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Domingo, 24 de noviembre de 2024

Diferencia entre revisiones de «Glosario del fiel católico»

De Enciclopedia Católica

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* Zona Pastoral: Para llevar a cabo la acción pastoral son necesarias las zonas pastorales, estructuras intermedias entre la parroquia y la diócesis. En la zona pastoral interesan todos los problemas humanos, especialmente la mentalidad, la vivencia y la práctica religiosa. La importancia de la zona es decisiva, ya que en ella convergen la mayor parte de los problemas y necesidades. Con frecuencia, la parroquia es demasiado pequeña, el arciprestazgo es limitado y la diócesis demasiado grande para que los problemas sean tratados convenientemente. La zona es necesaria en las regiones rurales de cara a una pastoral de conjunto. La zona pastoral urbana es más difícil de precisar. Evidentemente, para evangelizar en una ciudad hay que tener en cuenta todo su conjunto, así como la presencia de barrios enteros homogéneos. De hecho, ya existen las vicarías de zona en muchas urbes, de reciente creación, y los arciprestazgos, antiguos estructuras canónicas territoriales.
 
* Zona Pastoral: Para llevar a cabo la acción pastoral son necesarias las zonas pastorales, estructuras intermedias entre la parroquia y la diócesis. En la zona pastoral interesan todos los problemas humanos, especialmente la mentalidad, la vivencia y la práctica religiosa. La importancia de la zona es decisiva, ya que en ella convergen la mayor parte de los problemas y necesidades. Con frecuencia, la parroquia es demasiado pequeña, el arciprestazgo es limitado y la diócesis demasiado grande para que los problemas sean tratados convenientemente. La zona es necesaria en las regiones rurales de cara a una pastoral de conjunto. La zona pastoral urbana es más difícil de precisar. Evidentemente, para evangelizar en una ciudad hay que tener en cuenta todo su conjunto, así como la presencia de barrios enteros homogéneos. De hecho, ya existen las vicarías de zona en muchas urbes, de reciente creación, y los arciprestazgos, antiguos estructuras canónicas territoriales.
 
En la zona debe existir un responsable que coordine los esfuerzos de párrocos y arciprestes en una pastoral de conjunto, abierta a la orientación total diocesana. Pueden ayudarle los delegados de zona de los grandes sectores de la pastoral que trabajan directamente con las comisiones pastorales diocesanas. El responsable y los delegados de zona, junto con los arciprestes, constituyen el consejo o comisión pastoral de zona.
 
En la zona debe existir un responsable que coordine los esfuerzos de párrocos y arciprestes en una pastoral de conjunto, abierta a la orientación total diocesana. Pueden ayudarle los delegados de zona de los grandes sectores de la pastoral que trabajan directamente con las comisiones pastorales diocesanas. El responsable y los delegados de zona, junto con los arciprestes, constituyen el consejo o comisión pastoral de zona.
Fuente: "Diccionario abreviado de pastoral" (extractos), Casiano Floristán y Juan José Tamayo. Edit. Verbo Divino
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Fuente: "Diccionario abreviado de pastoral" (extractos), Casiano Floristán y Juan José Tamayo. Edit. Verbo Divino.
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Selección: [[José Gálvez Krüger]].

Última revisión de 02:38 25 may 2010

  • Acciones eclesiales: Se denominan acciones eclesiales a las formas de actuar de la Iglesia. Tradicionalmente se derivan de las funciones mesiánicas de Jesús, es decir, la profética, sacerdotal y regia, o de los tres poderes de la Iglesia, a saber, los de la enseñanza, santificación y gobierno. Por eso, según la teología pastoral previa al Concilio y a la luz del mismo Vaticano II, se habla de tres ministerios o pastorales: pastoral profética o acción eclesial de la palabra, pastoral litúrgica o acción pastoral del culto y pastoral hodegética (de hodós, camino) o acción pastoral de la caridad.
  • Acción pastoral: Por acción pastoral entendemos la totalidad de la acción de la iglesia y de los cristianos, a partir de la praxis de Jesús, de cara a la implantación del Reino de Dios en la sociedad.

El primer rasgo de la acción pastoral es el de ser acción, no mera práctica. De una parte, es acción ad intra de cara a la edificación de la comunidad cristiana como ekklesia; de otra, es acción ad extra con relación a la praxis de liberación de la sociedad, cuyo sujeto colectivo es el grupo humano a secas. No se trata de interpretar la sociedad, sino de transformar el mundo en reino de Dios. En segundo lugar, la acción pastoral es actualización de la praxis de Jesús, praxis de la solidaridad con los pobres, de cara a la justicia del reino de Dios y de obediencia al Dios del reino. La práctica mesiánica de Jesús entraña la proclamación del kerigma en el acto de evangelización del pueblo, y el desarrollo de la didajé en la catequesis con sus discípulos; el servicio o ministerio de la diakonia de cara a la liberación y libertad de pobres y oprimidos para edificar la nueva humanidad de los hijos de Dios; una koinonia de los discípulos, en comunión con la palabra apostólica, el afecto fraternal, los bienes y la eucaristía; y por último, la celebración de la liturgia como banquete, anticipo del banquete del reino.

  • Adviento: El año litúrgico comienza con el tiempo del adviento, término que significa advenimiento o hacia la venida; procede del verbo venir. En el lenguaje religioso pagano, adventus indicaba la venida periódica de Dios y su presencia teofánica en el templo. Es, pues, retorno o aniversario. Desde el punto de vista cristiano, adventus era la última venida del Señor, al final de los tiempos. Pero al parecer las fiestas de la navidad y epifanía, significó también la venida de Jesús en la humildad de la carne. Estas dos venidas (la de Belén y la última) se consideran como una única venida, desdoblada en dos etapas. Esta doble dimensión de espera caracteriza todo el adviento.

Adviento es el tiempo litúrgico que precede, como preparación, a la fiesta de navidad. Nació en el siglo IV con tres semanas de duración, a imitación de la cuaresma, o de las tres semanas de preparación pascual, exigidas por el catecumenado. La duración del adviento variaba, según las iglesias, entre tres y seis semanas. Se caracterizó en unos sitios por la penitencia (las Galias) y en otros por la alegría (Roma). En todo caso, el aspecto de la espera prevaleció sobre el de la preparación.

  • Aggiornamento: El término aggiornamento fue utilizado por Juan XXIII para determinar el "carácter fundamentalmente pastoral" del Vaticano II. No significa una mera adaptación, sino la penetración profunda del evangelio en la historia y de la realidad social en la iglesia. Pablo VI, en la sesión pública celebrada para promulgar la constitución sobre la revelación y el decreto sobre el apostolado seglar (18.11.1965), precisó que aggiornamento equivale a la "sabia penetración del espíritu del Concilio" y a la "adaptación fiel de sus normas". Con todo, aggiornamento significó, al comienzo del Concilio, y durante su desarrollo, abrir las ventanas de la iglesia al mundo para reconciliarse con él y servirle, o traducir el mensaje cristiano a la cultura de esta época.

La palabra aggiornamento se traduce en los textos conciliares con los términos latinos accommodatio (acomodación), adaptio (adaptación), renovatio (renovación) o reformatio (reforma). Nunca se traduce por restauratio (restauración). Esto quiere decir que el Concilio no fue una vuelta hacia atrás. Aggiornamento es, pues, reforma e innovación mediante el seguimiento de Cristo.

  • Agnosticismo: el término agnosticismo fue empleado por Th. H. Huxley (1825- 1895) para poner de relieve su posición frente a la metafísica, frente a los gnósticos. El concepto tiene una cierta vaguedad. Indica una "falta de conocimiento" o una "imposibilidad de conocer", al menos con cierto tipo de conocimiento, por ejemplo, científico o racional o natural. Puede referirse a los suprasensible, o a lo metaempírico, pero también a la materia cuando yo no la estoy percibiendo; es el idealismo religioso de Berkeley (1685-1753).

El agnosticismo suele entenderse en relación con el problema de la existencia de Dios, del trascendente infinito; así cuando se habla de "creyentes" versus "agnósticos". Hay un agnosticismo que no niega todo conocimiento metaempírico, iluminador de la experiencia y condición de posibilidad de la ciencia, pero que no admite un conocimiento racional, objetivamente válido e intercomunicable de Dios.

  • Alianza: Los pueblos del antiguo oriente tenían muy desarrollados los valores comunitarios. Tanto que para salvaguardarlos prodigaban los pactos o contratos (berith) que creaban vínculos muy estrechos entre sus miembros.

Israelitas, una vez fijadas por Moisés su experiencia religiosa (=yahvismo), decidieron ratificarla con un pacto solemne entre el pueblo y la divinidad. El escenario fue el Sinaí, donde los hijos delos patriarcas juraron fidelidad a Yahvé a cambio de su protección y ayuda. Sólo entonces tuvo el pueblo fuerza para iniciar la conquista de un territorio presuntamente prometido por la divinidad a su primer ancestro, Abrahán. Una vez conquistado el país cananeo, la alianza sinaítica se reafirmó en Siquén. A partir de entonces, toda la experiencia religiosa de Israel se cimentaría sobre esa alianza con la divinidad dándose con ello origen a una auténtica teocracia, que la instauración de la monarquía puso en peligro más de una vez. Por ello los profetas no cesan de recurrir a ella siempre que el pueblo olvida sus compromisos religiosos.

  • Anticlericalismo: el anticlericalismo es la actitud de animadversión hacia el clero y su influjo social, que se juzga excesivo. La misma dificultad de precisar la naturaleza, génesis y medición de las actitudes explica la dificultad en precisar en precisar el concepto de anticlericalismo y trazar los rasgos más salientes de su tipología.

Anticlericalismo es antónimo de clericalismo. Por clericalismo se puede entender la traducción y el encauzamiento de la religión en instrumento de poder. En el clericalismo, religión y política se entrecruzan. La iglesia se vale del poder político para reafirmar un sistema de poder eclesiástico, y el poder político utiliza a la Iglesia para afianzar el sistema de gobierno o las situaciones político-sociales.

  • Año litúrgico: Año litúrgico, año del Señor o año cristiano es la celebración cíclica del misterio de Cristo por la asamblea de creyentes a lo largo del día, semana y año. Tiene, pues, tres referencias: la comunidad cristiana (iglesia), el tiempo con sus acontecimientos (historia) y el misterio central de la salvación (Cristo). "Durante el curso del año, afirman las normas oficiales sobre el año litúrgico, la iglesia conmemora todo el misterio de Cristo, desde la encarnación hasta el día de Pentecostés y la expectación de la venida del Señor".
  • Apócrifos: Los apócrifos son un conjunto de escritos judíos o cristianos que, a pesar de su contenido religioso, nunca fueron aceptados como fuente de revelación divina, pues no se les supone inspirados por Dios. Durante los primeros siglos del cristianismo circularon casi siempre de forma subrepticia (apokriphos= escondido, secreto), siendo utilizados por grupos minoritarios que con frecuencia incurrieron en portes heréticos. Siendo tal el flujo de la literatura apócrifa, se tiende a clasificarla de acuerdo con sus temáticas.
  • Apologética: el término apologética proviene de la palabra griega apología, que significa respuesta, justificación, rendir cuenta de algo. Al pasar al lenguaje neotestamentario, vino a significar dar razón de la fe, mostrar la legitimidad y coherencia de la fe cristiana. Las dos características fundamentales de la apología en el contexto neotestamentario son: a) la necesidad de justificar prácticamente la esperanza; de ahí su afinidad con el seguimiento; b) el horizonte escatológico-apocalíptico en que aparece. Se trata, entonces, de un concepto de la razón práctica, pues la defensa o justificación de la fe no tiene lugar en el terreno puramente teórico o intelectual sino en el de la praxis y del testimonio. Este fue el sentido que prevaleció en los llamados Padres Apologetas, por ejemplo en san Justino, quien escribió apologías del cristianismo, destinados a dar razón de la fe ante los paganos ilustrados de su tiempo y las selló con el martirio.
  • Apóstol: Este concepto (apostolos= enviado) es muy común en los escritores griegos, quienes los aplican a los emisarios, embajadores o simples representantes. La tradición neotestamentaria sugiere que Jesús en un principio reservó tal título a los "doce". Quizá pretendiera presentarlos como retoños de las doce tribus de Israel.

Después de la resurrección, se pone un gran interés por conservar el número "doce" en el apostolado. Pero muy pronto se comienza a emplear en un sentido más amplio, siendo Pablo quien posiblemente rompe el módulo primigenio. No sólo se presenta a sí mismo como apóstol, aun cuando no forme parte de los "doce", sino que asocia en el ministerio a sus más íntimos colaboradores e incluso personajes secundarios dentro de la promulgación del kerigma primitivo.

  • Apostolado: el término apostolado se deriva del griego apostolos (apóstol), que equivale etimológicamente a enviado. Probablemente, este término fue empleado en las comunidades de Antioquia para traducir el seliah judío o enviado en nombre de otro, con una misión basada en el principio de que el mandatario está en el lugar del mandante. El nombre del apóstol se da en el Nuevo Testamento a los doce y a otros misioneros y evangelizadores de la iglesia. En resumen, apóstol es el investido de poder para una misión, como sinónimo de embajador.

Al principio, la palabra apostolado equivalía a la misión de los doce apóstoles. Con la ampliación del concepto de apóstol, hecha por san Pablo para designar a los evangelistas y a quienes evangelizaban y plantaban iglesias, apostolado era sinónimo de ministerio eclesial destinado a convertir a los de fuera. Equivalía a misión o evangelización. Se distinguía del ministerio ejercido en el interior de las comunidades. Estas dos formas de ministerio cristiano derivan de la misma naturaleza de la iglesia, dirigida a los de afuera para convertirlos (apostolado) y a los de dentro para apacentarlos (solicitud pastoral). En resumen, apostolado es misión recibida de Cristo por el enviado para fundar y hacer crecer a la iglesia. Es, pues, tarea de todos los creyentes.

  • Apostolicidad: En la enseñanza de la teología católica actual, se entiende por apostolicidad la propiedad, merced a la cual la iglesia conserva, a través de los tiempos, su identidad fundamental con la iglesia de los apóstoles. Esta apostolicidad consta de dos componentes esenciales: la apostolicidad de ministerio y la apostolicidad de vida y doctrina. La primera consiste en el hecho de la sucesión ininterrumpida de ministros al frente de las comunidades, mientras que la segunda está constituida por la conservación de la forma de vida y doctrina transmitida desde los apóstoles. Por tanto, para que haya apostolicidad, y más en concreto para que una iglesia se considere apostólica, no basta que la frente de tal iglesia haya un obispo; se requiere además que ese obispo conserve la forma de vida y doctrina que nos legaron los apóstoles. Y es importante destacar que estas dos formas o componentes de la apostolicidad se han de mantener siempre unidas en la teología de la apostolicidad y de la sucesión apostólica, como nos consta sobradamente por la más antigua y la más rica tradición de la iglesia.
  • Asamblea: Asamblea litúrgica es la comunidad cristiana concreta que se reúne para celebrar el culto. El término asamblea ha sido recuperado después del Vaticano II; hasta hace poco, hablábamos más de "asistencia" a los oficios. La asamblea es el principal signo de la iglesia, a la que se agregan los creyentes por el bautismo y forman una unidad por el eucaristía.

La finalidad de la asamblea cristiana se deriva de la actitud convocadora de Jesús con objeto de reunir a los hijos dispersos, dar su vida en aras de la unidad y hacerles participar en el banquete del reino. En la asamblea se reúnen los cristianos para celebrar. Esto exige acogida mutua como personas y como creyentes, preparación del acto y del lugar, reparto de funciones, adecuación de palabras y símbolos, y plegaria común.

  • Ateísmo: Es la concepción del mundo que niega la existencia de Dios, sea de un ser personal, sea, más en general, de una realidad distinta de la cósmica, trascendente. K. Rahner define el ateísmo como negación de la existencia de Dios o de toda posibilidad, no sólo racional, de conocerlo. La diferencia entre ateísmo y agnosticismo no siempre resulta clara; el lenguaje no siempre es preciso.
  • Ayuno: Es la práctica ascética que consiste en la abstinencia de alimento o bebida, total o parcialmente, durante cierto tiempo. Desde el punto de vista litúrgico, hay que distinguir dos clases de ayuno: el penitencial y el cuasisacramental. El primero tiene la finalidad principal de mortificar el cuerpo como expiación por los pecados cometidos: es el que la iglesia practicaba antiguamente durante la cuaresma y que en la actualidad ha quedado reducido al miércoles de ceniza y al viernes santo: consiste en hacer sólo una comida fuerte al día y, según el canon 1252 del actual CIC, están obligados a él los fieles mayores de edad hasta los cincuenta y nueve años cumplidos. El ayuno cuasisacramental es el que se practica más como preparación y paso a la celebración de un sacramento o de una fiesta litúrgica importante, que como expresión de penitencia.

B

  • Bautismo: El bautismo es el primer sacramento de la iniciación cristiana, que consiste esencialmente en un rito de inmersión o ablución con agua, acompañado por unas palabras que, de un modo u otro, constituyen una profesión de fe en el Dios trinitario revelado por Jesucristo. Por el bautismo, se expresa y realiza el renacimiento espiritual a la vida de hijos de Dios y la incorporación a la iglesia como comunidad de creyentes. El rito bautismal cristiano está emparentado con las diversas y numerosas abluciones practicadas en todas las religiones como signo de purificación interior, y sobre todo lo está con los usos rituales judíos del agua, que tenían diversas significaciones: purificación legal, acción introductoria de un prosélito gentil al pueblo de Israel, penitencia. Pero el gran precedente del bautismo cristiano es el de Juan Bautista, al que el mismo Jesús se sometió.

C

  • Carisma: El término griego carisma significa "don", "regalo"; equivale a "gracia"; a "dádiva"; y a "llamamiento", "vocación". Prácticamente es sinónimo de "funciones" y "actividades". Los carismas son, por consiguiente, los efectos del Espíritu de Dios en el creyente singular, que nunca pueden ser exigidos por el hombre, ni pueden alcanzarse por la recepción de los sacramentos. En su sentido más propio, el carisma se puede definir como la continua vocación concreta (abraza tiempo y eternidad) que se actúa en la comunidad cristiana, la constituye y edifica de manera permanente y está al servicio del prójimo en el amor
  • Cáritas: Los cristianos deben testimoniar la caridad de la Iglesia, derivada de la caridad de Cristo, como comunidad de amor. Y esto no lo hacen los creyentes porque sólo hay necesidades, sino por mandato del Señor.

A lo largo del tiempo, la iglesia ha ejercido su función pastoral caritativa de muy diferentes maneras. La primera ayuda caritativa cristiana nació junto a la eucaristía. Los apóstoles instituyeron pronto a los diáconos como ayudantes del servicio del altar y de los pobres, a saber, de una doble mesa. Pero no se circunscribió la caridad a la propia comunidad, sino que trascendió, por medio de las colectas, a otras iglesias o comunidades pobres. En el mundo actual, la caridad se ha socializado; no son suficientes los esfuerzos individuales. Las ayudas se realizan por instituciones permanentes, organizadas, con subvenciones diversas. Incluso el servicio social se ha convertido en una profesión. Se pretende el bienestar social del prójimo con amor. En el caso de los cristianos, con amor de Dios y el prójimo, con caridad. En el nivel estructural y organizativo es necesario que se restablezca para todos un sistema de previsión social. Fundamentalmente, esto es misión de la autoridad pública. Al mismo tiempo hay un servicio social. La necesidad afecta a la persona entera. Por esta razón depende este servicio de la imagen del hombre que se tiene. Este es el sentido que intenta desarrollar Cáritas como organización católica destinada a fomentar el amor de Dios a través del amor fraterno.

  • Catecismo: El cambio sufrido por la sociedad europea a finales de la Edad Media, la ignorancia religiosa de la inmensa mayoría de los cristianos y los problemas planteados por la Reforma Protestante, obligan a la Iglesia católica a replantearse su actuación en el campo de la educación de la fe.

En estos momentos y como fruto de esa situación hay que situar el nacimiento del catecismo como libro que asegure el aprendizaje de las "verdades que debemos creer, los mandamientos que debemos cumplir y los medios que debemos emplear, los sacramentos, para salvarnos". Estos catecismos son "compendios breves y concisos de la doctrina cristiana, redactados para los simples fieles y para la juventud". Catecismo como institución, lugar donde las personas ignorantes y sencillas (sobre todo niños) son instruidas de forma sistemática en los "rudimentos de la fe y en la obediencia que deben a sus padres". El catecismo, texto e institución, será una de las principales armas del catolicismo para la apremiante renovación eclesial emprendida por el concilio de Trento. Al sentirse la cristiandad católica amenazada en su fe, todos los esfuerzos serán pocos para defender la pureza doctrinal y la ortodoxia más estricta. Una catequesis sistemática y doctrinal necesita un texto donde se encuentren los "saberes necesarios para conseguir la salvación", y un texto necesita un ámbito que asegure unas estructuras y unos métodos para su transmisión.

  • Catecumenado: Puntos de interés acerca del catecumenado son los siguientes: 1) identidad del mismo; 2) a qué debe iniciar propiamente; 3) aspectos de pedagogía catecumenal; 4) fases o etapas del proceso de iniciación.

En su momento de origen, el catecumenado constituyó una actividad pastoral de marcado carácter catequético, por la que se ayudaba a los recién convertidos a pasar de una fe inicial a una fe adulta. Esa intención evangelizadora, y no las derivaciones ritualistas que luego le acompañaron, aparecen hoy como lo más originario de la institución catecumenal. De modo que el catecumenado se entiende actualmente como un proceso de asimilación del mensaje cristiano, orientado a transformar la vida del creyente y marcado por unas etapas que estimulan el crecimiento hacia la madurez cristiana y predisponen poco a poco a una vivencia comunitaria de la fe. Catecúmeno en nuestros días puede ser el que se encuentra en búsqueda, el que decide revisar su manera pasiva de creer y se muestra dispuesto a asumir lo cristiano de una forma mucho más consciente y personal, el que no se cierra en el propio egoísmo o aislamiento, sino que busca el modo de incorporarse a una comunidad cristiana que le impulse a vivir los valores radicales del evangelio de Jesús.

  • Catedral: La catedral es la iglesia principal de una diócesis, donde tiene su sede o cátedra el obispo. La importancia litúrgica y pastoral de la iglesia catedral fue puesta de relieve por el concilio Vaticano II al insistir en la función del obispo como jefe de todas las comunidades cristianas que forman la iglesia local o particular: "El obispo debe ser considerado como gran sacerdote de su grey, de quien deriva y depende en cierto modo la vida en Cristo de sus fieles. Por eso conviene que todos tengan en gran aprecio la vida litúrgica de la diócesis en torno al obispo, sobre todo en la iglesia catedral, persuadidos de que la principal manifestación de la iglesia se realiza en la participación plena y activa de todo el pueblo santo de Dios en las mismas celebraciones litúrgicas, particularmente en la misma eucaristía, en una misma oración, junto al único altar donde reside el obispo, rodeado de su presbiterio y ministros".

Según la legislación vigente, la iglesia catedral debe ser dedicada con rito solemne y el aniversario de dicha dedicación se conmemora festivamente en todas las demás iglesias de la diócesis.

  • Catequesis: El sustantivo catequesis no aparece en el Nuevo Testamento. Es un término elaborado posteriormente (probablemente en el siglo II) a partir del verbo katechein, que figura en el NT con el significado de informar, instruir... Dicho verbo es utilizado dentro de un contexto significativo en el cual comparecen otros, como enseñar (didaskein), transmitir (paradidomi), conversar (homileim)... La alternancia de katechein con estos verbos nos da una primera orientación sobre el significado cristiano de catequesis. En efecto, todos esos verbos están relacionados con personas que se han adherido al mensaje cristiano. No se trata de personas que por primera vez entran en contacto con la palabra viva de Dios, que es Jesucristo. Cuando se trata de estos destinatarios, el NT echa mano de otros verbos como evangelizar, anunciar, proclamar, dar testimonio...
  • Catolicidad: La catolicidad es una propiedad esencial y característica de la única y verdadera iglesia de Cristo. Y significa dos cosas: en primer lugar, que la iglesia está abierta, y tiene que seguir estándolo, a todos los hombres sin límite alguno espacial o temporal hasta el final de la historia, de tal manera que pueda decirse obligatoria para todos; en segundo lugar, significa también que la iglesia de Cristo está en posesión de la plenitud de la revelación de Dios a los hombres.
  • Catolicismo: Los términos católico y catolicismo proceden del adverbio griego kaz´olou, cuyo significado es, en general, universal, lo referido al todo. Con la palabra kaz-olon, Aristóteles se refiere a las proposiciones universales. Para Zenón, son católicos (kazoliká) los principios universales.

El sentido de católica va ampliándose hasta significar extendida por toda la tierra (catolicidad geográfica) y la más numerosa (catolicidad numérica). Es católico, afirmará Vicente de Lérins, "lo que ha sido creído en todas partes, siempre y por todos".

  • Celebración: Celebrar procede de célebre o notable. Equivale a destacar, poner de relieve o festejar algo de la vida ordinaria. La celebración es una acción global y simbólica que se lleva a cabo por medio de actitudes, gestos y palabras para poner de manifiesto una realidad invisible e importante: un año nuevo, un aniversario, un acontecimiento nacional, un evento familiar, un hecho religioso.

En la celebración se condensa el sentido de la fiesta, al romper con lo cotidiano y dar vida a lo fundamental. Al consagrar el tiempo a lo que es importante (la familia, la amistad, la vida personal, la fe, la patria, etc.), el hombre no se contenta con contemplar esas realidades, sino que toma conciencia de las mismas. En la celebración es importante el pasado, pero siempre de cara a un futuro. Precisamente la celebración hace existir lo que se celebra: una realidad invisible, el sentido profundo de la vida, un determinado modo de vivir, si no fuesen celebradas, ciertas realidades terminarían por no existir.

  • Clérigo: El término kléros, de donde provienen clero y clérigo, significa suerte o parte que se obtiene por suerte. Orígenes emplea el término para referirse a los servidores eclesiásticos a diferencia de los laicos, siendo éste el significado que se impondrá al final. La palabra latina clerus es utilizada por Tertuliano con ese mismo significado, si bien conserva también el sentido original de suerte.
  • Código: El término derecho, tomado en sentido objetivo, significa aquello que es debido a otro como suyo y, por tanto, que es objeto de la justicia entendido como virtud ("orden del amor") al otro en cuanto otro, es decir, en cuanto distinto, pero relacionado interpersonalmente con el primero. En sentido subjetivo, derecho es la relación misma intersubjetiva recíproca y justa en la que se da la inviolable autonomía de la persona entre personas, siendo, por tanto, la facultad ética de obrar de cada persona frente a otras personas con las que se está en una relación intersubjetiva.

Por una clara metonimia, el derecho objetivo pasó a significar también la regla o norma del derecho, la ley o conjunto de leyes, que cuando forma un cuerpo sistemáticamente ordenado y promulgado por la suprema autoridad pública recibe el nombre de código. Esta reunión orgánica de leyes, si se trata de leyes eclesiásticas, recibe el nombre de canónico.

  • Colegio episcopal: La teología de la colegialidad de los obispos ha sido una de las grandes aportaciones del Vaticano II. El término mismo es poco frecuente en la tradición, pero no lo es su contenido. Refleja el carácter corporativo de los apóstoles, así como el de todos los obispos que forman un colegio episcopal cuyo presidente es el obispo de Roma. El concilio ecuménico ha sido en la tradición la forma más plena la colegialidad episcopal, pero ésta tiene una amplia base en el marco de una eclesiología de comunión: la consagración de los obispos por los de las iglesias vecinas, el intercambio de cartas y de medidas disciplinares o de excomunión, los sínodos provinciales o regionales, la preocupación misionera universal de cada obispo, la estructura misma de los patriarcados y de las agrupaciones nacionales son el reflejo de la comunión de la iglesia en la que se basa la colegialidad episcopal.
  • Comisión diocesana de pastoral: Las comisiones diocesanas de pastoral son organismos ejecutivos, de naturaleza permanente en cuanto a su institución, personas y actividad, que llevan a cabo la acción pastoral de la iglesia local, bajo la dirección del obispo y de los consejos diocesanos. El "motu proprio" Ecclesiae sanctae afirma que "con objeto de conseguir realmente el fin del consejo pastoral, es conveniente que un estudio previo preceda a los trabajos en común, con la ayuda, si el caso lo requiere, de las instituciones u oficinas que trabajen para ese fin".

Esta coordinación quedará garantizada si los directores de secretariados y comisiones de pastoral, a quienes puede suponerse, con razón, técnicos o especialistas en sus respectivos campos de la acción pastoral, son designados miembros del consejo de pastoral, para que este organismo tenga suficiente asesoramiento cualificado. Las comisiones de pastoral puedes ser coordinadas por una secretaría técnica o centro diocesano, que, a su vez, recoge las consultas del consejo de pastoral. Este centro diocesano es en realidad un "centro de acción pastoral", como lugar en donde se establece el contacto entre la línea horizontal de las comisiones y la vertical del obispo, vicario y consejo presbiteral.

  • Comunidades de base: Las expresiones comunidad (eclesial) de base, comunidades cristianas populares, iglesia popular y otras similares remiten a unos de los fenómenos eclesiales recientes más significativos, que nace, se desarrolla y se expande cualitativa y cuantitativamente en toda la iglesia como una concreción creativa de la eclesiología comunitaria, participativa e igualitaria del Vaticano II y como una realización práctica de la revolución eclesiológica promovida y alentada por los obispos de todo el mundo durante el concilio.

Dentro de la heterogeneidad que presentan las comunidades de base en el conjunto de la iglesia, debido sobre todo a sus diferentes contextos culturales y a sus planteamientos teológicos, podemos destacar los siguientes rasgos generales que las identifican: son grupos eclesiales formados por creyentes pertenecientes a las capas populares o medias de la sociedad o que han hecho una opción incondicional por los pobres; con un número reducido de miembros (por lo general, no más de cuarenta) al objeto de posibilitar unas relaciones interpersonales estrechas, como base para la vivencia de la hermandad en plenitud; relativamente homogéneos en su interpretación del evangelio (lectura liberadora y subversiva) y en sus opciones socio-políticas (de izquierda); siguen un proceso comunitario de educación en la fe en tres etapas: a) etapa precatecumenal o de iniciación, tendente a suscitar una fe adulta y personalizada y a provocar una primera conversión a los valores del reino; b) etapa catecumenal, orientada a la profundización en la fe, tanto en el plano teórico como en el de la praxis; c) etapa propiamente comunitaria, caracterizada por la solidaridad, el compartir y la vivencia en común del ser cristiano en todas sus dimensiones.

  • Comunión: En el documento final del II Sínodo extraordinario de los obispos de 1985 se afirma que "la eclesiología de comunión es una idea central y fundamental en los documentos del Concilio", idea que se deriva de la noción de la iglesia como pueblo de Dios y sacramento de salvación para el mundo. El término comunión traduce la palabra griega koinonia, que equivale asimismo a solidaridad. Procede del verbo "poner en común". Es comunión fraterna de bienes y de afectos; en definitiva, es un modo comunitario de participar y de compartir la unión y la caridad de Cristo.

Lo que caracteriza a la comunión cristiana es el "tomar parte activamente". De un lado, se da una comunión por medios de la fe y los sacramentos de la fe. De otro, se manifiesta un "vínculo de unión" entre todos los miembros de la comunidad cristiana. La koinonía es, pues, comunión con Dios y comunión de la iglesia y de las iglesias particulares, que se realiza mediante la comunión en el testimonio del evangelio (martyria), en el servicio al mundo (diakonia), en la doxología dada Dios (leitourgia) y en el ser y el vivir juntos (koinonia).

  • Concilio: Con el Vaticano II ha cobrado nueva conciencia en la iglesia la importancia del concilio como expresión de una eclesiología de comunión. La sinodalidad de la iglesia y la larga tradición de concilios particulares, nacionales y ecuménicos parecía haber llegado a su fin tras la promulgación de la infalibilidad papal. Pero los concilios no son sólo reuniones de obispos en lo que se definen dogmas, sino que representan la colegialidad y corresponsabilidad de todos los obispos en la iglesia universal, así como la interrelación de todas las iglesias. El concilio ecuménico congrega a toda la iglesia y usualmente es convocado por el Papa, aunque basta con que éste lo asuma y acepte sus decisiones con toda la iglesia universal para que sea ecuménico. Para la tradición de la iglesia ortodoxa sólo hay siete grandes concilios ecuménicos, que son los del primer milenio antes de la división. Los otros concilios que los católicos llamamos ecuménicos (incluido el Vaticano II) serían sólo sínodos generales de la iglesia latina o de occidente, que expresan una iglesia dividida. Actualmente entre los católicos crece el deseo de un concilio ecuménico que reúna a todas las iglesias cristianas.
  • Conferencia episcopal: La conferencia episcopal, nueva figura creada por el Código, es una institución permanente formada por la asamblea de todos los obispos de una nación o territorio determinado, los cuales ejercen unidos algunas funciones pastorales, para promover el mayor bien que la iglesia ofrece a los hombres, principalmente mediante formas de apostolado, convenientemente acomodadas a las diversas circunstancias de tiempo y lugar. La conferencia episcopal es, generalmente, de ámbito nacional, aunque la Santa Sede, oídos los obispos diocesanos interesados, puede erigir una conferencia de ámbito mayor o menor.
  • Confirmación: La confirmación es el segundo sacramento de la iniciación cristiana, que se confiere por la unción del crisma en la frente hecha por la imposición de la mano, acompañada de las palabras prescritas en los libros litúrgicos, las cuales, en el rito romano, después de la reforma del concilio Vaticano II, son: "Recibe por esta señal el don del Espíritu Santo". La confirmación imprime carácter, no es reiterable y sus efectos principales consisten en un enriquecimiento del don del Espíritu Santo y una vinculación más perfecta con la iglesia, de modo que el bautizado-confirmado queda destinado a ser testigo de Cristo y a difundir y defender la fe.
  • Congregación: Ateniéndose con rigor a la nueva terminología del Código, el término congregación queda exclusivamente reservado a las "congregaciones monásticas ", tanto masculinas como femeninas. Se explica, en parte, esta exclusividad significativa, porque, ya desde hacía mucho tiempo, los monjes insistían en no quedar sometidos al derecho común del Código. Este deseo contribuyó eficazmente a la nueva concepción tipológica del mismo, en la que el criterio principal de distinción, y como la diferencia específica de los institutos, es el carisma peculiar de cada uno, favoreciéndose así el derecho particular y una enriquecedora autonomía.

La congregación monástica es un verdadero instituto religioso, en sentido genérico, cuyos miembros, según las tradiciones propias de cada instituto, mediante la conversión de las costumbres, llevan una vida cenobítica, en la obra de Dios y en el trabajo, consagrados a la búsqueda de sólo Dios y de su reino, por medio de la contemplación de las cosas divinas y la caridad fraterna.

  • Consagración: En su acepción litúrgica, consagración es la destinación exclusiva de personas, lugares o cosas al culto divino, con lo que tales personas, lugares o cosas se convierten en sagradas. El acto de consagración puede adoptar diversas modalidades, pero siempre contiene un elemento de separación del uso profano y otro de dedicación a la esfera de lo sagrado.
  • Consejo diocesano de pastoral: El consejo diocesano de pastoral surgió de las decisiones contenidas en el decreto conciliar Christus Dominus y en el "motu proprio" Ecclesiae sanctae. El episcopado español dio unas "normas orientadoras" en 1966. se sitúa este consejo en el interior de la curia diocesana, con la finalidad de "estudiar todo lo referente al trabajo pastoral, sopesarlo y sacar las conclusiones prácticas, con objeto de promover la conformidad de la vida y actos del pueblo de Dios con el evangelio.

A diferencia del consejo presbiteral, que es "preceptivo" o imperado, el de pastoral es "recomendado", aunque con todo encarecimiento. También se diferencian estos dos consejos en su "justificación teológica", ya que el de pastoral se fundamenta en la unidad del pueblo de Dios en virtud del bautismo, mientras que el presbiteral se basa en la unidad de ordenación de los presbíteros por el sacramento de orden. Asimismo, es distinto el "fin" de estos consejos. El consejo presbiteral ayuda al obispo, mediante sus consejos, en el gobierno de la diócesis; el consejo pastoral es un organismo técnico-consultivo, cuya actividad se limita al trabajo pastoral, con exclusión de su participación en el gobierno de la diócesis. Finalmente, tienen una "estructura", diferente, al ser más unitario el presbiteral y más variado en su organización el de pastoral

  • Consejo parroquial: El consejo parroquial es un grupo de feligreses, elegidos en representación de la comunidad parroquial para ayudar al párroco, como corresponsables, en el ministerio pastoral. De ordinario son militantes (entre 10 y 25) que se reúnen periódicamente para analizar los asuntos de la parroquia, fomentar la participación de todos los feligreses y llevar a cabo, en la práctica, el proyecto pastoral. Es un órgano permanente, representativo, consultivo, de estudio y de ayuda al párroco y a la comunidad. Sus funciones principales residen en conocer la realidad a evangelizar, programar la acción pastoral y revisar lo programado y realizado.
  • Consejo presbiteral: La constitución y funcionalidad del consejo presbiteral aparece en los decretos conciliares Christus Dominus, Presbyterorum ordinis y en el motu proprio Ecclesiae sanctae. El Concilio decide que "se constituya, de manera acomodada a las circunstancias y necesidades actuales, en la forma y norma que determine el derecho, una junta o senado de sacerdotes que representen al colegio presbiteral, cuyo fin sea ayudar eficazmente con sus consejos al obispo en el gobierno de la diócesis". Con esta decisión, el Concilio restauró una institución de la iglesia primitiva, en la cual los presbíteros formaban un colegio, a modo de senado, para ayudar al obispo, primer responsable del ministerio diocesano. La necesidad del consejo presbiteral es obvia en nuestra situación actual, ya que en toda diócesis es necesario un grupo restringido de presbíteros, en representación de todo el clero, que colabore con el obispo en el "régimen de la diócesis", mediante un coloquio y diálogo en común. Así se evitan excesivos personalismos, del obispo o del vicario.
  • Conversión: He aquí una palabra que pertenece al vocabulario cristiano y que es difícil encontrar en otro contexto diverso. El lenguaje cristiano tendrá que estudiar hasta qué punto es positivo mantener estas peculiaridades lingüísticas. Porque la conversión, en cuanto realidad, es también realidad humana.

La referencia más universal para indicar la conversión es el cambio. Convertirse es cambiar, ser distinto y actuar de manera diversa. La tonalidad de este cambio depende del adjetivo que se le ponga. La conversión implica siempre como primer paso el conocimiento de la realidad a convertir. Podemos decir que implica el conocimiento personal. Y el conocimiento personal comprende el dominio del entramado complejísimo de los mecanismos de la persona. Hay muy pocos que se conozcan a sí mismos, con lo que la conversión queda ya imposibilitada.

  • Credo: El Credo es un texto que permite a los cristianos agruparse como comunidad creyente. Expresa una experiencia de fe, singular y a la vez individual, en una fórmula común cuyo efecto es la confesión eclesial en el misterio de Dios, revelado por Jesucristo en el Espíritu Santo. El Credo es un texto escrito en primera persona del singular. Pero esta primera persona del singular presupone una comunidad o, mejor, tiene siempre una dimensión social, como lo atestiguan las expresiones "nuestro Señor", "Santa iglesia católica", "comunión de los santos". Este contexto supone el paso de un sujeto singular a un sujeto creyente. Pero este sujeto no vive independientemente de la sociedad en la cual aprende a recitar el Credo. Así, en nuestro texto lo individual y lo social están inseparablemente vinculados.
  • Cristiandad: La palabra cristiandad designa el conjunto de una sociedad civil cuando ésta se identifica jurídica y sociológicamente con la iglesia cristiana y sus cuadros. El inicio de la cristiandad puede fecharse a partir del año 313, cuando el emperador Constantino I, con el Edicto de Milán, ordenó el cese a las persecuciones a la iglesia, a la cual le concedió el rango de religión lícita. Posteriormente, el emperador Teodosio hizo del cristianismo la religión del Estado. Desde entonces, para ser ciudadano de primera clase en el imperio romano había que profesar la fe cristiana.
  • Cristianismo: Cristianismo es la doctrina profesada por los cristianos. Ahora bien, este nombre tuvo su origen en Antioquia de Siria, donde por primera vez los discípulos de Jesús de Nazareth fueron llamados "cristianos". Y hemos de suponer que el adjetivo les provino más bien desde fuera, quizá de la misma administración romana que se vio en la necesidad de delimitar a aquel grupo de judíos que se diferenciaban notablemente del resto de sus connacionales. Por eso, el cristianismo no es más que la postura de lo que siguen a Jesús de Nazareth.
  • Cristología: Parece que la palabra cristología apareció por primera vez en Alemania en el segundo decenio del siglo XIX y su uso fue generalizándose progresivamente a partir de la segunda mitad del mismo siglo, tanto en la teología católica como en la protestante, para designar la doctrina sobre la persona y obra de Jesús.

La cristología es la respuesta de los creyentes a la pregunta "quién es Jesús". La profesión de fe "Jesús es el Cristo", constituye, como observa Kasper, la síntesis de la fe cristiana, y la cristología no es otra cosa que la exposición o reflexión sistemática y metódicamente articulada sobre esa profesión, sobre el significado de Jesús y de la fe en Él.

  • Cruz: La cruz constituye, junto con la resurrección, el núcleo central del misterio pascual y, por ende, del cristianismo. Este posee una carácter estaurocéntrico (staurós = cruz) que no puede minusvalorarse. Pero la cruz resulta, al mismo tiempo, una de las realidades más paradójicas de nuestra fe. Como ya recordara Pablo a los cristianos de Corinto, predicar a un Mesías crucificado venía a ser escándalo para los judíos y locura para los griegos, ya que la cruz representaba el fracaso más estruendoso y definitivo de quien, a sus ojos, tenía la pretensión de liberar al pueblo de las cadenas de la opresión.

Precisamente para eliminar o al menos atenuar lo que es escandaloso, trágico y brutal tenía la cruz de Cristo surgen desde muy pronto, y se suceden a lo largo de la historia del cristianismo, explicaciones teológicas que se esfuerzan por hacer coherente y racional el hecho de la cruz. Citemos, entre ellas: la teología del rescate, del sacrificio, de la satisfacción vicaria, de la inmolación y de la sustitución penal, que tanto arraigo han tenido en la reflexión teológica, en la vida cristiana y en la espiritualidad. En este esfuerzo por hacer comprensible racionalmente el misterio de la cruz apenas mostró interés por el acontecimiento histórico, salvo en su detalles más anecdóticos. Su principal preocupación era demostrar la necesidad de la muerte de Cristo como paso obligado para llegar a la reconciliación de la humanidad pecadora con Dios. Difícilmente encontramos en esas teologías referencias a la liberación. Por ello, se ha llegado a afirmar, y no sin razón, que "muchas de las teologías de la cruz han desempeñado el papel de una ideología".

  • Cuaresma: La fiesta de la pascua es la cima o momento crucial del año litúrgico, que exige una preparación (la cuaresma) y una prolongación (la cincuentena pascual). La cuaresma, como preparación de la pascua cristiana, se desarrolló poco a poco, resultado de un proceso en el que intervinieron tres componentes: la preparación de los catecúmenos al bautismo en la vigilia pascual, la reconciliación de los penitentes públicos para vivir con la comunidad el triduo pascual y la preparación de toda la comunidad a la gran fiesta de la pascua.
  • Cuerpo de Cristo: La gran afirmación de san Pablo sobre la iglesia es que ésta constituye y es el cuerpo de Cristo. De tal manera que, a partir de esta metáfora del cuerpo, es como Pablo entiende a la iglesia y la vida de los creyentes en el cuerpo eclesial. En la carta a los Romanos, cuando Pablo exhorta a los cristianos para que se mantengan en la unidad, les recuerda esta idea: de la misma manera que los miembros del cuerpo, siendo muchos, permanecen unidos, así también debe ocurrir con los creyentes en la comunidad eclesial. Todo esto quiere decir que los textos que se refieren a la teología del cuerpo de Cristo son textos de exhortación, en los que se recuerda a los cristianos sus deberes y obligaciones, para que permanezcan en la fe, en la unidad, en el compromiso cristiano. Por tanto, no se trata de textos puramente doctrinales, en los que se expone una teoría abstracta sobre la iglesia.

Por otra parte, parece bastante claro que Pablo tomó la metáfora del cuerpo de la literatura de su tiempo, tanto latina como griega. Ahora bien, en aquella literatura, se quería expresar, mediante la metáfora del cuerpo, la unidad, el orden y la armonía que debían reinar entre todos los ciudadanos. Por tanto, la metáfora del cuerpo quiere expresar algo muy concreto. Se refiere a las relaciones de unos creyentes para con otros. Y quiere decir que en la iglesia cada miembro tiene su papel y su carisma, pero de tal manera que todos tienen que mirar por el bien de los demás.

  • Culto: Las palabras de Jesús a la samaritana: "Se acerca la hora, ya está aquí, en que los que quieran dar culto verdadero adorarán al Padre en espíritu y en verdad" muestran el culto cristiano como algo radicalmente nuevo, en relación no sólo con el culto religioso natural, sino también con el culto judío. Si el culto religioso es el conjunto de actos por los cuales los hombres, individual y colectivamente, intentan expresar sus relaciones con la divinidad, y si el culto del pueblo judío estaba destinado sobre todo a conmemorar ritualmente los acontecimientos salvadores de su historia, el culto cristiano se centra en la actitud, penetrada del Espíritu de verdad, con la que Jesús se dirigía a su Padre, actitud de la que participan cuantos creen en Él.
  • Cura de almas: La expresión cura de almas, traducción del latín cura animarum, equivale a acción pastoral, con la particularidad de estar gravada por un espiritualismo platónico, en el sentido de tratarse de un cuidado de las almas (no de las personas) de cara al pecado y a la gracia, en la perspectiva de las postrimerías: muerte, juicio, infierno y gloria, para la salvación. Por otra parte, el primer término de aquella expresión, a saber, la palabra cura, ha llegado a designar al sacerdote, encargado como guía o guardián de las almas. Los medios salvadores de esta concepción pastoral han sido entendidos únicamente como medios espirituales, dentro del campo de lo litúrgico, devocional o sacramental. Así se explica la obsesión de los sacerdotes por bautizar cuanto antes a infantes sin uso de razón y por administrar la extremaunción a moribundos que han perdido la razón.
  • Cura: Bajo este título tratamos de la Curia romana y de la Curia diocesana. En cuanto a la Curia romana, el nuevo Código apenas la trata. Es, sin embargo, uno de los organismos más importantes y complejos, que constituye la lunga manus del Romano Pontífice. Siempre intentando reformarse, de hecho sigue rigiéndose por la carta apostólica Regimini Ecclesiae Universae de Pablo VI. Fue siempre una especie de rompecabezas el saber cuántos y cuáles eran los organismos de la Curia Romana. Según el canon 360, la Curia consta de la Secretaría de Estado o papal, del Consejo para los asuntos públicos de la iglesia, de las congregaciones, tribunales "y de otras instituciones..."La Curia diocesana consta de aquellos organismos y personas que colaboran con el obispo en el gobierno de toda la diócesis, principalmente en la dirección de la actividad pastoral, en la administración de la diócesis, así como en el ejercicio de la potestad judicial.

D

  • Desacralización: El término desacralización significa etimológicamente, pérdida por parte de algo de su carácter sagrado.

En sociología de la cultura, el término "desacralización del mundo" alude al creciente proceso de racionalización de las sociedades modernas, que invade todas las esferas de la existencia. Conduce a la diferenciación de distintas áreas sociales (económicas, política, estética), cada una de ellas dotada de su específica racionalidad. El resultado final sería la pérdida del carácter numinoso (o sacro) que a ciertas realidades mundanas se les atribuía en sociedades tradicionales: el mundo queda desmitificado, como mero objeto de manipulación técnica en las manos del hombre.

  • Descristianización: el término descristianización, frecuentemente usado en el lenguaje religioso para caracterizar fenómenos sociales, encierra considerables ambigüedades. Su significado inmediato alude a tendencias en una sociedad o en una cultura, que implicarían una disminución de sus previos contenidos cristianos. Va ligado a otros procesos como los de desacralización, secularización y laicización, que acompañan las sociedades modernas; pero no se identifica con ellos. De ahí provienen, en parte, sus ambigüedades.
  • Devoción: Devoción, palabra derivada de devovere (ofrecer, consagrar), significa en primer lugar la disposición y diligencia en servir a Dios en la alabanza, el culto y la oración, y su sentido coincide casi con el de piedad: en definitiva, es el amor de caridad con que el hombre se adhiere a Dios, manifestado de un modo especial en la dedicación constante y sincera a los actos de culto. En este sentido teológico y profundo, la devoción es una actitud espiritual necesaria para todo cristiano, ya que el último fin de la vida cristiana es la glorificación de Dios.

Otra cosa hay que decir de las devociones (en plural). Consisten en las diversas prácticas religiosas de tipo particular, orientadas a honrar un objeto religiosamente determinado, de acuerdo con las preferencias del individuo devoto. Así se puede hablar de devoción al Señor, al sagrado Corazón de Jesús, a la eucaristía, a María, a un santo determinado, al rosario, a la cruz, etc. Muchas de estas devociones son recomendadas e incluso alentadas por la iglesia, pero nunca se imponen de un modo obligatorio, como si fueran imprescindibles para la vida cristiana.

  • Diaconado: El término diácono significa el que sirve a la mesa o servidor. En san Pablo equivale al servidor de Dios o de la comunidad. Finalmente, se llamará diácono al que ejerce un determinado ministerio en la comunidad, es decir, a quien desarrolla un servicio en pro de los hermanos y de los hombres o de la solidaridad. El diaconado fue desde el comienzo de la iglesia un servicio especial caracterizado por la ayuda en el culto, la asistencia a los pobres y la dirección de la comunidad. Dicho de otro modo, el cristianismo evangélico puso el acento en la diaconía y en la liturgia, al utilizar tanto el verbo diakoneo como leitourgeo, pero sin oponerlos, ya que lo decisivo es el servicio a los hermanos a partir del altar, y la liturgia es una diaconía.

Muy pronto el sacramento del orden se dividió en tres ministerios ordenados: episcopado, presbiterado y diaconado. El diaconado fue importante mientras consistió en un servicio personal a los hermanos desde la eucaristía. Los diáconos primitivos suplían a los presbíteros en la celebración de algunos sacramentos, enseñaban al pueblo y administraban los bienes de la iglesia.

  • Diócesis: Las diócesis son los territorios que están confiados al gobierno de cada obispo. De hecho, es un término utilizado en el Derecho Canónico para designar la jurisdicción de un obispo. Actualmente, el nuevo código define a la diócesis como iglesias particulares, renovando la vieja terminología de la iglesia antigua que identificaba el concepto de iglesia local o particular con el de diócesis. Sin embargo, en el nuevo código también se habla de la diócesis como de "una porción del pueblo de Dios" confiada a un obispo, con lo que se distancia de la eclesiología universal de comunión y se mantiene una visión jurídico-administrativa desde una perspectiva de monarquía papal.
  • Directorios de pastoral: El Vaticano II decretó la elaboración de "directorios generales sobre la cura de almas, para uso de los obispos y párrocos, de forma que se les propongan métodos determinados para el más fácil y adecuado ejercicio de su cargo pastoral". Señaló asimismo, la importancia de dos directorios pastorales: el dirigido "grupos especiales de fieles" y el destinado a la "instrucción catequética del pueblo".

Los directorios de pastoral son documentos redactados por alguna congregación o comisión de pastoral (continental, nacional o diocesana) y autorizados por los obispos, que regulan, coordinan y estimulan una actividad concreta pastoral en toda la iglesia, en un país, en una región o en una diócesis.

  • Doctor: Se denomina doctor a quien tiene aptitud para enseñar y le es reconocida oficialmente (del latín docere).

En la antigüedad judía se encuentra el "doctor de la ley", que tenía una triple función: establecimiento y conservación del derecho; enseñanza y formación de escuelas de juristas; interpretación y aplicación de la ley en el ámbito judicial. El título de doctor de la iglesia es dado oficialmente a los escritores eclesiásticos que han sobresalido por la santidad de vida, la pureza en la ortodoxia y la calidad de su ciencia. Los doctores se distinguen de los padres de la iglesia, aunque los dos títulos coinciden en muchos de los personajes que vivieron en los primeros siglos. Los doctores constituyen con los padres dos variedades, similares pero diferentes, de testigos de la doctrina. Sus escritos son documentos de la tradición. Pero debe observarse que a la expresión de la creencia común se mezcla una parte de pensamiento personal: no toda palabra de un doctor de la iglesia es palabra de la iglesia. Compete al historiador del dogma y de la teología discernir lo que es una opinión personal o una infiltración de corrientes ideológicas no tradicionales.

  • Dogma: La palabra dogma procede del verbo griego dokein, cuyo significado es doble: a) creer, opinar; b) decidir. Ello dio lugar a los dos sentidos que tenía en la antigüedad: en el plano filosófico, opinión doctrinal de una escuela filosófica o de un filósofo; en el plano político, orden, decreto, disposición dictada por la autoridad legítima.

Los Padres Apostólicos aplican el término dogma a la enseñanza de Jesús y de los apóstoles y a la doctrina revelada del evangelio. El dogma vendría a designar la obligatoriedad de las palabras de Jesús en la praxis de los cristianos.

  • Domingo: A pesar de que la unidad fundamental del tiempo, el día, es de origen solar, la ordenación primitiva del tiempo procede de la luna. Los antiguos advirtieron que del novilunio o luna llena hasta su oscurecimiento o desaparición transcurren 28 ó 29 días con cuatro fases. Cada fase de siete días o una semana es de origen antiquísimo, indo-iranio o sumerio-babilónico. Probablemente en Ur de Caldea, patria de Abrahán, había una religión lunar. La semana judía de siete días y el sábado, como día de descanso y de culto, son antiguos. Para fundamentar teológicamente el sábado, que ya existía, se afirma en el Génesis que Dios creó el mundo en seis días, y que el séptimo descansó. El descanso sabático fue estipulado para que los trabajadores (y los esclavos, si los había) tuvieran un día libre, de reposo y de liberación. El culto significaba dedicar ese mismo día a Yahvé. Por otra parte en la antigüedad griega y romana se conocían los nombres de los siete planetas o satélites de la tierra, considerada centro del universo. Estos siete nombres eran de dioses y se aplicaron a los días de la semana a comienzos del s. III a. C. Saturno, día de descanso, fue llamado sábat por los rabinos judíos.

La semana cristiana surge a partir de las semanas judía y pagana. Comienza en domingo, denominado por el Vaticano II "la fiesta primordial de los cristianos"; se apoya en "una tradición apostólica que se remonta al mismo día de la resurrección de Cristo". Desde el principio, también fue el día de reunión de la comunidad cristiana para celebrar al Señor mediante la cena fraterna, la eucaristía, la reconciliación y la comunicación de bienes. Un grupo social toma conciencia y permanece si se reúne periódicamente. Así lo hicieron los cristianos en el domingo. La eucaristía es, pues, el objetivo central del domingo.

E

  • Eclesiología: La eclesiología es la parte de la teología sistemática que reflexiona sobre la iglesia. Tradicionalmente, era un tratado que se encontraba dividido entre la teología fundamental o apologética, destinado a probar el origen divino de la iglesia y las notas constitutivas de su autenticidad, y la teología dogmática, que recogía las proposiciones fundamentales sobre la iglesia, presentaba su esencia y la relacionaba con los otros tratados dogmáticos (cristología, pneumatología, revelación, etc.). Actualmente se tiende a un único tratado de eclesiología que recoja todos estos aspectos y presente una visión sistemática de conjunto.
  • Ecumenismo: El ecumenismo designa los esfuerzos de las iglesias cristianas por restaurar la unidad perdida, tanto en el nivel doctrinal como en la praxis eclesial. En cuanto a movimiento, surge en el siglo XX a partir de las iglesias y confesiones protestantes que en 1938 forman el Consejo Ecuménico de las iglesias. En 1948 se tiene la primera asamblea del Consejo con la asistencia de 150 iglesias y confesiones cristianas y la notable ausencia de las iglesias ortodoxa y católica. Los católicos tenían muy limitada la participación en el movimiento ecuménico por una comprensión negativa del ecumenismo. Había el peligro de un reconocimiento explícito o implícito del carácter eclesial de las otras confesiones. Se mantenía la tesis de que la iglesia católica era la única iglesia verdadera y que fuera de ella no había la iglesia de Cristo, sino, a lo más, fragmentos eclesiales. Por tanto, se exigía el retorno de los herejes a la única iglesia (la Católica) y se desconfiaba de los teólogos católicos más ecumenistas, en su mayoría franceses y alemanes.

Una nueva época comienza con Juan XXIII y la creación de un Secretariado para la Unión de los Cristianos (1960), así como del decreto de ecumenismo del Vaticano II y el reconocimiento de las iglesias orientales como auténticas y el de las confesiones protestantes como "comunidades eclesiales". Además el Concilio modifica la equiparación entre iglesia de Cristo y la Católica y prefiere hablar de que la primera "subsiste" en la segunda, con lo que se deja un margen a los diversos grados de eclesialidad de las confesiones cristianas, y por tanto a una pluralidad de vínculos de comunión entre ellas. El reconocimiento de auténticos sacramentos y ministerios fuera de la iglesia católica permite un replanteamiento del ecumenismo.

  • Ejercicios espirituales: La expresión ejercicios espirituales (EE) ha asumido una densidad particular en la historia de la espiritualidad cristiana, de manera que merece ser considerada aparte de otros ejercicios más o menos espirituales o piadosos presentes en esa misma historia.

Reflexionar y rezar, junto a ciertos actos penitenciales, en ambiente de silencio, se ha considerado como ejercicios espirituales. Y han estado presentes a lo largo de la historia de la humanidad, y especialmente en la vida cristiana, sobre todo de las diversas formas de vida religiosa. Toda esta vivencia puede ser considerada como prehistoria de los ejercicios espirituales. Porque cuando hoy hablamos o utilizamos esta expresión, nos referimos típicamente a los ejercicios ignacianos, codificados por el santo de Loyola en su libro Ejercicios espirituales. Por muy diversos motivos, no difíciles de señalar, esos ejercicios continúan teniendo vigencia en la iglesia. Y no solamente en la vida religiosa. El Vaticano II los cita precisamente hablando de los laicos.

  • Encarnación: La palabra encarnación es una expresión teológica que se deriva de Jn 1, 14: "Él, la palabra, que se ha hecho carne y ha acampado entre nosotros". En el lenguaje bíblico, carne equivale a nuestra moderna expresión de condición humana, o sea la naturaleza humana, pero con el subrayado de lo que ésta tiene de frágil e incluso de pecaminosa.

La encarnación procede de dos datos previos e irrenunciables: Jesús es un hombre completo y real, pero, al mismo tiempo, es Hijo de Dios en plenitud de divinidad. Para mantener esta paradoja, hay que evitar dos extremos: 1) afirmar demasiado su divinidad, a costa de rebajar su humanidad; o 2) subrayar demasiado su humanidad, de suerte que su divinidad no pase de una mera adopción divina.

  • Epifanía: Epifanía o teofanía equivalía, en el mundo grecorromano del siglo IV, a la aparición o manifestación de la divinidad a sus devotos o a la realización beneficiosa de un portento. El aniversario de la aparición era como el día del nacimiento de la divinidad. También se aplicaba estos a los emperadores. Epifanía o parusía era la llegada del rey o del emperador.

La Epifanía cristiana aparece como fiesta en oriente (probablemente en Egipto) al mismo tiempo que surge la navidad en Roma. Tiene relación con una fiesta pagana que se celebraba el 6 de enero en Alejandría para conmemorar el aumento de la luz. En el siglo V, oriente y occidente intercambiaron sus celebraciones respectivas, y sus liturgias se enriquecieron con dos fiestas, en lugar de una: navidad y epifanía. La epifanía se relaciona con tres manifestaciones de Jesús: adoración de los magos, bautismo del Señor y bodas de Caná.

  • Escatología: La palabra escatología solía traducirse por "doctrina de las cosas últimas", o "tratado sobre las postrimerías". Las postrimerías o novísimos aparecían, en realidad, como "un amontonamiento de cosas, que se hallan en alguna parte tras la cortina de la muerte y que pueden estudiarse de la misma manera que las cosas de la tierra". El tratado de novísimos se convertía así en una especie de geografía de las campiñas celestes, o de física de las postrimerías, o de reportaje anticipado o anticipador del destino final del hombre y del mundo.

Se distinguen dos clases de novísimos: los que afectaban a cada persona individualmente considerada (muerte, juicio particular, purgatorio, cielo e infierno) y los que afectaban a la humanidad en su conjunto y al mundo (parusía o retorno de Cristo, resurrección de los muertos, juicio final y fin del mundo), dando lugar a dos partes bien diferenciadas e independientes entre sí: la escatología individual y la escatología universal.

  • Espiritualidad: Cuando hablamos de espiritualidad, podemos entenderla como vida y como ciencia. Entendida como ciencia, es el estudio ordenado de la vida espiritual. Como vida, irá apareciendo en lo que sigue.

La palabra actual espiritualidad, entendida como ciencia, ha tenido diversas denominaciones: teología mística (así varias veces en los clásicos); teología ascética y mística; teología de la perfección cristiana; vida interior... Es difícil precisar las fronteras exactas que separan moral y espiritualidad, sobre todo desde que la moral superó el juridicismo de lo lícito e ilícito, dejando para la espiritualidad lo perfecto. Por eso, se ha dicho que la espiritualidad continúa siendo "una ciencia no identificada". Hoy está suficientemente extendida la idea de que espiritualidad viene de Espíritu, con mayúscula. Un texto de espiritualidad puede ser titulado, correctamente: Caminos del Espíritu. Y puede escribirse que "la espiritualidad, en el sentido estricto y hondo del término, es el dominio del Espíritu". La espiritualidad cambia entonces de perspectiva de forma esencial.

  • Espíritu Santo: Espíritu de Dios es una expresión que, en el AT, designa el poder activo de Dios, su principio vital: aparece en el relato de la creación, actuando sobre las aguas, de las cuales surge la vida, y mueve e inspira a los profetas y a los hombres escogidos del pueblo de Dios. Si no es muy analógicamente, sin embargo, no se puede encontrar en todo el AT una personificación de este Espíritu, y sólo en los evangelios es significada ésta inicialmente: el Espíritu se manifiesta desde el inicio de la vida pública de Jesús (Marcos), está presente ya en su concepción (Mateo y Lucas), y es presentado como paráclito o protector, que Cristo nos ha merecido por su pascua, que nos diviniza e inaugura los últimos tiempos (Juan). Porque es el enviado del Padre y del Hijo, sabemos que procede de Dios. La simbología con que es presentado quiere expresar su acción: la paloma (aparecida en el bautismo) significa la instauración del nuevo pueblo de Dios; el viento la fuerza, las lenguas de fuego la inspiración de los testimonios.
  • Estipendio: El estipendio es la limosna que los fieles entregan a los sacerdotes para que ofrezcan misas por sus intenciones particulares. Se trata de un uso aprobado por la iglesia, que tiene su origen en la costumbre antigua según la cual los participantes en la eucaristía aportaban los dones materiales necesarios para la celebración, especialmente el pan y el vino, o bien entregaban cantidades de dinero para el sustento del clero y la subvención de las necesidades de los pobres. Tales contribuciones materiales se convertían también en signo de la participación de los fieles en el sacrificio eucarístico y constituían un modo adecuado de practicar la comunión de los bienes, consecuencia y garantía de la comunión de almas y corazones.
  • Ética cristiana: La ética cristiana está llamada a dar una respuesta a los interrogantes éticos desde la fe y desde la vida nueva en Cristo. Ser cristiano implica también una praxis y un estilo de vida. Su identidad no se agota en el creer y en el rezar. La fe y la vida nueva en Cristo se manifiestan en el comportamiento diario. Entonces, ¿cómo vivir en cada momento histórico para ser coherente con la propia identidad cristiana? ¿Es posible algo específicamente cristiano en las respuestas teóricas y prácticas, del creyente a los interrogantes éticos del hombre y de la sociedad?

La ética cristiana está llamada a responder a los interrogantes que acabamos de formular. Por eso, precisamente se le pide que, ante todo, tenga ella misma una idea clara de su misión, es decir, de lo que está llamada a aportar en el conjunto de las ciencias que se ocupan de lo moral. De aquí la importancia que tienen hoy en esta disciplina los temas relacionados con su identidad. Con estos presupuestos, la ética cristiana está llamada y procurar a la reflexión ética y al comportamiento cristiano tres aportaciones fundamentales: 1) La cosmovisión que le viene de la fe; 2) El sentido y el significado ético de la realidad desde la esperanza y la caridad cristianas; 3) El compromiso cristiano desde los presupuestos anteriores.

  • Eucaristía: La eucaristía es la representación ritual de la cena de despedida que, según el NT, Jesús celebró con sus discípulos antes de ser entregado a la muerte. Todas las iglesias cristianas consideran la eucaristía como el más importante de los sacramentos, que no sólo concluye el complejo litúrgico de la iniciación cristiana, sino que acompaña constantemente la vida del cristiano, sobre todo a través de su celebración dominical, hasta el mismo momento de la muerte, en la comunión eucarística recibida como viático.

Derivada del griego, la palabra eucaristía significa "acción de gracias", y al principio se refirió a la plegaria de bendición; luego se aplicó a todo el conjunto de la celebración y, finalmente, designó también los elementos materiales del pan y el vino, sobre los que se pronuncia la plegaria eucarística. El origen histórico y teológico de la celebración eucarística hay que buscarlo en una cena ritual, celebrada por Jesús y sus discípulos, que, si no es completamente seguro que se tratara de la cena pascual judía (tal como lo presentan los evangelios sinópticos), por lo menos era semejante a los ágapes religiosos que acostumbraban a celebrar los diversos grupos piadosos del judaísmo.

  • Evangelización: El verbo evangelizar equivale en el AT a "proclamar buenas noticias" o "anunciar hechos salvadores", ya se trate, por ejemplo, de la victoria en una batalla, la muerte de un temible enemigo o la salvación que Dios obrará. Según del NT, evangelizar es anunciar y llevar a cabo el evangelio de Jesús en torno al reino de Dios; es proclamar el kerigma o anunciar el evangelio, a saber, la vida, muerte y resurrección de Jesús. Equivale a descubrir y notificar el proyecto salvador de Dios manifestado en Cristo. De ahí que evangelizar sea la misión central de la iglesia y de todos los creyentes.
  • Exequias: Las exequias son un conjunto de ritos y oraciones que la iglesia practica con motivo de la muerte de un fiel cristiano, desde el momento de la expiración hasta el instante en que el cadáver es colocado en el sepulcro o incinerado. Las exequias cristianas contienen notables semejanzas con los ritos religiosos paganos y las celebraciones puramente humanas que, en todos los pueblos y estadios culturales, han acompañado a la muerte. Desde el punto de vista fenomenológico, a menudo los ritos exequiales de la iglesia son el resultado de la cristianización de ritos religiosos preexistentes o de costumbres sociales comúnmente aceptadas.
  • Exorcismo: En su formulación clásica, el exorcismo es una intimidación hecha al espíritu del mal en nombre de Dios, para que abandone a una persona o una cosa. En la liturgia cristiana, se han usado exorcismos en los ritos preparatorios al bautismo, en los casos de posesión diabólica y en una serie de ceremonias purificatorias, previas a la consagración de cosas o lugares.

F

  • Fanatismo: Etimológicamente, fanatismo deriva del latín fanum (templo, lugar sagrado). De ahí, fanaticus pasó a significar "sagrado, perteneciente a la divinidad", aplicándose así a los sacerdotes de Belona, Cibeles y otras divinidades. Algunos de los rasgos que en ellos destacaron serán característicos de los fanáticos de todos los tiempos: exaltación corporal y anímica, furor, sugestibilidad, pretensión de poseer la inspiración divina y desarrollo de una conducta destructiva.

La palabra no ha sido nunca un término neutral. Desde sus primeros usos hasta el presente, ha tenido connotaciones, generalmente negativas, empleándose como arma para desacreditar al adversario. Existe, por tanto, un cierto relativismo en su uso: lo que algunos califican de fanático puede ser considerado por otros acto de heroísmo. El vocablo, ya en la época moderna, intentó ser rehabilitado por movimientos de orientación totalitaria. Se puede definir el fanatismo como la intensa adhesión afectiva a una idea, socialmente compartida, a la que se concede un valor absoluto, que pretende ser realizada destruyendo, en nombre de ella, cualquier obstáculo que se interponga. Del fanatismo se pueden hacer diversas clasificaciones, según el criterio que se elija. Según su objeto; puede hablarse de fanatismo religioso, político, étnico, moral, científico, artístico, o de aficiones concretas ("hinchas" deportivos). Por el componente actitudinal predominante, se puede distinguir entre fanatismo intelectual, emocional y comportamental. Por la identidad del sujeto fanático, cabe un fanatismo individual, o grupal (una secta extremista), incluso masivo (las grandes concentraciones populares del nazismo), o institucional (las prácticas inquisitoriales). Finalmente, el fanatismo puede ser resultado, o un rasgo aislado de la personalidad, pero también una estructura permanente del carácter. También es posible distinguir entre un fanatismo originario (tiene su raíz en uno mismo), y un fanatismo inducido (por la personalidad del líder). G

  • Gracia: La teología de la gracia es un ejemplo notable del desarrollo doctrinal en la iglesia: llegó a su término tardíamente, aunque expresando y definiendo realidades capitales vividas conscientemente desde el inicio. Gratia es la traducción latina del griego járis, término precedentemente utilizado en la versión bíblica de los LXX para traducir el hebreo hén, que significa exactamente el favor hacia alguien. En general, en el AT, el favor de Dios hacia sus elegidos viene acompañado de un compasión casi maternal, y se manifiesta en su amor misericordioso y después en su fidelidad. En el NT, el término járis, cargado de todas estas significaciones, será empleado sobre todo por san Pablo para designar el conjunto de la economía nueva instaurada por Cristo, sobre la base del perdón concedido a la humanidad pecadora, a partir de su propia muerte. Pero este aspecto negativo se completa con un aspecto positivo inseparable de él: la adopción que hace de nosotros hijos de Dios, en Cristo resucitado, en el Espíritu Santo.

H

  • Hermenéutica: La hermenéutica (en griego hermênéuein =interpretar) es la fundamentación y fijación teórica de los principios que se suponen válidos para interpretar los textos bíblicos. La aplicación concreta de estos principios pertenece ya a la exégesis. Ahora bien, dado que la Biblia es a la vez palabra divina y palabra humana, se impone una doble categoría de principios teóricos: 1) Principios generales. Estos tienden a contactar en la medida de los posible con los autores humanos (hagiógrafos) y sus inquietudes personales; 2) Principios teológicos. Dado que los escritos bíblicos no son simples obras humanas, a la hora de interpretarlos se ha de tener muy presente: a) la tradición viva de toda la comunidad eclesial; b) el carácter unitario de toda la revelación bíblica; c) la llamada "analogía de la fe", es decir, la armonía interna de todo el proceso revelador.
  • Historia de la salvación: La reflexión teológica del pueblo elegido siempre interpretó su andadura histórica como un acontecimiento salvífico. Es decir, se suponía que la andadura del pueblo venía guiada directamente por Yahvé, el cual le garantizaba una liberación plena, con tal que se ajustara a sus designios y cumpliera sus compromisos en la alianza del Sinaí.

La historia de la salvación se fue, pues fraguando con base en una interpretación religiosa de los hechos. Incluso cuanto incidía en lo político y social se creía mediatizado por los nexos divino-humanos que mantenían siempre viva la esperanza del pueblo elegido. Este albergaba la ilusión de que, en un futuro más o menos remoto, Yahvé intervendría de forma decisoria en la historia humana para quebrar el poder de sus enemigos e instaurar un reino de paz, concordia y amor, donde sólo tuvieran cabida quienes previamente le hubieran servido con fidelidad.

  • Homilía: La palabra griega homilía (en latín sermo) equivale a plática o comunicación religiosa de tipo familiar, a diferencia del sermón (en latín, oratio) que significa discurso oratorio. Desde la antigüedad clásica, se distinguieron esos dos géneros de comunicación verbal: uno propio del ágora, de la plaza o de la tribuna, de carácter retórico; otro característico del ámbito doméstico, de estilo familiar. La homilía entendida como predicación litúrgica, siempre ha formado parte de culto cristiano desde la más remota antigüedad, tanto en las reuniones del catecumenado como en la asamblea eucarística. La tentación de la homilía ha consistido siempre en imitar a la retórica, especialmente cuando la predicación se separó de la liturgia a partir del s. XIII.

La homilía puede ser definida, de acuerdo a los textos conciliares, como una parte del ministerio de la palabra y de la liturgia, dirigida a los miembros de la asamblea, en forma de proclamación de las maravillas de la historia de la salvación o misterio de Cristo, inspirada en los textos bíblicos, teniendo en cuenta el misterio que se celebra y las necesidades particulares de los oyentes. I

  • Icono: El icono es una representación pictórica, sobre madera, de Cristo o de alguno de sus misterios, de la Virgen María o de los santos, tal como se acostumbra a realizar en la tradición del cristianismo oriental. El arte de los iconos surgió en tiempos muy antiguos, pero en los siglos VIII y IX se vio combatido por los iconoclastas, que descalificaban como impía cualquier representación artística de la divinidad o de los personajes sagrados. Después del triunfo de la ortodoxia contra la iconoclastia, la pintura de iconos experimentó un auge considerable, siendo Constantinopla el centro más importante del arte iconográfico hasta el año 1453, en que desapareció el imperio bizantino; después, la importancia pasó a otras escuelas, como la de Creta y, fuera de Grecia, la de Venecia y la ítalo-bizantina. En cuanto a los iconos pintados en territorio eslavo, se destacan las escuelas de Kiev y de Novgorod.

En la tradición oriental, el icono es un objeto litúrgico, que es venerado, incensado y llevado procesionalmente durante las celebraciones, y la teología ortodoxa lo contempla en una perspectiva sacramental: no sólo es una imagen visible de una realidad sagrada, sino que contiene sacramentalmente una presencia de esa misma realidad. El icono es una presencia de los invisible que brota de la misma materialidad de la imagen. El arte de los iconos está sujeto a unas reglas precisas que obedecen a criterios más teológicos que estéticos, de modo que las formas, las proporciones, los colores están penetrados de un simbolismo que apunta hacia el misterio de la fe.

  • Iglesia-institución: El concepto de institución equivale al de fundación o instauración y se aplica a la iglesia en cuanto que es una institución creada por Dios. También sirve para hablar de la iglesia en cuanto organización, que es el sentido que tienen las ciencias humanas cuando hablan de las instituciones, entidades necesarias para la subsistencia de la sociedad.

Teológicamente es un concepto que suele emplearse en correlación, muchas veces en oposición, al de carisma. Esta oposición reposa sobre un malentendido histórico y teológico. Por un lado, las instituciones surgen como un intento de perpetuar una experiencia carismática y hacer que continúe una vez que desaparezca el carismático fundador.

  • Iglesia-misterio: El misterio la iglesia es el de su constitución divina y humana. Es divina en cuanto comunidad que tiene su origen en Cristo y está guiada e inspirada por el Espíritu, que es quien la integra en el plan de Dios. Esta dimensión divina nos permite creer en la iglesia en el doble sentido de permanecer a ella y de aceptarla como una obra del Espíritu. Creemos en Dios desde ella, a la que aceptamos como el lugar histórico de la herencia de Jesús, como una creación del espíritu que completa la obra de Cristo.

También pertenece al misterio de la iglesia su carácter humano. Es una comunidad de personas, una realidad histórica, empírica y constatable de todos. De ahí la validez de los análisis sociológicos, políticos e ideológicos de la iglesia, ya que nos descubren su dimensión encarnada y nos iluminan diversos aspectos de su vida y de su configuración. La gracia presupone la naturaleza, no la anula, sino que la transforma. Por eso, los análisis empíricos de la iglesia no nos revelan la complejidad de su misterio, pero sí sus formas históricas de comportarse. Son análisis incompletos para un cristiano, pero no por ello carentes de validez.

  • Iglesia-sacramento: Decir que la iglesia es un sacramento equivale a afirmar que la iglesia prolonga, en el tiempo y en el espacio, la presencia salvadora y liberadora de Jesús entre los hombres. Porque la iglesia es el cuerpo de Cristo.

La afirmación de la iglesia como sacramento no es propiamente una definición o descripción esencial, sino más bien funcional. Es decir, al considerar a la iglesia como sacramento, no nos referimos tanto a lo que la iglesia es en sí, sino a la forma en que ella ejerce su servicio para la salvación de los hombres. Y así afirmamos, por una parte, que la iglesia no es simplemente un instrumento de acción externa para procurar la salvación al hombre, y por otra parte decimos que la iglesia no es ella misma la salvación, aunque tal salvación está estrechamente vinculada con ella.

  • Imagen: La imagen es representación, especialmente escultórica, de Jesucristo, la Virgen María o los santos, destinada a recibir un culto de veneración especial por parte de los fieles.
  • Inculturación de la fe: La expresión inculturación de la fe alude a una relación de carácter estructural entre la fe y la cultura. La fe es siempre fe de hombres concretos, en el espacio y en el tiempo de la historia: es decir, en la cultura. Esto vale de toda experiencia religiosa. Vale especialmente de la experiencia bíblica y cristiana, toda ella enmarcada en la historia.
  • Infalibilidad: Infalibilidad es el término que designa la preservación del error propia de la iglesia en materias de fe propuestas como absolutamente obligatorias. Siendo la iglesia la portadora del mensaje revelado por Dios para los hombres, es necesario que esta iglesia esté preservada del error, al menos en aquellas cuestiones que se consideran vitales y decisivas para que los hombres encuentren la verdad y el querer de Dios. En la infalibilidad se trata solamente de la intervención de Dios para preservar a la palabra humanadle error. El sujeto primario y fundamental de la infalibilidad es la iglesia en su totalidad.

J

  • Jerarquía: El concepto de jerarquía significa etimológicamente "santo dominio", y en el lenguaje corriente se ha empleado para designar el orden vertical, estrictamente graduado, de la autoridad sacerdotal en la iglesia. Es un concepto que impregnó masivamente a la teología desde el segundo milenio para designar el orden eclesial querido por Dios, en el contexto de una eclesiología piramidal. Actualmente hablamos de "iglesia jerárquica", término popularizado por san Ignacio y los jesuitas desde la Contrarreforma, en sentido analógico a "Iglesia institucional"o a "autoridad eclesiástica". El concepto ha permanecido, tanto en la teología como en el derecho canónico, para subrayar las competencias de los distintos estamentos eclesiales. La identificación de la jerarquía con la iglesia ha llevado a veces a hacer de la eclesiología una "jerarcología".
  • Jurisdicción: Por jurisdicción se entiende la potestad pública concedida por Cristo a la iglesia para regir a los fieles en orden a que consigan su fin sobrenatural. Esta potestad de jurisdicción o del régimen se subdivide en legislativa, ejecutiva o administrativa y judicial. Mejor todavía se puede hablar de potestad de regir, enseñar y santificar, según los tres poderes de Cristo: pontífice, maestro y pastor.

La jurisdicción como iuris-dictio aparece históricamente vinculada de forma especial al poder judicial, ya que son los jueces los que dicen o dictan el derecho. Pero como los jueces tiene que atenerse a la ley y observar todo el principio de la legalidad, la jurisdicción más amplia y fundamental, que se desarrolla especialmente en el poder legislativo. K

  • Kerigma: Con este concepto suele designarse la proclamación apostólica en los primeros tiempos del cristianismo. La crítica pone hoy especial esmero en asir su incidencia y contenido. Se sabe, en efecto, que, tras la experiencia pentecostal, los primeros discípulos se lanzaron a proclamar simplemente sus vivencias personales, caldeadas éstas por su encuentro con el resucitado. El núcleo de su predicación no podía ser más sencillo: ¡Jesús ha resucitado! Tal convicción tuvo fuerza no sólo para sustentar al cristianismo, sino para introducirlo en los ambientes más adversos, siendo cada vez más el número de sus adeptos. El único dogma kerigmático era la resurrección de Jesús. Sobre ésta se cimentaba la nueva fe

L

  • Laicismo: Por laicismo se entiende la doctrina que pretende evitar toda influencia religiosa, y del poder temporal de cualquier iglesia, en la vida política y pública de la nación. (La religión se concibe como asunto estrictamente privado). El término, por su conflictiva historia, puede dar lugar a confusiones. Conceptualmente, el laicismo es independiente del ateísmo (si bien los ateos son laicistas, no todos los laicistas son ateos). El laicismo surgió estrechamente ligado con el librepensamiento, con el anticlericalismo y con los ideales e la izquierda.

Etimológicamente, la palabra deriva del griego "laos" que significa pueblo. Alude, pues al surgimiento de las modernas democracias, en cuanto poder del pueblo que se autogobierna.

  • Laico: Etimológicamente, el concepto laico designa al que pertenece al pueblo (laos), y éste es el sentido dogmático que tiene el Vaticano II: miembro del pueblo de Dios, bautizado, fiel, cristiano, etc. Desde una perspectiva descriptiva o fenomenológica, se utiliza el concepto para definir a los cristianos que viven en el mundo y que no pertenecen a la vida religiosa y al clero.

Se reconoce a los laicos un puesto en la construcción del reino de Dios y el protagonismo en una iglesia peregrina que tiene que atender a los signos de los tiempos. Hoy las grandes tareas del reino de Dios son las de la solidaridad con los pobres y la lucha por la instauración de un orden justo en el mundo, así como la evangelización de una sociedad consumista y secularizada que progresivamente pierde su referencia a Dios.

  • Libros litúrgicos: Se llaman libros litúrgicos los que se usan en el transcurso de una celebración litúrgica y que contienen los textos y las rúbricas necesarios para el recto desarrollo de la misma. En los primeros tiempos del cristianismo, el único libro litúrgico era la Biblia, de la que se leían directamente los fragmentos proclamados en las diversas reuniones culturales. Poco a poco se fueron escribiendo algunos libros con indicaciones sobre el desarrollo de los ritos, siendo el más influyente de todos ellos la Tradición apostólica.
  • Liturgia: Derivada de un término griego que significa "obra a favor del pueblo" o "servicio público", la palabra liturgia se aplica hoy a todo el conjunto de los actos rituales de la iglesia a través de los cuales prosigue en el mundo el ejercicio del sacerdocio de Jesucristo, destinado a santificar a los hombres y a glorificar a Dios. Esta misma realidad, en otras épocas, se denominaba de varias formas (oficio divino, opus Dei, oficios eclesiásticos, ritos sagrados, etc.), y aún hoy, en la iglesia de rito bizantino, la palabra liturgia se reserva para designar únicamente la celebración eucarística.

M

  • Magisterio: La función magisterial surge en el NT en un doble ámbito espiritual y de tradición. El Espíritu suscita en la iglesia, junto a los apóstoles, a profetas y maestros en el marco de una comunidad mesiánica en la que se cumplen las profecías del AT de que todos serán enseñados por Dios. La iglesia tiene conciencia de que toda ella es espiritual y enseñada por Dios. En este contexto surgen los diversos oficios carismáticos, entre los que se cuentan los profetas y maestros que tienen la función de interpretar la Escritura desde la clave de la vida, muerte y resurrección de Jesucristo.

Hay que buscar fórmulas para un ejercicio más eficaz del magisterio. En las últimas décadas han abogado teólogos destacados por una reforma de los procedimientos de la Congregación para la doctrina de la fe y una actualización que sea mucho más respetuosa con los derechos de los teólogos y con la sensibilidad moderna. Por otra parte, parece necesaria una mayor crítica y discusión de los teólogos entre sí y un espíritu de respeto y de aceptación de la jerarquía.

  • Milagro: La actitud de los cristianos ante los milagros suele moverse entre extremos difícilmente conciliables: por una parte, están aquellos creyentes que subordinan la fe a un "signo del cielo", es decir, a un hecho prodigioso y espectacular que se imponga por la fuerza de lo sensacional y llamativo; por otra, están los que, desde posiciones decididamente racionalistas, excluyen, paradójicamente, del ámbito de la fe todo lo que desborda los límites de la comprensión racional. Los extremos son, dicho en síntesis, el milagrerismo y el racionalismo.

Los milagros nos constituyen una demostración arbitraria de la omnipotencia de Dios, ni se refieren a su intervención trascendente, sino que son signos de la inclusión de la realidad entera en la economía histórica de Dios y de la presencia anticipada de la salvación escatológica. El lugar originario de la posible experiencia de los milagros no es la observación metódica de las leyes de la naturaleza, tal como sucede en las ciencias de la naturaleza, sino la historia de la promesa, el encuentro con el Dios siempre mayor que es capaz de sorprendernos y de desbordar nuestros determinismos naturales e históricos con la sobreabundancia de su amor.

  • Ministerio: En la iglesia existe, desde sus más remotos orígenes, una importante variedad de servicios, funciones y tareas, que reciben el nombre genérico de ministerios (del latín ministerium, servicio). Estos ministerios están en la base de la actual estructuración de la iglesia y son, sin duda alguna, un dato fundamental para tal estructuración.

El apóstol Pablo afirma que los ministerios son "dones" dados por Dios para crecimiento de la iglesia. Más aún, se trata de que los ministerios han sido "establecidos" por Dios en la comunidad.

  • Misterio: Etimológicamente es probable que el término misterio derive del verbo griego mýein (cerrar la boca). Mysterion significaría lo oculto, aquello de lo que no se habla. En la historia de las religiones ostenta una larga tradición. Ha venido a designar:

1. Un rito religioso oculto, en que sólo pueden tomar parte los iniciados, y por el que tratan de alcanzar la salud. Así en los cultos mistéricos greco orientales y romanos. En este uso, la palabra se halla ordinariamente en plural. 2. Desde Platón, una doctrina oculta y oscura. 3. En la magia, una fórmula o acción mágica. 4. En la lengua de la gnosis, una revelación divina oculta. 5. En fenomenología de la religión, una "realidad" hacia la que se ordena el acto religioso como tal. Pertenece a la esencia de todo lo estrictamente religioso. Algo que trasciende el intelecto humano en su capacidad, pero que se le manifiesta oscuramente y le atrae, y le inspira un respeto reverencial.

  • Mística: La palabra mística tiene que ver con "misterio", y quizá por esa relación continúa llamando la atención y excitando curiosidad. Por otra parte, la mística tiene una tradición muy rica y ejerce una atractivo, hoy muchas veces discutible, pero siempre interesante.

De una manera u otra, la mística es conocida también por su referencia a la ascética, que describe el camino espiritual en la etapa en que aparentemente predomina la acción de Dios. Se dice aparentemente, porque no hay cristiano que niegue que, en cualquier tiempo y lugar, el primado de Dios es indiscutible. No obstante, esa acción de Dios ni es tan fuerte ni es tan patente como principio de las decisiones vitales de la persona. La ascética habla de la acción de la persona. La mística, en cambio, describe esa etapa del camino espiritual en que Dios se hace más patente al hombre. Su primado sobre la iniciativa del hombre alcanza cotas muy altas, y éste se siente mucho más receptivo que activo. Incluso de habla con naturalidad de pasividad en lugar de hablar de receptividad (hay noches activas y noche pasivas, en el lenguaje de san Juan de la Cruz). N

  • Nuncio: Se designa con el nombre de nuncios los legados del Romano Pontífice con carácter diplomático, acreditados ante un estado y ostentando el decanato del Cuerpo Diplomático.

El "motu proprio" Sollicitudo y el canon 364 enumeran una serie de cometidos eclesiales, del que el principal es, sin duda, el fomentar la unión de la Sede Apostólica con las iglesias particulares. Otros cometidos importantes son informar sobre las consignas o pautas procedentes de la Santa Sede; ayudar y aconsejar a los obispos, respetando siempre su potestad ordinaria y propia en la diócesis, intervenir en la propuesta del nombramiento de nuevos obispos, defender a la iglesia, fomentar el ecumenismo, etc. Los nuncios deben observar el derecho internacional, por el que son considerados como agentes diplomáticos de primera clase, con rango de embajadores. En nombre de la Santa Sede tratan las cuestiones que se refieren a las relaciones públicas Iglesia-Estado. Suelen también estar a su cargo las negociaciones de concordatos y convenios, velando por su cumplimiento. O

  • Obispo: Se llama obispos a todo aquellos que tienen en propiedad el ministerio o cargo querido y fundado por Cristo en su iglesia y que, por derecho divino y por su pertenencia al colegio episcopal, dirigen una iglesia local, su diócesis, como representativa de la iglesia local. La institución del episcopado se entiende en relación con la institución de los apóstoles por Cristo.

Un obispo en particular no es sucesor de un único apóstol, sino que cada obispo pertenece a la sucesión de un apóstol en la medida en que pertenece al episcopado total de la iglesia. Todo lo que se afirma del colegio apostólico como tal debe también afirmarse del episcopado como totalidad. El primado es primado "en" este colegio, y no "frente" a él; no es algo que se afilia un colegio y que allí confiere su potestad. Por tanto, el colegio episcopal es la magnitud primaria, que sucede al colegio apostólico, que tiene en el papa su cabeza prevalente, no pudiendo pensarse sin ella; por más que el Papa sólo es y puede ser Papa en cuanto miembro y cabeza de este colegio.

  • Ordenación: La ordenación es el rito por el que la iglesia promueve a uno de sus miembros, considerando idóneo, a un determinado grado de ministerio eclesial: diaconado, presbiterado o episcopado. A partir de la Edad Media, dicho rito se tuvo por uno de los siete sacramentos, y aunque siempre se ha hablado sólo de un sacramento del orden, siempre ha sido ejercido en diversos grados, que en un momento dado de la evolución histórica se distribuyeron en órdenes mayores (presbiterado, diaconado, subdiaconado) y menores (ostiariado, lectorado, exorcistado y acolitado), mientras que el episcopado vio oscurecida su vinculación con las demás órdenes, convirtiéndose en una ceremonia de consagración del rey o del emperador.

El nombre mismo de orden indica dos cosas fundamentales: que los que lo reciben entran a formar parte de un colegio de ministros, y que quedan ordenados o destinados a una función comunitaria. El segundo motivo por el que este sacramento se llama orden es que dicha palabra significa también destinación para algo o para alguien. El ordenado no lo es para sí mismo, para su propio honor o dignidad, ni siquiera para su perfección espiritual. Lo es para los demás, para que sirva a todos los miembros de la comunidad cristiana.

  • Órdenes religiosas: En el derecho común desaparece la denominación tan antigua y tan rica de orden religiosa. Todas las denominaciones tradicionales, tratándose de religiosos en sentido estricto, quedan absorbidas por la nueva de Institutos religiosos. En el derecho particular y propio pueden seguir utilizando su nombre tradicional y todo lo que constituye su patrimonio variado.

En el actual derecho común ha desaparecido la división del voto en solemne y simple. En el derecho particular, las órdenes religiosas mantienen los votos solemnes, que era antes la principal diferencia específica entre órdenes y congregaciones. Los votos solemnes hacen inválidos los actos a ellos contrarios; en cambio, mientras no conste expresamente lo contrario, los votos simples sólo los hacen ilícitos. Las órdenes mendicantes emiten sólo el voto de obediencia según la regla, en la que están contenidos los tres votos religiosos como robustecimiento de los consejos evangélicos. Las cuatro grandes órdenes mendicantes: franciscanos, dominicos, carmelitas y agustinos nacen por motivos diferentes, pero tienen puntos innegables de convergencia, un gran parentesco espiritual y una casi coincidencia cronológica, que las hace contemporáneas en el tiempo y en las ideas fundamentales, que las hermana y las unifica. P

  • Paganismo: Paganismo, en sentido general, significa todo sistema religioso diferente del cristianismo; se excluyen de esa denominación el judaísmo y el Islam (las religiones abrahámicas, procedentes de una revelación inicial común).

El paganismo comprende por tanto todas las religiones politeístas, panteístas e incluso monoteístas no cristianas y no judías (Zaratustra). En la actualidad, el término neo-paganismo aparece en ocasiones en el lenguaje religioso cristiano. Puede designar actitudes existenciales que, al menos en su implícita escala de valores, no reconocen la supremacía de un último valor religioso. O bien alude a los intentos de formular un tipo de humanismo que se declara "religioso" en cuanto que otorga un valor cuasi-numinoso a ciertos elementos de la existencia terrena (la libertad, la estética, la vida misma); pero "politeísta", en cuanto que juzga a tales valores irreductibles a ninguna escala unitaria: únicamente podrían ser vividos como momentos dispersos y en ocasiones contradictorios.

  • Papa: El título de Papa es el que utiliza el pueblo cristiano para designar al obispo de Roma en cuanto primado de la iglesia católica. También es frecuente el de vicario de Cristo. Ambos títulos son relativamente novedosos como designación papal, ya que no se utilizaban durante el primer milenio y se aplicaban a obispos, sacerdotes y abades. Luego, en el segundo milenio, se imponen como títulos propios del papa en el contexto de una eclesiología más jurídica y de la separación con las iglesias orientales. En la tradición más antigua de la iglesia, que perdura durante el primer milenio, el título propio del papa es el vicario o sucesor de san Pedro, que es el que mejor refleja la significación y raíces bíblicas del primado del Papa.
  • Párroco: El término párroco, de la misma raíz etimológica que parroquia, significa en la Biblia "extranjero residente" o inmigrante, que goza de un estatuto jurídico asimilado a los judíos. Se aplicó este nombre al presbítero responsable de la parroquia, creada como división de la diócesis.

Según el nuevo código, "párroco es el pastor propio de la parroquia de la comunidad que le está encomendada bajo la autoridad del obispo diocesano, en cuyo ministerio de Cristo ha sido llamado a participar, para que en esa misma comunidad cumpla las funciones de enseñar, santificar y regir, con la cooperación también de otros presbíteros o diáconos, y con la ayuda de los fieles laicos".

  • Parroquia: Las parroquias son las divisiones administrativas, jurídicas y pastorales de cada iglesia local o particular. La iglesia local, regida por el obispo con el colegio presbiteral y los diáconos, constituye una entidad singular. En cada una se actualiza toda la iglesia católica, ya que en ella hay las estructuras constitutivas fundamentales: canon de las escrituras, plenitud de la estructura sacramental y de la sucesión apostólica ministerial. Esto no ocurre con las parroquias que surgieron por la expansión misionera de la iglesia en las pequeñas poblaciones que rodeaban las urbes (parroquias rurales) y que luego se extendieron a la ciudad ante el incremento de la población.
  • Pascua: El misterio pascual es el centro del cristianismo, de la iglesia, de la acción pastoral y de la vida espiritual cristiana. La fiesta de la Pascua tiene un origen ganadero. Así como para los agricultores el comienzo del año era el otoño, para los nómadas empezaba en primavera. Entonces florece el desierto y las oveja tienen sus crías. La noche pascual tuvo su origen en la luna llena de primavera, momento en que los pastores se despedían con una comida (cordero, hierbas amargas, pan ácimo), al cambiar de lugar en los pastos (vestido ceñido, sandalias y bastón). Según una tradición judía, las pascua era asimismo aniversario de la creación.

El rito fundamental de la pascua era la cena en familia o en fraternidad, con base en cordero (signo de la compasión de Dios), pan ácimo (miseria sufrida), hierbas amargas (esclavitud) y salsa roja (trabajos forzados en Egipto). Se conmemoraba la liberación de la servidumbre de Egipto, la alegría por la libertad adquirida y la espera de la venida salvadora del Mesías.

  • Pastoral castrense: La acción pastoral desarrollada en el ámbito de los militares o profesionales de las fuerzas armadas se denomina también apostolado castrense, expresión acuñada en 1944. Se utiliza el término castrense, del latín castra o campamento militar. En los Acuerdos entre la Santa Sede y el Estado Español del 3 de enero de 1979 se habla de "asistencia religiosa a las fuerzas armadas".

El apostolado castrense abarca todo lo concerniente al ámbito militar, desde el soldado raso al primer general, incluidos los alumnos de las Academias del ejército y las familias que viven en compañía de los militares. Por las características que tiene este importante grupo humano, la acción pastoral ha de basarse en la comunidad cristiana funcional y en los grupos apostólicos de tipo evangelizador. No debe recaer todo el trabajo en el cuerpo de capellanes, ni se debe reducir esta pastoral a un mero servicio sacramental. Atención especial ha de tener la catequesis de adultos y el catecumenado, sobre todo con los reclutas, soldados, cadetes y jóvenes oficiales. Los capellanes castrenses, según los Acuerdos de 1979, ejercen su ministerio bajo la jurisdicción del Vicario General Castrense. El apostolado con el ejército transcurre dentro del Vicariato Castrense, entendido como una diócesis personal, no territorial.

  • Pastoral de conjunto: La Pastoral de conjunto ha sido desarrollada poco antes del Vaticano II en tres etapas. La primera supuso el descubrimiento de la ruptura entre vida y religión. La descristianización que se operaba en Europa no afectaba sólo a los individuos, sino que era colectiva. En una segunda etapa se descubrió la interioridad de la pastoral de conjunto. Era necesario situar el trabajo apostólico del sacerdote y del seglar dentro de una pastoral global, con objeto de orientar equilibradamente la pastoral parroquial. Por último, en un tercer tiempo, se descubrió la dimensión episcopal de la pastoral, es decir, su base diocesana. Se necesitaba integrar todas las fuerzas de la iglesia y de sus instituciones y poner en marcha todos los sectores de la pastoral.

La pastoral de conjunto no sólo dice relación con la pastoral, sino que se especifica propiamente con el calificativo "de conjunto". Todo conjunto, pastoralmente hablando, se relaciona también con lo eclesial, ya se trate de acciones que se coordinan, de personas responsables que actúan conjuntadas, de estructuras pastorales básicas que se relacionan entre sí o de destinatarios sobre los que se actúa en cuanto forman verdaderos conjuntos. Todos estos aspectos forman los constitutivos de la pastoral de conjunto.

  • Patrística: En el siglo XVI se llamaba theologia patristica al estudio de las doctrinas del período de los padres de la iglesia. Hoy día se emplea corrientemente como un sustantivo, sinónimo de "patrología", término que significa el estudio de la literatura cristiana antigua, es decir, de la vida, escritos y doctrina de los padres de la iglesia.

Según algunos autores, el concepto de padre de la iglesia procede de la teología dogmática y surgió de la necesidad del argumento de tradición, urgido por los católicos. Favorecía esta consideración el que el título de padre de la iglesia se reservase a los escritores que son ortodoxos, santos, reconocidos por la iglesia y pertenecientes a la antigüedad cristiana. Aunque la teología patrística sea enormemente plural (entre los padres griegos y los latinos, por ejemplo, las diferencias son notables), hay un común denominador en el hecho de que no incluye, sólo el aspecto intelectual y crítico, sino también el espiritual y sapiencial: la teología es don de la gracia, que purifica el espíritu.

  • Pecado: El pecado, a la luz de la Biblia, es ruptura con Dios, con el hermano necesitado y con uno mismo. Pecar equivale a romper la alianza, traicionar al amor y alejarse de la comunidad de los hermanos. Para Jesús, peca quien no vive la alianza o las exigencias del reino de Dios. En última instancia, el pecado es lo contrario del amor. Es un mal, una relación negativa con Dios (oposición al reino) y con el hermano (corrupción del hombre).

El pecado está en la raíz del comportamiento, en el núcleo central de la persona, en lo que la Biblia llama corazón. Así, el homicidio comienza con el odio interior, el adulterio con la mirada impura y el perjurio con la palabra mentirosa. En resumen, el pecado cristianamente entendido es infidelidad o injusticia de cara al compromiso bautismal y de fe respecto del reino de Dios que es amor, ruptura de solidaridad fraternal y autodestrucción personal.

  • Penitencia: La penitencia es el sacramento del perdón de los pecados y de la reconciliación con Dios y con la iglesia. Hay que advertir, sin embargo, que una cosa es el sacramento de la penitencia y otra cosa el perdón de los pecados. Dicho perdón es una realidad permanente en la iglesia (objeto de uno de los artículos del Credo), que se obtiene básicamente por la fe y la conversión. El sacramento es la expresión simbólica y celebrativa del perdón de los pecados y de la conversión.
  • Pentecostés: La fiesta de la pascua se prolonga por espacio de cincuenta días, denominado tiempo pascual o cincuentena pascual, que finaliza con la fiesta de Pentecostés. Entre los judíos, la fiesta de la cosecha o día de la acción de gracias se celebraba siete semanas después de pascua, y era la fiesta de las semanas. En razón del número cincuenta, se denominó Pentecostés. Los rabinos conmemoraron más tarde ese mismo día la entrega de la ley en el Sinaí y la conclusión de la alianza.

El último día de los cincuenta, fiesta de Pentecostés, es comparable a la pascua, pero no es fiesta separada, sino coronación pascual. Su vigilia es parecida a la de la pascua, en la que se pueden acentuar los símbolos del fuego (hoguera), llamas (lámparas), torre maldita (muro), huesos secos (que se reaniman) y agua (que se derrama). En Pentecostés se pone de relieve el Espíritu de Dios, simbolizado en la Biblia por el viento y el aliento: es la respiración del cristiano.

  • Perdón: El perdón es un elemento central para la comprensión del misterio de la salvación humana. El perdón se constituye en el núcleo de intersección del diálogo entre el hombre pecador y el Dios que ofrece su perdón. El hombre es un ser que, aunque creado a imagen y semejanza de Dios, es limitado, frágil y susceptible al error y al engaño. El pecado, así, aparece en el horizonte del hombre como algo insoslayable: "ninguno es inocente, ni uno solo", nos dice san Pablo, recogiendo el pensamiento del Salmo 13.

El perdón, pues, es el punto de encuentro entre el ofrecimiento de un amor incondicional por parte de Dios y la necesidad que tiene el hombre de que la persona amada no le tenga en cuenta sus errores. El hombre se sabe sucio, despreciable e indigno, pero no quiere renunciar a la amistad con Dios; por eso vuelve una y otra vez a decirle al Padre: "lo siento".

  • Piedad: La piedad lleva instintivamente a pensar en el limitado campo de lo religioso, de lo que dice relación con Dios. Los hombres y el mundo quedarían al margen de la piedad del hombre. Y si esto fuera así, sería muy difícil que pudiera encontrar en nuestro mundo una audiencia normal. Por otra parte, la piedad sugiere enseguida los actos de piedad, un campo en el que el cristianismo se ha quedado exageradamente atrasado en sus fórmulas, gestos y referencias. No pocos actos de piedad causan irrisión o conmiseración. Podemos decir que causan "piedad".

La piedad, como cualquier otra actitud humana, tiene que encarnarse en realizaciones humanas. De lo contrario, estaremos siempre en puro idealismo. Pero estas encarnaciones no pueden estar al margen de cualquier nueva consideración que se haga de la piedad.

  • Presbítero: Se designa en la iglesia con el nombre de presbíteros a los ministros de la comunidad que, con los obispos y bajo su autoridad, predican al pueblo la palabra de Dios, administran los sacramentos y gobiernan pastoralmente al pueblo de Dios. La palabra griega presbýteros se aplicaba, en tiempos de Jesús, a los ancianos, miembros del sanedrín, que eran laicos, que provenían de las familias sacerdotales de Jerusalén y de las filas de los letrados.

Según la legislación actual de la iglesia, sólo pueden acceder al presbiterado los varones que aceptan la ley del celibato eclesiástico. Pero estas dos prescripciones tienen un valor desigual. Hay un consenso teológico de que el celibato no pertenece a la naturaleza del presbiterado, es mera norma eclesiástica para el clero católico de rito latino (no así para el clero católico de rito oriental). Respecto a la exigencia de "ser varón" para acceder al presbiterado, existe hoy una gran discusión teológica sobre si algo consustancial o una tradición histórica determinada socio-culturalmente. Esta es una de las cuestiones más candentes que están hoy abiertas en la teología del presbiterado.

  • Primera comunión: Se denomina primera comunión a la primera participación completa en la celebración eucarística por medio de la comunión sacramental con el cuerpo y la sangre de Cristo. En la celebración de la iniciación cristiana de adultos, la primera comunión tiene lugar inmediatamente después del bautismo y la confirmación, y así ocurre generalmente en oriente también el caso de la iniciación de párvulos. Es occidente, desde muy antiguo, el bautismo de los niños quedó desvinculado de la confirmación y de la primera admisión a la comunión eucarística, la cual se situó en edades muy diversas según las costumbres de cada lugar, pero con una tendencia a retrasarla hasta el comienzo de la adolescencia.

La legislación actual para la iglesia latina exige, para poder administrar la eucaristía a los niños, que éstos tengan un conocimiento suficiente y una adecuada preparación, de manera que entiendan el misterio de Cristo en la medida de su capacidad y puedan recibir el cuerpo del Señor con fe y devoción. Se acostumbra a interpretar que los niños que han llegado al llamado "uso de razón" o de la discreción (alrededor de los siete años), están capacitados para recibir la primera comunión. Sin embargo, en caso de peligro de muerte, se puede dar la comunión a niños más pequeños, a condición de que puedan distinguir entre el cuerpo de Cristo y el alimento común y recibir la comunión con reverencia.

  • Procesión: Procesión es la suplicación solemne hecha por el pueblo fiel bajo la dirección de los ministros, yendo en orden de un lugar sagrado a otro, y destinada a excitar la piedad o a recordar las bendiciones de Dios y darle gracias por ellas, o a implorar el auxilio divino. Hay procesiones de muchas clases: litúrgicas y no litúrgicas, festivas y penitenciales, conmemorativas de un misterio y simplemente funcionales. Las más importantes son la del domingo de Ramos en recuerdo de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén; la de la fiesta del Corpus, en que se honra públicamente a Cristo presente en la eucaristía; las de las rogativas; la de la fiesta de la presentación del Señor, llamada también Candelaria.

Las procesiones expresan un aspecto fundamental del pueblo cristiano: no es un pueblo "instalado" en un lugar, sino peregrinante, un pueblo en marcha. Las procesiones manifiestan todas estas realidades si son de verdad la marcha ordenada y piadosa de una comunidad y no únicamente una sucesión de individuos o un pretexto para el arte o el folklore.

  • Profetismo: Todas las religiones del antiguo oriente atestiguan la presencia de unos predicadores de oficio, los cuales se suponen hablar en nombre de la divinidad. Tal es la misión de los profetas, que la tradición bíblica presenta como portavoces de Yahvé para transmitir sus designios al pueblo.

Los profetas eran carismáticos empedernidos que, aun sin despreciar el culto oficial tan mimado por los sacerdotes, clamaban sin tregua por una mayor fidelidad a los compromisos adquiridos con Yahvé, el cual reprobaba obviamente cuantos brotes de injusticia u opresión pudieran desorientar al pueblo. Los profetas tuvieron el valor de afrontar sin remilgos las situaciones más conflictivas. Ello les granjeó el odio de los poderosos que a veces atentaron con éxito contra sus vidas. Sin embargo, la obra profética dio frutos sazonados, hasta el punto de que sin ella el pueblo no habría podido ser fiel a su compromiso religioso.

  • Proselitismo: El proselitismo ha sido calificado por el Consejo Mundial de las iglesias como "corrupción del testimonio cristiano". Aparece el proselitismo cuando se adultera la evangelización por la corrupción de los medios, bien por el uso de una presión indebida, bien porque no se respetan las exigencias de la libertad religiosa.

Algunos distinguen dos clases de proselitismo: el sustantivo, que procede de la corrupción del contenido y finalidad de la evangelización, y el modal, derivado de la corrupción de los medios. De ordinario surge el proselitismo por desvío de la misión evangelizadora de la iglesia, por una actitud escasamente ecuménica y por un atropello de la libertad religiosa. De ahí que el proselitismo sea acción antievangélica, antiecuménica e injusta. El proselitismo es un contrasigno cristiano de primera magnitud. Revela las fuerzas del mal que se oponen a la obra de la salvación del mundo. Frente a la evangelización, que es proselitismo es tentación y pecado destructor de la edificación de la iglesia.

  • Protestantismo: En la actualidad, protestantismo designa al conjunto de iglesias y sectas que provienen de la Reforma del siglo XVI. Forman un conjunto bastante heterogéneo y con grandes diferencias doctrinales, sacramentales y de estructura eclesiástica. Estas divergencias confesionales se expresan en la diversidad de asociaciones de iglesias y en la falta de comunión plena entre algunas de ellas que ni siquiera llegan a reconocer los ministerios de las otras. No hay una iglesia luterana, sino una Confederación mundial de iglesias luteranas, fundada en 1947, a la que no pertenecen todas ellas.

Junto con al luteranismo, las iglesias reformadas de proveniencia calvinista y las iglesias anglicanas constituyen las otras dos grandes ramas protestantes. El movimiento anglicano es el más cercano al católico, y uno de los grandes problemas que plantea es el del reconocimiento católico de las ordenaciones anglicanas. Por el contrario, las iglesias calvinistas son las que se han desarrollado de una forma más distante de la iglesia católica y las que revelan una mayor heterogeneidad doctrinal, sacramental y estructural, ocupando el luteranismo un puesto intermedio. Actualmente hay un proceso de diálogo y de aproximación interconfesional, tanto de las confesiones protestantes entre sí como respecto a las iglesias católica y ortodoxa. Ha habido acercamientos significativos en lo concerniente a la doctrina de la justificación, a la relación entre la Escritura y la tradición, y en algunos sacramentos como el bautismo y la eucaristía. Pero en los sacramentos y en la valoración de la ministerialidad de la iglesia subsisten graves divergencias, así como en lo referente a la función eclesial del Papa.

  • Pueblo de Dios: El Concilio Vaticano II, una vez establecido el carácter mistérico de la iglesia en el capítulo primero de la constitución Lumen gentium, ha escogido el título de pueblo de Dios como el más apto para definir el misterio de la iglesia. Así culmina el desarrollo teológico, tanto protestante como católico, que desde la década de los años cuarenta se centra en este título como el que mejor expresa la índole de la iglesia. Es además un concepto eclesiológico con amplias resonancias bíblicas, apto para facilitar un consenso ecuménico.

En cuanto pueblo de Dios, la iglesia es fraternidad de iguales. Las diferencias jerárquicas y carismáticas no pueden marginar la dignidad común, el protagonismo de todos en virtud de la consagración bautismal, y el carácter comunitario que se contrapone a una masa amorfa y pasiva. En ella debe reinar la libertad de los que se saben hijos de Dios en el Hijo y no en el miedo de los siervos que no se atreven a exteriorizarse y a vivir en la autenticidad. En ella no son válidas las diferencias de clase social, de nacionalidad, de color de la piel o de sexo. Esto es un programa y un imperativo para la comunidad que debe reflexionar a la luz del Espíritu sobre cuanto hay en ella de mundano, de forman encubiertas de racismo o de clasismo, de machismo y de nacionalismos particularistas. Sólo así puede realizarse la iglesia como "el tercer pueblo" que proclamaban los padres de la iglesia antigua.

  • Redención: Redención, del latín redimere, significa rescate de un esclavo para asegurarle la libertad. El uso bíblico de este término, destinado a designar la acción salvadora de Dios, lo ha convertido en la palabra por excelencia para expresar el sentido de la cruz de Cristo.

La noción rescate es hoy una noción polémica, ya que si nuestro mundo está lejos de haber abolido toda esclavitud, las nuevas servidumbres no se expresan o se combaten en las formas jurídicas greco-romanas. A lo largo de la historia de la teología, asistimos a un intento de racionalizar la imagen de rescate, elaborando así una verdadera mitología. Dos respuestas dominan la tradición. La primera (la de la mayoría de los antiguos) considera que el rescate se tiene que pagar al diablo, que nos tiene cautivos; la otra a partir de san Anselmo, dice que se tiene que pagar a Dios. Las dos respuestas son una metáfora, en el sentido de que el diablo no podría tener ningún derecho, propiamente hablando, mientras que, por lo que toca a Dios, siendo él mismo el autor de nuestra redención, la idea de una deuda que se pagaría a él no es lógica.

  • Religión: Con el término religión se hace una referencia genérica al problema de la relación entre hombre y trascendencia. Tal relación ha tenido una multiplicidad de manifestaciones históricas; a veces de tal disparidad que dificulta el llegar a una acepción común. Sin embargo a lo largo de la historia de la humanidad, hasta hoy, se ha dado un tipo de fenómenos sociales suficientemente característicos que llamamos religiones. No es fácil precisar su núcleo común; pero a pesar de ello, pueden establecerse límites: uno para separar religión de magia; otro para delimitar lo religioso frente a otros fenómenos culturales (moral, filosofía, arte) que tienen en común el preocuparse por el sentido de la existencia.
  • Religiosidad popular: El fenómeno de la religiosidad popular ha sido una constante en la historia de las religiones. El catolicismo no es una excepción: el catolicismo popular ha rodeado la vida del catolicismo institucionalizado como un horizonte envolvente. Sin embargo, ha estado ausente del campo de la reflexión teológica, pastoral e incluso sociológica. Como primera aproximación, se puede decir que la religiosidad popular no es sino una forma profundamente arraigada de cultura popular. Esta expresión podría designar: A) o bien la cultura de un pueblo en su totalidad; B) o bien la cultura de aquella parte de la población dotada de menores bienes, instrucción, poder, etc.
  • Religiosos: El estado canónico religioso, específicamente distinto del laical y del clerical, aunque no afecta a la estructura jerárquica de la iglesia, pertenece, sin embargo a la vida y santidad de la misma. La vida consagrada por la profesión de los consejos evangélicos es una forma estable de vivir, en la cual los fieles, siguiendo más de cerca de Cristo bajo la acción del Espíritu Santo, se dedican totalmente a Dios como a su amor supremo para que, entregados por un nuevo y peculiar título a su gloria, ala edificación de la Iglesia y la salvación del mundo, consigan la perfección de la caridad en el servicio del reino de Dios y, convertidos en signo preclaro en la Iglesia, preanuncien la gloria celestial.
  • Reliquias: Reliquias son lo que queda del cuerpo de un santo, de los instrumentos de martirio, de su vestido, etc., y que recibe la veneración de los fieles. El culto de las reliquias se halla en todas las religiones, tanto las primitivas como las más evolucionadas, como consecuencia de la importancia que en toda sociedad religiosa tiene el testimonio concreto de los personajes ejemplares. En el cristianismo e empezó venerando los cuerpos de los mártires y luego, sobre todo a partir del siglo IV también se mostró interés por los instrumentos de su martirio.
  • Resurrección: Comparado con las numerosas doctrinas de resurrección que caracterizaban a las antiguas religiones de Oriente Próximo (Osiris en Egipto, Tamuz en Babilonia, Attis en Asia Menor) el AT es de una suprema sobriedad a este respecto. Aquí Dios no es concebido como una divinidad de la fecundidad que debe renacer al ritmo de las diversas estaciones del año. Sin embargo, se insiste en la sucesión lineal de la historia que algún día llegará a su término coincidiendo con un juicio final de Dios. De una resurrección tanto individual como colectiva, no podemos encontrar traza expresa en los escritos del AT. En el NT la idea de resurrección se convierte en central. La intuición fundamental se asume indudablemente del AT: la victoria de Jesús y de los muertos no se concibe como una victoria cíclica (al ritmo de las estaciones) y cósmica de la vida sobre la muerte, sino como un acto escatológico y gratuito de Dios que pone un término definitivo al reino de la muerte.
  • Revelación: En el AT la relación cognoscitiva entre Dios y los hombres nunca se presenta a través del raciocinio o de la filosofía, ya que siempre se atribuye a Dios la iniciativa en estas relaciones. Por eso, siempre se habla de que Dios se revela a los hombres. Esta revelación divina se realiza de múltiples maneras. Pero lo más corriente es que Dios se manifieste por la palabra. La palabra reviste la forma de la ley, del oráculo profético o de la máxima sabiduría. Pero quizá la marca característica de la religión de Israel es la revelación de Dios en la historia. En el NT, la revelación es el acontecimiento por el que Dios se da a conocer a los hombres. Este acontecimiento es la venida de Jesucristo al mundo.
  • Rito: En sentido muy amplio, rito es toda acción realizada de acuerdo con unas normas, repetida según unos ritmos determinados y dotada de una intención significativa que va más allá de su finalidad aparente. Observancia, repetición, sentido: son los tres ingredientes de todo rito. Un rito no es una acción cualquiera. Hay rito cuando el hombre quiere expresar aspectos profundos de su existencia que superan la comprensión conceptual y la utilidad inmediata. Encontramos ritos alrededor de los actos más fundamentales de la vida: nacimiento, muerte, comida, relación sexual. La fe cristiana en la medida en que es una realidad verdaderamente encarnada en el hombre, no puede dejar de tener su expresión ritual. Por ello, el cristianismo comporta desde sus orígenes la utilización de ritos sagrados, los más importantes de los cuales son los sacramentos.
  • Rosario: El rosario es un ejercicio de piedad popular, originado en el siglo XII y difundido por los cistercienses, que consiste en recitar 150 avemarías en recuerdo de los 150 salmos y que, por ello también se ha llamado el "salterio de María". En el siglo XIII, santo Domingo de Guzmán reestructuró el rezo del rosario, añadiéndole la contemplación de los misterios o episodios de la vida de Cristo y de la Virgen María. Hoy día, el rosario se compone de tres partes, formada cada una por cinco series de diez avemarías, que se inician con un padrenuestro y concluyen con un gloriapatri. La primera está dedicada a los misterios gozosos(anunciación, visitación, nacimiento de Jesús, purificación, el niño perdido y hallado en el templo) la segunda; a los misterios dolorosos (oración del huerto, flagelación, coronación de espinas, la cruz a cuestas, crucifixión) finalmente la tercera contempla los misterios gloriosos (resurrección, ascensión, venida del Espíritu Santo, asunción y coronación de María).

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  • Sacramentos: La teología actual ha recuperado el sentido amplio de la palabra sacramento, entendida como toda manifestación sensible del misterio de la salvación. Así, el sacramento original es la humanidad de Cristo, ya que constituye la revelación definitiva del Padre y de su designio salvador. Por derivación de esta humanidad de Cristo, también es sacramento todo aquello que está en contacto con ella. En primer lugar, todos los hombres, de los que Cristo es cabeza. En segundo lugar, aquellos hombres y mujeres que, de un modo explícito, se adhieren al evangelio por la fe y la conversión.

Entre los variados signos litúrgicos de la iglesia, hay algunos llamados por antonomasia sacramentos, que constituyen la máxima expresión de la visibilidad de la gracia y de la salvación, y el punto culminante de la vida de la iglesia. Los siete sacramentos tienen importancia para la vida de la iglesia, y en cierta medida, todos gozan de la misma dignidad fundamental. Pero no todos son igualmente necesarios para cada uno de los cristianos, e incluso podemos hablar de ciertos sacramentos como más importantes en la estructura de la iglesia misma. Los siete sacramentos no forman un especie de sucesión lineal, en la que cada uno está situado en el mismo nivel que los demás: su situación respectiva se parece más bien a una constelación de tipo circular, cuyo centro está ocupado por la eucaristía, máxima realización de la iglesia y polo hacia el cual convergen todos los demás sacramentos.

  • Sacrificio: En todas las religiones, el sacrificio es el rito más importante y consiste en una acción simbólica en virtud de la cual los hombres reconocen la soberanía de la divinidad sobre todas las cosas. En muchas, el sacrificio llega a una gran complejidad ritual; por un lado, adquieren relieve los ritos de destrucción de una víctima como señal de renuncia y, por el otro, los ritos se interpretan como acciones eficaces para que el don pase de la esfera profana a la sagrada.
  • Sagrado: El término sagrado expresa un rasgo decisivo para comprensión de lo religioso (aunque por sí solo no baste). Se concibe como el polo contrapuesto a lo profano (pro-fanum: espacio delante de, y fuera del templo). Por tanto, remite a una definición previa de lo profano.

En una primera aproximación, lo profano puede concebirse como lo normal, lo cotidiano, lo disponible por el hombre. En consecuencia, lo sacro: 1. En una acepción amplia, manifestaría lo no-cotidiano, lo extraordinario, lo no-disponible por el hombre; ante lo cual experimentaría un sentimiento complejo de fascinación (el hombre es atraído) y temor (la atracción conlleva un respeto reverencial por lo que se manifiesta como "otro). 2. En una acepción estricta, lo sagrado religioso aparece como una manifestación de "lo totalmente otro" (lo divino). Se produce así la "hierofanía": lo divino se deja traslucir a través de las cosas.

  • Santidad: El término santidad se repite a lo largo de la historia como encarnación de la voluntad de Dios sobre el hombre. No obstante, la santidad tiene, por muchos conceptos, un halo de irrealismo, que no le beneficia en nada. Trataremos de presentar la santidad insistiendo precisamente en el realismo que debe encerrar si quiere responder a su origen. Su origen es la Trinidad, cuya dimensión salvadora tiene que entrar en la vida cristiana.

Para el cristiano, no hay otro Dios que el Dios de nuestro Señor Jesucristo. Y por eso, una santidad que tiene su origen en Dios no puede manifestarse espléndidamente en Jesús. Es a él, el santo de Dios, a quien se debe acudir para saber quién es cristianamente santo. De hecho, la santidad ha superado hoy el encuadramiento eclesiológico, como último y radical, y lo ha dirigido a la cristología.

  • Santidad de la Iglesia: La santidad es una de las notas de la iglesia, es decir, una de las características por las que se distingue la verdadera iglesia de Cristo de cualquier otra confesión. Hay que distinguir entre la santidad objetiva y la santidad subjetiva de la iglesia. La santidad objetiva significa que la iglesia es el medio de la gracia y de la salvación en el mundo. Esto no viene a indicar que la iglesia es santa primeramente en sus principios formales, es decir, en lo que ha recibido y recibe de Dios para ser iglesia, sacramento universal de salvación. Estos principios formales son el depósito de la fe, los sacramentos y los ministerios correspondientes. Estas realidades son santas por proceder de Dios, y apuntan a la santidad. En todo esto se trata de realidades santas porque son instrumentos por los que Dios santifica.

Pero la santidad de la iglesia implica algo más. Subjetivamente, la iglesia es santa también porque nunca faltará en ella la santidad subjetiva de sus miembros, es decir, en la iglesia siempre ha habido y habrá personas dotadas de santidad. Esto no quiere decir que sólo los santos pertenezcan a la iglesia. A ella pertenecen también los pecadores y en ella habrá siempre pecadores. La iglesia ha sostenido una y otra vez, con toda firmeza, la pertenencia a ella de los pecadores. Esto quiere decir, no sólo que en la iglesia siempre hay y habrá pecadores, sino que también la misma iglesia es pecadora, en cuanto que sus propios miembros, incluso como representantes oficiales de ella, son y seguirán siendo pecadores. Por consiguiente, cuando hablamos de la santidad de la iglesia, queremos decir que el cuerpo de la iglesia, manchado por el pecado, no puede quedar tan desfigurado que desaparezca de él el Espíritu de Dios y la poderosa gracia de Dios para bien de los hombres.

  • Santuario: El término santuario designa, en fenomenología religiosa, un lugar sagrado natural -gruta, monte, fuente-, sacralizado por una teofanía y que se constituye por la erección de un altar, de una piedra, de una imagen, etc., y más tarde por la construcción de un templo. A veces, la palabra santuario designa la parte más santa de un templo, como el llamado santo de los santos del templo de Jerusalén. También en las iglesias cristianas se acostumbra a llamar santuario al presbiterio, sobre todo, como sucede entre los orientales, si está separado de la nave.

Se considera santuario a "una iglesia u otro lugar sagrado donde los fieles, por una particular razón de piedad, van frecuentemente en peregrinación, con la aprobación del ordinario de lugar". El origen de los santuarios puede ser muy variado, pero siempre tiene algo que ver con la devoción a un santo o a la Virgen María y, más raramente, a algún misterio de la vida de Cristo. A menudo, los santuarios están vinculados a apariciones de la Virgen o al hallazgo de imágenes que se consideran milagreras.

  • Secta: El término secta no es unívoco. Puede entenderse en sentido estrictamente teológico o en sentido sociológico. Su etimología también es ambigua. Podía venir del latín secatum (cortado), lo que encaja en su significado teológico; o bien de secutum (siguió), lo que encaja en su sentido sociológico, sin excluir el teológico.

En sentido teológico, secta se refiere a los aspectos doctrinales por los que un grupo se separa o es cortado del cuerpo religioso principal, el cual define la ortodoxia. En sentido sociológico, las sectas son movimientos de protesta religiosa, inicialmente pequeños, que se agrupan por lo general en torno a un líder (seguidores). El compromiso con la secta es voluntario, pero sólo se admite en ella a aquellas personas que han probado su convicción; el seguir perteneciendo a ella se basa en el sometimiento constante a sus creencias y prácticas. Rechazan la autoridad de la religión establecida en la sociedad, que por lo común se juzga acomodaticia

  • Secularización: Secularización designa el proceso por el que algo se convierte en secular (del latín saeculum). Saeculum puede indicar un lapso de tiempo, una centuria o una época en general, o bien el espíritu de esa época.

El término secularización, como tal, aparece en la paz de Westfalia (1648) para designar la transferencia de terrenos y propiedades de la iglesia al estado. En el siglo XIX aparece una sociedad secular, como organización de carácter militante que pretende interpretar y estructurar la vida sin recurso a lo sobrenatural. En el siglo XX, al nacer la sociología como disciplina, secularización comienza a ser usado como término meramente descriptivo y neutral; así pasa al léxico de los historiadores. En teología, sin embargo, sigue designando un fenómeno religiosamente negativo, es decir, la pérdida de influjo social, cultural y político por parte de las iglesias.

  • Semana Santa: La semana santa, denominada antiguamente semana mayor o semana grande, es la semana que conmemora la pasión de Cristo. Se compone de dos partes: el final de la cuaresma (del domingo de ramos al miércoles santo) y el triduo pascual (jueves, viernes y sábado-domingo). Es el tiempo de más intensidad litúrgica de todo el año. Ha calado hondamente en el catolicismo popular, sobre todo a través de las procesiones.

En la semana santa se pueden descubrir cuatro estratos correspondientes a diferentes épocas: 1) La celebración sacramental de la noche pascual por medio del bautismo, confirmación y eucaristía. El triduo pascual nació en torno a la celebración de esta noche. Es la denominada capa mistérica. 2) Las representaciones de los hechos históricos, como puede observarse en la procesión de ramos, lavatorio de pies y adoración de la cruz el viernes santo. Es la capa psicológica. 3) El desarrollo de las funciones preparatorias que llegan a constituirse en celebraciones que ensombrecen las acciones hacia las cuales se ordenan, como la bendición de los ramos, el monumento del jueves o la consagración de los óleos. Son los ritos preparatorios. 4) La superposición de actos piadosos correspondientes al catolicismo popular, como visitan al monumento, hora santa, vía crucis populares, procesiones espectaculares, representaciones teatrales, actos de hermandades. Es la capa de religiosidad popular.

  • Signos de los tiempos: La expresión signos de los tiempos fue utilizada oficialmente por primera vez en la bula de Juan XXIII, Humanae salutis, que convocaba el concilio. De un modo manifiesto se señalan ahí cuatro signos de los tiempos contemporáneos: la socialización, la emancipación de las clases trabajadoras, el ingreso de la mujer en la vida pública y la libertad de los pueblos oprimidos.

En resumen, signos de los tiempos son los acontecimientos históricos suficientemente densos, universales y repetidos, captados por la conciencia de los hombres, con el significado especial de revelar la dirección hacia la cual se orienta conscientemente la humanidad, de acuerdo a sus necesidades y aspiraciones.

  • Sínodo: El Sínodo de Obispos, dice el nuevo código, "es una asamblea de obispos escogidos de las distintas regiones del mundo, que se reúnen en ocasiones determinadas para fomentar la unión estrecha entre el Romano Pontífice y los obispos, y ayudar al papa con sus consejos" respecto de la fe y las costumbres, la disciplina y la acción de la iglesia en el mundo. En un sentido general, sínodo es la reunión de representantes cualificados de un iglesia o de varias para poner en común experiencias y problemas, y lograr soluciones comunes.
  • Superstición: Etimológicamente, superstición viene del latín superstitio. Pero, a su vez, la etimología latina es incierta. Una posible (super-stantium-superstuitio) indicaría el excesivo y vano temor de las cosas que "están sobre nosotros" como los dioses y los astros. El concepto -teológico- alude siempre a un exceso en las prácticas de religión y culto. Así, para santo Tomás, la superstición es un "vicio opuesto a la virtud de la religión por exceso... porque da culto divino a quien no debe darse, o de la manera que no debe darse".

Según esto, caben dos géneros fundamentales de superstición: a) Se da culto religioso a quien se debe, pero de manera indebida. Así, ciertas prácticas, usuales en ciertos estratos de población, y que se incorporan al culto de algunos santos especialmente populares (por ejemplo san Antonio de Padua); o a ciertas imágenes concretas de Cristo o de la Virgen; o simplemente el recitado de ciertas oraciones a las que se vinculan efectos cuasi infalibles. b) Un segundo género de superstición: se da culto religioso a quien no debe darse. Dentro de él, el pensamiento teológico clásico distingue tres especies: idolatría, adivinación y vana observancia (hechicería). A inicio de página T

  • Tentación: Tentación es una palabra clásica en la vida espiritual, venida a menos por el campo estrecho en que se ha movido y por la personalidad escrupulosa que engendraba, y recuperada desde las tentaciones de Jesús. No es desdoro hablar de la tentación. Lo importante es situarla en su debido lugar.

Existe la secreta convicción de que la tentación es una realidad negativa. Esa secreta convicción continúa todavía. Los cristianos siguen acusándose de tener tentaciones. Sin embargo, la tentación no es negativa. Ni debe ser definida y entendida sencillamente como ocasión de pecado, porque también es ocasión de virtud. No obstante, sí parece verdad que la tentación no es algo aséptico e incoloro. Puede decirse que es una invitación al mal. El hecho de que tal invitación pueda ser descubierta, contrarrestada, rechazada, no quita que en el origen de la tentación haya una sugerencia al mal.

  • Teología: El término teología, palabra sobre Dios, tiene su historia ya en el ámbito greco-romano. Platón y Aristóteles conocieron ya el uso del término, según el cual los antiguos poetas eran denominados teólogos (teología en el sentido de mitología). Según Platón, la teología tiene la misión de liberar a los mitos, narraciones y leyendas griegas sobre los dioses, de las imperfecciones y de lo que pudieran tener de sorprendente.

El término fue asumido por el cristianismo griego, en donde se distinguió teología y economía: economía significaba la comunicación histórica de la salvación de Dios, y teología la contemplación de esta comunicación, que es el elemento suprahistórico, sin el cual a historia salvadora no sería conocida con profundidad.

  • Tradición: La tradición, ley esencial de la palabra de Dios en la comunidad-iglesia, no implica una especie de inmovilismo, en la trascendencia totalmente objetiva y despersonalizada de una serie de proposiciones dogmáticas y preceptos morales.

Tradición es la presencia de la palabra de Dios, siempre idéntica a sí misma, pero continuamente encarnada en el hombre que la oye y que se dispone a oírla en un lugar preciso y en la situación en que se encuentra, en el espacio y en el tiempo, en el ambiente que lo envuelve, en los condicionamientos económicos, sociales, culturales que, a la vez, lo encierran y lo exaltan.

  • Triduo pascual: El domingo es a la semana lo que el triduo al año litúrgico, su culminación. Precisamente surge el triduo como celebración de la fiesta grande de la pascua, a partir de su vigilia. Incluye el triduo la totalidad del misterio pascual. San Ambrosio de Milán (Italia) y san Agustín de Hipona (África) lo denominaron "sagrado triduo de Cristo crucificado, sepultado y resucitado".

El triduo pascual comienza con la misa vespertina de la cena del Señor; la mañana del jueves es todavía cuaresma. Dicho de otro modo, el ayuno del jueves es pascual, no cuaresmal. Es el jueves pórtico de la pasión, testamento y memorial. El viernes santo se centra en el misterio de la cruz, instrumento de suplicio y de muerte (madero) sinónimo de redención (árbol). En el hecho de la cruz se refleja el sufrimiento de Cristo como amor que se anonada, y el juicio de Dios, junto al pecado de la humanidad, presentes en el anonadamiento de Jesús por Dios. Este día, denominado antiguamente al modo judío parasceve (preparación), es hoy "celebración de la pasión del Señor". Jesús murió el 14 de Nisán judío, que aquel año fue viernes. La iglesia decidió conmemorar la muerte de Cristo en viernes y su resurrección en domingo.

  • Trinidad: El paso de una fe monoteísta a una fe trinitaria no fue, para la iglesia primitiva, una cuestión fácil. Tampoco hoy lo es, ya que muchos consideran la doctrina sobre la Trinidad como una especulación para teólogos, que nada tiene que ver con la vida real. Además, ya es bastante difícil creer en la existencia de Dios y vivir de acuerdo con esta creencia; la creencia en la Trinidad ¿no viene a hacer más difícil todavía la vida de fe?

Trinidad es la palabra usada para indicar que Dios, tal como se experimenta en la fe cristiana, es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Esta palabra no aparece en la Escritura y no pertenece al mensaje primitivo, aunque el NT contiene fórmulas trinitarias explícitas. U

  • Unción: La unción es acción ritual religiosa, que consiste en ungir con aceite a personas o cosas, con el fin de separarlas del uso profano y lograr que queden penetradas de la fuerza divina. El uso del aceite, simple o enriquecido con otras materias aromáticas, es un elemento que forma parte de muchas religiones.

Los aceites utilizados son bendecidos solemnemente por el obispo en la misa crismal del jueves santo y reciben nombres diversos -crisma, óleo de los catecúmenos, óleo de los enfermos- según su composición y destino. Hay unciones en el bautismo, la confirmación, la ordenación de los obispos y presbíteros, la dedicación de las iglesias, la consagración de los altares, del cáliz y de la patena, etc.

  • Utopía: La palabra utopía apareció por primera vez en 1516 en el libro de Tomás Moro que lleva ese título. Fue un neologismo creado por él, que etimológicamente viene del griego ou tópos, "lo que no se encuentra en ningún lugar". Pero también podría derivarse de eû tópos, "el lugar de la dicha y de la felicidad". Y de hecho, con la descripción de la isla de Utopía que hace Tomás Moro cuadran los dos significados a la vez: es un orden social, no existente en ningún lugar de la tierra, donde reinan una justicia y felicidad completas.

Las utopías son, en primer lugar, proyección de las aspiraciones más profundas de la humanidad y satisfacen la necesidad de representar de alguna manera lo que no resulta accesible al conocimiento sensible. Participan simultáneamente del carácter propia de la obra literaria y filosófica, y tienen una intencionalidad fundamentalmente moral y política. V

  • Vía crucis: Vía crucis es un ejercicio piadoso vinculado a la devoción a la cruz de Cristo, que consiste en ir siguiendo, mientras se reza y medita ante diversas cruces o estaciones, los episodios del camino que hizo Jesús con la cruz a cuestas (de ahí el nombre de vía crucis: camino de la cruz) desde el pretorio de Pilato hasta el monte Calvario. Normalmente se practica en grupos, aunque también se puede hacer de modo individual, dando la vuelta al perímetro interior de las iglesias, donde habitualmente están erigidas las cruces o estaciones. En ciertas ocasiones, el vía crucis es practicado por calles y plazas en una procesión en que se lleva solemnemente una imagen de Cristo crucificado o una simple cruz desnuda: desde hace unos años, tiene un relieve especial el vía crucis que se celebra el viernes santo en el Colosseo de Roma, al que asiste personalmente el papa y que es retransmitido por televisión a muchos países católicos.
  • Vicario pastoral: Vicario, en general, es aquel que goza de potestad ordinaria vicaria, es decir, aquella que, yendo aneja a un oficio, se ejerce en nombre de otro, que actúa como principal. En nombre de Cristo actúa el papa en virtud de su potestad ordinaria y es el vicario pastoral supremo de la iglesia. En cuanto a la nueva figura del vicario episcopal encargado de la pastoral, y distinto del vicario general. Nos ocupamos, pues, aquí del llamado vicario parroquial (antiguos coadjutores). Es el cooperador del párroco y partícipe de su solicitud, unido al párroco por una misma voluntad y deseo y trabajando bajo su autoridad en el ministerio parroquial.

Z

  • Zona Pastoral: Para llevar a cabo la acción pastoral son necesarias las zonas pastorales, estructuras intermedias entre la parroquia y la diócesis. En la zona pastoral interesan todos los problemas humanos, especialmente la mentalidad, la vivencia y la práctica religiosa. La importancia de la zona es decisiva, ya que en ella convergen la mayor parte de los problemas y necesidades. Con frecuencia, la parroquia es demasiado pequeña, el arciprestazgo es limitado y la diócesis demasiado grande para que los problemas sean tratados convenientemente. La zona es necesaria en las regiones rurales de cara a una pastoral de conjunto. La zona pastoral urbana es más difícil de precisar. Evidentemente, para evangelizar en una ciudad hay que tener en cuenta todo su conjunto, así como la presencia de barrios enteros homogéneos. De hecho, ya existen las vicarías de zona en muchas urbes, de reciente creación, y los arciprestazgos, antiguos estructuras canónicas territoriales.

En la zona debe existir un responsable que coordine los esfuerzos de párrocos y arciprestes en una pastoral de conjunto, abierta a la orientación total diocesana. Pueden ayudarle los delegados de zona de los grandes sectores de la pastoral que trabajan directamente con las comisiones pastorales diocesanas. El responsable y los delegados de zona, junto con los arciprestes, constituyen el consejo o comisión pastoral de zona.

Fuente: "Diccionario abreviado de pastoral" (extractos), Casiano Floristán y Juan José Tamayo. Edit. Verbo Divino.

Selección: José Gálvez Krüger.