Amalarius de Metz
De Enciclopedia Católica
Fue un escritor litúrgico, nació en Metz, en el último cuarto del siglo VIII; murió aproximadamente en el año 850. Fue formalmente considerado un personaje diferente de Amalario de Tréves, pero de poco tiempo más tarde, a causa de las investigaciones de Dom Morin, la opinión parece prevalecer que alrededor del año 811, Amalario fue hecho Obispo de Treves, a cuya diócesis renunció después de dos años de actuar como mensajero de Constantinopla. De ahí que se le considere como el autor de los trabajos atribuídos a Amalario de Tréves. Por algún tiempo fue disciplina de Alcuin. Después de regresar a Francia de Constantinopla, parece haber estado en sínodos importantes en Aix-la Chapelle y en Paris. Después fue enviado por Louisle Débonnaire como embajador para Gregorio IV en Roma, siendo esta probablemente su segunda visita a la Ciudad Eterna. Más tarde, representó la Diócesis de Lyons durante el exilio de Agobard, y ahí trató de hacer adoptar su nuevo antifonario, pero se encontró con una fuerte oposición por parte del diácono Florus. Cuando Agobard fue restituído a su “vista” ambos, él y Florus atacaron los escritos de Amalarius y tuvieron éxito en censurarlo en un sínodo llevado a cabo en Kiersy en el año 838 por su opinión concerniente a la significación de las partes de la asamblea dividida en Misa. Finalmente, Amalario fue comprometido en controversias teológicas sobre predestinación evocadas por Gottschalk. La fecha de su muerte no ha sido determinada con certeza, pero debe haber sido poco después del año 850. Los trabajos de Amalario tratan principalmente de materias litúrgicas. Sus más importantes y también sus más largos tratados son “Los oficios Eclesiásticos” y “El antifonario ordinario”. El primero está dividido en cuatro libros, en los cuales sin observar un estricto orden lógico, trata de la Misa, el oficio, diferentes bendiciones, ordenaciones, vestiduras, etc; dando una explicación de los varios formularios y ceremonias más que una exposición científica de la liturgia. El primer libro explica las estaciones litúrgicas de la Septuagésima semana hasta Pentecostés y especialmente las ceremonias de semana santa. El segundo libro trata de los tiempos para conferir las órdenes sagradas, de las diferentes órdenes en la Iglesia, y de las vestiduras litúrgicas. El tercer libro contiene unos pocos capítulos preliminares acerca de las campanas, el coro, entre otras cosas. Un tratado sobre las diferentes partes de Misa, celebradas pontificalmente según el rito Romano, y algunos capítulos sobre asuntos especiales, por ejemplo, el Adviento, la Misa de difuntos, etc. El cuarto libro trata principalmente del Oficio Divino, explicando sus partes integrales y los oficios peculiares a ciertas temporadas litúrgicas o días festivos, pero contiene unos cuantos capítulos suplementarios sobre exequias para difuntos, y asuntos ya tratados. En “el antifonario ordinario” el explica los arreglos del Oficio Divino y las variaciones para las diferentes fiestas y considera en particular, el origen y significado de las antífonas y responsos, ciertamente en este mundo el parecería un comentador en su propio antifonario copilado de los antifonarios de Roma y Metz, y un defensor de su forma de composición. Su poema pastoral el oficio de la Misa; contiene una descripción de la Misa Pontifical, según el rito Romano y una explicación mística de las diferentes partes de la Misa. También se han conservado varias cartas de Amalario que tratan sobre temas litúrgicos. Dom Morin niega la autenticidad de la carta de Amalario en respuesta a ciertas cuestiones de Carlo Magno, respecto al bautismo, así como la “forma de institución canónica y santoral” La cual es una colección de reglas tomadas del decreto de concilios y trabajos de los Padres, para clérigos y monjes viviendo en comunidad. Desafortunadamente su Antifonario y su Embolis no se conservaron.
Amalario parece haber tenido una gran atracción por los estudios litúrgicos, gusto que fue estimulado y alentado por su maestro Alcuin. Sus viajes al este, le dieron una información considerable respecto a los ritos Orientales, pero su estadía en Roma parece haberlo imbuido a un profundo amor por la liturgia Romana y haberlo influenciado grandemente en su trabajo litúrgico. Ahí hizo un estudio especial de rubricas y costumbres Romanas, examinó diligentemente de Teodoro, el Abad de la basílica de San Pedro, referentes a los formularios y ceremonias en uso allá y hasta buscados para obtener copias de los libros litúrgicos, para traerlos a Francia. Viviendo en ese tiempo, cuando la liturgia estaba cambiando, cuando se estaba llevando a cabo la unión de las costumbres de los Galicios y Romanos, el ejerció una influencia marcada en la introducción de la presente composición litúrgica, la cual finalmente sustituyó el antiguo rito Romano. Buscó lograr el deseo del Emperador para introducir la liturgia Romana para obtener uniformidad, pero al mismo tiempo, como Alcuin y otros litúrgicos de su época, no obstante, combinó con el Romano, consideró valioso perseverar en el rito Gálico, como se puede ver fácilmente en su comentario sobre su propio antifonario.
El mérito principal de sus trabajos, consiste en el hecho de que han conservado mucha precisión e información valiosa del estado de la liturgia al principio del siglo noveno, así que se puede hacer una comparación fácilmente entre esa liturgia y la liturgia presente, para determinar que cambios habían ocurrido y trazar el desarrollo que ha tenido lugar. El más serio defecto en sus escritos es un misticismo excesivo que le condujo a buscar un gran logro y hasta orígenes y significados absurdos para las fórmulas y ceremonias litúrgicas, pero la falla puede estar en la medida permitida, puesto que era común a todos los escritores litúrgicos de ese tiempo. También puede que haya usado mas libertad al componer, cambiar, y transferir textos litúrgicos que permitiría la autoridad eclesiástica en épocas posteriores, cuando la necesidad de unirse en la liturgia, se sintiera más imperativamente. A pesar de estas fallas, ejerció gran influencia en el desarrollo de la liturgia Romana actual, y sus trabajos son muy útiles para el estudio de la historia de las liturgias latinas.
Bibliografía
.L. CV, 815; XCIX, 887; articles by MORIN, in the Revue Benedictine (1891-92-94); DEBROISE in Dict. d'arch. chret. (Paris, 1904), I, 1323; BATIFFOL, History of the Roman Breviary, tr. by BAYLEY (New York, 1898), 90; STREBER in Kirchenlex., I, 672; SIRMOND, Opera varia (Paris, 1696), IV; SAHRE, Der Liturgiker Amalarius (Dresden, 1893).
Escrito por J.F. Goggin.
Trascrito por John Fobian
Traducción de Francisco Juárez Salazar