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Jueves, 21 de noviembre de 2024

Epístolas a los Tesalonicenses

De Enciclopedia Católica

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Odeón de Tesalónica
Aeropuerto de Tesalónica
Torre blanca de Tesalónica
La moderna Tesalónica
. Dos de las epístolas canónicas de S. Pablo Este artículo tratará de la Iglesia de Tesalónica, la autenticidad, su estatus en el canon, tiempo y lugar de la composición, ocasión y contenidos de las dos Epístolas a esa iglesia.

La Iglesia de Tesalónica

Después de que Pablo y Silas, durante el segundo viaje misionero del Apóstol, dejaron Filipo, procedieron a Tesalónica. (Thessalonike, Salónica), quizás porque en la ciudad había una sinagoga de los judíos (Hechos 17:2). Tesalónica era la capital de la provincia romana de Macedonia. Era una ciudad libre, regida por una asamblea popular (Hechos. Hechos 17:5, eis ton demon) y magistrados (Cf. verso 6, epi tous politarchas). S. Pablo comenzó inmediatamente a predicar el Evangelio a los judíos y prosélitos.

Por tres sucesivos sabbats explicó las Escrituras en la sinagoga, poco a poco conduciendo a los que escuchaban la tremenda verdad de que era necesario que Cristo muriera y resucitara de entre los muertos y que Jesús, a quien Pablo predicaba era ese Cristo. Algunos judíos creyeron y se pusieron de parte de Pablo y Silas.

Parece que Pablo permaneció algún tiempo en la ciudad porque según la lectura del Códice Bezæ (siglo V), y la Vulgata y las versiones coptas (Hechos 17:4), convirtió a un gran número no solo de prosélitos (ton te sebomenon) sino de gentiles griegos (kai Hellenon). En primer lugar es improbable que un gran número de estos últimos fueran ganados para la fe durante las tres semanas dedicadas a las sinagogas. Pablo hacía trabajo manual día y noche, para no se una carga para su conversos (1 Tes. 2:9). Y en segundo sería raro que lugar los conversos de la idolatría (1 Tes. 1:9) se hubieran convertido, después de un apostolado tan breve, en modelo para todos los que creen en macedonia y en Acaya” (1 Tes 1:7). En tercer lugar la iglesia de Filipos envió limosna dos veces a Pablo a Tesalónica (Fil., 4,16), un hecho que parece indicar que su estancia allí fue de más de tres semanas.

Sea lo que fuere, el éxito del apostolado de Pablo entre judíos prosélitos y helenos junto con la conversión de “no pocas damas nobles” (Hechos 17:4), desató la furia envidiosa de los judíos que reunieron un una muchedumbre de ociosos en el ágora y crearon tumultos en toda la ciudad. Asaltaron la casa de Jasón, sacaron al apóstol y lo arrastraron hasta el tribunal de los politarcas acusándole de dar cobijo a traidores, hombres que hacían de Jesús rey en vez del césar. Esa noche los hermanos lograron que su maestro escapara a Berea, donde el evangelio de Pablo encontró una acogida más entusiasta de la que le había dado la sinagoga de Tesalónica. Los judíos de esa ciudad llevaron a Pablo a Berea y allí también excitaron a las masas contra él. El dejó a Silas y Timoteo para completar su obra y se fue a Atenas. (Hechos 17:1-15).

Primera Epístola

Autenticidad

(1) Pruebas externas.

(a) 2 Tesalonicenses.

La prueba externa mas fuerte en favor de 1 Tes. es 2 Tes., que, sea cual fuere su fecha, es el primer documento que presupone claramente que 1 Tes., fue escrita por Pablo.

(b) Manuscritos. La prueba de los manuscritos solos es tal que deja la autenticidad de esta epístola más allá de ninguna duda; en el texto griego del Códice Sinaítico (siglo cuarto), el Códice Vaticano (siglo cuarto) y Códice Alejandrino (siglo quinto); y es en las versiones Antigua Latina y Siríaca en las que se remonta la autenticidad hasta mediados del siglo segundo.

(c) Los Padres Apostólicos suministran pruebas del temprano uso de la Epístola como Sagrada Escritura. S. Ignacio de Antioquia (m. 110-17, d.C,. según la cronología de Harnack que seguiremos en este artículo, en Efes", X, i, probablemente usa el adialeiptos proseuchesthai, "ora sin cesar", de I Tes., v, 17; y sin duda tenía en mente 1 Tes. 2,4, cuando escribía a los Romanos (2,1) el pensamiento distintivo paulino ou thelo hymas anthropareskein alla theo, "Quiero que no agradéis a ningún hombre sino a Dios” . Porque San Ignacio, como los otros Padres Apostólicos, cita de memoria, sin la exactitud de los Padres posteriores y sin mencionar nunca el nombre del escritor sagrado que cita. El profesor de teología del colegio Margaret de Cambridge, Dr. Inge, dice: “La prueba de que Ignacio conocía Tesalonicenses es casi nula” (Cf. "The New Testament in the Apostolic Fathers", Oxford, 1905, p. 74). Contra tal escepticismo, el claro uso de S. Pablo por los Padres Apostólicos no admite duda. Harnack, a que no se le puede acusar de demasiada credulidad, piensa que S. Ignacio de Antioquia tenía una colección de Epístolas Paulinas y que hacia el año 117, S. Policarpo de Esmirna, había completado una colección (eine ganze Sammlung) y vivía verdaderamente según ella. (Cf. Chronologie der altchristlichen Litteratur, I, 249, note 2). En el “Pastor de Hermas (140 d.C) encontramos la frase de I Tes. v, 13, "estad en paz entre vosotros” (eireneuete en heautois) varias veces, utilizada casi como aparece en los códigos Vaticano y Alejandrino (Cf. Hermas, "Simil.", VIII, vii, 2; "Vis.", III, vi, 3; III, ix, 2, 10; III, xii, 3).

Los Padres apologéticos son claros y terminantes. S. Ireneo (181-9 d.C) cita I Tes., v, 23, expresamente atribuyendo las palabras a la Primera Epístola a los Tesalonicenses ("Contra hæreses", V, VI, 1 in P. G., VIII, 1138), y I Tes., v, 3, como dichos del Apóstol (ibid., V, XXX, 2 en P. G., VII, 1205). Tertuliano cita largos pasajes de cada uno de los cinco capítulos de I Tes. Para probar su tesis de la resurrección de los cuerpos ("Liber de resurrectione carnis", xxiv, en P. L., II, 874) y usa la epístola contra Marción ("Adv. Marcionem", V, XV en P. L., II, 541). S. Clemente de Alejandría (190-210 d. C.) cita frecuentemente esta breve carta -- Cf. "Pædagogus", I, v, 19 (edic. de Stählin., I, 101) y "Stromata", I, i, 6 (edic. de Stählin., II, 5) para I Tes., ii, 5-7; "Stromata", II, xi, 4, IV, xii (edic. de Stählin , II, 138 y 286),para una alusión a I Tes., iv, 3, y una cita exacta del mismo capítulo; "Pædagogus", II, ix, III, xii, IV, xxii (edic. de Stähli., I, 206 y 288, y P. G., VIII, 1352) para casi todos los versículos de I Tes., v, i.e. vers. 5, 8, 13, 15, 19, 22; "Stromata", I, xi (edic. de Stählin, II, 34) para una cita del mismo capítulo. Tan fuerte es la prueba externa a favor de la autenticidad de I Tes. que todos los especialistas excepto los que, siguiendo las pruebas internas, niegan la autenticidad paulina de todas sus epístolas.

(2) Pruebas internas

En I Tes. Se enseñan todas las principales doctrinas paulinas – L muerte y resurrección de Cristo (i, 10; iv, 14; v, 10); su divinidad y filiación del Dios vivo (i, 9, 10); la resurrección de los cuerpos (iv, 15-18), la mediación de Cristo (v, 10); la llamada de las naciones al reino de Cristo que es la Iglesia (ii, 12), santificación por la habitación del Espíritu Santo (iv, 8).

El estilo directo y plano, la preocupación afectuosa del escritor por sus hijos espirituales, su impaciencia con los judaizantes, la preponderancia de las afirmaciones personales sobre las doctrinales, la franca y honesta revelación del escritor – todas astas características distintivas paulinas son argumentos fuertes a favor de la autenticidad de esta carta.

Baur, el primer promotor de las ideas de la escuela Neo-Tubinga fue el primero fue el primero en dejar a un lado las pruebas externas y atacar seriamente la autenticidad de I Tesalonicenses por las pruebas internas (Cf. "Der Apostel Paulus", ed. 2, II, 94). Fue seguido por Nowack, "Der Ursprung des Christentums" (Leipzig, 1857), II, 313; Volkmar, "Mose, Prophezie und Himmelfahrt" (Leipzig, 1867), 114; y Van der Vries, "De beiden brieven aan de Thessalonicensen" (Leyden, 1865). Las razones de Baur y sus seguidores son triviales:

• La falta de doctrina hace la carta indigna de Pablo. Pero ya hemos notado que las principales líneas de la enseñanza de Pablo están incluidas en esta breve carta .Más aun, la carta en una revelación muy conmovedora del gran corazón de Pablo y como tal encaja en el conocido Apóstol.

• La carta es una falsificación torpe. El autor ha trabajado su historia partiendo de los Hechos. Pablo no habría escrito ii, 14-16. Es arbitrario comparar las angustias infligidas por los judíos a la iglesia de Tesalónica con los males causados a la iglesia de Judea. No es propio de Pablo poner a los judeo-cristianos como ejemplos para los conversos paganos (Baur, op. cit., 482).

• Esta objeción puramente subjetiva no tiene valor. El Apóstol tenía una menta mucho más amplia para estar sujeto a las estrechas ideas de Baur. Es verdad que en sus últimas cartas – a los corintios, romanos y gálatas, por ejemplo no podemos ver la yuxtaposición de los judíos con los gentiles cristianos, peor los judaizantes no causaban tantos problemas a Pablo cuando escribió a los Tesalonicenses como cuando escribió a los Romanos.

• La expresión ephthase de ep autous he orge eis telos, "la ira ha caído sobre ellos hasta el final” (ii, 16), naturalmente se refiere a la destrucción de Jerusalén (70 d.C) como un castigo realizado por matar al Señor Jesús. Esta es una asunción sin garantías. La frase eis telos es indefinida; no tiene artículo determinado ni ningún calificativo que la defina; modifica ephthase y no refiere a ningún final determinado o ya cumplido ni que se vaya a cumplir: S. Pablo ve de forma indefinida pero con seguridad el final que se acerca, lee la lectura legible de la pared y la interpreta:”La ira (de Dios) ha venido sobre ellos hasta hacer de ellos un final” (iv).

• Baur (op. cit., 485) encuentra la escatología de epístola, poco paulina. En Corintios, Romanos y Gálatas, por ejemplo, no hay esta inmersión en el futuro, nada se dice de la Parousía o segunda venida de Jesús. Pero la razón es clara – aquellos a los que escribía Pablo sus grandes y últimas epístolas no tenían las dificultades escatológicas de los Tesalonicenses. El adaptaba sus cartas a las necesidades de aquellos a quienes escribía. El hecho mismo de la aprehensión de una inmediata Parousía no sea mencionado en las últimas cartas hubiera prevenido al falsificador de introducir como paulino un tópico tan inusual.

Estatus en el Canon

Las dos epístolas a los Tesalonicenses están incluidas entre los libros canónicos aceptados por los concilios Vaticano I, Trento y Florencia y están entre los homologoumena de todas las listas primitivas de las Escrituras canónicas neotestamentarias. Por ejemplo, por mencionar solo las recibidas en el canon de Trento, estas dos epístolas están en las listas del Fragmento Muratoriano (195-205 d. C.), en los cánones de S. Atanasio de Alejandría (375 d.C.), del Tercer Concilio de Cartago (397 d.C), en el que tomó parte S. Agustín, el de S. Epifanio (403 d.C), el de Inocencio I (405 d.C) y en el de Gelasio (492 d. C). De hecho no hay razón para dudar de la canonicidad de ambas.

Tiempo y Lugar

El textus receptus, al final de las dos Epístolas, afirma que fueron escritas desde Atenas (egraphe apo Athenon); y esto está también incluido en los códices Grandes Unciales A, B2, K2, L2 – es decir Alejandrino (siglo cuarto) Vaticano (correcto del siglo quinto) Mosquense y Angélico (ambos del siglo nueve); está de igual manera traducido en importantes manuscritos latinos, siríacos y coptos. Sin embargo no puede haber duda que las cartas fueron escritas durante la primera estancia de Pablo en Corinto. Timoteo había sido enviado a Tesalónica por Pablo, desde Atenas, (1 Tes 3:2). De ahí que algunos Padres infiriesen que, en esa misión, Timoteo llevara I Tesalonicenses. Pero la inferencia es errónea. Como dice Rendel Harris en "The Expositor" (1898), 174, Pablo puede haber enviado otra carta desde Atenas a los Tesalonicenses por medio de Timoteo, pero no pudo enviar I Tesalonicenses con él ya que Pablo dice claramente que Timoteo había vuelto de Tesalónica antes de escribir I Tesalonicenses (Cf. iii, 6). ¿Cuándo volvió? I Tes. No lo dice. Hechos, xviii, 5, da la respuesta. Cuando Timoteo volvió a Pablo desde Macedonia junto con Silas, el Apóstol estaba en Corinto. Las noticias que le trajo Timoteo fueron la ocasión para I Tesalonicenses. Más aún en el saludo con el que comienza cada carta, los nombre de Pablo, Silvano (i.e. Silas), y Timoteo se agrupan juntos; y sabemos que los tres estuvieron junto en Corinto (Hechos 18:5) durante la primera visita de Pablo a esa ciudad (ver también 2 Cor. 1:19). No tenemos pruebas de que estuvieran juntos en ningún otro lugar. I Tes. , fue, pues, escrita durante los dieciocho meses que Pablo permaneció en Corinto, es decir, en los años 48 ó 49, según la cronología de Harnack, "Chronologie der altchristlichen Litteratur" (Leipzig, 1897), I, 717; en el año 53 ó 54 según el esquema de la cronología paulina comúnmente aceptado. Ambas cartas son consideradas como las primeras paulinas que nos han llegado. Pocos consideran probado que Pablo escribiera a los Gálatas del sur antes de escribir a los Tesalonicenses: ver Zahn, "Einleitung in das Neue Testament" Leipzig, 1897), I, 138.

Ocasión

Al llegar a Atenas, Pablo enseguida se puso a convertir a los judíos, prosélitos y gentiles de la ciudad. Entre estos últimos tuvo muy poco éxito. Los Epicúreos y Estoicos sobre todo le creyeron un charlatán del ágora y le ridiculizaron en la colina de Ares o le echaban fuera, (Hechos 17:16-32). Mientras tanto, el sentía temor por la iglesia de Tesalónica. Mientras él estuvo allí, solo los judíos intentaban aniquilar su obra; pero en su ausencia, los gentiles se unieron a los judíos (1 Tes. 2:14), atacando la fe de sus hijos. Pablo deseaba profundamente verles una vez más. En su intenso afecto y preocupación se arranca con el plural en primera persona:”Queríamos haber vuelto a vosotros, hasta yo, Pablo y eso una y otra vez; pero Satán lo impidió” (ii, 18). El obstáculo puesto por Satán era probablemente la seguridad contra su retorno que había dado Jasón y algunos amigos (Hechos 17:9). Al no ser capaz de seguir los deseos de su corazón, Pablo envió a Timoteo para salvar el rebaño de los voraces lobos (1 Tes. 2:2). Los Hechos no mencionan esta legación de Timoteo de Atenas a Tesalónica. Poco después Pablo salió hacia Corinto (Hechos 18:1). Timoteo, que había vuelto de Tesalónica, trajo el testimonio de los que había visto de las condiciones en las que estaban los fieles de esa ciudad. Rendel Harris en "El Expositor" (1898), 167, piensa que los Tesalonicenses enviaron a Pablo una carta con Timoteo y para hacer buena su teoría cita I Tes., i, 2, 5; ii, 1, 5, 9-13; iii, 3-6. Puede haber una cierta base para su conjetura en “También nosotros” (kai hemeis) de I, ii, 13; "También yo " (kago) de I, iii, 5, y en "tenéis siempre buenos recuerdos de nosotros” (echete mneian hemon agaphen) de I, iii, 6. Sea lo que fuere, ya por carta o de palabra, Timoteo informó completamente a Pablo de las necesidades de la comunidad cristiana de Tesalónica; y estas necesidades fueron la ocasión de la Primera Epístola a esa comunidad.

Contenido

Ninguna otra carta de S. Pablo a una iglesia es tan fácil y tan epistolar; desafía el estricto análisis doctrinal y es más personal que doctrinal. Solo par hacer alguna división podemos considerar los capítulos i y iii como personales, y los iv y v como doctrinales.

• Parte personal – desahogo libre de de los temores del corazón de un misionero. Lleno de gozo por oír que están firmes en la fe que él les predicó (i, 2, 8); habla con afecto sobre sus trabajos y su estancia entre ellos (I, 9-ii, 12); agradece a Dios porque han recibido de él la palabra de Dios (ii, 13 - 16); insinúa delicadamente sus aprehensiones por ellos diciéndoles cuanto deseaba verles cuando estaba en Atenas y cómo envió a Timoteo en su lugar y qué descanso y paz mental siente (ii, 17-iii, 10) con las noticias de Timoteo. A continuación sigue una oración breve y hermosa que resume los deseos del gran corazón del Apóstol (iii, 11-13).

• Parte Doctrinal. Con esta oración termino lo que se considera libre y epistolar. Sigue como una corta frase que sirve de transición “Por lo demás, hermanos…” y una exhortación directa muy paulina, sobre como “deberían andar parta agradar a Dios” por la pureza (iv, 1-8), el amos fraterno (iv, 9-10), y trabajo pacífico (vers. 11). La paz de la actividad diaria había sido alterada por una indolencia fanática debida a la supuesta llegada inminente de la Parousía. De ahí el pasaje escatológico que sigue. Los hermanos que han muerto tomarán parte en la Segunda Venida igual que los que están vivos; el tiempo de la Parousía es incierto así que lo que renecesita es estar alerta y no en estado letárgico (v, 1-11). La carta termina con una serie de breves y directa exhortaciones para que se respete a los maestros religiosos y las otras virtudes que constituyen la gloria de la vida cristiana (v, 12-22); las bendiciones y saludos apostólicos una petición de oraciones y el encargo de que la carta sea leída en público (verses 23-28).

Segunda epístola

Autenticidad

(1) Pruebas externas.

Las pruebas de los manuscritos es la misma para Segunda Tesalonicenses es la misma que para la Primera Tesalonicenses y lo mismo las antiguas versiones. Los Padres Apostólicos y Apologéticos están más claramente a favor de II Tesalonicenses que de I Tesalonicenses. S. Ignacio, en Rom. x, 3, cita una frase de II Tes., iii, 5, eis ten hypomonen tou Christou, "en la paciencia de Cristo". S. Policarpo (XI, 3) refiere la carta a S. Pablo aunque, por un fallo de memoria, da por hecho que el Apóstol se gloría (2 Tes. 1:4) en otra iglesia macedonia, la de los Filipenses; Policarpo usa II Tes. (XI, 1) en otra parte II Tes., iii, 15. S. Justino (ca. 150 d.C.), en "Dialog.", xxxii (P.G., VI, 544), parece tener en mente el lenguaje escatológico de esta carta. Además está fijada como paulina en el canon de Marción (ca. 140 d.C.)

(2) Pruebas Internas.

La dependencia literaria de II Tesalonicenses de I Tesalonicenses es irrefutable. El escritor de la primera debe haber escrito la última y no mucho después. II Tes. ii, 15, y iii, 6, se explican por I Tes., iv, 1-8 y 11. Se acepta que el estilo de las dos cartas es idéntico; las oraciones (I, iii 11, v, 23; II, ii, 16, iii, 16), saludos (I, i, 1; II, i, 1, 2) agradecimientos (I, i, 2; II, i, 3), y transiciones (I, iv, 1; II, iii, 1) son notablemente parecidas en la forma. Dos tercios de II Tes. es igual que I Tes. En vocabulario y estilo. Más aún, la estructura de la Epístola, el tema de la misma, y los arranques emotivos de oraciones para los destinatarios y de la exhortación son todas característicamente paulinas. El argumento de la evidencia interna es tan fuerte que ha ganando la aprobación de críticos como Harnack (Chronologie, I, 238) y Jülicher (Einleitung, 40). Schmiedel, Holtzmann, Weizacker, y otros niegan la fuerza del argumento por las pruebas internas. Esta similitud con I Tesalonicenses en vocabulario y estilo juegan en contra de la autenticidad de II tesalonicenses; la carta es demasiado paulina, el autor fue un muy buen falsificador que unos sesenta años después tomó la Primera a los Tesalonicenses y la refundió. No se ha dado el motivo para tal falsificación, no se ha aportado ninguna prueba de ningún escritor post-apostólico tan listo como para hacer pasar esta carta por imitación paulina.

Escatología de Pablo: La principal objeción es que la escatología de Pablo en II Tes., contradice la de I Tes. : la carta es en esto no-paulina. En I Tes., iv, 14-v, 3, el escritor dice que la Parousía está lejana. Los no católicos que mantienen la autoría paulina de las dos cartas admiten generalmente que Pablo predijo la segunda venida dentro del tiempo de su propia vida y creen que los signos que narra en II Thess., ii, como preludio de esa venida no implican un largo intervalo ni que Pablo esperara morir antes de que esos signos ocurrieran. Los católicos insisten en que Pablo no pudo haber dicho que la Parousía ocurriría durante su vida. De haberlo hecho, hubiera errado; la palabra de Dios no puede ser errónea; el error sería del Espíritu Santo más que de S: Pablo. Verdaderamente, la Versión Douay parece implicar que la Parousía era inminente:” Entonces, nosotros los que estamos vivos, los que hemos quedado, seremos tomados con todos los demás hacia las nubes a encontrarnos con Cristo, en el aire, y así estaremos siempre con el señor,” (1 Tes.4:16). La Vulgata no es más clara: Nos, qui vivimus, qui residui sumus" etc. (iv, 15-17). El texto original resuelve la dificultad: hemeis oi zontes oi paraleipomenoi, ama syn autois arpagesometha. Aquí, la sintaxis helenística va en paralelo con la ática. La sentencia es condicional. Los dos participios de presente representan dos futuros precedidos por ei; los participios ocupan el lugar de una protasis. La traducción es: Nosotros, si estamos vivos -- si hemos sido dejados – (en la tierra) seremos elevados etc”. Una construcción similar es utilizada por Pablo en I Cor. xi, 29 (Cf. Moulton "Grammar of New Testament Greek", Edinburgh, 1906, I, 230). S. Pablo no es aquí más definido sobre el tiempo de la Parousía que en I Tes., v, 2, cuando escribió “que el día del Señor vendrá a la manera de un ladrón en la noche”. Hay en la Escatología de S. Pablo la misma indefinición sobre el tiempo de la Parousía que en los dichos escatológicos de Jesús tal como los relatan los Sinópticos (Mat. 24:5-45; Marc. 13:7-37; Lucas 21:20-36). "De ese día u hora nadie sabe, ni los ángeles del cielo, ni el Hijo, sino el Padre " (Marc. 13:32).

En el depósito de fe dado por el padre al Hijo, para que el Hijo lo entregue a la Iglesia, el tiempo de la Parousía no está contenido. Aceptamos que S. Pablo no conocía el tiempo de la Parousía; no podemos aceptar que lo supiera equivocadamente y lo escribiera erróneamente como palabra inspirada de Dios y parte del depósito de la fe.

Respecto al resto de las objeciones sobre que el carácter apocalíptico de ii, 2-12, es post-paulino y que depende de la tardía composición del Apocalipsis de Juan (93-96 d.C)) o, peor aun de la historia del Nerón redivivus (Tacitus "Hist.", II, viii), contestamos que esta afirmación es enteramente gratuita. S. Pablo consiguió sus ideas apocalípticas de la misma fuente que Juan, es decir de la revelación a él mismo o del Antiguo Testamento o de la tradición. La mayoría de los detalles de su descripción apocalíptica de la Parousía se dan en otros Apocalipsis (1 Juan 2:18; Mat. 24:24; Lucas 21:8; Marcos 13:22; Deuteronomio 13:1-5; Ezequiel 38 y 39; Daniel 7, 8, 9, 11, 12 etc.). El hombre de pecado, Belial, el casi completo triunfo del mal poco inmediatamente antes del fin de los tiempos, la casi general apostasía, los portentos y otros signos son familiares en el Antiguo Testamento y en los escritos apocalípticos del N. T.

Estatus en el Canon

La canonicidad de 2 Tes. puede ser tratada junto con la de 1 Tes.

Tiempo y lugar

2 Tes. fue escrita en Corinto no mucho después de I Tes., porque ambos Timoteo y Silas aun están con Pablo (i, 1), y el silencio de Hechos muestra que, una vez que Pablo dejó Corinto, Silas ya no era su compañero de ministerio. Parece haber alusiones en iii, 2, a la problemática estancia de un año y medio en Corinto (Hechos 18);en ii, 14, a la carta recientemente escrita a los Tesalonicenses; y en iii, 7-9, a que el ministerio de Pablo entre ellos es reciente

Ocasión

La escatología de I Tes. Había sido mal entendida por los Tesalonicenses; ellos daban por hecho que el día del señor era inminente (ii, 2); habían sido confundidos por las exageraciones de personas liantes y quizás por una carta falsificada que se atribuía a Pablo (ii, 2; iii, 17). Más aún , la conducta desordenada de algunos (iii, 6, 11) preocupaba mucho al Apóstol. Esa preocupación es lo que muestra en la carta

Contenido

Los tres capítulos en que se divide la carta actualmente analizan de forma apropiada el pensamiento. En el primero hay un saludo, agradecimientos por la fe y el amor de los tesalonicenses y una confirmación de la recompensa divina a ellos y a sus perseguidores. En el segundo capítulo está el pensamiento fundamental de la carta –la escatología. Se detallan ciertas señales que deben preceder a la Parousía. Hasta que esas señales aparezcan, no hay razón para tener miedo y abandonar los sentidos. El tercer capítulo es la petición normal de Pablo: oraciones, consejos para evitar el desorden y una alusión verdaderamente paulina al ejemplo que les ha dado y la final identificación de la carta por un saludo escrito por su propia mano.

Bibliografía

De los Padres griegos cuyos comentarios a I y II Tesalonicenses nos han llegado, S. Juan Crisóstomo es de lejos el más conocedor. Teodoreto es breve y conciso. Teodoro de Mopsuestia (ca. 415 d.C.) fuerza al Apóstol a acomodarse a sus propias ideas. Eutalio el Diácono depende de Teodoreto. S. Juan Damasceno, de S. Juan Crisóstomo. Entre los Padres latinos, Ambrosiaster (ca. 730) a veces se equivoca en cuestiones de fe. Primasio (ca.556) reúne la explicación de Ambrosiaster, Pelagio, S. Agustín S. Jerónimo.

Los grandes comentadores católicos de tiempos más recientes: JUSTINIANI (Lion, 1612), A LAPIDE (Amberes, 1614), CAYETANO (Roma, 1529), SALMERÓN (Madrid, 1602), KISTEMAKER (Münster, 1822), McEVILLY (Dublin, 1875), BISPING (Münster, 1873), MAUNOURY (Paris, 1878), ROEHM (Passau, 1885), JOHANNES (Dillingen, 1898), PANEK (Ratisbona, 1886), PRAT, La théologie de Saint Paul (Paris, 1908), PICONIO (Pans, 1837), PERONNE (Paris, 1881), TOUSSAINT (Paris, 1910).

Los principales comentarios protestantes son los de LIGHTFOOT (Notes, 1895), DRUMMOND (1899), FINDLAY (1904), MILLIGAN (1908), SCHMIEDEL (1892), B. WEISS (1896).

Fuente: Drum, Walter. "Epistles to the Thessalonians." The Catholic Encyclopedia. Vol. 14. New York: Robert Appleton Company, 1912. <http://www.newadvent.org/cathen/14629d.htm>.

Traducido por Pedro Royo