Diferencia entre revisiones de «Crónica de la Orden de la Merced en América: Los religiosos mercedarios son proféticamente preordinados por la divina providencia predicadores y misioneros de estas Indias»
De Enciclopedia Católica
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Última revisión de 01:54 28 dic 2019
Párrafo IIILos religiosos mercedarios son proféticamente preordenados por la Divina Providencia predicadores y misioneros de estas Indias.
Es inconcuso entre los profesores de las Sagradas Escrituras que sus historias de lo futuro se profetizan con tipos o figuras enigmáticas y sensibles; y así, con alegorías y jeroglíficos se pueden entender los religiosos mercedarios y por las palomas. Porque María Santísima, en su Ascensión del mar de su gracia, es, por su humildad, una nubecilla pequeña que milagrosamente apareció a los israelitas cuando sus campos se hallaban privados de las lluvias y rocíos del Cielo en tiempo del imperio e idolatría de Acab (1); en su descención gloriosa es cándida, máxima y lucida nube para inundar el mundo con los rocíos de la gracia de su precioso Hijo y hace que los mercedarios redentores sean copiosas nubes de la fuente de las celestiales aguas del bautismo en estas tierras que, no por tres años, sino por muchos siglos, carecieron de estas necesarias y saludables lluvias.
Fue María Santísima, simbólicamente y en figura, no una sino multiplicadas nubes que, en divinos rocíos, llovieron en la tierra, inculta y seca por el pecado original, al Redentor del Mundo (2); dándolo a luz en su puerperio para salud universal de la tierra. Pues así, con la debida proporción, sus hijos mercedarios son nubes que, obedeciendo los mandatos del Cielo que los destinó a estas partes, con su predicación engendraron en Cristo a muchos e innumerables de la gentilidad en éstas misiones; y no sólo fueron padres y madres de estos creyentes, sino lo admirable en superlativo grado se hicieron hermanos y fueron madre del mismo Cristo con su predicación o puerperio espiritual, como lo fue María cuando comunicó su purísima carne al Verbo Eterno, porque con el ardor del Espíritu Santo infundían en sus corazones a Cristo y la divina ley que predicaban, engend[rando en sus mentes], con las voces de su predicación y celo, el amor [del Señor; y así le parían]. Valiente decir de San Gregorio Magno [(3)].
María no satisfecha de ser [águila real] que apareció en el Cielo, de [ser] paloma cándida, que en las roturas de la piedra y en la concavidad del pech[o] de su Hijo, al pie de la cruz, mostró su hermoso rostro, como madre, al querido discípulo, en cuyos oídos, y de todo el mundo, sonó la voz de su gloriosa filiación, llamada allí y venida con admirable dignación a la grande obra de corredentora y fundar en el Calvario el real y militar orden de redimir cautivos (4). Pues si María es paloma cuando fundó nuestro sagrado orden, sus hijos mercedarios, necesariamente, han de ser palomas que publiquen al mundo gentilicio de estas Indias la muerte y pasión de Cristo Señor Nuestro, exaltando en sus manos la cruz del Calvario para traerlos a la fe del Evangelio.
Los religiosos mercedarios se profetizan en la hermosa frase de palomas que vinieron en naves por el mar en el principio del descubrimiento de la América, para aportar los primeros en las islas [que] los esperaban (5). Son estas palomas, sin comparación, más ligeras con su nave, que la de Muestheo, referida por Virgilio, al libro quinto de sus Eneidas: que como fue como una paloma repentinamente desprendida de su nido (6). Así pues; pero no así las palomas mercedarias que vinieron en la nave de Colón, súbitamente desprendidas de sus nidos y celdas, se profetizan venidas con ligerísimo curso por el líquido camino de las aguas. Pues también los vio pronosticados en el capítulo cincuenta y ocho de Isaías, traído cerca de los religiosos que habían de edificar muros, cercas y conventos. Y parece que de los religiosos mercedarios, el gran Cornelio interpretó dicho capítulo por las palabras del margen (7). Y auxiliado del apoyo de tan literal y genuina interpretación, yo pregunto: ¿quiénes son los religiosos profesores de la mayor caridad con título de Orden de la Merced o de la Misericordia? Y todos responderán: que son los religiosos mercedarios que profesan la mayor caridad de redimir cautivos; y ésta, principalmente, por librar sus almas del cautiverio del demonio; obra de la mayor y más excesiva misericordia y caridad, como lo asegura el Evangelio de San Juan, en el cual se me permita notar que, apropriado por la Iglesia de nuestro gran patriarca Nolasco, trata allí Cristo de los apóstoles y misioneros que eligió. Y parece que por profesores de la mayor caridad y misericordia son elegidos los mercedarios, como lo fueron los apóstoles, para venir a estas regiones a hacer en ellas abundante fruto, que será permanente. Este oráculo es del mismo Cristo, en el Evangelio de Nuestro Padre, en que también habla con sus hijos por las palabras del margen (8).
El lugar de Isaías, al capítulo diez y ocho, verso primero, que se pone al margen (9), de los más difíciles de este santo profeta, se entiende de la América y del Nuevo Mundo por varios clásicos expositores que refiere el padre Cornelio [(10) Había, pues, determina]do la Divina Providencia enviar, a su tiempo, a estas occidentales [Indias] de la América, misioneros, que viniesen por el mar, como llegados a su miserable tierra, y se llaman ángeles veloces los que habían de predicar a esta gentilidad convulsa o conculcada; esto es pisada, como con grande ingenio interpretan algunos de sus antípodas orientales. Y ningunos más veloces que los religiosos mercedarios, ministros de Dios, que los formó espíritus del fuego abrazador que envió a encender en esta región (11) de tan grande incendio por la vecindad del Sol y estar bajo la Tórrida Zona, que en dictamen de Plinio y de los que le siguieron era inhabitable (12). Esta, pues, velocidad de ángeles que un instante pueden moverse de uno a otro lugar y ser espíritus de fuego por su instituto y caridad, hizo a los misioneros mercedarios que fuesen alegóricamente preordenados los primeros a cumplir el soberano designio de Cristo y abrazar la tierra de la Tórrida Zona con el fuego suave, activo y eficaz de la predicación evangélica (13).
Paleografía: Fernando de Armas Medina
Transcripción: José Gálvez Krüger