Mahoma y mahometismo
De Enciclopedia Católica
Contenido
El Fundador
Mahoma, “el alabado”, el profeta del Islam y fundador del mahometismo, nació en La Meca (se dice que el 20 de agosto) en 570 d.C. En aquel entonces Arabia se encontraba desgarrada por facciones en guerra. La tribu de Fihr, o Quarish, a la que pertenecía Mahoma, se había establecido en el sur de Hijas (Hedjaz), cerca de La Meca, que constituía, ya en aquel momento, el principal centro religioso y comercial de Arabia. El poder de esta tribu había ido aumentando de manera continua; se habían convertido en los señores y guardianes reconocidos de la sagrada Kaaba, dentro de la ciudad de La Meca - que era visitada ya entonces en peregrinación anual por los árabes paganos con ofrendas y tributos - y gracias a ello habían ganado tal preeminencia que fue comparativamente fácil para Mahoma inaugurar su reforma religiosa y su campaña política, que finalizó con la conquista de toda Arabia y la fusión de las numerosas tribus árabes en una sola nación, con una religión, un código y un santuario (véase ARABIA, El Cristianismo en Arabia). ]]El padre de Mahoma era Abdallah, de la familia de Hashim, que murió al poco tiempo de nacer su hijo. A la edad de seis años, falleció también su madre y desde entonces su tío Abu-Talib se hizo cargo de él. Sus primeros años los pasó como pastor y acompañante de caravanas, y cuando contaba veinticinco se casó con una viuda rica, Khadija, quince años mayor que él. Tuvieron seis hijos, todos los cuales murieron muy jóvenes excepto Fátima, su amada hija. En sus viajes comerciales a Siria y Palestina trabó conocimiento con judíos y cristianos, adquiriendo un conocimiento imperfecto de sus religiones y tradiciones. Era un hombre de carácter retraído, adicto a la oración y al ayuno, y que sufría de ataques epilépticos. Cuando contaba cuarenta años (612 d.C.), aseguró haber recibido una llamada del Ángel Gabriel, y comenzó así su carrera activa como el profeta de Alá y el apóstol de Arabia. Sus conversos fueron alrededor de cuarenta personas, incluyendo a su mujer, su hija, su suegro Abu Bakr, su hijo adoptivo Alí Omar y su esclavo Zayd. Debido a su predicación y a sus ataques al paganismo, Mahoma atrajo sobre si una persecución que le hizo marchar de La Meca a Medina en 622, año de la Egira (huída) y comienzo de la era mahometana. En Medina fue reconocido como el profeta de Dios, y sus seguidores aumentaron. Inició una guerra contra sus enemigos, conquistó muchas tribus árabes, judías y cristianas, entró triunfal en La Meca en 630, destruyó los ídolos de la Kaaba, se convirtió en el dominador de Arabia y unió finalmente a todas las tribus bajo un emblema y una religión. En 632 realizó su última peregrinación a La Meca a la cabeza de cuarenta mil seguidores, y poco después de su regreso murió de una violenta fiebre a los sesenta y tres años de edad, en el decimoprimer año de la Egira y 633 de la era cristiana. Las fuentes biográficas sobre Mahoma son numerosas, pero en conjunto poco fiables, al estar atestadas de detalles ficticios, leyendas y relatos. Ninguna de sus biografías fue recopilada durante su vida, y la más temprana fue escrita un siglo y medio después de su muerte. El Corán es, quizás, la única fuente fiable sobre los sucesos más destacados de su carrera. Sus primeros y principales biógrafos son Ibn Ishaq (151 A.H. = 768 d.C.), Wakidi (207 = 822), Ibn Hisham (213 = 828), Ibn Sa´d (230 = 845), Tirmidhi (279 = 892), Tabari (310 = 929), las “Vidas de los compañeros de Mahoma”, los numerosos comentaristas coránicos (especialmente Tabari, ya mencionado, Zamakhshari 538 = 1144), y Baidawi (691 = 1292), el “Musnad” o colección de tradiciones de Ahmad ibn Hanbal (241 = 855), las colecciones de Bokhari (256 = 870), el “Isabah” o “Diccionario de las personas que conocieron a Mahoma”, de Ibn Hajar, etc. Todas estas colecciones y biografías están basadas en los llamados hadith o “tradiciones”, cuyo valor histórico es más que dudoso. De hecho, estas tradiciones representan un desarrollo legendario, gradual y más o menos artificial, más que una información histórica suplementaria. Según ellas, Mahoma tenía hábitos sencillos, si bien era sumamente cuidadoso con su apariencia personal. Amaba los perfumes y odiaba las bebidas fuertes. De un temperamento extremadamente nervioso, retrocedía ante el dolor corporal. Aunque estaba dotado de una gran imaginación, su talante era taciturno. Era cariñoso y magnánimo, piadoso y austero en la práctica de su religión, valiente, cumplidor e irreprochable en su comportamiento familiar y personal. Palgrave, sin embargo, hace notar sabiamente que “los ideales árabes de virtud fueron ideados primero y, a continuación, le fueron atribuidos”. De cualquier forma, admitiendo toda licencia en la exageración, la vida de Mahoma y sus acciones le muestran como un hombre de valor intrépido, gran estratega, elevado patriotismo, compasivo por naturaleza y pronto al perdón. Y sin embargo, no tuvo piedad en su trato con los judíos, una vez que hubo abandonado toda esperanza de que se sometieran. Aprobó el asesinato, si ello servía a su causa; por muy bárbaros o traicioneros que fueran los medios utilizados, a sus ojos el fin justificaba su utilización; y en más de una ocasión no sólo aprobó sino que también instigó el crimen. En lo que se refiere a su sinceridad y carácter moral, en los últimos tres siglos los estudiosos han expresado opiniones contradictorias. Muchas de estas opiniones están influidas bien por un odio extremado hacia el Islam y su fundador, bien por una admiración exagerada unida a un odio hacia el cristianismo. Lutero le consideró como “un demonio y el primogénito de Satanás”. Maracci sostenía que Mahoma y el mahometismo no eran muy diferentes de Lutero y el protestantismo.Spanheim y D´Herbelot le caracterizan como un “impostor perverso” y un “vil embustero”, mientras que Prideaux le señala como un deliberado embaucador. Tales insultos indiscriminados no están apoyados en hechos. Los estudiosos modernos, como Sprenger, Noldeke, Weil, Muir, Koelle, Grimme, Margoliouth, nos ofrecen una aproximación más correcta y objetiva a la vida y el carácter de Mahoma, y están de acuerdo en lo que se refiere a sus motivos, su llamada profética, sus cualidades personales y su sinceridad. Las variadas opiniones de muchos críticos recientes han sido hábilmente recogidas y resumidas por Zwemer, en su obra “Islam, un reto para la fe” (Nueva York, 1907). Según Sir William Muir, Marcus Dods y otros estudiosos, Mahoma fue sincero al principio, pero más tarde, exaltado por su éxito, practicó el engaño en cuanto le ayudara a obtener sus fines. Koelle “encuentra la clave para el primer periodo de la vida de Mahoma en Khadija, su primera esposa”, después de cuya muerte él se convirtió en presa de todas sus malvadas pasiones. Sprenger atribuye las pretendidas revelaciones a ataques epilépticos, o a “un paroxismo de locura cataléptica”. El mismo Zwemer pasa a criticar la vida de Mahoma tomando como referencia las normas, en primer lugar, del Antiguo y Nuevo Testamento, ambos reconocidos por Mahoma como revelación divina; en segundo, por la moralidad pagana de sus compatriotas árabes, y en último lugar, según la nueva ley de la que él se presentaba como “el intercesor y guardián escogido por Dios”. Según este autor, el profeta fue desleal incluso con respecto a las tradiciones éticas de los bandidos idólatras entre los que vivía, y violó grandemente la fácil moralidad sexual de su propio sistema. Después de esto, casi no es necesario decir que, en opinión de Zwemer, Mahoma no llegó a alcanzar con mucho ni los más elementales requisitos de la moralidad de la Sagrada Escritura. Zwemer concluye con una cita de Johnstone, comentando que el juicio de estos estudiosos modernos, aunque duro, se basa en testimonios que “proceden en su totalidad de los labios y plumas de sus propios devotos partidarios... Y los seguidores del profeta no tienen razón para quejarse si, incluso con tales pruebas, el veredicto de la historia se pronuncia en su contra”.
El Sistema
Extensión geográfica, divisiones y distribución de los mahometanos
Después de la muerte de Mahoma, el mahometismo aspiró a convertirse en un poder mundial y una religión universal. La debilidad del imperio bizantino, la desafortunada rivalidad entre las iglesias griegas y latinas, los cismas de Nestorio y Eutico, el poder en decadencia de la dinastía sasánida de Persia, el laxo código moral de la nueva religión, el poder de la espada y del fanatismo, la esperanza del saqueo y el amor por la conquista - todos estos factores se combinaron con la genialidad de los califas, los sucesores de Mahoma, y dieron como resultado la conquista, en mucho menos de un siglo, de Palestina, Siria, Mesopotamia, Egipto, el norte de África y el sur de España.
Los musulmanes llegaron a cruzar los Pirineos, amenazando con alcanzar San Pedro en Roma, pero fueron finalmente derrotados por Carlos Martel en Tours, en 732, exactamente cien años después de la muerte de Mahoma. Esta derrota detuvo sus conquistas occidentales y salvó a Europa. En los siglos VIII y IX conquistaron Persia, Afganistán y gran parte de la India, y en el siglo XII se habían convertido ya en los dueños absolutos de toda Asia Occidental, España y el norte de África, Sicilia, etc. Fueron finalmente conquistados por mongoles y turcos, en el siglo XIII, mas los nuevos conquistadores adoptaron la religión de Mahoma y, en el siglo XV, derrocaron al tambaleante imperio bizantino (1453). Desde aquel baluarte (Constantinopla) amenazaron incluso al imperio alemán, pero fueron derrotados a las puertas de Viena, y se les hizo retroceder más allá del Danubio, en 1683.
El mahometismo comprende actualmente varias escuelas teológicas y facciones políticas. Los ortodoxos (sunníes) defienden la legitimidad de la sucesión de los tres primeros califas, Abu Bakr, Omar y Uthman, mientras que los cismáticos (chiíes) son los defensores del derecho divino de Alí en contra de la sucesión de estos califas a los que denominan “usurpadores”, y cuyos nombres, tumbas y monumentos insultan y aborrecen. Los chiíes cuentan hoy día con alrededor de doce millones de partidarios, más o menos una vigésima parte de todo el mundo mahometano, y están repartidos por Persia y la India. Los sunníes están subdivididos en cuatro escuelas teológicas principales o sectas, las cuales son los hanifitas, que se encuentran fundamentalmente en Turquía, Asia Central y norte de la India, los shafitas, en el sur de la India y Egipto, los malikitas, en Marruecos, Berberia y zonas de Arabia, y los hanbalitas, en Arabia Central y Oriental y en algunas partes de África. Los chiíes están también subdivididos en varias sectas, aunque menos importantes. De las proverbiales setenta y tres sectas del Islam, treinta y dos corresponden a los chiíes. Las principales diferencias entre ambos son:
• En lo que respecta a quiénes son los legítimos sucesores de Mahoma • Los chiíes cumplen las ceremonias del mes del ayuno, Muharram, en memoria de Alí, Hasán, Husein y Bibi Fátima, mientras que los sunníes sólo consideran sagrado el décimo día de dicho mes, y por ser el día en que Dios creó a Adán y a Eva. • Los chiíes permiten los matrimonios temporales, que se contraen por una suma determinada de dinero, mientras que los sunníes sostienen que Mahoma los prohibió. • Los chiíes incluyen a los adoradores del fuego entre las “gentes del Libro”, mientras que los sunníes sólo consideran como tales a los judíos, cristianos y musulmanes. • Muchas pequeñas diferencias en las ceremonias de oración y ablución. • Los chiíes admiten un acuerdo de compromiso religioso para escapar a las persecuciones y la muerte, mientras que los sunníes consideran esto como apostasía.
Hay también sectas menores, de las cuales las principales son los aliítas o fatimitas, los asharianos, los azaragitas, los babkitas, los babbis, los idrisitas, los ismaelitas y asesinos, los jabrianos, los kaissanitas, los karmathianos, los kharjitas, los seguidores del Mahdi, los mutazilitas, los Qadrianos, los safrianos, los sifatianos, los sufíes, los wahabíes y los zaiditas. Los rasgos distintivos de estas sectas son políticos así como religiosos; únicamente tres o cuatro de ellas tienen hoy día alguna influencia.
Sin embargo, a pesar de estas divisiones, los principales artículos de fe y moralidad y los ritos son sustancialmente uniformes.
Dogmas
Los principales dogmas del mahometismo están expuestos en el Corán. Como ayudas en la interpretación del sistema religioso del Corán tenemos: primero, las denominadas “Tradiciones”, que se supone que contienen doctrina y enseñanzas suplementarias de Mahoma, de las cuales, sin embargo, una parte muy considerable es decididamente espuria; segundo, el consenso de los doctores del Islam representado por los imanes más célebres, los fundadores de varias sectas islámicas, los comentaristas del Corán y los maestros de la jurisprudencia mahometana; tercero, la analogía o deducción forma principios reconocidos admitidos en el Corán y en las tradiciones. La religión de Mahoma, conocida entre sus partidarios como Islam, no contiene prácticamente nada original: es una combinación confusa del paganismo nativo árabe, judaísmo, cristianismo, sabiísmo (mandoeanismo), hanifismo y maniqueísmo.
El sistema puede dividirse en dos partes: el dogma o teoría, y la moral o práctica. Todo el entramado está construido sobre cinco puntos fundamentales, uno de ellos perteneciente a la fe o teoría, y los otros cuatro a la moral o práctica. Todo el dogma mahometano está supuestamente expresado en una única fórmula: “no hay más Dios que el verdadero Dios y Mahoma es su profeta”. Pero esta única confesión implica para los mahometanos seis artículos diferentes:
(a) La creencia en la unidad de Dios; (b) En sus ángeles; (c) En su Escritura; (d) En sus profetas; en la resurrección y en el Juicio Final; (e) En la decisión absoluta e irrevocable de Dios y en la predeterminación tanto del bien como del mal.
Los cuatro puntos relativos a la moral o práctica son: (a) la oración, las abluciones y las purificaciones; (b) la limosna; (c) el ayuno y (d) la peregrinación a la Meca.
(1) El Dogma
La doctrina del Islam referente a Dios - su Unidad y los atributos divinos - es fundamentalmente la de la Biblia; sin embargo Mahoma profesó la aversión más profunda hacia la doctrina de la Trinidad y de la divina filiación de Cristo. Como subraya Noldecke, el conocimiento de Mahoma sobre estos dos dogmas fue superficial; incluso los artículos del Credo que se referían a ellos no eran debidamente conocidos por él, y por ello sintió que era prácticamente imposible armonizarlos con el sencillo monoteísmo semítico. Probablemente, fue también esta sola consideración la que le impidió abrazar el Cristianismo (Sketches fron Eastern History, 62).
Se considera que el número de profetas enviados por Dios es alrededor de 124.000, y el de los apóstoles, 315. De los primeros, 22 son mencionados por su nombre en el Corán - son, por ejemplo, Adán, Noé, Abraham, Moisés, Jesús.
Según los sunníes, los profetas y apóstoles no cometieron pecado alguno, son superiores a los ángeles y tenían el poder de realizar milagros. La angelología y la demonología mahometanas están casi completamente basadas en la tradición judía tardía y en la de principios del Cristianismo. Se cree que los ángeles están libres de todo pecado; no comen ni beben, y no hay distinción de sexo entre ellos. Son, por regla general, invisibles, excepto para los animales, aunque a veces aparezcan bajo forma humana. Los principales ángeles son: Gabriel, el guardián y comunicador de la revelación de Dios al hombre; Miguel, el protector de los hombres; Azrael, el ángel de la muerte, encargado de recibir las almas de los hombres cuando mueren; e Israfil, el ángel de la resurrección. Además de éstos, están los serafines, que rodean el trono de Dios y están constantemente cantando sus alabanzas; los secretarios, que registran las acciones de los hombres; los observadores, que espían cada palabra y hecho de la humanidad; los viajeros, cuya tarea consiste en viajar por toda la tierra para saber si los hombres mencionan el nombre de Dios y cuándo lo hacen; los ángeles de los siete planetas, a cargo del infierno; y una multitud incontable de seres celestiales que llenan todo el espacio. El principal demonio es Iblis, que, al igual que sus numerosos compañeros, fue una vez el más cercano a Dios, pero fue expulsado al rechazar obedecer la orden de Dios de rendir homenaje a Adán. Estos demonios son dañinos tanto para las almas como para los cuerpos de los hombres, aunque su influencia maligna está constantemente contrarrestada por la interferencia divina.
Además de los ángeles y demonios, existen también los jinns o genios, criaturas de fuego, capaces de comer, beber, propagarse y morir; algunos son buenos, otros son malos, pero todos ellos son capaces de salvarse o condenarse.
Dios recompensa el bien y castiga las malas obras. Es misericordioso y fácilmente se torna propicio si hay arrepentimiento. El castigo de los malvados impenitentes será terrible, y la recompensa de los fieles será grande. Todos los hombres tendrán que levantarse de entre los muertos y se someterán al juicio universal. El Día de la Resurrección y el Juicio serán precedidos y acompañado de diecisiete señales, pavorosas o grandiosas, en el cielo y en la tierra, y de ocho señales menores, algunas de las cuales son idénticas a las mencionadas en el Nuevo Testamento. La resurrección será general y se extenderá a todas las criaturas - ángeles, genios, hombres y animales. Los tormentos del infierno y los placeres del paraíso, muy especialmente éstos últimos, son proverbialmente burdos y sensuales. El infierno está dividido en siete regiones: Jahanam, reservado a los mahometanos infieles; Laza, para los judíos; Al-Hutama, para los cristianos; Al-Sair, para los sabianos; Al-Saqar, para los magianos; Al-Jahim, para los idólatras; Al-Hawiyat, para los hipócritas. En cuanto a los tormentos del infierno, se cree que los condenados se retorcerán entre vientos pestilentes y agua hirviendo, y a la sombra de un humo negro. Se les obligará a tragar agua hirviendo. Se les arrastrará del cuero cabelludo, se les arrojará al fuego envueltos en prendas en llamas, y se les golpeará con mazas de hierro. Cuando su piel esté bien quemada, se les dará otra piel para su mayor tortura. Mientras que la condenación de todos los infieles será eterna y sin esperanza, los musulmanes que, aunque fieles a la religión verdadera hayan cometido pecados atroces, serán librados del infierno cuando hayan expiado sus pecados.
Las alegrías y glorias del Paraíso son tan fantásticas y sensuales como una mente árabe lasciva pueda imaginar. “Dado que la abundancia de agua es uno de los mayores complementos para el deleite de un árabe beduino, el Corán habla a menudo de los ríos del Paraíso como de un ornamento fundamental del mismo, algunas de estas corrientes fluyen con agua, algunas con vino y otras con miel, además de muchos otros manantiales y fuentes más pequeños, cuyas piedras son rubíes y esmeraldas, mientras que su tierra está formada por alcanfor, sus cauces son de almizcle y sus orillas de azafrán. Sin embargo todas estas glorias serán eclipsadas por las doncellas resplandecientes y encantadoras del Paraíso, las huríes, siendo la principal felicidad de los que han sido fieles el gozar de la compañía de las mismas. Estas doncellas no son creadas a partir del barro, como es el caso de las mujeres mortales, sino de almizcle y libres de toda impureza natural, defectos e inconvenientes. Serán hermosas y modestas y estarán apartadas de la vista pública en pabellones de perlas huecas. Los placeres del Paraíso serán tan abrumadores que Dios concederá a cada uno las capacidades que corresponderían a cien individuos para poder disfrutarlos. Se asignará a cada uno una gran mansión, y el más humilde tendrá a su disposición al menos 80.000 sirvientes y setenta y dos esposas de entre las doncellas del Paraíso. Mientras coman serán atendidos por 300 asistentes, la comida se servirá en platos de oro, de los cuales 300 serán dispuestos frente a él en seguida, y cada uno contendrá un tipo diferente de comida y una provisión inacabable de vino y licores. La magnificencia de los trajes y joyas estará de acuerdo con la exquisitez de la dieta, ya que serán ataviados con las sedas y brocados más suntuosos, adornados con pulseras de oro y plata y con coronas incrustadas de perlas, y utilizarán alfombras de seda, sofás, almohadas, etc. y para que puedan disfrutar todos estos placeres Dios les concederá una juventud perpetua, belleza y vigor. La música y las canciones serán también encantadoras y eternas” (Wollaston, “Muhammed, His Life and Doctrines”).
La doctrina mahometana de la predestinación es equivalente al fatalismo. Creen en la decisión absoluta de Dios y en la predeterminación tanto del bien como del mal, esto es, cualquier cosa que haya ocurrido y que ocurrirá en el mundo, sea bueno o malo, procede enteramente de la voluntad divina, y está irrevocablemente determinado y escrito desde toda la eternidad. La posesión y el ejercicio de nuestra propia voluntad libre son, por tanto, vanos e inútiles. El absurdo de esta doctrina fue percibido por los teólogos mahometanos posteriores, que intentaron en vano minimizarlo mediante varias distinciones sutiles.
Práctica
Los cinco pilares del lado práctico y ritual del Islam son la recitación del Credo y las oraciones, el ayuno, la limosna y la peregrinación a la Meca. La fórmula del Credo se ha expuesto arriba y recitarlo es necesario para la salvación. Las oraciones diarias son cinco: antes del amanecer, al mediodía, a las cuatro de la tarde, a la puesta del sol y poco después de la medianoche. Las formas de las oraciones y las posturas están prescritas en una liturgia coránica muy reducida. Todas las oraciones deben hacerse mirando a La Meca, y deben ser precedidas de un lavado, que, si se omite, hace que las oraciones no tengan efecto. La oración pública tiene lugar el viernes en la mezquita, y es dirigida por un imán. Sólo los hombres asisten a las oraciones públicas, ya que las mujeres rara vez rezan, ni siquiera en casa. Las oraciones por los difuntos tienen gran mérito y son recomendadas. Se recomienda el ayuno en todas las estaciones, pero sólo es obligatorio en el mes de Ramadán. Comienza al amanecer y finaliza con la puesta del sol, y exige mucho esfuerzo, especialmente cuando la estación del ayuno coincide con el verano. Al finalizar el Ramadán celebran un gran día de fiesta, denominado generalmente Bairam o Fitr, que significa “Romper el ayuno”. El otro gran festival es el de Azha, que está tomado del Día de la Expiación judío con modificaciones. La limosna es grandemente recomendada: es obligatoria en el día de fiesta después del Ramadán, e irá destinada únicamente a los “fieles” (mahometanos). La peregrinación a la Meca una vez en la vida es un deber que afecta a todo musulmán libre con medios suficientes y vigor físico; los méritos que comporta no pueden ser obtenidos por delegación, y las ceremonias son muy semejantes a las que llevó a cabo el mismo Mahoma (véase MECA). Las peregrinaciones a las tumbas de los santos son muy corrientes hoy día, especialmente en Irán y en la India, aunque fueron absolutamente prohibidas por Mahoma.
Moral
Apenas es necesario recalcar aquí el hecho de que la ética del Islam es muy inferior a la del judaísmo y aún más a la del Nuevo Testamento. Abundando en esto, no podemos estar de acuerdo con Noldecke cuando sostiene que, aunque en muchos aspectos la ética del Islam no puede compararse ni siquiera con el tipo de cristianismo que prevaleció y todavía prevalece en Oriente, sin embargo, en otros aspectos la nueva fe - simple, robusta, en el vigor de su juventud - sobrepasó con mucho la religión de los cristianos sirios y egipcios, que estaba en una situación de estancamiento y de continuo descenso cada vez más a las profundidades de la barbarie (op. cit., Wollaston, 71, 72). La comparación entre la historia y el desarrollo, así como el pasado y el presente de las condiciones religiosas, sociales y éticas de todas las naciones y países cristianos, independientemente de cuál sea su secta o escuela, y los aspectos correspondientes de los variados países mahometanos, en todas las épocas, es una refutación suficiente a la afirmación de Noldecke. Es indiscutible que en la ética del Islam hay muchas cosas dignas de admiración y aprobación, pero no en cuanto a originalidad ni a superioridad. Aquello que es realmente bueno en la ética mahometana es un lugar común o bien está tomado de otras religiones, mientras que aquello que es suyo y característico es casi siempre imperfecto o malo.
Los principales pecados prohibidos por Mahoma son la idolatría y la apostasía, el adulterio, el falso testimonio contra un hermano musulmán, los juegos de azar, beber vino u otros tóxicos, la usura y la adivinación mediante flechas. El amor fraternal en el Islam se limita a los musulmanes. Cualquier forma de idolatría o apostasía es severamente castigada en el Islam, pero se permite que la violación de cualquiera de los otros preceptos generalmente quede sin castigo, a menos que cause un conflicto grave con el bienestar social o el orden político del Estado. Entre otras prohibiciones se debe hacer mención a la de comer sangre, carne de cerdo o cualquier cosa que muera de muerte natural, que haya sido sacrificada en honor de algún ídolo, estrangulada, matada por un golpe o una caída o por otra bestia. Sin embargo, en caso de extrema necesidad, se dispensa de estas restricciones. El infanticidio, abundantemente practicado por los árabes preislámicos, es prohibido estrictamente por Mahoma, como también el sacrificio de niños a los ídolos en cumplimiento de un voto, etc. El crimen del infanticidio se presentaba generalmente bajo la forma de enterramiento de niñas recién nacidas, para que los padres no se vieran reducidos a la pobreza al intentar sustentarlas o bien para evitarles la pena y la desgracia que les causaría si sus hijas eran tomadas como cautivas o se convertían en motivo de escándalo por su comportamiento.
La religión y el Estado no están separados en el Islam. Por ello, la jurisprudencia civil y criminal mahometana está fundamentalmente basada en el Corán y en las “tradiciones”. A Mahoma se le atribuyen miles de decisiones jurídicas y son incorporadas en las varias colecciones de hadith. Mahoma ordenó que se honrara y obedeciera a los padres, y que se tratara con amabilidad a las esposas y a los esclavos. La calumnia y la maledicencia son fuertemente censuradas, aunque se permite el falso testimonio cuando es para ocultar el crimen de un musulmán y salvar su reputación o su vida. En lo que respecta al matrimonio, la poligamia y el divorcio, el Corán explícitamente permite estar casado con cuatro esposas legales al tiempo (sura iv, v. 3), de las que el marido se puede divorciar cuando así le parezca. Se permite cualquier cantidad de concubinas y esclavas sexuales. Hoy día, sin embargo, debido a razones económicas, el concubinato no es tan común como la opinión popular occidental parece creer. Se prescribe la reclusión de las esposas, y en caso de infidelidad, las pruebas que presente la mujer, ya sea en su propia defensa o contra su marido, no son admitidas, mientras que las del marido siempre lo son. Tanto en esto como en los casos judiciales, el testimonio de un solo hombre tiene a veces el valor equivalente al del de dos mujeres, en el caso de que éstos últimos fueran admitidos. Al hombre se le permite que repudie a su mujer con la excusa más nimia, pero la mujer no tiene licencia siquiera para separarse de su marido a menos que sea debido a malos tratos, a la búsqueda de un sustento adecuado o debido a negligencia de los deberes conyugales; e incluso entonces generalmente ella pierde su dote, algo que no ocurre si es el marido el que se divorcia de ella, a menos que ella haya sido culpable de indecencia o de desobediencia notoria. Mahoma prohíbe explícitamente tanto al marido como a la mujer recurrir al divorcio a la menor ocasión o bajo el impulso de un capricho, pero esta advertencia no fue seguida ni por el mismo Mahoma ni por sus seguidores. Una mujer divorciada debe esperar tres meses antes de casarse de nuevo, de modo que se pueda estar seguro sobre la paternidad de un posible o probable hijo.
Por el contrario, una viuda debe esperar cuatro meses y diez días. La inmoralidad en general es condenada y castigada severamente por el Corán, pero el relajamiento moral y la sensualidad depravada de los mahometanos en gran parte han anulado sus efectos en la práctica.
La esclavitud no es únicamente tolerada por el Corán, sino que se la considera como una necesidad práctica, mientras que conceder la libertad a los esclavos es considerado como algo meritorio. Debe hacerse notar, sin embargo, que entre los mahometanos, los hijos de las esclavas y concubinas son considerados por lo general igual de legítimos que los de las esposas legales y ninguno es considerado bastardo, excepto aquellos nacidos de prostitutas públicas y los de padre desconocido. La acusación esgrimida a menudo contra el Corán por la que éste enseñaría que las mujeres no tienen alma carece de fundamento. La ley coránica referente a la herencia insiste en que las mujeres y los huérfanos sean tratados con justicia y amabilidad. Sin embargo, en general, los herederos varones tienen derecho al doble que las mujeres. Los contratos deben ser cuidadosamente redactados en presencia de testigos. El asesinato, el homicidio y el suicidio son prohibidos explícitamente, aunque se permite la venganza de sangre. En el caso de que se produzcan lesiones personales, se aprueba la ley del ojo por ojo.
Para concluir, se debe hacer referencia aquí a los meses sagrados y al día sagrado de la semana. Los árabes tenían un año de doce meses lunares, y este año se hacía coincidir con el año solar tan a menudo como fuera necesario intercalando un decimotercer mes. Sin embargo, el año mahometano tiene una duración media de 354 días, y es diez u once días más corto que el año solar, y de acuerdo con esto las fiestas mahometanas se desplazan sucesivamente a lo largo de las estaciones. La era mahometana comienza con la Egira, que se cree que tuvo lugar el 16 de julio de 622 d.C. La regla para calcular a qué año de la era cristiana (d.C.) corresponde un año dado de la era mahometana (A.H.) es la siguiente: restar de la fecha mahometana dada el producto que resulta de multiplicar por tres el número de siglos completos hasta esa fecha, y sumar 621 al resultado de esta resta (esta regla, sin embargo, sólo da un resultado exacto para el primer día de un siglo mahometano. Por ejemplo, el primer día del siglo catorce tuvo lugar durante el año 1883 d.C.). Los meses primero, séptimo, decimoprimero y decimosegundo del calendario mahometano son sagrados: durante estos meses no es legal emprender una guerra. El decimosegundo mes está consagrado a la peregrinación anual a La Meca, y con el fin de proteger a los peregrinos, los meses anterior (decimoprimero) y siguiente (primero del nuevo año) son también inviolables. El séptimo mes está reservado al ayuno con el que Mahoma sustituyó al mes (noveno) dedicado por los árabes en tiempos preislámicos a comer y beber en cantidades excesivas. Mahoma escogió el viernes como día sagrado de la semana, y se han aducido muchas posibles razones tanto por el profeta como por sus seguidores para justificar esta elección; el motivo más probable sería el de tener un día sagrado diferente al de judíos y cristianos. Si bien es cierto que el viernes era un día de reuniones solemnes y fiestas públicas entre los árabes preislámicos. Durante el viernes no se disfruta de un descanso del trabajo, pero se prescribe que en este día se lleven a cabo las plegarias y el culto en comunidad. Otra costumbre que data de antiguo y que todavía es observada universalmente por todos los mahometanos, aunque no está explícitamente ordenada en el Corán, es la circuncisión. Se la considera una práctica Demi-religiosa, y su realización es precedida y acompañada de grandes fiestas.
En materia política, el Islam es un sistema de despotismo dentro de las fronteras y de agresión más allá de las mismas. El Profeta ordenó una sumisión absoluta al imán. En ningún caso se podía levantar la espada contra él. Los derechos de los no-musulmanes son del tipo más indefinido y limitado y la guerra de religión es un deber sagrado cuando se da la oportunidad del éxito contra el “infiel”. Los mahometanos de la Edad Media y Moderna, especialmente los turcos, y las persecuciones tanto de judíos como de cristianos son quizá la mejor ilustración de este fanático espíritu religioso y político.
Bibliografía
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Fuente: Oussani, Gabriel. "Mohammed and Mohammedanism." The Catholic Encyclopedia. Vol. 10. New York: Robert Appleton Company, 1911. <http://www.newadvent.org/cathen/10424a.htm>.
Traducido por Aurora Marín Lopez
Selección de imágenes: José Gálvez Krüger
Nota del director: Cuando se publicó la Enciclopedia Católica, se usaron datos estadísticos de 1907, cuyos datos hemos retirado del artículo. Deseamos conservar estos datos por si alguien pudiera precisar de ellos.
"De acuerdo con los cálculos más recientes y fiables (1907), el número de mahometanos en el mundo se cifra en unos 233 millones, si bien algunos estiman que asciende a 300 millones y otros que desciende a 175 millones. Casi 60 millones se encuentran en África, 170 en Asia y unos 5 millones en Europa. Su número total equivale aproximadamente a un cuarto de la población de Asia, y a un séptimo de la mundial. Su distribución geográfica es la siguiente:
Asia:
India, 62 millones; otras posesiones británicas (como Adén, Bahrein, Ceilán y Chipre) alrededor de un millón y medio; Rusia (asiática y europea), el Cáucaso, el turkestán ruso y la región de Amur, unos 13 millones; las islas Filipinas, 350.000; las Indias Orientales Alemanas (incluyendo a Java, Sumatra, Borneo, Célebes, etc.) unos 30 millones; las posesiones francesas en Asia (Pondicherry, Annam, Camboya, Conchinchina, Tongking, Laos) alrededor de un millón y medio; Bokhara, 1.200.000; Khiva, 800.000; Irán, 8.800.000; Afganistán, 4.00.000; China y el Turkestán chino, 30.000.000; Japón y Taiwan, 30.000; Corea, 10.000; Siam, 1.000.000; Asia Menor, Armenia y Kurdistán, 1.795.000; Mesopotamia, 1.200.000; Siria, 1.100.000; Arabia, 4.500.000. En total, 170.000.000.
África:
Egipto, 9.000.000; Trípoli, 1.250.000; Tunicia, 1.700.000; Argelia, 4.000.000; Marruecos, 5.600.000; Eritrea, 150.000; Sudán anglo-egipcio, 1.000.000; Senegal-Níger, 18.000.000; Abisinia, 350.000; Camerún, 2.000.000; Nigeria, 6.000.000; Dahomey, 350.000; Costa de Marfil, 800.000; Liberia, 600.000; Sierra Leona, 333.000; Guinea Francesa, 1.500.000; Somalia francesa, inglesa e italiana, Protectorado Británico del África Oriental, Uganda, Togo, Gambia y Senegal, alrededor de 2.000.000; Zanzíbar, África Oriental alemana, África Oriental portuguesa, Rodesia, Estado Libre del Congo y Congo Francés, unos 4.000.000; Sudáfrica e islas adyacentes, unos 235.000. En total, aproximadamente 60.000.000.
Europa:
La zona europea de Turquía, 2.100.000; Grecia, Serbia, Rumania y Bulgaria, alrededor de 1.369.000. En total, unos 3.500.000.
América y Australia:
Aproximadamente 70.000.
Alrededor de 7.000.000 (esto es, cuatro quintas partes) de los mahometanos persas y unos 5.000.000 de los indios son chiíes; el resto del mundo mahometano - aproximadamente 221.000.000 - son casi todos sunníes".