Protestantismo
De Enciclopedia Católica
Contenido
- 1 ORIGEN DEL NOMBRE
- 2 PRINCIPIOS CARACTERISTICOS PROTESTANTES
- 3 DISCUSION DE LOS TRES PRINCIPALES PRINCIPIOS DEL PROTESTANTISMO
- 4 EL CRITERIO PRIVADO EN LA PRACTICA
- 5 JUSTIFICACION POR LA SOLA FE EN LA PRACTICA
- 6 ADVENIMIENTO DE UN NUEVO ORDEN: EL CESAROPAPISMO
- 7 EXPLICACION DE LA RAPIDA EXPANSIÓN DEL PROTESTANTISMO
- 8 PROTESTANTISMO EN EL PRESENTE
- 9 PROTESTANTISMO POPULAR
- 10 PROTESTANTISMO y PROGRESO
- 11 CONCLUSION
ORIGEN DEL NOMBRE
La Dieta del Sacro Imperio reunida en Espira en abril de 1529 resolvió que según el decreto promulgado en la Dieta de Worms (1524) las comunidades en las que ya se había establecido la nueva religión y que no podía ser alterada sin grandes dificultades, eran libres de mantenerla, pero hasta la reunión del concilio no debían introducir más innovaciones en la religión y no debían prohibir la Misa o poner impedimentos a los católicos para asistir a ella.
Contra este decreto y especialmente contra el último artículo, los seguidores del nuevo Evangelio – el Elector Federico de Sajonia, el Landgrave de Hesse, el Margrave Albert de Brandenburgo, el duque de Lüneburg, el príncipe de Anhalt, junto con los diputados de 14 de las ciudades imperiales libres – presentaron una protesta solemne como injusto e impío. El significado de la protesta era que los que disentían no iban a tolerar el catolicismo dentro de sus fronteras. Por ello fueron llamados Protestantes.
Con el paso del tiempo la connotación original de “no tolerancia para con los católicos”, se perdió y el término se aplica y es aceptado por los miembros de las iglesias occidentales y secta que en el siglo XVI fueron organizadas por los Reformadores en oposición directa a la Iglesia Católica. Un mismo hombre puede llamarse Protestante y Reformado: el término Protestante pone mayor acento en el antagonismo a Roma; el término Reformado enfatiza la adhesión a cualquiera de los Reformadores. Donde prevalece la indiferencia religiosa, muchos dicen que son protestantes, simplemente para indicar que no son católicos. Es ese sentido vago y negativo la palabra está en la nueva fórmula de la Declaración de Fe hecha por el rey de Inglaterra en su coronación: “Declaro que soy un fiel Protestante ("I declare that I am a faithful Protestant"). Durante los debates en el parlamento se observó que la fórmula propuesta excluía en efecto a los católicos c del trono, mientras que no comprometía al rey con credo particular, puesto que nadie sabe cual es o ha de ser el credo de un protestante fiel
PRINCIPIOS CARACTERISTICOS PROTESTANTES
Por más que el credo de los protestantes individuales sea vago e indefinido, descansa, sin embargo, en unas reglas standard, o principios, que se basan en las Fuentes de la Fe, los medios de justificación y la constitución de la Iglesia. Un reconocido autor protestante, Philip Schaff (en "The New Schaff-Herzog Encyclopedia of Religious Knowledge", art. Reformation), resume los principios del Protetantismo con las palabras siguientes:
El Protestante va directamente a la Palabra de Dios para buscar instrucciones y al trono de gracia en sus devociones, mientras que un católico romano consulta las enseñanzas e si iglesia y prefiere ofrecer sus oraciones a través de la Virgen maría y de los santos. De este principio general de libertad evangélica, y de relación directa del creyente con Cristo, proceden las tres principales doctrinas del Protestantismo -- l absoluta supremacía de (1) La Palabra, y de (2) la gracia de Cristo y (3) el sacerdocio universal de los creyentes…
1. Sola Scriptura (Solo la Escritura)
El primer objetivo o principio (formal) proclama que las Escrituras canónicas, especialmente el Nuevo Testamento, son la única fuente infalible y regla de fe y práctica y afirma el derecho a la interpretación privada de la misma, para distinguirse del punto de vista católico, que declara que la Biblia y la Tradición son fuentes coordinadas y reglas de fe y hace de la Tradición, especialmente los decretos de los papas y de los concilios el único intérprete legítimo e infalible de la Biblia. En esta línea Chillingworth expresó este principio de la Reforma en la bien conocida fórmula: “La Biblia, toda la Biblia y nada más que la Biblia, es la religión de los protestantes”. Sin embargo, el Protestantismo no desprecia o rechaza en absoluto la autoridad de la iglesia en cuanto tal, sino que la subordina a ella y mide su valor por la Biblia y cree en una interpretación progresiva de la Biblia a través la expansión y profundización de la consciencia de la Cristiandad. De ahí que, teniendo sus propios símbolos o estándares de doctrina publica, retuvo todos los artículos de los antiguos credos y una gran cantidad tradición disciplinaria y ritual y sólo rechazó las doctrinas y ceremonias para las que no había una clara justificación en la Biblia y que parecían contradecir su letra o espíritu. Las ramas Calvinistas del Protestantismo fueron más allá que los luteranos y anglicanos en su antagonismo a las tradiciones recibidas, pero todos unidos en el rechazo de la autoridad del papa.
Melanchthon estuvo durante un tiempo a punto de aceptar ésta, pero sólo jure humano, o una supervisión limitada de la iglesia, la meritoriedad de las buenas obras, las indulgencias , el culto a la Virgen, santos y reliquias, los sacramentos ( distintos del bautismo y la eucaristía) el dogma de la transubstanciación y el sacrifico de la Misa, el purgatorio y la oraciones por los muertos, la confesión auricular, el celibato del clero, el sistema monástico y el uso del latín en el culto público, sustituido por las lenguas vernáculas.
2. Sola Fide ("Sólo la Fe")
El principio subjetivo de la Reforma es la justificación sólo por la fe o, mejor, por la gracia libre a través de la fe operativa en las buenas obras. Hace referencia a la apropiación personal de la salvación cristiana y apunta a glorificar a Cristo declarando que el pecador esta justificado ante Dios (i.e. libre de culpa y declarado justo) solamente sobre la base de los meritos totalmente suficientes de Cristo tal cual los aprehende la fe viviente, en oposición a la teoría - que entonces prevalecía, y sustancialmente sancionada por el concilio de Trento – que hace de fe y las buenas obras la fuente compartida de justificación , poniendo el acento sobre las obras. El protestantismo no desprecia las obras pero niega su valor como fuente o condición de la justificación e insiste en ellas como frutos necesarios de la fe y prueba de la justificación.
3. Sacerdocio universal de los creyentes
El sacerdocio universal de los creyentes implica el derecho y el deber de los laicos cristianos no solo de leer la Biblia en las versiones vernaculares, sino también de tomar parte en el gobierno y en todos los asuntos públicos de la Iglesia. Se opone al sistema jerárquico que pone la esencia y autoridad de la iglesia en el sacerdocio exclusivo y hace que los sacerdotes ordenados sean los mediadores necesarios entre Dios y el pueblo”. Ver Schaff “El Principio del protestantismo alemán e inglés. (1845)
DISCUSION DE LOS TRES PRINCIPALES PRINCIPIOS DEL PROTESTANTISMO
Supremacía de Biblia (Sola Scriptura)
La creencia en la Biblia como única fuente de la fe es histórica, ilógica, fatal para la virtud de la fe y destructiva de la unidad.
Es ahistórica. Nadie niega el hecho de que Cristo y los Apóstoles fundaron la Iglesia predicando e imponiendo la fe de sus doctrinas. Ningún libro había dicho hasta entonces la divinidad de Cristo, el valor redentor de su pasión o de subvenida a juzgar al mundo; estas y otras revelaciones similares tenían que ser creídas en el mundo de los Apóstolos que eran, como mostraban con sus poderes, mensajeros de Dios. Y los que recibían su palabra lo hacían solamente por su autoridad. Puesto que la sumisión de su mente era durante la vida de los Apóstoles la única muestra de la fe, no había lugar, en absoluto, para lo que ahora se llama juicio privado. Esto está muy claro por las palabras de la Escritura: “De ahí que no cesemos de dar gracias a Dios, porque al recibir la palabra de Dios que os predicamos, la acogisteis no como palabra de hombre, sino como palabra de Dios cual es en verdad” ( Tes. 2:13) . La palabra oída se recibe a través de un maestro humano y se cree por la autoridad de Dios, que es el primer autor (cf. Rom. 10:17). Pero si en el tiempo de los Apóstoles la fe consistía en el sometimiento a la enseñanza autorizada, también es así hoy, porque la esencia de las cosas nunca cambia y los fundamentos de la del Iglesia y de nuestra salvación son inamovibles.
Y es ilógico basar la fe sobre la interpretación privada de un libro, porque la fe consiste en someterse y las interpretaciones privadas consisten en juzgar. En la fe por el oído la última palabra se apoya en el maestro, en el juicio privado se apoya en el lector, que somete el texto muerto de le escritura a una forma de examen post-mortem y emite un veredicto sin apelación: él cree en si mismo más que en una autoridad más alta; y esa confianza en propia iluminación no es fe. El juicio privado es fatal para la virtud teológica de la fe. John Henry Newman dice:” Pienso que puede asumir que esta virtud, ejercida por los primeros cristianos, es completamente desconocida entre los protestantes hoy o, al menos, si aun quedan ejemplos de ella, se ejercita hacia aquellos, quiero decir los maestros y adivinos que expresamente dicen que no son objetos de ella y que exhortan a su gente a juzgar por si mismos” (“Discourses to Mixed Congregations", Faith and Private Judgment).
Y como prueba aduce la inestabilidad de la llamada fe protestante: “Son como niños zarandeados aquí y allá y arrastrados por cualquier tormenta de doctrina. Si tuvieran fe no cambiarían. Miran la simple fe de los católicos cono si fuera indigna de la naturaleza humana, y sin crítica y tonta.” Pero sobre esa simple y obediente fe se construyó la iglesia y se mantiene firme y unida hoy”. Donde falta la confianza absoluta en la palabra de Dios, proclamada por sus embajadores acreditados, es decir donde no hay virtud de la fe, no puede haber unidad de la Iglesia. Es razonable y la historia protestante lo confirma. Las “infelices divisiones”, no sólo entre secta y secta sino hasta dentro de la misma secta se han convertido en lo norma y corriente. Se debe al orgullo del intelecto privado y solo se cura con una humilde sumisión a la autoridad Divina
Justificación por la Fe Solamente (Sola Fide)
Ver el artículo separado JUSTIFICACION.
Sacerdocio universal de todos los creyentes
El “sacerdocio universal de los creyentes” es una ilusión querida que va bien con todas las doctrinas del protestantismo ya que cada hombre es su propio y supremo maestro y es capaz de justificarse a si mismo por un fácil acto de fe, no hay necesidad de otros maestros ordenados ni ministros del sacrificio y de los sacramentos, Los mismos sacramentos, de hecho, son superfluos. La abolición del los sacerdotes, sacrificios y sacramentos es la consecuencia lógica de las falsas premisas, i.e., el derecho al juicio privado y la justificación por la sola fe, y es por consiguiente tan ilusorio como ellos. Más aún, es contrario a la Escritura a la tradición y a la razón. La postura protestante es que el clero era originalmente representante del pueblo y derivaba todo el peder de él, y que lo que hace el clero es mantener por cuestión de orden y conveniencia lo que los laicos podrían también hacer. Pero la Escritora habla de obispos, sacerdotes, diáconos como investidos con poderes espirituales no poseídos por la comunidad en si y transmitidos por un signo externo, la imposición de manos, creando así un orden separado, una jerarquía. La Escritura muestra a la Iglesia que empieza con un sacerdocio ordenado como su elemento central. La historia igualmente muestra este sacerdocio que vive en una sucesión ininterrumpida hasta el presente en oriente y occidente, hasta en las iglesias separadas de Roma. Y la razón requiere una institución así: una sociedad que se confiesa establecida para continuar la obra salvífica de Cristo debe poseer y perpetuar Su poder salvífico, debe tener un orden comisionado por Cristo que enseñe y administre, de la misma forma que Cristo fue comisionado por Dios: “ Como el Padre me ha enviado yo os envío a vosotros (Juan 20:21). Las sectas que son como sombras de las Iglesias crecen y decrecen con los poderes sacerdotales que subconscientemente o instintivamente atribuyen a sus pastores, ancianos, ministros, predicadores y otros líderes.
EL CRITERIO PRIVADO EN LA PRACTICA
A primera vista parece que el juicio privado como regla de fe disuelve enseguida todo credo y confesión en opiniones individuales haciendo así imposible ninguna vida de iglesia basada en una fe común. Porque quot capita tot sensus: no hay dos hombres que piensen exactamente lo mismo en cualquier tema. Sin embargo el hecho es que la iglesias protestantes han vivido durante varios siglos y han moldeado el carácter no sólo de los individuos sino también de naciones; millones de de almas han encontrado y encuentran en ellos el alimento espiritual que satisface su deseos espirituales; su actividad caritativa y misionera cubre amplios campos en sus países y en el extranjero. La aparente incongruencia no existe en la realidad, porque al libre examen individual no se le permite nunca y en ningún sitio total libertad en la formación de las religiones. La Biblia abierta y la mente abierta en su interpretación, son más bien una excusa para atraer a las masas, fomentando su orgullo y engañando a su ignorancia, que un principio de fe eficaz. La primera limitación impuesta a la aplicación del libre examen individual está en la incapacidad de la mayoría de los hombres de juzgar por si mismos en cuestiones que está más allá de sus necesidades físicas. ¿Cuántos cristianos se hacen gracias a las toneladas de biblias que reparten los misioneros a los paganos? ¿Qué clase de religión sacaría hasta un hombre culto si no tuviera otra cosa que su cerebro y su libro para guiarle?
La segunda limitación surge del entorno y sus prejuicios. El derecho asumido del libre examen individualmente no se ejerce hasta que la mente está provista de ideas y nociones proporcionadas por la familia y la comunidad, entre las cuales sobresalen las concepciones normales sobre los dogmas religiosos y las obligaciones. Se dice de la gente que son católicos, protestantes, mahometanos, paganos “de nacimiento”, porque el ambiente en el que han nacido les proporciones invariablemente la religión local mucho antes de que sean capaces de juzgar y elegir por si mismos. Y la firmeza con que se asientan en las mentes estos conocimientos iniciales se ilustra muy bien por los pocos cambios que se dan a lo largo de la vida. Las conversiones de una fe a otra son comparativamente raras. El número de convertidos en cualquier denominación comparado con el número firmes y fieles seguidores representan cantidades negligibles. Hasta allí donde el libre examen individual ha llevado a la convicción de que otra religión es preferible a la que uno profesa, no siempre se da la conversión. El convertido, junto y más allá de su conocimiento, ha de tener suficiente fuerza de voluntad para romper con antiguas asociaciones, viejos amigos, antiguos hábitos y enfrentarse a las incertidumbres de la vida en un nuevo ambiente. Su sentido del deber, en muchos casos, debe ser heroico.
Una tercera limitación al ejercicio del libre examen individual es la autoridad de la iglesia y del Estado. Los reformadores sacaron mucho provecho de su emancipación de la autoridad papal, pero no mostraron inclinación alguna a permitir a sus seguidores la misma libertad. Lutero, Zwinglio, Calvino y Knox fueron tan intolerantes del libre examen individual cuando iba contra sus propias opiniones como cualquier papa de Roma con la herejía. Por todas partes se distribuyeron confesiones de fe, símbolos y catecismos e invariablemente eran apoyados por el poder secular. De hecho, el poder civil en las distintas partes de Alemania, Inglaterra y Escocia y en todas partes tiene mucho más que ver con el moldeado de las denominaciones religiosas que el libre examen individual y la justificación por la sola fe. Los gobernantes eran guiados por consideraciones políticas y materiales en su adhesión a las distintas formas particulares de fe e impusieron el derecho de imponer su propia elección a sus súbditos, sin tener en cuanta las opiniones individuales: cujus regio hujus religio.
Estas consideraciones muestran que el primer principio protestante, el libre examen individual, nunca tuvo influencia en las masas protestantes. Su influencia se limita a unos pocos líderes del movimiento, a los hombres con la marca de un fuerte carácter que fueron capaces de formas sectas separadas. Ellos rechazaron la autoridad de la Vieja Iglesia, pero pronto la transfirieron a sus propias personas e instituciones y también a veces a los príncipes seculares. La forma inmisericorde con que fue ejercida la nueva autoridad es ya una cuestión histórica Más aun, con el curso de los tiempos, el libre examen se ha convertido en un librepensamiento sin ataduras, Racionalismo, Modernismo que campan por las universidades, sociedades culturales y la Prensa.
Las semilla ‘plantada por Lutero y los otros reformadores no echó raíces o enseguida murió entre las masas semieducadas que aún se agarran a la autoridad o fueron coaccionadas por el brazo secular, pero florecieron y produjeron su fruto completo en las escuelas y entre las filas de la sociedad que alimentaba su vida intelectual de esa fuente. La Prensa moderna hace esfuerzos infinitos para difundir el libre examen y sus últimos resultados al público lector. Hay que notar que los primeros protestantes, sin excepción, pretendían ser la verdadera Iglesia fundad por Cristo y todos retuvieron e Credo de los Apóstoles con el articulo “Creo en la Iglesia católica”.
El hecho de su origen y entorno católicos es la razón de sus buenas intenciones y su confesión de fe a la que se sometían. Pero tales confesiones, si es que hay algo de verdad en el aserto de que el libre examen individual y la Biblia abierta son las únicas fuentes de la fe protestante, son directamente antagónicas del espíritu protestante. Esto lo reconocen, entre otros, J. H. Blunt, que escribe:” La mera existencia de tal confesión de fe como obligatoria para todos o algunos de los miembros de la comunidad cristiana es inconsistente con los grandes principios en los que los grupos protestantes justifican su separación de la iglesia, el derecho al libre examen individual. ¿No tiene ningún miembro un justo derecho a criticarlos y rechazarlos como sus predecesores tuvieron el derecho de rechazar el credo católico o los cánones de los concilios generales? Parecen violar otra importante doctrina de los reformadores, la suficiencia de la Escritura sola para la salvación. Si la Biblia sola es suficiente, ¿qué necesidad hay de añadir artículos?
Y si se replica que no hay adiciones, sino meras explicaciones, más o menos distintas unas de otras según las distintas sectas del protestantismo, ¿quién decidirá cual es la verdadera? Su finalidad confesada es asegurar la uniformidad , la experiencia de estos siglos ha demostrado lo que puno no haber sido previsto por sus originadotes, que han tenido un resultado diametralmente opuesto y han producido no unión sino diversidad “ (Dict. of Sects, Heresies, etc.", Londres, 1886; Protestant Confessions of Faith). Uniendo libre examen a la Biblia, los Reformadores comenzaron una religión de libro i.e., una religión de la que, teóricamente, la norma de fe y conducta se contiene en un documento escrito, sin un método, sin una autoridad, sin un intérprete autorizado. La colección de libros llamados “la Biblia” no es un código metódico de fe y moral; si se separa de la corriente de la Tradición de confirma su inspiración divina, no tiene una autoridad especial y , en manos de intérpretes individuales se retuerce con facilidad su significado para que encaje en la mente privada. Nuestras leyes modernas, elaboradas por mentes modernas para laS necesidades modernas, son oscurecidas y separadas diariamente de su finalidad por alegaciones interesadas: los jueces son completamente necesarios para su interpretación y aplicación y a no ser que afirmemos que la religión es un asunto de interés privado personal, que los grupos religiosos o iglesias son superfluos, debemos admitir que los jueces de la fe y de las costumbres son tan necesarios como los jueces de la ley civil lo son para el Estado. E esa es otra razón por la que el libre examen, aunque se sostiene en teoría, no se ha llevado a la práctica. De hecho todas las denominaciones protestantes están bajo unas autoridades constituidas, llámeseles sacerdotes, presbíteros, ancianos, ministros, pastores o presidentes.
A Pesar de la contradicción entre la libertad que proclaman y la obediencia que exigen a causado que su imposición haya llegado a ser tiránica, especialmente en las comunidades calvinistas. Así, en los siglos XVII y XVIII no había país alguno más dirigido por los sacerdotes en todo el mundo que la presbiteriana Escocia. Una religión del libro tiene además otros inconvenientes. Sus devotos pueden extraer de ella devoción solamente como los adoradores de fetiches la extraen de sus ídolos, es decir, creyendo firmemente en su espíritu escondido. Si se elimina la creencia en la inspiración divina de los sangrados libros, lo que queda puede ser visto simplemente como un documento humano de ilusión religiosa o hasta un fraude. Ahora, en el curso de los siglos, el libre examen privado ha conseguido un éxito parcial en eliminar el espíritu de la Biblia, dejando en ella poco más que la letra, para que los buenos y malos críticos discutan sin ninguna ventaja espiritual.
JUSTIFICACION POR LA SOLA FE EN LA PRACTICA
Este principio tiene que ver en la conducta, contrariamente el libre examen, que tiene que ver con la fe. No está sujeto a las mismas limitaciones, ya que su aplicación práctica requiere menos capacidad mental, su funcionamiento no puede ser verificado por nadie, es estrictamente personal e interno, escapando así a los conflictos violentos con la comunidad o el Estado que podría llevar a la represión. Por otra parte, así como evade la coerción, se presta a aplicaciones prácticas en cada paso de la vida del hombre y favorece la inclinación del hombre al mal haciendo la llamada “conversión “ridículamente fácil, siendo manifiesta su influencia funesta en la moral. Si se añade a la justificación por l a sola fe la doctrina de la predestinación al cielo o al infierno al margen de las acciones del hombre, la esclavitud de la voluntad humana parece inconcebible que ninguna buena acción pueda resultar de tales creencias. Históricamente, la moralidad pública se deterioró inmediatamente hasta un terrible nivel allí donde el protestantismo se introducía. Sin mencionar los robos de los bienes de las iglesias, el brutal tratamiento al que se sometía al clero, secular y regular, que permanecía fuel y los horrores de tantas guerras de religión. Tenemos el testimonio del mismo Lutero respecto a los malos resultados de sus enseñanzas (ver Janssen, "Historia del Pueblo Alemán ", donde cada cita se documenta con una referencia a las obras de Lutero publicadas por de Wette).
ADVENIMIENTO DE UN NUEVO ORDEN: EL CESAROPAPISMO
Un panorama similar, de degradación religiosa y moral se puede deducir de los escritores protestantes contemporáneos en todos los países después de la primera introducción del protestantismo. No podía ser de otra manera. El inmenso fermento causado por la introducción de los principios subversivos en la vida de la gente trae naturalmente a la superficie y muestra en su mayor fealdad todo lo que es brutal en la naturaleza humana. Pero sólo durante un tiempo. El fermento se agota en si mismo, la fermentación decae y el orden reaparece, posiblemente bajo nuevas formas. La nueva forma del orden social y religioso, que es el residuo de la gran conmoción protestante en Europa. Es la religión territorial o estatal – un orden basado en la supremacía religiosa del gobernador temporal, en oposición al antiguo orden en el que el gobernador temporal emitía un voto de obediencia a la Iglesia. Para entender correctamente el protestantismo es necesario describir este cambio de largo alcance.
Los primeros intentos reformadores de lutero eran radicalmente democráticos. Buscaba beneficias a la larga al pueblo recortando los poderes tanto de la iglesia como del Estado. Los príncipes alemanes, eran para él “en general los más grandes tontos o las peores alimañas de la tierra”. En 1523 escribía: La gente no querrá ni podrá aguantar vuestra tiranía nuca más. El mundo no es ahora lo que era al principio cuando se podía cazar y conducir a la gente como rebaños”.
Este manifiesto , dirigido a las mas más pobres fue asumido por by Franz von Sickingen, un caballero del Imperio que apareció para ejecutar esas amenazas, con un doble objetivo, reforzar el poder político de los caballeros – la nobleza inferior – contra los príncipes y abrir el camino al nuevo evangelio expulsando a los obispos. Su empresa, sin embargo, consiguió todo lo contrario. Los caballeros fueron derrotados y perdieron toda la influencia que habían tenido, mientras que los príncipes salieron fortalecidos. La sublevación de los campesinos resultó ventajosa para los príncipes: la terrible matanza de Frankenhausen (1525) dejó a los príncipes sin enemigos y al nuevo evangelio sin sus defensores naturales. Los victoriosos príncipes usaron su poder aumentado exclusivamente en su propio beneficio en oposición a la autoridad del emperador y la libertad de la nación, sometiendo al nuevo evangelio a este propósito y ello con la ayuda del mismísimo Lutero.
Tras la fracasada revolución, Lutero y Melancthon comenzaron a proclamar la doctrina de poder ilimitado de los gobernantes sobre sus súbditos. Los príncipes habían destruido en menos de diez años el orden existente, pero fueron incapaces de hacer surgir uno nuevo de sus cenizas. Así pues se hubo de pedir ayuda a los poderes seculares, se colocó a la iglesia al servicio del Estado, su autoridad y su riqueza y sus instituciones pasaron a manos de los reyes, príncipes y magistrados de las ciudades.
El único papa de Roma descartado fue sustituido por muchos papas locales que “para fortalecerse a si mismos se aliaron para la promulgación del Evangelio” se reunieron en bandas dentro de los límites del Imperio alemán e hicieron causa común contra el emperador. Desde entonces en adelante el progreso del protestantismo ocurre más en lo político que en lo religioso. La gente deja de reclamar innovaciones pero sus gobernantes tienen la ventaja de ser obispos supremos y a la fuerza o por astucia o por ambos imponen el yugo del nuevo evangelio a sus súbditos. Dinamarca, Suecia, Noruega, Inglaterra y todos los pequeños principados y ciudades imperiales de Alemania son ejemplos de esto. Los lideres supremos y los gobernadores eran conscientes de que los que habían destruido la autoridad de Roma también destruirían la suya de ahí que se activaran leyes penales contra los que disentían de la religión del Estado decretada por el gobernador temporal. Inglaterra, bajo Enrique VIII, Isabel y los Puritanos elaboraron los códigos penales más feroces de todos contra los católicos y otros que no aceptaban someterse a la religión establecida. Resumiendo: Los jactanciosos principios protestantes solamente trajeron desastres y confusión donde se les permitió actuar libremente y el orden solamente se pudo restaurar con algo similar al viejo sistema: símbolos de la fe impuestos por una autoridad externa y aplicados a la fuerza por el brazo secular. Ningún lazo de unión existe entre las muchas iglesias nacionales, excepto su común odio a Roma, que es el sello de nacimiento de todas ellas, la marca comercial de muchas, aun en nuestros días.
EXPLICACION DE LA RAPIDA EXPANSIÓN DEL PROTESTANTISMO
Antes de pasar al estudio del Protestantismo contemporáneo, contestaremos la cuestión y resolveremos una dificultad ¿A qué se debe la rápida expansión del Protestantismo? ¿No es una pruebe de que Dios estaba de parte de los Reformadores inspirando, animando y coronando sus esfuerzos? Seguramente al considerar el crecimiento de la primitiva cristiandad y su rápida conquista del Imperio Romano como pruebas de su origen divino, debiéramos sacar la misma conclusión a favor del Protestantismo por su rápida expansión en Alemania y en los países del norte de Europa. De hecho el Protestantismo se extendió más rápidamente de que la Iglesia de los Apóstoles. Cuando murió el último de ellos no había grandes extensiones de tierra, ni reinos enteramente cristianos, la Cristiandad estaba aún en las catacumbas y en los suburbios alejados de las ciudades paganas, mientras que el un período de similar duración, setenta años, el Protestantismo había tomado el control de la mayor parte de Alemania, Escandinavia, Suiza, Inglaterra y Escocia.
Un momento de reflexión nos da la solución de esta dificultad. El éxito no se debe invariablemente a la bondad intrínseca ni el fracaso es prueba cierta de maldad interna. Ambos dependen en gran manera de las circunstancias: de los medios empleados, de los obstáculos encontrados, de la receptividad del público. El éxito del protestantismo, por consiguiente debe ser sometido a examen antes de usarlo como prueba de bondad interna. El movimiento reformador del siglo dieciséis encontró el suelo bien preparado par su recepción. El clamor de una reforma profunda de la Iglesia en la cabeza y en los miembros había estado sonando a través de Europa durante un siglo, justificado por la forma mundana de vivir de muchos clérigos, altos y bajos, por los abusos en la administración de las iglesias, por las extorsiones monetarias, por la negligencia en el cumplimiento de los deberes religiosos que era muy amplia en el conjunto de los fieles. Si los protestantes hubieran ofrecido una reforma en el sentido de corrección, probablemente todos los elementos corruptos se hubieran vuelto contra ellos, de la misma forma que judíos y paganos se opusieron a Cristo y a los Apóstoles. Pero lo que querían los reformadores era, al menos al principio, poner fina al a la iglesia existente y este plan se ejecutó recurriendo a los peores instintos del hombre.
Se puso un cebo a la concupiscencia de siete cabezas que existe en el corazón de todos los hombres: lujuria, avaricia, gula, pereza, ira, envidia y soberbia y todas sus consecuencias fueron cubiertos y curados por la confianza en Dios. No se requerían buienas obras: la inmensa fortuna de la iglesia era el botín de la apostasía. La independencia política y religiosa animó a los reyes y principas a abolir los diezmos, confesiones, ayunos uy otras obligaciones desagradables , lo que atrajo a las masas. Mucashpersonas fueron engañadas para entrar en la nueva religion por la cuidadosa conservación por parte de los innovadores de las apariencias externas del catolicismo, por ejemplo , en Inglaterra y en los reinos escandinavos.
Evidentemente no necesitamos recurrir a la intervención divina para dar cuenta de la rápida expansión del Protestantismo. Era más plausible ver el dedo de Dios en la detención de su progreso.
PROTESTANTISMO EN EL PRESENTE
Teología
Después de casi cuatro siglos de existencia, el Protestantismo en Europa es aún la religión de millones, pero ya no es el Protestantismo original. Ha estado y está en un perpetuo flujo: el principio del ilimitado de la libre interpretación o como se llama ahora, Subjetivismo, ha estado llevando a sus fieles de aquí para allá de la ortodoxia al Pietismo, del racionalismo al Indiferentismo. El movimiento ha sido más notable en los centros intelectuales, en las universidades y entre los teólogos en general, pero se ha extendido a las clases populares. La escuela moderna Ritschl-Harnack también llamada Modernismo tiene discípulos en todas partes, no sólo entre los protestantes. Para una exacta y completa revisión de las principales líneas de pensamiento referimos al lector a la Encíclica "Pascendi Dominici Gregis" (8 sept., 1907), cuya expresa finalidad es defender a la Iglesia Católica contra las infiltraciones protestantes. En un punto, ciertamente el Modernista condenados por Pío X difieren difiere de sus hermanos intelectuales: él permanece y quiere permanecer dentro de la Iglesia Católica para influir en ella con sus ideas; el otro está francamente fuera, enemigo y orgulloso estudiante de la evolución religiosa. Hay también que notar que todos los puntos del programa modernista han de se rastreados hasta la Reforma Protestante, porque el espíritu moderno es un residuo destilado de muchas filosofías y muchas religiones: el pinto es que el Protestantismo se proclama a si mismo como portaestandarte y reclama el crédito por sus logros.
Más aún, los puntos de vista Modernistas en filosofía, teología, criticismo, apologética, reforma de la Iglesia etc., son defendidos en un noventa por ciento de los casos por la literatura teológica alemana, francesa y americana, mientras que Inglaterra se queda un poco atrás. Pero el Modernismo está en las antípodas del Protestantismo del siglo XVI. Empleando la terminología de Ritschl, da nuevos valores a las antiguas creencias Aun se habla de la Escritura como inspirada, pero su inspiración es solamente la apasionada expresión de las experiencias religiosas humanas: Cristo es el Hijo de Dios, pero su ser de hijo es como el de otro cualquiera hombre bueno. La mismas ideas de Dios, religión, iglesia, sacramentos han perdido sus antiguos valores: ahora no representan nada real fuera del sujeto en cuya vida religiosa forman una especie de paraíso de los tontos El acto fundamental de la Resurrección de Cristo ya no es un hecho histórico, sino el resultado de una mente creyente. Harnack pone la esencia del Cristianismo, es decir toda la enseñanza de Cristo, en la Paternidad de Dios y la Hermandad de los hombres. ¡El mismo Cristo no es parte del Evangelio! No era tal la enseñanza de los Reformadores. El Protestantismo actual, por consiguiente, puede ser comparado con el Gnosticismo, maniqueísmo, el Renacimiento, el Filosofismo del siglo XVIII en cuanto estos eran virulentos ataques contra la Cristiandad, con la intención de destruirla. Ha conseguido victorias importantes en una especie de guerra civil entre la ortodoxia y la no creencia dentro del protestantismo; no es un enemigo menor a las puertas de la Iglesia Católica
PROTESTANTISMO POPULAR
En Alemania, especialmente en las grandes ciudades el Protestantismo, como guía positive de la fe y la moral, se extingue rápidamente. Ha perdido toda influencia en las clases trabajadoras. Sus ministros, cuando no son infieles, doblan sus manos con desesperación. La vieja fe es poco predicada y con poco éxito. Las energías ministeriales se dirigen a las obras de caridad, misiones extranjeras, polémicas contra los católicos. En las naciones de habla inglesa las cosas parecen un poco mejor. La influencia del Protestantismo en las masas es mejor que en Alemania, con el renacimiento de Wesleyen y el partido de la Alta Iglesia entre los anglicanos que hicieron mucho pro mantener alguna fe viva, de manera que las enseñanzas deletéreas de los Deistas y Racionalistas ingleses no penetró en el corazón del pueblo. El Presbiterianismo en Escocia y en otras partes ha mostrado más vitalidad que otras sectas menos organizadas. “Inglaterra”, dice J. R. Green, “se convirtió en el pueblo del libro” y ese libro era la Biblia. Aún era el libro que era familiar para todo Inglés, se leía en las iglesias y en el hogar y en todos los lugares sus palabras, cuando eran oídas según la costumbre aún no mortecina, hacían surgir un sorprendente entusiasmo...Respecto a la nación en general no existía historia, romance, apenas alguna poesía, salvado el poco conocido verso de Chaucer, en el idioma inglés, cuando la Biblia se leía en las iglesias... El poder del libro sobre la masa de los ingleses se mostraba en miles de formas superficiales y en ninguna situación de forma más conspicua que en la influencia ejercida sobre el idioma ordinario…Pero más grande queso influencia en la literatura en las expresiones del idioma era el efecto de la Biblia en el carácter de la gente en general…. . . (Hist. of the English People, chap. viii, 1).
PROTESTANTISMO y PROGRESO
Prejuicios
La mente humana está constituida de manera que colorea con sus concepciones propias previas cualquier noción que se presenta para ser aceptada. Aun que la verdad sea objetiva una e inalterable en su naturaleza, las condiciones personales son ampliamente relativas, dependiendo de preconcepciones y cambiable. Por ejemplo, los argumentos que hace trescientos años convencían a nuestros padres de la existencia de brujas y enviaron a millones de ellas a la tortura y el cadalso, ya no nos impresionan a nuestras mentas más ilustradas.
Lo mismo puede decirse de todas las controversias teológicas del siglo dieciséis. Para el hombre moderno es un conjunto oscuro, de cuya existencia es consciente, pero cuyo contacto evita. Con las controversias han desaparecido las formas bruscas y sin escrúpulos de ataque. Los adversarios se enfrentan como parlamentarios, con un deseo común de amable juego limpio, no como tropas armadas concentradas en matar, usando medios limpios o sucios. Aun existan excepciones pero solo en los niveles bajos de los estratos literarios. ¿A que se debe este cambio de comportamiento a pesar de la identidad de las posiciones? Porque somos más razonables, mas civilizados, porque hemos evolucionado de las oscuridades medievales a la comparativa luz moderna ¿De donde viene este progreso? Aquí el Protestantismo reclama que al librar de la esclavitud romana abrió el camino para la libertad política y religiosa, para la evolución sin limitaciones sobre al base de la confianza en si mimo, para más altos estándares de moralidad, para el avance de la ciencia – en resumen para todas las cosas buenas que han sucedido en el mundo desde la Reforma. Entre la mayor parte de los no católicos esto se ha convertido en un prejuicio que ningún razonamiento puede romper. Por consiguiente la discusión que sigue no será una batalla buscando la victoria final sino más bien una revisión pacífica de los hechos y los principios.
Progreso en la Iglesia y en las iglesias
La iglesia católica del siglo XX está muy avanzada respecto a la del siglo XVI. Ha compensado la pérdida de poder político y de riqueza mundana con el incremento de influencias espirituales y eficiencia. Sus fieles se extienden por más partes, son más numerosos más fervientes que nunca en su historia y están unidos con el gobierno central de Roma por un afecto más filial y más claro sentido del deber. La educación se da abundantemente a clero y laicado, la practica religiosa la moralidad y las obras de caridad florecen, el campo de las misiones católicas se extiende a todo el mundo y es rico en cosechas. La jerarquía nunca ha estado tan unida, nunca tan dedicada al papa. La unidad romana resiste con éxito la irrupción de sectas, filosofías o políticas. ¿Pueden nuestros hermanos separados decir algo semejante de sus numerosas iglesias, hasta allí donde están reguladas y dirigidas por el poder secular? No alegramos de su desintegración, de su caída en la indiferencia religiosa y del retorno a los partidos políticos. No, porque hasta un poco de cristianismo es mejor la línea mundana vacía. Pero sacamos esta conclusión: Después de cuatro siglos el principio católico de autoridad aun funciona para la salvación de la iglesia, mientras que para los protestantes el principio de subjetivismo está destruyendo lo que queda de su antigua fe y llevando a las multitudes a la indiferencia religiosa y ruptura con lo sobrenatural.
Progreso en la Sociedad Civil
La organización política de Europa ha sufrido más grandes cambios que las iglesias. Las prerrogativas reales, como las ejercidas, por ejemplo, por la dinastía Tudor en Inglaterra, se han desaparecido para siempre. “La prerrogativa era absoluta, tanto en teoría como en la práctica. El gobierno se identificaba con la voluntad del soberano, su palabra era ley para la conciencia y la conducta de sus súbditos” (Brewer, "Letters and Papers, Foreign and Domestic etc.", II, pt. I, 1, p. ccxxiv). Ahora no hay persecución por razones de conciencia dejados al capricho de los gobernantes. Y allí donde se da es la obra de la pasión antirreligiosa temporalmente en el poder y de todas formas ha perdido mucho de la antigua barbarie.
La educación está al alcance de los más pobres y más bajos. E castigo del crimen ya no es una ocasión para mostrar de forma espectacular la crueldad humana respecto a los seres humanos. Hay medidas contra la pobreza que se ha disminuido ampliamente.
Las guerras disminuyen en número y se hacen con humanidad de manera que las atrocidades como las de la Guerra de los Treinta Años en Alemania, de los Hugonotes en Francia, las Españolas en los Países Bajos y la invasión de Irlanda por Cromwell se han ido sin posibilidad de regreso (ver N. del T.). El cazador de brujas, el que las quemaba, el inquisidor, los soldados mercenarios descontrolados han dejado de ser una plaga para la gente. La ciencia ha sido capaz de controlar las epidemias, el cólera, viruela etc., la vida humana es más luminosa y sus amenidades han crecido cien veces. El vapor y la electricidad al servicio de la industria, del comercio y de la comunicación internacional unen a la humanidad en una vasta familia con muchos intereses comunes y una tendencia a hacer una civilización uniforme.
Desde el siglo XVI hasta el XX ha habido progreso. ¿Quién han sido los principales promotores? ¿Católicos, Protestantes o ninguno de ellos?
Las guerras civiles y revoluciones del siglo XVII que ponen fin a las prorrogativas reales en Inglaterra y ponen un verdadero gobierno del pueblo por el pueblo fueron religiosas en su totalidad y protestantes en lo esencial. “Libertad de Conciencia” era el grito de los Puritanos, que significaba libertad para ellos contra el episcopado. El abuso tiránico de su victoria para oprimir a los Episcopalianos produjo su caída y ellos a su vez fueron las víctimas de la intolerancia. Jaime II, que era católico, fue el primero en intentar con todos los medios de que disponía, asegurara para todos sus súbditos de todas las denominaciones “"liberty of conscience for all future time”, i. e. “Libertad de conciencia para todo el futuro” (Declaration of Indulgence, 1688). Su prematuro Liberalismo fue apoyado por muchos clérigos y laicos de la Iglesia Inglesa, que nada tenía que ganar con ello, pero levantó la más violenta oposición entre los Protestantes No-conformistas que, exceptuando los Cuáqueros, preferían seguir con la opresión que conseguir la emancipación si habían de compartirla con los odiados y temidos “papistas”. Tan fuerte era este sentimiento que superó a todos los `principios de patriotismo y respeto de la ley de la que los ingleses suelen presumir, lo que les llevó a dar al bienvenida a un usurpador extranjero y tropas extranjeras para conseguir ayuda contra sus compatriotas ( co-súbditos) católicos en parte para hacer precisamente lo que éstos había sido falsamente acusados de hacer en tiempos de Isabel.
La dinastía Estuardo perdió el trono y sus sucesores fueron reducidos a una mera figura política. La libertad política se había conseguido, peor los tiempos no estaban aun maduros para la más amplia libertad de conciencia. Las leyes penales contra los católicos y los que disentían (Dissenters) se agravaron en vez de ser abolidas. Está más allá de de toda duda que la Revolución francesa de 1789 fue muy influida por los sucesos ingleses del siglo anterior y es igualmente cierto que el espíritu que la movía no era el Puritanismo Inglés, porque los hombres que hicieron la Declaración de los Derechos del Hombre contra los Derechos de Dios y que entronizaron a la Diosa Razón en la Catedral de Paría, tomaron sus ideales de la Roma pagana más que de la Inglaterra Protestante.
Progreso en la Tolerancia Religiosa
Respecto a la influencia protestante en el progreso general de la civilización desde el origen del protestantismo hay que separar al menos dos períodos: el primero desde el principio de 1517 al fin de la Guerra de los Treinta años (1648) y el segundo desde 1648 hasta hoy. El período de expansión juvenil y el período de madurez y decadencia.
Pero antes de ver su influencia en la civilización hay que examinar las siguientes cuestiones previas: ¿hasta dónde influye el cristianismo en la mejora del hombre - intelectual, moral y material – en este mundo, porque sus efectos saludables en el otro no se pueden comprobar y no se pueden usar como argumento en una disquisición científica?
Hubo naciones altamente civilizadas en la antigüedad, Siria, Egipto Grecia, roma y hay lo son China y Japón, cuya cultura nada debe al cristianismo. Cuando Cristo vino a iluminar al mundo, la luz de la cultura romana y griega brillaban en su mejor momento y al menos por tres siglos más, la nueva religión no añadió nada a su lustre. El espíritu de la caridad cristiana, sin embargo, gradualmente fue la levadura de la masa pagana, suavizando los corazones de los gobernantes y mejorando las condiciones de los súbditos, especialmente los pobres, los esclavos, los prisioneros. La intensa unión entre Iglesia y Estado, que comenzó con Constantino y continuo con sus sucesores, los emperadores romanos de Oriente y occidente, trajeron mucho bien, pero probablemente mucho más mal. El episcopado laico que los príncipes asumieron reducía prácticamente a la iglesia medieval a un estado de vasallaje abyecto, al clero secular a la ignorancia y a la mundanidad, y a los campesinos a la servidumbre y con frecuencia a la miseria
Si no hubiera sido por los monasterios, la Iglesia medieval no hubiera salvado, como hizo, los restos de la civilización grecorromana que tan poderosamente ayudó a civilizar la Europa occidental tras las invasiones bárbaras. Los monjes formaron por todo Occidente sociedades modelo, bien organizadas, regidas con justicia y prósperas por el trabajo de sus manos, verdaderos ideales de una civilización superior. Era aún la antigua civilización romana, perneada por el cristianismo, pero encadenada a los duros intereses de Iglesia y Estado. ¿Era mejor la Europa cristiana al principio del siglo quince, desde un punto de vista mundano, que la Europa pagana de principios del siglo cuarto?
Para el principio de nuestro distinto progreso moderno hemos de volver al Renacimiento humanístico o clásico, i.e., renacimiento pagano que siguió a la conquista de Constantinopla por los turcos (1453), después del descubrimiento de nuevas rutas de comercio por el Cabo de Buena Esperanza por los portugueses o el descubrimiento de América por los españoles y tras el desarrollo de los intereses europeos, fomentados o iniciados a principios del siglo quince, justamente antes del nacimiento del Protestantismo. La aparición del Nuevo Mundo fue para Europa una nueva Creación. Las mentes se expandieron con los vastos espacios abiertos a su investigación. El estudio de la astronomía, al principio al servicio de la navegación, que pronto consiguió su premio al descubrir su propio terreno, los cielos estrellados, la geografía descriptiva, la botánica, la antropología y ciencias asociadas, que exigían estudio y que dieron las grandes cosechas en el Este y en el Occidente.
El nuevo impulso y la nueva dirección dados al comercio cambiaron los aspectos políticos de la vieja Europa. Hombres y naciones fueron puestos en contacto con intereses comunes, lo que es la raíz de la civilización. La riqueza y la prensa proporcionaron los medios para satisfacer el debilitado deseo del arte, ciencia, literatura y formas de vivir más refinadas. En este estallido de nueva vida aparece el Protestantismo, hijo de su tiempo. ¿Fue una ayuda o un obstáculo en este movimiento hacia delante?
El protestantismo joven fue naturalmente un periodo de confusión en todas las esferas de la vida. Nadie puede leer hoy, sin avergonzarse y sentir tristeza la historia de esos días de conflictos religiosos y políticos; la religión convertida por todas artes la sirvienta de la política; la destrucción arbitraria de iglesias, monasterios y tesoros de arte sagrado; guerras entre ciudadanos de la misma tierra hechas con una increíble ferocidad, con terribles pérdidas ciudades sometidas al pillaje y arrasadas hasta los cimientos; gente pobre enviados a morir o condenados a morir de hambre en sus estériles tierras arrasadas; la prosperidad comercial cortada de un golpe ; los lugares del saber reducidos enseñanzas vacías y hueras y formas de vivir libertinas; la caridad eliminada de las relaciones sociales para dejar paso a la villanía a al abuso; la grosería en la forma de hablar y de comportarse de crueldad bárbara por parte de los príncipes , nobles y jueces en su trato don el “súbdito” y el prisionero. En resumen, la repentina caída de países completos en algo peor que el salvajismo primitivo. “Voracidad, robo, opresión, rebelión, represión, guerras, devastación, degradación “, es una descripción que encajaría en la lápida del primer Protestantismo.
Pero “violenta non durant”. El protestantismo se ha convertido en algo sedado, difícil de definir. De una u otra forma es la religión oficial en muchas tierras de la raza teutónica, y cuenta entre sus seguidores una enorme cantidad de grupos religiosos. Estos protestantes teutones y semi-teutones dicen ser los líderes de la civilización moderna, que poseen la mayor riqueza, la mejor educación, la moral más pura y en todos los aspectos se sienten superiores a las razas latinas que aún profesan la religión católica y asocian su superioridad a su protestantismo.
El hombre se conoce imperfectamente: el exacto estado de su salud, la verdad de su conocimiento, los motivos reales de sus acciones están un una velada semioscuridad; de sus vecinos aún conoce menos que de si mismo y su generalizaciones sobre el carácter nacional, tipificado en apodos, son caricaturas sin valor. Las antipatías enraizadas en luchas antiguas – políticas o religiosas – entran ampliamente en los juicios sobre las naciones o las iglesias. Epítetos oprobiosos y obsoletos aplicados en el calor y pasión de la batalla aún cuelgan del antiguo enemigo y crean prejuicios contra él. Conceptos formados hace trescientos años en un estado de cosas que hace mucho que ha dejado de existir aun sobreviven y distorsionan nuestros juicios. ¡Que despacio pierden su sus connotaciones perversas los términos como Protestante, papista, romanista, no-conformista y otros!
De nuevo: ¿Alguna de las grandes naciones es puramente protestante? Las más ricas provincias del Imperio son católicas y contiene un tercio de su población total. En los Estados Unidos de América los católicos forman la mayoría de la población que va a la iglesia en muchas grandes ciudades: san Francisco (81.1 por ciento); Nueva Orleans (79.7 por ciento); Nueva York (76.9 por ciento); S. Louis (69 por ciento); Boston (68.7 por ciento); Chicago (68.2 por ciento); Filadelfia (51.8 por ciento). (Estadística de principios del s. XX, N.del T).
A principios del s. XX Gran Bretaña y sus colonias una población católica de doce millones. Holanda y Suiza tienen poderosas provincias católicas y cantones; solo los pequeños reinos escandinavos han logrado sujetar el desarrollo de la vieja religión. Surge una pregunta más: concediendo que unos estados son más prósperos que otros ¿su gran prosperidad se debe a la forma particular de cristianismo que profesan? La idea es absurda. (Nota 2 del Traductor.)
Porque todas las denominaciones cristianas tienen el mismo código moral – el Decálogo – y creen en los mismos premios para en si mismo mientras que el catolicismo la elimina. Contra esto se puede decir que el catolicismo produce orden disciplinado – una cosa igualmente buena para el comercio. La verdad del asunto es que la confianza en si mismo se fomenta más con olas instituciones políticas libres y los gobiernos descentralizados. Estos ya existían en Inglaterra antes de la Reforma y han sobrevivido a ella; igualmente existían en Alemania pero fueron destruidos por el cesaropapismo protestante y nunca revivieron con el vigor primitivo
La Italia medieval, la Italia del Renacimiento disfrutaba de un gobierno municipal libre en muchas ciudades y principados, aunque el país era católico, produjo una abundante cosecha de hombres indisciplinados que confiaban en si mismos, grandes en muchos aspectos de la vida, buenos y malos. Y mirando a la historia vemos a la católica Francia y España llegando Ambas al cenit de su grandeza nacional mientras Alemania minaba y trataba de desintegrar aquel Sacro Romano Imperio, investido en la nación alemana – un imperio que era su gloria, su fuerza, la fuente y principal corriente de su cultura y prosperidad.
La grandeza de Inglaterra durante la misma época se debe a la misma causa que la de España: el impuso dado a todas las fuerzas nacionales por el descubrimiento del Nuevo Mundo. Tanto España como Inglaterra comenzaron por conseguir la unidad religiosa. En España. La Inquisición, con u bajo costo de vidas, preservó la vieja fe; en Inglaterra las leyes penales infinitamente más crueles eliminaron toda oposición a las innovaciones importadas desde Alemania. La misma Alemania no recuperó su prominente posición en Europa bajo el emperador Carlos V hasta la construcción de un nuevo imperio durante la guerra franco alemana (1871). Desde entonces su avance en todas las direcciones, excepto en la religión ha sido tal que ha amenazado la superioridad comercial y marítima de Inglaterra La verdad de todo este asunto es esta: la tolerancia religiosa ha sido incluida en todas las constituciones de las naciones modernas; el poder civil se ha separado del eclesiástico; las clases gobernantes han crecido alarmantemente indiferentes a las cosas espirituales; las clases educadas en general son racionalistas; las clases trabajadoras están ampliamente infectadas con el socialismo antirreligioso; una prolífica prensa diaria y periódica predica el evangelio del naturalismo más o menos abiertamente a los incontables lectores; en muchas tierras las enseñanzas cristianas son eliminadas de las escuelas públicas y la religión revelada está perdiendo su poder de dar forma a la política a la cultura , a la vida de los hogares y el carácter personal que se ejercía en beneficio de los Estados cristianos. Y en esta huida general de Dios hacia la criatura, sólo el catolicismo se mantiene con su enseñanza intacta, su disciplina más fuerte que nunca y firme su confianza en la victoria final.
La Prueba de Vitalidad
Un estándar de comparación algo mejor que el glamoroso “progreso mundial”, que como máximo un resultado accidental de sistema religioso, el “poder de auto preservación y propagación “, i.e., la energía vital. ¿Cuáles son los hechos? “el movimiento anti-protestante en la Iglesia romana”, dice un escritor protestante,” que en general es llamado Contra-Reforma, es realmente al menos tan notable como la Reforma misma. Probablemente no hay exageración en llamarle el más notable episodio singular que ha ocurrido nunca en la historia de la Iglesia Cristiana. Su inmediato éxito fue más grande que el Movimiento Protestante. Ocasionó una explosión de de entusiasmo misionero como nunca ha existido del el primer día de Pentecostés. En lo que se refiere a la organización no hay duda de que el manto de los hombres que crearon el imperio romano ha caído sobre la Iglesia Romana y nunca ha dado pruebas más sorprendentes de vitalidad y poder que en ese momento, inmediatamente después de que una gran parte de Europa se había escapado de sus manos.
Las prensas producían literatura no sólo para las necesidades de las controversias del momento sino en admirables ediciones de los primeros Padres a los que apelaban los Reformadores – a veces con más confianza que conocimiento. Ejércitos de devotos misioneros enviados a regiones de Europa que parecían perdidas para siempre (por ejemplo, la parte sur de Alemania y partes de Austria –Hungría) fueron recuperados para el papado y las reclamaciones del Vicario de Cristo fueron extendidas ampliamente por países donde nunca se habían oído antes” (R. H. Maiden, classical lecturer, Selwyn College, Cambridge, in "Foreign Missions", London, 1910, 119-20).
El Dr. G. Warneck, protagonista de la Alianza Evangélica en Alemania, describe así el resultado del Kulturkampf:” El Kulturkampf (i. e. la lucha por la superioridad del protestantismo contra el catolicismo en Prusia) inspirado por motivos políticos, nacionalistas y liberal-religiosos, terminó con una completa victoria de Roma. Cuando comenzó, pocos de los hombres que conocían Roma y las armas empleadas contra ella podían predecir con certeza que una lucha con el romanismo en esas condiciones iba a terminar necesariamente en la derrota del Estado y en el incremento del poder del romanismo… El enemigo el que nos enfrentamos en batalla nos ha vencido brillantemente, aunque teníamos todas las armas que el poder civil puede proporcionar. Ciertamente la victoria se debe a la habilidad de los líderes del partido del Centro, pero es más verdadero pero es verdad que las armas que utilizamos eran armas poco eficaces, incapaces de causar daños serios. La Iglesia romana es, como el Estado, un poder político, mundial en esencia, pero después de todo ella es la Iglesia y dispone de poderes religiosos que invariablemente utiliza cuando contiende con los poderes civiles por la supremacía. El Estado no tiene un poder equivalente que oponer. No puedes golpea a un espíritu, ni siquiera al espíritu romano…" (Der evangelische Bund und seine Gegner", 13-14). El gobierno antirreligioso de Francia renovó el Kulturkampf, pero tampoco tuvo éxito “n golpear el espíritu romano”. Se confiscaron patrimonios, iglesias, escuelas, conventos, pero el espíritu vive.
La otra seña de la vitalidad católica – el poder de propagación - es evidente en el trabajo misionero. Mucho antes del nacimiento del protestantismo, los misioneros católicos habían convertido a Europa y llevaron la fe a sitios tan lejanos como China. Después de la Reforma, reconquistaron para la Iglesia las tierras del Rin, Baviera, Austria, parte de Hungría y Polonia y establecieron florecientes comunidades cristianas en toda América de Norte y de Sur, en las colonias portuguesas, en todas partes, por resumir, donde los poderes católicos pudieron actuar libremente. Durante casi trescientos años los protestantes estaban demasiado concentrados en la auto preservación para pensar en la obra misionera extrajera. Pero eso ha cambiado y ahora la desarrollan en muchos países con éxito. Malden, en la obra citada arriba, compara los métodos católicos con los protestantes y resulta que a pesar de su simpatía por los suyos, su aprobación va al otro lado.
CONCLUSION
Los católicos profesan todos la misma fe, usan los mismos sacramentos, viven bajo la misma disciplina. El protestantismo, producto del Evangelio y de las fantasías de cien reformadores, gente que siempre está lamenta las infelices divisiones y llamando en vano a una unión que es sólo posible bajo esa misma autoridad central, contra la que protestar es su único común denominador
Bibliografía: Para los temas controvertidos, ver cualquier libro de texto católico o protestante. La obra estándar católica es BELLARMINE, Disputations de Controversiis Christianoe fidei etc. (4 vols., Rome, 1832-8); en el campo protestante : GERHARD, Loci Theologici, etc. (9 vols., Berlin, 1863-75).
Para la historia social , política del Protestantismo las mejores obras son DÖLLINGER, Die Reformation (3 VOLS., Ratisbon, 1843-51); The Church and the Cherches , tr. MACCABE (1862); JANSSEN, Hist. of the German People at the close of the Middle Ages, tr. CHRISTIE (London, 1896-1910); PASTOR, Hist. de los Papas desde el fin de la Edad media. BALMES, Protestantismo y Catolicidad en sus efectos sobre la civilización Europea; BAUDRILLART, The Catholic Church, the Renaissance and Protestantism, tr. GIBBS (London, 1908) Estas son lecturas recomendadas por el Instituto Católico de París y en el lado protestante recomendamos CREIGHTON y GARDINER.
N del T. La bibliografía que acompaña a este artículo, como éste mismo son de principios del siglo XX.
Fuente: Wilhelm, Joseph. "Protestantism." The Catholic Encyclopedia. Vol. 12. New York: Robert Appleton Company, 1911. <http://www.newadvent.org/cathen/12495a.htm>.
Transcrito por Douglas J. Potter . Dedicado al Sagrado Corazón de Jesús.
Traducido por Pedro Royo