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Jueves, 21 de noviembre de 2024

San Andrés de Creta

De Enciclopedia Católica

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Teólogo, autor de homilías; nacido en Damasco aproximadamente a mediados del Siglo VII, murió el 4 de julio de 740 o 720. Debido a esto último, este es el día en que se conmemora su festividad en la Iglesia Griega. A la edad de quince años, en Jerusalén, ingresó a un monasterio, y estuvo bajo la tutela de Teodoro, Obispo de Jerusalén (por esa razón también se le reconoce como Andrés de Jerusalén). Debido a la distinción que tuvo, Teodoro lo envió en 685 ante el Emperador Constantino Pogonatus, con motivo de la celebración del VI Concilio General.

Permaneció en Constantinopla y llegó a ser diácono, y fue finalmente nombrado en la sede metropolitana de Gortyna, en Creta. Fue al principio un oponente de la herejía monotelista, sin embargo asistió al conciliábulo de 712, en donde los decretos del concilio fueron abolidos; no obstante, al siguiente año, estableció una enmienda a su curso de acción y se ocupó de actividades tales como la prédica y la composición de himnos.

Como predicador llegó a publicar veintidós discursos, quedándose veintiuno de ellos sin publicación. Sus textos están repletos de doctrina, historia, citas de las Sagradas Escrituras, imaginación poética, dignificación humana, y retórica. Estas características le hacen ser uno de los principales oradores eclesiásticos de la época Bizantina.


La lista de sus cuarenta discursos y sus veintiún sermones editados, se les encuentra en la P.G. XVII, 801-1304. Su sermón sobre Santiago, “Hermano del Señor” fue publicado en 1891, y con ello sus discursos publicados totalizaron veintidós.

El principal interés para nosotros, no obstante, es como escritor de himnos. No tanto en función de los cánticos para las grandes misas, la variedad temática o la indiscutible excelencia de su trabajo, sino porque se le ha acreditado con el hecho de haber introducido en los servicios litúrgicos griegos, un nuevo canon de himnología, el cual no tenía antecedentes para su época.

Es cierto que a nuestro autor se le reconoce como una “de las más altas cumbres en la composición de himnos” (tal y como el Rev. H. L. Bennett lo indica) sus efectos y sus formas alcanzaron un nivel no previsto por su autor; pero no fueron totalmente satisfactorios; y él utilizó procedimientos propios de tiempos anteriores en la Tropologion (Libro de Plegarias Griego).

Con el correr del tiempo, sus composiciones llegaron a ser monótonas, aunque nuestro autor en un principio especialmente, se aferrara celosamente al cultivo de las formas de himnos griegos. Además, aquellos que tomaron su estilo como forma general de composición sí llegaron a tener admiración por su maestro, le llamaron “radiante estrella”, “esplendoroso sol”; para ellos su estilo era puro en la forma, algo muy dulce, armonioso en la dicción.

A pesar de que sus composiciones que totalizan más de 250 estrofas, han sido criticadas por muchos, aún sirven para ser recitadas e interpretadas el día completo del jueves de la quinta (o cuarta) semana de Cuaresma; y las cuatro partes en las cuales se divide la composición completa son estrictamente asignadas a los primeros cuatro días de la primera semana.

Su trabajo en la composición de himnos fue inmensa y se de debe dar crédito absoluto, en las revisiones positivas que se hace de su obra. Nueve cánones fueron asignados a él en el “Theotocarion” del monje Nicodemus. De ellos, sin embargo, seis tienen la forma de acrósticos, un rasgo literario que autentifica sus composiciones.

Los tres remanentes tienen gran regularidad en el ritmo, y tienen las formas melódicas que fueron reglas del Cardenal Pitra en las introducciones de los himnos. Aquí debe decirse como una forma de paréntesis, que el canon es una forma impresa de libros litúrgicos, que por razones económicas está condensado en unidades poéticas, la troparia o estrofas, las que aparecen como párrafos de prosa ordinaria. Estas troparias, sin embargo, nos conducen al análisis, y son frases separadas por divisiones específicas.

Algunos estudiosos de himnos ven en su trabajo ilustraciones de prosa modular, pero el Cardena Pitra considera que las cláusulas son verdaderamente métricas, y le ha descubierto dieciséis normas prosódicas. La cantidad de sílabas prosódicas parece ser un rasgo del desarrollo histórico de los himnos en latín. Estas troparias son especialmente muy utilizadas en el principio de los himnos, las cuales establecen la estructura original para la melodía y el ritmo subsecuentes.

Las odas a su vez, son construidas en cánones y generalmente van en número de ocho. Un himno de dos odas es llamado diodion, o de tres, triodion (véase el “Lenten Office Book”). Los hirmus o troparion indican en griego, el tono o modalidad, la que prevalece luego en todo el canon, los cuales pueden tener la misma tonalidad.

Debe agregarse que los tonos griegos no corresponden siempre con las octavas latinas. Algunas de las odas de San Andrew tienen más de un hirmus, por lo tanto en el Canon Griego, la segunda y tercera odas pueden tener dos. El Canon Extenso (180 estrofas) en honor de San Simeón y Ana, la Profetisa, tiene tres en la primera parte, segunda, tercera, sexta y octava; dos en la quinta, séptima y novena; y cuatro en la cuarta. En ellas se tuvo el trabajo auténtico de San Andrés en cuanto a pulirlas no menos que con ciento once hirmi, la muestra de una gran fecundidad compositiva, mayaor que la de cualquier otro compositor de himnos.

Regresando al canon, existe nueve estrofas que se le atribuyen a nuestro autor, pero existen otras quince que quizá le pertenecen. Aún dejando estas últimas aparte, vemos que el trabajo se caracteriza por tener un primer tono en: (a) la Resurrección de Lázaro, que se interpreta aún el viernes antes del Domingo de Ramos, en la apodeipnon (el servicio luego de la última cena); (b) la Concepción de Santa Ana (9 de diciembre); (c) los Mártires Macabeos (1 de agosto); (d) San Ignacio de Antioquia (2 de diciembre). Los títulos que se colocan sirven para señalar la variedad de temas. Además de estos, otros diez cánones y cuatro triodia, ilustran su trabajo en las partes segunda, tercera y cuarta de la Auténtica, y el los tonos segundo y cuarto.

Entre sus obras también se le atribuye con la autoría de la idiomela (una pieza corta de tropaira, que es similar a nuestras antífonas) la que fue encontrada en los oficios de las trece festividades del calendario griego, usualmente compuesta como doxasticha y posticha, o bien como stichera (la palabra idiomela tiene interpretaciones variadas, como una sugerencia que cada idiomelon, tiene su propia melodía, o se entiende poéticamente que poseen un ritmo propio). Algunas veces las idiomelas están combinadas en series y ellas se pasan a denominar entonces stichera idiomela. En este último caso pueden no preservar una estructura similar o afinidad, y han sido comparadas con las composiciones de versos irregulares en inglés.

Fuentes: P.G., XCVII, 789-1444; PETIT in Dict. d'arch. chret. et de lit., s.v.; MARIN in Dict. de theol, cath., s.v.; NEALE, Hymns of the Eastern Church, for translations of portions of the Great Canon and Idiomela.

Henry Hugh Transcripción de Mark Banach Traducción al castellano de Giovanni E. Reyes