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Domingo, 24 de noviembre de 2024

Eutiques

De Enciclopedia Católica

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Heresiarca el siglo quinto que ha dado su nombre a una opinión a la que sus enseñanzas e influencia contribuyeron poco o nada. Lo esencial de ese punto de vista es la afirmación de que Cristo no tiene más que una naturaleza después de la Encarnación y se la denomina indiferentemente eutiquianismo o monofisismo, aunque Eutiques no fue el originador y fue condenado y repudiado por muchos monofisitas, que admitían todos como su gran doctor a S. Cirilo de Alejandría.

En 448 Eutiques tenía setenta años y había sido durante treinta el archimandrita del monasterio extramuros de Constantinopla, donde gobernaba a más de trescientos monjes. No era un hombre sabio pero era muy respetado y tuvo influencias a través del infame ministro de Teodosio II, el eunuco Crisapio, del que era padrino. Era un vehemente oponente del nestorianismo y de los partidarios de Antioquía dirigidos por Teodoreto de Ciro y Juan de Antioquía. Estos obispos habían defendido durante un tiempo la ortodoxia de Nestorio, pero habían acabado por aceptar el concilio de Éfeso de 431, haciendo las paces con S. Cirilo de Alejandría en el 434. Se habían intercambiado explicaciones entre el gran teólogo Teodoreto y Cirilo, pero los partidarios no estaban convencidos.

Al morir Cirilo en 444, su sucesor Dióscuro no tardó en comenzar de nuevo las hostilidades y los partidarios de Cirilo y anti-nestorianos tomaron la ofensiva por todas partes. En este gran movimiento Eutiques, desde Constantinopla, comenzó a denunciar una supuesta revitalización del nestorianismo. Escribió al papa León sobre el tema y recibió una carta simpatizando con él. El patriarca de Antioquía, Domnus, estaba en guardia y dirigió una carta sinodal al emperador Teodosio II, acusando a Eutiques de renovar la herejía de Apolinar (esta era la acusación de los de Antioquía contra S. Cirilo) y que quería anatematizar a los grandes maestros de Antioquía de la generación anterior - Diodoro y Teodoro - un punto en el cual Eutiques no estaba completamente equivocado (Facundus, viii, 5, y xiii, 5). Esto sucedió probablemente en 448, puesto que S. Flaviano, obispo de Constantinopla, no había oído hablar de tal acusación cuando celebró el sínodo, el 8 de noviembre, sobre un punto de disciplina en la provincia de Sardes. Eutiques había acusado a varios personajes de Nestorianismo encubierto y al final de la sesión de este sínodo uno de los inculpados, Eusebio, obispo de Dorileum, presentó y profirió una acusación de herejía en contra el archimandrita.

Eusebio había sido – muchos años antes cuando aún era laico – uno de los primeros en detectar y denunciar los errores de Nestorio y naturalmente estaba indignado de ser llamado nestoriano. Flaviano expresó gran sorpresa por esta repentina e inesperada acusación y sugirió una reunión privada con Eutiques. Eusebio rehusó, porque había tenido frecuentes reuniones sin resultados. En la segunda sesión se definió el punto de vista ortodoxo, a petición de Eusebio, leyendo la segunda carta de S. Cirilo a Nestorio y su aprobación por el concilio de Éfeso y además la carta de Cirilo a Juan de Antioquía "Laetentur caeli", escrita tras el acuerdo entre los dos patriarcas, en 434. Estos documentos fueron aclamados por todos.

Flaviano lo resumió diciendo que Cristo era de “dos naturalezas”, ek duo physeon, después de la encarnación. Basilio de Seleucia y Seleuco de Amasea llegó a hablar explícitamente las dos naturalezas de El y todos los obispos repitieron, en sus propias palabras, los sentimientos del presidente.

En la tercera sesión, los mensajeros que habían sido enviados para hacer que Eutiques asistiera, volvieron con su negativa absoluta. Había decidido, declaró, que no volvería a poner un pie fuera de su monasterio que consideraba como su tumba.

Estaba dispuesto a suscribir los concilios de Nicea y Éfeso, aunque al hacerlo no debía entenderse que suscribía o que condenaba cualquier error en el que pudieran haber caído: él buscaba solo en las Escrituras que eran más seguras que las exposiciones de los Padres y adoraba una naturaleza en Dios, encarnado y hecho hombre después de la encarnación. Se quejaba de haber sido acusado de decir que Dios - Verbo había traído su carne del cielo. Esto no era verdad. El reconocía a Nuestro Señor Jesucristo como de dos naturalezas (ek duo physeon) unidas hipostáticamente; como dios perfecto, y hombre perfecto nacido de la Virgen María, no tenía carne consustancial con nosotros.

Estas afirmaciones de Eutiques fueron sustanciadas por tres testigos. El concilio, por consiguiente, le dirigió una carta, exigiéndole que apareciera, porque su excusa era insuficiente ante cargos tan serios. Eusebio de Dorileum de ninguna manera satisfecho señaló que Eutiques había estado escribiendo a los diferentes monasterios para levantarlos y podía resultar peligroso para el concilio. Se enviaron a sacerdotes a los diversos monasterios de la ciudad, dos a los que estaban a la otra parte del Cuerno de Oro y dos a través del Bósforo a Calcedonia para hacer averiguaciones.

Mientras tanto, habían vuelto los enviados a Eutiques, que tras algunas dificultades y la disculpa de una enfermedad, había consentido en recibirlos. Rehusó abandonar su monasterio y les rogó que no volvieran a insistir una tercera vez (como mandaban los cánones) sino que le tratasen inmediatamente como contumaz, si así lo querían. Sin embargo el concilio le envió una tercera requisitoria para que apareciera en la mañana del día anterior al 17 de noviembre o se atuviera a las consecuencias.

Al día siguiente un sacerdote-archimandrita llamado Abraham declaró que Eutiques había pasado la noche gimiendo, y que por eso él mismo tampoco había podido dormir. S. Flaviano respondió que el sínodo esperaría a que Eutiques se recobrara. No se le pedía que se acercase a sus enemigos sino a sus hermanos y padres. Antes había entrado en la ciudad en la que Nestorio atacó a la verdad. Que lo haga una vez más. El arrepentimiento no le producirá ninguna desgracia. Y al levantarse la asamblea, Flaviano añadió:” Conoces el celo de acusador, y que el mismo fuego parece enfriarle, debido a su celo por la piedad. Y Dios sabe que he intentado que desistiera. Pero cuando se proponía algo, ¿que podía hacer yo? No deseo vuestra separación, que dios me perdone, sino reuniros. Es propio de los enemigos dispersar, pero de los padres, unir “.

El día siguiente Eutiques no apareció pero prometió hacerlo en cinco días, es decir al siguiente lunes. Se demostró que Eutiques había enviado un documento a otros monasterios para recoger firmas. Se dice que contenía la Fe de de Nicea y Éfeso y no parece que tuviera nada más. El sábado, Eusebio mostró testimonios de más observaciones heréticas de Eutiques, que los enviados le habían oído pronunciar. En particular había negado dos naturalezas en Cristo después de la Encarnación y dijo que estaba listo para ser condenado y que el monasterio seria su tumba. El 22 de noviembre, fue buscado en vano en la iglesia y en el palacio arzobispal. Por fin se anunció que llegaba con una gran cantidad de soldados y monjes y ayudantes del prefecto de la Guardia Pretoriana y esta escolta solo le permitía entrar bajo la promesa del sínodo de que su persona les fuera devuelta a ellos. Con el cortejo venía el Silenciario llamado Magnus que traía una carta del emperador en la que expresaba su deseo de que el patricio Florentino fuera admitido al Concilio, lo que así se hizo.

Eusebio insistió más que nunca en que Eutiques fuera condenado sobre la base de sus anteriores afirmaciones, a no ser que se desdijera de ellas, y entonces simplemente se le dejara libre, aunque entonces su acusador podía ser responsable de las penas de acusación calumniosa: “Yo soy un pobre hombre sin medios. Me amenaza con el destierro; él es rico y ya ha descrito que mi destino es el oasis”. Flaviano y el patricio replicaron que lo que ahora dijera Eutiques no le libraría de responder por los cargos de sus palabras del pasado, Y entonces Flaviano dijo:” Has oído, sacerdote Eutiques lo que dice tu acusador. Dí ahora si admites la unión de dos naturalezas, ek duo physeon enosin”.

Eutiques replicó: “Sí, ek duo physeon”. Eusebio interrumpió:” ¿Reconoces dos naturalezas, señor archimandrita, después de la Encarnación y dices que Cristo es consustancial con nosotros según la carne, si o no?”. Esto expresaba claramente toda la cuestión entre la verdad católica y la herejía del Monofisismo. Eutiques no dio una respuesta directa. Quizá estaba asombrado y cauteloso. De todas formas vió que una contestación negativa significaría su condena inmediata, mientras que una afirmativa sería una contradicción de sus afirmaciones anteriores. “No he venido aquí para aclarar mi punto a de vista a Vuestra Santidad. Está en este papel. Ordena que sea leído”. Puesto que no lo quería leer él mismo, Flaviano le dijo que declarara su creencia. Su vaga respuesta fue evasiva, afirmando solamente que creía en “el advenimiento del Hijo encarnado de la carne de la santísima Virgen y que El era hecho perfectamente hombre para nuestra salvación”.

Cuando se le urgió, Eutiques declaró que nunca hasta ahora había dicho que Cristo era consustancial con nosotros, pero que reconocía que la santísima Virgen era consustancial con nosotros. Basilio de Seleucia insistió que su hijo debía consecuentemente ser consustancial con nosotros, puesto que Cristo se había encarnado en ella. Eutiques respondió:” Ya que tu lo dices, yo estoy de acuerdo con todo”. Y explicó que el cuerpo de Cristo es el cuerpo de Dios, no de un hombre, aunque es un cuerpo humano. Siempre que no se entendiera que negaba que Cristo es el hijo de Dios, diría “consustancial con nosotros”, como el arzobispo lo quería y lo permitía. Flaviano negó que la expresión fuera nueva.

Florencio mostró que el emperador había juzgado correctamente que era un buen teólogo, y entonces forzó al archimandrita al punto esencial, las dos naturalezas. Eutiques contestó explícitamente: “Confieso que Nuestro Señor era de [ek] dos naturalezas, antes de la unión; pero después de la unión, yo reconozco una naturaleza”.

Es muy raro que no se hiciera ningún comentario sobre esta afirmación. El sínodo ordenó a Eutiques que condenara todo lo que era contrario a las cartas de Cirilo, que habían sido leídas. Se negó. Estaba listo par aceptar las cartas, como quería el sínodo, pero no anatematizaría a todo el que no usara esas expresiones, porque estaría anatematizando a los santos Padres. Tampoco quiso admitir que Cirilo o Atanasio habían defendido dos naturalezas después de la Encarnación (esto era en verdad correcto). Basilio de Seleucia le instó: “Si tu no dices dos naturalezas después de la unión, dices que hay mezcla y confusión” (aunque en el Concilio Latrocinio de Éfeso, el desafortunado obispo de buena gana negó esas palabras).

Florencio declaró entonces que no es ortodoxo el que no confiese ek duo physeon. El sínodo estuvo de acuerdo y consideraron que la declaración forzada de Eutiques no era sincera. Flaviano anunció la sentencia de degradación, excomunión y deposición, que fue firmada por unos treinta obispos, incluyendo a Juan de Cos, el encargado de los asuntos papales en la corte de Teodosio.

Las actas de este sínodo nos han sido preservadas porque fueron leidas íntegramente en el Concilio del Latrocinio de Éfeso al año siguiente (449) y de nuevo en 451 en el concilio de Calcedonia como parte de las actas del Concilio del Latrocinio de Éfeso. Flaviano se preocupó de que las actas fueran firmadas por muchos archimandritas de la ciudad. Eutiques, por su parte, escribió a los principales obispos del mundo buscando apoyos y llenó la ciudad de Constantinopla con sus quejas. Envió una apelación al papa (S. León, Ep. xxi) explicando que había rehusado afirmar dos naturalezas y anatematizar a todo el que no lo hacía así, porque de lo contrario habría condenado a los santos Padres, a los papas Julio y Félix, a los santos Atanasio y Gregorio (se refiere a los extractos de los Padres que fueron leídos en la primera sesión del concilio de Éfeso. Más tarde, en 535 se declaró que esos documentos papales eran falsificaciones apolinaristas y esa sigue siendo la opinión de los críticos: ver Harnack, Bardenhewer, etc.).

Eutiques continúa: “Pedí que esto fuera dado a conocer a su santidad para que pudiera juzgar como creyera conveniente, declarando que en cualquier caso aceptaría lo que aprobara”. No era verdad que Eutiques apelara al papa en el concilio. Lo único que podía probar era que había dicho en voz baja que refería su caso a los grandes patriarcas. Cuando S. León recibió las actas del concilio, concluyó que Eutiques era un viejo tonto que había errado por ignorancia y que se le podía recuperar si se arrepentía.

Dióscuro de Alejandría, imitando a sus predecesores y asumiendo la primacía sobre Constantinopla, simplemente anuló la sentencia de Flaviano y absolvió a Eutiques.El archi9mandrina no se había conmovido por la consideración que Flaviano había mostrado. Su obstinación siguió. Obtuvo, gracias a Crisapio, un Nuevo sínodo de 32 obispos que se reunieron en abril de 449 (sin la presencia de Flaviano, pero con el patriarca Florencio y varios de los obispos que habían tomado parte en la condena), para examinar su queja de que las actas habían sido falsificadas. Después de una cuidadosa revisión de las mismas, se hicieron algunas alteraciones para complacer a Eutiques, aunque el resultado no fue de importancia práctica. Dióscuro y Eutiques habían obtenido la convocatoria por parte del emperador de un concilio ecuménico que se reuniría en Éfeso el primero de agosto de 449.

La forma de proceder de Dióscuro antes y durante ese concilio se puede ver en DIOSCUROS y CONCILIO LATROCINIO DE EFESO. Baste decir aquí que en la primera sesión Eutiques fue exculpado y absuelto, mientras se violentaba a Flaviano y Eusebio, que fueron encarcelados. El primero murió pronto debido a sus sufrimientos. Ambos habían apelado a Roma. El papa anuló el concilio, pero Teodosio II lo apoyó. Con la repentina muerte del emperador la situación cambió. Un nuevo concilio se reunió en Calcedonia en octubre de 451, por deseo del emperador Marciano y su mujer Santa Pulqueria, dirigido por comisionados imperiales de acuerdo con las directrices de S. León., cuyos legados lo presidieron. Se depuso a Dióscuro se le exilió en Paflagonia. Eutiques fue también exiliado.

Una carta de S. León (Ep. 134), escrita el 15 de abril de 454, se queja de que Eutiques esté todavía extendiendo su veneno en el exilio y ruega a Marciano que lo traslade a algún lugar distante y solitario. El anciano no parece haber sobrevivido mucho tiempo. Su monasterio en Constantinopla fue puesto bajo la supervisión de Juan de Cos como visitador, cuando aún era representante del papa en Constantinopla.


John Chapman.

Transcrito por Sean Hyland.

Traducido por Pedro Royo.


The Catholic Encyclopedia, Volume V. Published 1909. New York: Robert Appleton Company. Nihil Obstat, May 1, 1909. Remy Lafort, Censor. Imprimatur. +John M. Farley, Archbishop of New York