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Viernes, 22 de noviembre de 2024

Diferencia entre revisiones de «Viena, Concilio de»

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Concilio de Vienne (1311-12)
 
Concilio de Vienne (1311-12)
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El papa Clemente V convocó un concilio general con la bula "Regnans in coelis" del 12 agosto de 1308, que debía reunirse el primero de octubre del mismo año en Vienne (Francia), con el propósito de “hacer provisiones respecto a la Orden de los Caballeros Templarios tanto los miembros individuales y sus tierras y para otras cosas de la Fe Católica, la Tierra Santa y la mejora de la iglesia y de las personas eclesiásticas”. La bula se envió a los reyes de sus respectivos reinos cristianos y a los arzobispos de las varias provincias de la iglesia, quienes con dos o tres obispos, designados en bulas individuales, habían de presentarse en persona en el concilio y los obispos que se quedaban en casa habían de transferir sus derechos a los colegas que habían sido llamados personalmente. Los obispos y prelados de todas las clases habían de traer al concilio, por escrito, propuestas para mejorar la vida de la iglesia. Una bula especial del 8 de agosto de 1308, dirigida a la Orden de los Caballeros Templarios para que enviaran defensores apropiados al concilio, ante el cual se había ordenado que se presentase en persona el Gran maestro y otros oficiales principales. El concilio, sin embargo, no pudo inaugurarse la fecha prevista, por los juicios a los Templarios que se estaban celebrando en los distintos países y el proceso de Bonifacio VIII cuyo juicio había iniciado Clemente V por apelación del rey de Francia Felipe el Hermoso. La bula “alma Mater” del 4 de abril de 1310 posponía la apertura del concilio hasta el 1 de octubre de 1311, porque las investigaciones sobre los Templarios no habían terminado. En septiembre, el papa fue a Vienne con los cardenales y el día  16 se celebró la primera sesión formal en la catedral. Este era el Decimoquinto Concilio Ecuménico. En el discurso inaugural el papa señaló de nuevo los tres puntos del propósito principal: la cuestión de los Templarios, la ayuda que debía darse a Tierra Santa y la reforma del orden y la moral clericales.
 
El papa Clemente V convocó un concilio general con la bula "Regnans in coelis" del 12 agosto de 1308, que debía reunirse el primero de octubre del mismo año en Vienne (Francia), con el propósito de “hacer provisiones respecto a la Orden de los Caballeros Templarios tanto los miembros individuales y sus tierras y para otras cosas de la Fe Católica, la Tierra Santa y la mejora de la iglesia y de las personas eclesiásticas”. La bula se envió a los reyes de sus respectivos reinos cristianos y a los arzobispos de las varias provincias de la iglesia, quienes con dos o tres obispos, designados en bulas individuales, habían de presentarse en persona en el concilio y los obispos que se quedaban en casa habían de transferir sus derechos a los colegas que habían sido llamados personalmente. Los obispos y prelados de todas las clases habían de traer al concilio, por escrito, propuestas para mejorar la vida de la iglesia. Una bula especial del 8 de agosto de 1308, dirigida a la Orden de los Caballeros Templarios para que enviaran defensores apropiados al concilio, ante el cual se había ordenado que se presentase en persona el Gran maestro y otros oficiales principales. El concilio, sin embargo, no pudo inaugurarse la fecha prevista, por los juicios a los Templarios que se estaban celebrando en los distintos países y el proceso de Bonifacio VIII cuyo juicio había iniciado Clemente V por apelación del rey de Francia Felipe el Hermoso. La bula “alma Mater” del 4 de abril de 1310 posponía la apertura del concilio hasta el 1 de octubre de 1311, porque las investigaciones sobre los Templarios no habían terminado. En septiembre, el papa fue a Vienne con los cardenales y el día  16 se celebró la primera sesión formal en la catedral. Este era el Decimoquinto Concilio Ecuménico. En el discurso inaugural el papa señaló de nuevo los tres puntos del propósito principal: la cuestión de los Templarios, la ayuda que debía darse a Tierra Santa y la reforma del orden y la moral clericales.
 
Las Actas del concilio han desaparecido con la excepción de un fragmento que el P. Ehrle S.J. encontró en un manuscrito en la Biblioteca Nacional de París (ver abajo). Consecuentemente no hay certeza positiva respecto al desarrollo del concilio. El número de participantes difiere entre las distintas autoridades. Villani ("Chron.", IX, XXII, ed. Muratori, "Script", XIII, 454) enumera 300 obispos mientras otros cuyo testimonio es más probable dice 114 obispos, a los que habría que añadir un cierto número de abades y sustitutos. Lo que mejor se conoce es el procedimiento contra los Templarios. Se nombró una comisión para examinar los documentos oficiales de la orden, comisión en la que estaban representados varios tipos de representantes y países que asistían al concilio. Con los miembros de esta comisión se formó un comité más pequeño de arzobispos y obispos presididos pro el arzobispo de Aquileia, que debían examinar exhaustivamente los documentos oficiales y sus resúmenes. El papa y los cardenales negociaban con esta comisión con respecto al asunto. La mayoría de los cardenales y casi todos los miembros de la comisión eran de la opinión de que la Orden de los Templarios debía tener el derecho de defenderse y que ninguna prueba aducida hasta entonces era suficiente para condenarlos por herejía de las que habían sido acusados, sin forzar la ley. A principios de diciembre de 1311, los cardenales y la comisión habían votado sobre esto. El papa estaba en una posición difícil, por la insistencia del poderoso rey de Francia. En febrero de 1312 en mismo rey se presentó con gran pompa, ante las puertas de la ciudad de Vienne y en una carta de 2 de marzo dirigida al papa, demandó vehementemente la supresión  de los Templarios. Clemente decidió el expediente de suprimirlos no por el método legal de jure, sino por el modo de provisión o de ordenamiento apostólico (per modum provisionis seu ordinationis apostolicae). El papa anunció esta decisión en una asamblea de los cardenales, el 22 de marzo de 1312. El 3 de abril, se celebró la segunda sesión formal del concilio. Estaban presentes el rey de Francia y sus tres hijos y la decisión respecto a la supresión de los Templarios fue promulgada. La bula de supresión "Vox clamantis" está fechada en 22 de marzo de 1312. El papa había retenido para sí la decisión de la supresión respecto a las personas y a las tierras. Dos bulas más se emitieron el 2 y el 6 de mayo. Aparentemente en esta segunda sesión se declaró que Bonifacio VIII había sido un papa legal y se le absolvió de las acusaciones que pesaban contra él. Sin embargo también se renovó un decreto anterior de Clemente V por el que el Rey de Francia era absuelto de toda responsabilidad por lo que había hecho contra Bonifacio VIII y la Iglesia.
 
Las Actas del concilio han desaparecido con la excepción de un fragmento que el P. Ehrle S.J. encontró en un manuscrito en la Biblioteca Nacional de París (ver abajo). Consecuentemente no hay certeza positiva respecto al desarrollo del concilio. El número de participantes difiere entre las distintas autoridades. Villani ("Chron.", IX, XXII, ed. Muratori, "Script", XIII, 454) enumera 300 obispos mientras otros cuyo testimonio es más probable dice 114 obispos, a los que habría que añadir un cierto número de abades y sustitutos. Lo que mejor se conoce es el procedimiento contra los Templarios. Se nombró una comisión para examinar los documentos oficiales de la orden, comisión en la que estaban representados varios tipos de representantes y países que asistían al concilio. Con los miembros de esta comisión se formó un comité más pequeño de arzobispos y obispos presididos pro el arzobispo de Aquileia, que debían examinar exhaustivamente los documentos oficiales y sus resúmenes. El papa y los cardenales negociaban con esta comisión con respecto al asunto. La mayoría de los cardenales y casi todos los miembros de la comisión eran de la opinión de que la Orden de los Templarios debía tener el derecho de defenderse y que ninguna prueba aducida hasta entonces era suficiente para condenarlos por herejía de las que habían sido acusados, sin forzar la ley. A principios de diciembre de 1311, los cardenales y la comisión habían votado sobre esto. El papa estaba en una posición difícil, por la insistencia del poderoso rey de Francia. En febrero de 1312 en mismo rey se presentó con gran pompa, ante las puertas de la ciudad de Vienne y en una carta de 2 de marzo dirigida al papa, demandó vehementemente la supresión  de los Templarios. Clemente decidió el expediente de suprimirlos no por el método legal de jure, sino por el modo de provisión o de ordenamiento apostólico (per modum provisionis seu ordinationis apostolicae). El papa anunció esta decisión en una asamblea de los cardenales, el 22 de marzo de 1312. El 3 de abril, se celebró la segunda sesión formal del concilio. Estaban presentes el rey de Francia y sus tres hijos y la decisión respecto a la supresión de los Templarios fue promulgada. La bula de supresión "Vox clamantis" está fechada en 22 de marzo de 1312. El papa había retenido para sí la decisión de la supresión respecto a las personas y a las tierras. Dos bulas más se emitieron el 2 y el 6 de mayo. Aparentemente en esta segunda sesión se declaró que Bonifacio VIII había sido un papa legal y se le absolvió de las acusaciones que pesaban contra él. Sin embargo también se renovó un decreto anterior de Clemente V por el que el Rey de Francia era absuelto de toda responsabilidad por lo que había hecho contra Bonifacio VIII y la Iglesia.
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El sínodo retomó la cuestión de Tierra Santa. En la tercera sesión formal del 6 de mayo, se leyó en voz alta una carta del rey de Francia en la que se comprometía a tomar la cruz junto con sus hijos y un gran número de nobles y comenzar una Cruzada dentro de seis años. Si moría antes, su hijo mayor se encargaría de la expedición. Ante esto, se decidió dejar un diezmo de la iglesia para este propósito que había de colectarse por toda la cristiandad para la Tierra Santa. Respecto a este impuesto, cf. Kirsch, "Die papstlichen Kollektorien in Deutschland" (Paderborn, 1894), 18. En Francia los beneficios de este diezmo de seis años fueron entregados al rey que usó el dinero para la guerra contra Flandes. La Cruzada nunca tuvo lugar  aunque tanto el rey de Inglaterra como el de Navarra habían acordado en el mismo concilio sumarse a ella.
 
El sínodo retomó la cuestión de Tierra Santa. En la tercera sesión formal del 6 de mayo, se leyó en voz alta una carta del rey de Francia en la que se comprometía a tomar la cruz junto con sus hijos y un gran número de nobles y comenzar una Cruzada dentro de seis años. Si moría antes, su hijo mayor se encargaría de la expedición. Ante esto, se decidió dejar un diezmo de la iglesia para este propósito que había de colectarse por toda la cristiandad para la Tierra Santa. Respecto a este impuesto, cf. Kirsch, "Die papstlichen Kollektorien in Deutschland" (Paderborn, 1894), 18. En Francia los beneficios de este diezmo de seis años fueron entregados al rey que usó el dinero para la guerra contra Flandes. La Cruzada nunca tuvo lugar  aunque tanto el rey de Inglaterra como el de Navarra habían acordado en el mismo concilio sumarse a ella.
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Como ya se ha dicho, se había indicado a los obispos que trajeran sugerencias escritas para la reforma de la iglesia y el papa había renovado esta petición en la apertura del concilio. Solo tres de las proposiciones enviadas nos son conocidas: el tratado de Guillermo Durandus, obispo de Mende, sobre la celebración del concilio ("De modo celebrandi generalis concilii"), la del obispo de Angers, Major [in "Collection des documents inedits sur l'hist. de France. Melanges historiques"; II (1877), 471 sqq.], y la de Santiago Deuze, después papa Juan XXII  [publicada por Verlaque, "Jean XXII" (Paris, 1883), 522 sqq.]. Este material fue dividido en dos partes para la discusión en el concilio: mejora de la moral y protección de la independencia de la Iglesia. Las continuas quejas, opiniones y sugerencias que fueron entregadas por los prelados así como por nobles seglares fueron arregladas y tratada sistemáticamente. No se sabe aún que decretos resultaron y se publicaron sobre estas cuestiones en el mismo concilio en la tercera y última sesión. Lo único cierto es que un cierto número de decretos fueron proclamados. Se editaron más tarde, el 25 de octubre de 1317, junto con otros decretos de Clemente V que la muerte le había impedido promulgar, por Juan XXII, que los incorporó a la colección de leyes de la Iglesia, la Clementinas "Corpus Juris Canonici". Los decretos que pasaron en el concilio y que se encuentran en esta colección se refieren a las disputas sobre los Franciscanos Espirituales (condenación de las tres proposiciones atribuidas a Petrus Johannes Oliva), la disputa sobre la pobreza entre los Menores, los mendicantes, la visitación de los conventos por los obispos, las beguinas, la observancia de las horas eclesiásticas, administración de las fundaciones religiosas, asuntos relacionados con los beneficios, fundaciones de profesorado de lenguas orientales en la Curia y en las cuatro universidades principales, el manejo de la Inquisición  y varias ordenanzas sobre el clero. El concilio cerró con la tercera sesión formal el 6 de mayo de 1312.
 
Como ya se ha dicho, se había indicado a los obispos que trajeran sugerencias escritas para la reforma de la iglesia y el papa había renovado esta petición en la apertura del concilio. Solo tres de las proposiciones enviadas nos son conocidas: el tratado de Guillermo Durandus, obispo de Mende, sobre la celebración del concilio ("De modo celebrandi generalis concilii"), la del obispo de Angers, Major [in "Collection des documents inedits sur l'hist. de France. Melanges historiques"; II (1877), 471 sqq.], y la de Santiago Deuze, después papa Juan XXII  [publicada por Verlaque, "Jean XXII" (Paris, 1883), 522 sqq.]. Este material fue dividido en dos partes para la discusión en el concilio: mejora de la moral y protección de la independencia de la Iglesia. Las continuas quejas, opiniones y sugerencias que fueron entregadas por los prelados así como por nobles seglares fueron arregladas y tratada sistemáticamente. No se sabe aún que decretos resultaron y se publicaron sobre estas cuestiones en el mismo concilio en la tercera y última sesión. Lo único cierto es que un cierto número de decretos fueron proclamados. Se editaron más tarde, el 25 de octubre de 1317, junto con otros decretos de Clemente V que la muerte le había impedido promulgar, por Juan XXII, que los incorporó a la colección de leyes de la Iglesia, la Clementinas "Corpus Juris Canonici". Los decretos que pasaron en el concilio y que se encuentran en esta colección se refieren a las disputas sobre los Franciscanos Espirituales (condenación de las tres proposiciones atribuidas a Petrus Johannes Oliva), la disputa sobre la pobreza entre los Menores, los mendicantes, la visitación de los conventos por los obispos, las beguinas, la observancia de las horas eclesiásticas, administración de las fundaciones religiosas, asuntos relacionados con los beneficios, fundaciones de profesorado de lenguas orientales en la Curia y en las cuatro universidades principales, el manejo de la Inquisición  y varias ordenanzas sobre el clero. El concilio cerró con la tercera sesión formal el 6 de mayo de 1312.
  
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Traducido por Pedro Royo.
 
Traducido por Pedro Royo.
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[[Categoria:Concilios]]

Revisión de 20:39 4 dic 2008

Concilio de Vienne (1311-12)

El papa Clemente V convocó un concilio general con la bula "Regnans in coelis" del 12 agosto de 1308, que debía reunirse el primero de octubre del mismo año en Vienne (Francia), con el propósito de “hacer provisiones respecto a la Orden de los Caballeros Templarios tanto los miembros individuales y sus tierras y para otras cosas de la Fe Católica, la Tierra Santa y la mejora de la iglesia y de las personas eclesiásticas”. La bula se envió a los reyes de sus respectivos reinos cristianos y a los arzobispos de las varias provincias de la iglesia, quienes con dos o tres obispos, designados en bulas individuales, habían de presentarse en persona en el concilio y los obispos que se quedaban en casa habían de transferir sus derechos a los colegas que habían sido llamados personalmente. Los obispos y prelados de todas las clases habían de traer al concilio, por escrito, propuestas para mejorar la vida de la iglesia. Una bula especial del 8 de agosto de 1308, dirigida a la Orden de los Caballeros Templarios para que enviaran defensores apropiados al concilio, ante el cual se había ordenado que se presentase en persona el Gran maestro y otros oficiales principales. El concilio, sin embargo, no pudo inaugurarse la fecha prevista, por los juicios a los Templarios que se estaban celebrando en los distintos países y el proceso de Bonifacio VIII cuyo juicio había iniciado Clemente V por apelación del rey de Francia Felipe el Hermoso. La bula “alma Mater” del 4 de abril de 1310 posponía la apertura del concilio hasta el 1 de octubre de 1311, porque las investigaciones sobre los Templarios no habían terminado. En septiembre, el papa fue a Vienne con los cardenales y el día 16 se celebró la primera sesión formal en la catedral. Este era el Decimoquinto Concilio Ecuménico. En el discurso inaugural el papa señaló de nuevo los tres puntos del propósito principal: la cuestión de los Templarios, la ayuda que debía darse a Tierra Santa y la reforma del orden y la moral clericales. Las Actas del concilio han desaparecido con la excepción de un fragmento que el P. Ehrle S.J. encontró en un manuscrito en la Biblioteca Nacional de París (ver abajo). Consecuentemente no hay certeza positiva respecto al desarrollo del concilio. El número de participantes difiere entre las distintas autoridades. Villani ("Chron.", IX, XXII, ed. Muratori, "Script", XIII, 454) enumera 300 obispos mientras otros cuyo testimonio es más probable dice 114 obispos, a los que habría que añadir un cierto número de abades y sustitutos. Lo que mejor se conoce es el procedimiento contra los Templarios. Se nombró una comisión para examinar los documentos oficiales de la orden, comisión en la que estaban representados varios tipos de representantes y países que asistían al concilio. Con los miembros de esta comisión se formó un comité más pequeño de arzobispos y obispos presididos pro el arzobispo de Aquileia, que debían examinar exhaustivamente los documentos oficiales y sus resúmenes. El papa y los cardenales negociaban con esta comisión con respecto al asunto. La mayoría de los cardenales y casi todos los miembros de la comisión eran de la opinión de que la Orden de los Templarios debía tener el derecho de defenderse y que ninguna prueba aducida hasta entonces era suficiente para condenarlos por herejía de las que habían sido acusados, sin forzar la ley. A principios de diciembre de 1311, los cardenales y la comisión habían votado sobre esto. El papa estaba en una posición difícil, por la insistencia del poderoso rey de Francia. En febrero de 1312 en mismo rey se presentó con gran pompa, ante las puertas de la ciudad de Vienne y en una carta de 2 de marzo dirigida al papa, demandó vehementemente la supresión de los Templarios. Clemente decidió el expediente de suprimirlos no por el método legal de jure, sino por el modo de provisión o de ordenamiento apostólico (per modum provisionis seu ordinationis apostolicae). El papa anunció esta decisión en una asamblea de los cardenales, el 22 de marzo de 1312. El 3 de abril, se celebró la segunda sesión formal del concilio. Estaban presentes el rey de Francia y sus tres hijos y la decisión respecto a la supresión de los Templarios fue promulgada. La bula de supresión "Vox clamantis" está fechada en 22 de marzo de 1312. El papa había retenido para sí la decisión de la supresión respecto a las personas y a las tierras. Dos bulas más se emitieron el 2 y el 6 de mayo. Aparentemente en esta segunda sesión se declaró que Bonifacio VIII había sido un papa legal y se le absolvió de las acusaciones que pesaban contra él. Sin embargo también se renovó un decreto anterior de Clemente V por el que el Rey de Francia era absuelto de toda responsabilidad por lo que había hecho contra Bonifacio VIII y la Iglesia.

El sínodo retomó la cuestión de Tierra Santa. En la tercera sesión formal del 6 de mayo, se leyó en voz alta una carta del rey de Francia en la que se comprometía a tomar la cruz junto con sus hijos y un gran número de nobles y comenzar una Cruzada dentro de seis años. Si moría antes, su hijo mayor se encargaría de la expedición. Ante esto, se decidió dejar un diezmo de la iglesia para este propósito que había de colectarse por toda la cristiandad para la Tierra Santa. Respecto a este impuesto, cf. Kirsch, "Die papstlichen Kollektorien in Deutschland" (Paderborn, 1894), 18. En Francia los beneficios de este diezmo de seis años fueron entregados al rey que usó el dinero para la guerra contra Flandes. La Cruzada nunca tuvo lugar aunque tanto el rey de Inglaterra como el de Navarra habían acordado en el mismo concilio sumarse a ella.

Como ya se ha dicho, se había indicado a los obispos que trajeran sugerencias escritas para la reforma de la iglesia y el papa había renovado esta petición en la apertura del concilio. Solo tres de las proposiciones enviadas nos son conocidas: el tratado de Guillermo Durandus, obispo de Mende, sobre la celebración del concilio ("De modo celebrandi generalis concilii"), la del obispo de Angers, Major [in "Collection des documents inedits sur l'hist. de France. Melanges historiques"; II (1877), 471 sqq.], y la de Santiago Deuze, después papa Juan XXII [publicada por Verlaque, "Jean XXII" (Paris, 1883), 522 sqq.]. Este material fue dividido en dos partes para la discusión en el concilio: mejora de la moral y protección de la independencia de la Iglesia. Las continuas quejas, opiniones y sugerencias que fueron entregadas por los prelados así como por nobles seglares fueron arregladas y tratada sistemáticamente. No se sabe aún que decretos resultaron y se publicaron sobre estas cuestiones en el mismo concilio en la tercera y última sesión. Lo único cierto es que un cierto número de decretos fueron proclamados. Se editaron más tarde, el 25 de octubre de 1317, junto con otros decretos de Clemente V que la muerte le había impedido promulgar, por Juan XXII, que los incorporó a la colección de leyes de la Iglesia, la Clementinas "Corpus Juris Canonici". Los decretos que pasaron en el concilio y que se encuentran en esta colección se refieren a las disputas sobre los Franciscanos Espirituales (condenación de las tres proposiciones atribuidas a Petrus Johannes Oliva), la disputa sobre la pobreza entre los Menores, los mendicantes, la visitación de los conventos por los obispos, las beguinas, la observancia de las horas eclesiásticas, administración de las fundaciones religiosas, asuntos relacionados con los beneficios, fundaciones de profesorado de lenguas orientales en la Curia y en las cuatro universidades principales, el manejo de la Inquisición y varias ordenanzas sobre el clero. El concilio cerró con la tercera sesión formal el 6 de mayo de 1312.

Bibliografía.

MANSI, Conciliorum collectio, XXV, 367 sqq.; EHRLE, Ein Bruchstuck der Akten des Konzils von Vienne in Archiv fur Literatur-und Kirchengeschichte des Mittelalters, IV (1888), 361 sqq.; IDEM, Vorgeschichte des Konzils von Vienne, loc. cit., II, 353 sqq., III, 1 sqq., 1409 sqq.; HEFELE, Konzilienqueschichte, VI (2nd ed.)., Freiburg im Br., 1890), 436 sqq., 515 sqq.; HEBER, Gutachten und Reformvorschlage fur das Vienner Generalconcil (Leipzig, 1898); GOLLER, Die Gravamina auf dem Konzil von Vienne in Festgabe fur H. Finke (Munster, 1904), 107 sqq.; MOLLAT, Les doleances du clerege de la province de Sens au concile de Vienne in Revue d'hist. eccles., VI (1905), 319 sqq.

J.P. KIRSCH.

Transcrito por Thomas M. Barrett ,Dedicado a las pobres almas del Purgatorio.

Traducido por Pedro Royo.

Categoria:Concilios