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De Enciclopedia Católica
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− | Título de cierto himno –o, mejor dicho, de un Oficio de la Liturgia Griega– en honor de la Madre de Dios. Es un título importante; ya que, mientras en otros himnos parecidos se permite que, en algunos momentos, la gente tome asiento, este himno, en parte se lee y en parte se canta, mientras todos permanecen de pie (incluso, de pie toda la noche). A veces la palabra se emplea para indicar el día en que el himno se recita (es decir, el sábado de la quinta semana de Cuaresma), ya que ese día deben recitarlo los clérigos y los laicos por igual, “nadie debe cesar en sus alabanzas divinas”, tal como lo afirma la larga e histórica Lección del oficio. A este respecto, resulta adecuado señalar que, mientras que el Oficio completo debe recitarse este día, algunas partes de él se distribuyen entre los primeros cuatro sábados de Cuaresma. Cuando se recita íntegramente se lo divide en cuatro partes o estaciones, entre las cuales se intercalan diversos Salmos y Cánticos que pueden cantarse sentados. Francisco Junius atribuyó erróneamente el sentido de la palabra Acathistus para designar a una persona que no se sienta ni descansa, sino que viaja encinta; tal como, por ejemplo, la Santísma Virgen cuando fue conducida por José a Belén. Gretser [Commentarius in Codin, Curop. (Bonn, 1839), 321] refuta fácilmente esa interpretación citando la Lección del Triodion. La Lección da como origen de la fiesta el año 626, cuando Constantinopla, durante el reinado de Heraclio, fue atacada por los persas y los escitas, pero se salvó por la intercesión de la Madre de Dios. Un huracán repentino dispersó la flota enemiga, arrojando los barcos a la costa, cerca de la gran iglesia de la Deipara (Madre de Dios) en Blacherna, barrio de Constantinopla en las proximidades del Cuerno de Oro. Dice la Lección que la gente pasó toda la noche dándole gracias por la inesperada liberación. “Por tanto, desde aquel día, la Iglesia quiso que fuera fiesta en honor de la madre de Dios por tan grande y divino milagro...y le llamó Acathistus” (Lección).Este origen fue cuestionado por Sófocles, (lexicógrafo de los períodos romano y bizantino, sub verbo). Afirmaba que ese himno no podía haber sido compuesto en un día, mientras que, por otra parte, sus veinticuatro oikoi no contienen ninguna alusión a tal acontecimiento y, por lo tanto, sería difícil imaginar que hubiera sido compuesto para celebrarlo. Quizá el kontakion, que podría aludir a él, haya sido originalmente compuesto la noche de la victoria. Sea cual fuere la celebración que le haya dado origen, la Lección conmemora otras dos victorias, bajo León el Isaúrico y bajo Constantino Pogonato, asimismo atribuidas a la intercesión de la Deipara. | + | [[Archivo:Panagía.jpg|300px|thumb|left|La Panagía]]Título de cierto himno –o, mejor dicho, de un Oficio de la Liturgia Griega– en honor de la Madre de Dios. Es un título importante; ya que, mientras en otros himnos parecidos se permite que, en algunos momentos, la gente tome asiento, este himno, en parte se lee y en parte se canta, mientras todos permanecen de pie (incluso, de pie toda la noche). A veces la palabra se emplea para indicar el día en que el himno se recita (es decir, el sábado de la quinta semana de Cuaresma), ya que ese día deben recitarlo los clérigos y los laicos por igual, “nadie debe cesar en sus alabanzas divinas”, tal como lo afirma la larga e histórica Lección del oficio. A este respecto, resulta adecuado señalar que, mientras que el Oficio completo debe recitarse este día, algunas partes de él se distribuyen entre los primeros cuatro sábados de Cuaresma. Cuando se recita íntegramente se lo divide en cuatro partes o estaciones, entre las cuales se intercalan diversos Salmos y Cánticos que pueden cantarse sentados. Francisco Junius atribuyó erróneamente el sentido de la palabra Acathistus para designar a una persona que no se sienta ni descansa, sino que viaja encinta; tal como, por ejemplo, la Santísma Virgen cuando fue conducida por José a Belén. Gretser [Commentarius in Codin, Curop. (Bonn, 1839), 321] refuta fácilmente esa interpretación citando la Lección del Triodion. La Lección da como origen de la fiesta el año 626, cuando Constantinopla, durante el reinado de Heraclio, fue atacada por los persas y los escitas, pero se salvó por la intercesión de la Madre de Dios. Un huracán repentino dispersó la flota enemiga, arrojando los barcos a la costa, cerca de la gran iglesia de la Deipara (Madre de Dios) en Blacherna, barrio de Constantinopla en las proximidades del Cuerno de Oro. Dice la Lección que la gente pasó toda la noche dándole gracias por la inesperada liberación. “Por tanto, desde aquel día, la Iglesia quiso que fuera fiesta en honor de la madre de Dios por tan grande y divino milagro...y le llamó Acathistus” (Lección).Este origen fue cuestionado por Sófocles, (lexicógrafo de los períodos romano y bizantino, sub verbo). Afirmaba que ese himno no podía haber sido compuesto en un día, mientras que, por otra parte, sus veinticuatro oikoi no contienen ninguna alusión a tal acontecimiento y, por lo tanto, sería difícil imaginar que hubiera sido compuesto para celebrarlo. Quizá el kontakion, que podría aludir a él, haya sido originalmente compuesto la noche de la victoria. Sea cual fuere la celebración que le haya dado origen, la Lección conmemora otras dos victorias, bajo León el Isaúrico y bajo Constantino Pogonato, asimismo atribuidas a la intercesión de la Deipara. |
Es imposible atribuir a nadie la autoría del origen de la palabra. Se ha sugerido a Sergio, Patriarca de Constantinopla, cuyas piadosas actividades han sido detalladamente conmemoradas por la lección. Quercio (P.G. XCII,133 sqq.) se la atribuye a Jorge Pisides, diácono, archivero y sacristán de Santa Sofía, cuyos poemas encuentran eco en el estilo y el tema del Acathistus; la elegancia, el estilo armónico y antitético, la intensidad de la narrativa, la florida imaginería poética, todos muy sugerentes de su obra. Su empleo como sacristán podría haber favorecido tal tributo a Nuestra Señora, puesto que el himno expresa más elaboradamente los sentimientos condensados en dos epigramas de Písides encontrados en la iglesia de Blacherna. Quercio también argumenta que las palabras, frases y oraciones del himno pueden encontrarse en la poesía de Písides. Leclercq (en Cabrol, Diccionario de arqueología cristiana y de liturgia, sub verbo “Acathistus”) no encuentra absolutamente nada demostrativo en tal comparación y ofrece una posibilidad que podría ayudar a solucionar el problema. | Es imposible atribuir a nadie la autoría del origen de la palabra. Se ha sugerido a Sergio, Patriarca de Constantinopla, cuyas piadosas actividades han sido detalladamente conmemoradas por la lección. Quercio (P.G. XCII,133 sqq.) se la atribuye a Jorge Pisides, diácono, archivero y sacristán de Santa Sofía, cuyos poemas encuentran eco en el estilo y el tema del Acathistus; la elegancia, el estilo armónico y antitético, la intensidad de la narrativa, la florida imaginería poética, todos muy sugerentes de su obra. Su empleo como sacristán podría haber favorecido tal tributo a Nuestra Señora, puesto que el himno expresa más elaboradamente los sentimientos condensados en dos epigramas de Písides encontrados en la iglesia de Blacherna. Quercio también argumenta que las palabras, frases y oraciones del himno pueden encontrarse en la poesía de Písides. Leclercq (en Cabrol, Diccionario de arqueología cristiana y de liturgia, sub verbo “Acathistus”) no encuentra absolutamente nada demostrativo en tal comparación y ofrece una posibilidad que podría ayudar a solucionar el problema. |
Última revisión de 09:45 22 mar 2011
(Del griego acathistos; a, privativo; kathiso, “sentarse”; es decir, que no está sentado; de pie)
Es imposible atribuir a nadie la autoría del origen de la palabra. Se ha sugerido a Sergio, Patriarca de Constantinopla, cuyas piadosas actividades han sido detalladamente conmemoradas por la lección. Quercio (P.G. XCII,133 sqq.) se la atribuye a Jorge Pisides, diácono, archivero y sacristán de Santa Sofía, cuyos poemas encuentran eco en el estilo y el tema del Acathistus; la elegancia, el estilo armónico y antitético, la intensidad de la narrativa, la florida imaginería poética, todos muy sugerentes de su obra. Su empleo como sacristán podría haber favorecido tal tributo a Nuestra Señora, puesto que el himno expresa más elaboradamente los sentimientos condensados en dos epigramas de Písides encontrados en la iglesia de Blacherna. Quercio también argumenta que las palabras, frases y oraciones del himno pueden encontrarse en la poesía de Písides. Leclercq (en Cabrol, Diccionario de arqueología cristiana y de liturgia, sub verbo “Acathistus”) no encuentra absolutamente nada demostrativo en tal comparación y ofrece una posibilidad que podría ayudar a solucionar el problema.
Además de varias versiones latinas, ha sido traducido al italiano, ruteno, rumano, árabe, alemán y ruso. Su gran extensión excluye cualquier otra cosa que no sea el brevísimo sumario aquí expuesto. Comienza por un troparion ,seguido de un kontakion, (breve resumen en forma de himno sobre el carácter de la fiesta), que se repite a intervalos a lo largo del himno. Como este kontakion es la única parte del himno que se refiere claramente a la victoria conmemorada, y que puede haber sido el único texto original, (con repeticiones intercaladas con salmos, himnos, etc., ya conocidos por el pueblo) y compuesto para la celebración nocturna, se ha estimado oportuno traducirlo aquí:
A ti, oh Madre de Dios, invicta Emperatriz, yo, la ciudad liberada de sus males, doy gracias por las victorias conseguidas; y Tú, con tu invencible poder líbrame de todo peligro; que pueda yo clamar, ¡Ave, Esposa doncella!
El Himno, propiamente dicho, consta de veinticuatro oikoi , (palabra que Gretser interpreta como referida a varias iglesias y templos; pero el Triodion mismo indica su significado en la rúbrica. “Los primeros seis oikoi deben ser leídos y nos mantenemos de pie mientras se leen” – oikos se refiere claramente a una división del himno), o estrofas, (las cuales apenas traducen la palabra.—estrofa, como oikos, tiene un valor arquitectural). Estos oikoi son alternadamente más largos y más cortos y sus letras iniciales forman un abecedario griego. El último, (más corto), que empieza con la letra omega, dice:
Oh, Madre, digna de todas las alabanzas de los himnos, que diste a luz al Verbo, Santo entre los santos, acepta esta ofrenda, líbranos de todo mal y salva de sufrimientos futuros a todos aquellos que claman a ti. Aleluya.
Este Aleluya sigue a cada una de las estrofas más cortas. Las más largas comienzan con una oración de casi la misma extensión, que conduce hábilmente a una serie de salutaciones que comienzan con: “Ave”. Todas estas estrofas más largas, excepto la primera, (que tiene catorce), comprenden trece oraciones, incluso la última, que, a modo de refrán, es siempre “Ave, Esposa doncella” La primera estrofa narra la misión de Gabriel a María; y su asombro ante la condescendencia del Todopoderoso es tan grande que prorrumpe en las siguiente exclamaciones:
¡Ave, causa de que brille la alegría! ¡Ave, causa del final del mal! ¡Ave, restauradora de Adán caído! ¡Ave, redentora de las lágrimas de Eva!
etc. La segunda estrofa contiene las preguntas a María; la tercera las continúa y da la repuesta de Gabriel; la cuarta narra la Encarnación; la quinta, la visita a Isabel, con una serie de “Aves” bonitamente concebidas para traducir en palabras los saltos alegres del Bautista; la sexta, la inquietud de José; la séptima, la venida de los pastores, quienes empiezan su “Ave” muy acertadamente:
¡Ave, Madre del Cordero y del Pastor!
¡Ave, Aprisco de las ovejas racionales!
En la novena estrofa, los Magos, sobresaltados, exclaman con alegría:
¡Ave, Madre de la Estrella sin ocaso! ¡Ave, Esplendor del místico Día!
En la décima, los Magos regresan a su país para proclamar el Aleluya; la undécima tiene alusiones adecuadas a la Huída a Egipto:
¡Ave, Mar que aplastaste al sabio Faraón! ¡Ave, Roca que diste agua al sediento!
con otras referencias a la nube, la columna de fuego, el maná, etc. La duodécima y décimotercera tratan de Simeón; la décimocuarta y vigésima segunda tienen un carácter más general; la vigésima tercera toma, quizá concientemente, la imaginería de la iglesia de la Deipara en Blacherna, y es probable que aluda en forma lejana a la victoria, (o a las tres victorias) conmemoradas en la Lección:
¡Ave, Tabernáculo de Dios y del Verbo! ¡Ave, Torre inamovible de la Iglesia! ¡Ave, Muro inexpugnable! ¡Ave, por quien se elevan los trofeos! ¡Ave, quien hace caer a los enemigos! ¡Ave, salud de mi cuerpo! ¡Ave, amparo de mi alma!
P.G., XCII, contiene las obras de Pisides y el Acathistus, con importante comentario. SÓFOCLES, lexicógrafo griego, etc., tiene una nota interesante. LECLERCQ, aporta una extensa bibliografía en Dict. d’archol. chrét. et de lit.
H.T.HENRY Traducción de Estela Sánchez Viamonte