Herramientas personales
En la EC encontrarás artículos autorizados
sobre la fe católica
Viernes, 22 de noviembre de 2024

Estética para la Evangelización

De Enciclopedia Católica

Saltar a: navegación, buscar
4602756082 9b3377e3fe z.jpg
Icono ferancisco.jpg
Pictur12.jpg
Arguellobautismo.jpg
46 cristo 6 iconos del camino neocatecumenal jpg.jpg
1196731926 f.jpg
Firma-kiko.png
Cristo de la lagrima negra.jpg
664056 1.jpg
Phoca thumb l 47mr.jpg

La Almudena y Kiko Argüello

Kiko (Francisco José Gómez de) Argüello Wirtz (León, 1939), es conocido en el mundo no solo por ser el fundador del Camino Neocatecumenal, movimiento carismático de seguimiento radical de Jesucristo y de fidelidad a la Iglesia. De grandes ideas, es conocido también como muy destacado pintor, arquitecto y músico de gran fuerza, originalidad e inspiración.

Primogénito de cuatro hermanos, de familia acomodada. Estudió Bellas Artes en la Academia San Fernando de Madrid. Profesor de Pintura y Diseño. Hizo teatro. Exposiciones. Premio Nacional Extraordinario (1959) de pintura. También se interesó por la arquitectura moderna.

A pesar de su entorno familiar católico, (su madre iba a misa todos los días, su padre los domingos), no afloraba en casa una convicción profunda, y como que la religión le parecía más una convención cultural y social. “El dios de mi casa era el dinero. Iba a misa: con los otros jóvenes, estábamos allá, al fondo, de pie, tocaban una campanilla, nos poníamos de rodillas, acababa aquello y nos largábamos”. Eso no era practicar la religión. “Una cosa tenía clara: no podía engañarme a mí mismo. No podía ser un cretino: o creía seriamente en Dios o, si no, era mejor dejarlo... y así es como lo dejé todo”.

Sufrió una profunda crisis existencial que le llevó al ateísmo, o como él dice, a la kénosis, la experiencia de bajar al infierno de una existencia sin Dios. Intentó comprenderse y entender el mundo con su existencialismo, pero todo se le volvía cada vez más absurdo: “Mi propia vida se convertía en ceniza”, con expresión de Kiko. Su espíritu se resistía a la indiferencia. O creía seriamente, o dejarlo todo.

El tedio que experimentaba lo sumía en un estado que no le daba ganas ni de pintar. Nada tenía sentido. El premio nacional que tuvo “la desgracia de ganar”, lo lanzó a la fama y al éxito, pero experimentaba igualmente que tampoco esto daba sentido a su holgada vida. Había roto con la Trascendencia. Interiormente había muerto. Mascaba la desesperación.

(Palomeras Altas. Madrid, 1964. Nace el Camino. Chabolas. Descubre el misterio de Cristo tras las huellas de Charles de Foucauld, en Los Monegros, en Farlete (Zaragoza). Gitanos, quinquis, vagabundos, analfabetos, delincuentes… Carmen vivía en una chabola. L’ Abbé Pierre (Traperos de Emaús) con Kiko en las chabolas. Derribaron la chabola de Carmen. Mons. Moncillo vino llamado por Kiko, y se detuvo el derribo. Mons. Morcillo entra en la chabola de Kiko y cantan salmos y rezan. Ayuno de tres días en la cueva de S. Caprasio. Fuentes, un pueblo abandonado de Segovia, cuya iglesia usaban para rezar. Luego en Roma y en chabola. En Peña de Francia (Portugal) nació la 1ª. Comunidad de Portugal, 1969). La Curraleira)).

¿Por qué vives?

Kiko se atrevía a preguntar a la gente: “Oye, sabes por qué vives?”. Y no sabían decirle ni por qué ni para qué. Simplemente, vivían. Tampoco él sabía por qué vivir y para qué ganar dinero. Para qué levantarse cada día: “Recuerdo que sentía cono si el cielo estuviese hecho de cemento, y yo me encontrase bajo una gran cloaca”. Reconoce que le ayudó mucho la lectura de Bergson, el filósofo de la intuición, como método de conocimiento superior a la razón. Fue la chispa. Con la intuición como potencia espiritual y su alma de artista, llegaba a reconocer que las cosas tienen su sentido. “Me di cuenta de que para negar que Dios existe necesitaba tanta fe como para creer que existe”. Un día gritó a Dios: “¡Si existes, ayúdame!”. Este vacío y oscuridad en su vida, eran en el fondo el Abismo de la llamada de Dios que le gritaba desde sí mismo. Alguien le decía en el pecho que sí, que Dios existe y se llama Padre. Y rompió a llorar. Tuvo la certeza de una experiencia honda con el Señor. Sintió que alguien le decía: “Eres libre, gratuitamente libre”.

Atribuye quizás a su sensibilidad y cualidades de artista, el profundo deseo de encontrarse sinceramente con la Belleza, con la Verdad absoluta, con la fidelidad y la coherencia. Es el modo eficaz de caminar hacia la Luz. El método agustiniano.

Exposiciones en Madrid, en Holanda y en la Expo Universal de Arte Sacro en Francia (1960). Como fruto de la crisis existencial se produce su conversión. Un día, a su padre enfadado, le dice: “Mira lo que dice aquí. Él dijo que eso eran cosas de los santos. Entonces le contestó: –"Si la Biblia no sirve para la vida, ya la puedes tirar por la ventana”. Con un grupo de artistas funda Gremio 62, para la investigación y desarrollo del Arte Sacro, un movimiento de renovación del Arte Sagrado para hacer las iglesias más hermosas. Arquitectos, pintores, escultores se pusieron a reconstruir la Iglesia, un poco a lo San Francisco. Pero era necesario recostruirla también en las personas. Ya sabía que ser cristiano era algo muy serio. Hizo el Cursillo de Cristiandad que le llevó a pedir a los demás que le ayudaran a hacerse cristiano.

Siente la llamada de Dios. El Bto. Carlos de Foucauld le enseñó la fórmula para vivir: coge una Biblia, una imagen de S. Francisco, su guitarra y se va a las barracas de Palomeras Altas, en Madrid, con los pobres, a vivir literalmente en una perrera. “Los perros vagabundos venían a darme calor”. Llevaba la vida de los gitanos. Pedía limosna, trabajaba ocasionalmente como obrero. A su perrera llegaban maleantes, excarcelados, buscados por la policía... Y también la policía. Más de 15 personas en mi chabola. Muchos problemas, conflictos increíbles, dos veces intentaron matarlo. “Tenía que hablar y darles razón de mi fe”. Kiko abre su Biblia, toma su guitarra y rompe a cantar.

Tras la noche del ateísmo y comprobando en su mismo entorno el poderoso arrastre del materialismo, concibe la idea de fundar o trazar el Camino Neocatecumenal (1964), que predica el nuntium salutis, el kerigma de la salvación (I Co 1 21), camino laborioso y profundo de conversión que da sentido pleno a la existencia. Hablaba con los gitanos que se reunían en su chabola. El canto Resucitó, sobre la victoria de Cristo, lo compuso en las chabolas ante quienes le decían que nadie había vuelto del cementerio. Recuerda Kiko que el pasaje de los Hechos sobre Pablo y Festo (25 19 –de quodam Iesu defuncto–) le dio el punto de partida para la predicación del kerigma esencial: “Yo sí conozco a un Hombre que ha resucitado del sepulcro, que ha vencido al mundo y que ha venido a traerme la paz y la vida eterna”. Con Carmen Hernández y algunos sacerdotes echará a andar esta nueva conciencia de ser Iglesia: el Camino.

El Camino Neocatecumenal

El Camino Neocatecumenal está extendido por el mundo en más de 120 países y más de 900 diócesis; unas 6000 parroquias, un millón de miembros en unas 20 000 comunidades (más de 8000 en Europa, más de 7000 en América, más de 800 en Asia, (en 16 naciones y 75 diócesis), más de 600 en África; en Oceanía); centenares de religiosas de clausura; y 69 seminarios Redemptoris Mater. Ya se han ordenado más de mil sacerdotes. Misioneros, catequistas y familias enteras (ya han partido unas 700 familias), se ofrecen voluntarios para evangelizar al mundo. El estudio de la Palabra, el serio compromiso con la Comunidad y la intensa vivencia de la Liturgia, hacen el trípode para que este movimiento sea sólido Camino para experimentar la conciencia de Iglesia y la pertenencia al Reino.

La renovación pastoral lleva consigo la renovación y recuperación de la estética en todos los planos, desde la arquitectura hasta las vidrieras, desde la música hasta los signos, desde los espacios hasta los ritos y ornamentos.

En Roma ha decorado algunas iglesias con sus murales. El Centro Internacional para la Nueva Evangelización en San Giorgio, cerca de Loreto, se ha levantado según el proyecto de Kiko, lo mismo que las vidrieras. Vidrieras también en los seminarios Redemptoris Mater en Estados Unidos, España, Italia. En Florencia pintó la Corona mistérica (Iglesia de S. Bartolo). Diseñó también el Catecumenium. En Piacenza tiene uno de los murales más grandes del mundo. Representa la Gloria de Cristo Resucitado.

En varias parroquias de Madrid (S. José, El Tránsito, La Paloma, Sta. Catalina Labouré) tiene numerosos iconos y cuadros, corona mistérica, además de planificar varios catecumenios. En Zamora ha pintado el Nacimiento, Bautismo y Resurrección. En Israel, con un grupo de arquitectos, se construyó la Domus Galileae, centro de formación bíblica. En Finlandia (Oulu), una parroquia, donde no tenía presencia la Iglesia. El Redemptoris Mater de Santo Domingo y en otros países de América. Ha cumplido asimismo algunos encargos de iconos para la Santa Sede. Destaca igualmente como músico por sus copiosas e inspiradas composiciones, muchas de ellas hondas y brillantes a la vez, tomadas de los salmos y otros textos bíblicos, para las celebraciones litúrgicas del Camino Neocatecumenal.

Arte sacro

Como muchos, el gran periodista Vitorio Messori, se preguntaba por qué, de unas décadas a esta parte, como cristianos, en el templo, salvo excepciones, topamos con tanta mediocridad, cuando no la torpeza y lo chabacano en arquitectura, escultura, pintura y música. Respondemos que, en el fondo subyace una crisis de fe. ¿Dónde está la belleza de los siglos que ha recreado admirablemente la Iglesia y que ha trasmitido tanta luz a la inteligencia, emociones hondas al corazón, suma paz a los espíritus?

Kiko se queja igualmente: Hace años que la Iglesia de Occidente no usa el arte para evangelizar y trasmitir la Nueva de la Salvación. Muchas templos de hoy son vacíos, desnudos, son “contenedores” en donde no hay belleza.

No es verdadero el fácil recurso al “cambio del gusto estético”. Más es el avasallamiento de la superficialidad y de lo trivial. Ante el omnipresente ruido y las “facilidades” al paso que nos asaltan, se ha atrofiado la sensibilidad de muchos, y se va esfumando el Misterio para los más. Kiko había abandonado la pintura como medio de vida a raíz de su conversión, pero volvió a tomarla para devolver el arte y la belleza a la Liturgia y a la Iglesia.

Canto

Lo mismo ha hecho con el canto. Más de 200 composiciones para realzar y sublimar la letra de los salmos, textos litúrgicos, responsorios, himnos. De inspiración recia, y con las voces de toda la asamblea, esos cantos recobran nueva fuerza, comprometen al alma cuyas fibras se impregnan de la luz del misterio y la seguridad de la esperanza que brota de esa inspirada simbiosis de letra, voces y melodía. Lo que muchos seguidores del Camino no logran aún captar de los textos, a través de esos cantos con toda la asamblea, se les vuelve carne viva que camina con ellos en la fe firme de Cristo. Uno de los cantos más conocidos, Resucitó, la victoria de Cristo sobre la muerte, lo compuso en las chabolas. S. Agustín es muy sabio al invocar a Dios Verdad, Sabiduría y Belleza en quien, de quien y por quien son verdaderas, sabias y bellas todas las cosas que lo son. Kiko afirma que “en el Camino Neocatecumenal, vemos aparecer hoy un servicio humilde y esencial cual es el del cantor”. Él, en este itinerario de educación de la fe, tiene la misión de ayudar a crear la comunidad litúrgica o, mejor, de recrearla; de convertir tantas veces una pluralidad en una unidad de culto: "A una sola voz, con un solo corazón y con una sola alma". Culto espiritual que se expresa en la acción litúrgica de la comunidad: fuente constante, en nuestro caminar histórico, de lo más profundamente inocente: el sentimiento de nuestra maldad iluminado por lo inefable del amor de Alguien que nos ama a Sí, que nos ama aunque hayamos sido sus enemigos; fuente de la conversión, fuente de la fe”. Autor de canciones tan conocidas como Hacia ti, morada santa o Resucitó, Pequeña María. Empezó su andadura musical en los años sesenta y se afianzó en los setenta cuando miles de personas ya cantaban sus canciones. Sus composiciones se centran fundamentalmente en la fuerza de la palabra y mantiene una marcada línea acústica, al estilo de los cantores del pueblo que surgieron en aquellos años. Kiko Argüello tiene la capacidad de emocionar y hacer participar a miles de personas con su sola guitarra y voz, algo que está en la raíz de su éxito como autor y cantor. Otro elemento característico es su capacidad de hacer participar del canto. Compone para la asamblea, manteniendo en todos los casos, el esquema de amplias estrofas proclamadas por un solista y estribillos sencillos para coro y asamblea.

Creador multifacético, Kiko Argüello ha desarrollado también otras artes como la arquitectura y la pintura, con obras que pueden contemplarse en diversos países y entre las que destacan las pinturas y vidrieras de la Catedral de Santa María la Real de la Almudena en Madrid. Al igual que en la pintura, en la que toma como modelos los iconos bizantinos, en lo que a la evolución musical se refiere, ha ido haciendo propios distintos elementos orientales, tanto en las frases y cadencias como en los arreglos e instrumentación, con una marcada influencia de la tradición judía, y se ha centrado en la musicalización de los textos bíblicos, himnos litúrgicos y oraciones de la tradición de la Iglesia. Algunos de sus cantos se interpretan en la actualidad en muchas parroquias del mundo y en no pocas ocasiones en presencia de varios Papas. Muchos cantos se acompañan con numerosos instrumentos musicales.

Discografía

Kiko Argüello es autor de algunos discos que la edit. PAX lanzó a la venta entre los años 60 y 70. Entre ellos, Resucitó, cantos al Misterio Pascual, Cantos para las comunidades cristianas; Cantos comunitarios eucarísticos o Abba, Padre. Tras muchos años, en 1992 grabó María, Piccola María, en italiano, que publicó San Paolo (Italia) en casete. En 2009, el disco se ha reditado en CD y continúa con enorme éxito. En 2010, y a petición del Card. Rouco, Arzob. de Madrid, ha editado Paloma incorrupta.

Iconografía

Siempre se ha representado la figura humana. La Iglesia la ha usado prácticamente desde el principio. Y la iconografía cristiana en todas sus variantes fue llamada durante siglos “la Biblia del analfabeto”, “el catecismo de los pobres”. Los griegos dicen que los iconos son para los ojos, como la Palabra para los oídos.

Argüello, como los pintores verdaderos, no ha querido romper con la más auténtica y honda expresión tradicional. Al contrario, ha captado la fuerza y la verdad de su mensaje y lo trae a nuestra sensibilidad bajo aparentes formas antiguas, pero con rasgos, líneas y trazos de auténtica y moderna expresividad. Su pintura es una síntesis entre la tradición artística de la Iglesia Ortodoxa y la modernidad de la pintura occidental.

El icono tiene su exigencia, su espiritualidad, su mística, su teología. Refleja una atmósfera divina y, en cierto modo, materializa el orden divino trasladado a imagen, a icono. El icono posee su lenguaje y su simbología con evocaciones trascendentes y místicas. No solo por la figura (que sería el texto), sino por cada uno de sus colores (que sería su expresión literaria), el icono es como un libro para ser leído. De hecho, los iconógrafos dicen que más que pintar, escriben iconos. Son una presencia terrena del mundo trascendente, del misterio. En la Iglesia latina llamamos sacramental. Es un objeto litúrgico que contiene y manifiesta el misterio de la cercanía y adaptación de Dios al hombre. Es expresión de la condescendencia divina –sincatábasis– para con el hombre que es equipo de carne, de sentidos, sentimientos, afectos y conceptos que encierra un icono.

Escribir un icono requiere concentración intelectual y religiosa. Ponerse en condiciones espirituales de contemplación y quedar como en trance de ser envuelto por la belleza y la suavidad de Dios. Pedir a Dios unción de mente, corazón y manos para poder entregar el icono de Dios. Uno de los pintores del equipo de Argüello, Juan Pablo Civil, dice igualmente: “Pintar un icono es un ejercicio religioso, una ascesis que debe ser acompañada de oración y ayuno”.

Los colores

La luz es el fondo de todo icono y los colores tienen significado teológico. El dorado representa la luz y gloria de Dios, símbolo de la Luz Increada pues los antiguos veían en el color del sol, único en la naturaleza, un reflejo de la divinidad. Símbolo de la presencia de Dios. El icono es una tabla esplendente de luz. Estará como fondo o marco de todos los iconos. Se orlan de oro los mantos de Cristo y de la Virgen.

El blanco representa la luz que contiene todos los colores. Es la expresión de la "Vida ". Por eso el Resucitado, el Pantocrátor, el nimbo de los santos, va pintado de blanco. Es el color de la pureza y de la trascendencia.

El negro es la ausencia de luz y de color. Símbolo del mal. Quiere significar la muerte, el caos, la nada. Donde no hay luz no puede darse la vida.

El azul es el color de la inmensidad de lo divino. Se relaciona, por tanto, con la pureza y la santidad. Lo inexpresable. El azul es una representación de la trasparencia de Dios. El rojo es el color de la sangre y representa el amor y el sacrificio hasta la muerte. Es típico color humano, eminentemente terrenal. Lo lucirán los mártires y la túnica de Cristo, Sacerdote y víctima. También representa el poder humano. El fuego del Espíritu es anaranjado y oro. El fuego de la venganza y del infierno, de color rojo.

El púrpura, color reservado al emperador, símbolo del poder regio o imperial. Es utilizado en los mantos y túnicas del Pantocrátor y de la Teotokos. Representa el poder divino de Cristo y, por extensión, de su Madre. Simboliza el Sumo Sacerdocio de Cristo. El púrpura azul era signo del sacerdocio judío. En Bizancio era de púrpura el manto del emperador.

El verde indica la naturaleza y la vida sobre la tierra y de su pujanza que siempre se renueva. Representa la vida espiritual que crece, madura y fructifica. Anuncia siempre nueva vida. El marrón u ocre es color terroso. Es el color de los rostros, no por afán realista, sino por simbolizar la tierra como origen humano. Importa más plasmar la estética de las realidades espirituales, que la mera belleza externa. El color terroso del hábito del monje le hace de memorial que le recuerda su humilde origen. Otros colores, fuera de estos, carecen iconográficamente de simbología.

8. La Almudena. Por encargo del Cardenal Rouco, y como el mejor proyecto presentado, Kiko y su equipo de 7 pintores, todos profesionales y profesores de Bellas Artes, con 15 ayudantes, han trabajado durante 4 meses y más de 12 horas diarias, para pintar la Corona Mistérica sobre el ábside de la Catedral de Ntra. Sra. de la Almudena. Iconográficamente, Kiko se inspira, sobre todo, en Rublev. Oración, música monacal, ortodoxa del monasterio ecuménico de Chevetogne, laudes, polifonía religiosa, responsorios de Victoria, Liturgia, ayuno a pan y agua los viernes, son la ambientación ideal para el trabajo e inspiración de esta singular pléyade de artistas. Se pinta y se reza. Antes, Argüello fue a recibir la bendición personal del Papa.

También se requerirán condiciones similares para la correcta “lectura” o contemplación del icono. Maestros y discípulos, trabajadores y ayudantes seminaristas, todos pertenecen al Camino Neocatecumenal y, por supuesto, todo su trabajo ha sido gratis. En otra circustancia, esta obra hubiera rebasado los dos millones de euros. Alguien comenta: “¡Así son las obras de Dios!”. Estas pinturas –representación teológica de la fe– son la resonancia del Reino celestial para que vibre y alabe el corazón humano. La Corona Mistérica representa los misterios principales de la fe. Ya el gran apologista del arte cristiano, S. Juan Damasceno, decía: «La belleza y el color de la imágenes estimulan mi oración para dar gloria a Dios. La palabra es al oído lo que la imagen es a la vista». Las pinturas van coronadas por otras siete vidrieras de orden astracto, radiantes de color; y otra en la parte baja del ábside detrás del altar mayor, según los diseños de Kiko. Están dedicadas a la Palabra, o Verbo de Dios, reproducida en siete idiomas: Dabar, Logos, Verbum... En la vidriera central, “María,” Madre de la Iglesia y titular de la Catedral de Madrid, Ntra. Sra. de la Almudena. (Techos y cúpulas de la Almudena fueron pintados por José L. Galicia (1930).

Donato Jiménez Sanz OAR