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Jueves, 21 de noviembre de 2024

Diferencia entre revisiones de «Hexapla»

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Nombre dado a la edición hecha por Orígenes del Antiguo Testamento en hebreo y griego, la más colosal producción crítica de la antigüedad. Esta obra era urgentemente requerida por la confusión que había en tiempos de Orígenes sobre el verdadero texto de la Escritura. La Iglesia había adoptado para si misma la versión de los Setenta (Septuaginta) que difería de la hebrea no sólo por la adición de varios libros y pasajes sino también por innumerables variaciones del texto, debido en parte al extraordinario proceso de corrupción en las transcripciones de libros antiguos, en parte por temeridad culpable, como lo llamaba Orígenes, de los correctores que se permitían no pocas libertades al hacer “correcciones” , adiciones y supresiones, y en parte por los errores en la traducción , y finalmente en gran parte por el hecho de que el original “Septuaginta” se había hecho desde el texto hebreo, muy diferente del fijado en Jamnia como el estándar de los rabíes judíos, bajo Akiba, el fundador del judaísmo rabínico. Aquila, un convertido al cristianismo, entregó (hacia el 130 d.C.) una traducción muy exacta de este texto, intentando sobre todo que fuera literal. Sin embargo toma prestado libremente de los Septuaginta cuando su texto es consistente con su propia finalidad. Simmaco y Teodocion, hacia final del siglo segundo florecieron como traductores. No sabríamos decir cual es mejor. Simmaco, que era ebionita, según Eusebio y Jerónimo, o un prosélito del samaritanismo según Epifanio, presentó una nueva traducción que era en gran manera más idiomática y elegante que la de Aquila. Jerónimo la siguió ampliamente en su propia obra como traductor del Antiguo Testamento. Ambos, Aquila y Simmaco produjeron dos ediciones a las que se refiere Jerónimo. Teodoción, que era un ebionita o un judío y había sido cristiano, produjo una versión más cercana que otras a la de los Septuaginta. La circulación de estas versiones, cada una de ellas tan insistente en su propia superioridad, que a veces diferían tanto de los Setenta y a veces eran tan cercanas, hizo que fuera imperativa una comparación de todas ellas con los Setenta para conocer el texto verdadero de la Sagrada Escritura.
 
Nombre dado a la edición hecha por Orígenes del Antiguo Testamento en hebreo y griego, la más colosal producción crítica de la antigüedad. Esta obra era urgentemente requerida por la confusión que había en tiempos de Orígenes sobre el verdadero texto de la Escritura. La Iglesia había adoptado para si misma la versión de los Setenta (Septuaginta) que difería de la hebrea no sólo por la adición de varios libros y pasajes sino también por innumerables variaciones del texto, debido en parte al extraordinario proceso de corrupción en las transcripciones de libros antiguos, en parte por temeridad culpable, como lo llamaba Orígenes, de los correctores que se permitían no pocas libertades al hacer “correcciones” , adiciones y supresiones, y en parte por los errores en la traducción , y finalmente en gran parte por el hecho de que el original “Septuaginta” se había hecho desde el texto hebreo, muy diferente del fijado en Jamnia como el estándar de los rabíes judíos, bajo Akiba, el fundador del judaísmo rabínico. Aquila, un convertido al cristianismo, entregó (hacia el 130 d.C.) una traducción muy exacta de este texto, intentando sobre todo que fuera literal. Sin embargo toma prestado libremente de los Septuaginta cuando su texto es consistente con su propia finalidad. Simmaco y Teodocion, hacia final del siglo segundo florecieron como traductores. No sabríamos decir cual es mejor. Simmaco, que era ebionita, según Eusebio y Jerónimo, o un prosélito del samaritanismo según Epifanio, presentó una nueva traducción que era en gran manera más idiomática y elegante que la de Aquila. Jerónimo la siguió ampliamente en su propia obra como traductor del Antiguo Testamento. Ambos, Aquila y Simmaco produjeron dos ediciones a las que se refiere Jerónimo. Teodoción, que era un ebionita o un judío y había sido cristiano, produjo una versión más cercana que otras a la de los Septuaginta. La circulación de estas versiones, cada una de ellas tan insistente en su propia superioridad, que a veces diferían tanto de los Setenta y a veces eran tan cercanas, hizo que fuera imperativa una comparación de todas ellas con los Setenta para conocer el texto verdadero de la Sagrada Escritura.

Revisión de 17:36 22 ene 2007

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Nombre dado a la edición hecha por Orígenes del Antiguo Testamento en hebreo y griego, la más colosal producción crítica de la antigüedad. Esta obra era urgentemente requerida por la confusión que había en tiempos de Orígenes sobre el verdadero texto de la Escritura. La Iglesia había adoptado para si misma la versión de los Setenta (Septuaginta) que difería de la hebrea no sólo por la adición de varios libros y pasajes sino también por innumerables variaciones del texto, debido en parte al extraordinario proceso de corrupción en las transcripciones de libros antiguos, en parte por temeridad culpable, como lo llamaba Orígenes, de los correctores que se permitían no pocas libertades al hacer “correcciones” , adiciones y supresiones, y en parte por los errores en la traducción , y finalmente en gran parte por el hecho de que el original “Septuaginta” se había hecho desde el texto hebreo, muy diferente del fijado en Jamnia como el estándar de los rabíes judíos, bajo Akiba, el fundador del judaísmo rabínico. Aquila, un convertido al cristianismo, entregó (hacia el 130 d.C.) una traducción muy exacta de este texto, intentando sobre todo que fuera literal. Sin embargo toma prestado libremente de los Septuaginta cuando su texto es consistente con su propia finalidad. Simmaco y Teodocion, hacia final del siglo segundo florecieron como traductores. No sabríamos decir cual es mejor. Simmaco, que era ebionita, según Eusebio y Jerónimo, o un prosélito del samaritanismo según Epifanio, presentó una nueva traducción que era en gran manera más idiomática y elegante que la de Aquila. Jerónimo la siguió ampliamente en su propia obra como traductor del Antiguo Testamento. Ambos, Aquila y Simmaco produjeron dos ediciones a las que se refiere Jerónimo. Teodoción, que era un ebionita o un judío y había sido cristiano, produjo una versión más cercana que otras a la de los Septuaginta. La circulación de estas versiones, cada una de ellas tan insistente en su propia superioridad, que a veces diferían tanto de los Setenta y a veces eran tan cercanas, hizo que fuera imperativa una comparación de todas ellas con los Setenta para conocer el texto verdadero de la Sagrada Escritura.

La Hexapla es el concepto de un gran genio, ejecutado con una paciencia ejemplar, es el intento de Orígenes de mostrar las relaciones exactas entre los Septuaginta y estas versiones y especialmente con el texto hebreo. El trabajo en si mismo no ha subsistido, pero su inspiración ha sido bien conocida por los especialistas a través de los primeros escritores cristianos, a través de scholia sobre numerosos manuscritos de la Biblia y por citas encontradas en las obras de ciertos Padres. Entre 1896 y 1900, se descubrieron, afortunadamente, fragmentos de los Salmos del Hexapla, únicos ejemplares de partes del trabajo de Orígenes y permitió hacerse una buena idea de la apariencia general de su obra.

Eusebio de Cesarea, S. Epifanio y S. Jerónimo están de acuerdo en que Orígenes convirtió en una obra una colección de textos y versiones del Antiguo testamente completo, arreglándolas en columnas paralelas según el siguiente orden: primero, el texto hebreo en caracteres hebreos; segundo, el texto hebreo transliterado a caracteres griegos; tercero, la versión de Aquila; cuarto, la de Simmaco: quinto, los Septuaginta; sexto, la versión de Teodoción. Los fragmentos recuperados corroboran este testimonio, aunque carecen de la primera columna. La versión de Aquila se colocó junto al hebreo, probablemente porque era la más literal, Símmaco junto a Aquila porque su versión era en gran parte una revisión de la otra y por la misma razón, la versión de Teodoción venía tras la Septuaginta. Puede haber sido una versión muy fragmentaria, una colección de lecturas variantes que editores posteriores no creyeron dignas de conservarse. Respecto a la Quinta y Sexta, nos dice S. Jerónimo que sus autores eran judíos. Field encuentra restos de la Quinta no sólo en los Salmos, Job, Proverbios y Cantar de los Cantares, sino también en el Pentateuco y en IV Reyes, aunque respecto a IV Reyes, Burkitt ha avanzado buenas razones para considerar a la Quinta como una colección de lecturas variantes, probablemente rechazadas de los Septuaginta. La Sexta se cita para el Éxodo, III Reyes, Salmos, Job, Cantar de los Cantares, Amos y Habacuc.

La presencia de estas dos versiones adicionales de Hexapla ha llevado a la discusión sobre eses término y otros aplicados a la obra de Orígenes. Para algunos la “seis veces” se llamaba así porque contenía seis versiones griegos de ciertos libros, pero la opinión común ha sido que el nombre designa probablemente las seis columnas (dos hebreas y cuatro de las principales versiones griegas que son lo principal de la obra) y se extendió a toda su obra. Los términos Pentapla, Heptapla, Octapla también se aplicaron a la obra de Orígenes, según las columnas que tenía, cinco, siete u ocho. Puesto que las seis o siete columnas eran visibles al abrir la Hexapla, las columnas debieron ser muy estrechas. Los fragmentos muestran que uno o a lo más dos palabras hebreas ocupaban cada línea, con la transliteración en la columna vecina y las varias versiones en las siguientes, todas al mismo nivel.

Este arreglo necesitaba a veces modificar las palabras griegas, aunque no siempre. Un trabajo tan minucioso y liberal debió producir una obra de enorme tamaño. Swete estimaba 3250 hojas ó 6500 páginas, y Nestle considera que 6000 hojas sería muy aproximado. Además de esas columnas de textos y versiones, Orígenes copió en los márgenes otras lecturas que citaba como ‘o ‘Ebrâios, ‘o Eúros, tò Samareitikón de significado poco claro. Field considera que “el hebreo” es el autor hebreo de las versiones griegas, por lo demás desconocidas, de ciertos libros. El “sirio”, el autor de otra versión griega hecha en Siria, mientras que el “samaritano” aporta lectura tomadas no del texto hebreo actual sino del Pentateuco Samaritano (treinta y seis de las cuarenta y tres lecturas están de acuerdo con ese texto) La opinión de Loisy, por no mencionar muchas otras, es que “el hebreo”, denota citas del Targum, y el “sirio”, de Peschito.

El propósito de Orígenes, respecto a los Setenta, fue indicar muy claramente su relación exacta con el texto hebreo e incidentalmente con las otras versiones griegas. Con esto a la vista, adoptó (y colocó sólo en la columna de los Septuaginta) los símbolos usados por Aristarco en su edición de Homero. “Como empleados por Orígenes en la quinta columna de la Hexapla, el “obelisco” se ponía delante de palabras o líneas que faltaban en el hebreo y por consiguiente, desde el punto de vista de Orígenes, de autoridad dudosa, mientras el “asterisco” llamaba la atención sobre palabras o líneas que faltaban en los Setenta pero estaban presentes en el hebreo. Para cerrar el contexto en el que se aplicaba el obelus o asterisco, se aplicaba una nueva marca llamada “metobelus” (Swete). La quinta columna por consiguiente, no contenía sólo el mero texto de los Setenta, sino además una traducción tomada de Teodoción ( ocasionalmente de Aquila) de esas líneas o palabras del hebreo que faltaban en los Septuaginta. En ciertas instancias, donde la traducción de los Setenta difería mucho del significado hebreo, Orígenes insertaba el verdadero sentido (de Teodoción o Aquila) junto al falso. No borraba nada del texto de los Septuaginta. Con estos arreglos y símbolos, cualquier lector, aunque ignorara el hebreo, podía en general decir la exacta relación del texto de los Septuaginta con el hebreo. Los principios que guiaron a Orígenes en su trabajo como crítico textual los explica en parte el mismo Orígenes. Comenzó por asumir la corrección del texto hebreo corriente textus receptus, y consideraba los Setenta como más o menos puro de acuerdo al grado en que se aproxima al hebreo. Con frecuencia cambiaba las letras de los nombres propios para conformarlos con el hebreo. Los símbolos tenían la intención no sólo de indicar una diferencia entre los dos textos, sino también marcar una desviación del hebreo o texto genuino. Estos criterios están desacreditados entre los especialistas actuales que reconocen que los Septuaginta con frecuencia ofrece testimonio básico de un hebreo diferente del textus receptus y más antiguo que él en algunas partes. Más aún, de dos lecturas traducidas del hebreo, una libre y otra literal, la libre es probablemente la del traductor del los Setenta, mientras que la literal es más apta para representar el esfuerzo de los correctores que con frecuencia intentaron poner el texto griego de acuerdo con el hebreo, Los principios críticos de Orígenes no eran buenos entonces, pero su uso de símbolos debía haber advertido a otros para no dejarse arrastras por su trabajo a nuevos errores. Desafortunadamente los símbolos no se reprodujeron en muchas copias que se tomaron de la quinta columna – los Septuaginta junto con las lecturas de Teodoción y Aquila.

Después de completar la Hexapla, orígenes preparó una edición menor o extracto, que consistía en las cuatro versiones principales, Aquila, Simmaco, Los Setenta y Teodoción: esto es la Tetrapla. Se ha mantenido a veces, sin embargo, que la Tetrapla es la obra anterior y que después la amplió a Hexapla, que en algunos casos tiene una lectura mejor, como en Ps. lxxxvi, 5, presenta que Orígenes tiene pequeñas carencias cuando compone la Hexapla, una base muy inestable, creemos, porque la Hexapla no salio de las manos de Orígenes como el libro impreso del autor moderno que se independiza de él, sino que recibió adiciones ocasionales y correcciones con el progreso del su conocimiento.

El lenguaje de Eusebio implica que la Tetrapla fue la obra posterior. Las fechas de las dos obras, sin embargo, no pueden ser fijadas definitivamente. Todo lo que sabemos, dice Field, es que Hexapla o Tetrapla se compusieron antes de la carta de Orígenes a Africanus (c. 240). No parece que se hiciera ninguna copia del Hexapla, por el inmenso trabajo y costos implicados, pero el Psalterio, menos la primera columna, se copió, como prueban los dos fragmentos. Se cita una lectura de Isaías en el Pentapla, que posiblemente (aunque muy dudoso) implica la existencia de una copia similar. Poco después de comenzar el siglo cuarto. Pánfilo el mártir, y Eusebio de Cesarea sacaron una edición de la quinta columna del Hexapla, que contenía los Septuaginta, las inserciones de Teodoción y Aquila y los símbolos, junto con las variantes de los márgenes, en la creencia de que proporcionaban a la Iglesia el texto más puro. Fue precisamente por la reproducción de esta edición por escribas posteriores, sin los signos críticos de Orígenes, por lo que resultó un texto Hexaplar que aumentó la confusión de los manuscritos de los Setenta. Sin embargo, apenas circuló fuera de Palestina. Fue traducido al Siríaco “con los signos de Orígenes escrupulosamente conservados” por Paulo, obispo de Tella, en Mesopotamia, que realizó la obra en Alejandría alrededor de 616-17. Existen varios libros y grandes porciones de este Siriaco-Hexaplar y son la fuente, en gran medida, de nuestro conocimiento de la obra de Orígenes. El texto Hexaplar influyó mucho en las dos primeras traducciones del Psalterio al latín, de S. Jerónimo, el Psalterium Romanum y (particularmente) el Gallicanum.

S. Jerónimo también siguió el texto hexaplar, por el que sentía un gran respeto, como base de sus traducciones de otros libros, que no han subsistido. La misma influencia se nota en las versiones copta (Sahidic), árabe y Armenia. Si el texto original de los Septuaginta se tomo como estándar, es incuestionable que la influencia de Orígenes, tanto en los Septuaginta y sus versiones hijas, también causó que, por la negligencia de los copistas se alejaran de la pureza prístina del texto bíblico, pero para todos aquellos que miran a la Hexapla por razón de sus inserciones y correcciones del textus receptus como más cerca del original hebreo que los Septuaginta, se puede decir que su influencia funcionó, en conjunto, en la difusión de un texto más verdadero. El manuscrito hexaplar se guardó en Cesarea de Palestina donde fue consultado por Eusebio, Epifanio y Jerónimo. Desapareció de allí poco antes de principio del siglo siete. Drusius (Driesch) hizo el primer intento de recoger sus disjecta membra, repartidos sobre manuscritos bíblicos y escritos patrísticos en su obra "In Psalmos Davidis Veterum Interpretum quæ extant Fragmenta", Amberes, 1581 (según Mercati). Peter Morin hizo añadidos a la Biblia griega autorizados por Sixto V, como también en la obra póstuma de Drusius (1622) y en la obra monumental de Montfaucon (1713). La publicación del texto Sirio-hexaplar por Cerani y otros devolvió al mundo gran parte de la obra de Orígenes. Frederick Field en su "Origenis Hexaplorum quæ supersunt… fragmenta" (Oxford, 1875) recogió en una gran obra los resultados de dos siglos de investigación y descubrimientos.

Desde sus días la obra de Pitra "Analecta Sacra", III (Venecia, 1883), la de Klosterman "Analecta zur … Hexapla" (Leipzig, 1895),y la de Dom Morin "Anecdota Maredsolana", III, i, han dado al mundo los descubrimientos nuevos. 

Hay que añadir, para completar la historia de la recuperación de la Hexapla, los fragmentes en palimpsestos de varios salmos descubiertos por Mercati en la Biblioteca Ambrosiana de Milán (1896) y el fragmento palimpsesto del Ps.. xxii descubierto en una genizah de El cairo (1900) que reproduce casi exactamente la forma de la obra de Origenes. Aunque se ha perdido mucho, incluidas la mayor parte de las versiones de Aquila, Simmaco y Teodoción, sin embargo con este paciente trabajo que no se detiene, se han recogido muchos materiales para la reconstrucción del más puro Sagrado texto.( ver MANUSCRITOS DE LA BIBLIA, ORIGENES, LOS SETENTA-SEPTUAGINTA, VERSIONES DE L ABIBLIA GRIEGA )

Bibliografía. De la obras mencionadas arriba, la de FIELD es de lejos la más importante. Ver también TAYLOR en Dict. Christ. Biog., s. v.; SWETE, Introduction to the Old Testament in Greek (Cambridge, 1902); LOISY, Histoire Critique du Texte et des Versions de la Bible (Amiens, 1892); NESTLE in HAST., Dict. of the Bible, s. v. Septuagint; ERMONI in VIG., Dict de la Bible s. v. Hexapla; HOWARTH, The Hexapla and Tetrapla of Origen en Proceedings of the Society of Biblical Archæology (Londres, mayo, 1902); BURKITT, The So-Called Quinta of IV Kings, ibid. (junio, 1902); MERCATI, Un Palimpsesto Ambrosiano dei Salmi Esapli (Turin, 1896), extracto de Accademia Reale delle Scienze di Torino (1895-96); MERCATI, Psalmorum Hexaplorum Reliquiæ a Codice rescripto Ambrosiano (Roma, 1901)–cf. Expository Times (Nov., 1901); DRYER, Notes on the Hebrew Text of the Books of Samuel (Oxford, 1890), pp. 44 ss. Un considerable número de referencias patrísticas o de otros se pueden encontrar en FIELD y SWETE.


JOHN F. FENLON.

Transcrto por WGKofron , Con agradecimiento a Fr. John Hilkert y a la Iglesia de Sta. María, Akron, Ohio .

Traducido por Pedro Royo.