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Domingo, 24 de noviembre de 2024

San José: Exigencias éticas de su patronazgo

De Enciclopedia Católica

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Exigencias éticas del patronato de san José



Protector de la Iglesia Universal

El 8 de diciembre de 1870, el Papa Pío IX declaró a san José Protector de la Iglesia universal, para proteger a la Iglesia de los peligros que la amenazaban. El argumento fuerte del Papa para tal declaración es el texto de Mt 2,13-23: Así como en otro tiempo José protegió a Cristo del peligro que representaba Herodes, así ahora sigue protegiendo al Cuerpo de Cristo que es la Iglesia. San José nos protege porque somos el Cuerpo de su Hijo amado. Pero, ¿esta protección es sólo una dádiva que no exige algo de nuestra parte ¿O es, como tantas otras cosas que nos vienen del amor de Dios, a un mismo tiempo don y tarea ¿A qué podría impulsarnos el Espíritu Santo como consecuencia de experimentar en nuestra vida cristiana personal y eclesial esta protección de san José ¿Qué o quién amenaza de muerte hoy la vida de la Iglesia, la vida de los hijos muy amados del Padre, que formamos la Iglesia? ¿Cómo colaborar para que esta protección sea experiencia universal en la Iglesia, que camina como Pueblo de Dios en la historia hacia el encuentro de su Señor? Mi aportación surge con el ánimo de ayudar a responder tales preguntas. Para ello, ofrezco este estudio, en clave de ética social, sobre el texto bíblico del patrocinio: Mt 2,13-23. Lo desarrollo en tres grandes partes. La primera es una breve presentación de los métodos exegéticos empleados. En la segunda parte, desarrollaré el trabajo exegético con base en la triple función de Mateo: narrador, intérprete y evangelizador. Y en la tercera parte, ofreceré unas reflexiones finales.

= San Mateo: narrador, intérprete y evangelista d ela comunidad cristiana de Antioquía Antioquía de Siria, finales del siglo I de nuestra era. La tercera ciudad más importante del imperio romano. Ciudad densamente poblada, de calles largas y malolientes, que lo mismo sirven para la transportación, el desecho de aguas negras y el encuentro de sus habitantes. Su población es amplia y plural. Es aquí donde los cristianos recibieron este nombre (Hch 11,26) y es aquí donde, muy probablemente, se escribió el evangelio de Mateo, hacia los años 80-100. La comunidad cristiana de Antioquía era una muestra representativa de la ciudad; en ella había cristianos de origen judío y de origen pagano; había ricos y también pobres; había gente del campo y gente de la ciudad. A todos ellos los unía la fe en el Señor, fe que vivían en un mismo contexto de dominación imperial por parte de Roma. Fue para esta comunidad que Mateo escribió su evangelio. Mateo quiso narrar la vida y la misión de Jesús. Pero no inventó su relato evangélico, sino que lo elaboró interpretando las diferentes tradiciones de su comunidad a partir de la situación socio-histórica de la misma; su propósito era el de colaborar en la evangelización de la comunidad, es decir, animar y orienta su vida cristiana. Así, el evangelista Mateo desarrolló una triple función en la redacción de su evangelio: narrador, intérprete y evangelizador. Los métodos que yo empleo en este estudio son: la crítica narrativa, que nos ayuda a entender el evangelio en cuanto relato. El análisis narrativo por sí mismo nos descubre el cómo del relato. Pero para dar el paso de la narrativa a la teología, es preciso comprender también el porqué de la narración. Sobre la base del análisis narrativo, enfatizando el papel del auditorio, el exegeta neozelandés radicado en Estados Unidos, Warren Carter ha ofrecido una interpretación del evangelio desde las experiencias sociales, históricas y políticas de la comunidad para la cual escribe Mateo. Esta clave del desde es la que a Carter le proporciona el porqué del relato mateano. Es lo que se conoce como crítica social. Finalmente, el análisis de los textos en clave de retórica social pone al descubierto el para qué de la narración evangélica. En este trabajo, he seguido la propuesta de Gerd Theissen, quien ha identificado cinco tareas asumidas por los evangelistas como animadores comunitarios, y que explicitaré más adelante. Pues bien, cada uno de estos métodos está asociado a una de las tres funciones ya comentadas del evangelista, mismas que desarrollaré una por una de forma sucinta en la siguiente parte.

San Mateo narrador

La crítica narrativa nos ayuda a descubrir los elementos con que Mateo ha construido su relato sobre la vida y misión de Jesús: la trama, los escenarios, los personajes y su caracterización, el punto de vista del autor, las focalizaciones, etc. Cada uno de estos elementos es significativo dentro del mundo del relato, pero para dar el paso de la narrativa a la teología, es necesario contar con una clave de interpretación. La que yo asumo es la que ofrece la crítica social del Nuevo Testamento, que narrativamente nos acerca al auditorio que Mateo tenía en mente al escribir su narración, auditorio que contaba con ciertas competencias y conocimientos que hoy nos son ajenos, dada la lejanía histórica y cultural. En el siguiente punto, presentaré la interpretación de los elementos narrativos, a partir de la situación social de la comunidad mateana, desde la perspectiva, principalmente, de Warren Carter.

San Mateo intérprete

¿Qué luces dio Mateo a su comunidad desde su contexto sociohistórico con esta secuencia narrativa de 2,13-23? Aquí presento algunas lecturas desde esta perspectiva, con base en las características de dicha comunidad.

Comunidad minoritaria

La comunidad de Mateo es pequeña o minoritaria, un grupo de doscientos a mil cristianos, quizá menos (se habla hasta de 19), en una ciudad con una población de entre ciento cincuenta mil y doscientos mil habitantes. Esta comunidad escucha en el evangelio que José y María, judíos humildes, son colaboradores de la nueva creación, guardando la vida del niño y protegiendo de Herodes los planes divinos. Un reflejo claro de una comunidad pequeña se encuentra en la mención de Nazaret como el lugar donde la familia de Jesús se establece, y éste crece. El auditorio se da cuenta que Nazaret, a pesar de ser un lugar pequeño e insignificante, se ha vuelto importante en los planes de Dios. Su importancia se refuerza con la cita que el narrador Mateo introduce en 2,23, comentando que forma parte del plan de Dios el hecho de que Jesús sea llamado nazareno, a pesar de que la cita como tal no existe en el Antiguo Testamento. Jesús se identifica con los minoritarios. La pequeña comunidad encuentra también un reflejo de sí misma en los niños de Belén. Los niños, los pequeños, eran vistos con desconfianza. No es neutral el hecho de que a Jesús, ya desde la escena pasada, no se le dé nombre o título que el de niño, pues en el mundo grecorromano los niños eran vistos frecuentemente con desconfianza, como una amenaza para (el) orden masculino que regulaba la convivencia. Eran débiles, irracionales, ignorantes, de escaso valor en el presente pero importantes para el futuro. Los niños debían ser obedientes y respetuosos, capaces de aprender los papeles que deberían desempeñar cuando fueran adultos. La comunidad se identifica con Jesús, débil, vulnerable y perseguido. O, en otras palabras, es Jesús, quien, siendo niño, se identifica con la comunidad de sus seguidores.

Comunidad en proceso de transición

Muchos de los cristianos de la comunidad de Mateo provienen del judaísmo. Tras la destrucción de Jerusalén y de su Templo en el año 70, Mateo quiere legitimar y configurar un nuevo estilo de vida. La idea de un nuevo éxodo, o la de una nueva creación, sugeridos por la mención de Egipto y los paralelos entre las acciones de Jesús y de Moisés, subrayan que la comunidad vive una nueva etapa en la historia del antiguo pueblo de Dios. Refiriéndose a las citas de cumplimiento de esta secuencia, Cuvillier comenta: Las cuatro citas implican cada una un referente geográfico: Belén, Egipto, Ramá y Nazaret. El objetivo de estas menciones no es dar información sobre el origen de Jesús. Participan del proyecto teológico de Mateo de inscribir a Jesús en la historia de Israel. La historia de su constitución como pueblo en el acto de la liberación de Egipto. La historia de su exilio (Ramá). La historia de su esperanza (Belén). La historia, en fin, de su nuevo origen en Jesús y en la comunidad cristiana (Nazaret).

Tensiones con la sinagoga

Indudablemente, una serie de escenas narrativas con alusiones a la historia del pueblo de Dios y apoyadas en la Escritura, es decir, desde el punto de vista de Dios, refleja la situación de debate y tensión de la comunidad de Mateo con la sinagoga. Entre estos elementos de debate encontramos los siguientes: La alianza entre los líderes religiosos del judaísmo fariseo y el poder político y militar de Roma, denunciada veladamente en 2,20, cuando el ángel del Señor en sueños avisa a José que han muerto los que buscaban la muerte del niño. El aviso de la muerte se refiere a Herodes, pero el plural del sujeto (los que buscaban la muerte del niño) “sugiere la alianza de la elite central: Herodes y los investidos de poder militar y religioso (2,3-6.16)”. La mención explícita de Jeremías para introducir la cita suya en 2,18 lo mismo que 27,9-10 en el contexto de la entrega que hizo Judas de Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos, “refuerza el vínculo entre los relatos de la infancia y el relato de la Pasión, subrayando el rechazo del Mesías por su pueblo, más exactamente por sus responsables religiosos”. La certeza de que en Jesús se concluye la historia de Israel, certeza que tan significativamente refuerzan las citas de la Escritura incluidas por el autor en su relato, especialmente la de Os 11,1. Con ello, además, se refuerza la idea de que es a partir de Jesús como deben interpretarse y entenderse las Escrituras. Finalmente, la mención de Galilea, lugar de protección para José, María y Jesús, en contraste con Jerusalén y Judea bajo el gobierno de Arquelao, sugiere la apertura hacia los gentiles, que también tienen cabida en la nueva conformación del pueblo de Dios inaugurada con Jesús.

Bajo el dominio del imperio romano

La vida bajo el imperio de Roma, injusto y desigual, condicionó a la comunidad de Mateo. El autor del evangelio dejó huellas muy significativas de este dominio en la secuencia narrativa de 2,13-23. Lo primero que apreciamos es la reacción violenta del imperio, simbolizado en Herodes, vasallo de Roma, ante el nacimiento de Jesús. “Sus acciones homicidas (de Herodes) aliadas con la inacción de la élite religiosa, ponen en evidencia las estructuras opresivas de las que Jesús tiene que salvar al mundo (1,21).” Las escenas del capítulo 2 de Mateo han sido leídas tradicionalmente desde una perspectiva de contraste entre los judíos y los gentiles en su respuesta de aceptación o rechazo a Jesús. En realidad, sostiene Carter, “el papel de José y María y el origen idumeo de Herodes indican claramente lo inadecuado de esa dicotomía. La división consiste más bien en una dinámica sociopolítica entre el centro, poderoso y bien instalado (Herodes, la élite religiosa), y los márgenes, en apariencia insignificantes, totalmente carentes de poder e inestables (los magos, José y María)”. La asimilación de Herodes —conocido entonces como rey de los judíos— con el faraón, lleva consigo una crítica a “los «reyes de la tierra» que se oponen a Dios y a su ungido, pero sin éxito (Sal 2,1-6; también Mt 17,24-27)”. Es obvio que a Herodes, en su lógica ambiciosa, la presencia de un nuevo rey de los judíos (cf. Mt 2,3) lo inquietara, de ahí su reacción hostil y homicida contra Jesús. El público del evangelio tiene desde el inicio del mismo, con la genealogía, una información extra que le confirma que Herodes tiene razón para inquietarse: Jesús es hijo de David. Y una de las funciones sociales de las genealogías es la de “hacer una afirmación al liderazgo político o al oficio mediante la identificación de antepasados relevantes (1 Re 13,2)”. El auditorio comprende, entonces, que Jesús tiene el derecho de reivindicar para sí el título de rey de los judíos, que Herodes ha detentado de manera ilegítima. Particularmente elocuente en estas escenas es la evocación de liberación de Egipto. En el auditorio de Mateo empieza a tomar forma el mensaje: “Está en marcha un nuevo éxodo, una nueva liberación de la esclavitud y de la opresión. Los faraones/emperadores no dirán la última palabra, pese a cuanta resistencia opongan a los planes de Dios.” La huida de José con su familia en la noche recordará la huida de los hebreos en la noche de pascua (Ex 12,31). Mediante la inclusión de la cita de Jeremías (31,15), que vincula el llanto de Raquel con la muerte de los niños de Belén, Mateo ofrece a su comunidad un mensaje de esperanza ante la acción violenta del imperio. Originalmente, la cita no es un vaticinio sobre Jesús, sino una alusión a la deportación del pueblo del norte por Asiria en el 722, y a la deportación del pueblo del sur por Babilonia en el 587. “Ambos sucesos […] fueron de gran dolor causado en todos los casos por un poder imperial, pero estuvieron seguidos de despliegues del poder salvífico de Dios”. Que Mateo haya introducido la cita de Jeremías no con la fórmula para que se cumpliera, sino con entonces se cumplió… refleja que, aun cuando la violencia y la muerte contra el pueblo no entran dentro de los planes de Dios, tampoco escapan a su conocimiento ni a su respeto por la libertad de los humanos como agentes de su propia historia. Dios no es ingenuo, sabe que el pueblo sufre, pero la última palabra —palabra de vida y libertad— es la suya, y por eso hay lugar para la resistencia no violenta y la esperanza. Esta cita, pues, tiene un carácter eclesiológico en la medida en que ofrece a la comunidad cristiana, que sufre la dominación imperial, un mensaje de esperanza fundada en la soberanía última de Dios en la historia. “Las acciones de Herodes, aunque brutales y desoladoras, no son lo definitivo […] el cambio radical viene ya de camino traído por otro rey, que representa la justicia y presencia de Dios”, (Mt 1,23). La vuelta de José y su familia recuerda la orden dada a Moisés de volver a Egipto para liberar a sus hermanos. Con la vuelta de José trayendo a salvo al niño y a su madre, Dios ya está salvando al pueblo de la tiranía, reviviendo una vez más la acción salvífica del Dios del éxodo y de la vuelta del destierro. El imperio arremete, pero no prevalece.

Comunidad marginal

Mateo es una narración a la contra. Varios elementos de la secuencia apuntan hacia una comunidad marginal. El primero de ellos es el que se refiere a los niños de Belén. En consecuencia del estereotipo que representaban, el lugar los niños “estaba en los márgenes del mundo de los mayores. Las frecuentes y repetidas referencias a Jesús como niño, débil y vulnerable frente al poder homicida del rey Herodes, evocan esas experiencias de marginalidad y vulnerabilidad”. Marginalidad y vulnerabilidad se implican. Las escenas de 2,22-23 son clave para señalar el origen divino de la marginalidad del grupo de los seguidores de Jesús. En 2,22, Mateo presenta a José y su familia entrando en tierra de Israel y volviendo hacia Judá, cuyo centro está bajo el dominio romano de Arquelao. Aunque la amenaza de Herodes ha pasado; la amenaza del imperio, no. La tensión que esta situación supone ha precisado una nueva acción transformadora de parte de Dios. En el nuevo éxodo, Dios comunica su voluntad de que su agente autorizado se ubique en los márgenes, lejos del centro de poder: en Galilea. El establecimiento en Nazaret y la cita de cumplimiento correspondiente confirman la marginalidad de Jesús y sus seguidores como parte de los planes de Dios. Cabe recordar aquí que “en Siria los primeros cristianos se llamaban los nazarenos (cf. también Hch 24,5)”. La escena superpuesta sugiere, así, que la marginalidad está en continuidad con la historia de salvación del pueblo; o en otras palabras, con la salvación del pueblo en la historia. Las escenas aquí comentadas presentan también un elemento sobre la vida marginal que la comunidad cristiana está llamada a vivir: la redefinición de los roles familiares. José aparece como el personaje principal, pero en contraste con el modelo de familia patriarcal tradicional, “José no manda sobre su familia, sino que se limita a servirla fiel o rectamente protegiéndola del peligro”.

Mateo evangelizador

Las tareas de animación y orientación cristiana de la comunidad, y la manera en que Mateo las lleva a cabo a través de su narración evangélica, son las siguientes:

Construcción de consensos: un cristianismo plural

Mateo construye consenso entre los miembros de su comunidad, venidos tanto del judaísmo como de la gentilidad. Los unifica en torno a la expectativa común del rey esperado por unos y otros. En la secuencia narrativa de 2,13-23, el evangelista presenta a José y a María como representantes del pueblo judío fiel que ha sabido reconocer en Jesús al Mesías, perseguido por ser el recién nacido rey de los judíos, descendiente de David. Queda de manifiesto que “el rey que están buscando (judíos y paganos) no es un tirano violento, sino una víctima de la violencia [y más adelante, conforme transcurra el evangelio, se verá que este rey] “no va a reinar sobre todas las naciones utilizando soldados, sino por medio de palabras y de mandamientos éticos”. Dentro de la secuencia, Mateo coloca personajes judíos en un escenario de la frontera gentil, lo cual le ayuda a construir consenso entre judíos y paganos: el establecimiento del mesías en la región de Galilea, la Galilea de los gentiles (Mt 4,12-16).

Orientación de las relaciones exteriores: vivir en un imperio injusto y desigual

Frente al imperio de Roma, el evangelista presenta la alternativa de Jesús, rey sabio, según la expresión de Gerd Theissen, rey no militar, cuya resistencia al imperio es activa y no violenta, en retirada. El verbo retirarse, empleado en 2,13 y 2,22 para describir los desplazamientos de José y su familia a Egipto y Galilea, respectivamente, denota una respuesta ante la hostilidad de Herodes y Arquelao, lo mismo que en Ex 2,15 y 2 Mac 5,27 refiere las retiradas de Moisés y Judas Macabeo ante la hostilidad imperial. No respondiendo a la violencia, y alejándose del centro del poder, Jesús subvierte los valores del imperio y revela el carácter de su mesianismo. En esta secuencia de 2,13-23, Mateo ha esbozado algunos de los rasgos mesiánicos de Jesús, que luego desarrollará a lo largo del evangelio. Con ello, ha dejado en claro ya desde el inicio que no son los Flavios quienes cumplen las expectativas mesiánicas de los judíos, como pretendía Josefo, sino Jesús; las diferentes citas de cumplimiento introducidas por el evangelista en estas primeras escenas lo corroboran.

Forja de una identidad separada de la religión de origen: demarcación ética respecto al judaísmo

Ante el debate con la sinagoga, Mateo quiere dar a su comunidad una certeza: Jesús es el auténtico y esperado rey de los judíos. “Mateo se ocupa de las esperanzas mesiánicas del judaísmo que se vieron defraudadas en la guerra judía […] Tanto la sinagoga judía como la «ekklesía» de Mateo participan de la misma esperanza mesiánica.” Ellos forman parte del nuevo Israel, que integra a judíos y gentiles; no suceden o sustituyen al antiguo Israel, pero sí están en continuidad con él.


Orientación de las relaciones internas: vivir en comunidad

Entre los seguidores de Jesús los hay tanto de origen judío como pagano, y el evangelista quiere integrarlos. Mateo quiere crear para su comunidad una identidad o espíritu común que distinga a los cristianos tanto de los judíos como de los paganos […] La separación respecto a judíos y gentiles quedaba legitimada mediante la superación de unos y otros en virtud del espíritu aristocrático de la «justicia mejor». Mateo ha configurado la vivencia ética de la fe en un solo Dios, que supone el servicio a la familia y no su dominación por parte del padre. Implica también la solidaridad, como José y María, en la protección y el cuidado de los miembros más pequeños y vulnerables de la comunidad, los que son como niños, con los cuales se identifica Jesús (Cf. Mt 18,5; 25,40.45).

Configuración de la estructura de gobierno en la comunidad cristiana

La secuencia narrativa de Mt 2,13-23 no presenta una enseñanza directa sobre cómo debe ser el gobierno dentro de la comunidad cristiana, pero sí lanza una clara advertencia: el centro de poder corrompe y, para mantener su posición, no vacila en emplear la violencia homicida. En esta línea, “las comunidades no deben estimar en exceso a las autoridades terrenas, pues tienen como autoridad suya al Padre que está en los cielos”. Por otro lado, Mateo escribe en la coyuntura del paso del liderazgo de los carismáticos itinerantes hacia las comunidades ya asentadas. Por esta razón, da una importante valoración a la familia, célula de la sociedad sedentaria. Mateo empieza con la historia de la familia de Jesús, aun cuando ésta sea una familia que tiene que vivir la vida de los refugiados. La vida de la sagrada familia no dista mucho de la vida de los carismáticos itinerantes. José y María tienen que dejar su país. No pueden volver a su hogar en Belén, sino que tienen que ir a Galilea. Son una familia itinerante. Pero esta historia familiar al principio del evangelio de Mateo atribuye a la familia un valor más positivo.

Reflexiones finales

El método narrativo ha mostrado que cada elemento del relato tiene una significación, y ninguno tiene sentido aislado de los demás: los personajes, sus rasgos, sus focalizaciones, sus acciones; los escenarios, el marco y la velocidad temporal; la trama, con su secuencia, sus cambios; etc. Por eso, en 2,13-23 la figura de José sólo se comprende a la luz del niño perseguido por el imperio. Por su parte, la propuesta de la crítica social invita a recuperar en nuestra teología contemporánea el amplio contexto social, político, económico, histórico y cultural en que viven las comunidades cristianas. El mundo, la sociedad en que vivimos, condiciona nuestra vida cristiana y la desafía; estamos en interacción con ella. Los evangelios no nacieron fuera de la realidad que los circundaba, sino como una respuesta frente a ella. Jesús mismo era la respuesta y el evangelio en sí. Vivir en los márgenes y a la contra no significa aislamiento y confrontación. Significa organizar la propia vida, y la vida de la comunidad cristiana, en torno a los valores del evangelio, valores de servicio, de justicia y de misericordia; construyendo relaciones de fraternidad, en torno a un solo Maestro y como hijos de un mismo Padre. De este modo, la comunidad cristiana resiste activa y pacíficamente, y rechaza los valores del imperio, valores de dominación, poder y violencia ejercidos por el más fuerte, por el colocado en el centro. La comunidad cristiana vive y acepta esta existencia marginal sobre la fe y la esperanza de que la última palabra en la historia es la de Dios y su imperio, imperio y palabra de vida y salvación para todos, cuya garantía es el triunfo del Señor Resucitado. En el relato de Mateo, José es uno de los primeros personajes que aceptan esta vida marginal y a la contra, y también en sufrir sus riesgos: la persecución y el peligro de muerte. Finalmente, leer y comprender los evangelios desde las mismas claves en que fueron escritos les facilitarán hoy cumplir la finalidad para la que surgieron: dar vida a las comunidades cristianas; alimentar su fe, su esperanza y su amor para configurar su vida de seguidores de Jesús dentro del mundo en que viven, construyendo paz, justicia y misericordia, comenzando con los más pequeños y vulnerables, con quienes se identifica el Señor. La secuencia que he estudiado en este trabajo invita a configurar comunidades que integran la diversidad de sus miembros, unidos en el Espíritu de un mismo Señor, que no anula la riqueza de su pluralismo; comunidades de acogida y servicio al débil y vulnerable; comunidades dispuestas a correr el riesgo de la persecución y la amenaza de muerte por el centro de poder en razón de su existencia marginal y a la contra en torno al Señor Jesús. Como José. Y quien vive como José, experimenta y hace experimentar su protección.

San José, protector de la Iglesia Universal

Lo mismo que Pío IX, Juan XXIII también invocó a san José con este título. El Papa Bueno lo hizo entonces para encomendar a la protección de san José el Concilio Vaticano II, que daría nueva vida a la Iglesia, no sin sortear varios peligros. Y lo invocó así: “¡Oh san José! Aquí está tu puesto como Protector universalis Ecclesiae.” A la luz del estudio hecho sobre este mismo pasaje del evangelio de Mateo, 2,13-23, quiero concluir este trabajo invocando a san José como el Papa Juan XXIII, con un pequeño añadido mío: ¡Oh san José! Aquí está tu puesto como Protector universalis Ecclesiae: en los márgenes.


Miguel Angel Aguilar Manríquez (Mexico)

Selección José Gálvez Krüger

Fuente: IX Congreso de Josefología, Polonia.