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Domingo, 24 de noviembre de 2024

Diferencia entre revisiones de «Cistercienses»

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Religiosos de la Orden de Cîteaux, una orden benedictina reformada, establecida en Cîteaux (en latín Cistercium) en 1098 por San Roberto, Abad de Molesme en la Diócesis de Langres, con el propósito de restaurar, tanto como fuera posible, la observancia literal de la Regla de San Benito (de Nurcia). La historia de esta orden puede dividirse en seis períodos:
 
Religiosos de la Orden de Cîteaux, una orden benedictina reformada, establecida en Cîteaux (en latín Cistercium) en 1098 por San Roberto, Abad de Molesme en la Diócesis de Langres, con el propósito de restaurar, tanto como fuera posible, la observancia literal de la Regla de San Benito (de Nurcia). La historia de esta orden puede dividirse en seis períodos:

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Religiosos de la Orden de Cîteaux, una orden benedictina reformada, establecida en Cîteaux (en latín Cistercium) en 1098 por San Roberto, Abad de Molesme en la Diócesis de Langres, con el propósito de restaurar, tanto como fuera posible, la observancia literal de la Regla de San Benito (de Nurcia). La historia de esta orden puede dividirse en seis períodos:


I. La Formación (1098-1134)

II. La Época Dorada (1134-1342)

III. La Decadencia (1342-1790)

IV. La Restauración (después de 1790)

V. Condición de la Orden en 1908

VI. La Familia Cisterciense en el Tercer Milenio (2001)


I. La Formación (1098-1134)

San Roberto, hijo del noble Thierry y Ermengarda de Champaña, fue abad de Molesme, un monasterio dependiente de Cluny. Horrorizado por la laxitud en la que había caído la Orden de Cluny, se esforzó en efectuar reformas en los monasterios de Saint-Pierre-de-la-Celle, Saint-Michel de Tonnerre y finalmente en Molesme. Sus intentos de reforma en estos monasterios tuvieron muy poco éxito y él, junto con seis de sus religiosos, entre quienes estaban Alberic y Esteban, recurrió a Hugh, Legado de la Santa Sede y Arzobispo de Lyons. Autorizado por el Arzobispo Hugh para instituir una reforma, Roberto y sus compañeros volvieron a Molesme y allí escogieron entre los religiosos a quienes consideraron más aptos para participar en su empresa. Un grupo de veintiún religiosos se retiró a la soledad de Cîteaux (en la diócesis de Chalons), que Raynald, Vizconde de Beaune, les había cedido (Véase Cîteaux, Abadía de). En la fiesta de San Benito (21 de Marzo), de 1098, que cayó en Domingo de Ramos en ese año, comenzaron a construir el “Nuevo Monasterio”, como es llamado en el “Exordium sacri Ordinis Cisterciensis”. Este, por tanto, fue la fecha de nacimiento de la Orden de Cîteaux. Por orden del legado apostólico, Roberto recibió el personal pastoral por parte del obispo de la diócesis, Gauthier, y le fue confiado el gobierno de sus hermanos, quienes de inmediato hicieron su voto de estabilidad. Así quedó el “Nuevo Monasterio” erigido canónicamente como abadía.

Con estas noticias, los monjes que permanecieron en Molesme enviaron una diputación al Papa Urbano II, pidiéndole que Roberto pudiera regresar a su primer monasterio. El Papa cedió a esta petición y Roberto volvió a Molesme, luego de haber gobernado Cîteaux durante un año. Allí, el prior Alberic fue electo para sucederlo, y a su vez, envió dos monjes, John e Ilbode, como lega dos ante Pascual II (quien acababa de suceder a Urbano II) para rogarle que tomara la iglesia de Cîteaux bajo la protección de la Sede Apostólica. Mediante Cartas Apostólicas, fechadas en Troja, Campania, el 18 de Abril del 1100, Pascual II declaró que tomaba bajo su protección directa tanto la abadía como a los religiosos de Cîteaux, exentándolos de su alianza a la Iglesia de Chalons. Desde ese día, Alberic y sus religiosos establecieron en Cîteaux la exacta observancia a la Regla de San Benito, reemplazaron con un hábito blanco el hábito negro utilizado por los Benedictinos y para mejor seguir la regla respecto al Oficio Divino día y noche, asociaron con ellos hermanos legos, que se ocuparían de las labores manuales y los asuntos mundanos de la orden. Estos hermanos legos o conversi, aunque no eran monjes, tanto durante su vida como después de muertos, fueron tratados exactamente igual que si lo fueran. San Alberic murió en 1109.

Su sucesor fue Esteban Harding, un inglés de nacimiento, bien versado tanto en la ciencia sagrada como en la ciencia profana, que había sido uno de los primeros promotores del proyecto de dejar Molesme. San Roberto, sus dos inmediatos sucesores y sus compañeros no tenían otro objetivo en la mira sino: reaccionar contra la laxitud de Cluny y los otros monasterios reasumir el trabajo manual, adoptar un régimen más estricto y restablecer las iglesias monásticas y sus ceremonias a la solemnidad y simplicidad propias de la profesión monástica. Nunca pensaron en fundar una nueva orden, y sin embargo de Cîteaux iban a salir, al paso del tiempo, colonias de monjes que deberían fundar otros monasterios destinados a llegar a ser otras Cîteaux, y así crear una orden distinta a la de Cluny.

El ingreso de San Bernardo a la Orden de Cîteaux (1112) fue la señal de su extraordinario desarrollo. Treinta jóvenes nobles de Borgoña lo siguieron, entre ellos cuatro de los hermanos de San Bernardo. Otros vinieron tras ellos y en tal número que al año siguiente (1113) Cîteaux fue capaz de enviar su primera colonia y fundar su primera filiación, La Ferté, en la Diócesis de Chalons. En 1114 fue establecida otra colonia en Pontigny, en la Diócesis de Auxerre. En 1115 el joven Bernardo fundó Clairvaux en la Diócesis de Langres. En el mismo año se fundó Morimond también en Langres. Estas fueron los cuatro primeros vástagos de Cîteaux; pero de dichos monasterios Clairvaux logró el más alto desarrollo, llegando a procrear sesenta y ocho monasterios aun en vida de San Bernardo (Véase Clairvaux).

Después de esto San Esteban Harding terminó la legislación para el nuevo instituto. Cluny había introducido al orden monástico la confederación de miembros. San Esteban agregó la institución de los capítulos generales y las visitas regulares. Así la mutua supervisión, la rendición de cuentas de la administración, el rígido examen de la disciplina, la inmediata corrección de abusos, fueron medios mucho más seguros de mantener la observancia en toda su pureza. La colección de estatutos que redacto San Esteban y que contienen prudentes disposiciones para el gobierno de la orden fueron llamados la Constitución de la Caridad (Le Charte de Charité). Ésta y “Nosotros”, el libro de usos y costumbres, junto con algo de las definiciones de los primeros capítulos generales, recibieron la aprobación del Papa Calixto II. A la muerte de San Esteban (1134), la orden, después de treinta y seis años de existencia, contaba con 70 monasterios, 55 de ellos en Francia.

II. La Edad Dorada (1134-1342)

La difusión de la nueva orden se efectuó principalmente a través de fundaciones. Sin embargo varias congregaciones y monasterios que habían existido antes de la Orden de Cîteaux, llegaron a afiliarse a ella; como las Congregaciones de Savigny y Obazine, que fueron incorporadas a la orden en 1147. San Bernardo y otros cistercienses tomaron un papel muy activo también en el establecimiento de grandes órdenes militares y les proporcionaron sus constituciones y legislación. Entre las diversas órdenes de caballería pueden mencionarse los Templarios, los Caballeros de Calatrava, de San Lázaro, de Alcántara, de Avis, de San Mauricio, del Ala de San Miguel, de Montessa, etc. En 1152 la Orden de Cîteaux contaba ya con 350 abadías, sin contar las granjas y priora tos dependientes de las abadías principales. Entre las causas que contribuyeron a esta prosperidad de la nueva orden, la influencia de San Bernardo evidentemente queda en primer lugar; en segundo viene la perfecta unidad que existía entre los monasterios y los miembros de cada casa, unidad mantenida maravillosamente por la puntual convocatoria de capítulos generales y el fiel desempeño de las visitas regulares. El capítulo general era una asamblea de todos los abades de la orden, aun los que residían más alejados de Cîteaux. Esta asamblea, durante la Edad Dorada, tenía lugar anualmente, conforme a las disposiciones de la Constitución de la Caridad. «Este aerópago cisterciense», dice el autor de “Orígenes Cistercienses”, «con igual severidad y justicia mantenía la vigilancia sobre la observancia de la Regla de San Benito, de la Constitución de la Caridad y de las definiciones de los Capítulos precedentes»

La colección de estatutos publicada por Dom [1] Martene nos informa que no se hacía ninguna distinción de personas. Luego de que se sabía había habido una falta, la misma medida disciplinaria era aplicada a hermanos legos, monjes, abades y a los primeros padres de la orden. Así, como todos estaban firmemente convencidos que sus derechos serían protegidos con igual justicia, la colección de estatutos aprobada por el capítulo general era consultada y respetada en todos los monasterios sin excepción. Todos los asuntos de la orden, tales como diferencias entre abades, compra o venta de propiedades, incorporación de abadías, cuestiones relativas a las leyes, ritos, fiestas, erección de colegios, etc. eran sometidos al capítulo general en donde residía la autoridad suprema de la orden. Otras órdenes tomaron estos capítulos generales como modelos para sus propios capítulos, ya sea espontáneamente como los Premonstratenses, o por decreto del Cuarto Concilio de Letrán, que estableció que las órdenes religiosas debían adoptar la práctica de celebrar capítulos generales y seguir la forma utilizada por la Orden de Cîteaux.

Los capítulos generales fueron celebrados anualmente hasta 1411, cuando llegaron a ser intermitentes. Sus decisiones fueron codificadas. La primera de tales codificaciones fue la de 1133, bajo el título “Instituta Capituli Generalis”. El segundo que lleva el título “Institutiones Capituli Generalis”, fue iniciado en 1203 por el Abad Arnoud I y fue promulgado en 1240. El tercero, “Libelli Antiquarum Definitionum Capituli Generalis Ordinis Cisterciencis”, fue publicado en 1289 y 1316. Finalmente, el capítulo general de 1350 promulgó las “Novellae Definitiones” de conformidad con la Constitución de Benedicto XII, “Fulgens ut stella” del 12 de Julio de 1355. Las visitas regulares también contribuyeron mucho a mantener la unidad y el fervor. Cada abad era visitado una vez al año por el abad de la casa de la cual dependía directamente. Cîteaux era visitado por los cuatro primeros padres, esto es decir, por los abades de La Ferté, de Pontigny, de Clairvaux y de Morimond.

«El Visitador», dicen los antiguos estatutos, «urgirá a los religiosos para que tengan el mayor respeto por su abad, y permanezcan más y más unidos entre sí por los vínculos del mutuo amor en el nombre de Jesucristo.... el Visitador no debería ser alguien que fácilmente creyera a todo mundo indiscriminadamente, sino que debería investigar con cuidado todas aquellas cuestiones de las que no ha tenido conocimiento y, habiendo averiguado la verdad, deberá corregir los abusos con prudencia, uniendo al celo por su Orden los sentimientos de sincero y paternal afecto. Por otro lado, el Superior visitado debería mostrarse sumiso y lleno de confianza en el Visitador, y hacer todo lo que esté a su alcance para reformar su casa, puesto que un día tendrá que rendir cuenta al Señor.... (El abad) evitará, tanto antes de la llegada del Visitador como luego de su partida, cualquier cosa que tenga la apariencia de venganza, reproche o indignación contra cualquiera de ellos» (sc [2] sus súbditos). Si el visitador actuara contra las prescripciones, deberá ser corregido y castigado conforme a la gravedad de su falta por el abad que sea su superior, por otro abad, o incluso, por el capítulo general. Igualmente el abad visitado debería saber que llegaría a ser gravemente culpable ante Dios si ignorara la forma regular de visita y que merecería ser llamado a cuenta por su “Padre Inmediato” o por el capítulo general.

Así todo estaba previsto y dispuesto para el mantenimiento del buen orden y la caridad y para la preservación de la unidad de la observancia y el espíritu. «Nadie entonces debería sorprenderse», dice el autor de “Orígenes Cistercienses”, «de encontrar en las abadías cistercienses, durante su Edad Dorada, tantos santuarios de la oración más ferviente, de la más rigurosa disciplina, así como también de incansable y constante trabajo. Esto explica también por qué, no solo personas de extracción humilde y baja, sino también hombres eminentes, monjes y abades de otras órdenes, doctores en todas las ramas de la ciencia y clérigos honrados con las más altas dignidades, humildemente pedían el favor de ser admitidos a la Orden de Cîteaux». Así, fue durante este período que la orden produjo el mayor número de santos, beatos y santas personas. Muchas abadías tales como Clairvaux, Villiers, Himmerod, Heisterbach, etc., fueron otros tantos viveros de santos. Más de cuarenta han sido canonizados por la Santa Sede. La Orden de Cîteaux constantemente disfrutó del favor de la Santa Sede, que en numerosas Bulas otorgó a los cistercienses los mayores elogios y recompensó con grandes privilegios sus servicios a la Iglesia. Disfrutaron también del favor de soberanos, quienes, teniendo plena confianza en ellos, les confiaron, como Federico II, importantes delegaciones; o como Alfonso I de Portugal, que colocó su persona y sus reinos bajo el cuidado y protección de Nuestra Señora de Clairvaux; o de nuevo, como Federico II, sintiéndose cerca de la muerte, desearon morir vistiendo el hábito cisterciense.

Los cistercienses beneficiaron a la sociedad a través de sus labores agrícolas. De acuerdo al Dr. Janauschceck, «nadie, salvo los ignorantes o los de mala fe, son capaces de negar los merecidos elogios que los hijos de San Benito han recibido por sus trabajos agrícolas a través de toda Europa, o que esa parte del mundo les debe mayor deuda de gratitud que cualquier otra colonia no importa cuán importante sea». También dieron grandes beneficios a la sociedad por el ejercicio de la caridad cristiana. A través de sus trabajos, su economía, sus privaciones y, algunas veces debido a generosas donaciones que sería ingrato despreciar, llegaron a ser más o menos ricos en las cosas de este mundo y expandieron su riqueza a la instrucción del ignorante, la promoción de las letras y el arte y al alivio de las necesidades de sus países. Cesáreo de Heisterbach habla de un monasterio en Westfalia donde un día todo el ganado murió y los cálices y libros fueron dados en garantía para aliviar a los pobres. Las abadías cistercienses tenían una casa para albergar a los pobres y una enfermería para los enfermos, y en ellas todo visitante recibía una generosa hospitalidad y remedios para los males del alma y del cuerpo.

El trabajo intelectual también tuvo lugar en la vida de los cistercienses. Charles de Visch, en su “Bibliotheca Scriptorum Sacri Ordinis Cisterciensis”, publicado en 1649, dedica 773 notas históricas y críticas a los autores que pertenecieron a la Orden Cisterciense. Aun en el período inicial, San Esteban Harding dejó una obra sobre la Biblia que es superior a cualquiera de su clase producida por cualquier monasterio contemporáneo, sin exceptuar Cluny. La Biblioteca de Dijón preserva el venerable manuscrito de San Esteban, que iba a servir como modelo para todas las Biblias cistercienses. Las bibliotecas cistercienses eran ricas en libros y manuscritos. Los hijos de San Bernardo tampoco ignoraron las bellas artes; aplicaron su genio a la construcción, contribuyeron poderosamente al desarrollo y propagación de la arquitectura románica y gótica a través de toda Europa y cultivaron las artes de la pintura y el grabado.

III. La Decadencia (1342-1790)

La decadencia de la orden se debió a varias causas, la primera de las cuales fue el gran número de monasterios, a menudo, situados en los lugares más distantes, lo que evitó que los “Padres Inmediatos” hicieran visitas regulares a todas las casas de sus afiliaciones, en tanto que algunos de los abades no podían asistir cada año al capítulo general. Algunos, viéndose así protegidos de las protestas y los castigos del capítulo general o del visitador, permitieron que los abusos crecieran en sus hogares. Pero la causa principal de la declinación de la orden (que se basaba en la unidad y la caridad) fue el espíritu de disensión que animó a ciertos superiores. Algunos abades, incluso no lejos de Cîteaux, explicaron en un sentido particular, adaptado a su propio punto de vista, ciertos puntos de la Constitución de la Caridad. La solicitud de los Romanos Pontífices que trataron de reestablecer la armonía, no siempre fue exitosa.

Y aun en ese tiempo hubo monjes valerosos y determinados que llegaron a ser reformadores, e incluso fundaron nuevas congregaciones que fueron desprendidas del viejo tronco de Cîteaux. Estas congregaciones que entonces dañaron la unión con Cîteaux, pero que ya no existen actualmente, son:

La Congregación de la Observancia de San Bernardo de España, fundado por Dom Martín de Vargas, en 1425, en Monte Sión cerca de Toledo. La Congregación de San Bernardo de Toscana y Lombardía, aprobada por el Papa Alejandro VI (1497). La Congregación de Portugal, o de Alcobaça, fundada en 1507. La Congregación de los Feuillants, fundada por Jean de la Barriere en 1563, y que se difundió por Francia e Italia; los monasterios de Italia, sin embargo, eventualmente se separaron formando la Congregación de los Reformados de San Bernardo. La Congregación de Aragón, aprobada mediante bula de Paulo V (1616). La Congregación de Roma, o de Italia Central, creada por decreto del Papa Gregorio XV en 1623. La Congregación de Calabria y Lucania, establecida por el Papa Urbano VIII en 1633, y a la cuál se le unió la antigua Congregación de Flore, que tuvo por fundador al Venerable Joachim apodado “el Profeta”. Deberían mencionarse otras dos reformas: la de Orval en Luxemburgo, por Bernard de Montgaillard (1605) y la de Septfons, en la diócesis de Moulin, por Eustache de Beaufort, en 1663. La primera con seis monasterios, y la segunda no se extendió más allá de Septfons.

Junto con las congregaciones que se separaron de Cîteaux hubo otras cinco o seis que, mientras permanecían sujetas a la jurisdicción de la casa paterna, su legislación fue establecida por el provincial o por los capítulos nacionales. Entre estas congregaciones destacan las del Norte de Alemania, la Estricta Observancia y La Trapa. La Congregación del Norte de Alemania se erigió en 1595 por Nicolás II (Boucherat), Abad de Cîteaux, atendiendo el deseo del Papa Clemente VIII, en el monasterio de Furstenfeld. Abarcaba cuatro provincias regidas por abades, vicarios del general. Contaba veintidós abadías, de las cuales sólo tres sobrevivieron a la tempestad revolucionaria y ahora forman parte de la Observancia Común en Cîteaux.

La Congregación de la Estricta Observancia, resultado de los esfuerzos de reforma de los abades de Charmoye y Châtillon, fue establecida en Clairvaux por Denis Largentier, abad de ese monasterio (1614), El abad de Cîteaux, Nicolás Boucherat, aprobó la reforma y le permitió celebrar asambleas especiales y escoger un vicario-general con cuatro generales asistentes. El capítulo general de 1623 lo elogió grandemente, el Cardenal Richelieu llegó a ser su protector y los Papas le dieron aliento. En 1663 recibió a un miembro importante en la persona del Abad de Rancé, quien introdujo la Estricta Observancia en la Abadía de La Trapa en la diócesis de Seez, agregando otras prácticas muy severas.

La Estricta Observancia se desarrolló rápidamente. En muy corto tiempo llegó a contar cincuenta y ocho monasterios. A la muerte de Denis Largentier (1626), Etienne Maugier, quién lo sucedió dio nuevo impulso a la orden. De esa época se pretendió cierta superioridad a la que se creía tener derecho, y fue resuelto que en caso de encontrarse con alguna oposición, se retiraría de la jurisdicción del General de Cîteaux. De aquí que surgieran querellas y litigios que duraron cuarenta años o más. En 1632, a pedido del rey (Luis XIII), el Papa Urbano VIII prolongó los poderes que Gregorio XV había otorgado diez años antes al Cardenal de la Rochefoucauld para la reforma de los monasterios del reino. El cardenal escuchó únicamente a los Padres de la Estricta Observancia, quien lo convencieron que ninguna reforma era posible sin el retorno a la abstinencia de carne. Él por tanto aprobó una sentencia en 1634 que derogaba en muchos puntos las antiguas constituciones y la Constitución de la Caridad, particularmente lo relativo a la jurisdicción del abad de Cîteaux y de los cuatro primeros padres. El Colegio de San Bernardo en París pasó a las manos de la Estricta Observancia. El abad de Cîteaux, Pierre de Nivelle, apeló al Soberano Pontífice. Éste anuló la sentencia del cardenal en cada punto que era contrario a la autoridad legítima. Mientras tanto habiendo renunciado Pierre de Nivelle, los no-reformados, con la esperanza de escapar de la autoridad del Cardenal de la Rochefoucauld, eligieron al Cardenal de Richelieu como abad de Cîteaux. El cardenal aplicó la reforma en su monasterio. Sostenidos por él, los reformados tomaron posesión de Cîteaux después de haber dispersado en los otros monasterios a los religiosos profesos de dicho establecimiento. A la muerte de Richelieu los monjes expulsados se reunieron en Dijón, el 2 de Enero de 1643, y eligieron en su lugar a Dom Claude Vaussin, pero el rey vetó la elección; votaron el 10 de Mayo de 1645 y dieron todos sus votos a Claude Vassin, mientras que los reformados, en número solamente de quince, votaron por Dom Jean Jouaud, abad de Prieres en Bretaña. El 27 de Noviembre siguiente, el Papa Inocente X envió sus Bulas a Dom Claude Vaussin e impuso silencio a los reformados. El 1º de Febrero de 1647, un Breve del mismo Papa reestableció todas las cosas a la condición en que estaban antes de la sentencia del Cardenal de la Rochefoucauld.

La Estricta Obsevancia trató entonces de formar una orden independiente bajo la autoridad del abad de Prieres y con este objetivo en mente presentó nuevas dificultades en relación al asunto de la abstinencia. Un Breve del Papa Alejandro VII, fechado en Noviembre de 1657, confirmando la decisión del Papa Sixto IV, en 1475, en el sentido que la abstinencia de carne no era esencial para la regla, no aquietó sus escrúpulos. Finalmente, el 22 de Enero de 1662, el mismo Papa intervino de una manera decisiva al invitar a ambas partes a presentarse en la Corte de Roma. Los de la Observancia Común enviaron a Claude Vaussin; los de la Estricta Observancia, a Dom George, abad de Val-Richer; la Trapa, al abad de Rancé. El 19 de Abril de 1666 apareció la Bula “In Suprema”, que puso fin a las divisiones. Recomendó que las visitas fueran hechas regularmente y de manera estricta, que los monjes vivieran en los monasterios y que los capítulos generales se celebraran cada tres años. Restableció el silencio nocturno, la pobreza en los vestidos y la tonsura monástica. Mantuvo el uso de la carne donde ya se había obtenido y recomendó que los religiosos que habían hecho voto de abstinencia fueran fieles al mismo. La Estricta Observancia permaneció bajo la jurisdicción del abad de Cîteaux. Esta constitución fue aceptada por el capítulo general de 1667, que fue celebrado en Cîteaux, a pesar de las protestas de los opositores y en particular, del abad de Rancé, y la nueva reforma fue puesta en vigor en todos los monasterios de Francia, donde el número de monjes era suficiente.

Las abadías que no respondieron al llamado de Martín de Vargas, de Denis Largentier o del Abad de Rancé, formaron una observancia que el Papa Alejandro VII, en su Bula del 19 de Abril de 1666, llamó Común, para distinguirla de la Estricta Observancia, de la que en realidad difería únicamente en el uso de carne y artículos alimenticios similares tres veces por semana, un uso ciertamente contrario a la regla de la perpetua abstinencia imperante en los inicios, pero que las guerras religiosas y otros males de los tiempos hicieron necesaria. Deberían mencionarse otras dos reformas: la de Orval en Luxemburgo, por Bernard de Montgaillard (1605) y la de Septfons, en la diócesis de Moulin, por Eustache de Beaufort, en 1663. La primera con seis monasterios, y la segunda no se extendió más allá de Septfons.

Durante el siglo XVIII, sin embargo, se había introducido en la Orden de Cîteaux, como en casi todas las grandes familias religiosas, una perniciosa licencia de pensamiento y de moral. Los nuevos conflictos entre el abad de Cîteaux y los abades de las cuatro primeras casas de filiación surgieron respecto al gobierno de la orden y a su propia jurisdicción. En virtud de las libertades de la Iglesia Galicana, el rey y su consejo nombraron una comisión para restablecer el orden. Se redactó una nueva colección de estatutos, pero no fueron adoptados definitivamente sino hasta 1786. El capítulo general de ese año finalmente acordó y adoptó los nuevos estatutos en la víspera de la Revolución Francesa. Los trastornos políticos y religiosos que entonces y hasta el inicio del siglo XIX afligieron a Francia y Europa casi arruinaron esta venerable orden. Cuando la Convención Nacional, mediante decreto del 13 de Febrero de 1790, secularizó todas las casas religiosas de Francia, la Orden de Cîteaux tenía 228 monasterios con 1875 religiosos; 61 de estas casas, con 532 religiosos estaban en la filiación de Cîteaux; 3 con 33 religiosos, en la de La Ferté; 33 con 171 religiosos en la de Pontigny; 92 con 864 religiosos en la Clairvaux; y 37 con 251 religiosos en la Morimond. El 62avo. y último abad de Cîteaux, Don François Trouvé, habiendo perdido toda esperanza de salvar su monasterio, rogó al Papa Pío VI transfiriera todos sus poderes a Robert Schlecht, abad de Salsmansweiler, de la Congregación del Norte de Alemania, de modo que los restos de la antigua corporación de Cîteaux pudieran aun tener un guía.

De Francia el odio a la religión pasó a los brazos de los usurpadores en Bélgica, Suiza, Italia y otros países, y allí continuó la obra de destrucción. Por un veto imperial del 25 de febrero de 1803 y un decreto del gobierno prusiano del 28 de Abril de 1810, todos los monasterios de Alemania fueron destruidos. Las abadías de Portugal fueron abolidas por una ley del 26 de Mayo de 1834, los de España por las leyes del 25 de Julio y 11 de Octubre de 1835, los de Polonia desaparecieron antes de los decretos de los gobernantes rusos y prusianos.

IV. La Restauración (Después de 1790)

La reforma inaugurada en la Trapa por el abad de Rancé, reviviendo la austeridad y el fervor del primitivo Cîteaux, fue mantenida, casi intacto, contra dificultades de todo tipo, hasta la Revolución Francesa. Había entonces en La Trapa 70 religiosos y un noviciado numeroso y ferviente. Cuando el 4 de Diciembre, un decreto de la Asamblea Nacional suprimió a los Trapenses en Francia, Dom Augustin de Lestrange, entonces maestro de novicios en La Trapa, autorizado por su superior local y por el abad de Clairvaux, se puso en camino rumbo a Suiza con 24 de sus herma-nos. El senado de Friburgo les permitió asentarse en Val-Sainte, el 1º de Junio de 1791. El Papa Pío VI, mediante un Breve del 31 de Julio de 1794, autorizó la elevación de Val-Sainte a abadía. Dom Augustin fue electo abad el 27 de Noviembre siguiente y el 8 de Diciembre del mismo año, un solemne decreto del nuncio de la Santa Sede en Lucerna, ejecutando el Breve de Pío VI, constituyó a Val-Sainte como abadía y casa-madre de la entera Congregación de Trapenses. Allí la Regla de San Benito fue observada con todo su rigor, y a veces su severidad incluso fue sobrepasada. Los novicios se dirigieron en tropel hacia allá. Desde Val-Sainte, Dom Augustin envió colonias a España, Bélgica y Piemonte.

Pero las tropas francesas invadieron Suiza en 1796. Obligado a salir de Val-Sainte, Dom Augustin, con sus religiosos de ambos sexos, comenzaron un vagabundeo de dos años a través de Europa, período durante el cuál dieron al mundo el espectáculo de las virtudes más heroicas. En 1800 Dom Augustin volvió a Francia y dos años más tarde reasumió la posesión de Val-Sainte. En 1803 envió una colonia de sus religiosos a Estados Unidos de América bajo la dirección de Dom Urbain Guillet. En 1811 huyendo de la ira de Napoleón, quien primero favoreció a los Trapenses y luego suprimió todos sus monasterios en Francia y en todo el imperio, Dom Augustin mismo se dirigió a Estados Unidos. En 1815, a la caída de Napoleón, volvió de inmediato a La Trapa, mientras que Dom Urbain Guillet se establecía en Bellefontaine, diócesis de Angers.

Durante esta persecución imperial, tuvo lugar un cisma en la Congregación de La Trapa. La colonia que Dom Augustin había enviado desde Val-Sainte a Bélgica bajo la dirección de Dom Eugene de Laprade, y que se había establecido primero en Westmalle, y luego en Darpheld en Westfalia, había abandonado las Reglas de Val-Sainte para abrazar las de Rancé. La colonia volvió a Francia y ocupó Port-du-Salut en la diócesis de Laval; Westmalle, restaurada en 1821, se retiró de la jurisdicción de Dom Augustin para formar, cinco años más tarde, la Congregación de Bélgica.

Dom Augustin murió el 16 de Julio de 1827, en Lyons. Un Decreto fechado el 1º de Octubre de 1834, confirmado dos días después por el Papa Gregorio XVI, unió las diferentes casas de Trapenses en Francia en una sola congregación conocida como la Congregación de Monjes Cistercienses de Nuestra Señora de La Trapa. El Presidente General de la Orden de Cîteaux es su cabeza y con-firma a sus abades. Los cuatro primeros padres son los abades de Melleray, Port-du-Salut, Belle-fontaine y Gard. La Regla de San Benito y las Constituciones de Cîteaux o las de Rancé, de acuerdo a la costumbre de cada monasterio, serían observadas. Pero con esta diversidad de observancia, la unión no duró mucho. Un decreto pontificio fechado el 25 de Febrero de 1847, y concedido a petición de los religiosos de cada observancia, dividió los monasterios trapenses de Francia en dos congregaciones: la Antigua Reforma de Nuestra Señora de La Trapa, que sigue las Reglas de Rancé, y la Nueva Reforma, que sigue la Primitiva Observancia y es gobernada por la Constitución de la Caridad. Ya en 1836 Westmalle formó una congregación distinta conocida como la Congregación de Bélgica. Había entonces tres congregaciones diferentes de trapenses.

Quedaría para una generación posterior presenciar la más completa reforma efectuada por la fusión de todas las congregaciones en una orden en unidad de gobierno y observancia. El 1º de Octubre de 1892, por deseo del Papa León XIII, un capítulo general plenario se celebró en Roma, bajo la presidencia del Cardenal Camillo Mazzella, delegado por el Cardenal protector Monaco della Valetta. La asamblea duró doce días; se adoptó la fusión; Dom Sebastian Wyart, abad de Septfons, que había tomado la parte más activa en todas las negociaciones para realizar la unión, fue escogido “General de la Orden de los Cistercienses Reformados de Nuestra Señora de La Trapa”. Tal fue el nombre dado a la orden. Un decreto de la Sagrada Congregación de Obispos y Regulares del 8 de Diciembre de 1892 y luego un Breve pontificio del 23 de Marzo de 1893, confirmó y ratificó las Actas del capítulo. El 13 de Agosto de 1894, el Soberano Pontífice aprobó las nuevas constituciones y la Congregación de Obispos y Regulares las promulgó el 25 del mismo mes. En 1898, en el 800avo. aniversario de la fundación de la orden, los hijos de San Bernardo de nuevo tomaron posesión de la antigua Abadía de Cîteaux. Dom Sebastian Wyart fue electo abad, y así se restauró la cadena de abades de Cîteaux que había estado rota durante 107 años. Fue entonces que se decidió suprimir en el título de la orden las palabras “Nuestra Señora de La Trapa”, cediendo la abadía de La Trapa el primer lugar a Cîteaux. Finalmente, el 30 de Julio de 1902, una Constitución Apostólica del Papa León XIII confirmó solemnemente la restauración de la orden y le dio el nombre de “Orden de los Cistercienses Reformados, o de la Estricta Observancia”. Dom Sebastián Wyart murió el 18 de Agosto de 1904. El capítulo general, pospuesto ese año hasta Octubre, escogió como sucesor al Rvdmo.Dom Augustin Marre, abad de Igny y obispo titular de Constanza.

V. Condición de la Orden en 1908

Varias congregaciones modernas deben ser mencionadas que han sido trasplantadas del antiguo tronco de Cîteaux, y que, con algunos antiguos monasterios que escaparon de la persecución al cierre del siglo XVIII y principios del XIX, forman la Observancia Común. Su modo de vida corresponde al de los Cistercienses del siglo XVII, cuya suavización fue aprobada por el Papa Alejandro VII en 1666. Ellos son las Congregaciones de Italia, Bélgica, Austria y Suiza, y la Congregación de Sénanque.

La Congregación de San Bernardo de Italia fue formada en 1820 con los monasterios que quedaron de las Congregaciones de la Provincia Romana y Lombardía, luego de que el Papa Pío VII había sido privado de sus Estados. La congregación adoptó las constituciones de la antigua Congregación de Toscana y Lombardía. La Congregación de Bélgica, formada en 1836, en Bornheim en la diócesis de Michelin, por los religiosos que fueron expulsados en 1797 de Lieu-Saint-Bernard-sur-l’Escaut, observa las constituciones basadas en el Breve del Papa Alejandro VII y el Ritual Cisterciense. Ellos fueron aprobados por la Santa Sede en 1846. La Congregación Cisterciense de Austria y Hungría fue formada en 1859 por los monasterios de Austria que habían escapado de la Revolución y sometidos al Presidente General de la Orden de Cîteaux. La Congregación de Suiza fue formada en 1806 por los tres monasterios de Hauterive, Saint-Urbain y Wettingen, ésta última restos de la Congregación del Norte de Alemania. Estos monasterios habiendo sucumbido en 1841 y 1846, el abad de Wettingen, un expatriado en Suiza, compró en 1854,el monasterio benedictino de Mehrerau en el lago de Bregenz (Constanza), al cuál la Santa Sede transfirió todos los privilegios de Wettingen. A este monasterio fue unido el de Marienstatt in la diócesis de Colonia en Nassau. La Congregación de Sénanque, o de la Media Observancia, debe su origen al cura párroco Lucas Barnouin, quién con algunos asociados en 1849, intentó la vida religiosa en la soledad de Nuestra Señora del Calvario, en la diócesis de Aviñón, dejando ese retiro en 1854, para residir en el monasterio de Sénanque, que había comprado. La nueva congregación que, sin volver a las constituciones primitivas, no adoptó todas las mitigaciones de los siglos posteriores, recibió el nombre de “Congregación de Cistercienses de la Inmaculada Concepción”. Fue incorporada en la Orden de Cîteaux en 1857, y en 1872 se transfirió su sede al antiguo monasterio de Lérins. Las constituciones de esta congregación fueron aprobadas por León XIII el 12 de Marzo de 1892. Cuando el Papa, en 1892, emprendió la tarea de unir en una sola orden las tres Congregaciones de La Trapa, Su Santidad hizo que la Congregación de Obispos y Regulares dirigiera una carta a los Cistercienses de la Observancia Común invitándolos a unirse con sus hermanos de la Observancia Reformada de La Trapa. Pero como el Papa los dejó libres, ellos prefirieron retener sus respectivas autonomías. Desde ese tiempo la Orden de Cîteaux está dividida en dos ramas absolutamente distintas: la de Estricta Observancia y la de Observancia Común. A éstas puede agregarse la pequeña Congregación de Trapenses de Casamari en Italia, que tiene solamente 3 monasterios con cerca de 45 miembros.

La Orden de Cistercienses Reformados tiene (en 1908) 71 monasterios de varones con más de 4000 miembros. En este número de casas se incluyen los anexos que fueron fundados en ciertos lugares para servir como refugios para las comunidades que habían sido expulsadas de Francia. Estos monasterios están distribuidos como sigue: en Francia, 20; en Bélgica, 9; en Italia, 5; en Holanda, 5; en Alemania, 3; en Inglaterra, 3; en Irlanda, 2; en Asia, 4; en África, 2; en América, 10 (4 en Estados Unidos, 5 en Canadá y 1 en Brasil). Los Cistercienses Reformados hacen profesión de la Primitiva Observancia de Cîteaux, con la excepción de unas pocas modificaciones impuestas por la Santa Sede en el momento de la fusión. Su vida es estrictamente cenobítica, esto es, vida en común en su forma más absoluta. Observan silencio perpetuo, excepto en casos de necesidad previstos por su regla, o cuando el permiso expreso es concedido por el superior. Su día está dividido entre el Oficio Divino, labores agrícolas y afines e intervalos libres para lectura y estudio. La autoridad suprema de la orden reside en el capítulo general, el cuál se reúne cada año en Cîteaux, del 12 al 17 de Septiembre y es presidido por el abad general. Cuando el capítulo general no está en sesión, los asuntos corrientes y urgentes son regulados por el abad general ayudado por su “Consejo de Definidores”.

El abad general, quien es por derecho abad de Cîteaux, reside en Roma (Via San Giovanni in Laterano 95), con el procurador general y los cinco definidores de la orden, de quienes hay 2 para países de habla francesa, 1 para países de habla inglesa, 1 para países de habla alemana y 1 para los Flamencos. En la casa del abad general también están los estudiantes que las diferentes casas de la orden envían a Roma para seguir el curso de estudios de la Universidad Gregoriana. La Orden de los Cistercienses Reformados tiene como protector en Roma al Cardenal Rampolla Del Tindaro (1843-1913).

Las cuatro primeras casas, que reemplazan las antiguas abadías de La Ferté, Pontigny, Clairvaux y Morimond, son La Gran Trapa en la diócesis de Séez, Melleray en la diócesis de Nantes, Westmalle en la diócesis de Mechlin y Port-du-Salut en la diócesis de Laval. Los abades de estas cuatro casas cada año visitan la casa-madre de Cîteaux. Las otras casas son visitadas regularmente cada año por los abades de las casas de las que dependen en forma inmediata.

La actual condición (1908) de la Observancia Común es como sigue: La Congregación de Italia tiene cinco monasterios (dos en Roma: en Santa Croce in Gerusalemme y en San Bernardo alle Terme) y cerca de 60 miembros. La Congregación de Bélgica tiene dos monasterios (Bornheim y Val-Dieu), con 63 miembros. La Congregación de Austria, la más poderosa, tiene 12 monasterios, con 599 miembros. La Congregación de Suiza tiene tres monasterios, con 171 miembros. Por último, la Congregación de la Media Observancia de Sénanque, que desde las Leyes de Wal-deck-Rousseau de 1901, perdió Sénanque, Frontfroide y Pont-Colbert, tiene ahora dos casas, con 102 miembros. Los Cistercienses de la Observancia Común en 1900 eligieron como su general a Dom Amadeus de Bie, de la Congregación de Bélgica. Tiene por asistentes a los vicarios-generales de las cinco congregaciones.

La Orden de Cîteaux ha producido un gran número de santos y ha dado dos Papas a la Iglesia, Eugenio III (1145-53), un discípulo de San Bernardo, y Benedicto XII (1334-42). Ha dado también 40 cardenales, cinco de los cuáles fueron tomados de Cîteaux y un considerable número de arzobispos y obispos. Los Cistercienses de todas las observancias no han iluminado menos la Iglesia por sus enseñanza y escritos que la han edificado con la santidad de sus vidas. Entre los grandes maestros pueden citarse: San Bernardo, el Doctor Mellifluous y el último de los Padres de la Iglesia, San Esteban Harding, autor del “Exordium Cisterciensis Coenobii”, de la “Constitución de la Caridad”, etc. Luego siguen Conrado de Eberbach (Exordium Magnum Ordinis cisterciensis), Aelred, abad de Rieval (Sermones); Serlon, abad de Savigny (Sermones); Tomás de Cîteaux (Comentario al Cantar de los Cantares); Caramuel, el Doctor Universal, autor de una Teología Moral mucho muy estimada, a quien San Alfonso Ma. de Ligorio llama “el príncipe de los laxistas”; Cesáreo de Heisterbach (Homilías, “Dialogus Miraculorum”, etc.); Manrique (Anales Cistercienses en vols.folio); Henriques (Menologium Cisterciensis); Charles de Visch (Bibliotheca Scriptorum Sacri Ordinis Cisterciensis); el abad de Rancé (“De la sainteté et des devoirs de vie monastique”, “Eclaircissements sur le même traité”, “Méditations sur la règle de Saint-Benoît”, etc.); Dom Julien Paris (“Nomasticon Cisterciense” en fol.,, París, 1664), Dom Pierre le Nain, sub-prior de La Trapa (“Vie de l’Abbé de La Trappe”), “Essai de l’histoire de Cîteaux”, 9 vols., París, 1690-97); Sartorius (“Cistercium bis-tertium”, Praga, 1700), y otros. En el siglo XIX bastará mencionar entre los grandes y numerosos escritores pertenecientes a ambas Observancias al Dr. Leopold Janauscheck (Originum Cisterciensium tom.I, Viena, 1877 -el autor falleció antes de poder comenzar el segundo volumen), Dom Hugues Séjalon, monje de Aiguebelle (Annales d’Aiguebelle, 2 vols. y una nueva edición del “Nomasticon Cisterciense” de Dom Paris, Solesmes, 1892).

Cistercienses en América

El establecimiento de los cistercienses en Estados Unidos se debe a la iniciativa de Dom Augustin de Lestrange. Él nació en 1754, en el castillo de Combier-le-Vieux, Ardèche, Francia, siendo hijo de Louis-César de Lestrange, un funcionario de la familia de Luis XV, y de Jeanne-Pierrette de Lalor, hija de un noble irlandés que en 1688 había seguido a Jacobo II en su exilio. Dom Augustin era maestro de novicios en La Trapa cuando estalló la Revolución, y tras la supresión de las órdenes religiosas buscó refugio en Val-Sainte en Suiza, con veinticuatro hermanos. Expulsado de Val-Sainte por las tropas francesas, estos religiosos vagaron por toda Europa, yendo incluso a Rusia (Ver arriba, III La Decadencia).

Dom Augustin finalmente resolvió enviar una colonia de Trapenses a Estados Unidos, donde veía la posibilidad de hacer mucho bien. Ya en 1793, viendo a los novicios congregarse en Val-Sainte, había dirigido una parte de sus religiosos hacia Canadá bajo la guía del Padre Jean Baptiste. Pero en Amsterdam esta colonia se vio impedida de iniciar el viaje debido a problemas políticos y se dividió en dos grupos, uno se estableció en Westmalle en Bélgica, en tanto que el otro fue a Inglaterra y se estableció en Lulworth en Dorsetshire, en el mismo lugar donde anteriormente había existido una abadía cisterciense y que había sido destruída por Enrique VIII. Dom Augustin, sin embargo, no había renunciado a la idea de una fundación en Estados Unidos. En 1802 comisionó a Dom Urbain Guillet a llevar a cabo sus propósitos al respecto. Dom Urbain, nacido en Nantes, en 1766, hijo de Ambroise Augustin Guillet, Caballero de Malta, y de Marie-Anne Le Quellec, ingresó a La Trapa en 1785 y fue el último en pronunciar sus votos en ese monasterio antes del estallido de la Revolución. Él reunió veinticuatro religiosos, hermanos legos y miembros de la orden tercera (instituida por Dom Augustin de Lestrange) y se embarcó desde Amsterdam el 24 de Mayo de 1802, a bordo del «Sally», un barco holandés que portaba la bandera estadounidense para evitar los riesgos de la guerra -porque Holanda en ese tiempo era un aliado de Francia y el conflicto entre ésta e Inglaterra era inminente.

El Sally entró al puerto de Baltimore, el 25 de Septiembre, después de un viaje de cuatro meses, habiendo sido obstaculizado por vientos contrarios y haberse salido de ruta para evitar los cruceros ingleses. Dom Urbain y sus compañeros fueron recibidos en el Seminario de St.Mary, que estaba bajo la dirección de los Sulpicianos, para cuyo director, el venerable M.Nagot, entonces de 85 años de edad, los inmigrantes cistercienses llevaban cartas. En ese tiempo el Colegio de St. Mary contaba con varios eminentes profesores, entre los cuales estaba M.Flaget, quien más tarde llegaría a ser obispo de Bardstown y luego de Louisville, y quién, en 1848, recibiría en Kentucky a los religiosos que dejaron Melleray para fundar Gethsemane.

A cincuenta millas de Baltimore, entre los pequeños pueblos de Hanover y Heberston había una plantación conocida como Pigeon Hill, que pertenecía a un amigo de los Sulpicianos. Estando ausente durante varios años, él les había autorizado para disponer de ella como juzgaran más conveniente. Esta grande y hermosa residencia fue bien abastecida de provisiones por la bondad de los Sulpicianos. En los bosques cercanos había todo tipo de frutas silvestres. Los Trapenses se instalaron en Pigeon Hill. Un emigrado francés llamado M.de Morainvilliers, nativo de Amiens y pastor de la iglesia de San Patricio en Baltimore, usó su influencia con los miembros de su parroquia para procurar a la comunidad recién llegada la ayuda requerida para su establecimiento. Pero todo era costoso en el país, y el dinero que el Padre Urbain había destinado para la compra de la tierra ni siquiera bastaba para el sostenimiento de su comunidad. Habían pasado 18 meses desde la llegada de la colonia a Pigeon Hill y la verdadera fundación todavía no había sido iniciada. Dom Urbain no había aceptado ninguna de las tierras que le habían sido ofrecidas. Adicionalmente, la proximidad de Baltimore era una fuente frecuente de deserciones entre los jóvenes de la orden tercera.

A principios de 1805 Dom Urbain oyó hablar de Kentucky. Su clima le fue descrito como más templado y su suelo más fértil. Salió inmediatamente para visitar esa región y encontró allí a un devoto amigo en el único sacerdote católico residente allí, el padre Esteban Badin (Véase). El padre Badin se echó a cuestas la tarea de encontrar un establecimiento adecuado para los Trapenses. Habiendo salido de Pigeon Hill en Julio de 1805, el padre Urbain y sus compañeros llegaron a Louisville a principios de Septiembre. Los habitantes los recibieron con gran amabilidad y proveyeron para sus necesidades básicas. Por el momento ocuparon una plantación de una mujer caritativa les ofreció, a alguna distancia de Louisville, y les dio tiempo para comprar, 96 Km. al sur de Louisville, en la vecindad de Rohan’s Knob, una propiedad llamada Casey Creek o Pontinger’s Creek,

Mientras tanto, un nuevo grupo había sido enviado por Dom Augustin de Lestrange, bajo la dirección del padre Marie Joseph, nativo de Chapell-les-Rennes, en el Jura (n. el 22 de Abril de 1774), quién había sido granadero en el ejército francés. Un día que se le ordenó disparar sobre un sacerdote, se negó a obedecer; dejó el ejército y llegó a ser religioso en Val-Sainte. Su comunidad en ese tiempo estaba formada por siete sacerdotes, diecisiete hermanos legos y veintiún jóvenes de la orden tercera.

Al comienzo de 1809 ya se habían limpiado 24has. en Casey Creek, se había sembrado una gran cantidad de grano y se había plantado numerosos árboles. Cuando el establecimiento permanente estaba a punto de hacerse, un fuego destruyó en pocas horas todos los edificios del nuevo monasterio. Dom Urbain fue afectado profundamente por este infortunio y sólo pensó en mudarse. Un caballero irlandés de nombre Mulamphy a quién había conocido en Baltimore, le ofreció la propiedad de una residencia en Louisiana. Dom Urbain y el padre Marie Joseph salieron para visitar la propiedad. Les gustó y decidieron dejar Kentucky y Casey Creek.

En los “Esbozos de la primeras misiones católicas e Kentucky, 1787-1826”, puede leerse un incuestionable testimonio que da el obispo Spalding del fervor de los religiosos durante todo el tiempo que pasaron en Kentucky. Fieles a la regla de la penitencia, nada disminuyeron de las austeras prácticas de su santo estado. El Rev.Padre Charles Nerinckx, en una carta al obispo Carroll, no escatima sus elogios para los Trapenses, aunque culpa de ciertos detalles de administración que fueron la causa de su fracaso en Casey Creek. En la primavera de 1809 la comunidad salió para Louisiana y estableció su residencia en Florissant, la propiedad del Sr. Mulamphy, unos 48km al oeste de St.Louis, en una colina que se inclina hacia el Missouri. Pero el padre Urbain contempló la compra de otra propiedad en el lado opuesto del Mississippi, que le fue ofrecida por M.Jarrot, exprocurador del seminario de San Sulpicio en Baltimore, y que se había establecido en Cahokia, a casi 10km de St.Louis. En Enero de 1810 Dom Urbain compró en la pradera “Espejo” los dos montículos más altos de los cuarenta que formaban el cementerio de los indios en la vecindad de Cahokia, conocido por el nombre de Indiana Mound.

“Espejo” era un inmenso pedazo de terreno en el condado de St.Claire, Illinois, que se decía, había servido a como cementerio a muchas generaciones de indios. Éstos habían construido allí gigantescos monumentos en forma de pirámide truncada con una base aproximada de 180x200m, una terraza superior de 75x90m y una altura de 25m. [3] Los Trapenses construyeron varias cabañas de troncos en el montículo más pequeño de los dos comprados por Dom Urbain, reservando el otro, más alto, para la abadía que intentarían construir posterior-mente. Pero los nuevos colonos pronto sintieron la influencia del clima insalubre. Varias tribus indígenas que en el pasado habían intentado establecerse allí se habían visto obligadas a renunciar a su empeño. Sólo uno de los religiosos escapó a la fiebre, aunque también, sólo uno murió. Sin embargo, Monks’ Mound (el Montículo de los Monjes), como fue conocido de allí en adelante, presentaba grandes ventajas. La ciudad de St. Louis distaba sólo 10 ú 11 km, alrededor había grandes llanuras con abundancia de bosques y las aguas del Mississippi estaban tan llenas de peces que, para usar la expresión del padre Urbain, “un ciego, sin ayuda, podía ensartar un pez grande con un arpón si lo intentaba”. Las tierras eran fáciles de cultivar y muy fértiles. Los indios que hacían frecuentes incursiones en los alrededores nunca molestaban a los monjes. Dom Urbain recibió del Congreso en Washington una confirmación de sus derechos de propiedad en Marzo de 1810.Él deseaba adquirir también 1619 has. aledañas a Monks’ Mound. El presidente y un cierto número de miembros del Congreso eran favorables a este proyecto, pero la hostilidad de varios miembros influyentes, quienes temían ver a su país poblado bajo la influencia y dirección de religiosos y sacerdotes católicos, provocó que su petición se enviara a revisión hasta la siguiente sesión. Mientras esperaba, Dom Urbain, impresionado por la triste condición de la religión en los alrededores de St.Louis e Illinois, envió a dos de sus religiosos a predicar allí el Evangelio -los padres Marie Joseph y Bernard, éste último un sacerdote canadiense que había traído con el él desde Nueva York hasta Casey Creek. Ellos se establecieron en una parroquia que era la más renombrada por sus escándalos. “Allí”, dice Gaillardin (“Historie de la Trappe”, II, 285), “un marido había vendido a su mujer por una botella de whisky; el comprador a su vez la vendió por un caballo; y finalmente fue vendida por tercera ocasión por una yunta de bueyes”. Pero tan celosamente realizaron su labor estos misioneros mediante la palabra y el ejemplo que poco después la religión estaba floreciente. El padre Bernard, ya avanzado en edad, después de algún tiempo sucumbió a la fatiga. Para ayudar al padre Marie Joseph, Dom Urbain tomó por sí mismo el cuidado del pueblo cristiano que estaba más cercano al monasterio.

En 1812 una terrible plaga asoló la colonia de Monks’ Mound. Esta fiebre que arrasó el país por dos años, atacó la comunidad e hizo imposible para ellos realizar cualquier trabajo. Al mismo tiempo, todas las cosas esenciales eran costosas y no había dinero. Dom Urbain decidió abandonar Monks’ Mound. Vendió todo lo que poseía y transfirió su comunidad a Maryland. Allí encontró a su llegada a otros seis religiosos bajo la dirección del padre Vincent de Paul Merle [4], quién había sido enviado desde Burdeos a Estados Unidos por Dom Augustin de Lestrange, y habiendo desembarcado en Boston el 6 de Agosto de 1811, con dos religiosos, al año siguiente se le habían agregado tres hermanos legos. El padre Vincent de Paul Merle era nativo de Lyons, habiendo nacido en 1769. Dom Urbain encontró al pequeño grupo en la mayor miseria. Mientras esperaba que mejoraran las condiciones, los estableció en una pequeña granja entre Baltimore y Filadelfia, y condujo a sus propios súbditos a una isla cerca de Pittsburgh.

En el ínterin, Dom Augustin de Lestrange, perseguido por la ira de Napoleón, al grado de poner precio a su cabeza, llegó a Nueva York en Diciembre de 1813. Los Jesuitas acaban de abandonar su fundación en esa ciudad y Dom Augustin tomó el edificio que ellos habían utilizado como escuela clásica y que estaba localizada donde se levanta actualmente la Catedral de San Patricio, en la Quinta Avenida. Aquí, con los padres Urbain y Vincent de, inició una pequeña comunidad que reasumió la vida regular y ejerció hacia el exterior una saludable influencia. Cuidaron un gran número de niños, muchos de ellos huérfanos. Los protestantes vieron su ejemplo y se realiza ron algunas conversiones entre ellos. El esfuerzo por establecer una comunidad fue abandonado, sin embargo, luego de la experiencia de dos años. El padre Urbain hizo otro intento de fundar una colonia en una granja que le fue ofrecida por M.Quesnet, Vicario General de Filadelfia.

Monasterio Petit Clairvaux

En 1814 Dom Augustin, tras la abdicación de Napoleón, resolvió volver a Francia y reestablecer allí la Orden de Cîteaux. Autorizó al padre Marie Joseph a permanecer en los Estados Unidos, para continuar la evangelización de los indígenas. Dos grupos salieron en Octubre, uno bajo la dirección de Dom Augustin y el otro bajo la del padre Urbain. Un tercer grupo se hizo a la vela más tarde desde Nueva York hacia Halifax, bajo la guía del padre Vincent de Paul (Mayo 1815). Aquí él fue obligado a esperar quince días por el barco que lo llevaría de regreso a su tierra natal, pero el barco zarpó mientras el padre Vincent de Paul estaba ocupado en un asunto en el pueblo. Se encontró sin amigos, sin dinero y en un país que no conocía en absoluto. Pero el padre Vincent de Paul encontró allí un vasto campo para ejercer su celo. Emprendió la predicación a los indios y, a petición de Monseñor Lartigue, obispo de Montreal, fundó un monasterio en Nueva Escocia. Trabajó ocho años en la conversión de los infieles y luego, para realizar el último proyecto, salió para Bellefontaine en Francia (1823) y el mismo año regresó a Canadá, trayendo consigo cuatro religiosos con quienes fundó, en 1825, el monasterio de Petit Clairvaux, en Gran Tracadie, Nueva Escocia. El padre Vincent de Paul vivió 28 años más, difundiendo las bendiciones del Evangelio en ese país. Murió el 1º de Enero de 1853 en olor de santidad y su causa de beatificación fue presentada en Roma en 1905; sin embargo, por dificultades económicas y los problemas que afligieron Europa la causa quedó interrumpida.

Por muchos años esta fundación luchó por su existencia. Dos fuegos sucesivos destruyeron todo. Desanimados por ello, la pequeña comunidad dejó el país en 1900 y se estableció cerca de Lonsdale, Rhode Island, donde se fundó el monasterio de Nuestra Sra.del Valle (ver más adelante). Desde 1903 la soledad de Petit Clairvaux ha sido repoblada. Treinta religiosos de la abadía de Thymadeuc (Francia), bajo la dirección de Dom Eugene Villeneuve, continuó el trabajo interrumpido, limpiando 405 has de terreno, dos tercios del cuál es boscoso y dos tercios del resto son pastizales y praderas; sólo 6 has. son susceptibles de cultivo. El monasterio está situado a 1.6 km del Ferrocarril Intercolonial. aunque la Regla Cisterciense estaba en vigor allí, fue incorporado en la Orden de Cistercienses Reformados hasta 1869.

Gethsemane y Nuevo Melleray

El año de 1848 vio la erección de otros dos monasterios en el Nuevo Mundo, uno en Nelson County en la diócesis de Louisville, KY, no lejos de la escena de los trabajos y penalidades de los padres Urbain, Marie Joseph y sus compañeros; el otro en la diócesis de Dubuque, IA, 19 Km. al oeste del río Mississippi. Los monasterios son actualmente las abadías de Ntra.Sra.de Gethsemane y Ntra.Sra. del Nuevo Melleray.

La abadía de Gethsemane, en la diócesis de Louisville, fue fundada por la abadía de Melleray en Francia. En 1848 Dom Maxime, abad de ese monasterio, envió a dos de sus religiosos a Estados Unidos para encontrar un lugar adecuado para una fundación. El obispo Flaget de Louisville -el santo de Kentucky como fue llamado- les indicó un establecimiento llamado Gethsemane, perteneciente a las Hermanas de Loreto que dirigían un orfanato. La propiedad, consistente en 566 has de buena tierra, fue comprada y el 20 de Diciembre de 1848, cuarenta religiosos de Melleray tomaron posesión de ella. El 21 de Julio de 1850, el Papa Pío IX elevó Gethsemane a abadía. Dom Eutropius fue escogido como abad en Marzo de 1851 y el 26 de Octubre recibió la bendición abacial de manos de Monseñor Spalding, sucesor de Monseñor Flaget en la diócesis de Louisville. Las 10 o 12 cabañas de troncos que habían servido de vivienda para las Hermanas de Loreto y sus huérfanos habían llegado a ser totalmente inadecuadas para las necesidades de los padres y Dom Eutropius decidió construir el monasterio. Tras once años de duro e incesante trabajo, lo que considerablemente dañó su salud, el celoso superior renunció a su cargo y volvió a Melleray. Desde su lugar de retiro fue llamado para convertirse en el primer superior de Tre Fontane [5] en Roma.

Su sucesor en Gethsemane fue Dom Benedict Berger, bajo cuyo mando fue solemnemente consagrada por el arzobispo Purcell, de Cincinnati, siendo asistido por el obispo de Louisville y Buffalo, la hermosa iglesia abacial de Gethsemane el 15 de Noviembre de 1866. Monseñor Spalding, que había llegado a ser arzobispo de Baltimore, estuvo presente y predicó un sermón, una obra maestra de elocuencia sagrada. Dom Benedict murió el 13 de Agosto de 1890 y fue sucedido por Dom Edward Bourban, quien transformó en colegio universitario la escuelita que las Hermanas de Loreto habían dejado a cargo de la nueva comunidad. El colegio está situado a 400m de la abadía en una pintoresca ubicación y desde entonces ha sido reconocido legalmente por la legislatura de Kentucky. En 1895 Dom Edward, mientras estaba de visita en Francia, renunció a su cargo por su mal estado de salud y fue nombrado capellán de las monjas trapenses de Ntra.Sra. de Les Gardes, en la diócesis de Angers, Francia. El 11 de Octubre de 1898, Dom Edward Obrecht, despensero de la abadía de Tre Fontane cerca de Roma, fue electo abad de Gethsemane, y bendecido por el obispo McCloskey de Louisville el 28 del mismo mes. En 1908 esta comunidad contaba con 75 miembros.

La abadía de Nuevo Melleray, en la diócesis de Dubuque, Iowa, 19 km al oeste del Mississippi, llamada así porque su casa-madre es la abadía de Mount Melleray en Irlanda, que fue fundada por la abadía de Melleray en Francia. En 1848 Dom Bruno Fitzpatrick, abad de Mount Melleray, envió algunos de sus religiosos al estado de Iowa. Monseñor Lorans, obispo de Dubuque, les ofreció 32 has. de tierra en las cercanías de su ciudad episcopal. La piedra angular del monasterio fue puesta el 19 de Julio de 1849. Elevada a la dignidad de abadía en 1862, tuvo como primer abad a Dom Ephrem McDonald. Después de 20 años, él renunció y regresó a Mount Melleray. Lo sucedió como superior el Rev. Alberic Dunlea, quién llegó en Septiembre de 1885 con una importante colonia de Mount Melleray. Él mejoró la condición financiera de la abadía y puso fin a las dificultades que casi la habían arruinado durante la administración anterior. En 1889 un nuevo superior fue electo en la persona del padre Louis Carew. Más tarde él llegó a ser definidor de la orden para los países de habla inglesa, y fue reemplazado por el padre Alberic quién llegó a ser prior titular. En 1897 el monasterio fue restablecido a la dignidad de abadía y Dom Alberic Dunlea fue electo abad. En 1908 la propiedad comprendía 1214 has. con abundancia de excelente agua y la abadía estaba en proceso de reconstrucción.

Abadía de La Trapa, Canadá

La abadía de Ntra.Sra. del Lago de las Dos Montañas (mejor conocida como La Trapa, nombre oficial dado a la oficina de correos establecida allí) está situada en el territorio de Oka, en la diócesis de Montreal, a 48km de esa ciudad y a orillas del Lago de las Dos Montañas, de donde deriva su nombre. El primer pensamiento para la fundación de este monasterio se debió al venerable M. Rousselot, sacerdote de San Sulpicio y pastor de Notre-Dame de Montreal. Nacido en Colet (Maine et Loire, Francia), a pocos kilómetros de la abadía de Bellefontaine, M.Rousselot, en su juventud, había visitado con frecuencia este monasterio. Varias veces durante sus visitas a Francia, había comunicado sus proyectos al abad de Bellefontaine, Dom Jean-Marie Chouteau. La expulsión de los religiosos decretada por el gobierno francés y ejecutado en Bellefontaine el 6 de Noviembre de 1880, decidió al Rev.Padre Jean-Marie de aceptar la proposición de M.Rousselot. El 8 de Abril de 1881, el Rev.Padre Abad, acompañado por uno de sus religiosos, llegó a Montreal, donde fue amablemente recibido por el obispo Fabre. Tras algunas semanas de negociación, el Seminario de San Sulpicio cedió a los Trapenses 405 has. en el señorío del Lago de las Dos Montañas. Al mismo tiempo el gobierno provincial de Quebec prometió impulsar la fundación y venir en su ayuda. A su vuelta a Francia el Rev.Padre Abad envió a Canadá a cuatro de su religiosos, así que la naciente colonia contaba cinco miembros. El padre William fue el superior. Se instalaron por el momento como mejor pudieron en una pequeña casa de madera que pertenecía al Molino de la Bahía, como era llamado, en el territorio de Oka. Esta instalación temporal duró hasta el mes de Septiembre. Los religiosos entonces tomaron posesión de un monasterio que, sin ser una residencia permanente, les brindó espacio suficiente para realizar fielmente las observancias cistercienses y recibir nuevos reclutas. Este primer monasterio fue bendecido el 8 de Septiembre de 1881. Desde entonces ha sido transformado en una escuela de agronomía.

El grano de mostaza prometido llegó a ser un gran árbol. Los novicios se presentaron por propia iniciativa y al mismo tiempo los terrenos, hasta entonces incultos, cubiertos con árboles y arbustos y llenos de piedras, fueron limpiados y arados. Luego se planeó un monasterio permanente. En el otoño de 1889, gracias a un generoso benefactor, M.Devine, se iniciaron los trabajos. En Mayo de 1890, la piedra angular fue colocada y el 28 de Agosto de 1891, Monseñor Fabre bendijo las primeras dos alas que habían sido terminadas. Ese mismo día, por decreto de la Sagrada Congregación de Obispos y Regulares, el priorato de Ntra. Sra. del Lago fue elevado a abadía. El 26 de Marzo la comunidad eligió como abad al Revmo. Padre Anthony Oger, quién el 29 de Junio, recibió la bendición abacial de manos de Monseñor Fabre en la catedral de Montreal. Finalmente, en 1897, mediante la ayuda de un benefactor tan modesto como generoso, M.Rousseau, sacerdote de San Sulpicio, el monasterio y la iglesia abacial fueron terminados y el 7 de Noviembre el arzobispo Bruchesi consagró solemnemente la iglesia. De allí en adelante los monjes podrían dedicar sus vidas totalmente al trabajo y a la oración, sin temer alguna inconveniencia en el cumplimiento de sus ejercicios regulares. Pero el 23 de Julio de 1902 un fuego destruyó el monasterio y la comunidad se vio obligada a refugiarse en la escuela de agronomía. Mientras esperaban los suficientes recursos para reconstruir su monasterio construyeron un refugio temporal de madera y el Jueves Santo de 1903 fueron capaces de dejar la escuela. La ayuda brindada por las diferentes casas de la orden y la tradicional generosidad del pueblo canadiense y de los Estados Unidos, pronto los capacitaron para iniciar la construcción de un nuevo monasterio en el sitio del anterior y el 21 de Agosto de 1906, Monseñor Bruchesi, arzobispo de Montreal, rodeado de arzobispos y obispos, consagró la iglesia abacial.

La abadía de Ntra. Sra. del Lago, conforme a las estadísticas de 1908, tenía 120 residentes, incluyendo los oblatos. Este nombre es dado a los muchachos de 11 a 15 años que eran confiados a los monjes por sus padres para ser criados conforme a la Regla de San Benito, así que más tarde, si los superiores los juzgaban a ser llamados a la vida religiosa, pudieran llegar a ser monjes. La regla es suavizada para ellos en consideración a su tierna edad. Esto es un renacimiento de la escuela monástica de la Edad Media y de los primeros siglos de la vida religiosa. Las principales industrias de Ntra. Sra. del Lago son la fabricación de queso y de un vino medicinal. El monasterio posee también una importante cremería para la elaboración de mantequilla. Pero lo que contribuye más que todo al renombre de La Trapa de Oka es su escuela de agronomía. En esta materia los Cistercienses Reformados (Trapenses) de Ntra. Sra. del Lago siguen las gloriosas tradiciones de sus ancestros. Desde el preciso momento de su establecimiento en el país, su habilidad en sacar beneficios de tierras anteriormente estériles fue advertida por los granjeros de los alrededores. Personas de toda edad y condición solicitaron permiso para trabajar con ellos, de modo de aprender sus métodos. Esto fue el comienzo de la escuela de agronomía que el gobierno pronto reconocería oficialmente, y que, reorganizada desde el incendio del primer monasterio, da instrucción en la ciencia agrícola a 80 o 100 estudiantes anualmente. En 1908, el edificio dedicado a la escuela disponía de una grande y moderna construcción deliciosamente ubicada en un pintoresco lugar y que permite una hermosa vista del Lago de las Dos Montañas. Esta escuela de agronomía está afiliada a la Universidad de Laval.

Monasterio del Lago San Juan

Durante un largo tiempo el Hon.Honoré Mercier, Primer Ministro de la provincia de Quebec, a petición del agente de colonización de la provincia, había estado ansiosamente rogando al abad de Bellefontaine y a Dom Anthony de Ntra. Sra. del Lago, que enviara algunos de sus religiosos a la región de Lago San Juan, recién abierto a la colonización. Él había ofrecido a los Padres Trapenses 2428 has. y una considerable suma de dinero. En el año de 1891 él encomendó al Rev. Th. Greg Rouleau, director de la Escuela Normal de Laval, quién acompañó a Monseñor Begin en su visita ad limina, impulsar esta petición del gobierno al abad de Bellefontaine. Cuando el abad, con la autorización requerida de su orden, llegó a Quebec para resolver el asunto, M. de Boucherville había reemplazado a M. Miercier como primer ministro. M. Pelletier, Secretario de la provincia y el Hon. Louis Beaubien, Ministro de Agricultura, estuvieron extraordinariamente felices de continuar el trabajo del ministro anterior. Ellos favorecieron con todo su poder el establecimiento de los Trapenses en Lago San Juan. Monseñor Labrecque, quién sucedió a Monseñor Begin en la Sede de Chicoutimi, hizo de la fundación el objeto de su personal cuidado y atención. En 1892, Dom Anthony envió una pequeña colonia a Lago San Juan. Así se fundó el próspero y benéfico monasterio de Ntra. Sra. de Mistassini en Lago San Juan en la diócesis de Chicoutimi. En Enero de 1906 fue elevado a priorato y el Rev. Dom Pacomius Gaboury fue electo prior. En 1907 el monasterio contaba con 20 residentes.

Monasterio de Ntra. Sra. de las Praderas, Manitoba

El arzobispo Taché de San Bonifacio largamente había deseado enriquecer su diócesis con una institución de este tipo. Escribió varias veces al abad de Bellefontaine y en la primavera de 1892 el último llegó a un acuerdo con el arzobispo y su colaborador, M.Ritchot, pastor de San Norberto. Los prelados dieron al Rev.Padre abad 607 has. de buena tierra en la parroquia de San Norberto despachó hacia allá una pequeña colonia bajo la dirección del padre Louis de Bourmont. El trabajo de construcción fue realizado con vigor y rapidez, y el 18 de Octubre del mismo año, el arzobispo Taché bendijo el monasterio y lo bautizó como Ntra. Sra. de las Praderas. San Norberto está situado en el banco occidental del Río Rojo, 14.5 Km. al sur de Winnipeg, la gran metrópoli del occidente

Monasterio de Ntra.Sra. del Valle, Lonsdale, Rhode Island, EUA

Este monasterio no es otro que el anterior Petit Clairvaux transferido aquí luego de los desastrosos sucesos que hicieron imposible para esa comunidad continuar su trabajo en Gran Tracadie. En ese entonces Dom John Mary Murphy, atendiendo el deseo del obispo Harkins de Providence de tener alguno religiosos contemplativos en su diócesis, transfirió el monasterio a Lonsdale, RI, en Marzo de 1900,dejando a otros religiosos que venían de Francia su monasterio de Petit Clairvaux. Él comenzó sin tardanza a construir una estructura de madera que serviría como abrigo temporal para los religiosos. Al mismo tiempo, estaba levantando los edificios indispensables para la agricultura. Estos preparativos fueron impulsados con tal energía que para el mes de Julio la comunidad fue capaz de comenzar la limpieza y el cultivo de tierras. Fue una ardua e ingrata tarea; ningún agricultor individual la habría emprendido. Pero lo que era imposible para el esfuerzo individual pronto fue realizado por el trabajo conjunto y el suelo ingrato se convirtió en productivo. El nuevo monasterio, comenzado en Abril de 1902, quedó terminado en Diciembre del mismo año y en Enero de 1903 los religiosos tuvieron la satisfacción de estar instalados en un edificio adecuado a su tipo de vida. Para una granja el abasto de agua es de suma importancia. Los religiosos de Ntra. Sra. del Valle descubrieron un manantial que los provee de agua abundante para todos los propósitos. Además, esta agua, tomando en cuenta sus propiedades minerales, tiene un considerable valor comercial. El área total de la propiedad asciende a 182 has. El éxito que hasta ahora ha acompañado los esfuerzos de los monjes en Lonsdale es un precioso estímulo para todos aquellos ocupados en labores agrícolas en esta rocosa parte de Rhode Island.

El monasterio fue elevado a priorato en 1907 y los religiosos eligieron como prior al Rev. Dom John Mary Murphy. Retiene el rango de antigüedad correspondiente a la fecha de incorporación de Petit Clairvaux en la Orden de Cîteaux (1869).

Monasterio de Ntra. Sra. del Calvario, Rogersville, New Brunswick (Canadá)

Previendo los males que amenazaban sus comunidades a causa de la ley de 1901 (Waldeck-Rous-seau), varios abades de la Orden de Cîteaux en Francia buscaron encontrar refugio en caso de expulsión. Dom Anthony Oger, abad de Ntra. Sra. del Lago, escribió a Monseñor Richard, pastor de Rogersville, NB., quién respondió rápidamente, poniendo a su disposición ciertos molinos y 405 has ya parcialmente cultivadas. En Agosto de 1902, el prior de Bonnecombe, Francia, el Rev. Padre Antoine Piana y la priora Rev.Madre Lutgarde, con otra hermana, llegaron a Montreal y luego a Ntra Sra. del Lago. Dom Anthony Oger dedicó su entera paternal atención a ayudar a sus visitantes a encontrar un lugar adecuado para una fundación. El abad comunicó la propuesta de Monseñor Richard al prior de Bonnecombe, quién, luego de dos visitas a Rogersville decidió aceptarla y el proyecto fue sometido para aprobación del capítulo general. El abad general, Dom Sebastián Wyart, propuso a Dom Emile, abad de Bonnecombe para Canadá bajo la dirección de Dom Antoine Piana. El 5 de Noviembre la pequeña colonia fue solemnemente recibida en Rogersville por el pastor y sus feligreses y tomó posesión del monasterio, al cuál se le dio el nombre de Ntra. Sra. del Calvario y fue canónicamente elevada a priorato el 12 de Julio de 1904.

Monasterio de Ntra. Sra. del Jordán, Oregon

En 1904 los monjes cistercienses de Fontgombault (Indre-et-Loire, Francia), fueron obligados a abandonar su monasterio. Ellos también buscaron refugio en América. Bajo la dirección de su abad, Dom Fortunato Marchand, fueron a Oregon para solicitar un lugar de retiro donde fueran capaces de servir a Dios Todopoderoso y observar su regla. La nueva fundación de Ntra. Sra. del Jordán está situada en el pueblo de Jordán, condado Linn (unos 30 Km. al SE de Salem) a 145 Km de la costa del Pacífico. La propiedad consiste de 162 has., la mitad de las cuales está bajo cultivo o son praderas, 40 has son de bosque y el resto está cubierto de arbustos. Un torrente, tributario del río Santiam, la bordea por el sur. Sobre esta corriente se ha construido un aserradero impulsado a vapor en conexión con el monasterio. Aquí los abetos de Oregon, que alcanzan inmensas alturas, son convertidos en madera para las necesidades de la comunidad y para el comercio. El futuro de esta comunidad cisterciense depende grandemente de esta industria. La tierra, de fertilidad normal, produce cereales, verduras, peras, ciruelas, manzanas, etc. El monasterio de Ntra. Sra. del Jordán fue solemnemente dedicado en 1907, oficiando el arzobispo de Oregon City (19 Km al sur de Portland) en presencia de una gran concurrencia de laicos, entre ellos muchos no-católicos. En la misma ocasión el Sacramento de Confirmación fue administrado por el arzobispo. El Rev. Padre Thomas, abad del monasterio de Mount Angel pronunció el sermón dedicatorio, en el que explicó la naturaleza y objetivo de la vida de los cistercienses o trapenses.

Monasterio de Ntra. Sra. de Maristella

Este monasterio, en Taubaté en la arquidiócesis de São Paulo, Brasil, es la primera y hasta 1908, el único monasterio de la Orden Cisterciense en Sudamérica. Fue fundado en 1904 por la abadía de Septfons en Francia, en una granja o fazenda, al pie de la Serra da Mantiqueira no lejos del ferrocarril entre Río y São Paulo, a 19 Km.de Taubaté y 10 km de Tremembé, un pequeño lugar conectado por tranvía con Taubaté. La propiedad consiste de 1820 has que habían quedado sin cultivo desde la abolición de la esclavitud en 1888 y la construcción en ruinas. La mitad del terreno bordea el Río Paraíba y la otra, compuesta de colinas y valles, forma la base de la cadena de montañas de Mantiqueira. Se cultiva arroz, café, caña de azúcar, maíz, etc. y se cría ganado. El clima es templado, aunque está dentro de los trópicos. La comunidad en 1908 estaba compuesta por 40 miembros y había establecido una escuela para los niños de los alrededores.

VI. La Familia Cisterciense en el Tercer Milenio (2001)

La Orden Cisterciense que desde el siglo XVIII se encontraba extraoficialmente dividida en dos ramas principales; a partir de 1892 vio oficializada dicha división cuando se crearon dos órdenes: donde los Trapenses, o de la Estricta Observancia, representaron más de la mitad de la totalidad de la orden, y los Cistercienses de la Observancia Común, o Cistercienses propiamente dichos. Esta oficialización provocó disgustos en ambas partes porque la EO se sentía con derecho a ser independiente, en tanto que la OC lo veía como una deserción. La división se mantiene hasta hoy aunque la Synaxis (gr.=reunión) llevada a cabo 17-19 de Marzo de 1999 en Cîteaux, donde acudieron prácticamente todas las ramas Cistercienses, habla de un cierto impulso hacia la “unificación en la diversidad”. Las entidades asistentes a dicha reunión fueron las siguientes:

Orden Cisterciense, o de la Observancia Común. Orden Cisterciense de la Estricta Observancia, o Trapenses. Orden Cisterciense de las Bernardinas de Esquermes. Congregación Cisterciense de San Bernardo, en España (conocida como “Las Huelgas”). Hermanas Bernardinas de Oudenaarde. Otros dos grupos de laicos (mujeres) asociados a los cistercienses. En los capítulos generales celebrados en 1996 para ambas ramas principales, se volvió a escuchar la frase acuñada por el Papa León XIII de “familia cisterciense”, pero ahora dicha por el Papa Juan Pablo II. Luego, el 21 de Marzo de 1998, vino la celebración de los 900 años desde la fundación de la Orden Cisterciense. La Synaxis de Marzo de 1999, aunque hecha sin carácter oficial por ninguna de las órdenes o congregaciones participantes, representa un paso hacia una eventual unificación, aunque no se haya establecido periodicidad para futuras reuniones.

En dicha reunión se mencionó que aunque se ha incrementado el número de monasterios, la membresía total ha tendido a reducirse, si bien los Trapenses continúan superando en número a los de la Observancia Común. Aparejado a esto hay una mucha mayor dispersión geográfica, con crecimiento en el total de monjes en Asia, África y América Latina y con tendencia a la disminución en Europa.

En la O.C. el abad general es Dom Mauro Esteva, español, n. en 1933 y abad general desde 1995.

En el caso de la Estricta Observancia, en los últimos 60 años la membresía se ha reducido un 15%, existiendo ahora 2,500 monjes y 1,800 monjas y un total de 169 monasterios, lo que da un promedio de 25 monjes por comunidad, menos de la mitad que el promedio de hace 60 años. Sin embargo, la dispersión geográfica se extienda ahora a 45 países; aunque 4 países (Francia, España, Bélgica y Estados Unidos, en ese orden) concentran el 48% de los monasterios. El actual abad general de la E.O. es Dom Bernardo Olivera, español, n. en 1943 y abad general desde 1990. Recientes desarrollos incluyen países de Europa Oriental (Rep. Checa, Bosnia, Eslovenia), Noruega, Vietnam y China.

Las Bernardinas de Esquermes (cerca de Lille, Francia) cuentan con 135 hermanas en 7 comunidades establecidas en Francia(2), Reino Unidos(2), Bélgica, Japón y Rep. Democrática del Congo(una cada uno); su Priora General es la Madre Josephine Mary. Desde 1936 están afiliadas a la Estricta Observancia.

La Congregación Cisterciense de San Bernardo cuenta con 26 monasterios establecidos en España y Perú (Monasterio de Lurín en Lima) y están dirigidas por la Madre Mª Jesús Fernández Estalayo.

Las Bernardinas de Oudenaarde cuentan con 20 monasterios: Flandes (10), Rwanda (7), Chad (2) y Bourkina-Faso (1), con un total de 204 hermanas.

Entre los acontecimientos del siglo XX en relación a la Orden Cisterciense no puede omitirse la aparición de Thomas Merton (1915-1968), uno de los teólogos más influyentes de dicho siglo, no sólo dentro del Catolicismo sino incluso más allá. T. Merton nació en Prades, Francia, de padre neozelandés y madre estadounidense; estudió brevemente en Cambridge, UK y posteriormente en Columbia University (1939). Durante esos años en EU pasó de ser un agnóstico a un devoto cató-lico y en 1941 ingresó con los Trapenses por su disciplina de silencio y caridad. Por años sirvió de maestro de estudiantes y novicios. Sus obras de poesía, meditaciones y crítica social le dieron celebridad en el ambiente literario estadounidense y su autobiografía (La Montaña de los Siete Círculos, 1948) se convirtió en best-seller y constituye su obra más famosa.

Otro destacado teólogo de la E.O. es Fr.Thomas Keating (n. en NY en 1923), ex-abad del monasterio de San José, en Spencer, MA y ex-presidente del Monastic Interreligious Dialogue.

Bibliografía hasta 1908

Exordes de Cîteaux (Grande Trappe, 1884); D’Arbois de Jubainville, Interieur des abbayes cisterciennes au XII et au les annales d’Aiguebelle (Valence, 1863); Janauscheck, Originum Cisteciensium etc. (Vienna, 1877), I; Gallia Christiana, IV; Hélyot, Dictionnaire des ordres religieux; Ordinis Cisterciensis Jurium etc.(Rome, 1902); Abrege de l’histoire de l’ordre de Cîteaux par un moine de Thymadeuc (St.Brieuc, 1897). Gaillardin, Histoire de La Trappe; Dom Augustin de Lestrange et les trappists pendant la Revolution (Grande Trappe, 1898); Vie du R.P. Urbain Guillet (Montligeon, 1899); Vérite, Cîteaux, La Trappe et Bellefontaine (Paris, 1885); Spalding, Sketches of the Ea-rly Missions of Kentucky, 1781-1826; Maes, The Life of Rev.Charles Nerinckx (Cincinnati, 1880); L’abbaye de Notre-Dame du Lac et l’ordre de Cîteaux au Canada et dans les Etats-Unis (Montreal, 1907); Tessier, Bibliotheca Patrum Cisterciensium (4 vol. 4x, 1660); Alanus De Insulis, Opera Mosalia (4x, 1654); Bona, Opera Omnia (4x, 1677); Caretto, Santosale del S.Ordine Cisterciense (4 vol.4x, 1705); Debreyne, muchos volúmenes sobre teología y medicina; Ughelli, Italia Sacra (10 vol. folio, 1717); Henriquez debería ser citado por tener no sólo el Menologium sino también Phoenix reviviscens (4x, 1626); Regula Constit. et privilegia Ord.Cist. (folio, 1630); Janauscheck, Bibliographia Bernardina.

Bibliografía de la Actualización

Enciclopedia Grolier 1999: Cistercians; Trappists; Thomas Merton. Sitios web:


The Cistercians: An Introductory History, by M.Basil Pennington (www.osb.org/cist/intro.html) A Cistercian Synaxis (www.rc.net/ocso/synaxis_eng.htm) Celebration of 9th Centenary of Cîteaux (www.rc.net/ocso/1998-eng.htm) Orden Cisterciense de la Estrecha Observancia (www.ocso.org/net/faq-spa.htm) The History of the Order (www.monks.org/history.htm) Dra. Deborah Vess, The Cistercians and Trappists [Uno de los sitos más completos y bien escritos con una gran cantidad de vínculos] (www.faculty.de.gcsu.edu/%7Edvess/ids/medieval/cist.html) Familia Cisterciense (http://usuarios.lycos.es/DOLLE/famcist2/famcist.htm) La Utopía de la Familia Cisterciense [Homilía de Dom Bernardo Olivera el 27-Oct-00 en el 3er. centenario de la muerte del Abad de Rancé] (www.ocso.org/utofc-sp.htm) Cîteaux Today and Tomorrow [Concluding Synthesis of the Cistercian Symposium on this theme held at San José do Rio Pardo, Brazil, July 25-30-1999] (www.ocso.org/synci-en.htm) Who is Thomas Keating (www.ferns.ie/centeringprayer.htm)

F.M. GILDAS Transcrito por Larry Trippett En memoria de Fr. Columban, Monasterio de Ntra.Sra. de Guadalupe, Oregon, cuya amabilidad y sabiduría permanecen conmigo. Traducido y actualizado por Eduardo Torres



1. N.Trad. Título utilizado antes de los nombres de monjes benedictinos y cartujos, tanto en órdenes ma-yores como menores.

2. N.Trad. lat. scilicet = es decir, o sea.

3. Depto.de Arqueología de la Southern Illinois University Edwardsville: www.siue.edu/cahokiamounds/ index.htm

4. Vincent de Paul Merle (1769-1853); no confundir con San Vincent de Paul (1580-1660).

5. N.T. “Tres Fuentes”