Blas Pascal
De Enciclopedia Católica
Pascal dejó numerosas obras científicas entre las que se debe mencionar "Essai sur les coniques" (1640); "Avis à ceux qui verront la machine arithmétique" (1645); "Récit de la grande expérience de l'équilibre des liqueurs" (1648); "Traité du triangle arithmétique" (1654). Se muestra como decidido defensor del método experimental, en oposición al método matemático y mecánico de Descartes. En su "Traité sur la vide", a menudo reimpreso como "Pensées" bajo el título "De l'autorité en matière de philosophie", Pascal plantea claramente la pregunta sobre el progreso, a la que responde audaz pero prudentemente en "L'esprit géometrique", donde distingue con lucidez entre la mente geométrica y la mente penetrante, y establece las bases del arte de la persuasión. Respecto a su autoría del "Discours sur les passions de l'amour", este ensayo contiene al menos ciertas teorías familiares al autor de los "Pensées" por lo que atañe al papel de la intuición en el sentimiento y en la estética, y el estilo de su mayor parte se asemeja al de Pascal. El "Entretien avec M. de Saci sur Epictète et Montaigne" da la clave de los "Pensées"; la psicología sirve como fundamento y criterio a la apologética, diversas filosofías resuelven el problema solo en un aspecto, y únicamente el Cristianismo depara la solución completa.
Pero las dos obras maestras de Pascal son las "Provinciales" y los "Pensées". Un accidente fue la ocasión de las "Provinciales". Al Duque de Liancourt, amigo de Port Royal, le rechazó la absolución el cura de Saint Sulpice, Antoine Arnauld escribió dos cartas que fueron censuradas por la Sorbona. Él intentó apelar al público en un folleto que remitió a sus amigos, pero éstos lo encontraron demasiado denso y teológico. Entonces dijo a Pascal: "Tú, que eres joven, debes hacer algo". Al día siguiente (23 de Enero, 1656) Pascal llevó la primera "Provinciale". Desde Enero de 1656 a Marzo de 1657 siguieron las diecinueve "Petites lettres", la última inacabada. Aparecieron bajo el pseudónimo de Louis de Montalte y fueron publicadas en Colonia, en 1657, como "Les Provinciales, ou Lettres écrites par Louis de Montalte à un provincial de ses amis et au RR. PP. Jesuites sur le sujet de la morale et de la politique de ces pères". Las cuatro primeras tratan sobre la cuestión dogmática que es base del Jansenismo sobre la armonía entre gracia y libertad humana. Pascal responde en la práctica, si no en teoría, negando suficiente gracia y libertad. Las cartas decimoséptima y decimooctava atienden las mismas cuestiones pero muy mitigadas. De la cuarta a la dieciséisava Pascal censura el código moral de los jesuitas, o mejor su casuística, describiendo primero un jesuita naîf que, por simple vanidad, le revela los pretendidos secretos del sistema jesuítico, y después con invectivas directas contra los jesuitas mismos. Las más famosas son la cuarta, sobre los pecados de ignorancia, y la décimotercera, sobre el homicidio.
Toda la vida de Pascal, así como sus declaraciones en el lecho de muerte, dan testimonio de su propósito de que esta obra fuera provechosa. Su buena fe está fuera de toda duda, pero algunos de sus métodos son más cuestionables. Sin alterar nunca gravemente las citas casuísticas, de lo que ha sido a veces acusado erróneamente, sí las adapta un poco en falso, simplifica excesivamente cuestiones complicadas, y, al exponer las soluciones de la casuística se interfieren sus propios prejuicios. Pero el más grave reproche en su contra es, primero, que censuró injustamente a la Sociedad de Jesús, atacándola exclusivamente a ella, atribuyéndola un afán de reducir el ideal Cristiano y de suavizar la moral en aras de su política; segundo, que desacreditó a la misma casuística al negarse a reconocer su legitimidad, o su necesidad en ciertos casos, de modo que no solamente los Jesuitas, sino que la religión misma sufrió en la contienda, lo cual contribuyó a una condena precipitada de la Iglesia de algunas teorías laxas. Y, sin desearlo o incluso saberlo, Pascal proporcionó argumentos por una parte a los incrédulos y adversarios de la de la Iglesia, y por otra a los partidarios de una moralidad independiente. En cuanto a su forma literaria, las "Provinciales" son históricamente la primera prosa maestra de la lengua francesa, con su humor satírico y apasionada elocuencia.
Los "Pensées" o "Pensamientos" son una obra inacabada. Desde su conversión al Jansenismo, Pascal abrigó el proyecto de escribir una apología de la Religión Cristiana que el incesante aumento de libertinos hacía tan necesaria. Había elaborado el esquema y, a ratos, durante su enfermedad tomó notas, fragmentos y meditaciones para su libro. En 1670 Port Royal publicó una edición incompleta. Condorcet, por consejo de Voltaire, procuró relacionar a Pascal en 1776 con la filosofía mediante una edición escogida, a la que se opuso la de Abbe Bossuet (1779). Tras un famoso informe de Cousin sobre el manuscrito de los "Pensamientos" (1842), Faugère publicó la primera edición crítica (1844), seguida desde entonces de muchas otras, siendo la mejor indudablemente la de Michaut (Basle, 1896), que reproduce el original MS. puro y simple. El programa de Pascal nunca podrá determinarse, a pesar de la información facilitada por Port Royal y por su hermana. Es cierto que su método apologético debió ser a la vez riguroso y original; sin duda hizo uso de las pruebas tradicionales - señaladamente, el argumento histórico de las profecías y milagros. Pero contra los adversarios que no admitían la certeza histórica, fue un rasgo de genio producir un argumento enteramente psicológico y, comenzando con el estudio del alma humana, llegar a Dios. El hombre es un "monstruo incomprensible", dice, "príncipe de grandeza y miseria a un mismo tiempo." Ni el dogmatismo ni el pirronismo solucionarán el enigma: uno explica la grandeza del hombre, el otro su miseria; pero ambos no los explica ninguno. Nosotros debemos escuchar a Dios. Sólo el Cristianismo, con su doctrina de la Caída y la Encarnación, da la clave del misterio. Por esto, el Cristianismo es la verdad. De este modo se comprende a Dios y es sentido por el corazón - el cual "tiene razones que la razón no conoce", y que, en medio de la confusión de las otras facultades, nunca yerra - faltando que queramos ir a Él por medio de las obras de la fe, incluso antes de tener fe.
Otro curioso argumento de Pascal es el conocido como el del apostador. Dios existe o no existe, y si debemos necesariamente apostar a favor o en contra de Él:
Si apuesto a favor y Dios es -- ganancia infinita;
Si apuesto a favor y Dios no es -- ninguna pérdida.
Si apuesto en contra y Dios es - pérdida infinita;
Si apuesto en contra y Dios no es - ni pérdida ni ganancia.
En el segundo caso existe una hipótesis en que me expongo a perderlo todo. En consecuencia, el sentido común me aconseja apostar por la que me asegura ganarlo todo o no perder nada, en el peor caso. A Pascal se le dedicaron innumerables obras durante la segunda mitad del siglo XIX. Poetas, críticos, novelistas, teólogos y filósofos se han inspirado en él o le han tomado como tema de exposición. Como ha dicho M. Bourget, Pascal no es únicamente uno de los príncipes del estilo, sino que representa el alma religiosa en su aspecto más trágico y aterrorizado. Además, los problemas que presenta son precisamente los mismos con los que nos enfrentamos hoy día.
SAINT-BEUVE, Port-Royal, I, II, III (Paris, 1880); VINET, Etude sur Blaise Pascal (Paris, 1848); SULLY-PRUDHOMME, La vraie religion selon Pascal (Paris, 1909); BRUNETIERE, Etudes critiques, ser. 1, 3, 4; Hist. et literature, II (Paris, 1880-1903); MICHAUT, Les époques de la pensée de Pascal (Paris, 1897); GIRAUD, Pascal; l'homme, l'oeuvre, l'influence (Paris, 1905); BOUTROUX in Coll.. des grands écrivains francais (Paris, 1900); STROWSKI, Pascal et son temps (Paris, 1909); (especially important); TAYLOR, Pascal's Thoughts on Religion and Philosophy (London, 1804); JANNESS, La philosophie et l'apologétique de P. (Louvain, 1896).
J. LATASTE Transcrito por Rev. Richard Giroux Traducido por Miguel Villoria de Dios