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Lunes, 25 de noviembre de 2024

Estado Vaticano

De Enciclopedia Católica

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Origen y naturaleza

El Estado de la Ciudad del Vaticano nació con el tratado de Letrán, y firmado entre la Santa Sede e Italia el 11 de febrero de 1929, ratificado el 7 de junio del mismo año. Su personalidad como Ente soberano de derecho público internacional, diverso de la Santa Sede, es universalmente reconocida. Sucede en el tiempo a los Estados Papales.

La Iglesia Católica cumple su misión de anuncio de la verdad del Evangelio para la salvación de los hombres, sirviendo a la causa de la paz y de la justicia en favor de todos los pueblos, no sólo a través de las Iglesias particulares y locales repartidas por todo el mundo, sino también por medio del gobierno central, constituido por el Papa y los organismos que lo asisten en su responsabilidad para con la Iglesia universal (denominados Sede Apostólica o Santa Sede).

El Sumo Pontífice reside en el Estado de la Ciudad del Vaticano donde se encuentran también algunos de los organismos que le asisten. El Estado, tiene por lo tanto, la característica propia de ser un instrumento de la independencia de la Santa Sede y de la Iglesia Católica respecto a todo poder constituido. En cierto sentido, es un signo del carácter sobrenatural de la misma Iglesia pues las estructuras del Vaticano se reducen al mínimo indispensable para su funcionamiento.


Posición geográfica, extensión y accesos


La Ciudad del Vaticano está situada no lejos de la orilla derecha del Tíber, sobre un modesto altozano que forma parte de los Montes Vaticani (colina Vaticana) donde, en la época anterior al nacimiento de Cristo fueron construidas algunas villas.

El emperador romano Calígula (37-41 d.C.) mandó contruir allí un circo privado con jardines adyacentes, donde parece que tuvo lugar el martirio de muchos cristianos de Roma en la época del emperador Nerón (54-68 d.C.). En la parte Norte del circo, en una necrópolis situada a lo largo de un camino secundario, fue sepultado san Pedro; en ese mismo lugar, el emperador Constantino levantó una grandiosa basílica entre los años 324 y 326, que en los siglos XVI-XVII fue reemplazada por la actual.

El territorio del Estado, que abarca una superficie de 0,44 km2 (44 hectáreas), está delimitado en parte por unas murallas y llega hasta el límite de la Plaza de San Pedro, donde una franja de travertino en el pavimento hace converger las extremidades de las dos alas de la columnata, y delimita el confín del Estado. El acceso a la Plaza es libre y, aunque forma parte del territorio de la Ciudad del Vaticano, está sujeta al control de la policía italiana.

Se puede acceder a la Ciudad del Vaticano a través de cinco entradas que se encuentran custodiadas por la Guardia Suiza Pontificia y el Cuerpo de la Gendarmería del Estado de la Ciudad del Vaticano.

A los Museos Vaticanos se accede por el Viale Vaticano, no lejos de la Plaza del Risorgimento.

Debido a las reducidas dimensiones del territorio de la Ciudad del Vaticano, muchas entidades y oficinas de la Santa Sede están situadas en inmuebles de la ciudad de Roma (por ejemplo, los edificios de la Plaza de Pío XII, Vía de la Conciliación, Plaza de San Calixto, Plaza de la Cancillería y Plaza de España). Estos inmuebles, según establece el tratado de Letrán, gozan de la inmunidad que reconoce el derecho internacional a las sedes de las representaciones diplomáticas extranjeras (embajadas).

Las zonas donde se encuentran estos edificios se consideran “zonas extraterritoriales”.


Extraterritorialidad


Protección internacional del territorio


Todo el territorio del Estado de la Ciudad del Vaticano está protegido por la Convención de La Haya del 14 de mayo de 1954, sobre la tutela de los bienes culturales en caso de conflicto armado.

En 1984, la Ciudad del Vaticano fue declarada patrimonio cultural y natural según la Convención de la UNESCO, del 16 noviembre 1972, sobre la protección del patrimonio.

El Estado está así reconocido, incluso en el ámbito internacional, como patrimonio moral, artístico y cultural, digno de ser respetado y protegido como un tesoro para toda la humanidad.


Acceso al mar


A pesar de que el Estado de la Ciudad del Vaticano no tiene acceso directo al mar, en virtud de la Declaración de Barcelona de 1921, le está permitido la navegación marítima con buques propios enarbolando la bandera pontificia. No obstante, el Estado no ejerce actualmente este derecho.


Población


La población del Estado comprende aproximadamente 800 personas, de las cuales, más de 450 gozan del derecho de ciudadanía vaticana; el resto están autorizadas a residir en él, temporal o permanentemente, pero sin derecho de ciudadanía.

Casi la mitad de los ciudadanos residen fuera del Estado en otros países, por motivos de trabajo (personal diplomático). La adquisición y pérdida de ciudadanía, las autorizaciones para residir en el territorio del Estado y las formalidades de acceso, están reglamentadas por disposiciones particulares indicadas en el tratado de Letrán


Bandera pontificia


La bandera pontificia o de la Ciudad del Vaticano, está formada por dos campos verticales de color amarillo (a la izquierda) y blanco, teniendo en el centro las llaves cruzadas con la tiara sobrepuesta; el asta está rematada por una punta de lanza adornada con una escarapela de los mismos colores de la bandera y con una franja dorada.

En el pasado, la bandera del Estado pontificio era de color amarillo y granate (o mejor dicho, carmesì y rojo, colores relacionados con el escudo de la Santa Sede), dos colores tradicionales del Senado y del Pueblo romano. Estos fueron sustituidos después en 1808 con el blanco y el amarillo, cuando Pio VII ordenó a su Guardia Noble y a los demás Cuerpos armados pontificios que permanecieron fieles, adoptar una nueva escarapela con dichos colores para distinguirlos de las demás tropas incorporadas al ejército francés a las que el general Sestio A. F. Miollis había concedido seguir usando su vieja escarapela.

La bandera pontificia blancoamarilla más antigua, enarbolada por primera vez en 1824 por la Marina mercante, tenía los campos dispuestos diagonalmente. Posteriormente, Pio IX, tras regresar del exilio de Gaeta, dispuso que se representaran las dos bandas verticales, y añadió el escudo papal en lugar de las cintas tricolores (blanco, rojo y verde), que habían sido incluidas en 1848. Sólo después del Tratado de Letrán entre la Santa Sede e Italia, del 11 de febrero de 1929, la bandera pontificia adquirió la representación actual, considerándose de este modo como bandera de un Estado extranjero y, por lo tanto, sujeta a los mismos derechos de tutela que las demás (art. 299 del Código penal italiano). Fue enarbolada por primera vez el 8 de junio de 1929.


Himno

El Estado de la Ciudad del Vaticano es un ente soberano de derecho público reconocido universalmente, con bandera propia e himno oficial. Por disposición del Papa Pio XII, del 16 de octubre de 1949, el himno es la Marcha Pontificia compuesta por el músico católico francés Charles Gounod (1818-1893), célebre por otras obras musicales, como la ópera lírica “Fausto” y el “Ave María”.


Himno pontificio


La música del actual Himno pontificio fue compuesta por Gounod para el Papa Pio IX, en el aniversario de su coronación. La Marcha pontificia se interpretó por primera vez en la tarde del 11 de abril de 1869 al celebrarse el jubileo sacerdotal del Papa. Aquel día, tras las solemnes funciones de la mañana en la Basílica Vaticana, se celebró un gran concierto en la Plaza de San Pedro en honor del Sumo Pontífice, con siete bandas musicales pertenecientes a diversos cuerpos y regimientos pontificios presentes en Roma (Gendarmería Pontificia con el Maestro Roland, Regimientos de línea, con el Maestro Baffo, Cazadores, con el Maestro Pezzina, Suizos, con el Maestro Willimburg, Carabinieri externos, Legión Romana con el Maestro Angelini, Regimiento de Dragones), acompañados por un coro de un millar de soldados. La Marcha pontificia de Gounod fue muy aplaudida y repetida varias veces, según refirió al día siguiente el diario Osservatore Romano.

Después de recibir las felicitaciones de representantes diplomáticos de varios países en la Basílica Vaticana, con alrededor de cinco mil fieles presentes, Pio IX se asomó al balcón central de San Pedro para saludar a la multitud que llenaba la Plaza y asistir al concierto. Al aparecer el Pontífice, las siete bandas colocadas en las gradas tocaron la antigua Marcha Triunfal de Hallmayr, el himno pontificio oficial por ordenanza, y comenzaron el concierto interpretando lo que el periódico vaticano había anunciado el día anterior como “el nuevo himno escrito expresamente para la ocasión por el maestro Gounod, seguido a coro por un millar de nuestros soldados”. El éxito de la nueva composición debió ser notable, según refirió el diario vaticano el 12 de abril de 1869, pues “la música se repitió varias veces”. Fue interpretada con frecuencia en sucesivas ocasiones y alcanzó celebridad por su ritmo grandioso y solemne, casi litúrgico, sin que todavía llegara a convertirse en himno pontificio hasta 81 años después.

El Himno Pontificio del Gounod, que fue adoptado oficialmente en la Vigilia del Año Santo de 1950, es diferente del compuesto por Hallmayer, con ritmo vivo, a la manera de un vals, según el estilo de la época. Pio XII estableció la sustitución del himno oficial usado hasta entonces por la Marcha Pontificia de Gounod por su tono religioso más acorde con los tiempos. El sábado 24 de diciembre de 1949, vigilia de Navidad y de la apertura del Año Santo de 1950, tuvo lugar una austera ceremonia en el Patio de San Dámaso en la cual, tras haberse dado lectura a la ordenanza que disponía la nueva sustitución, la música fue interpretada por primera vez como nuevo himno oficial pontificio junto al himno precedente, por la banda de la Guardia Palatina de Honor (que sería después disuelta por Pablo VI junto con otros Cuerpos armados del Vaticano a excepción de la Guardia Suiza Pontificia).

Hoy día, el Himno Pontificio de Gounod, conocido en todo el mundo, es interpretado por la banda civil en ocasiones solemnes de la vida del Estado, en ceremonias presididas por el Sumo Pontífice o un representante suyo.

No obstante, el Himno pontificio no puede ser considerado como himno nacional: las palabras del Maestro Antonio Allegra y del Maestro Raffaello Lavagna están dirigidas al corazón de cuantos ven en Roma la sede de Pedro.

Las características musicales y de composición que dan notoriedad al Himno Pontificio de Gounod fueron descritas así por el Maestro Antonino De Luca, Director de la Banda Palatina, en Vita Palatina de febrero de 1950: "La Marcha Pontificia de Gounod, que revela la vigorosa personalidad del autor del “Fausto”, es una composición de ritmo majestuoso. La primera parte, en tono Fa mayor, comienza con un acertado toque de trompeta, al que se une en pleno toda la orquesta creando una atmósfera de grandeza serena. La segunda parte, sin embargo, contrasta con la primera: en el centro domina un nuevo sentimiento profundamente religioso que nace de un sentido de superioridad espiritual. La tercera parte se inicia con un tono fuerte marcando casi una separación imperiosa de toda solicitud terrena”.


Texto del Himno Pontificio


Con motivo del reconocimiento del Himno de Gounod en 1949, Mons. Antonio Allegra (1905-1969), entonces organista de la Basílica de San Pedro, compuso un texto italiano que hoy es comúnmente cantado, que exhorta con las palabras «Roma inmortal, de mártires y de santos». Curiosamente, el himno oficial vaticano no había tenido nunca palabras latinas. Para que pudiera ser cantado por todos los fieles del mundo, independientemente de los rispectivos idiomas nacionales, el Himno Pontificio de Gounod fue dotado de un texto latino que inicia con las palabras O felix Roma - o Roma nobilis, del canonigo savonés Mons. Raffaello Lavagna (1918-...). El autor se inspiró en las numerosas citas petrinas que contienen las Escrituras. Fue cantado por primera vez de forma privada por el coro Iubilate Deo, bajo la dirección de Sor Dolores Aguirre, el 15 de junio de 1991, durante la visita que hizo el Santo Padre al Centro Transmisor de Santa Maria de Galeria, por el 60° aniversario de fundación de Radio Vaticano. La primera exhibición pública, a cargo del coro y orquesta de la Mitteldeutscher Rundfunk de Leipzig, fue el 16 de octubre de 1993, en el Aula Pablo VI, con motivo del 15° aniversario de la elección de Juan Pablo II y del 100° aniversario de la muerte de Charles Gounod.


Siglas automovilísticas


Los vehículos inscritos en el “Registro de vehículos vaticanos” (RVV) pueden llevar dos siglas: SCV, para los automóviles de propiedad del Estado y de las entidades de la Santa Sede, y CV, para los autos de algunos ciudadanos y personalidades a quienes, por acuerdo con Italia, se les autoriza la matriculación vaticana. La sigla internacional es V.


Monedas y sellos


El Estado tiene moneda propia y emite sus propios sellos postales. Las monedas vaticanas, con excepción de las de oro y plata, tienen curso legal en Italia y en los demás países, según la Convención monetaria estipulada con el estado italiano el 29 de diciembre del 2000, en nombre de la Comunidad Europea.

Tal Convención otorga derecho al Estado de la Ciudad del Vaticano para utilizar el euro como moneda oficial propia a partir del 1 de enero de 1999. Por su parte, el Estado ha regulado el ejercicio de tal derecho mediante la ley vaticana del 26 de julio de 2001, n. CCCLVII.

No poseyendo una Casa de emisión propia, el Estado de la Ciudad del Vaticano se ha comprometido mediante acuerdo formal a acuñar la propia moneda metálica – actualmente hasta un máximo de un millón de euros anuales – en Italia, en el Instituto Poligráfico y Ceca del Estado.

En 1996, en vista del Jubileo del año 2000, la Ciudad del Vaticano reanudó la acuñación de monedas de oro que habían sido emitidas regularmente cada año desde 1929 hasta 1959. Tal acuñación ha continuado después del Jubileo con una emisión anual.

Las emisiones de valores postales no están sujetas a limitaciones particulares, salvo las disciplinadas por los servicios postales de los acuerdos con el estado italiano, y las estipuladas por las convenciones internacionales a las que el Estado de la Ciudad del Vaticano está adherido.