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Domingo, 24 de noviembre de 2024

Mártires vietnamitas

De Enciclopedia Católica

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Los misioneros de rue di Bac habían llegado a Corea en 1836, aunque los efectivos disponibles eran todavía pocos. Gregorio XVI había nombrado a Mons. Laurent Imbert primer Vicario Apostólico de Corea. Este misionero se había ofrecido como voluntario y tuvo que afrontar un viaje extenuante a través de China, que duró tres años y que realizó casi siempre a pie. Considerado un loco por sus mismos compañeros, Mons. Imbert era exhausto cerca de la frontera con Corea. Otros dos voluntarios, los padres Pierre Maubant y Jacques Chastan, habían llegado dos años antes al país. Como para todas las misiones asiáticas, el objetivo principal era el de favorecer el nacimiento de clero autóctono y en el periodo de un año, tres jóvenes coreanos fueron ya enviados a China para recibir la preparación al sacerdocio. Cuando las autoridades coreanas conocieron estos hechos, se desencadenó una represión contra los cristianos. Los dos misioneros se entregaron para detener la masacre y fueron decapitados en 1839.

Dos de los tres seminaristas coreanos, residían mientras tanto en Macao, sede de un Centro de las Misiones Extranjeras que hacía de vínculo de unión entre las diversas comunidades. Mons. Jean Ferreol, mandado desde Roma como Obispo coadjutor de Corea, ordenó diáconos a los dos jóvenes y encargó a uno de ellos, Andrés Kim, organizar el regreso a Corea. Aunque las posibilidades de éxito eran pocas, Andrés Kim consiguió comprar una barca, reclutó una pequeña tripulación y zarpó para China, equipado de una pequeña brújula. Llegó sano y salvo a las costas de Shanghái y poco después fue ordenado sacerdote. Era el primer sacerdote coreano, pero apenas un año después, a los 25 de edad, fue condenado a muerte tras ser apresado por la policía china.

En los años sucesivos otros misioneros consiguieron entrar secretamente en Corea (en total en el S. XIX fueron enviados 32 misioneros de rue du Bac) y fue además organizado un seminario clandestino. Después de la aparente calma, una nueva persecución recayó sobre los cristianos en 1866. Fue la más terrible y se estima que produjo unas 10.000 víctimas. Entre los 103 mártires canonizados en Seúl en 1984 por Juan Pablo II figuran, además de Andrés Kim, 55 laicos, 48 laicas y 10 sacerdotes de las Misiones Extranjeras (3 Obispos, entre los que estaba Laurent Imbert y 7 sacerdotes).

Harán falta 10 años para que otro misionero entre en Corea. El P. Félix Ridel, nombrado Vicario Apostólico, fue arrestado 4 meses después de su llegada y expulsado. Mientras tanto un tratado con Francia había introducido una cláusula sobre la libertad religiosa. A finales del siglo, Corea era un país tolerante y abierto a los nuevos tráficos mundiales. La Iglesia contaba con cerca de 20.000 fieles y doce sacerdotes de las Misiones Extranjeras –entre ellos el Vicario Apostólico- pero ningún sacerdote coreano. Comenzaba desde ese momento un nuevo desafío para el nacimiento de una Iglesia autóctona y radicada en la cultura del pueblo coreano.


Fuente: Acontecer Pastoral de una Parroquia.

Selección y revisión: José Gálvez Krüger.