleno. Pero nunca podrá captar la idea de triangularidad que es de orden espiritual.

Ahora bien, el efecto no puede ser de naturaleza superior a la causa que lo produce: un huevo de gallina no puede salir de un pino. Nadie da lo que no tiene. Si tú no tienes cien pesetas no puedes prestármelas. Si el alma es capaz de actos espirituales es porque es espiritual. Lo espiritual no puede salir de la materia. El alma espiritual es superior a la materia, no puede salir de la materia. La materia engendra sólo materia. El espíritu no está sujeto a las leyes de la materia. Un juicio, un raciocinio o un acto de voluntad no se pueden ver, oler o pesar.

10,2.- El alma produce operaciones espirituales, luego es espiritual.

Es más, el hombre puede conocer su propio potencial psíquico; puede darse cuenta de que piensa y de que sabe. La conciencia y el juicio no son un simple cambio de grado o calidad con respecto al instinto animal, sino un cambio absoluto de naturaleza y de estado.

Los animales conocen; pero no saben que conocen. El hombre es el único que puede reflexionar y darse cuenta de que sabe.

Por eso, mejor que llamar al hombre animal racional como dijo Aristóteles, sería más exacto decir que el hombre es un animal reflexivo. El hombre no es sólo un ser que sabe sino también un ser que sabe que sabe. Lo que caracteriza al hombre es la conciencia reflexiva.

El hombre es un ser que se pregunta por el último sentido de lo que hace y de lo que es. Ésta es una pregunta que no se hace el animal.

El hombre es un ser que se plantea problemas. Por esto se distingue de los otros seres que componen el Universo.

Lo lógico del hombre es que se haga preguntas transcendentes: Es irrenunciable que el hombre se pregunte sobre el origen del Universo... La negativa a razonar sobre este problema es irracional:

contradice la propia esencia de la razón La materia inerte no se plantea ninguna cuestión sobre sí misma. La mesa es lo que es, sin inquietarse por lo que es, o lo que debe ser.

El animal tampoco discurre. Vive, ejerce sus apetitos y sus instintos, pero sin reflexionar, sin interrogarse sobre ellos: sobre su objeto y sobre su valor.

El hombre, por el contrario, es capaz de reflexionar, de volver sobre sí y sobre sus actos. En la interrogación y en la reflexión, nacen y maduran nuestras acciones auténticamente humanas.

Le oí decir al Padre Pilón, S.I., en un Congreso de Parapsicología en Toledo el 28 de febrero de 1988, que la conciencia es totalmente distinta de las sensaciones propias del mundo animal. Estas sensaciones pueden medirse materialmente, pero no así la percepción de la conciencia.

A propósito de la diferencia entre el alma y el cuerpo le oí decir a Julián Marías en una conferencia que pronunció en el Colegio Oficial de Médicos en Madrid, estas ideas:

El cuerpo me dice qué soy, pero no quién soy. El quién es propio del alma. El cuerpo me dice que estoy hecho de carbono, oxígeno, nitrógeno, calcio, hierro, etc. Pero la personalidad, la simpatía, la cordialidad, la amabilidad, la sinceridad, el orgullo, la soberbia, la mentira, el odio, la venganza, son defectos y virtudes espirituales.

Un chequeo médico descubre mi cuerpo enfermo: que soy diabético, que tengo colesterol, o que soy miope; pero al mismo tiempo mi espíritu, mi ánimo, mi alegría, mi optimismo pueden ser muy saludables. Aunque haya cierto influjo entre el cuerpo y el alma, evidentemente que el hombre no se reduce a lo que es su cuerpo, sino que es más importante quién es su persona: esto es algo que trasciende la materia.

10,3.- La espiritualidad del alma se prueba, además, porque el hombre es libre. Que el hombre tiene libertad es dogma de fe219.

Nuestra libertad podrá verse influenciada por diversas circunstancias externas o internas a nosotros mismos.

La Endocrinología estudia, por ejemplo, el influjo del tiroides en el psiquismo.

Pero siempre quedará en pie que, en condiciones normales, tenemos libertad. Y lo probamos con la propia experiencia. Yo soy consciente de que tengo libertad para rascarme la nariz, o cualquiera de las dos orejas, indistintamente. En cambio, sé que no puedo detener libremente las palpitaciones de mi corazón. Tampoco soy libre para dejar de tener hambre, si dejo de comer. Es decir, nadie puede discutirme que soy libre para algunas cosas, aunque no para todo. Y la prueba de que todos los hombres creemos en la libertad humana, es que nos indignamos ante ciertas acciones monstruosas que suponen libertad y responsabilidad: un hijo que apuñala a su madre para robarle. En cambio, si la acción se hace sin libertad (el que apuñala a su madre estaba loco) esto no provoca indignación, sino que da lástima.

Si el hombre no es libre, es tan impotente para modificar su conducta, como lo es para modificar la ruta del Sol. En este caso, no tienen sentido ni las sanciones ni las condecoraciones. Si las hay, es porque todo el mundo está de acuerdo en que el hombre es libre y responsable de algunos de sus actos.

Si el hombre tiene libertad es porque es algo más que materia. La materia no tiene libertad: obedece indefectiblemente a las leyes físicas. «Es materia, dice Weizsäcker, lo que se atiene a las leyes físicas»220. La libertad humana trasciende las leyes físicas. Una máquina responde siempre de la misma manera a los mismos estímulos, en las mismas circunstancias. Si el motor de la moto no arranca, no es porque no quiera. Será que no tiene gasolina, o que no tiene la bujía en condiciones. Pero si no arranca, no la castigas; porque sabes que no tiene libertad. Buscas la causa y la remedias, porque sabes que si todo está es condiciones el motor arranca necesariamente. En cambio, el hombre puede obrar con libertad. Por eso al asesino se le mete en la cárcel; pero no se encarcela a una máquina que ha triturado a un hombre, pues no tiene responsabilidad.

10,4.- Los animales tampoco tienen libertad. Sus movimientos espontáneos se deben a los impulsos de sus diversos instintos de conservación del individuo y de la especie: buscar alimento, defender su vida y reproducirse.

El hombre, al ser libre, puede escoger lo que quiera entre dos cosas.

El animal, como no es libre, no puede escoger. Sigue necesariamente lo que más atrae su sensibilidad: el estímulo más fuerte de sus instintos. El hombre puede renunciar a su apetito. El animal no. El animal no puede subordinar lo placentero a lo honesto. El hombre, sí.

El hombre puede oponerse a las inclinaciones de sus instintos para servir a un ideal.

«Dice un famoso texto de Scheler que el hombre es "el único animal capaz de decir NO a la satisfacción de sus apetencias instintivas"»221.

No es lo mismo libertad que libertinaje. La libertad es un bien. El libertinaje, un mal. La libertad se convierte en libertinaje cuando se olvida de los derechos de los demás. La libertad personal debe estar siempre subordinada al bien común. La libertad, lo mismo que el fuego o el agua, son buenos cuando están controlados. Pero cuando actúan sin control, lo devoran todo.

10,5.- Pero además, la existencia del alma espiritual es algo que se percibe.

Dice San Pablo: «Siento en mi cuerpo bajos instintos contrarios a mi espíritu. Me encuentro prisionero de la ley del pecado que está en mi cuerpo. Por eso actúo no como yo quiero, sino según el pecado que llevo dentro. El bien que quiero hacer, no lo hago; el mal que no quiero hacer, eso es lo que hago. Cuando quiero hacer lo bueno, me encuentro con lo malo en mis manos»222.

Dice Ovidio: «Vídeo meliora proboque, deteriora sequor»: Veo lo mejor y lo apruebo, pero hago lo peor223.

«El hombre debe seguir la ley moral que le impulsa a hacer el bien y evitar el mal. Esta ley resuena en su conciencia. Pero herido en su naturaleza por el pecado original, está sujeto al error e inclinado al mal en el ejercicio de su libertad»224.

Todos notamos en nuestro ser dos partes: una baja y otra alta; una que prefiere lo cómodo, y otra que prefiere lo heroico; una que se inclina al placer, y otra que frena ante lo que está prohibido; una que huye ante el dolor, y otra que se enfrenta con la misma muerte cuando lo exige el deber.

Ahora bien, el instinto de conservación es esencial a toda naturaleza.

La planta se agarra con sus raíces a la tierra; los animales se defienden como fieras. En cambio, el hombre, cualquiera que sean su religión y sus ideas, estima que hay ocasiones en las que vale la pena dar la vida por otros valores no materiales. Y los que así lo hacen son llamados héroes. Esto significa que el hombre es algo más que materia. Si el hombre fuera exclusivamente materia, el bien supremo del hombre sería la vida terrena, y vemos que no lo es.

Por otra parte, en el hombre tiene más importancia lo que pertenece al espíritu que lo que pertenece al cuerpo. Una bofetada en público duele más por lo que tiene de humillación que por el dolor físico que produce.

El remordimiento de una mala acción se siente en el alma. El cuerpo puede quedarse satisfecho, y el alma no. Si Dios es justo, no pueden estar igual el terrorista que ha puesto una bomba que sus víctimas inocentes.

Y sabemos que Dios es justo. Vemos que en el mundo no hay justicia: muchos malos triunfan, y muchos buenos no reciben la recompensa de sus buenas obras. Luego tiene que haber después otra vida, donde Dios dé a cada uno el premio o el castigo que mereció. Es decir, que el alma tiene que sobrevivir al cuerpo. Si el alma sobrevive al cuerpo, es porque no necesita del cuerpo para existir, es decir, porque es espiritual.

Se llama espiritual todo lo que no depende intrínsecamente de la materia para existir. Todo lo que puede existir separado de la materia, como ocurre con el alma, es espiritual.

En 1972, el jesuita español, P. Oscar González de Quevedo, Profesor de Parapsicología en las facultades de Anchieta en San Paulo (Brasil) y en la Pontificia Universidad Católica de Río de Janeiro, estuvo en España dando cursillos de Parapsicología. Dio conferencias y realizó pruebas en las que resulta clara la existencia del alma espiritual.

Por eso en uno de sus libros hace esta afirmación: «Hoy no hay en ninguna parte del mundo un parapsicólogo materialista»225. Todos saben que tenemos alma espiritual.

La psiquiatra suiza, doctora Elizabeth Kübler-Ross, tanatóloga, es decir, especialista en el estudio de la muerte, que ha entrevistado a más de veinte mil moribundos, muchos de los cuales han sido reanimados después de una muerte clínica, afirma que la realidad de otra vida, después de la muerte, es algo absolutamente cierto.

Es curioso el libro del doctor norteamericano médico-psiquiatra Raymond A. Moody, titulado «Vida después de la vida», donde recoge los relatos de un centenar de personas, que estuvieron clínicamente muertas, y después volvieron a la vida. Exponen unas interesantes experiencias en las que se vieron fuera de su cuerpo físico, hablando con seres queridos ya difuntos, y sobre todo, en contacto con un ser luminoso que les interroga amorosamente sobre su vida pasada. Uno de ellos termina diciendo: Después de aquello ya no tengo dudas. Sé que hay vida después de la muerte.

Expresiones similares se repiten frecuentemente en estos relatos226.

10,6.- El alma es también inmortal porque es espiritual. Lo espiritual no tiene partes como la materia. Por lo tanto lo que es espiritual no puede morir, ni por descomposición y corrupción de sus partes (que no tiene por ser espiritual), ni por corrupción del cuerpo (del que no necesita para existir).

La Iglesia afirma la supervivencia y la subsistencia, después de la muerte, de un elemento espiritual que está dotado de conciencia y de voluntad, de manera que subsiste el mismo yo humano.

Además, Dios nos ha dado a todos los hombres una ansia tal de felicidad que exige la inmortalidad.

Felicidad que se acaba, no es verdadera felicidad: si a un ciego le devolvieran la vista sólo por un día, y si a un prisionero le pusieran en libertad sólo una hora, ni el ciego ni el prisionero serán felices sólo con esto. Les atormentaría el pensamiento de que pronto se les acabaría esa felicidad. La felicidad, para que sea completa, debe serlo para siempre.

Como dice Aristóteles, todos los hombres queremos ser felices y en el grado máximo. Sin embargo, en este mundo nadie es totalmente feliz.

Todos tenemos nuestras penas. En unos serán dificultades materiales.

En otros, enfermedades. En otros, disgustos morales. Pero todos tenemos en la vida nubes que nos oscurecen ese sol de la felicidad que tanto ansiamos. Es que nuestra alma está hecha para el cielo, y sólo allí encontrará esa felicidad infinita y eterna que la sacie por completo Dice Enrique Rojas en ABC: El hombre es un ser descontento. Su existencia es una toma de conciencia permanente de sus limitaciones.

Ortega decía que la esencia del hombre era la soledad.

Para Zubiri, la inquietud. Para Unamuno, el sentimiento trágico. Para Heidegger y Kierkegaard, la angustia. Para Sartre, la náusea. Todo lo humano es deficitario, indigente

Si Dios ha puesto en el alma humana esta tendencia irresistible de felicidad, es porque está dispuesto a darnos los medios de poder satisfacerla. Lo contrario iría contra su Sabiduría y su Bondad. Es así que la felicidad que apetecemos exige la inmortalidad, y nuestro cuerpo es mortal, luego nuestra alma tiene que ser inmortal. La inmortalidad del alma es dogma de fe.

El Concilio Vaticano II dice: El afirmar la espiritualidad e inmortalidad del alma no es un espejismo ilusorio, sino una profunda realidad. La Sagrada Congregación de la Fe, el 17 de mayo de 1979, publicó un documento sobre cuestiones de escatología en cuyo n 3 se dice: La Iglesia afirma la continuación tras la muerte de un elemento espiritual del Yo que carece, durante este tiempo, del complemento corporal. La inmortalidad del alma es dogma de fe227.

10,7.- Los Testigos de Jehová niegan la inmortalidad del alma porque la palabra del Génesis «néphesh» significa principio vital común a los animales y a los hombres. Es que la revelación del mensaje bíblico es progresiva. Dios se acomodaba a la mentalidad del pueblo al que se dirigía: la distinción entre alma y cuerpo no aparece hasta Daniel, en el siglo II antes de Cristo. Después, en el Libro de la Sabiduría ya aparece clara la idea de inmortalidad: «Dios creó al hombre para la inmortalidad»228. El cuerpo se muere y desaparece. Lo que permanece es el alma. Por eso Saúl habla con el espíritu de Samuel, que ya había muerto229.

Dijo Jesucristo: «No temáis a los que solamente pueden matar el cuerpo; temed más bien al que puede perder el alma en el infierno»230. «Quien cree en Mí, aunque muera vivirá; quien cree en Mí, no morirá jamás»231.

Con estas palabras Jesús confirma el pensamiento que tenían los judíos de que el alma seguiría viva después de la muerte.

10,8.- Ultimamente ha circulado una teoría de que la separación alma-cuerpo era un dualismo de origen platónico, y que por lo tanto el hombre resucita en el momento de la muerte. Pero no debe olvidarse que tan categorías humanas son las semíticas como las helenísticas, y en este sentido son igualmente aptas para ser instrumento de la revelación de Dios. Eso de que la resurrección es inmediatamente después de la muerte, es una doctrina rechazada por la mayor parte de los teólogos católicos, e incluso por los protestantes de la talla de Oscar Cullmann, Profesor de la Universidad de París, y una de las primeras figuras de la teología protestante232. A su vez el Cardenal Ratzinger, Prefecto de la Congregación Vaticana para la Doctrina de la Fe, afirma: «La hipótesis de una resurrección en el momento de la muerte no se puede probar ni lógica ni bíblicamente»233.

10,9.- Cristo habla de que el hombre sigue vivo más allá de la muerte:

la parábola de Lázaro y el rico Epulón habla de la realidad del infierno después de la muerte234; y al buen ladrón le promete el paraíso después de la muerte235.

Antes había dicho: «Si quieres entrar en la vida eterna, guarda los mandamientos»236. «Los impíos irán al suplicio eterno, y los justos a la vida eterna»237. «Alegraos y regocijaos, porque es grande vuestra recompensa en el cielo»238.

El Evangelio dice que el Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob, no es Dios de muertos sino de vivos239. Luego si Abrahán, Isaac y Jacob están vivos es porque su alma es inmortal.

También San Pablo dice que en esta vida conocemos a Dios imperfectamente, pero que en la gloria lo veremos cara a cara240; y añade: «deseo morir y estar con Cristo lo cual es muchísimo mejor»241.

«Es indescriptible la felicidad del cielo»242.

Es decir, está claro que seguiremos vivos más allá de la muerte.

El Papa Juan Pablo II les dijo a los jóvenes en Vancouver (Canadá) el 18 de Septiembre de 1984: No dejéis que nadie os engañe acerca del verdadero sentido de la vida.

La vida viene de Dios. Dios es la fuente y la meta de vuestras vidas.

En el Evangelio Jesús nos avisa de que en el mundo hay ladrones que vienen a robar. Encontraréis estos ladrones que intentan engañaros.

Os dirán que el sentido de la vida está en el mayor número de placeres posibles. Intentarán convenceros de que este mundo es el único que existe, y que debéis atrapar todo lo que podáis ahora. Habrá quien os diga que vuestra felicidad está en acumular dinero y disfrutar de la vida. Nada de esto es verdadero. Nada de esto proporciona la auténtica felicidad de la vida. La auténtica felicidad de la vida no se encuentra en las cosas materiales. La auténtica vida se encuentra en Dios. Y vosotros descubriréis a Dios en la persona de Jesucristo.

Amadle y servidle ahora para que pueda ser vuestra la plenitud de la vida eterna.

10,10.- Tenemos alma inmortal. Nos guste o no nos guste, esto es una verdad indudable. Y además, dogma de fe. Y el que no lo crea, se va a enterar, porque se va a morir. Negar que tenemos alma es como el que niega que tiene hígado porque no lo ve o no lo siente. Somos como somos, independientemente de cómo quisiéramos ser. Dentro de mil millones de años estaremos todavía vivos: felices en el cielo, o sufriendo en el infierno; pero vivos. Y vivos para siempre. Y para siempre felices, o para siempre sufriendo. Y esta felicidad o este tormento, depende de los años de vida en este mundo.

Por otra parte, ante la afirmación de Cristo-Dios, de que el hombre sigue vivo más allá de la muerte, es lógico y prudente tener esto en cuenta. Si voy por la carretera y me encuentro un letrero que dice «Carretera cortada después de la curva: puente hundido», lo lógico es frenar. Tomar esa curva a toda velocidad es suicida.

Quien vive en esta vida sin preocuparse de la otra es un loco. Lo lógico, lo racional, lo inteligente, es vivir aquí pensando en lo que ciertamente ha de venir después de la muerte.

Nos preocupamos de mantener la salud, la buena presencia física, el capital, etc. Por conservar o mejorar todo esto hacemos esfuerzos, sacrificios y gastamos dinero. Y abandonamos la salvación del alma» Si la perdemos, lo hemos perdido todo y para siempre. Si la salvamos, nos hemos salvado para siempre.

La preocupación por nuestra salvación nos impedirá vivir en pecado mortal, pues una muerte repentina nos llevaría a una condenación eterna. Son frecuentísimas las muertes repentinas: accidentes, enfermedades inesperadas y fulminantes, etc. Quién dormiría tranquilo con una víbora en su cama» Muchos habrá en el infierno que dejaron su conversión para después, y ese después no llegó nunca porque ellos murieron antes. Jesucristo nos lo avisa repetidas veces en el Evangelio: «No sabéis el día ni la hora»243. Y nos lo jugamos todo a una sola carta, pues sólo se muere una vez. No hay segunda oportunidad. Y todo a cara y cruz. No hay término medio entre salvarse y condenarse.

O cielo o infierno. Y esto para toda la eternidad. El equivocado en el momento de morir, jamás podrá rectificar su yerro.

Una persona consecuente aprovecha esta vida para hacer todo el bien posible. En la hora de la muerte nos arrepentiremos no sólo del mal que hayamos hecho, sino también del bien que pudimos hacer y tontamente no hicimos. No debemos hacer las cosas porque nos gustan, sino porque nos conviene para el bien del alma y del cuerpo; y para bien de los demás. Cada día deberíamos hacer una buena acción. Y cada día hacer también una cosa que no me apetece, sobre todo si es en bien del prójimo. Si alguien estuviera cierto que pronto sería trasladado a otro lugar para el resto de sus días, no sería lógico que trasladase allí todos los bienes que pudiera» Por lo mismo el cristiano procura atesorar para el cielo.

10,11.- El dogma de la inmortalidad del alma no tiene nada que ver con la hipótesis de la reencarnación, propia del hinduismo y del budismo, que es inaceptable para un católico.

(Ver núm. 104,3)

Otras perfecciones de Dios 11.- DIOS ES OMNIPERFECTO. 11,1.- Dios es el Ser Necesario (ver nº 2 ). El Ser Necesario tiene la plenitud de la existencia, porque su esencia es existir. Por eso Dios tiene todas las perfecciones posibles en grado infinito, y no puede tener ningún defecto. Si no, no sería Dios.

Los seres contingentes que existen unos por otros, exigen un ser que no exista por otro; es decir, que exista por sí mismo, que tiene que ser eterno, que no puede comenzar a existir, que existe necesariamente, que no pueda no existir, que su esencia sea existir, que tiene la plenitud de la existencia, que tiene la existencia sin limitación, que tiene toda la perfección existente en su grado máximo: es decir, que es omniperfecto. Ése es Dios.

El Ser omniperfecto es inmutable. Todo ser que cambia o se mueve es carente de algo (de esa nueva modalidad). Luego el ser omniperfecto es inmutable.

Dios es la plenitud del SER.

Dios, como posee por naturaleza la plenitud de la existencia, no puede crecer; es por lo tanto infinito. Y el ser infinito es único, puesto que no pueden existir dos seres infinitos distintos; ya que ninguno de los dos poseería lo que pertenece al otro, y en consecuencia podrían crecer los dos. En este caso no serían infinitos como habíamos supuesto.

Todo esto se demuestra ampliamente en Filosofía.

12.- DIOS LO PUEDE TODO. 12,1.- El hombre puede hacer grandes cosas: superpetroleros gigantescos, aviones supersónicos, submarinos atómicos, satélites artificiales, etc.; pero el hombre no puede hacer el Sol ni el Universo. Dios sí puede hacer el Sol y el Universo, porque lo puede todo. Nada es imposible para Dios.

Todo aquello que puede ser hecho, lo puede Dios.

Dios puede hacer todo lo que no es contradictorio.

Pero lo que no puede ser hecho, lo absurdo, lo contradictorio, es imposible que nadie lo haga, ni siquiera Dios: por ejemplo un círculo cuadrado. Un círculo no puede ser cuadrado porque dejaría de ser círculo. Por eso un círculo cuadrado es un absurdo; y Dios no hace absurdos.

13.- DIOS LO SABE TODO. 13,1.- Dios conoce todos los secretos de la Naturaleza, y todos los acontecimientos de la Historia, tanto los pasados como los venideros. «Dios conoce todas las cosas antes de que sucedan»244. Para Dios todo es presente. Para Dios no hay tiempo245.

Dios también conoce todos tus pecados, no sólo los de obra, sino también los de deseo y pensamiento.

Pero Dios también conoce perfectamente -y te lo recordará el día del premio- todas tus buenas obras y hasta tus buenos deseos.

Ten esto presente, porque te ayudará a practicar el bien.

14.- DIOS LO VE TODO. 14,1.- Un muchacho, que salió triunfante ante una ocasión de pecar, decía que el pensamiento que le había salvado era éste: Qué diría mi madre si se enterara». Pues Dios no sólo se entera, sino que te está viendo. No te da vergüenza» Piensa esto cuando te asalte la tentación. Te ayudará a no pecar.

15.- DIOS ES NUESTRO PADRE, QUE ESTA EN EL CIELO: CREADOR Y SEÑOR DE TODAS LAS COSAS, QUE DA SU MERECIDO A LOS BUENOS Y A LOS MALOS. 15,1.- Dios es el Padre de todos los hombres, a quienes ama infinitamente. Por eso para que nos animemos a ser buenos, premia a los buenos dándoles el cielo y castiga a los malos con el infierno. Lo mismo que un buen padre premia a su hijo bueno, y debe castigar a su hijo que no se porta bien.

Con todo, Dios -por su gran bondad- prefiere perdonarnos, si le pedimos perdón. Si alguna vez hace justicia es cuando no tiene más remedio por la obstinación del hombre que no quiere pedir perdón, y cuya libertad Dios se ha comprometido a respetar.

Dios, como es infinitamente misericordioso, perdona todo y del todo. Dios no es vengativo. No debemos sentir angustia. Debemos confiar en su Bondad. Dios per-dona siempre a quien le pide perdón. Pero como también es infinitamente justo, no puede perdonar a quien no le pide perdón.

Sería una monstruosidad impropia de la justicia de Dios.

Jesús habló de "la blasfemia contra el Espíritu Santo" como de un pecado imperdonable. Este pecado es imperdonable porque es un rechazo obstinado a convertirse al amor misericordioso de Dios Padre. Es no querer arrepentirse. Y Dios no puede perdonar al que no quiere arrepentirse.

15,2.- La expresión «castigo de Dios» es bíblica246. Pero necesita ser entendida rectamente. No es que Dios mande un castigo. Sino que el castigo es algo intrínseco a la culpa. Por eso el castigo es obra del hombre, no de Dios. Dios se limita a manifestar la situación del hombre impenitente. Como el catedrático se limita a manifestar que el alumno no es apto. El catedrático no suspende, es el alumno el que se suspende a sí mismo al no estar bien preparado. Se supone que el catedrático obra con justicia.

Dios permite el castigo, por necesario; pero no lo quiere. Lo mismo que no quiere el pecado.

15,3.- El temor a Dios debe ser filial, no servil: más que miedo es respeto amoroso. El temor de hijo, que teme ofender, no amar lo suficiente. El que teme no amar bastante, es una forma superior de amor.

16.- DIOS ESTÁ EN TODAS PARTES. 16,1.- Lo mismo que el perfume llena la habitación, Dios lo llena todo: está en todas partes. Pero de un modo más perfecto.

Cuando decimos que Dios está en el cielo, queremos indicar que allí se manifiesta su gloria más particularmente.

Antes de la creación Dios no podía estar en las cosas, porque todavía no existían. Desde toda la eternidad Dios estaba presente en sí mismo.

17.- A DIOS NO LE VEMOS PORQUE ES ESPÍRITU PURO. 17,1.- Por la limitación de los ojos de nuestro cuerpo, no podemos ver ni lo muy pequeño, ni lo muy lejano. Por eso nos valemos del microscopio y del telescopio.

Tampoco se ve el viento y la luz, si no que vemos tan sólo las cosas iluminadas por la luz y las hojas movidas por el viento.

Nuestros ojos tampoco pueden ver a Dios, porque es espíritu.

Con todo, los que están en el cielo ven a Dios «con los ojos del alma», pues reciben para ello un auxilio especial.



174

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Jaime Loring S.J.

Fuente BEC

Tomado de "Para Salvarte"