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Viernes, 22 de noviembre de 2024

Dialéctica

De Enciclopedia Católica

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Definición

La palabra dialéctica proviene del Griego dialektike (techne o methodos), el arte o el método dialéctico, del verbo griego dialegomai que tiene varios significados: dialogo, conversar, discutir, disputar; también como sustantivo, dialéctica; y como adjetivo, dialéctico.

  • (1) En la filosofía griega la palabra significó originalmente la "investigación por diálogo", la instrucción por pregunta y respuesta, como en el método heurístico de Sócrates y de los diálogos de Platón. La palabra dialéctica todavía conserva este significado en la teoría de la educación.
  • (2) Pero como el proceso del razonamiento es más fundamental que su expresión oral, el término dialéctica vino a denotar sobre todo el arte de la inferencia o de la argumentación. En este sentido es sinónimo de la lógica. Además, siempre tiene, aptitud especial connotada o la agudeza en el razonamiento, "habilidad dialéctica"; y fue debido a esta característica polémica de Zenón contra la realidad del movimiento o cambio que este filósofo dijo haber sido estilado por Aristóteles el maestro o el fundador de la dialéctica.
  • (3) La meta más allá de toda la argumentación del ser supone la adquisición de la verdad o del conocimiento acerca de la realidad, y el proceso de la cognición del ser inseparablemente vinculado con su contenido u objeto, es decir con la realidad, era natural que el término dialéctica se debe ampliar otra vez de la función al objeto, del pensamiento a la cosa; e incluso desde Platón, había venido a significar la ciencia entera de la realidad, en cuanto al método y al contenido, casi acercándose a cual ha sido algo más a partir de un último período conocido universalmente como metafísica. Sin embargo, no es absolutamente sinónimo con el último en el sentido objetivo de la ciencia del ser real, abstrayendo de los procesos del pensamiento por los cuales este ser real es conocido, pero más bien en el sentido más subjetivo en el cual denota el estudio del ser en conexión con la mente, la ciencia del conocimiento en relación a su objeto, la investigación crítica del origen y la validez del conocimiento según lo buscado en psicología y epistemología. Así, Kant describe como "dialéctica trascendental" su crítica (de poca importancia para él) de las tentativas de la razón humana especulativa de lograr a un conocimiento de las últimas realidades tales como el alma, el universo, y la Deidad; mientras que el sistema monistico, en el cual Hegel identificó pensamiento con el ser y la lógica con la metafísica, es comúnmente conocido como la "dialéctica Hegeliana".

El Método Dialéctico en Teología

[Para la dialéctica como equivalente a la lógica, vea el artículo LÓGICA, y cf. (2) arriba. Es en este sentido que aquí hablamos de dialéctica en teología.] La lógica tradicional, o dialéctica, del "Organon" de Aristóteles -- la ciencia y el arte del razonamiento (principalmente deductivo)--fundamentó su verdadera aplicación explorando en el dominio de la verdad puramente natural, pero a principios de la Edad Media comenzó a ser aplicado por algunos teólogos Católicos para la elucidación de las verdades sobrenaturales de la Revelación Cristiana. El problema perenne de la relación de la fe a la razón, hábilmente discutida por San Agustín en el siglo quinto, fue realzado otra vez por San Anselmo en el siglo undécimo. Aunque los escritores y los Padres de la Iglesia durante la intervención y los primeros siglos, siempre habían reconocido el derecho y el deber de la razón natural para establecer esas verdades preparatorias a la fe, la existencia de Dios y al hecho de la revelación, aquellos praeambula fidei que forman los motivos de credibilidad de la religión Cristiana y así que hacen la profesión de la Fe Cristiana un rationabile obsequium, un "servicio razonable", todavía su actitud más inclinada a los Crede ut intelligas (Cree que usted puede entender); que a los Intellige ut credas (Entiende que usted puede creer); y su teología fue una exégesis positiva de los contenidos de la Escritura y de la tradición. Sin embargo, en los siglos undécimo y duodécimo, la especulación racional no se aplicó meramente a la teología con el propósito de demostrar el praeambula fidei, pero también con el propósito de analizar, ilustrando y mostrando la belleza adelante y la conformidad de los misterios de la Fe Cristiana. Este método de aplicar a los contenidos de la Revelación las formas lógicas de discusión racional fue llamado "el método dialéctico de teología". Su introducción estaba opuesta más o menos vigorosamente por los escritores ascéticos y místicos tales como San Pedro Damián, San Bernardo, y Walter de San Víctor; principalmente, de hecho, debido al exceso a que se llevó por escritores racionalistas y teosóficos que, como Pedro Abelardo y Raimundo Lulio, habrían de demostrar de buena gana los misterios Cristianos, subordinando a la fe el juicio privado. El método se salvó de igual forma del descuido y exceso por la gran Escolástica del siglo decimotercero, y fue utilizado con ventaja en su teología. Después de cinco o seis siglos de desarrollo fructífero, bajo la influencia, principalmente, de esta dialéctica deductiva, la teología ha estado trazando de nuevo, para un pasado del siglo, ayuda abundante y poderosa de una atención renovada y creciente a los estudios históricos y exegéticos que caracterizaron los primeros siglos del Cristianismo.

La Dialéctica como Filosofía Fundamental del Conocimiento Humano

Vea el (3) arriba.

La Dialéctica Platónica

Desde los inicios de la filosofía Griega la reflexión ha revelado un elemento doble en el contenido del conocimiento de la mente humana: un elemento abstracto, permanente, inmutable, usualmente referido al intelecto o razón; y un elemento concreto, cambiable, siempre mudable, usualmente referido a la imaginación y a los sentidos externos. Ahora, ¿puede el mundo real poseer tales características opuestas? O, si no, ¿en cuál realidad lo representa? Para Heraclito y los primeros Jonios, la estabilidad es un engaño; toda la realidad es el cambio--panta hrei. Para Parménides y los Eleáticos, el cambio es el engaño; la realidad es una, fija, y estable. Pero entonces, ¿de dónde el engaño, si están ahí, en cualquier alternativa? ¿Por qué nuestro conocimiento habla con tal voz incierta, o cuál alternativa necesitamos creer? Platón contesta ambas, pero con intelecto más que con sentido. Las últimas preguntas: ¿Qué realidades, son reveladas por aquellas abstractas, nociones universales que nosotros poseemos del ser, número, causa, bondad, etc., necesariamente, por las verdades inmutables aprehendemos, y la comparación de esas nociones? La dialéctica de las “Ideas” Platónicas es noble, sin éxito, tentativo de contestar a esta pregunta. Estas nociones y verdades, dice Platón, tienen para las ideas objetivas que constituyen el mundo real, los mundus intelligibilis, de los cuales tenemos así una directa e inmediata intuición intelectual. Estos seres, que son objetos de nuestro conocimiento intelectual, estas ideas, realmente existen en la manera en las cuales son representados por el intelecto, es decir, como necesario, universal, inmutable, eterno, etc. Pero, ¿dónde es este mundus intelligibilis? Es un mundo aparte (choris), separado del mundo de los fenómenos fugaces revelados a los sentidos. Y, ¿es entonces este último mundo, real o irreal? Esto es, dice Platón, pero un reflejo vago de la realidad, una visión disuelta de las ideas, acerca de las cuales nuestros sentidos e impresiones conscientes pueden darnos una mera opinión (doxa), pero no es confiable, el propio conocimiento (episteme), que tenemos de las ideas. Esto es insatisfactorio. Es un intento de explicar una conexión admitida entre el noúmeno y los elementos fenomenales en el conocimiento suprimiendo al máximo la realidad total. Ni es Platón más acertado en su esfuerzo para demostrar cómo la idea, que para él es un ser realmente existente, puede ser al mismo tiempo uno y múltiple, o, en otras palabras, cómo puede ser universal, como la noción mental que lo representa.

La Dialéctica Aristotélica y Escolástica

Aristóteles enseñó, en oposición a su maestro Platón, aparte de que estas "ideas" u objetos de nuestras nociones intelectuales no existen, pero son incorporados en, los hechos concretos, individuales del sentido. Esta es una y la misma realidad que se revela así misma bajo un aspecto abstracto, universal, estático del intelecto, y bajo un aspecto concreto, múltiple, dinámico a los sentidos. Los filósofos Cristianos de la Edad Media tomaron y desarrollaron esta concepción Aristoteleana, haciendo una de las doctrinas cardinales de la filosofía Escolástica, la doctrina del Realismo moderno. El objeto del lo abstracto, la noción universal, que ellos enseñaron, es el ser real; constituye y es idéntico con los hechos individuales del sentido-conocimiento; es numéricamente multiplicado y se individualizó en ellos, mientras es unificado como una clase-concepto o noción universal (unum commune pluribus) por el poder abstractivo del intelecto el cual aprehende los elementos comunes e individuales de una clase sin sus características diferenciadas. La noción universal existe así como universal sólo en el intelecto, pero tiene un fundamento en los hechos individuales del sentido, ya que el contenido de la noción realmente existe en esos sentido-hecho, aunque el modo de su existencia hay otro modo en que existe la noción en el intelecto: universale est formaliter in mente, fundamentaliter in re. Ni hace el intelecto, representando los fenómenos individuales así por las nociones universales, falsificar su objeto o hacer el conocimiento intelectual poco confiable; representando lo Real inadecuadamente, sin duda, no exhaustivamente o comprensivamente, todavía fielmente hasta ahora como va; no falsea la realidad, para meramente afirmar el último contenido de su noción universal, ni el modo (o universalidad) del último, como lo hizo Platón. Pero si obtenemos todas nuestras nociones universales, juicios necesarios, e intuiciones a través de la verdad inmutable siempre cambiante, los datos individuales del sentido, como daremos una explicación de carácter necesario para lo eterno, sin espacio, inmutable, de las relaciones que establecemos entre estos objetos del abstracto, pensamiento intelectual: tales relaciones como son "Dos y dos son cuatro", "Cualquier cosa que pasa tienen una causa", "El vicio es culpable" No porque nuestras propias facultades o perspectivas de nuestros antepasados han estado tan acostumbrados para asociar ciertos elementos de la conciencia que somos incapaces de disociarlos (como los filósofos materialistas y evolucionistas dirían); ni ahora, por el contrario, porque aprehendiendo en estas relaciones necesarias nosotros tenemos una intuición directa e inmediata de la misma existencia, del Divino Ser (como los Ontologistas han dicho, y algún interprete como Platón para haber significado); pero simplemente porque nosotros estamos dotados con una facultad intelectual que pueda aprehender el sentido del hecho en una condición estática y relaciones estables entre ellos abstrayendo de todo cambio. Por medio de tales verdades necesarias, evidentes en sí, aplicadas a los hechos del sentido-conocimiento, podemos inferir que nuestras propias mentes son seres de una orden más alta (espiritual) que las cosas materiales y que todos los seres del universo visible del conjunto --incluidos nuestros sentidos-- son contingentes, es decir, esencialmente y enteramente dependiente, en todo Ser perfecto, quién creó y conservó en su existencia. En oposición a esta filosofía creacionista del Teísmo, que llega a una última pluralidad del ser, podrían ser establecidas todas las formas de Monismo o de Panteísmo, de la filosofía que termina en la denegación de cualquier distinción real entre la mente y la materia, el pensamiento y la cosa, el sujeto y el objeto del conocimiento, y de la última afirmación de la unidad del ser.

La Dialéctica de Kant

Mientras que los filósofos Escolásticos entienden por realidad lo que es objeto revelado directamente, y aprehendido por, la mente inteligente el saber a través de ciertas modificaciones forjadas por la realidad en las facultades sensoriales e intelectuales, los filósofos fenomenalistas o idealistas asumen que el objeto directo de nuestro conocimiento es el estado mental o la modificación en sí misma, la apariencia mental, o fenómeno, como ellos lo llaman; y porque no podemos entender claramente cómo puede trascender la mente inteligente su propia revelación, o fenomenal, uno mismo o los estados en el acto de la cognición, tal como la aprehensión de algo de otra manera que el contenido inmediato, empírico, subjetivo de ese acto, estos filósofos están inclinados a dudar de la validez del "salto inferencial" a la realidad, y consecuentemente a mantener que la razón especulativa es incapaz de tender más allá de lo subjetivo, de la apariencia mental a un conocimiento de las cosas en sí mismas. Así, según Kant, nuestros juicios universales y necesarios sobre hecho-sentido derivan de su universalidad y necesidad de ciertos materiales subjetivos de la mente innata llamadas categorías, o de las formas de pensamiento, y son por lo tanto válidamente aplicables solo a los fenómenos o estados del sentido-conciencia. Estamos, sin duda, forzados a reflexionar de un inadvertido mundo real, esencial de los fenómenos externos, de un inadvertido ego, o mente, o alma, esencialmente de los fenómenos en movimiento concientes que constituyen el ego empírico o fenomenal, y de una absoluta y última esencia, inadvertida Causa del ego y del mundo igualmente; pero estas tres ideas de la razón --el alma, el mundo, y Dios-- son meros productos naturales, necesarios del proceso mental del pensamiento, simples principios regulativos del pensamiento, desprovistos de todo contenido real, y por tanto incapaz de revelar la realidad a la razón especulativa del hombre. Sin embargo, Kant, creyó en estas realidades, derivando una certidumbre subjetiva sobre ellas desde las exigencias de la razón práctica, donde él consideró haber fallado la razón especulativa.

La Dialectica de Hegel

Los filósofos Post-Kantianos discreparon en interpretar a Kant. Fichte, Schelling, y Hegel desarrollaron algunas fases de su enseñanza en un sentido puramente monístico. Si lo que Kant llamó el elemento formal en el conocimiento, --es decir, el elemento necesario, universal, inmutable,-- viene exclusivamente desde la mente, y si, además, la mente puede saber solamente de sí misma, ¿qué derecho tenemos de asumir que hay un elemento material independiente de, y distinto de, la mente? ¿No es el contenido del conocimiento, o en otras palabras la esfera entera de lo cognoscible, un producto de la mente o del ego en sí mismo? O ¿no son las mentes humanas individuales meras fases tímidas en la evolución de un último, absoluto Ser? Aquí tenemos el monismo o el panteísmo idealista de Fichte y de Schelling. La dialéctica de Hegel es caracterizada especialmente por su identificación minuciosa del proceso especulativo del pensamiento con el proceso del Ser. Su lógica es que se conoce generalmente como metafísica: una filosofía del Ser como revelada a través del pensamiento abstracto. Su punto de partida es el concepto del Ser puro, absoluto, indeterminado; este que él concibe tan dinámico, como proceso. Su método es examinar la evolución de este principio dinámico a través de tres etapas: 1. la etapa en la cual afirma, o postula, en sí misma como tesis; 2. la etapa de la negación, limitación, antítesis, que es un corolario necesario de la etapa anterior; 3. la etapa de la síntesis, vuelta a sí misma, de la unión de contrarios, que siguen necesariamente en (l) y (2).

El ser absoluto en la primera etapa es sencillamente la idea (el sujeto-materia de la lógica); en la segunda etapa (de la negación) se convierte en la naturaleza (filosofía de la naturaleza); en la tercera etapa (de la vuelta o de la síntesis) es el espíritu (filosofía del espíritu, ética, política, arte, religión, etc.).

Aplicado a la idea inicial del Ser absoluto, el proceso se resuelve algo así como esto: Toda la concepción implica la limitación, y la limitación es la negación; la postulación o la afirmación de la noción del Ser implica su diferenciación de no-ser y de esta manera significa la negación del ser. Esta negación, sin embargo, no termina en solo nada; supone una relación de la afirmación que conduce por síntesis a un concepto positivo más rico que el original. Así: el ser absolutamente indeterminado es no menos opuesto a, que es idéntico con, absolutamente indeterminado a nada: o SER-NADA; pero en la oscilación de una noción a la otra ambas se combinan en la noción sintética más rica, de CONVERTIRSE.

Esto es meramente una ilustración del proceso dialéctico a priori por el cual Hegel busca mostrar cómo todas las categorías del pensamiento y de la realidad (qué él identifica) son desarrolladas del Ser abstractamente concebido puro, indeterminado, absoluto. No es un intento en hacer su sistema inteligible. Hacer esto en algunas frases sería imposible, si solamente por la razón, que Hegel ha leído en los significados filosóficos ordinarios de los términos que son bastante nuevos y a menudo suficientemente remotos de los actualmente aceptados. A este hecho especialmente se debe la dificultad experimentada por los Católicos en decidir con cualquier grado de certeza a si, o cuánto hay, la Dialéctica Hegeliana --y del mismo en su medida también es verdad de la filosofía crítica de Kant-- puede ser compatible con la profesión de la Fe Católica. Que estas filosofías peligrosas han demostrado, y han agitado las mentes de muchos, sería solamente esperar de la novedad de sus puntos de vista y la extrañeza de sus métodos de exposición. Sin embargo, en las mentes de sus exponentes principales, contuvieron mucho, o poco, o cualquier cosa incompatible con el Teísmo y Cristianismo, sería tan difícil como sería quizás ocioso intentar decidir. Eso puede ser como, la actitud de la Iglesia Católica hacia las filosofías que son nuevas y extrañas en sus métodos y terminologías debe tener que ser una actitud de alerta y vigilancia. Consciente del significado tradicionalmente adjunto por sus niños a los términos en los cuales ella siempre ha expuesto esas últimas verdades filosófico-religiosas a lo largo de las cuales en parte mienta y en parte más allá de los confines del conocimiento humano natural, y realizar el peligro de su ser que pervierte a alguien por los sistemas novedosos del pensamiento expresado en lenguaje ambiguo, ella los ha advertido sabiamente que "se guardan a fin de cualquier trampa del hombre [ ellos ] por la filosofía, y engaño vano" (Colosenses 2:8).

Para el uso de la dialéctica en los primeros Cristianos y en las escuelas medievales, vea LOS SIETE ARTES LIBERALES.


Fuente: Coffey, Peter. "Dialectic." The Catholic Encyclopedia. Vol. 4, págs. 770-772. New York: Robert Appleton Company, 1908. 10 May 2020 <http://www.newadvent.org/cathen/04770a.htm>.

Traducido por Ph. D. Angel R. Cepeda Dovala y M. A. Sonia M. Cepeda Ballesteros. lmhm