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Domingo, 24 de noviembre de 2024

Diferencia entre revisiones de «Ángeles: Pinturas de los Ángeles en común»

De Enciclopedia Católica

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Es muy celebrado el parecer de un Varon venerable, y ortodoxô, de Juan, digo, Obispo de Thesalónica, cuyo libro se leyó en el séptimo Concilio General, que fué el Niceno segundo, Act. 5. 257 Dícese allí, por lo que toca á los Angeles, y á sus venerables Imágenes, lo siguiente, que aunque es bastante sabido; con todo, porque no á todos es obvio, me ha parecido bien trasladarlo aquí: Dixo el Santo: En quanto á los Angeles,Arcangeles , y Potestades, en cuya clase pongo tambien á nuestras almas, este es el parecer de la Iglesia Católica: que son intelectuales, pero que no carecen enteramente de cuerpo, como vosotros Gentiles decís; sino que tienen un cuerpo tenue, y aereo, ó igneo, como se dice en el Salmo: Qui facit Angelos suos spiritus, & ministros ejus ignem urentem. De este parecer,sabemos haber sido muchos Santos Padres, y entre ellos S. Basilio por renombre el Grande, S. Athanasio, Methodio,  —115→  y los que le siguen. Solamente Dios es incorporeo, y tal, que no se puede figurar: pero las criaturas intelectuales, no son totalmente incorporeas, y pueden representarse con el pincel. Por esta misma razon, ocupan lugar, y tienen circunferencia. Y aunque no son corporeas como nosotros, esto es, compuestas de los quatro elementos, y de una materia crasa: nadie dirá sin embargo, que los Angeles, los demonios, ó las almas son incorporeas; pues muchas veces se han aparecido en su propio cuerpo, aunque solo les han visto aquellos, á quienes Dios abrió los ojos. Y así, pintamos nosotros, y adoramos á los Angeles, no como á Dios, sino como á criaturas intelectuales, y ministros de Dios; bien que no les pintamos, ni veneramos por verdaderamente incorporeos. Y la causa de pintarles en figura de hombres es, el haberse aparecido en esta forma, quando han exercido para con los hombres el ministerio á que Dios les ha enviado. Hasta aquí el citado Juan Obispo de Thesalónica.
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Es muy celebrado el parecer de un Varon venerable, y ortodoxô, de Juan, digo, Obispo de Thesalónica, cuyo libro se leyó en el séptimo Concilio General, que fué el Niceno segundo, Act. 5. 257 Dícese allí, por lo que toca á los Angeles, y á sus venerables Imágenes, lo siguiente, que aunque es bastante sabido; con todo, porque no á todos es obvio, me ha parecido bien trasladarlo aquí: Dixo el Santo: En quanto á los Angeles,Arcangeles , y Potestades, en cuya clase pongo tambien á nuestras almas, este es el parecer de la Iglesia Católica: que son intelectuales, pero que no carecen enteramente de cuerpo, como vosotros Gentiles decís; sino que tienen un cuerpo tenue, y aereo, ó igneo, como se dice en el Salmo: Qui facit Angelos suos spiritus, & ministros ejus ignem urentem. De este parecer,sabemos haber sido muchos Santos Padres, y entre ellos S. Basilio por renombre el Grande, S. Athanasio, Methodio,  —115→  y los que le siguen. Solamente Dios es incorporeo, y tal, que no se puede figurar: pero las criaturas intelectuales, no son totalmente incorporeas, y pueden representarse con el pincel.  
2 Aquí es, donde un esclarecido Autor (á quien nombro por alabarle) el Ilustrísimo Fr. Bartolomé de Carranza Miranda, dice, que el Concilio, mas parece haber aprobado, que desaprobado el parecer de dicho Padre: porque, en vista de lo que habia dicho el Obispo de Thesalónica, habló así el Patriarca Tharasio: Demuestra el Padre (el Obispo de Thesalónica) que es conveniente pintar á los Angeles, pues pueden circunscribirse, y se han aparecido en figura de hombres. A cuya exposicion, respondió unánimemente el Concilio: Etian Domine (que es formúla de aprobacion). Muchas cosas se incluyen en dichas palabras, que no es del presente instituto, detenernos demasiado en ellas. Baste por ahora poner á la vista, lo que advirtieron graves Theólogos, que no todas las cosas, y cada una de ellas en particular, que en los Concilios Ecuménicos se proponen, disputan, ó alegan, aun por los mismos Padres del Concilio, son decisiones, ó definiciones del Concilio:  —116→  antes bien, se dicen muchas cosas (que esto quiero disimularlo) solamente probables, y verisímiles, y otras tambien falsas, y que no pertenecen al asunto, en las quales nunca puede fundarse la decision, y definicion del Concilio, que principalmente pende de la siempre venerable mocion, é inspiracion del Espíritu Santo, aunque esta no sea con modo milagroso. Insistiendo, pues, en lo que vamos tratando, afirmo seriamente, que el Concilio Niceno segundo en ningun modo aprobó las palabras de Juan Obispo de Thesalónica; habiendo muchas entre ellas, que enteramente se apartan de la verdad, y del recto modo de pensar: y que en este particular, solo definió lo propuesto por el Patriarca Tharasio; esto es, que era lícito, y conveniente pintar á los Angeles. Véase á un Theólogo de grande juicio el P. Gabriel Vazquez en su erudita obra De Cultu, & Adoratione258, á Bubalo259, á los Padres Salmanticenses260, y al doctísimo, y Rmo. P. M. Fr. Francisco Zumel, el qual ha tratado de los Angeles con mucha afluencia, sutileza, y erudicion: pero no puedo abstenerme de citar aquí á un Varon muy sabio, y amigo mio, el Reverendísimo P. M. Fr. Manuel Navarro en el tom. de sus Prolegomenos de Angelis261.
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Por esta misma razon, ocupan lugar, y tienen circunferencia. Y aunque no son corporeas como nosotros, esto es, compuestas de los quatro elementos, y de una materia crasa: nadie dirá sin embargo, que los Angeles, los demonios, ó las almas son incorporeas; pues muchas veces se han aparecido en su propio cuerpo, aunque solo les han visto aquellos, á quienes Dios abrió los ojos. Y así, pintamos nosotros, y adoramos á los Angeles, no como á Dios, sino como á criaturas intelectuales, y ministros de Dios; bien que no les pintamos, ni veneramos por verdaderamente incorporeos. Y la causa de pintarles en figura de hombres es, el haberse aparecido en esta forma, quando han exercido para con los hombres el ministerio á que Dios les ha enviado. Hasta aquí el citado Juan Obispo de Thesalónica.
3 Y que esto claramente haya sucedido en dicho lugar del Concilio, ó para hablar con mas verdad, en las citadas palabras de Juan Thesalonicense, que se leyeron, y recitaron en el Concilio: nadie podrá dudarlo, que verdaderamente merezca el nombre de Theólogo. Porque, aunque el decir que los Angeles carecen enteramente de cuerpo (ya sea este craso, y concreto como los nuestros, ya tenue, y sutil, que los Griegos llaman lekta\); no sea inmediato dogma de Fé, como  —117→  lo afirman con gran razon Theólogos muy hábiles; pues, dexando á parte á innumerables, que les atribuyen cuerpo, el Gran Padre de la Iglesia S. Agustin, no solo lo dudó, sino que en muchos lugares llevó abiertamente la sentencia contraria262: con todo, despues de haberse exâminado con mas cuidado, y diligencia la verdad de esta materia (lo que hizo principalmente el Angélico Doctor Santo Thomas263, y los que despues le han seguido); la proposicion de que los Angeles son incorporeos, y que carecen de toda materia, es tan cierta, y se halla autorizada con testimonios, y razones tan inconcusas, y convincentes, que la sentencia contraria con razon es tenida por erronea.
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4 He dicho esto, para poner mas en claro la razon sólida, y de que nadie puede dudar, por qué sea lícito, y conveniente el pintar á los Angeles en figura de varones, ó de jóvenes, la qual no es otra, sino el haberse aparecido muchas veces á los hombres baxo esta figura: de manera, que no hay cosa mas comun, y corriente, que verlos pintados como á unos niños, ó jovenes muy modestos, pero ágiles, y de bello parecer. Y que los Angeles se hayan aparecido freqüentísimamente en figura de hombres, es cosa que nadie la ignora: pues los que se aparecieron á Lot, y que habian de destruir las nefandas Ciudades, se manifiestaron en esta forma, no solo á Lot, sino tambien á los moradores de aquella Ciudad, como claramente se colige por lo que intentaron aquellos malvados, los quales, como estuviesen abrasados con la concupiscencia de la mas exêcrable luxuria, quisieron abusar injuriosamente de ellos, diciendo á Lot264: ¿Dónde están los varones, que de noche han entrado en tu casa? Hazlos salir aquí para que los conozcamos. No pudo ser, pues, menos, sino que les  —118→  parecieron hermosos jóvenes. Lo mismo puede confirmarse copiosamente de otros lugares, así de la Sagrada Escritura, como de la Historia Eclesiástica; pero es esto tan claro, que sería por demás querer detenernos en ilustrar esta materia.
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2 Aquí es, donde un esclarecido Autor (á quien nombro por alabarle) el Ilustrísimo Fr. Bartolomé de Carranza Miranda, dice, que el Concilio, mas parece haber aprobado, que desaprobado el parecer de dicho Padre: porque, en vista de lo que habia dicho el Obispo de Thesalónica, habló así el Patriarca Tharasio: Demuestra el Padre (el Obispo de Thesalónica) que es conveniente pintar á los Angeles, pues pueden circunscribirse, y se han aparecido en figura de hombres. A cuya exposicion, respondió unánimemente el Concilio: Etian Domine (que es formúla de aprobacion).  
5 Esto sentado, los errores que pueden cometerse en pintar á los Angeles, por la mayor parte se reducen á ciertos lugares generales, y comunes. Porque, el pintarlos como muchachos grandecillos, y de unos diez años, casi enteramente desnudos; es un abuso, que lo hemos ya reprehendido tratando de la desnudez de los cuerpos en las Imágenes Sagradas265: lo mismo digo, quando los pintan jóvenes, y casi del todo descubierto el muslo: porque esto, que los Pintores llaman elegancia de la Pintura, no podemos de ninguna manera admitirlo, antes bien con mucha razon lo reprobamos, como que no dice bien con la gravedad, y modestia christiana. Mas, el que los pinten con semblante hermoso, cabello rubio, y decentemente crespado, no me atrevo á condenarlo por error: pues con estos, y otros semejantes adornos, no intentan otra cosa los peritos Artífices, sino representarnos oportunamente, y ponernos á la vista del modo que humanamente se puede, la perfeccion de los Angeles, y la hermosura de su naturaleza, que nunca envejece. Ni debe hacer fuerza á nadie, el que un Escritor elegante, y erudito, parece haber reprobado las Imágenes de los Angeles pintados de esta suerte. Estas gon sus palabras266: No quieras figurarte á los Angeles, como los viste tal vez representados por los Pintores, y Poetas, con un semblante rodeado de admirable resplandor, caidos blandamente sobre su cuello sus cabellos rubios como el oro mas puro, y como que al parecer se mueven con el aura, ó vientecillo del mas suave zéfiro, sobre un cuello lucio, y blanco como  —119→  la nieve: saliéndoles de los hombros dos alas hermoseadas con un texido celestial del verdor de las flores, á semejanza del que vemos en los Pavos reales: de suerte, que representando con el mas blando, y proporcionado temperamento, los colores de oro, amarillo, azul, y purpúreo, ofrecen á la vista la misma variedad, que admiramos con gusto en el Arco Iris; á que se añade, el pintarles vestidos con una túnica de lienzo, guarnecida con encaxes finísimos, y ondeados en la orla, que les hace mas hermosos, y agraciados. Vuelvo á decir, que esto á nadie debe hacer fuerza: porque, á mas de que la artificiosa, y bellísima descripcion que hace de las Pinturas de los Angeles este Autor eloqüentisímo, mas parece que tira á poner á la vista de los lectores una elegante pintura de ellos con los mas vivos colores de la eloqüencia, que á querer debilitar, y hacer valer menos una invencion, ó pensamiento por otra parte piadoso, y sabio: si tienen en sí alguna fuerza la expresada autoridad, y aviso, no se dirige á otra cosa, sino á que nadie seriamente se imagine, y persuada, que en realidad son tales los Angeles, como se pintan aquí, ó en la tabla; y á que ninguno crea, que los crió Dios tales, como nos los proponen los Pintores: bien que no hay inconveniente, en que nos los figuremos vestidos con decoro, y decencia. De este modo explica el sentir de este Escritor, otro Autor muy erudito de la misma Compañía267. Con efecto, un Cardenal de la misma Religion, no solo lo concibe en estos términos, sino que afirma, que de hecho sucedió así, quando dixo elegantemente, hablando del Arcangel S. Gabriel268: Imitó el semblante de un joven muy hermoso, y resplandeciente; pero con un género de vestido, y aspecto mas magestuoso, que los de los demas  —120→  hombres: de suerte, que facilmente se podia comprehender, que baxo de aquel cuerpo estaba escondida alguna cosa mas que humana, y que no venia allí un hombre mortal, sino un Angel del Cielo. De todo lo qual, se manifiesta claramente ser cosa decente, y acertada, el pintar á los Angeles como unos jovenes hermosos, y alados, y que esta práctica generalmente recibida, no contiene en sí error alguno.
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Muchas cosas se incluyen en dichas palabras, que no es del presente instituto, detenernos demasiado en ellas. Baste por ahora poner á la vista, lo que advirtieron graves Theólogos, que no todas las cosas, y cada una de ellas en particular, que en los Concilios Ecuménicos se proponen, disputan, ó alegan, aun por los mismos Padres del Concilio, son decisiones, ó definiciones del Concilio:  —116→  antes bien, se dicen muchas cosas (que esto quiero disimularlo) solamente probables, y verisímiles, y otras tambien falsas, y que no pertenecen al asunto, en las quales nunca puede fundarse la decision, y definicion del Concilio, que principalmente pende de la siempre venerable mocion, é inspiracion del Espíritu Santo, aunque esta no sea con modo milagroso. Insistiendo, pues, en lo que vamos tratando, afirmo seriamente, que el Concilio Niceno segundo en ningun modo aprobó las palabras de Juan Obispo de Thesalónica; habiendo muchas entre ellas, que enteramente se apartan de la verdad, y del recto modo de pensar: y que en este particular, solo definió lo propuesto por el Patriarca Tharasio; esto es, que era lícito, y conveniente pintar á los Angeles.  
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Véase á un Theólogo de grande juicio el P. Gabriel Vazquez en su erudita obra De Cultu, & Adoratione258, á Bubalo259, á los Padres Salmanticenses260, y al doctísimo, y Rmo. P. M. Fr. Francisco Zumel, el qual ha tratado de los Angeles con mucha afluencia, sutileza, y erudicion: pero no puedo abstenerme de citar aquí á un Varon muy sabio, y amigo mio, el Reverendísimo P. M. Fr. Manuel Navarro en el tom. de sus Prolegomenos de Angelis261.
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3 Y que esto claramente haya sucedido en dicho lugar del Concilio, ó para hablar con mas verdad, en las citadas palabras de Juan Thesalonicense, que se leyeron, y recitaron en el Concilio: nadie podrá dudarlo, que verdaderamente merezca el nombre de Theólogo.  
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Porque, aunque el decir que los Angeles carecen enteramente de cuerpo (ya sea este craso, y concreto como los nuestros, ya tenue, y sutil, que los Griegos llaman lekta\); no sea inmediato dogma de Fé, como  —117→  lo afirman con gran razon Theólogos muy hábiles; pues, dexando á parte á innumerables, que les atribuyen cuerpo, el Gran Padre de la Iglesia S. Agustin, no solo lo dudó, sino que en muchos lugares llevó abiertamente la sentencia contraria262: con todo, despues de haberse exâminado con mas cuidado, y diligencia la verdad de esta materia (lo que hizo principalmente el Angélico Doctor Santo Thomas263, y los que despues le han seguido); la proposicion de que los Angeles son incorporeos, y que carecen de toda materia, es tan cierta, y se halla autorizada con testimonios, y razones tan inconcusas, y convincentes, que la sentencia contraria con razon es tenida por erronea.
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4 He dicho esto, para poner mas en claro la razon sólida, y de que nadie puede dudar, por qué sea lícito, y conveniente el pintar á los Angeles en figura de varones, ó de jóvenes, la qual no es otra, sino el haberse aparecido muchas veces á los hombres baxo esta figura: de manera, que no hay cosa mas comun, y corriente, que verlos pintados como á unos niños, ó jovenes muy modestos, pero ágiles, y de bello parecer.  
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Y que los Angeles se hayan aparecido freqüentísimamente en figura de hombres, es cosa que nadie la ignora: pues los que se aparecieron á Lot, y que habian de destruir las nefandas Ciudades, se manifiestaron en esta forma, no solo á Lot, sino tambien á los moradores de aquella Ciudad, como claramente se colige por lo que intentaron aquellos malvados, los quales, como estuviesen abrasados con la concupiscencia de la mas exêcrable luxuria, quisieron abusar injuriosamente de ellos, diciendo á Lot264: ¿Dónde están los varones, que de noche han entrado en tu casa? Hazlos salir aquí para que los conozcamos. No pudo ser, pues, menos, sino que les  —118→  parecieron hermosos jóvenes. Lo mismo puede confirmarse copiosamente de otros lugares, así de la Sagrada Escritura, como de la Historia Eclesiástica; pero es esto tan claro, que sería por demás querer detenernos en ilustrar esta materia.
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5 Esto sentado, los errores que pueden cometerse en pintar á los Angeles, por la mayor parte se reducen á ciertos lugares generales, y comunes.  
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Porque, el pintarlos como muchachos grandecillos, y de unos diez años, casi enteramente desnudos; es un abuso, que lo hemos ya reprehendido tratando de la desnudez de los cuerpos en las Imágenes Sagradas265: lo mismo digo, quando los pintan jóvenes, y casi del todo descubierto el muslo: porque esto, que los Pintores llaman elegancia de la Pintura, no podemos de ninguna manera admitirlo, antes bien con mucha razon lo reprobamos, como que no dice bien con la gravedad, y modestia christiana.  
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Mas, el que los pinten con semblante hermoso, cabello rubio, y decentemente crespado, no me atrevo á condenarlo por error: pues con estos, y otros semejantes adornos, no intentan otra cosa los peritos Artífices, sino representarnos oportunamente, y ponernos á la vista del modo que humanamente se puede, la perfeccion de los Angeles, y la hermosura de su naturaleza, que nunca envejece. Ni debe hacer fuerza á nadie, el que un Escritor elegante, y erudito, parece haber reprobado las Imágenes de los Angeles pintados de esta suerte. Estas gon sus palabras266: No quieras figurarte á los Angeles, como los viste tal vez representados por los Pintores, y Poetas, con un semblante rodeado de admirable resplandor, caidos blandamente sobre su cuello sus cabellos rubios como el oro mas puro, y como que al parecer se mueven con el aura, ó vientecillo del mas suave zéfiro, sobre un cuello lucio, y blanco como  —119→  la nieve: saliéndoles de los hombros dos alas hermoseadas con un texido celestial del verdor de las flores, á semejanza del que vemos en los Pavos reales: de suerte, que representando con el mas blando, y proporcionado temperamento, los colores de oro, amarillo, azul, y purpúreo, ofrecen á la vista la misma variedad, que admiramos con gusto en el Arco Iris; á que se añade, el pintarles vestidos con una túnica de lienzo, guarnecida con encaxes finísimos, y ondeados en la orla, que les hace mas hermosos, y agraciados. Vuelvo á decir, que esto á nadie debe hacer fuerza: porque, á mas de que la artificiosa, y bellísima descripcion que hace de las Pinturas de los Angeles este Autor eloqüentisímo, mas parece que tira á poner á la vista de los lectores una elegante pintura de ellos con los mas vivos colores de la eloqüencia, que á querer debilitar, y hacer valer menos una invencion, ó pensamiento por otra parte piadoso, y sabio: si tienen en sí alguna fuerza la expresada autoridad, y aviso, no se dirige á otra cosa, sino á que nadie seriamente se imagine, y persuada, que en realidad son tales los Angeles, como se pintan aquí, ó en la tabla; y á que ninguno crea, que los crió Dios tales, como nos los proponen los Pintores: bien que no hay inconveniente, en que nos los figuremos vestidos con decoro, y decencia. De este modo explica el sentir de este Escritor, otro Autor muy erudito de la misma Compañía267. Con efecto, un Cardenal de la misma Religion, no solo lo concibe en estos términos, sino que afirma, que de hecho sucedió así, quando dixo elegantemente, hablando del Arcangel S. Gabriel268: Imitó el semblante de un joven muy hermoso, y resplandeciente; pero con un género de vestido, y aspecto mas magestuoso, que los de los demas  —120→  hombres: de suerte, que facilmente se podia comprehender, que baxo de aquel cuerpo estaba escondida alguna cosa mas que humana, y que no venia allí un hombre mortal, sino un Angel del Cielo. De todo lo qual, se manifiesta claramente ser cosa decente, y acertada, el pintar á los Angeles como unos jovenes hermosos, y alados, y que esta práctica generalmente recibida, no contiene en sí error alguno.
 
6 Alados, digo, ó con alas, para reprehender aquí, no un error manifiesto, pero sí un modo bastante raro, que usó el celebérrimo Pintor Miguel Angelo, á quien con solo nombrarle se le elogia: cuya invencion refutó ya antes el erudito Italiano Andrés Gilio269, á quien citamos arriba270. Este, pues, con razon reprehende al mencionado Pintor, porque pintando á los Angeles, los pintaba en efecto como mozos; pero sin alas, ni plumas: porque decía (así me contó un Varon de singular autoridad, que freqüentemente lo referian los Pintores mas hábiles) que pintándolos con alas, no era extraño que volasen; pero que sí, era mucha maravilla, el que sin tenerlas, fuesen con un vuelo velocísimo á cumplir los mandatos de Dios. Pero, con licencia de este Varon tan grande, y de tan sobresaliente Pintor, diré, que semejante pensamiento es un despropósito, quando se trata de asuntos, que los Pintores proponen á la vista, y no á solo el entendimiento. Porque ¿quién podrá ignorar, que siendo los Angeles unas substancias sin cuerpo, no tienen alas, ni plumas corporeas? Pero ¿de qué otro modo, se podrá representar mas oportunamente á la vista su agilidad, y ligereza, sino pintándoles con alas, y plumas? Nada hay mas freqüente que esto, nada, de que tanto hayan usado los ingenios mas sublimes, como el atribuir alas á las cosas inanimadas, é insensibles, quando quieren significar su ligereza,  —121→  y velocidad. Y empezando por las fábulas, donde hay no poca instruccion, y mucho ingenio; aquel Mercurio, Intérprete de los Dioses, y angel, ó nuncio de Júpiter (pues los mismos muchachos saben, que el nombre de Angel no quiere decir otra cosa, sino nuncio, ó mensagero) le describen con alas los Poetas. Oigase por todos al Príncipe de ellos, el qual, hablando de Mercurio, ó de Hermes, dice271:
 
6 Alados, digo, ó con alas, para reprehender aquí, no un error manifiesto, pero sí un modo bastante raro, que usó el celebérrimo Pintor Miguel Angelo, á quien con solo nombrarle se le elogia: cuya invencion refutó ya antes el erudito Italiano Andrés Gilio269, á quien citamos arriba270. Este, pues, con razon reprehende al mencionado Pintor, porque pintando á los Angeles, los pintaba en efecto como mozos; pero sin alas, ni plumas: porque decía (así me contó un Varon de singular autoridad, que freqüentemente lo referian los Pintores mas hábiles) que pintándolos con alas, no era extraño que volasen; pero que sí, era mucha maravilla, el que sin tenerlas, fuesen con un vuelo velocísimo á cumplir los mandatos de Dios. Pero, con licencia de este Varon tan grande, y de tan sobresaliente Pintor, diré, que semejante pensamiento es un despropósito, quando se trata de asuntos, que los Pintores proponen á la vista, y no á solo el entendimiento. Porque ¿quién podrá ignorar, que siendo los Angeles unas substancias sin cuerpo, no tienen alas, ni plumas corporeas? Pero ¿de qué otro modo, se podrá representar mas oportunamente á la vista su agilidad, y ligereza, sino pintándoles con alas, y plumas? Nada hay mas freqüente que esto, nada, de que tanto hayan usado los ingenios mas sublimes, como el atribuir alas á las cosas inanimadas, é insensibles, quando quieren significar su ligereza,  —121→  y velocidad. Y empezando por las fábulas, donde hay no poca instruccion, y mucho ingenio; aquel Mercurio, Intérprete de los Dioses, y angel, ó nuncio de Júpiter (pues los mismos muchachos saben, que el nombre de Angel no quiere decir otra cosa, sino nuncio, ó mensagero) le describen con alas los Poetas. Oigase por todos al Príncipe de ellos, el qual, hablando de Mercurio, ó de Hermes, dice271:
  

Última revisión de 23:01 7 mar 2019

Es muy celebrado el parecer de un Varon venerable, y ortodoxô, de Juan, digo, Obispo de Thesalónica, cuyo libro se leyó en el séptimo Concilio General, que fué el Niceno segundo, Act. 5. 257 Dícese allí, por lo que toca á los Angeles, y á sus venerables Imágenes, lo siguiente, que aunque es bastante sabido; con todo, porque no á todos es obvio, me ha parecido bien trasladarlo aquí: Dixo el Santo: En quanto á los Angeles,Arcangeles , y Potestades, en cuya clase pongo tambien á nuestras almas, este es el parecer de la Iglesia Católica: que son intelectuales, pero que no carecen enteramente de cuerpo, como vosotros Gentiles decís; sino que tienen un cuerpo tenue, y aereo, ó igneo, como se dice en el Salmo: Qui facit Angelos suos spiritus, & ministros ejus ignem urentem. De este parecer,sabemos haber sido muchos Santos Padres, y entre ellos S. Basilio por renombre el Grande, S. Athanasio, Methodio, —115→ y los que le siguen. Solamente Dios es incorporeo, y tal, que no se puede figurar: pero las criaturas intelectuales, no son totalmente incorporeas, y pueden representarse con el pincel. Por esta misma razon, ocupan lugar, y tienen circunferencia. Y aunque no son corporeas como nosotros, esto es, compuestas de los quatro elementos, y de una materia crasa: nadie dirá sin embargo, que los Angeles, los demonios, ó las almas son incorporeas; pues muchas veces se han aparecido en su propio cuerpo, aunque solo les han visto aquellos, á quienes Dios abrió los ojos. Y así, pintamos nosotros, y adoramos á los Angeles, no como á Dios, sino como á criaturas intelectuales, y ministros de Dios; bien que no les pintamos, ni veneramos por verdaderamente incorporeos. Y la causa de pintarles en figura de hombres es, el haberse aparecido en esta forma, quando han exercido para con los hombres el ministerio á que Dios les ha enviado. Hasta aquí el citado Juan Obispo de Thesalónica.

2 Aquí es, donde un esclarecido Autor (á quien nombro por alabarle) el Ilustrísimo Fr. Bartolomé de Carranza Miranda, dice, que el Concilio, mas parece haber aprobado, que desaprobado el parecer de dicho Padre: porque, en vista de lo que habia dicho el Obispo de Thesalónica, habló así el Patriarca Tharasio: Demuestra el Padre (el Obispo de Thesalónica) que es conveniente pintar á los Angeles, pues pueden circunscribirse, y se han aparecido en figura de hombres. A cuya exposicion, respondió unánimemente el Concilio: Etian Domine (que es formúla de aprobacion).

Muchas cosas se incluyen en dichas palabras, que no es del presente instituto, detenernos demasiado en ellas. Baste por ahora poner á la vista, lo que advirtieron graves Theólogos, que no todas las cosas, y cada una de ellas en particular, que en los Concilios Ecuménicos se proponen, disputan, ó alegan, aun por los mismos Padres del Concilio, son decisiones, ó definiciones del Concilio: —116→ antes bien, se dicen muchas cosas (que esto quiero disimularlo) solamente probables, y verisímiles, y otras tambien falsas, y que no pertenecen al asunto, en las quales nunca puede fundarse la decision, y definicion del Concilio, que principalmente pende de la siempre venerable mocion, é inspiracion del Espíritu Santo, aunque esta no sea con modo milagroso. Insistiendo, pues, en lo que vamos tratando, afirmo seriamente, que el Concilio Niceno segundo en ningun modo aprobó las palabras de Juan Obispo de Thesalónica; habiendo muchas entre ellas, que enteramente se apartan de la verdad, y del recto modo de pensar: y que en este particular, solo definió lo propuesto por el Patriarca Tharasio; esto es, que era lícito, y conveniente pintar á los Angeles.

Véase á un Theólogo de grande juicio el P. Gabriel Vazquez en su erudita obra De Cultu, & Adoratione258, á Bubalo259, á los Padres Salmanticenses260, y al doctísimo, y Rmo. P. M. Fr. Francisco Zumel, el qual ha tratado de los Angeles con mucha afluencia, sutileza, y erudicion: pero no puedo abstenerme de citar aquí á un Varon muy sabio, y amigo mio, el Reverendísimo P. M. Fr. Manuel Navarro en el tom. de sus Prolegomenos de Angelis261. 3 Y que esto claramente haya sucedido en dicho lugar del Concilio, ó para hablar con mas verdad, en las citadas palabras de Juan Thesalonicense, que se leyeron, y recitaron en el Concilio: nadie podrá dudarlo, que verdaderamente merezca el nombre de Theólogo. Porque, aunque el decir que los Angeles carecen enteramente de cuerpo (ya sea este craso, y concreto como los nuestros, ya tenue, y sutil, que los Griegos llaman lekta\); no sea inmediato dogma de Fé, como —117→ lo afirman con gran razon Theólogos muy hábiles; pues, dexando á parte á innumerables, que les atribuyen cuerpo, el Gran Padre de la Iglesia S. Agustin, no solo lo dudó, sino que en muchos lugares llevó abiertamente la sentencia contraria262: con todo, despues de haberse exâminado con mas cuidado, y diligencia la verdad de esta materia (lo que hizo principalmente el Angélico Doctor Santo Thomas263, y los que despues le han seguido); la proposicion de que los Angeles son incorporeos, y que carecen de toda materia, es tan cierta, y se halla autorizada con testimonios, y razones tan inconcusas, y convincentes, que la sentencia contraria con razon es tenida por erronea.

4 He dicho esto, para poner mas en claro la razon sólida, y de que nadie puede dudar, por qué sea lícito, y conveniente el pintar á los Angeles en figura de varones, ó de jóvenes, la qual no es otra, sino el haberse aparecido muchas veces á los hombres baxo esta figura: de manera, que no hay cosa mas comun, y corriente, que verlos pintados como á unos niños, ó jovenes muy modestos, pero ágiles, y de bello parecer.

Y que los Angeles se hayan aparecido freqüentísimamente en figura de hombres, es cosa que nadie la ignora: pues los que se aparecieron á Lot, y que habian de destruir las nefandas Ciudades, se manifiestaron en esta forma, no solo á Lot, sino tambien á los moradores de aquella Ciudad, como claramente se colige por lo que intentaron aquellos malvados, los quales, como estuviesen abrasados con la concupiscencia de la mas exêcrable luxuria, quisieron abusar injuriosamente de ellos, diciendo á Lot264: ¿Dónde están los varones, que de noche han entrado en tu casa? Hazlos salir aquí para que los conozcamos. No pudo ser, pues, menos, sino que les —118→ parecieron hermosos jóvenes. Lo mismo puede confirmarse copiosamente de otros lugares, así de la Sagrada Escritura, como de la Historia Eclesiástica; pero es esto tan claro, que sería por demás querer detenernos en ilustrar esta materia. 5 Esto sentado, los errores que pueden cometerse en pintar á los Angeles, por la mayor parte se reducen á ciertos lugares generales, y comunes.

Porque, el pintarlos como muchachos grandecillos, y de unos diez años, casi enteramente desnudos; es un abuso, que lo hemos ya reprehendido tratando de la desnudez de los cuerpos en las Imágenes Sagradas265: lo mismo digo, quando los pintan jóvenes, y casi del todo descubierto el muslo: porque esto, que los Pintores llaman elegancia de la Pintura, no podemos de ninguna manera admitirlo, antes bien con mucha razon lo reprobamos, como que no dice bien con la gravedad, y modestia christiana.

Mas, el que los pinten con semblante hermoso, cabello rubio, y decentemente crespado, no me atrevo á condenarlo por error: pues con estos, y otros semejantes adornos, no intentan otra cosa los peritos Artífices, sino representarnos oportunamente, y ponernos á la vista del modo que humanamente se puede, la perfeccion de los Angeles, y la hermosura de su naturaleza, que nunca envejece. Ni debe hacer fuerza á nadie, el que un Escritor elegante, y erudito, parece haber reprobado las Imágenes de los Angeles pintados de esta suerte. Estas gon sus palabras266: No quieras figurarte á los Angeles, como los viste tal vez representados por los Pintores, y Poetas, con un semblante rodeado de admirable resplandor, caidos blandamente sobre su cuello sus cabellos rubios como el oro mas puro, y como que al parecer se mueven con el aura, ó vientecillo del mas suave zéfiro, sobre un cuello lucio, y blanco como —119→ la nieve: saliéndoles de los hombros dos alas hermoseadas con un texido celestial del verdor de las flores, á semejanza del que vemos en los Pavos reales: de suerte, que representando con el mas blando, y proporcionado temperamento, los colores de oro, amarillo, azul, y purpúreo, ofrecen á la vista la misma variedad, que admiramos con gusto en el Arco Iris; á que se añade, el pintarles vestidos con una túnica de lienzo, guarnecida con encaxes finísimos, y ondeados en la orla, que les hace mas hermosos, y agraciados. Vuelvo á decir, que esto á nadie debe hacer fuerza: porque, á mas de que la artificiosa, y bellísima descripcion que hace de las Pinturas de los Angeles este Autor eloqüentisímo, mas parece que tira á poner á la vista de los lectores una elegante pintura de ellos con los mas vivos colores de la eloqüencia, que á querer debilitar, y hacer valer menos una invencion, ó pensamiento por otra parte piadoso, y sabio: si tienen en sí alguna fuerza la expresada autoridad, y aviso, no se dirige á otra cosa, sino á que nadie seriamente se imagine, y persuada, que en realidad son tales los Angeles, como se pintan aquí, ó en la tabla; y á que ninguno crea, que los crió Dios tales, como nos los proponen los Pintores: bien que no hay inconveniente, en que nos los figuremos vestidos con decoro, y decencia. De este modo explica el sentir de este Escritor, otro Autor muy erudito de la misma Compañía267. Con efecto, un Cardenal de la misma Religion, no solo lo concibe en estos términos, sino que afirma, que de hecho sucedió así, quando dixo elegantemente, hablando del Arcangel S. Gabriel268: Imitó el semblante de un joven muy hermoso, y resplandeciente; pero con un género de vestido, y aspecto mas magestuoso, que los de los demas —120→ hombres: de suerte, que facilmente se podia comprehender, que baxo de aquel cuerpo estaba escondida alguna cosa mas que humana, y que no venia allí un hombre mortal, sino un Angel del Cielo. De todo lo qual, se manifiesta claramente ser cosa decente, y acertada, el pintar á los Angeles como unos jovenes hermosos, y alados, y que esta práctica generalmente recibida, no contiene en sí error alguno. 6 Alados, digo, ó con alas, para reprehender aquí, no un error manifiesto, pero sí un modo bastante raro, que usó el celebérrimo Pintor Miguel Angelo, á quien con solo nombrarle se le elogia: cuya invencion refutó ya antes el erudito Italiano Andrés Gilio269, á quien citamos arriba270. Este, pues, con razon reprehende al mencionado Pintor, porque pintando á los Angeles, los pintaba en efecto como mozos; pero sin alas, ni plumas: porque decía (así me contó un Varon de singular autoridad, que freqüentemente lo referian los Pintores mas hábiles) que pintándolos con alas, no era extraño que volasen; pero que sí, era mucha maravilla, el que sin tenerlas, fuesen con un vuelo velocísimo á cumplir los mandatos de Dios. Pero, con licencia de este Varon tan grande, y de tan sobresaliente Pintor, diré, que semejante pensamiento es un despropósito, quando se trata de asuntos, que los Pintores proponen á la vista, y no á solo el entendimiento. Porque ¿quién podrá ignorar, que siendo los Angeles unas substancias sin cuerpo, no tienen alas, ni plumas corporeas? Pero ¿de qué otro modo, se podrá representar mas oportunamente á la vista su agilidad, y ligereza, sino pintándoles con alas, y plumas? Nada hay mas freqüente que esto, nada, de que tanto hayan usado los ingenios mas sublimes, como el atribuir alas á las cosas inanimadas, é insensibles, quando quieren significar su ligereza, —121→ y velocidad. Y empezando por las fábulas, donde hay no poca instruccion, y mucho ingenio; aquel Mercurio, Intérprete de los Dioses, y angel, ó nuncio de Júpiter (pues los mismos muchachos saben, que el nombre de Angel no quiere decir otra cosa, sino nuncio, ó mensagero) le describen con alas los Poetas. Oigase por todos al Príncipe de ellos, el qual, hablando de Mercurio, ó de Hermes, dice271:

............Ille patris magni parere parabat Imperio. Et primum pedibus talaria nectit Aurea, quæ sublimem, sive æquora supra, Seu terram, rapido pariter cum flamine portant.


Atribuye tambien alas á la Fama el mismo Poeta, en otro lugar bastante famoso, y elegante, que no puedo menos de referirlo en parte272:

Fama malum, quò non aliud velocius ullum Mobilitate viget, viresque adquirit eundo. Parva metu primò, mox sese attollit in auras; Ingrediturque solo, & caput inter nubila condit. Illam terra parens, ira irritata deorum, Extremam (ut perhibent) Cœo Enceladoque sororem Progenuit, pedibus celerem, & pernicibus alis, Monstrum horrendum, ingens: cui quot sunt corpore plumæ, Tot vigiles oculi subter.


El referido Poeta, da tambien alas al rayo, que es la cosa mas veloz que conocemos (y para decirlo en breve) estas son sus palabras: Et fulminis ocyor alis. Pero ¿para qué necesitamos de mas testimonios? Hornero, Homero digo, aquel, que se puede llamar fuente de todos los ingenios, á cada paso atribuye alas á las mismas —122→ palabras; porque con admirable velocidad, hieren los oidos de aquellos con quienes hablamos: suya es aquella expresion, que freqüentemente repite273:

Esto es:

Ipsum affata palam est, & verba volucria dixit.


No puedo yo despedirme ahora de esta materia, y con efecto mal satisfecho la concluyera, si al célebre Miguel Angelo Italiano, no le opusiera otro célebre Italiano; lo que no será fuera de propósito, puesto que no difieren mucho las profesiones de ambos, y que de una, y otra, es propia la delicadeza, y el gusto. A un Pintor, pues, de tanta fama como Miguel Angelo, opongo un Poeta no menos famoso, y que debe contarse entre los mas esclarecidos. Este es Torquato Taso, varon á la verdad grande, el qual casi al principio de su grande obra, describe primorosamente la embaxada del Arcangel San Gabriel al Rey Gofredo, haciéndonos una bella pintura del Mensagero celestial, á quien le atribuye alas, y plumas. Las palabras de este insigne, y eruditísimo, Poeta son las siguientes274:

Ali bianche vesti, c' han d' or le cime Infaticabilmente agili, e preste, Fende i venti, e le nubi, e vá sublime Soura la terra, e soura il mar con queste. Così vestito indirizzosi á l' ime Parti del mondo il Messaggier celeste. Pria sul Libano monte ei si ritenne, E si libró sú l' adeguate penne.


7 Mas estas cosas, como tomadas de los sentidos —123→ materiales del hombre, parecerán á alguno sobradamente groseras. Enhorabuena: pero, ya que la disputa es de cosas muy sagradas, razon será que tratemos de ellas. En las Sagradas Letras, se hace freqüente mencion de los Serafines, y Querubines: mas, pregunto, ¿con qué género de vestido se han dexado estos ver de los hombres, á quienes quiso Dios que se les manifestasen? Ciertamente, no se han visto de otro modo, sino con plumas, y alas, y no como quiera con dos, ó quatro, como quieren algunos, sino con seis, segun claramente lo dice el mismo Texto de la Escritura, que ahora no quiero explicar mas, por quanto de esto trataré mas largamente despues275. Y no solo hace mencion la Sagrada Escritura de alas, y plumas; sí tambien del mismo vuelo, para que sirven las alas. Así dice el Texto Sagrado276: Voló hácia mí uno de los Serafines, y en su mano tenia un carbón encendido. Y en el Apocalipsis de S. Juan, quando se describe, como freqüentísimamente lo hacen los Predicadores, aquella muger coronada de estrellas, y vestida del Sol, se dice tambien una cosa, que hace mucho á nuestro intento277: Y diéronsele á esta muger dos alas de águila grande, para que volase al desierto. Dando á entender la Escritura, que no sería correspondiente el vuelo, á quien no tuviera alas. Ademas (pues no quiero pasar esto en silencio) que algunos Padres de la Iglesia, y Autores de mucha nota, afirman llamarse los Angeles páxaros, y aves. Pues sobre aquello del Apocalipsis278: Ví á un Angel, que estaba en el Sol, y que daba grandes voces, diciendo á todas las aves que volaban por en medio del Cielo; Andrés Obispo de Capadocia, dice, que en nombre de aves del Cielo se entienden los Angeles; y da una razon muy buena, á saber: Porque vuelan muy alto, y en medio del Cielo, y de la Tierra, y porque de —124→ allí baxan para instruirnos. Acerca de lo qual, Thomas de Cantimprato refiere una agradable historia, y no inverisimil279. Dice, que á cierta muger, venerable por su mucha virtud, y paciencia, estando enferma en su cama muchos años antes de su muerte, una ave de admirable belleza, y hermosura la consolaba con suavísimas, é inefables voces. Y habiéndole preguntado (dice este pío Autor) ¿qué canto de páxaro era el que remedaba dicha ave? No hay en la tierra otra, respondió la enferma, con quien se pueda cotejar. Ni me deleyto solamente con el oido, sino que se alegra tambien mi corazon, y me siento inflamada para ir á gozar de la eterna bienaventuranza. ¿Qué puedo pensar yo de esta ave (concluye refiriendo este caso un Autor de mucha piedad, y lectura280), sino que era un Angel? Quede, pues, sentado, que mas que haya intentado lo contrario este insigne Pintor, deben pintarse los Angeles con alas, y plumas. 8 Por lo que toca á pintar los Angeles llorando, é hinchados sus ojos por las muchas lágrimas, digo, que algunas veces no se hará mal, y se obrará con prudencia en pintarlos así, y que otras será cosa inepta, y ridícula el pintarlos de este modo, como si se pintára á un Angel llorando por una friolera, y bagatela: por exemplo (segun referimos arriba) quando pintaron á un Angel llorando por haberse quebrado un plato de la mesa; ó si se le pintára derramando lágrimas por otra grandísima nonada. Pues nadie dexará de conocer, ser esta una cosa absurda, y que no puede menos de parecer ridicula á qualquier hombre de juicio. Pero al contrario, será de hombre prudente, y juicioso el pintar á los Angeles llorando por alguna cosa, que fuera digna de sus lágrimas, si de estas fuesen ellos —125→ capaces; como es la crueldad de la Pasion, y Muerte de Jesu-Christo. En este lance, vemos freqüentemente pintados á los Angeles con un semblante triste, y derramando lágrimas, lo que Pintores sabios, y piadosos han practicado muchas veces, no sin razon. Porque, aunque con este modo de pintar, no se dé á entender, que aquellos Espíritus Bienaventurados, los quales acostumbrados á gozos indecibles, beben continuamente en la perenne fuente de delicias, estén sujetos á las pasiones de la naturaleza humana, de suerte, que se entristezcan, y aflijan por cosas, que á nosotros nos harian derramar lágrimas: sin embargo, se manifiesta con esto con bastante propiedad, el dolor, y crueldad del asunto, que conmovería entrañablemente aun á los mismos Espíritus Celestiales, y á la presencia de tan tierno, y tremendo espectáculo, les haría sin duda saltar lágrimas de sus ojos, si los tuvieran. Ciertamente, el Profeta Isaías, hablando, como quieren gravísimos Autores, de los mismos Angeles, dice281: He aquí que los que están diputados darán voces afuera, los mensageros de paz llorarán amargamente: lo que hombres doctísimos282 entienden del modo, que hemos explicado. Pero no es menester detenernos mucho en esto. S. Gerónimo, por Mensageros de paz, ó Angeli pacis, que dice la Vulgata, entiende los Angeles, que presidian en el Templo de Salomon, los quales del modo que podian se compadecieron, por ver que amenazaba ya, y que estaba cerca la próxîma ruina, y desolacion de aquel Templo. Por esto, dicen, haberse oido entonces una voz en Jerusalén, que decía: Migremus hinc, vámonos de aquí; esto es, del Templo, que luego luego habia de ser destruido, y desolado. Tambien se dice, que los Angeles lloran amargamente, porque nos excitan á la compuncion, al dolor, y á la penitencia, —126→ no solo con sus ilustraciones, y algunas veces con palabras; sino tambien de algun modo con su mismo exemplo. Así entiende este lugar un eloqüente, y erudito Comentador del Libro de los Jueces283, en el capítulo segundo, sobre aquellas palabras del vers. 4. Estando hablando el Angel del Señor....... levantaron ellos su voz, y lloraron. Lo que despues ilustrarémos mas, tratando de los Angeles de Guarda; añadiendo algunas cosas sobre esta materia. 9 No será fuera de propósito advertir aquí, que muchas veces pintan á los Santos Angeles sin ningun rayo de luz, ni de resplandor; en lo que, si no hay error, no dexa de haber descuido. No tiene duda, que hablando el Apostol del Angel condenado para siempre á obscuros calabozos, y de las artes de que se vale para engañarnos, dice284: El mismo Satanás se transfigura en Angel de luz: como dando á entender, que el propio caracter, y el principal distintivo, por explicarme así, de los Espíritus Bienaventurados, es la luz, y el resplandor, segun dicen los Padres, é Intérpretes sobre este lugar285. Lo que por otra parte convence evidentemente la historia. Pues, como el Angel, que libertó á S. Pedro de las cadenas, hubiese entrado en la carcel, nos dice el Sagrado Historiador286: Hé aquí que vino el Angel del Señor, y resplandeció la luz en la carcel. Esto me hace recordar, lo que se refiere en las Actas del martirio de Santa Cecilia, la qual, como hubiese dicho á Valeriano su esposo, que un Angel tenia cuidado de ella, y prometídole este, que creería en Christo, si le viese; cumpliéndosele finalmente sus deseos, despues de haber recibido el Bautismo, volviéndose á Cecilia (dicen las Actas de esta Santa) la encontró que estaba orando, y junto con ella á un Angel, —127→ que resplandecía con luces celestiales. Lo mismo podría confirmarse con otros exemplos: pero sería detenerme demasiado, si quisiera referirlos todos. Baste lo dicho, para probar, que á lo menos, por lo que toca á la magestad del semblante, conviene pintar á los Angeles con luces, y resplandores; y baste tambien haber advertido esto, hablando en general de los Angeles, lo que acaso trataré despues con mas extension. Pasémos ahora á tratar de cosas mas particulares.

Selección José Gálvez Krüger