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Domingo, 24 de noviembre de 2024

Actas de los Mártires

De Enciclopedia Católica

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En un sentido estricto los Actos de los Mártires son los registros oficiales de los juicios a los primeros mártires cristianos, hechos por los notarios de la corte. En un sentido más amplio, sin embargo, el título se aplica a todas las narrativas de la prueba y muerte de los mártires. En el último sentido, pueden ser clasificados así:

Informes oficiales de los interrogatorios (acta, gesta). Existentes, como el "Acta Proconsulis" (Cyprian, "Ep. lxxvii") pocos en número, sólo nos han llegado en ediciones preparadas con vista a la edificación del creyente. El "Passio Cypriani" y "Acta Martyrum Scillitanorum" son típicos de esta clase. De estos, el anterior es un trabajo compuesto de tres documentos separados, mostrando un mínimo de adiciones editoriales, en algunas frases vinculadas. El primer documento informa del juicio de Cipriano en 257, el segundo, de su arresto y juicio en 258, el tercero, de su martirio. Archivos no-oficiales realizados por, testigos presenciales, o al menos contemporáneos que anotaban el testimonio de aquellos, tales como el "Martyrium S. Polycarpi", admitiendo sin embargo, que también puede deberse a la imaginación piadosa del testigo presencial. El "Acta SS. Perpetuæ et Felicitatis" es quizás de todas las Actas existentes, la más hermosa y famosa, pues incluye las señales autográficas de Perpetua y Saturus y el informe de un testigo presencial del martirio. A éstos debe agregarse la "Epistola Ecclesiarum Viennensis et Lugdunensis", contando la historia de los mártires de Lyons, y otras Actas no tan famosas. Documentos de fecha posterior al martirio, basados en el Acta de la primera o segunda clase, y por consiguiente sujetos a varios tipos de manipulación editorial. Esta clase es la que ofrece al crítico la más completa libertad para su buen criterio. Lo que distingue a estas Acta de las clases subsiguientes, es su base literaria. El editor no estaba construyendo una historia para ajustarse a la tradición oral o explicar un monumento, estaba redactando un documento literario según su propio gusto y propósito. El grupo es numeroso y su contenido muy discutible, pues, aún cuando el estudio adicional pueda elevar cualquier Acta particular a una clase superior, comunmente, es más seguro que la reduzca. Además de estas tres clases de documentos más o menos fidedignos, circulan muchos otros bajo el nombre de Acta Martyrum, aunque su historicidad es, de poco o ningún valor. Son romances o escritos alrededor de unos pocos hechos reales, que se han preservado en la tradición popular o literaria, o nada más que puras obras de la imaginación de hechos irreales, o de cualquier cosa. Entre los romances históricos podemos ejemplificar la historia de Felicitas y sus siete hijos que en su forma presente parece ser una variación de IV Macabeos 8, 1, Aunque no hay duda sobre los hechos fundamentales, uno ha sido actualmente confirmado por el descubrimiento, de De Rossi, de la tumba de Januario, el hijo mayor en la narrativa. Y según críticos estrictos como M. Dufourcq (Etude sur les Gesta martyrum romains, París, 1900) y P. Delehaye (Analecta Bollandiana, XVI, 235-248), en el romano "Legendarium" no puede exigir ninguna clase más alta que éstas; así que, aparte de las monumentales, litúrgicas, y topográficas tradiciones, mucha evidencia literaria, con respecto a los grandes mártires de Roma, está intercalada en los romances históricos. Puede ser una cuestión para sorprenderse, que deba haber semejante categoría de Acta, como los romances imaginativos, que no tengan absolutamente nada de verdad, en su fundación. Pero eran, las novelas de esos días que desafortunadamente, fueron percibidas como historia.

Tal vez semejante, es el caso de la historia de Genesio el Comediante, que fue convertido repentinamente, mientras imitaba los misterios cristianos (Von der Lage, "Studien z. Genesius Legende", Berlín, 1898-9), y las Actas de Dídimo y Teodora, la que fue salvada por aquel (soldado cristiano), de un castigo peor que la muerte. E incluso, menos honrosas que estos supuestos Acta son, la historia de Barlaam y Josafat, adaptación cristiana de la leyenda de Buda, la fausta leyenda de Cipriano de Antioquía y el romance de la heroína que, bajo los variados nombres de: Pelagia, Marina, Eugenia, Margarita, o Apolinaria fue admitida vestida de hombre en un monasterio, declarada culpable de mala conducta, y póstumamente rehabilitada. Santa Liberata también, la señora barbuda que fue clavada en una cruz, sólo es santa de ficción, aunque el romance, probablemente, se inventó con el definido propósito de explicar la figura colgada de un crucifijo.

A pesar de eso, estas dos clases de Acta románticas, casi no pueden estimarse como falsificaciones, en el estricto sentido del término. Son ficciones literarias, pero como fueron escritas con la intención de edificar moralmente y no engañar al lector, una clase especial debe reservarse para las falsificaciones hagiográficas. A éstas deben relegarse, todos esos Actos, Pasiones, Vidas, Leyendas e Interpretaciones que se han escrito con el expreso propósito de falsear la historia, como por ejemplo, las leyendas e interpretaciones que ligan falsamente el nombre de un santo a alguna iglesia o ciudad especial. Sus autores deshonraron el nombre de hagiógrafos, y no serían dignos de mención, fueron nada más que fraudes conscientes, tienen, en consecuencia, que ser atribuidos a esos hagiógrafos, quienes teniendo el objeto de edificar moralmente y no de informar, escribieron Actas con la intención de ser leídas como romances y no como historia.

Además de estos Acta Martyrum dispersos, hay otros documentos literarios acerca de la vida y muerte de los mártires, que pueden mencionarse aquí. Los Calendaria fueron listas de mártires celebrados por las distintas Iglesias, según sus diferentes fechas. Los Martiriologios representan colecciones de los diferentes Calendaria y a veces agregan detalles del martirio. Los Itinerarios son libros guía dibujados, para el uso de peregrinos a los santuarios de Roma; tienen su utilidad por cuanto revelan, no sólo los lugares en que descansan los grandes muertos, sino también las tradiciones que estaban vigente en el siglo VII. Las escrituras de los Padres de la Iglesia, también incluyen muchas referencias a los mártires, como por ejemplo, los sermones de los Santos: Basilio, Crisóstomo, Agustín, Pedro Crisólogo y Juan Damasceno.

Finalmente, han de ser consideradas las colecciones de Vidas, pensadas para lectura pública y privada. Las más importante de todas son, la "Historia Ecclesiastica" de Eusebio (265-340), y su "De Martyribus Palestinæ"; pero desgraciadamente su martyron synagoge o Colección de Actos de los Mártires a los que se refiere en el prefacio del quinto libro de su "Historia Ecclesiastica", hace mucho no está en existencia. Los catorce poemas de Aurelio Prudencio Clemens, publicados en 404 como el "Persitephanon liber", celebraron las alabanzas de los mártires de España y Italia; pero, como el autor se permitió la licencia del poeta en su material, no siempre es fiable. Los escritores de la Edad Media son responsables de componer grandes ficciones con las historias de los mártires; incluso, no hicieron uso apropiado del material que tenían a su disposición. Gregory de Tours fue el primero de estos hagiógrafos medievales con su "De virtutibus S. Martini", "De gloria Confessorum", y "De vitis Sanctorum."

Simeón Metafrastes es menos fiable aun; hasta se ha cuestionado si no fue conscientemente falaz. (Ver, no obstante, el artículo en METAFRASTES). Pero la colección más famosa de las Edad Media fue la "Leyenda Dorada" de Jacopo de Voragine, primeramente impresa en 1476. Todos estos escritores medievales incluyen a los santos así como a los mártires en sus colecciones. De esta manera lo hacen Mombritio (Milan, 1476), Lipomano (Venecia, 1551), y Surio (Colonia, 1570). J. Faber Stapulensis incluyó solamente a Mártires en su "Martyrum agones antiquis ex monumentis genuine descriptos" (1525), y son unicamente los mártires cuyas fiestas se celebran en el mes de Enero. Pero una época, fue notable en la historia de los mártires, por el "Acta primorum martyrum sincera et selecta" del benedictino Teodoro Ruinart (París, 1689) y frecuentemente reimpresa (Ratisbon, 1858). Otras colecciones de Acta, subsiguientes a Ruinart fueron, Ilbaquio, "Acta Martyrum Vindicata" (Roma, 1723). S. Assemai, "Acta SS. Martyrum orientan. et occ". (Roma, 1748). T. Mamachii "Origines et Antiquitates Christianæ" (Roma, 1749).

El estudio crítico de las Acta Martyrum ha proseguido vigorosamente en los últimos años, y el punto de vista de los críticos cambió considerablemente desde el esfuerzo de Ruinart por hacer su selección de Acta. Muchas de sus Acta Sincera ya no clasificarán, tal como sincera; y si se ordenaran en diferentes clases, según su historicidad, muy pocas podrían reivindicar un lugar en nuestra primera o segunda clase. Pero por otro lado, el descubrimiento de textos y las investigaciones arquelógicas de De Rossi y otros, han confirmado historias individuales de martirio. Y una consecuencia general de la crítica, ha sido demostrar los principales hechos, como las causas de persecución, el número y heroísmo de los mártires, la popularidad de su cultos, y la historicidad de los reconocidos héroes.

Por consiguiente, el problema principal para los críticos modernos es descubrir la historia literaria de los Acta que nos han llegado. No puede negarse que algún esfuerzo se hizo, muy al principio, para mantener intacta la historia de los mártires de la Iglesia. La lectura pública de los Acta en las iglesias ofrecería naturalmente, una garantía de su autenticidad; y esta costumbre adquirida ciertamente en Africa, por el Tercer Concilio de Cartago (canon XLVII) permitió la lectura de "Passiones Martyrum cum anniversarii dies eorum celebrentur". Había también un intercambio de los Acta entre las diferentes Iglesias, como observamos, por el "Martyrium S. Polycarpi" y la "Epistola Ecclesiæ Viennensis et Lugdunensis". Pero no es conocido, en que grado o magnitud, fueron practicadas esas costumbres. Y durante las persecuciones de Diocleciano, debió de haber destrucción masiva de documentos y la Iglesia perdería los informes de la historia de su Mártires, como resultado.

Esto parece ser especialmente verdad en Roma, la que posee tan pocos Acta auténticos a pesar del número y renombre de sus mártires; a causa de esto, los romanos habían perdido, claramente, el hilo de estas tradiciones, ya en la segunda mitad del siglo IV. Los poemas de Prudencio, los Calendaria e incluso las escrituras del Papa Dámaso, muestra que la historia de las persecuciones había caído en la oscuridad. Roma cristiana tenía a sus mártires debajo sus pies, celebraba su memoria con intensa devoción y todavía conocía, sino, poco de su historia.

Bajo estas circunstancias, no es improbable que el deseo del creyente por una información más completa, sería satisfecho fácilmente por narradores, que teniendo sólo material escaso a su disposición, amplificarían y multiplicarían los pocos hechos conservados por la tradición y vincularían, lo que ellos consideraron historias apropiadas, a los nombres y lugares históricos. En el curso de tiempo, se sostiene, estas leyendas fueron encargadas escritas, y así han llegado hasta nosotros como romano legendarium. En apoyo de esta severa crítica se alega que los Acta romanos, no son, en su mayor parte, más antiguos que el siglo VI (Dufourcq), y esos falsos Acta, seguramente, no fueron desconocidos durante el período.

El Concilio romano de 494 condenó, de hecho, la lectura pública de los Acta (P. L., LIX, 171-2). Y esta protesta romana ya había sido anticipada por el Sexto Concilio de Cartago (401) qué protestó contra el culto de mártires, cuyo martirio no fuera seguro (canon XVII). San Agustín (354-340) también había escrito: "Aunque para otros mártires podemos encontrar escasos informes en que seguir leyendo sus fiestas, la Pasión de San Esteban está en un libro canónico" (Sermo, 315, P. L., XXXVIII, 1426). Seguidamente en 692 el Concilio de Trullan, en Constantinopla, excomulgó a quienes fueron responsables de la lectura de falsos Acta. Por consiguiente, la suposición de semejante origen, para las leyendas romanas, no es improbable. Desgraciadamente, los mártires romanos no son los únicos cuyos Acta no son confiables. De las setenta y cuatro Pasiones separadas incluidas por Ruinart en sus Acta Sincera, el bolandista Delehaye pone sólo trece en la primera o segunda clase, como documentos originales. Un estudio más avanzado de los Acta particulares podrían, por supuesto, aumentar este número; y otros Acta originales, descubrirse.

La labor de críticos, tales como Gebhardt, Aubé, Franchi de Cavalieri, Le Blant, Conybeare, Harnack, los bolandistas, y muchos otros, de hecho han publicado, no infrecuentemente, en esta dirección, mientras al mismo tiempo, han recolectado extensa bibliografía en torno a varios Acta. Éstos deben estimarse, por lo tanto, en sus méritos respectivos. Puede, sin embargo, advertirse aquí que la crítica superior fue como riesgosa cuando se aplicó, tanto a los Actos de los Mártires, como a las Sagradas Escrituras. Los argumentos pueden, por supuesto, ser delineados desde la situación formal del documento, su exactitud en fechas, nombres y topografía, y todavía los más fuertes argumentos de lo que puede llamarse, la situación informal, dada inconscientemente por su autor. Pero en el primer caso, la situación formal, puede ser imitada sin duda, es por consiguiente inseguro buscar establecer historicidad con tal argumento. Es igualmente inseguro suponer, que la probabilidad de una narrativa, o su simplicidad, demuestra que es genuino.

Incluso, lo improbable, puede contener más hechos históricos que muchas narrativas que tienen apariencia de sobriedad y restricción. Tampoco, la concisión (o brevedad), es prueba segura que un documento sea de fecha más antigua; No se demuestra de esta manera, que el Evangelio de San Marcos sea el más antiguo de los Sinópticos. La situación informal es más fiable; la filología y la psicología son mejores pruebas que las fechas y la geografía, porque se necesita, de hecho, un hábil novelista, que se identifique, plenamente, con sus héroes y que comparta sus pensamientos y emociones. Y aún todavía, con esta concesión a la crítica superior, permanece como verdad que el crítico pisa más seguro, cuando ha tenido éxito estableciendo la ascendencia de su documento, por evidencia externa.

Acta SS.; Analecta Bollandiana; Bibliographica hagiographica graeca (Brussels, 1895); Bibl. hag. latina (Brussels, 1898); LE BLANT, Les Persécuteurs et les Martyrs (Paris. 1893); Les Actes des Martyrs, Supplément aux Acta Sincera de D. Ruinart in Mémoires de l'Académie des Inscriptions et Belles Lettres, XXX. (Paris, 1882); NEUMANN, Der Römische Staat und die allgemeine Kirche bis auf Diokletian, I (Leipzig, 1890); HARNACK, Geschichte der altchristlichen Litteratur bis Eusebius (Leipzig, 1897-1904); DUFOURCQ,. Etude sur les Gesta Martyrum Romains (Paris, 1900-07); ACHELIS, Die Martyrologien, ihre Geschichte und ihr Wert (Berlin, 1900); QUENTIN, Les martyrologes historiques du moyen âge (Paris, 1907); GEBHARDT, Acta Martyrum Selecta (Berlin, 1902); LECLERCQ, Les Martyrs (Paris, 1902); LIETZMANN, Die drei ältesten Martyrologien (Bonn, 1903); DELEHAYE, Legends of the Saints (Eng. tr., London, 1907).

JAMES BRIDGE. Transcrito por Douglas J. Potter Dedicado al Sagrado Corazón de Jesucristo. Traducido por José Luis Anastasio