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Sábado, 23 de noviembre de 2024

Diferencia entre revisiones de «Crítica Bíblica»

De Enciclopedia Católica

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El objeto de la crítica textual es restaurar lo mejor que se pueda el texto original de una obra cuya autógrafo se ha perdido. Esta crítica textual difiere de la Alta Crítica cuya finalidad es investigar  las fuentes de una obra literaria, estudias su composición, determinar su fecha y seguir la pista de las influencias y varias transformaciones a lo largo de los tiempos.
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===Visión general===
  
===Necesidad y proceso de la crítica textual===
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La crítica bíblica en su más completa comprensión es el examen de los orígenes literarios y valores históricos de los libros que componen la Biblia, junto con el estado en que están en el presente.
  
La critica textual no tiene aplicaciones excepto en relación con la obra cuyo original no existe, porque si existiera, podría ser reproducido fácilmente en fotograbado, o publicada una vez descifrada correctamente. Pero no se ha trasmitido ningún original de los libros sagrados, así como tampoco de los profanos de la misma época. Los antiguos no tenían esa veneración supersticiosa de los manuscritos originales que tenemos hoy. En tiempos muy antigua, los judíos estaban acostumbrados a destruir los libros sagrados que ya no se usaban quemándolos con los restos de los santos personajes  u ocultándolos en lo que llamaban la a ghenizah.
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Puesto que las sagradas escrituras no shan llegado en gran variedad de copias y versiones antiguas, que muestras más o menos divergencias en los textos, la crítica bíblica, llamada textual  o más baja, tiene como finalidad estudiar estos documentos para llegar al texto más puro posible de los libros sagrados.
Esto explica porqué las biblias hebreas son, comparativamente hablando, no muy antiguas, aunque los judías tenían la costumbre de escribir los libros sagrados en piel o pergamino. En los primeros siglos de la era cristiana los griegos y latinos empleaban generalmente papiros, un material que se deteriora rápidamente y se deshace. Hasta el siglo cuarto  no se comenzó a usar comúnmente el pergamino y precisamente son de ese tiempo del que datan nuestros más antiguos manuscritos de los Septuaginta y del Nuevo Testamento. Nada, excepto un milagro continuado, pudo traernos el texto de los escritores inspirados sin alteraciones o corrupciones y la Divina Providencia, que ejerce una economía de lo sobrenatural y no multiplica innecesariamente los prodigios, no ha realizado tal milagro. De hecho es materialmente imposible transcribir sin ningún error en absoluto la totalidad una larga obra y a priori podemos estar seguros de que no hay dos copias del mismo testo original que sean iguales en todos los detalles. Un ejemplo típico es el de la Confesión Augustana presentada al emperador Carlos V la tarde el 25 de junio de 1530, en latín y alemán. Se imp0rimió en septiembre del mismo año y publicada dos meses después por su autor, Melanchton. Se sabe que se hicieron 35 copias en la segunda mitad del año 1530, nueve de ellas por firmantes de la Confesión. Pero como los dos originales se han perdido y las copias no concuerdan unas con otras o con las primeras ediciones, no estamos seguros de tener el texto auténtico en los detalles más mínimos. Con este ejemplo se aprecia fácilmente la necesidad de la crítica textual en el caso de obras tan antiguas y transcritas tan frecuentemente como los libros de la Biblia.
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===Clases de errores textuales===
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Las corruptelas introducidas por los copistas pueden ser divididas en dos clases: errores involuntarios y los que son total o parcialmente intencionados. A estas causas diferentes se deben las variaciones observadas entre manuscritos.
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===Errores Involuntarios===
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El nombre “Alta Crítica” la empleó por primera vez  el especialista bíblico alemán por Eichhorn, en la segunda edición de su “Einleitung” (Introducción) que apareció en 1787. No es, como supusieron algunos, una denominación arrogante, como si asumiera una sabiduría superior, pero ha llegado a usarse porque este tipo de crítica trata de los aspectos más universales de la Biblia, es decir, la autoría, fecha, composición y autoridad de libros completos o grandes secciones, para distinguirla de la discusión de minucias textuales que es el campo de la crítica baja o textual (ver el artículo CRITICA TEXTUAL)
Los errores involuntarios se pueden clasificar como de vista, de oído o de memoria, respectivamente. La vista confunde con facilidad las letras y palabras parecidas. Es fácil de entender que letras similares son fácilmente intercambiadas en la escritura cuadrada hebrea, griega, unciales o griega cursiva.
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Cuando el ejemplar se escribe esticométricamente, el ojo del copista puede fácilmente dejar pasar una o varias líneas. A esta clase de errores pertenece el fenómeno muy frecuente de homoeoteleuton, i.e. omisión de un pasaje que tiene un final exactamente como otro pasaje que le sigue antes o después. Algo similar ocurre cuando varias frases que comienzan con la misma palabra van juntas.
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En segundo lugar, los errores de oído ocurren con frecuencia cuando uno escribe al dictado. Pero hasta con el ejemplar delante un copista suele pronunciarlo en voz baja o para sí mismo, la frase que está transcribiendo y así es probable confundir una palabra por otra que suena de forma similar. Esto explica numerosos casos de “itacismo” que se hallan en los manuscritos griegos especialmente en el continuo intercambio de hymeis y hemeis.
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Por fin, errores de memoria cuando en vez de escribir el pasaje recién leído el copista, inconscientemente sustituye otro texto familiar que sabe de memoria o cuando está influenciad por el recuerdo de un texto paralelo. Errores de este estilo son muy frecuentes en los Evangelios.
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===Errores total o parcialmente intencionales===
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Las corruptelas deliberadas del Texto Sagrado han sido siempre raras. El caso de Marción es excepcional. Hort [Introduction (1896), p. 282] es de la opinión de que “hasta entre las lecturas incuestionablemente espurias del Nuevo Testamento no hay señales de falsificación deliberada del texto Copn fines dogmáticos.
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Sin embargo es verdad que el escriba con frecuencia selecciona de entre varias lecturas aquella que le va mejor a su propia opinión individual o la doctrina que es más generalmente aceptada en ese momento. También sucede que, de buena fe, cambia el pasaje que le parece corrupto porque no lo entiende y añade palabras que piensa que son necesarias para dilucidar el significado, que corrige por una forma más correcta gramaticalmente o lo que considera una expresión más exacta y armoniza pasajes paralelos. Así, por ejemplo, la forma más breve del Padrenuestro en Lucas xi, 2-4 está alargada en la mayoría de los manuscritos griegos para ponerlo de acuerdo con Mateo, vi, 9-13. La mayoría de estos errores proceden de insertar en el texto notas marginales que, en la copia que se transcribe, eran variantes, explicaciones, pasajes paralelos, simples observaciones, o quizás las conjeturas de algún lector estudioso. Todos los críticos han observado la predilección de los copistas por los textos más morbosos y su tendencia a completar citas que son demasiado breves, de ahí quesea más fácil que ocurra una  interpolación que una omisión.
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===Otras consideraciones===
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Tomada en este sentido limitado, la crítica bíblica, a la luz de las modernas ciencias filológicas, históricas y arqueológicas y de métodos de desarrollo reciente, somete a severas pruebas las posturas tradicionalmente aceptadas y tradicionales sobre la autoría humana, el tiempo y manera de la composición de los libros sagrados y hace distinciones sobre su valor histórico.
De lo dicho es fácil entender lo numerosas que serían las lecturas de un texto transcrito tan frecuentemente como la Biblia y si sólo una lectura puede representar al original, se sigue  que todas las demás son necesariamente defectuosas. Mill estimó que había unas 30.000 variantes en el Nuevo Testamento y desde el descubrimiento de tantos manuscritos desconocidos para Mills este número se ha incrementado enormemente. Naturalmente que la mayoría de estas variantes son detalles sin importancia, como por ejemplo, peculiaridades ortográficas, `palabras inventadas  y cosas parecidas. Otras son totalmente improbables y ni siquiera merecen ser mencionadas. Hort (Introduction, 2) estima que una duda razonable no afecta  más que al sexagésima parte de las palabras.”En esta segunda estimación la proporción de variaciones comparativamente triviales es, más allá de toda medida, más grande que la primera; así que la cantidad de lo que en cada caso puede ser llamado variación sustancial  no es más que una ínfima fracción  del total de las variaciones residuarias y apenas  forma más del una milésima parte del texto completo”.
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Quizá pueda decirse lo mismo de la Vulgata, pero respecto al primitivo texto hebreo y la versión de los Setenta hay muchas más dudas.
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Hemos dicho que el objeto de la crítica textual es restaurar una obra a lo que era cuando dejó las manos del autor. Pero es posible, hablando en absoluto, que el mismo autor haya hecho más de una edición de su obra. Esta hipótesis de pensó por Jeremías para explicar las diferencias entre el texto griego y el hebreo. Y respecto a S. Lucas, para dar cuenta de las variaciones entre el "Codex Bezae" y otros manuscritos griego del tercer evangelio y en los Hechos de los Apóstoles.
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Estas hipótesis pueden estar poco fundadas pero como no son ni absurdas ni imposibles, no se pueden rechazar  a priori
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===Principios generales de la crítica textual===
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Para reestablecer un texto en su pureza, o al menos para eliminar todo lo posible sus falsificaciones sucesivas, es necesario consultar y sopesar todas las pruebas. Y estas pueden ser externas, las proporcionadas por documentos que reproducen todo el texto o parte de él, en el original o en traducción  -- una prueba diplomática – e internas resultantes del examen del texto en sí independientemente de su corroboración extrínseca –prueba paradiplomática. Las vamos a considerar por separado.
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===Prueba externa (diplomática) ===
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Para alcanzar los resultados da más valor a las pruebas internas de los libros que en las tradiciones externas o testimonios y su innegable efecto es en gran medida la depreciación de la tradición de manera que hay una clara línea divisoria entre los exégetas críticos y los de la escuela tradicional. En el proceso que lleva a los críticos a sus conclusiones hay divergencia de actitud hacia lo sobrenatural en las sagradas escrituras. Los del ala racionalista ignoran, y tácitamente niegan, la inspiración en el sentido teológico del término y si preocupaciones doctrinales, excepto animosidad hacia lo sobrenatural, proceden  a aplicar los tests críticos a la Escritura de la misma manera que se aplica a las producciones humanas.
La prueba para una obra cuyo manuscrito original se ha perdido la proporciona (a) las copias, (manuscritos), (b) versiones, y (c) citas.
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Estas tres no siempre existen simultáneamente y el orden en el que se enumeran no indica su autoridad relativa.
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===Manuscritos===
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Respecto a las copias de obras antiguas hay que considerar tres cosas: (i) edad, (ii) valor y (iii) genealogía; y añadiremos unas palabras sobre (iv) nomenclaturas crítica, o anotaciones
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===edad===
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La edad es a veces indicada en una nota del mismo manuscrito; pero cuando no hay  sospecha de falsificación, puede simplemente transcribirse del ejemplar, como los manuscritos datados no son muy antiguos, hay que recurrir a varias indicaciones paleográficas que determinen con suficiente exactitud del edad de los manuscritos griegos y latinos.
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La paleografía hebrea, aunque más incierta, presenta menos dificultades, en cuanto que los manuscritos hebreos no son tan antiguos. Además, la edad exacta de un acopia, después de todo, es de menor importancia,  puesto que es muy posible que el manuscrito antiguo está muy corrompido mientras que uno posterior, copiado de un ejemplar mejor, se acerque más al primitivo texto. Sin embargo, la presunción está a favor del documento más antiguo, porque está conectado con el original por haber sido menos intervenido y por ello expuesto a monos posibilidades de error.
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===Valor===
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Es más importante asegurarse del valor relativo que de la edad de un manuscrito. Algunas pruebas inspiran poca confianza porque se ha visto que son con frecuencia defectuosas, mientras que otras  se aceptan mejor  porque el examen crítico las ha mostrado co exactas y veraces. ¿Y esto como se puede distinguir? Antes del examen, las lecturas de un texto se dividen en tres o cuatro clases: la cierta o probablemente verdadera, la dudosa  y la cierta o  probablemente falsa. Un manuscrito es juzgado bueno o excelente cuando presenta en general una verdadera lectura y no contiene nada que sea ciertamente falso. Bajo condiciones contradictorias se considera mediocre o sin valor. No hace falta añadir  que la excelencia extrínseca de un manuscrito no se mide por el mayor o menos cuidado de los copistas; un manuscrito puede ser intuido entre los erróneos por los errores del los copistas aunque el del que se copia sea correcto y uno transcrito de un ejemplar defectuoso puede, considerado meramente como copia, no tener error alguno
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===Genealogía===
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La genealogía de los documentos, desde un punto de vista crítico es muy interesante e importante. En cuanto se demuestra que un manuscrito, sin que importe su antigüedad, es una copia de otro manuscrito que existe, debe desaparecer de la lista de autoridades, puesto que su testimonio particular no es de valor para establecer el texto primitivo. E, por ejemplo, lo que sucedió con el "Codex Sangermanensis" (E de las Epístolas Paulina) cuando se demostró que era una copia defectuosa del  "Codex Claromontanus" (D de las Epístolas Paulinas).
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Si un texto se conserva en 10 manuscritos, 9 de los cuales han salido de un común a ellos, no tendríamos diez testimonios independientes sino dos, puesto que los nueve primeros cuentan solo por uno y no son más importantes que el décimo a no ser que se mostrara que el ejemplar común de los nueve era mejor que aquel del que se tomó el décimo. Las consecuencias de esta principio son obvias y la ventaja y necesidad de agrupar los testimonios de un texto en familias se entiende fácilmente.
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Se puede suponer que el crítico se guía principalmente en sus investigaciones por el lugar donde nació el manuscrito, pero los antiguas manuscritos viajaban mucho con frecuencia y su nacionalidad es raramente conocida con certeza. Así, hay muchos que opinan que el Vaticanus y el Sinaiticus salieron de Caesarea de Palestina, mientras que otros mantiene que fueron escritos en Egipto y Hort se inclina a creer que fueron copiados en occidente, probablemente en Roma (ver CODEX VATICANUS; CODEX SINAITICUS). De ahí que la principal guía de los críticos en este asunto debiera ser la comparación cuidadosa de los manuscritos, sobre el principio de que lecturas idénticas apuntan a una fuente común y cuando la identidad entre dos o más manuscritos es constante – especialmente en variantes excepcionales y excéntricas – la identidad del ejemplar queda establecida.
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Pero esta investigación encuentra muchas dificultades, Una primera complicación, muy incomoda, surge de la mezcla de textos. Solo hay unos pocos textos que sean puros, es decir, tomados de un solo ejemplar. Los antiguos copistas eran casi todas hasta cierto punto editores y elegían entre las variantes de los diferentes ejemplares. Más aún, los correctores o los lectores, con frecuencia introducían, ya en los márgenes o entre líneas, nuevas lecturas que después se incorporaban al cuerpo del texto del manuscrito así corregido. En tal caso, la genealogía del manuscrito se complicara mucho. Ocurre también a veces que dos manuscritos que están muy relacionados en ciertos libros no se parecen en nada en otros. De hecho los libros separados de la Biblia, en la antigüedad, solían copiarse cada uno en su propio rollo de papiro y cuando se copiaron  de estos rollos separados sobre hojas de pergamino y se encuadernaron  en un enorme “codex”, los textos pertenecientes a diferentes familias pudieron muy bien coserse juntos. Todos estos hechos explican por qué los críticos están con frecuenta en desacuerdo al determinas las agrupaciones genealógicas (consultar, Hort “Introductión “pp. 39-69: "Genealogical Evidence".)
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===Nomenclatura critica o notación ===
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Los críticos moderados de procedencia protestante – escuela dominante en Gran Bretaña - mantiene la inspiración y revelación pero con una libertad incompatible con la ortodoxia católica. Los críticos bíblicos católicos mientras que admiten como postulados la inspiración plenaria y la inerrancia de la Sagrada Escritura, admiten en gran medida las conclusiones históricas y literarias a las que llegan los no-católicos que trabajan en estos campos y mantiene que no están excluidas por la fe católica.. Con excepción del Abbé Loisy y sus seguidores, ningún investigador católico ha reclamado autonomía o completa independencia para la crítica, porque todos tienen en cuenta el principio de que no se puede valida y puede que ni legalmente contradecir las enseñanzas dogmáticas establecidas en la doctrina de la Iglesia. Los investigadores cristianos insisten en que una crítica reverente entra dentro de su derecho está dentro de su derecho a comprobar los elementos que entran en los aspectos humanos de la Biblia, como medios para entender mejor la palabra escrita, puesto que las partes componentes recibieron su forma de hombres que vivían en ciertos ambientes históricos y bajo las limitaciones de su época y lugar y más aún, la inspiración no renuencia al esfuerzo de los métodos y conocimientos humanos de la composición literaria ( Ver INSPIRACION).
Cuando las copias de un texto no son muy numerosas, cada editor le asigna los símbolos convenciones que quiere. Este fue durante mucho tiempo el caso con las ediciones de los originales hebreo y griego de los Setenta y de la Vulgata, por no mencionar otras versiones. Pero cuando, como actualmente, las copias de un manuscrito se incrementan tanto, es necesario adoptar una notación uniforme para evitar las confusiones.
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Los manuscritos hebreos son designados usualmente por las cifras que les asignaron Kennicott y De Rossi. Pero este sistema tiene las desventajas de no ser continuo, recomenzando las series de cifras tres veces. Manuscritos Kennicott, manuscritos De Rossi y otros catalogados por este pero que no pertenecen a su colección. Surge además otras dificultad por el hecho de que los manuscritos no incluidos en las tres listas precedentes han permanecido sin símbolo y solo pueden ser indicados mencionando el número del catálogo en el que se describen.
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La notación de los manuscritos griegos de los Setenta es casi la misma que la adoptada por Holmes y Parsons en su edición de Oxford de 1798-1827. Estos dos investigadores designaron los unciales con números romanos (de I a XIII) y los en cursiva con números arábigos (de 14 a 311). Pero su lista era defectuosa ya que ciertos manuscritos se contaron dos veces, mientras que otros numerados entre los cursivos eran unciales total o parcialmente etc. Para los cursivos la notación Holmes-Parsons aun se usa; los unciales, incluidos los encontrado desde entonces se designan con letras mayúsculas latinas; pero no se han asignado símbolos a cursivos recientemente descubiertos (ver la lista completa en Swete, "An Introduction to the Old Testament in Greek", Cambridge, 1902, p. 120-170.)
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La nomenclatura de los manuscritos griegos de Nuevo testamento también deja mucho que desear. Wetstein, el autor de la notación usual, designa a los unciales por letras y a los cursivos con números arábigos. Su lista fue continuada por Birch y por Scholz y después por Scrivener, independientemente  por Gregory. Las mismas letras correspondían a muchos manuscritos, de ahí la necesidad de distinguir índices, así Dev ="Codex Bezæ", Dpaul = Codex Claromontanus, etc. Más aún, las series de números recomienzan cuatro veces (Evangelios, Hechos y Epístolas Católicas, Epístolas de Pablo, Apocalipsis) de manera que uno cursivo que contiene todos los libros del Nuevo Testamento debe ser designado por cuatro números diferentes acompañados por su índice. Así, el manuscrito del Museo Británico "Addit. 17469" es para Scrivener 584ev, 228ac, 269pau, 97apoc (i.e. el manuscrito 584avo de los Evangelios de esta lista, el 228avo de los Hechos etc.) y para Gregory 498ev, 198act, 255paul, 97apoc.
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Para remediar esta confusión, Von Soden pone como principio que las unciales no debieran tener una notación distinta de las cursivas y que cada manuscrito debiera ser designado  por una solo abreviatura. De ahí que asigne a cada manuscrito una cifra arábiga precedida por una de las tres iniciales griegas ro uno de, epsilon, alfa o delta, según que contenga los Evangelios solos (euaggelion), o no contiene los evangelios (apostolos), o contiene ambos los evangelios y otra parte del N.T. (diatheke). El número se elige para indicar la edad aproximada del manuscrito. Esta notación es sin duda mejor, aunque hace falta la aceptación universal, sin la que surgirán confusiones sin fin.
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Para la Vulgata, los más famosos manuscritos se designan o por un nombre convencional o su abreviatura (am="Amiatinus", fuld="Fuldensis"); los otros manuscritos no tiene generalmente símbolos admitidos. (Esta nomenclatura es imperfecta y deficiente. Los críticos debieran llegar a acuerdos para elegir símbolos especiales para los agrupamientos por genealogías de los manuscritos que aún no tienen. Sobre este tema ver el artículo de el autor de este artículo, "Manuscrits bibliques" in Vigouroux, "Dict. de la Bible", IV, 666-698).
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===Versiones===
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La importancia de las antiguas versiones en la crítica textual de los Libros Sagrados surge del hecho de que las versiones son con frecuencia muy anteriores a los más antiguos manuscritos. Así, la traducción de los Septuaginta antecedía al menos doce siglos a las copias más antiguas del texto hebreo que nos han llegado. Y para el N.T. las versiones  Itálica y Peshito son del siglo Segundo, la Copta del tercero mientras que el “Vaticanus” y el “Sinaiticus”, que son nuestros más antiguos manuscrititos, son  del cuarto.
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Estas traducciones, más aún, hechas por iniciativa o bajo la supervisión de las autoridades eclesiásticas o al menos han sido aprobadas y sancionadas por la iglesias que las usaron públicamente, has seguido sin duda a los ejemplares que estimaron mejores y más correctos y esto es una garantía a favor de la pureza del texto que representan. Desgraciadamente, el uso de traducciones en la crítica textual ofrece numerosas y a veces insuperables dificultades.
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En primer lugar, a no ser que la versión sea literal y escrupulosamente fiel, casi siempre se está perdido para determinar con certeza que lectura representa. Además tenemos unas pocas versiones no antiguas editadas de acuerdo con las exigencias de la crítica rigurosa. Los manuscritos de estas versiones difieren unos de otros considerablemente y a veces es difícil descubrir la lectura primitiva. Cuando ha habido varias versiones en el mismo idioma como, por ejemplo, en latín, siríaco y copto es raro que unas versiones no hayan influido a la larga unas en las otras. Las diferentes copias de una versión han sido frecuentemente retocadas o corregidas según el original y en varias épocas se han hecha alguna clase de recensiones. El caso de los Septuaginta es bien conocido por lo que S. jerónimo nos dice y por el examen de los manuscritos mismos que ofrecen una chocante diversidad.
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Por todo ello, el uso de versiones en la crítica textual es un asunto muy delicado y muchos críticos tratan de evadirse de la dificultad  no teniéndolas en cuenta. Pero decididamente están equivocados y después se verá que el uso de la versión de los Septuaginta puede ser empleado en la reconstrucción del texto primitivo del Antiguo Testamento.
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===Citas===
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La crítica textual del Nuevo Testamento Griego, de los Setenta y de la Vulgata se ha aprovechado de citas de los Padres, sin duda. Pero al usarlas hay que ser cautos y reservados, porque con frecuencia los textos bíblicos son citados de memoria y muchos autor4es tiene el hábito de citar con  poca  exactitud. Gregory da tres ejemplos muy instructivos en sus Prolegómenos a la octava edición de Tischendorff (pp. 1141-1142). Charles Hodge, el autor de los comentarios muy estimados, cuando fue informado de que su cita del Génesis, iii, 15, "El linaje... de la mujer aplastará tu cabeza” era de una seria inexactitud  rehusó cambiarla porque esta versión ha pasado al uso común.
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En su historia de la Vulgata el erudito Kaulen citó dos veces el dicho conocido de S. Agustín, una con exactitud: "verborum tenacior cum perspicuitate sentientiæ", y una inexacta: "verborum tenacior cum sermonis perspicuitate".
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Finalmente Jeremy Taylor, el conocido teólogo, de las 9 citas de Juan, iii, 3-5, en ningún caso da las palabras de la versión anglicana que intentaba seguir. Seguramente no debiéramos buscar mayor rigor en los Padres, muchos de los cuales no tenían espíritu crítico. Más aún, hay que notar que tampoco se puede depender del texto de nuestras ediciones tampoco. Sabemos que los copistas, al transcribir palabra de los Padres, griegos o latinos, frecuentemente sustituían por citas bíblicas esa forma del texto con el que estaban más familiarizados y hasta los editores de tiempos anteriores no eran muy escrupulosos en este aspecto. ¿Sospecharía alguien de que en la edición del comentario de S. Cirilo de Alejandría al Cuarto Evangelio, publicada por Pusey en 1872, el texto de S. Juan se toma del Nuevo Testamento impreso en Oxford en vez de reproducir el del manuscrito de S. Cirilo? Desde este punto de vista, la edición de los Padres latinos emprendida en Austria y a de los Padres griegos ante-nicenos publicada en Berlín son dignas de toda la confianza.
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Las citas tienen un mayor valor para el crítico cuando un comentario completo garantiza el texto. Y la autoridad de una cita es mayor cuando un autor cuya reputación por sus hábitos críticos esta bien establecida, como Orígenes o s. Jerónimo, atestigua formalmente que la lectura encontrada es la mejor o de los manuscritos más antiguos de su tiempo. Obviamente es más valiosa en estas circunstancias que la de cualquier simple manuscrito de la misma época.
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===Pruebas internas o paradiplomáticas===
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Sucede con frecuencia que el testimonio documental es incierto porque  es discordante y aunque sea unánime puede s estar abierto a la sospecha porque lleva a resultados improbables o imposibles. Entonces hay que recurrir a las pruebas internas y aunque por si mismas rara vez bastan para tomar una decisión firme, sin embargo corroboran  y a veces modifican el veredicto sobre los documentos. Las reglas de la crítica interna son simplemente los axiomas del sentido común, cuya aplicación requiere mucha experiencia y juicios consumados para evitar el peligro de arbitrariedad dentro del subjetivismo. Formularemos brevemente y explicaremos las más importantes de estas reglas.
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La Alta Critica puede ser llamada ciencia, aunque su proceso y resultados no admitan las sutilezas del control y demostración, ya que sus principios son más de orden moral-psicológico. De aquí que las conclusiones, hasta en las circunstancias más favorables, no tienen a más fuerza que la que surge de la convergencia de probabilidades, produciendo una convicción moral.  
Regla 1. Entra distintas variantes ha de preferirse la que está más de acuerdo con el contexto, está mas conforme con el estilo y hábitos mentales del autor.
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Hort explica bien esta regla ("The New Testament in the Original Greek", Introduction, London, 1896, p. 20):” La decisión puede tomarse ya de manera inmediata  como si fuera un juicio intuitivo  o sopesando cautelosamente los varios elementos que constituyen lo que se llama sentido, como la conformidad con la gramática y con el resto de la frase  y de un contexto más amplio al lo que hay que añadir que esté de acuerdo con el estilo usual del autor y a su materia en otros pasajes. El proceso puede tomar la forma de simple comparación entre dos o más lecturas rivales bajo el mismo título y dando preferencia a la que parece tener ventaja o rechazando absolutamente una versión por violación de una o más congruencias o adoptar una lectura por absoluta perfección y congruencia.”. La aplicación de la regla rara vez produce certeza suele llevar a una presunción, más o menos fuerte, que la prueba documental confirma o anula según los casos. Sería muy sofisticado pensar que los antiguos autores siempre son congruentes consigo mismos, siempre correctos en el uso del idioma y felices en sus expresiones. El lector está  predispuesto a imaginar que penetra en su pensamiento  y que les hace hablar como él mismo hablaría en esa ocasión .Pero esto está a un paso de las conjeturas de las que se ha abusado mucho.
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Regla 2. Entre varias lecturas es preferible la que explica a las otras y no es explicada por ninguna—
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Gregory, en sus “Prolegomena” (8ª edic.crítica ed. Del Nuevo Testamento de Tischendorf, p. 63), dice a propósito de esta regla: "Hoc si latiore vel latissimo sensu accipietur, omnium regularum principium haberi poterit; sed est ejusmodi quod alius aliter jure quidem suo, ut cuique videtur, definiat sequaturque." De hecho está sujeta a aplicaciones arbitrarias lo que solo prueba que hay que usarla con prudencia y circunspección.
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Regla 3. La lectura más difícil es también la más probable.--"Proclivi scriptioni pr stat ardua" (Bengel). – Aunque parezca paradójico, esta regla es, en cierta medida basada en la razón y los que la han aplicado con más interés, como Wetstein, se han visto obligados a sustituirla con algo similar. Pero es verdad solo con la condición  de que se añada la cláusula “siendo todas las demás iguales”, de lo contrario tendríamos que preferir barbarismos y absurdos de los copistas solamente porque son más difíciles de entender que la expresión correcta o la frase inteligente. Ciertamente que los copistas nunca cambiaban su texto por el mero placer de hacerlo más oscuro o para corromperlo; por el contrario intenta más bien explicarlo o corregirlo. De ahí que una expresión brusca una frase irregular y un pensamiento que no se busca son posiblemente primitivos, pero siempre, como hemos dicho con esa condición: ceteris paribus. Y no hay que olvidar que la dificultad de la lectura puede surgir por otras causas, como la ignorancia del copista o los defectos del ejemplar del que copia.
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Regla 4. El párrafo más corto es, en general, el mejor. -- "Brevior lectio, nisi testium vetustorum et gravium auctoritate penitus destituatur, præferenda est verbosiori. Librarii enim multo proniores ad addendum fuerunt, quam ad omittendum (Griesbach)." La razón que da Griesbach, autor de esta regla, la confirma la experiencia. Pero no se puede aplicar demasiado generalmente; si ciertos copistas tienen la inclinación a introducir una interpolación en su apresuramiento por terminar la tarea son culpables consciente o inconscientemente de abreviaciones u omisiones.
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Vemos que las reglas de la crítica interna, en tanto en cuanto pueden usarse, son sugerencias del sentido común. Otras normas formuladas por ciertos críticos se basan solamente en su imaginación, por ejemplo la propuesta por Griesbach: "Inter plures unius loci lectiones ea pro suspectâ merito habetur quæ orthodoxorum dogmatibus manifeste præ ceteris favet." De lo que entonces se seguiría que las variaciones sospechosas de herejía tienen todas las probabilidades a su favor  y que los herejes eran más cuidadosos de la integridad de los sagrados textos que los ortodoxos. La historia y la razón combinadas protestan contra esta paradoja.
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===Critica Conjetural===
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Mientras que se ha intentado para elaborar un sistema de normas para la alta crítica, no se ha definido, ni probablemente se haga, un código de principios y reglas estrictamente definido y generalmente aceptado. Algunos principios generales, sin embargo son aceptados por los críticos. Uno de los fundamentales es que la obra literaria siempre refleja la impronta de la edad y del ambiente en el que se produjo; otro, es que la pluralidad de autores se demuestra por las diferencias de dicción y estilo bien marcadas, al menos cuando coinciden  con distinciones en los puntos de vista o discrepancias en el doble tratamiento  del mismo tema; y un tercer principio mantiene la disimilitud radical entre los métodos semíticos de composición antiguos y los modernos occidentales o arios.
  
En principio, la crítica conjectural no es inadmisible. De hecho, es posible que entonos los documentos existentes, manuscritos, versiones, citas hay errores primitivos que solo se pueden corregir por conjetura. La expresión  errores primitivos se usa aquí para denotar  los que fueron cometidos por el escriba mismo en las obras al dictado  o lo que se coló en una de las primeras copias de la que dependen todos los documentos que nos han llegado. Scrivener, por consiguiente parece excesivamente positivo cuando escribe ("Introduction", 1894, Vol. II, p. 244): " Ahora se admite entre jueces competentes que la Enmienda Conjetural no debe ser utilizada ni siquiera en pasajes de conocida dificultad. La ausencia de prueba de que una lectura que se propone que sea sustituida por la común está en realidad apoyada por un documento fiable es en sí una objeción fatal para que lo aceptemos. Muchos críticos no llegarían tan lejos puesto que hay pasajes que permanecen dudosos hasta después de los esfuerzos de la critica de documentos se ha agotado y no vemos porqué se debe prohibir  buscas un remedio  en la critica conjetural. Así Hort observa justamente ("Introduction", 1896, p. 71): “La prueba de la corrupción es con frecuencia irresistible, imponiendo en el editor el deber de indicar la presunta corruptela del texto aunque sea totalmente incapaz de proponer una forma aceptable para corregirla, o tiene que ofrecer sugerencias en las que no confía completamente”. Pero añade que en el Nuevo Testamento el papel de las enmiendas conjeturales es extremadamente débil por la abundancia y variedad de pruebas documentales y está de acuerdo con Scrivener en admitir que las conjeturas presentadas son con frecuencia totalmente arbitrarias, casi  siempre desafortunadas y de tal naturaleza que solo satisfacen a su inventor. Por resumir, la crítica conjetural solo debiera ser aplicada como último resorte, después de que se han agotado todos los medios y solo con un escepticismo prudente.
 
  
===Aplicación de los principios y procesos de la crítica textual===
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===Historia===
  
Queda por explicar  brevemente las modificaciones que sufren los principios de la crítica textual en su aplicación a los textos bíblicos, enumerar las principales ediciones críticas e indicar los métodos seguidos por los editores. Hablaremos aquí solo del texto hebreo del Antiguo Testamento y del texto griego del Nuevo Testamento.
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===Antes del siglo XVIII===
===Texto Hebreo del Antiguo Testamento===
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===El aparato crítico===
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Los primeros escritores eclesiásticos no eran conscientes de casi ninguno de los problemas que ha suscitado la crítica. Su atención estaba concentrada en el contenido teológico y en la autoridad de la Escritura, mirando casi exclusivamente a la parte teológica, consideraban sin importancia las cuestiones sobre el autor, fecha de composición, aceptando sin reservas las tradiciones tales como fueron trasmitidas por el judaísmo y la iglesia, teniendo en cuenta que el mismo Cristo había dado a varias de estas tradiciones su confirmación suprema.
El número de manuscritos hebreos en muy grande. Kennicott ("Dissertatio generalis in Vet. Test. hebraicum", Oxford, 1780) De Rossi ("Vaniæ lectiones Vet. Testamenti", Parma, 1784-88) han catalogado 1300. Desde sus días esta cifra ha crecido mucho gracias a los descubrimientos hechos en Egipto, Arabia, Mesopotamia y sobre todo en Crimea. Desgraciadamente por la razón señalada arriba en  Necesidad y Proceso, los manuscritos hebreos son comparativamente recientes, ninguno anterior al siglo décimo o quizás el noveno. El "Codex Babylonicus" de los Profetas, de S. Petersburgo que lleva la fecha 916, pasa generalmente por el más antiguo. Según Gingburg, sin embargo, el manuscrito numerado "Oriental 4445" del museo británico data de mediados del siglo noveno. Pero las cifras escritas en ciertos manuscritos no son de fiar.( ver sobre esto Neubauer, "Earliest manuscripts of the Old Testament" en "Studia Biblica", III, Oxford, 1891, pp. 22-36.)
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Cuando los manuscritos hebreos se comparan entre si es sorprendente encontrar la fuerte semejanza que existe. Kennicott y De Rossi, que reunieron las variaciones, las encontraron poco importantes. El hecho produce al principio una impresión favorable y nos inclinamos a creer que es muy fácil restaurar el texto primitivo de la Biblia Hebrea, por lo cuidadosamente que han trabajado los copistas. Pero la impresión cambia cuando consideramos que los manuscritos están de acuerdo hasta en las imperfecciones materiales y en los errores más conspicuos. Así todos ellos presentan en los mismos lugares letras que son más grandes o más pequeñas de lo normal, que están colocadas sobre o bajo la línea, que están invertidas y a veces sin terminar o rotas. Además, aquí y allí, y precisamente en los mimos lugares se pueden notar espacios indicando un hiato; y finalmente sobre ciertas palabras o letras hay puntos que tenía la intención de anularas. (ver Cornill, "Einleitung in die Kanon. Bücher des A. T.", 5th ed., Tübingen, 1905, p. 310.)  
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Respecto Nuevo Testamento, la tradición fue el factor determinante. Como excepciones podemos anotar que Orígenes excluyó, en parte por evidencia interna, que S. Pablo difícilmente pudo escribir la Epístola a los Hebreos y que su discípulo Dionisio aportó adujo bases lingüísticas para rechazar el Apocalipsis como obra de S. Juan.
Todos estos fenómenos llevaron a Spinoza a sospechar, y permitió a Paul de Lagarde demostrarlo (Anmerkungen zur griechischen Uebersetzung der Proverbien, 1863, pp. 1, 2) , que todos los manuscritos hebreos conocidos provienen de una sola copia de la que reproducen hasta las faltas y las imperfecciones. Esta teoría está aceptada en general y la oposición que ha encontrado ha servido para más clara su verdad.  Hasta se ha hecho más específica y se ha demostrado hasta el punto de mostrar que el texto actual de nuestros manuscritos fue establecido, y por así decirlo, canonizado, entre el primero y segundo siglo de nuestra era, en una época, es decir, después de la destrucción del Templo y el colapso de la nación judía, cuando todo el judaísmo se redujo a una escuela. De hecho este texto no difiere del de S. Jerónimo usado para la Vulgata, Orígenes para su Hexapla y Aquila, Simaco y Teodoto para sus versiones del Antiguo Testamento, aunque se aleja mucho del texto seguido en los Septuaginta.
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A medida que los siglo pasaban entre la composición de los varios libros del Antiguo testamento y la determinación del texto Masorético, es probable que se introdujeran modificaciones más o menos serias, más aún porque en el intervalo habían ocurrido dos sucesos particularmente favorables para la corrupción textual, es decir un cambio en la escritura – el antiguo fenicio dejó paso al cuadrado hebreo – y un cambio en el deletreo que consistía , por ejemplo, en la separación de palabras antes unidas y en el frecuente y bastante irregular uso de  matres lectionis.  
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Los Padres vieron en cada frase de la Escritura un preñado oráculo divino. Las aparentes contradicciones y otras dificultades se solucionaban teniendo en cuenta las posibles imperfecciones humanas. Solo unos pocos y asilados pasajes de S. Jerónimo, en cuanto tales, parecen apuntar en esa dirección, en conexión con la historia. Excepto sobre la conservación del texto sagrado nada permitía emitir una crítica sobre la Biblia en tiempos de los Padres y esto se aplica también al período escolástico.
Las variantes sobrevenidas pueden tenerse enguanta comparando las partes paralelas de Samuel y Reyes con los Paralipómenos y sobre todo reuniendo pasajes reproducidos dos veces en la Biblia, como Ps. xvii (xviii) con  2 Samuel 22, o Isaías 36-39, con 2 Reyes 18:17-20:19. [Ver Touzard, "De la conservation du texte hébreu" en "Revue biblique", VI (1897), 31-47, 185-206; VII (1898), 511-524; VIII (1899), 83-108.]
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Una consecuencia evidente de lo que dicho es que la comparación de manuscritos existentes no ilumina sobre los Masoretas, pero no sobre el texto primitivo. Sobre este tema el Mishna y por razones aún más importantes, el resto del Talmud no puede enseñarnos nada, puesto que son posteriores a la constitución del texto masorético. Tampoco el Targum por la misma razón y porque pueden haber sido retocados desde entoncesPor consiguiente, fuera del texto masorético nuestras únicas guías son le Pentateuco Samaritano y la Versión de los Septuaginta.
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Ni siquiera el espíritu humanista que precedió  la Reforma dio impulso al espíritu crítico más allá de promover el estudio de la Escritura en los idiomas originales. Y no fue un reformador humanista, sino algo más errático, Carlstadio,  quien rompió en primer lugar con la tradición sobre la autoría  de un libro inspirado  declarando que Moisés no pudo haber escrito el Pentateuco, porque la narración de su muerte es del mismo estilo que  el resto del libro. Aunque Carlstadio adujo un argumento crítico, no puede ser considerado como crítico. Hobbes (1651), Pereyre (1655), Espinosa (1670) atacaron la autoría mosaica pero incidentalmente, en obras en las una crítica sistemática no tiene lugar.
El Pentateuco Samaritano nos ofrece una recensión independiente del texto hebreo, datada en el siglo cuarto antes de Cristo, es decir, una época en la que los Samaritanos, bajo el su sumo sacerdote Manasés, se separaron de los judíos; y esta recensión no es sospechosa de cambios importantes excepto en la inofensiva de cambiar el monte Garizim por el monte Hebal en Deut., xxvii, 4.  
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La versión de los Septuaginta, sabemos que fue comenzada, si no terminada, hacia el 280 a.C.. Para Paul de Lagarde corresponde el mérito de atraer la atención de los especialistas sobre el valor de los Setenta para una edición crítica de la Biblia
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Richard Simon (1638-1712), un cura francés, fue el primero en someter las preguntas generales sobre al Biblia a un tratamiento comprensivo y metódico. Simón es el adelantado de la crítica bíblica moderna. La ampliación de las oportunidades para estudiar las lenguas orientales, una aguda y metódica mente, y también probablemente una reacción contra las rígidas posturas que dominaban a católicos y protestantes de su época fueron los factores que llevaron a que Simón produjera su primera gran obra "Histoire critique du Vieux Testament”, publicada en 1678. En ella llama la atención a las dobles narrativas y a las variaciones en el estilo del Pentateuco de lo que dedujo que , aparte de la parte legal, que Moisés mismo habría puesto por escrito, mucho del resto era obra de varios analistas inspirados, un grupo al que se deben los últimos libros históricos y que en las generaciones siguientes añadieron toques a las historias inspiradas de sus predecesores.
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La teoría no sobrevivió a su autor pero el uso de pruebas internas que Simón utilizó de merece el título de padre e la crítica bíblica moderna. Su novedosa visión de los sobros mosaicos excitó condenas solamente y su obra crítica, siendo un esfuerzo aislado  que no tuvo el apoyo de una escuela, solamente fue apreciado mucho después. La Alta Critica  no se iba a desarrollar hasta mediado el siglo XVIII.
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Pero hay que hacer una distinción cuando se aplica al Antiguo y al Nuevo Testamento. En ambos casos han seguido diferentes caminos. La crítica del A.T. se ha desarrollado a lo largo de las líneas de las investigación lingüística –histórica. Los prejuicios filosófico –religiosos se han dejado en a un lado. Pero con respecto al N.T.,  la crítica comenzó como un resultado de especulaciones filosóficas de carácter anti-cristiano y cuando es ejercida por los protestantes racionalistas y liberales, aun no se ha librado de esos principios apriori, aunque haya tendido a ser más positiva – es decir más genuinamente crítica – en sus métodos
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===Desde el siglo dieciocho===
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===Critica del Antiguo Testamento fuera de la Iglesia===
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En 1753 Jean Astruc, un médico francés muy notable publicó un librito "Conjectures sur les mémoires originaux dont il paraît que Moïse s'est servi pour composer le livre de la Genèse", en el que conjeturaba, por el uso alternativo de los nombres de Dios en el Génesis hebreo, que Moisés había incorporado  allí dos documentos preexistentes, uno de los cuales empleaba Elohim y el otro Jehovah. La idea no llamó la atención hasta que la tomó un investigador alemán, que sin embargo, dice que se le ocurrió a él independientemente. Era Johann Gottfried Eichhorn, el autor de la Introducción al A.T. publicada en 1780-83, que se distinguió por su vigor y acumen científico. Eichorn debía no poco a su amigo Herder, el notable littérateur alemán y ambos conjuntamente dieron origen al hábito de mirar el A.T. como una colección de literatura oriental cuyas diferentes partes deben ser leídas como los productos del genio semítico. Eichhorn  desarrollo ampliamente las hipótesis de Astruc observando que las secciones Elohim y Jehová del Génesis tienen otras características y extendiendo el análisis a todo el Pentateuco. Pero el sabio alemán no era tan ortodoxo y convencido de la autoría mosaica como Astruc, puesto que le dejó al legislador hebreo solo un parte incierta de la obra.
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Cuando Eichorn compuso su “Introducción” estaba algo influido por las posturas del librepensamiento que después aún se acentuaron. Su crítica, por consiguiente, tiene sus antecedentes  no solo en la fértil conjetura de Astruc y la visión poética de Herder sobre la literatura oriental sino también  por el racionalismo alemán del siglo XVIII.  Este era el terreno natural en el que crecía y consiguió mucha nutrición de las ideas de los Deístas ingleses y de los Escépticos que florecían a finales del siglo XVII y en la primera parte del XVIII. Autores como Blunt (1654-93) y de los escritos  del A. T.  El punto de vista del orientalista alemán Reimarus era el de los Deístas ingleses. Todo el significado de su "Wolfenbüttel Fragments", (1774-78) es el antagonismo contra lo sobrenatural.
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Lessing (1729-81), sin separase tan ofensivamente del camino de la ortodoxia defendió la mayor libertad de discusión en las cuestiones teológicas. Contemporáneo de Lessing era J. S. Semler, que rechazaba la inspiración, atribuía un carácter mítico  a los episodios de los libros históricos del A.T y en paralelo a la filosofía de la religión de Lessing distinguía en la Escritura elementos de valor permanente y otros de valor transitorio y poco importante.
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Eichhorn es el primer y típico representante de la moderna crítica bíblica, cuya hogar especial ha sido Alemania. El dio el primer impulso para el análisis literario de las Escrituras aplicándolo  no solo al Pentateuco sino también a Isaías y otras partes del A.T. Fuera de Alemania los puntos de vista de Eichorn y su escuela no fueron muy seguidos.
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Y sin embargo fue un cura católico de origen escocés, Alexander Geddes (1737-1802), quien introdujo una teoría sobre el origen del los Cinco Libros (a los que unió Josué) que excedía en atrevimiento tanto a Simón como a Eichorn. Fue la bien conocida hipótesis del “Fragmento”, que reducía el Pentateuco a una colección de secciones fragmentarias parte de origen mosaico, pero reunidos durante el reino de Salomón. La opinión de Geddes fue introducida en Alemania en 1805 por Vater. Para una  información más extensa sobre el desarrollo de la crítica y el Pentateuco, ver arriba.
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La Crítica Histórica de la Biblia comenzó con algunos ensayos del joven De Wette, publicados en 1805 – 07. De Wette añadió a las pruebas proporcionadas por el vocabulario y el estilo (es decir, las de la crítica literaria) argumentos sacados de la historia, contenidas en las narraciones sagradas mismas y en los descubrimientos de la investigación de los anticuarios. Rehusó encontrar otra cosa que leyendas y poesía en el Pentateuco, aunque concedía que había en un plan unificador y un desarrollo de acuerdo con su concepción de la historia de Israel, con lo que puso los fundamentos de la hipótesis principal de su época. Las ideas de De Wette proporcionaron también la base para la Hipótesis Suplementaria, sistematizada más tarde por Bleek y otros. Fue el primero en atacar el carácter histórico del libro de los Paralipómenos  o Crónicas. Bleek (1793-1859), Ewald (1803-75), y los “Catholic Movers” (1806-56),  aunque que seguían métodos críticos, se oponían a la pura crítica negativa de De Wette y su escuela, buscando salvar la autenticidad de alguno libros mosaicos y salmos davídicos, sacrificando la de los otros. Bleek revivió y atrajo la atención sobre la conclusión de Geddes de que el libro de Josué  está en una cercana conexión con los cinco primero libros de la Biblia y por consiguiente la idea de un Haxateuco, u obra de seis libros, ha sido mantenida por exégetas avanzados. Hupfeld en 1853 halló cuatro, en vez de tres documentos en el Pentateuco, es decir el primero el Elohista, que comprendía la ley sacerdotal, un segundo Elohista (hasta entonces no sospechado por nadie excepto por el investigador Ilgen), El Yahvista y el Deuteronomista. A ninguno de ellos les atribuía origen mosaico. Con los puntos de vista de Hupfeld, comenzó a tomar cuerpo la idea de una gran fuente o Grundschrift, suplementada por otras más pequeñas, es decir comenzó a dejar paso a la hipótesis del “Documento”.
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Mientras tanto , estas conclusiones tan subversivas de las antiguas tradiciones sobre los Cinco Libros hallaron la oposición contante de varios especialistas alemanes, entre los que sobresalen Ranke, Hävernick, Hengstenberg y Keil, entre los protestantes y Jahn, Hug, Herbst y Welte, entre los católicos. Estos al mismo tiempo que trataban de impedir que se desechara el testimonio de la tradición judía, se vieron obligados a usar los métodos de su adversarios pera defender los puntos de vista de la tradición. Estas cuestiones se agitaban solo en los países donde dominaba el protestantismo, entre ellos Inglaterra donde las tradiciones conservadores se habían atrincherado fuertemente.
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La disección crítica de los libros se realiza entonces y ahora por la diversidad de vocabulario y estilo, por el fenómeno de las narraciones dobles sobre el mismo suceso que variaban unas de otras, se decía, hasta el punto de  discrepar y por las diferencias de las concepciones religiosas. Los críticos apelaban para confirma este análisis literario a los libros históricos. Por ejemplo, Moisés no pudo crear una legislación ritual  para un pueblo que vivía como nómada en el desierto, especialmente porque (dicen los críticos)  no encontramos traza de su observancia en los primeros periodos de la vida de Israel ya asentado. Este y otros tests parecido se aplican a todos los libros del A, T y producen conclusiones que, si se siguen, modifican profundamente las creencias tradicionales sobre los autores  e integridad de estas Escrituras y son incompatibles con cualquier noción estricta de su inerrancia.
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El principio hegeliano de la evolución ha influido sin duda en la crítica alemana e indirectamente en la crítica bíblica en general. Aplicado a la religión, ha ayudado poderosamente a crear la tendencia a mirar la religión de Israel  como resultado evolutivo de procesos que no transcienden la naturaleza, desde una adoración politeísta de los elementos a un monoteísmo ético espiritual. Esta teoría fue elaborada  por primera vez por Abram Kuenen, un teólogo holandés en su "Religion of Israel" (1869-70). Sin esencial, está en armonía con la crítica del Pentateuco, a veces llamada “Hipótesis del desarrollo “pero más conocida como “Grafian”, aceptada por la gran parte de los eruditos no católicos. Hace del Pentateuco algo que ha surgido formado por piezas e interrelaciones de documentos de distintas épocas, de las que la más antigua es la Jahvista o J, que data del siglo nueve a.C. ; E, de Elohista, compuesto más tarde. Estos elementos son proféticos en su espíritu en la narrativa y en la materia; D, el código Deuteronomista que fue el órgano de la reforma profética bajo Josías y que apareció en 621 a.C ; P el gran documento que contiene el código sacerdotal redactado después del Exilio de Babilonia y es el resultado del formalismo sacerdotal y ritual que distinguía a la comunidad judía restaurada; data del siglo quinto a.C.
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Esta ingeniosa y coherente hipótesis fue formulada por primera vez por E. Reuss de la universidad de Estrasburgo pero fue presentada en público muchos años después (1886) por su discípulo H. K. Graf. Fue hábilmente elaborada por Julius Wellhausen, profesor de Göttingen (en 1908)  en obras publicadas en 1883 y 1889 ("Prolegómenos a la Historia de Israel  y "Composición del  Hexateuco y los libros Históricos del A. T”), y que durante mucho tiempo dominó el tratamiento crítico del Hexateuco.
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El cambio del Código Sacerdotal (antes llamado Primer Elohista) desde los antiguos a  los más modernos tiempos, una características del sistema de Grafian, ha tenido un notable influencia el curso de la crítica del A. T en general y sobre todo respecto a los Paralipómenos. Ha invertido el orden cronológico de los elementos sacerdotales y proféticos  de la mayor parte del A.T.
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En las tierras de habla inglesa la crítica ha tardado  en progresar y eso ha sido posible por la moderación de su portavoz allí. Entre estos semi-ortodoxos críticos el más sobresaliente era el profesor Driver de Oxford cuya "Introduction to the Literature of the Old Testament" apareció en 1891.
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W. Robertson Smithen "The Old Testament and the Jewish Church" ya había presentado la hipótesis Grafian al mundo angloparlante. El resultado de la crítica británica conservadora se pueden ver en el “Diccionario e la Biblia “de Hastings, mientras que el ala radical está representada por la "Encyclopædia Biblica" editada por los profesores  Cheyne y Black.
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In America la mayoría de las conclusiones de la crítica alemana han tenido defensores en los profesores C.H. Briggs ("The Bible, the Church and Reason", 1892; "Higher Criticism of the Hexateuch", 1893), H.P. Smith, y C.H. Toy.  
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La crítica Alta afirma que ha logrado discernir grandes desigualdades en el valor de las partes de A.T. escritas  en forma histórica. En el mismo libro podemos encontrar, dicen mitos leyendas y material de verdadero valor histórico, que abunda en Jueces, Reyes aunque hay que cribar muy fino. En partes del Hexateuco, especialmente en el documento sacerdotal y en Paralipómenos, la historia es idealizada libremente y las instituciones existentes en ese momento son proyectadas artificialmente al pasado remoto. Ester, Tobías, Judit, Jonás y partes de II Macabeos pertenecen a la clase de Haggadah judío, o ficciones moralizantes. Los Salmos tiene pocos, en caso de que haya alguno, compuesto por David: son la poesía religiosa de Israel. Isaías es una amalgama que contiene mensajes de los profetas muy separados en el tiempo y circunstancias. Los profetas hablaban y escribían  en primer lugar a la vista de una situación contemporánea definida. Job es una obra épica y el Cantar un drama pastoral. El Libro de Daniel es un Apocalipsis del período Macabeo que describe la historia del pasado y presente bajo la semejanza de visón del futuro. Y para concluir esta exposición de los resultados de la crítica, al elemento humano en la Escritura se le da preeminencia y se representa vestido con olas limitaciones, imperfecciones y errores de los tiempos de su origen. Muchos libros se presentan como el resultado de acumulaciones literarias, excluyendo la unidad de autor. De hecho, para la mayoría de las historias los desconocidos autores se retiran a la sombra para dejar paso a los trabajos unificadores de los igualmente desconocidos “redactor” o “redactores”.
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===La reacción contra la Critica===
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Esta reacción ha recibido la ayuda de la antítesis entre las conclusiones de ciertos asiriólogos conocidos (como A. H. Sayce y F. Hommel) y la escuela principal de la crítica. Los descubrimientos en Egipto, Mesopotamia y Persia demuestran que existía una civilización desarrollada en Asia occidental en tiempos contemporáneos de Abraham  y anteriores (Ver BABILONIA; ASIRIA.). La conclusión que sacan los científicos citados (Sayce, "Higher Criticism and the Verdict of the Monuments", 1895; Hommel, "Ancient Hebrew Tradition", tr., 1897) es que el elaborado ritual y código legal de los Israelitas pudo haber sido  haber sido hecho por Moisés. Afirman que no se han tenido en cuenta suficientemente los descubrimientos orientales y arguyen que, puesto que los monumentos confirman la verdad sustancial de algunos de los libros históricos, se debe presumirse a favor de la veracidad de la literatura hebrea en general. El carácter histórico de las narraciones se mantiene por otras consideraciones de naturaleza más precisa y técnica. En América las antiguas posturas sobre la Biblia eran defendidas con gran celo y conocimiento por le Dr. William H. Green, de Princeton, autor de una serie de obras bíblicas que se extienden desde 1863 a 1899; también E.C. Bissel y W. L. Baxter. En gran Bretaña los conservadores estuvieron representados  por Alfred Cave, J.J. Lias, y otros. En Alemania  J. K. F. Keil, fallecido en 1888, exégeta de fama internacional que defendió la tradición  sin compromisos.
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Pero un grupo de protestantes alemanes, teólogos y orientalistas han defendido las afirmaciones de que el Antiguo Testamento es literatura divinamente inspirada, cuyas  narraciones, como un todo, son dignas de fe. Entre ellos sobresale el Dr. F. E. König de Bonn ("Neue Prinzipien der alttestamentlichen Kritik", 1902, "Bibel-Babel Frage und die wissenschaftliche Methode", 1904); Julius Böhm, pastor; Dr. Samuel Oettli, profesor en Greifswald.
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La resistencia a la llamada crítica científica en Alemania fue estimulada por las posturas radicales de los asiriólogos, comenzando por una conferencia que dio en 1902 ante la corte alemana Friedrich Delitzsch. La discusión que provocó  se conoce como la controversia Biblia-Babel. Delitzsch, Jensen, y sus seguidores defienden que las historias bíblicas de la creación, la Caída, el Diluvio etc., fueron copiadas por los hebreos de Babilonia donde existían en su forma pura y original. Esta escuela relega a todos los personajes y sucesos del Génesis a la región de los mitos y atribuye un origen caldeo a la concepción judía del Paraíso y el Sheol, Ángeles y demonios.  
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Aun son más extravagantes las teorías de los mitos astrales defendida por Stucken, Winckler y Jeremias, según la cual las narraciones no solo del Pentateuco sino de grandes partes de otros libros representan en forma humana la naturaleza y movimientos de los cuerpos celestes.
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En su réplica a los sistemas de crítica, los conservadores, tanto católicos como protestantes refuerzan sus argumentos con la tradición judía y cristiana y con métodos tomados de sus oponentes: a las distinciones lingüísticas oponen argumentos lingüísticos. Los tradicionalistas también emplean el proceso de comparación de datos de un libro con otro  en un intento de armonizarlo todo. 
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No se está contra los métodos sino contra las concusiones. La diferencia está en la interpretación. Sin embargo los conservadores  se quejan de que los críticos desechan arbitrariamente como interpolaciones o comentarios tardíos los pasajes que son desfavorables a sus hipótesis. Los defensores de la tradición también acusan a la escuela opuesta que se dejan llevar por imaginaciones puramente subjetivas y en el caso de críticas más avanzadas, por prejuicios filosófico –religiosos. Más aún afirman que la formación de un libro por sucesivos estratos, como se dice para muchas partes del A.T. no tiene parangón en la historia de la literatura. La crítica católica del A.T. se describirá en una sección separada de este artículo.
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===Critica del Nuevo Testamento  fuera de la Iglesia===
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Antes del siglo dieciocho la crítica del Nuevo Testamento no iba más allá de los textos latinos y griegos, si exceptuamos las antiguas reticencias ya mencionadas sobre la autoria la Epístola a los Hebreos y el Apocalipsis. Cuando el racionalismo alemán del siglo dieciocho, imitando al Deísmo inglés del diecisiete, descartó lo sobrenatural, el Nuevo testamento se convirtió en objeto de ataque sistemático. Reimarus (1694-1768) atacó los motivos de sus autores y arrojó dudas sobre la honestidad del mismo Jesús. J.S. Semler (1725-91) usó la más grande libertad en discutir el origen y credibilidad de las Escrituras arguyendo que estos temas debieran ser tratados sin tener en cuenta ningún contenido divino Samler fue el primero en cuestionar la autenticidad de los libros del N.T. desde un punto de vista crítico. Si se admitían sus principios exegéticos, la autoridad de los Evangelios quedaría muy demolida. Paulus (1761-1851), profesor en Jena Heidelberg, concedió que los Evangelios eran genuinos  y que el propósito de sus autores era honesto, pero enseñó que al narrar los episodios milagrosos, sobrenaturales, los  Apóstoles y Evangelistas narraban sus fantasías y que todos los sucesos sobrehumanos deben ser explicados meramente por causas naturales. Eichhorn, el pionero de la moderna crítica alemana llevó sus investigaciones al terreno del Nuevo Testamento y , ya en 1794, propuso una teoría para explicar las similitudes uy diferencias de los Evangelios Sinópticos, es decir, de Mateo, Marcos y Lucas.
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Algunas de las fases de lo que se conoce como “El problema sinóptico” fueron examinadas por Griesbach ya en 1776 y de nuevo en 1781 en un ensayo póstumo de Lessing que trataba de los evangelistas “considerados simplemente como historiadores humanos”. Lachmann formuló el problema por primera vez de forma clara en 1835. Y las peligrosas tendencias del os escritores racionalistas fueron hábilmente combatidas por  J. L. Hug, exégeta católico, cuya “Introducción al Nuevo Testamento” fue terminada en 1808.
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Schleiermacher (1768-1834) fue el primero de los teólogos alemanes que reconocieron la fuerza religiosa de los escritos sagrados, pero  puso en peligro su autoridad por el tratamiento libre e independiente de su origen y contenidos históricos. Su visión de N.T.  estaba influenciada por la crítica de Samler. Parecida a la actitud de Schleiermacher fue la de De Wette, pero sus conclusiones son con frecuencia negativas y dudosas.
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La escuela evangelista de comentadores protestantes alemanes anteriormente representada por Guericke, Olshausen, Neander y Bleek, fueron los principales defensores de que los evangelios eran genuinos y veraces, aunque estaban influidos por  las tendencias conciliadoras o mítico-racionalistas de Schleiermacher. Son los especialistas de N.T de 1823 a 1859.
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La “Vida de Jesús” de David Friedrich Strauss, que apareció en 1835, marca un Nuevo punto de vista respecto al Nuevo Testamento. Causó una gran sensación  Strauss era hegeliano y uno de aquellos para los que las “ideas” obscurecen los hechos objetivos, mientras se apoyaba en ellos. Mantenía que la concepción ortodoxa de Cristo era creación de las ardientes esperanzas mesiánicas de los judeo-cristianos de la primitiva Iglesia que imaginaron que Jesús cumplía las profecías del A.T. y que, después de su muerte, invistieron su personalidad y todo el tenor de su vida con cualidades místicas en la que no había apenas un ápice de verdad., es decir la existencia de un rabí llamado Jesús, hombre de extraordinario poder espiritual y de convicción que reunió en torno a sí un grupo de discípulos. Ecos de estas ideas se hallan en la “vida de Jesús “de Renan. La relativamente refinada filosofía de la religión de Strauss, estaba más en el espíritu de la época que el moribundo y crudo naturalismo de Paulus, aunque solo sustituía una forma de racionalismo por otra.
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La “Vida de Jesús” enseguida provocó refutaciones, pero en los avanzados círculos del pensamiento alemán el golpe final no fue se dio hasta que, en  1845,  Ferdinand Christian Baur, el fundador de la “Tendencia” de Tübingen, escuela de exégesis y crítica, publicó el fruto maduro de sus especulaciones bajo el título "Paulus der Apostel Jesu Christi".
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Baur, como Strauss, era discípulo de Hegel, pero había tomado de él una clave diferente respecto al significado del N.T., es decir, el principio de la evolución de toda verdad por medio de la conciliación de las contradicciones. Enseñó que el N.T. es el resultado del antagonismo entre las tendencias judías, o petrinas, y paulinas en la primitiva Iglesia. El concepto paulino de la cristiandad – de orden filosófico y universal –está representado por las Epístolas a los Romanos, Corintios y Gálatas que Baur admite como las únicas obras ciertamente auténticas de Pablo. El Apocalipsis fue compuesto en directa oposición al espíritu de los escritos paulinos. 
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Estas obras fueron escritas antes del año 70. Entre el 70 y el 140 apareció el evangelio de S. Mateo, de carácter petrino, el de S. Lucas, paulino, aunque retocado con espíritu conciliador; Los Hechos, adaptados como S. Lucas, y por fin el evangelio de S. Marcos, también de tipo irenista. El segundo período es de transición entre  el antagonismo y la reconciliación completa, que es la característica del tercer período que llega hasta el 170 d.C. y en él se produjeron el Evangelio y las Epístolas que llevan el nombre de S. Juan y las Epístolas pastorales, que, por ende, no pueden ser de S. Pablo. Este esquema excluía la autenticidad de todos los Evangelios. La teoría de Bauer no ha subsistido, excepto en la forma mitigada  que se refleja en las obras de Hilgenfeld y Pfleiderer. Sin embargo, dejando aparte sus posturas filosóficas, los principios de Bauer han dejado una profunda impresión en la crítica posterior del N.T. Primero practicó con un consistente y desarrollado plan  el hábito de escudriñar los documentos sagrados mismos buscando pruebas de los tiempos en los que nacieron y abrió camino en las tendencias críticas hacia una división del Nuevo Testamento en elementos judaicos, paulinos y juaninos.
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Las ideas de Tübingen produjeron una reacción contra sus destructivas conclusiones puramente racionalistas Este movimiento ha sido doble: por una parte los protestantes ortodoxos, aunque críticos en el método, que es la continuación natural de las anteriores exégesis evangélicas y tiene como representantes a Zahn, B. Weiss y Godet; la otra rama es en parte producto de la escuela de Schleiermacher y reconoce como su fundador a Albert Ritschl, cuyo alejamiento del grupo de Tubinga (1857) fue un serio golpe contra el sistema de Baur. La teología de Ritschl insiste en el valor religioso del N.T., especialmente en la impresión que hace en el alma individual su descripción Cristo y por otra parte da rienda suelta a la más atrevida y penetrante  crítica sobre el origen y valor histórico de los libros del N.T., en una ciega confianza mística de manera que nada que la crítica haga  podrá dañar su valor religioso.
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La indiferencia de los seguidores de Ritsch respecto a las consecuencia s del la crítica se muestra también sobre los elementos milagrosos de la vida del Señor y en general del N.T. Esta tendencia es muy clara en otros críticos alemanes que aunque influidos por Ritschl pertenecen más bien a la escuela “científica” y evolucionista. Holtzmann, Bousset, Jülicher, Harnack, Schmiedel eliminan de los Evangelios o al menos dudan con sus métodos críticos de todos los elementos milagrosos y reducen la divinidad de cristo a una filiación moral preeminente de Dios y , por una extraña inconsecuencia, ensalzan el poder salvador e iluminador de su personalidad. Esta escuela, sin embargo, admite fechas que se aproximan más a las tradicionales que a las de Baur.
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Harnack, además de afirmar que las cartas de S. Pablo son genuinas, excepto las pastorales, así como los evangelios de Marcos y Lucas, coloca los sinópticos entre el 65 d.C. y el 93 y fija el 110 como e límite más tardío para los Evangelios y Epístolas de S. Juan y el Apocalipsis.
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En Gran Bretaña la crítica ha sido, con pocas excepciones, moderada y en conjunto, conservadora. Los teólogos J. B. Lightfoot, B. F. Westcott, W. H. Sanday u otros  han hecho un excelente servicio en defensa de libros discutidos.
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Holanda ha producido un pequeño grupo de críticos radicales, Van Manen, Pierson, Loman, quien con Steck en Alemania  han revivido la total negación de autenticidad de Bruno Bauer sobre las cartas de S. Pablo. En Francia y la Suiza francesa lo clave ha sido el conservadurismo de los investigadores protestantes Pressensé y Godet; Sabatier mantiene un evolucionismo racionalizante y sobre la obra del Abbé Loisy hablaremos más abajo.
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Sigue un sumario breve de la situación de algunos libros particulares en la crítica no-católica.
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===Los Evangelios Sinópticos===
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La idea dominante de la solución más general es la hipótesis de dos-documentos” que explica lo que es común en todos ellos suponiendo que Mateo y Lucas se inspiraron del primer evangelio que llevaba el nombre de Marcos o de un documento apostólico anterior en el que se basa marcos y refiere el material que es común a Mateo y Lucas a una fuente primitiva aramea compilada por un o más de los discípulos inmediatos de Cristo, posiblemente S. Mateo. El evangelio de S. Lucas se reconoce como auténtico. Y el marcos canónico, al menos virtualmente también.
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===Los Hechos de los Apóstoles===
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También la integridad y autoria de los Hechos de los Apóstoles ha sido abordada por la crítica: Hilgenfeld, Spitta, Clemen, que aunque no están de acuerdo en los detalles, consideran que la obra está compuesta de ciertas secciones de diferentes autores, incluido S. Lucas, que ha sido arreglada por sucesivos editores y que contiene materiales de distinto valor. No se utilizaron falsificaciones conscientemente pero aún así lograron entrar subrepticiamente narraciones legendarias.
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===Epístolas de S. Pablo===
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Romanos, Corintios y Gálatas son reconocidos por los investigadores serios como auténticas obras del Apóstol de los Gentiles. Hay distintas opiniones sobre Efesios, Colosenses, Filipenses, Tesalonicenses y Filemón. 1 Tesalonicenses se admite en general como genuina, pero la autoría paulina de la segunda es muy contestada. El peso de las opiniones críticas protestantes está contra la autenticidad de las epístolas pastorales, es decir, las dos a Timoteo y una a Tito. La Epístola a los Hebreos se atribuye a un judío alejandrino converso, contemporáneo, o casi, de S. Pablo y discípulo suyo por las doctrinas. También piensa lo mismo los exégetas católicos de la nueva escuela.
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La Primera de Pedro en general se acepta como genuina pero la composición de la Segunda de Pedro se pospone al siglo segundo,; algunos católicos también se inclinan por esta fecha.
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La cuestión de si las epístolas de Santiago  y S. Judas son genuinas de ambos apóstoles tiene opiniones para todos los gustos fuera de la Iglesia.
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The question whether the Epistles of St. James and St. Jude are from the pens of the Apostles of those names is variously answered outside the Church.
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===Los escritos de D. Juan===
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La autenticidad y autoría del evangelio de S. Juan fue la gran batalla de la Crítica del N. T. Ya en 1792 un tal Evanson se manifestó en contra. La mayoría se inclina a la postura de Harnack, es decir, el Cuarto Evangelio fue compuesto por Juan el Presbítero o “el mayor”, al que se refiere un fragmento de Papías y que los seguidores de Harnack distinguen del Apóstol, del que fue discípulo, y que escribió a principios del siglo segundo. Loisy lo atribuye a un escritor desconocido del siglo Segundo que nada tenía que ver con S. Juan.
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Pero la cuestión vital de este evangelio es el valor histórico. La escuela alemana de Crítica caracteriza este evangelio como teología y simbolismo, no como historia. Loisy está de acuerdo con ellos. La autoría apostólica y la historicidad del Cuarto Evangelio ha sido reivindicada por otros críticos como  Sanday, Stanton y Drummond en Inglaterra, Zahn y B. Weiss en Alemania. Los exégetas católicos ortodoxos, aunque mantiene la tradición católica de la autoría de S. Juan y de su calidad histórica, admiten sin embargo  que la teología de S. Juan indica reflexión y desarrollo sobre y más allá de los sinópticos.
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La Primera Epístola de S. Juan es universalmente admitida como del mismo autor que el Evangelio.
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La crítica del Apocalipsis aún no está del todo definida. Hay mucha diversidad de puntos de vista sobre el autor. La escuela anglicana se inclina a S. Juan. Vischer y  Harnack dicen que el libro es un Apocalipsis judío retocado por u cristiano. Casi todos los críticos admiten que hay mucho Apocalipsis en él admitiendo que algunas de las visiones dibujan de forma velada situaciones históricas bajo el disfraz de sucesos futuros.
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===El Movimiento Crítico dentro de la Iglesia===
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===Crítica del Antiguo Testamento. ===
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Francia, el país de Richard Simon y Astruc, ha sido también donde ha comenzado la Crítica católica contemporánea. François Lenormant, distinguido orientalista católico en el prefacio a su "Origines de l'histoire d'après la Bible et les traditions des peuples Orientaux" (1880-84), declaraba que ya no se puede sostener la unidad de autor del Pentateuco y daba por probado que las fuentes fundamentales de los primeros cuatro libros eran un documento Yahvista y un Elohista, cada uno inspirado u unido por “redactor final”. Existe entre ellos discrepancias menores. Los primeros capítulos de Génesis contiene elementos míticos y legendarios comunes a los pueblos semíticos que en manos de los escritores inspirados  se convirtieron “vestimentas figuradas de verdades eternas”.  Este mismo prefacio reclama entera libertad para el crítico en materia de fechas y autores. Pero la obra de Lenormant acabó en el Índice,  el 19 de diciembre de 1887. La base  de su análisis literario fue suministrada por las conclusiones de la alta crítica, por entonces no aceptada, al menos públicamente, por ningún especialista católico. E. Reuss, un profesor protestante liberal de la universidad de Estrasburgo había publicado en partís, en 1879 "L'Histoire Sainte et la Loi; Pentateuque et Josué". En 1883 apareció  la influyente obra de Wellhausen "Prolegómenos a la Historia de Israel", re-editada en 1889 bajo el título, "Composición del Hexateuco y los Libros Históricos del A.T.”
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Alfred Loisy, entonces profesor de Sagrada Escritura en el Institut Catholique de París, en la lección inaugural del curso 1892-3 hizo una clara petición de libertad en el ejercicio de la crítica en el estudio de la parte humana de la Biblia ("Enseignement Biblique", Nov.-Dec., 1892; reimpreso en "Les études bibliques", 1894). En u ensayo que apareció en  1893, Loisy discutía la “Cuestión Bíblica” afirmando el derecho de la ciencia católica de tratar críticamente los aspectos generales de la Sagrada escritura y también sus interpretaciones, rechazando la inerrancia absoluta inerrancia, mientras que mantenía la inspiración total. Las partes histórica ofrecen datos que tienen una verdad relativa, es decir, respecto a la época en que fueron escritos. El autor enumeraba conclusiones de la crítica que consideraba fijos, como la no-autoría mosaica del Pentateuco, el carácter ahistóricos de los primeros capítulos del Génesis y el desarrollo de la doctrina bíblica,
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A principios de ese mismo año Monseñor. d'Hulst, rector del Institut Catholique de Paris, había llamado la atención al progreso de las ideas críticas en los círculos católicos científicos, en un artículo en el "Correspondant" de 25 de enero, 1893, titulado "La Question Biblique", en el que expresaba la opinión de que la admisión de inexactitudes en la Escritura es teológicamente sostenible.
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La discusión de estos temas fue la ocasión de la encíclica "Providentissimus Deus", de León XIII, del 18 noviembre, 1893, en la que se declaraba que la inerrancia total de la Biblia era la consecuencia necesaria de su inspiración. Las concesiones gratuitas de los escritores católicos a la crítica racionalista y el exclusive uso de argumentos internos contra la autoridad histórica se condenaban  como contrarios a los correctos principios de la crítica. Se recomendaba una crítica sana. Recomendaciones similares se daban en la Carta Apostólica "Vigilantiæ", al establecer la Comisión Bíblica, el 30 de octubre de 1902.
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El P. M. J. Lagrange, superior de la Escuela Dominicana de Estudios Bíblicos de Jerusalén en un artículo leído ante el Congreso de Científicos Católicos de Friburgo en 1897 (Revue Biblique, enero, 1898), defendía un análisis literario y la evolución del Pentateuco sustancialmente idéntico con los de la hipótesis Graf-Wellhausen. Distinguía entre la tradición de Moisés como autor histórico o fundador del Pentateuco, que él mantenía,  y la tradición de la autoría literario mosaica, que abandonó. Como Loisy, el sabio dominico mantenía que los métodos literarios del antiguo oriente son muy diferentes de los de nuestra civilización. Muchos especialistas bíblicos católicos se han unido a la que se ha llamado escuela ”progresiva” y en sustancia, aunque no estén de acuerdo en los detalles, mantienen:
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• la textura compuesta y la progresiva formación de algunos libros sagrados y abandonando por consiguiente su tradicional unidad de autor;
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• permitir el desarrollo teológico y moral en el Antiguo Testamento;
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• admitir una extensa y tácita inserción de tradiciones populares y fuentes escritas que contiene afirmaciones ahistóricas.
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Sin embargo, estos exégetas mantienen firmemente la verdad objetiva de las líneas esenciales y largas de la historia de Antiguo Pacto tal cual se refleja en la Biblia. Afirman  en general que la cuestión del procedimiento literario de los escritores bíblicos no es una cuestión de fe. Esta postura ha sido atacada frecuentemente por católicos que se adhieren a la escuela conservadora, que presentan argumentos sacados principalmente de que creen irreconciliables los nuevos puntos de vista con la tradición dogmática católica de la inspiración  e inerrancia, como se testifica, dicen, en el Nuevo Testamento, los Padres, las enseñanzas de los Concilios de Trento y Vaticano I y particularmente la encíclica de León XIII (ver INSPIRACION). Los principales adversarios de las conclusiones avanzadas son los jesuitas Delattre (Autour de la question biblique, 1904), Brucker (contribuciones a  "Etudes" entre 1894 y 1905), Fontaine, Fonck, Pesch, (De Inspiratione Sac. Scrip., 1906), Murillo, Billot; también el profesor  Hoberg y el Abbé Mangenot (L'Authenticité du Pentateuque, 1907).
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La Comisión Bíblica , cuyas decisiones tiene la fuerza de leyes de las Congregaciones Romanas, declaró el 13 de febrero de 1905 que la falibilidad de citas implícitas en la Biblia puede ser admitida, siempre que argumentos sólidos demuestren que son citas reales y que el escritor sagrado no las adopta como suyas. La Comisión concedió  el 23 de junio de 1903 que algunos pasajes pueden ser históricos solo en apariencia, salvando siempre el juicio y sentido de la iglesia.  El 27 de junio de 1906 la comisión declaró que los argumentos aportados por los críticos no refutan la autoria mosaica sustancial del Pentateuco. Esta decisión ha modificado necesariamente la actitud de los escritores católicos y profesores que apoyaban en mayor o menor grado las conclusiones de la hipótesis Graf-Wellhausen. El decreto de la Inquisición  "Lamentabili" (3 julio, 1907) y la encíclica "Pascendi Dominici Gregis" (8 septiembre, 1907) reafirmaba contra los Modernistas los sanos principios católicos que hay que seguir en el estudio de la Sagrada Escritura.
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===Crítica del Nuevo Testamento===
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Los investigadores católicos que querían aceptar algunas de las teorías críticas han trazado una línea para distinguir la Critica del Antiguo Testamento y la del Nuevo testamento, no solo por la mayor delicadeza de éste ultimo sino porque reconocen que los documentos del Antiguo y del Nuevo Testamento se produjeron en condiciones muy diferentes.
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En la alta crítica del N.T. los católicos han defendido la autenticidad, integridad y veracidad tradicionales de los libros en cuestión. Algunos exégetas admiten de alguna manera ligeras divergencias  en las narraciones evangélicas y el uso de documentos más antiguos  por al menos dos de los escritores sinópticos. Respecto al “Problema  Sinóptico” se concede que al menos S. Lucas utilizó el evangelio de S. marcos; así Batiffol, Minocchi, Lagrange, Loisy, Bonaccorsi, Gigot.
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Loisy, demasiado influido por la crítica alemana contemporánea rompió con las tradiciones ortodoxas de la exégesis del N.T. En una réplica al libro de Harnack “¿Qué es el Cristianismo?” defendió el dogma católico como evolución con sus raíces en la Primitiva Iglesia, pero hizo concesiones peligrosas respecto a la afirmación de la divinidad de Cristo, su vocación mesiánica, conocimiento, milagros y resurrección ("L'Evangile et l'Eglise", 1902; "Autour d'un petit livre", 1903). En "Le Quatrième Evangile" (1903) Loisy rechaza la autoría de S. Juan y la historicidad del Cuarto Evangelio, mientras que la Comisión Bíblica afirmaba ambas cosas (29 de mayo 1907). Su sistema separa virtualmente la fe católica de sus credenciales históricas como se hallan en el N.T. y estas obras han sido condenadas por la Congregación del Índice. Han extraído varias refutaciones de los apologistas cristianos, como del  "Jésus Messie et Fils de Dieu" (1904) del Abbé Lepin. Después Loisy publicó una obra sobre los Evangelios Sinópticos (Les évangiles synoptiques, 1908) en la que sigue la más extravagante crítica racionalista. Loisy fue excomulgado el 7 de marzo de 1908.
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Como se ha advertido la Iglesia recomienda encarecidamente el ejercicio de la crítica según los sólidos principios no desviados por las presuposiciones racionalistas, pero debe condenar la referencia indebida a escritores heterodoxos y las conclusiones que se desvían de la verdad revelada. Cuando surge la duda sobre si una hipótesis está permitida la autoridad eclesiástica ha de decidir hasta donde es coincidente con el depósito de la fe o conviene a la seguridad de la religión.
  
===Ediciones críticas del texto hebreo===
 
Después de la publicación de los Salmos en Bolonia en 1477, del Pentateuco en Bolonia en 1432, de los Profetas en Socino en 1485 y de los Hagiógrafos en Nápoles en 1487, apareció el Antiguo Testamento completo en Soncino (1488), en Nápoles (1491-93), en Brescia (1494), en Pesaro (1511-17), y en Alcalá (1514-17).
 
Después, entre 1516 y 1568 llegaron las cuatro Biblias Rabínicas de Venencia. En la segunda, editada por Jacob ben Hayim e impresa por Bomberg en 1524-1525, que generalmente se considera que tiene el textus receptus (texto recibido).  La lista de las innumerables ediciones que siguieron  la da Pick en su "History of the Printed Editions of the Old Testament"en "Hebraica" (1892-1893), IX, pp. 47-116.
 
Para las más importantes, ver Ginsburg, "Introduction to the Massoretic-critical edition of the Hebrew Bible" (London, 1897), 779-976. las ediciones más frecuentemente reimpresas son probablemente las de Van der Hoogt, Hahn, y Theile; pero todas esas ediciones antiguas han sido suplantadas por las de Baer y Delitzsch, Ginsburg, y Kittel, que se consideran más correctas. La Biblia de Baer y Delitzsch  apareció en fascículos en Leipzig, entre 1869 y 1895, aunque quedó incompleta (el Pentateuco, excepto el Génesis). Ginsburg, autor de  la “Introducción” mencionada arriba” ha publicado una edición en dos volúmenes (Londres, 1894). Finalmente Kittel que llamó la atención sobre la necesidad de una nueva edición (Ueber die Notwendigkeit und Möglichkeit einer neuen Ausgabe der hebraïschen Bibel, Leipzig, 1902) ha publicó un (Leipzig, 1905-06) con la ayuda de varios colaboradores Ryssel, Driver y otros.
 
Casi todas las ediciones mencionadas hasta aquí reproducen el textus receptus  corrigiendo los errores tipográficos e indicando las variantes interesante; todos se adhieren al texto masorético, es decir, al texto adoptado por los rabinos entre los siglos primero y segundo de nuestra era y que se halla en todos los manuscritos hebreos. Un grupo de académicos alemanes, ingleses y americanos bajo la dirección de Haupt publicaron una nueva edición con los nuevos cocimientos críticos. Las 20 partes de esta Biblia aparecieron en Leipzig, Baltimore, y Londres, y se la conoce en general como “Bilbia Polícroma”, porque utiliza colores para distinguir las distintas fuentes. Las distintas partes publicadas: Génesis (Ball, 1896), Levítico (Driver, 1894), Números (Paterson, 1900), Josué (Bennett, 1895), Jueces (Moore, 1900), Samuel (Budde, 1894), Reyes (Stade, 1904), Isaías (Cheyne, 1899), Jeremías (Cornill, 1895), Ezequiel (Toy, 1899), Psalmos (Wellhausen, 1895), Proverbios (Kautzsch, 1901), Job (Siegfried, 1893), Daniel (Kamphausen, 1896), Ezra-Nehemías (Guthe, 1901), y Crónicas (Kittel, 1895); Deuteronomio (Smith). No hace falta decir que como en todos los casos en los que se ha intentado restaurar el texto primitivo de ciertos libros, los editores de la “Biblia Polícroma” permiten un amplio margen a la crítica subjetiva t conjetural
 
===Texto Griego del Nuevo Testamento===
 
===Uso del aparato crítico===
 
La gran dificultad a la que se enfrenta el editor de Nuevo Testamento es la variedad sin fin de documentos a su disposición. El número de manuscritos aumenta tan rápidamente que no hay una lista absolutamente completa. El "Die Schriften des N.T." (Berlín, 1902), de Von Soden, enumeras 2328 distintos manuscritos, sin contar los leccionarios (Epístolas del Evangelio), y otros que se van añadiendo. Hay que reconocer que muchos de ellos estos textos son fragmentos de capítulos o hasta de versículos. Esta enorme masa de manuscritos está estudiad imperfectamente y algunas copias son solo son conocidas porque figuran en los catálogos. Los mismos grandes unciales no están aun reunidos y muchos de ellos solo muy han estado a disposición de los críticos. La clasificación genealógica, sobre todo, está incompleta y muchos puntos fundamentales aun se discuten. El texto de las principales versiones y de las citas patrísticas aun no está satisfactoriamente editado y la relación genealógica de todas estas fuentes de información aún no ha sido determinada. Estas dificultades tan variadas explican la falta de acuerdos por parte de los editores y la falta de conformidad en las ediciones críticas publicadas.
 
===Breve historia de las ediciones críticas y principios seguidos por los editores===
 
El primer Nuevo testamento publicado en griego es el que forma el quinto volumen de la Políglota de Alcalá, cuya impresión se terminó el 10 de enero de 1514, pero que no fue entregada al público hasta 1520.
 
Mientras tanto, a principios de 1516, Erasmo había publicado su colección completada rápidamente en Basilea. La edición que salió de las prensas de Aldus, de Venencia en 1518 es simplemente una reproducción de la de Erasmo, pero la de Robert Estienne de 1546, 1549, 1550 y 1551, las tres primeras en París y la cuarta en Génova, aunque basadas en la políglota de Alcalá ,presenta variantes de unos quince manuscritos y en la última, de 1551, se introduce la división de versículos que ahora está en uso. Las diez ediciones de Teodoro Beza que aparecieron entre 1565 y 1611 difieren poco de la última de Robert Estienne.
 
Los hermanos Elzevir, Buenaventura y Abraham, impresores de Leyden, siguieron a Estienne y Beza muy de cerca. Su pequeñas ediciones de 1624 y 1633, tan convenientes y tan apreciadas por los amantes de los libros, proporcionan lo que se ha acordado como el  textus receptus. -- "Textum ergo habes nunc ab omnibus receptum, in quo nihil immutatum aut corruptum damus" (Edición de 1633). Baste mencionar aquí las ediciones de Courcelles (Amsterdam, 1658) y Fell (Oxford, 1675), que también se adhieren al textus receptus de Elzevir, y las de Walton (Londres, 1657) y Mill (Oxford, 1707), que reproducen en sustancia el texto de Estienne, pero enriquecido por la edición de variantes recogidas de numerosos manuscritos.
 
Los principales editores que siguieron --Wetstein (Amsterdam, 1751-1752), Matthæi (Moscú, 1782-1788), Birch (Copenhage, 1788), y los dos católicos, Alter (Viena, 1786-1787), y Scholz (Leipzig, 1830-1836) son notables sobre todo por la abundancia de nuevos manuscritos que descubrieron y reunieron. Pero debemos limitarnos aquí a una apreciación de los mejor conocidos editores como Griesbach, Lachmann, Tregelles, Tischendorf, Westcott y Hort.
 
Griesbach, en su segunda edición (1796-1806) aplicando la teoría sugerida poco antes por Bengel y después desarrollada por Semler, distinguió tres familias de textos: la alejandrina, representada por los códices A,B y C, por las versiones coptas y las citas de Orígenes; la familia occidental , representada por D de los Evangelios y los Hechos, por los códices bilingües, las versiones latinas , los Padres latinos; y finalmente la familia bizantina, representada por la masa de otros manuscritos y por los Padres griegos del siglo cuarto en adelante. Hubiera sido decisivo que se hubieran intentado las concordancias de estas dos familias pero desafortunadamente la clasificación de Griesbach es cuestionada por muchos  y se ha demostrado que las concordancias entre Orígenes y la llamada familia alejandrina en gran parte imaginaria. Lachmann (Berlin, 1842-1850) intentó reconstruir su texto sobre bases muy estrechas. Solo tuvo en cuenta las antiguas versiones latinas y los grandes unciales, muchos de los cuales eran entornes o completamente desconocidos o de forma imperfecta. En las variantes, elegía la opinión de la mayoría, pero se reservaba para sí la corrección conjetural del texto así establecido –un método defectuoso que su sucesor Tragelles no evitó lo suficiente en su edición (1857-1872), obra de toda una vida, completada por sus amigos. Tischendorf contribuyó con no menos de ocho ediciones del Nuevo Testamento en griego, pero hay las diferencias. Según Scrivener (Introducción, II, 283) la s
 
La séptima edición difiere de la tercera en 1396 lugares y en 595 vuelve al texto recibido. Después del descubrimiento del Sinaítico, que tuvo el honor de descubrir y publicar, su octava edición está en desacuerdo con las precedentes en 3369 lugares. Tal cantidad de variaciones no pueden inspirar otra cosa que desconfianza.
 
Tampoco la edición de Westcott y Hort (Es Nuevo Testamento,  en el original griego, Cambridge y Londres 1881) ganó la aprobación universal. Después de haber eliminado por turno cada una de las grandes familias de documentos que ellos designan como Sirias, Occidentales y Alejandrinas, los editores se basan exclusivamente en un texto “neutral”, representado solo por el “Vaticanus” y el “Sinaiticus, y en caso de descuerdo entre esos dos grandes códices, solo por el “Vaticanus”. La excesiva preponderancia dada así a un solo manuscrito fue criticada de manera especial por Scrivener (Introduction, II, 284-297). Finalmente la edición de Von Soden (Die Schriften des N. T. in ihrer ältesten erreichbaren Textgestalt) levantó muchas controversias hasta antes de aparecer. (Ver "Zeitschrift fur neutest. Wissensehaft", 1907, VIII, 34-47, 110-124, 234-237.)
 
 
===Fuentes===
 
===Fuentes===
Las enciclopedias y diccionarios de la Biblia no tiene un artículo especial sobre la crítica textual que trata de manera particular con el texto bíblico, pero la mayoría de las introducciones a la Escritura dedican uno o varios capítulos a este tema, por ejemplo UBALDI, Introductio (5ª ed., Roma, 1901), II, 484-615 (De critica verbali sacrorum textuum); CORNELY, Introductio (Paris. 1885), I, 496-509 (De usu critico textuum primigeniorum et versionum antiquarum); GREGORY, Prolegomena to 8th ed. of TISCHENDORF (Leipzig, 1884-1894); SCRIVENER, Introduction (4ª ed., Londres 1894) II, 175-301; NESTLE, Einführung in das griech. N. T. (2nd ed., 1899) y HOLTZMANN, Einleitung in das N. T. (Freiburg-im-Breisgau, 1892).
 
Las siguientes pueden ser citadas como monografías: PORTER, Principles of Textual Criticism (Belfast, 1848); DAVIDSON, A Treatise of Biblical Criticism (1853); HAMMOND, Outlines of Textual Criticism (2nd ed., 1878); MILLER, Textual Guide (London, 1885); HORT, The N.T. in the Original Greek: lntroduction (2ª ed., Londres 1896). Esta obra, como algunas de las que le preceden , tratan principalmente de la critica del Nuevo Testamento, sin embargo toda la segunda (pp. 19-72, The Methods of Textual Criticism) discute las cuestiones generales. En (b) Versiones y (c) Citas  en el epígrafe Principios generales, cf. BEBB, The Evidence of Early Versions and Patristic Quotations on the Text of the Books of the New Testament en II del Studia Biblica et Ecclesiastic de Oxford.
 
  
Prat, Ferdinand.  
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(Los autores católicos llevan un asterisco.) Desde un punto de vista conservador : VIGOUROUX*, Les livres saints et la critique rationaliste (Paris, 1886); LIAS, Elements of Biblical Criticism (Londres 1893); BLOMFIELD, The Old Testament and the New Criticism (Londres,1893); BEATTIE Radical Criticism (Chicago, 1895); ANDERSON, The Bible and Modern Criticism (Londres 1902); HÖPFL*, Die höhere Bibelkritik (2ª ed., Paderborn, 1905); art. Criticism en HASTING, Dict. of Christ and the Gospels.
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Desde un punto de vista radical: CHEYNE, Founders of O. T. Criticism (New York, 1893); ZENOS, Elements of the Higher Criticism (New York, 1895); NASH, Hist. of the Higher Criticism of the N. T. (New York, 1900); CARPENTER, The Bible in the Nineteenth Century (Londres 1903); DRIVER AND KIRKPATRICK, The Higher Criticism (Londres 1905); GIGOT*, Higher Criticism of the Bible, en New York Review, March, 1906-April, 1907.
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Irenistas: RANNAN*, Higher Criticism and the Bible, e Am. Cath. Quart. Rev., July. 1894; MCFAYDEN, O. T. Criticism and the Christian Church (New York, 1903); PETERS*, Die grundsätzliche Stellung der katholische Kirche zur Bibelforschung (Paderborn, 1905).
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Reid, George
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Transcrito por J. Potter. Dedicado al Sagrado Corazón de Jesús.
  
Transcrito por Douglas J. Potter. Dedicado al Sagrado Corazón de Jesucristo.
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Traducido por Pedro Royo.
  
Traducido por Pedro Royo
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(N. del T.)  Este interesente artículo necesita ser actualizado con todo lo que ha sucedido en el s.XX sobre este tema.

Última revisión de 18:22 28 may 2008

Visión general

La crítica bíblica en su más completa comprensión es el examen de los orígenes literarios y valores históricos de los libros que componen la Biblia, junto con el estado en que están en el presente.

Puesto que las sagradas escrituras no shan llegado en gran variedad de copias y versiones antiguas, que muestras más o menos divergencias en los textos, la crítica bíblica, llamada textual o más baja, tiene como finalidad estudiar estos documentos para llegar al texto más puro posible de los libros sagrados.

El nombre “Alta Crítica” la empleó por primera vez el especialista bíblico alemán por Eichhorn, en la segunda edición de su “Einleitung” (Introducción) que apareció en 1787. No es, como supusieron algunos, una denominación arrogante, como si asumiera una sabiduría superior, pero ha llegado a usarse porque este tipo de crítica trata de los aspectos más universales de la Biblia, es decir, la autoría, fecha, composición y autoridad de libros completos o grandes secciones, para distinguirla de la discusión de minucias textuales que es el campo de la crítica baja o textual (ver el artículo CRITICA TEXTUAL)

Tomada en este sentido limitado, la crítica bíblica, a la luz de las modernas ciencias filológicas, históricas y arqueológicas y de métodos de desarrollo reciente, somete a severas pruebas las posturas tradicionalmente aceptadas y tradicionales sobre la autoría humana, el tiempo y manera de la composición de los libros sagrados y hace distinciones sobre su valor histórico.

Para alcanzar los resultados da más valor a las pruebas internas de los libros que en las tradiciones externas o testimonios y su innegable efecto es en gran medida la depreciación de la tradición de manera que hay una clara línea divisoria entre los exégetas críticos y los de la escuela tradicional. En el proceso que lleva a los críticos a sus conclusiones hay divergencia de actitud hacia lo sobrenatural en las sagradas escrituras. Los del ala racionalista ignoran, y tácitamente niegan, la inspiración en el sentido teológico del término y si preocupaciones doctrinales, excepto animosidad hacia lo sobrenatural, proceden a aplicar los tests críticos a la Escritura de la misma manera que se aplica a las producciones humanas.

Los críticos moderados de procedencia protestante – escuela dominante en Gran Bretaña - mantiene la inspiración y revelación pero con una libertad incompatible con la ortodoxia católica. Los críticos bíblicos católicos mientras que admiten como postulados la inspiración plenaria y la inerrancia de la Sagrada Escritura, admiten en gran medida las conclusiones históricas y literarias a las que llegan los no-católicos que trabajan en estos campos y mantiene que no están excluidas por la fe católica.. Con excepción del Abbé Loisy y sus seguidores, ningún investigador católico ha reclamado autonomía o completa independencia para la crítica, porque todos tienen en cuenta el principio de que no se puede valida y puede que ni legalmente contradecir las enseñanzas dogmáticas establecidas en la doctrina de la Iglesia. Los investigadores cristianos insisten en que una crítica reverente entra dentro de su derecho está dentro de su derecho a comprobar los elementos que entran en los aspectos humanos de la Biblia, como medios para entender mejor la palabra escrita, puesto que las partes componentes recibieron su forma de hombres que vivían en ciertos ambientes históricos y bajo las limitaciones de su época y lugar y más aún, la inspiración no renuencia al esfuerzo de los métodos y conocimientos humanos de la composición literaria ( Ver INSPIRACION).

La Alta Critica puede ser llamada ciencia, aunque su proceso y resultados no admitan las sutilezas del control y demostración, ya que sus principios son más de orden moral-psicológico. De aquí que las conclusiones, hasta en las circunstancias más favorables, no tienen a más fuerza que la que surge de la convergencia de probabilidades, produciendo una convicción moral.

Mientras que se ha intentado para elaborar un sistema de normas para la alta crítica, no se ha definido, ni probablemente se haga, un código de principios y reglas estrictamente definido y generalmente aceptado. Algunos principios generales, sin embargo son aceptados por los críticos. Uno de los fundamentales es que la obra literaria siempre refleja la impronta de la edad y del ambiente en el que se produjo; otro, es que la pluralidad de autores se demuestra por las diferencias de dicción y estilo bien marcadas, al menos cuando coinciden con distinciones en los puntos de vista o discrepancias en el doble tratamiento del mismo tema; y un tercer principio mantiene la disimilitud radical entre los métodos semíticos de composición antiguos y los modernos occidentales o arios.


Historia

Antes del siglo XVIII

Los primeros escritores eclesiásticos no eran conscientes de casi ninguno de los problemas que ha suscitado la crítica. Su atención estaba concentrada en el contenido teológico y en la autoridad de la Escritura, mirando casi exclusivamente a la parte teológica, consideraban sin importancia las cuestiones sobre el autor, fecha de composición, aceptando sin reservas las tradiciones tales como fueron trasmitidas por el judaísmo y la iglesia, teniendo en cuenta que el mismo Cristo había dado a varias de estas tradiciones su confirmación suprema.

Respecto Nuevo Testamento, la tradición fue el factor determinante. Como excepciones podemos anotar que Orígenes excluyó, en parte por evidencia interna, que S. Pablo difícilmente pudo escribir la Epístola a los Hebreos y que su discípulo Dionisio aportó adujo bases lingüísticas para rechazar el Apocalipsis como obra de S. Juan.

Los Padres vieron en cada frase de la Escritura un preñado oráculo divino. Las aparentes contradicciones y otras dificultades se solucionaban teniendo en cuenta las posibles imperfecciones humanas. Solo unos pocos y asilados pasajes de S. Jerónimo, en cuanto tales, parecen apuntar en esa dirección, en conexión con la historia. Excepto sobre la conservación del texto sagrado nada permitía emitir una crítica sobre la Biblia en tiempos de los Padres y esto se aplica también al período escolástico.

Ni siquiera el espíritu humanista que precedió la Reforma dio impulso al espíritu crítico más allá de promover el estudio de la Escritura en los idiomas originales. Y no fue un reformador humanista, sino algo más errático, Carlstadio, quien rompió en primer lugar con la tradición sobre la autoría de un libro inspirado declarando que Moisés no pudo haber escrito el Pentateuco, porque la narración de su muerte es del mismo estilo que el resto del libro. Aunque Carlstadio adujo un argumento crítico, no puede ser considerado como crítico. Hobbes (1651), Pereyre (1655), Espinosa (1670) atacaron la autoría mosaica pero incidentalmente, en obras en las una crítica sistemática no tiene lugar.

Richard Simon (1638-1712), un cura francés, fue el primero en someter las preguntas generales sobre al Biblia a un tratamiento comprensivo y metódico. Simón es el adelantado de la crítica bíblica moderna. La ampliación de las oportunidades para estudiar las lenguas orientales, una aguda y metódica mente, y también probablemente una reacción contra las rígidas posturas que dominaban a católicos y protestantes de su época fueron los factores que llevaron a que Simón produjera su primera gran obra "Histoire critique du Vieux Testament”, publicada en 1678. En ella llama la atención a las dobles narrativas y a las variaciones en el estilo del Pentateuco de lo que dedujo que , aparte de la parte legal, que Moisés mismo habría puesto por escrito, mucho del resto era obra de varios analistas inspirados, un grupo al que se deben los últimos libros históricos y que en las generaciones siguientes añadieron toques a las historias inspiradas de sus predecesores.

La teoría no sobrevivió a su autor pero el uso de pruebas internas que Simón utilizó de merece el título de padre e la crítica bíblica moderna. Su novedosa visión de los sobros mosaicos excitó condenas solamente y su obra crítica, siendo un esfuerzo aislado que no tuvo el apoyo de una escuela, solamente fue apreciado mucho después. La Alta Critica no se iba a desarrollar hasta mediado el siglo XVIII.

Pero hay que hacer una distinción cuando se aplica al Antiguo y al Nuevo Testamento. En ambos casos han seguido diferentes caminos. La crítica del A.T. se ha desarrollado a lo largo de las líneas de las investigación lingüística –histórica. Los prejuicios filosófico –religiosos se han dejado en a un lado. Pero con respecto al N.T., la crítica comenzó como un resultado de especulaciones filosóficas de carácter anti-cristiano y cuando es ejercida por los protestantes racionalistas y liberales, aun no se ha librado de esos principios apriori, aunque haya tendido a ser más positiva – es decir más genuinamente crítica – en sus métodos

Desde el siglo dieciocho

Critica del Antiguo Testamento fuera de la Iglesia

En 1753 Jean Astruc, un médico francés muy notable publicó un librito "Conjectures sur les mémoires originaux dont il paraît que Moïse s'est servi pour composer le livre de la Genèse", en el que conjeturaba, por el uso alternativo de los nombres de Dios en el Génesis hebreo, que Moisés había incorporado allí dos documentos preexistentes, uno de los cuales empleaba Elohim y el otro Jehovah. La idea no llamó la atención hasta que la tomó un investigador alemán, que sin embargo, dice que se le ocurrió a él independientemente. Era Johann Gottfried Eichhorn, el autor de la Introducción al A.T. publicada en 1780-83, que se distinguió por su vigor y acumen científico. Eichorn debía no poco a su amigo Herder, el notable littérateur alemán y ambos conjuntamente dieron origen al hábito de mirar el A.T. como una colección de literatura oriental cuyas diferentes partes deben ser leídas como los productos del genio semítico. Eichhorn desarrollo ampliamente las hipótesis de Astruc observando que las secciones Elohim y Jehová del Génesis tienen otras características y extendiendo el análisis a todo el Pentateuco. Pero el sabio alemán no era tan ortodoxo y convencido de la autoría mosaica como Astruc, puesto que le dejó al legislador hebreo solo un parte incierta de la obra.

Cuando Eichorn compuso su “Introducción” estaba algo influido por las posturas del librepensamiento que después aún se acentuaron. Su crítica, por consiguiente, tiene sus antecedentes no solo en la fértil conjetura de Astruc y la visión poética de Herder sobre la literatura oriental sino también por el racionalismo alemán del siglo XVIII. Este era el terreno natural en el que crecía y consiguió mucha nutrición de las ideas de los Deístas ingleses y de los Escépticos que florecían a finales del siglo XVII y en la primera parte del XVIII. Autores como Blunt (1654-93) y de los escritos del A. T. El punto de vista del orientalista alemán Reimarus era el de los Deístas ingleses. Todo el significado de su "Wolfenbüttel Fragments", (1774-78) es el antagonismo contra lo sobrenatural.

Lessing (1729-81), sin separase tan ofensivamente del camino de la ortodoxia defendió la mayor libertad de discusión en las cuestiones teológicas. Contemporáneo de Lessing era J. S. Semler, que rechazaba la inspiración, atribuía un carácter mítico a los episodios de los libros históricos del A.T y en paralelo a la filosofía de la religión de Lessing distinguía en la Escritura elementos de valor permanente y otros de valor transitorio y poco importante. Eichhorn es el primer y típico representante de la moderna crítica bíblica, cuya hogar especial ha sido Alemania. El dio el primer impulso para el análisis literario de las Escrituras aplicándolo no solo al Pentateuco sino también a Isaías y otras partes del A.T. Fuera de Alemania los puntos de vista de Eichorn y su escuela no fueron muy seguidos.

Y sin embargo fue un cura católico de origen escocés, Alexander Geddes (1737-1802), quien introdujo una teoría sobre el origen del los Cinco Libros (a los que unió Josué) que excedía en atrevimiento tanto a Simón como a Eichorn. Fue la bien conocida hipótesis del “Fragmento”, que reducía el Pentateuco a una colección de secciones fragmentarias parte de origen mosaico, pero reunidos durante el reino de Salomón. La opinión de Geddes fue introducida en Alemania en 1805 por Vater. Para una información más extensa sobre el desarrollo de la crítica y el Pentateuco, ver arriba. La Crítica Histórica de la Biblia comenzó con algunos ensayos del joven De Wette, publicados en 1805 – 07. De Wette añadió a las pruebas proporcionadas por el vocabulario y el estilo (es decir, las de la crítica literaria) argumentos sacados de la historia, contenidas en las narraciones sagradas mismas y en los descubrimientos de la investigación de los anticuarios. Rehusó encontrar otra cosa que leyendas y poesía en el Pentateuco, aunque concedía que había en un plan unificador y un desarrollo de acuerdo con su concepción de la historia de Israel, con lo que puso los fundamentos de la hipótesis principal de su época. Las ideas de De Wette proporcionaron también la base para la Hipótesis Suplementaria, sistematizada más tarde por Bleek y otros. Fue el primero en atacar el carácter histórico del libro de los Paralipómenos o Crónicas. Bleek (1793-1859), Ewald (1803-75), y los “Catholic Movers” (1806-56), aunque que seguían métodos críticos, se oponían a la pura crítica negativa de De Wette y su escuela, buscando salvar la autenticidad de alguno libros mosaicos y salmos davídicos, sacrificando la de los otros. Bleek revivió y atrajo la atención sobre la conclusión de Geddes de que el libro de Josué está en una cercana conexión con los cinco primero libros de la Biblia y por consiguiente la idea de un Haxateuco, u obra de seis libros, ha sido mantenida por exégetas avanzados. Hupfeld en 1853 halló cuatro, en vez de tres documentos en el Pentateuco, es decir el primero el Elohista, que comprendía la ley sacerdotal, un segundo Elohista (hasta entonces no sospechado por nadie excepto por el investigador Ilgen), El Yahvista y el Deuteronomista. A ninguno de ellos les atribuía origen mosaico. Con los puntos de vista de Hupfeld, comenzó a tomar cuerpo la idea de una gran fuente o Grundschrift, suplementada por otras más pequeñas, es decir comenzó a dejar paso a la hipótesis del “Documento”. Mientras tanto , estas conclusiones tan subversivas de las antiguas tradiciones sobre los Cinco Libros hallaron la oposición contante de varios especialistas alemanes, entre los que sobresalen Ranke, Hävernick, Hengstenberg y Keil, entre los protestantes y Jahn, Hug, Herbst y Welte, entre los católicos. Estos al mismo tiempo que trataban de impedir que se desechara el testimonio de la tradición judía, se vieron obligados a usar los métodos de su adversarios pera defender los puntos de vista de la tradición. Estas cuestiones se agitaban solo en los países donde dominaba el protestantismo, entre ellos Inglaterra donde las tradiciones conservadores se habían atrincherado fuertemente.

La disección crítica de los libros se realiza entonces y ahora por la diversidad de vocabulario y estilo, por el fenómeno de las narraciones dobles sobre el mismo suceso que variaban unas de otras, se decía, hasta el punto de discrepar y por las diferencias de las concepciones religiosas. Los críticos apelaban para confirma este análisis literario a los libros históricos. Por ejemplo, Moisés no pudo crear una legislación ritual para un pueblo que vivía como nómada en el desierto, especialmente porque (dicen los críticos) no encontramos traza de su observancia en los primeros periodos de la vida de Israel ya asentado. Este y otros tests parecido se aplican a todos los libros del A, T y producen conclusiones que, si se siguen, modifican profundamente las creencias tradicionales sobre los autores e integridad de estas Escrituras y son incompatibles con cualquier noción estricta de su inerrancia. El principio hegeliano de la evolución ha influido sin duda en la crítica alemana e indirectamente en la crítica bíblica en general. Aplicado a la religión, ha ayudado poderosamente a crear la tendencia a mirar la religión de Israel como resultado evolutivo de procesos que no transcienden la naturaleza, desde una adoración politeísta de los elementos a un monoteísmo ético espiritual. Esta teoría fue elaborada por primera vez por Abram Kuenen, un teólogo holandés en su "Religion of Israel" (1869-70). Sin esencial, está en armonía con la crítica del Pentateuco, a veces llamada “Hipótesis del desarrollo “pero más conocida como “Grafian”, aceptada por la gran parte de los eruditos no católicos. Hace del Pentateuco algo que ha surgido formado por piezas e interrelaciones de documentos de distintas épocas, de las que la más antigua es la Jahvista o J, que data del siglo nueve a.C. ; E, de Elohista, compuesto más tarde. Estos elementos son proféticos en su espíritu en la narrativa y en la materia; D, el código Deuteronomista que fue el órgano de la reforma profética bajo Josías y que apareció en 621 a.C ; P el gran documento que contiene el código sacerdotal redactado después del Exilio de Babilonia y es el resultado del formalismo sacerdotal y ritual que distinguía a la comunidad judía restaurada; data del siglo quinto a.C. Esta ingeniosa y coherente hipótesis fue formulada por primera vez por E. Reuss de la universidad de Estrasburgo pero fue presentada en público muchos años después (1886) por su discípulo H. K. Graf. Fue hábilmente elaborada por Julius Wellhausen, profesor de Göttingen (en 1908) en obras publicadas en 1883 y 1889 ("Prolegómenos a la Historia de Israel y "Composición del Hexateuco y los libros Históricos del A. T”), y que durante mucho tiempo dominó el tratamiento crítico del Hexateuco.

El cambio del Código Sacerdotal (antes llamado Primer Elohista) desde los antiguos a los más modernos tiempos, una características del sistema de Grafian, ha tenido un notable influencia el curso de la crítica del A. T en general y sobre todo respecto a los Paralipómenos. Ha invertido el orden cronológico de los elementos sacerdotales y proféticos de la mayor parte del A.T.

En las tierras de habla inglesa la crítica ha tardado en progresar y eso ha sido posible por la moderación de su portavoz allí. Entre estos semi-ortodoxos críticos el más sobresaliente era el profesor Driver de Oxford cuya "Introduction to the Literature of the Old Testament" apareció en 1891. W. Robertson Smithen "The Old Testament and the Jewish Church" ya había presentado la hipótesis Grafian al mundo angloparlante. El resultado de la crítica británica conservadora se pueden ver en el “Diccionario e la Biblia “de Hastings, mientras que el ala radical está representada por la "Encyclopædia Biblica" editada por los profesores Cheyne y Black.

In America la mayoría de las conclusiones de la crítica alemana han tenido defensores en los profesores C.H. Briggs ("The Bible, the Church and Reason", 1892; "Higher Criticism of the Hexateuch", 1893), H.P. Smith, y C.H. Toy.

La crítica Alta afirma que ha logrado discernir grandes desigualdades en el valor de las partes de A.T. escritas en forma histórica. En el mismo libro podemos encontrar, dicen mitos leyendas y material de verdadero valor histórico, que abunda en Jueces, Reyes aunque hay que cribar muy fino. En partes del Hexateuco, especialmente en el documento sacerdotal y en Paralipómenos, la historia es idealizada libremente y las instituciones existentes en ese momento son proyectadas artificialmente al pasado remoto. Ester, Tobías, Judit, Jonás y partes de II Macabeos pertenecen a la clase de Haggadah judío, o ficciones moralizantes. Los Salmos tiene pocos, en caso de que haya alguno, compuesto por David: son la poesía religiosa de Israel. Isaías es una amalgama que contiene mensajes de los profetas muy separados en el tiempo y circunstancias. Los profetas hablaban y escribían en primer lugar a la vista de una situación contemporánea definida. Job es una obra épica y el Cantar un drama pastoral. El Libro de Daniel es un Apocalipsis del período Macabeo que describe la historia del pasado y presente bajo la semejanza de visón del futuro. Y para concluir esta exposición de los resultados de la crítica, al elemento humano en la Escritura se le da preeminencia y se representa vestido con olas limitaciones, imperfecciones y errores de los tiempos de su origen. Muchos libros se presentan como el resultado de acumulaciones literarias, excluyendo la unidad de autor. De hecho, para la mayoría de las historias los desconocidos autores se retiran a la sombra para dejar paso a los trabajos unificadores de los igualmente desconocidos “redactor” o “redactores”.

La reacción contra la Critica

Esta reacción ha recibido la ayuda de la antítesis entre las conclusiones de ciertos asiriólogos conocidos (como A. H. Sayce y F. Hommel) y la escuela principal de la crítica. Los descubrimientos en Egipto, Mesopotamia y Persia demuestran que existía una civilización desarrollada en Asia occidental en tiempos contemporáneos de Abraham y anteriores (Ver BABILONIA; ASIRIA.). La conclusión que sacan los científicos citados (Sayce, "Higher Criticism and the Verdict of the Monuments", 1895; Hommel, "Ancient Hebrew Tradition", tr., 1897) es que el elaborado ritual y código legal de los Israelitas pudo haber sido haber sido hecho por Moisés. Afirman que no se han tenido en cuenta suficientemente los descubrimientos orientales y arguyen que, puesto que los monumentos confirman la verdad sustancial de algunos de los libros históricos, se debe presumirse a favor de la veracidad de la literatura hebrea en general. El carácter histórico de las narraciones se mantiene por otras consideraciones de naturaleza más precisa y técnica. En América las antiguas posturas sobre la Biblia eran defendidas con gran celo y conocimiento por le Dr. William H. Green, de Princeton, autor de una serie de obras bíblicas que se extienden desde 1863 a 1899; también E.C. Bissel y W. L. Baxter. En gran Bretaña los conservadores estuvieron representados por Alfred Cave, J.J. Lias, y otros. En Alemania J. K. F. Keil, fallecido en 1888, exégeta de fama internacional que defendió la tradición sin compromisos. Pero un grupo de protestantes alemanes, teólogos y orientalistas han defendido las afirmaciones de que el Antiguo Testamento es literatura divinamente inspirada, cuyas narraciones, como un todo, son dignas de fe. Entre ellos sobresale el Dr. F. E. König de Bonn ("Neue Prinzipien der alttestamentlichen Kritik", 1902, "Bibel-Babel Frage und die wissenschaftliche Methode", 1904); Julius Böhm, pastor; Dr. Samuel Oettli, profesor en Greifswald.

La resistencia a la llamada crítica científica en Alemania fue estimulada por las posturas radicales de los asiriólogos, comenzando por una conferencia que dio en 1902 ante la corte alemana Friedrich Delitzsch. La discusión que provocó se conoce como la controversia Biblia-Babel. Delitzsch, Jensen, y sus seguidores defienden que las historias bíblicas de la creación, la Caída, el Diluvio etc., fueron copiadas por los hebreos de Babilonia donde existían en su forma pura y original. Esta escuela relega a todos los personajes y sucesos del Génesis a la región de los mitos y atribuye un origen caldeo a la concepción judía del Paraíso y el Sheol, Ángeles y demonios.

Aun son más extravagantes las teorías de los mitos astrales defendida por Stucken, Winckler y Jeremias, según la cual las narraciones no solo del Pentateuco sino de grandes partes de otros libros representan en forma humana la naturaleza y movimientos de los cuerpos celestes. En su réplica a los sistemas de crítica, los conservadores, tanto católicos como protestantes refuerzan sus argumentos con la tradición judía y cristiana y con métodos tomados de sus oponentes: a las distinciones lingüísticas oponen argumentos lingüísticos. Los tradicionalistas también emplean el proceso de comparación de datos de un libro con otro en un intento de armonizarlo todo.

No se está contra los métodos sino contra las concusiones. La diferencia está en la interpretación. Sin embargo los conservadores se quejan de que los críticos desechan arbitrariamente como interpolaciones o comentarios tardíos los pasajes que son desfavorables a sus hipótesis. Los defensores de la tradición también acusan a la escuela opuesta que se dejan llevar por imaginaciones puramente subjetivas y en el caso de críticas más avanzadas, por prejuicios filosófico –religiosos. Más aún afirman que la formación de un libro por sucesivos estratos, como se dice para muchas partes del A.T. no tiene parangón en la historia de la literatura. La crítica católica del A.T. se describirá en una sección separada de este artículo.

Critica del Nuevo Testamento fuera de la Iglesia

Antes del siglo dieciocho la crítica del Nuevo Testamento no iba más allá de los textos latinos y griegos, si exceptuamos las antiguas reticencias ya mencionadas sobre la autoria la Epístola a los Hebreos y el Apocalipsis. Cuando el racionalismo alemán del siglo dieciocho, imitando al Deísmo inglés del diecisiete, descartó lo sobrenatural, el Nuevo testamento se convirtió en objeto de ataque sistemático. Reimarus (1694-1768) atacó los motivos de sus autores y arrojó dudas sobre la honestidad del mismo Jesús. J.S. Semler (1725-91) usó la más grande libertad en discutir el origen y credibilidad de las Escrituras arguyendo que estos temas debieran ser tratados sin tener en cuenta ningún contenido divino Samler fue el primero en cuestionar la autenticidad de los libros del N.T. desde un punto de vista crítico. Si se admitían sus principios exegéticos, la autoridad de los Evangelios quedaría muy demolida. Paulus (1761-1851), profesor en Jena Heidelberg, concedió que los Evangelios eran genuinos y que el propósito de sus autores era honesto, pero enseñó que al narrar los episodios milagrosos, sobrenaturales, los Apóstoles y Evangelistas narraban sus fantasías y que todos los sucesos sobrehumanos deben ser explicados meramente por causas naturales. Eichhorn, el pionero de la moderna crítica alemana llevó sus investigaciones al terreno del Nuevo Testamento y , ya en 1794, propuso una teoría para explicar las similitudes uy diferencias de los Evangelios Sinópticos, es decir, de Mateo, Marcos y Lucas.

Algunas de las fases de lo que se conoce como “El problema sinóptico” fueron examinadas por Griesbach ya en 1776 y de nuevo en 1781 en un ensayo póstumo de Lessing que trataba de los evangelistas “considerados simplemente como historiadores humanos”. Lachmann formuló el problema por primera vez de forma clara en 1835. Y las peligrosas tendencias del os escritores racionalistas fueron hábilmente combatidas por J. L. Hug, exégeta católico, cuya “Introducción al Nuevo Testamento” fue terminada en 1808.

Schleiermacher (1768-1834) fue el primero de los teólogos alemanes que reconocieron la fuerza religiosa de los escritos sagrados, pero puso en peligro su autoridad por el tratamiento libre e independiente de su origen y contenidos históricos. Su visión de N.T. estaba influenciada por la crítica de Samler. Parecida a la actitud de Schleiermacher fue la de De Wette, pero sus conclusiones son con frecuencia negativas y dudosas. La escuela evangelista de comentadores protestantes alemanes anteriormente representada por Guericke, Olshausen, Neander y Bleek, fueron los principales defensores de que los evangelios eran genuinos y veraces, aunque estaban influidos por las tendencias conciliadoras o mítico-racionalistas de Schleiermacher. Son los especialistas de N.T de 1823 a 1859.

La “Vida de Jesús” de David Friedrich Strauss, que apareció en 1835, marca un Nuevo punto de vista respecto al Nuevo Testamento. Causó una gran sensación Strauss era hegeliano y uno de aquellos para los que las “ideas” obscurecen los hechos objetivos, mientras se apoyaba en ellos. Mantenía que la concepción ortodoxa de Cristo era creación de las ardientes esperanzas mesiánicas de los judeo-cristianos de la primitiva Iglesia que imaginaron que Jesús cumplía las profecías del A.T. y que, después de su muerte, invistieron su personalidad y todo el tenor de su vida con cualidades místicas en la que no había apenas un ápice de verdad., es decir la existencia de un rabí llamado Jesús, hombre de extraordinario poder espiritual y de convicción que reunió en torno a sí un grupo de discípulos. Ecos de estas ideas se hallan en la “vida de Jesús “de Renan. La relativamente refinada filosofía de la religión de Strauss, estaba más en el espíritu de la época que el moribundo y crudo naturalismo de Paulus, aunque solo sustituía una forma de racionalismo por otra.

La “Vida de Jesús” enseguida provocó refutaciones, pero en los avanzados círculos del pensamiento alemán el golpe final no fue se dio hasta que, en 1845, Ferdinand Christian Baur, el fundador de la “Tendencia” de Tübingen, escuela de exégesis y crítica, publicó el fruto maduro de sus especulaciones bajo el título "Paulus der Apostel Jesu Christi".

Baur, como Strauss, era discípulo de Hegel, pero había tomado de él una clave diferente respecto al significado del N.T., es decir, el principio de la evolución de toda verdad por medio de la conciliación de las contradicciones. Enseñó que el N.T. es el resultado del antagonismo entre las tendencias judías, o petrinas, y paulinas en la primitiva Iglesia. El concepto paulino de la cristiandad – de orden filosófico y universal –está representado por las Epístolas a los Romanos, Corintios y Gálatas que Baur admite como las únicas obras ciertamente auténticas de Pablo. El Apocalipsis fue compuesto en directa oposición al espíritu de los escritos paulinos.

Estas obras fueron escritas antes del año 70. Entre el 70 y el 140 apareció el evangelio de S. Mateo, de carácter petrino, el de S. Lucas, paulino, aunque retocado con espíritu conciliador; Los Hechos, adaptados como S. Lucas, y por fin el evangelio de S. Marcos, también de tipo irenista. El segundo período es de transición entre el antagonismo y la reconciliación completa, que es la característica del tercer período que llega hasta el 170 d.C. y en él se produjeron el Evangelio y las Epístolas que llevan el nombre de S. Juan y las Epístolas pastorales, que, por ende, no pueden ser de S. Pablo. Este esquema excluía la autenticidad de todos los Evangelios. La teoría de Bauer no ha subsistido, excepto en la forma mitigada que se refleja en las obras de Hilgenfeld y Pfleiderer. Sin embargo, dejando aparte sus posturas filosóficas, los principios de Bauer han dejado una profunda impresión en la crítica posterior del N.T. Primero practicó con un consistente y desarrollado plan el hábito de escudriñar los documentos sagrados mismos buscando pruebas de los tiempos en los que nacieron y abrió camino en las tendencias críticas hacia una división del Nuevo Testamento en elementos judaicos, paulinos y juaninos.

Las ideas de Tübingen produjeron una reacción contra sus destructivas conclusiones puramente racionalistas Este movimiento ha sido doble: por una parte los protestantes ortodoxos, aunque críticos en el método, que es la continuación natural de las anteriores exégesis evangélicas y tiene como representantes a Zahn, B. Weiss y Godet; la otra rama es en parte producto de la escuela de Schleiermacher y reconoce como su fundador a Albert Ritschl, cuyo alejamiento del grupo de Tubinga (1857) fue un serio golpe contra el sistema de Baur. La teología de Ritschl insiste en el valor religioso del N.T., especialmente en la impresión que hace en el alma individual su descripción Cristo y por otra parte da rienda suelta a la más atrevida y penetrante crítica sobre el origen y valor histórico de los libros del N.T., en una ciega confianza mística de manera que nada que la crítica haga podrá dañar su valor religioso.

La indiferencia de los seguidores de Ritsch respecto a las consecuencia s del la crítica se muestra también sobre los elementos milagrosos de la vida del Señor y en general del N.T. Esta tendencia es muy clara en otros críticos alemanes que aunque influidos por Ritschl pertenecen más bien a la escuela “científica” y evolucionista. Holtzmann, Bousset, Jülicher, Harnack, Schmiedel eliminan de los Evangelios o al menos dudan con sus métodos críticos de todos los elementos milagrosos y reducen la divinidad de cristo a una filiación moral preeminente de Dios y , por una extraña inconsecuencia, ensalzan el poder salvador e iluminador de su personalidad. Esta escuela, sin embargo, admite fechas que se aproximan más a las tradicionales que a las de Baur.

Harnack, además de afirmar que las cartas de S. Pablo son genuinas, excepto las pastorales, así como los evangelios de Marcos y Lucas, coloca los sinópticos entre el 65 d.C. y el 93 y fija el 110 como e límite más tardío para los Evangelios y Epístolas de S. Juan y el Apocalipsis. En Gran Bretaña la crítica ha sido, con pocas excepciones, moderada y en conjunto, conservadora. Los teólogos J. B. Lightfoot, B. F. Westcott, W. H. Sanday u otros han hecho un excelente servicio en defensa de libros discutidos.

Holanda ha producido un pequeño grupo de críticos radicales, Van Manen, Pierson, Loman, quien con Steck en Alemania han revivido la total negación de autenticidad de Bruno Bauer sobre las cartas de S. Pablo. En Francia y la Suiza francesa lo clave ha sido el conservadurismo de los investigadores protestantes Pressensé y Godet; Sabatier mantiene un evolucionismo racionalizante y sobre la obra del Abbé Loisy hablaremos más abajo. Sigue un sumario breve de la situación de algunos libros particulares en la crítica no-católica.

Los Evangelios Sinópticos

La idea dominante de la solución más general es la hipótesis de dos-documentos” que explica lo que es común en todos ellos suponiendo que Mateo y Lucas se inspiraron del primer evangelio que llevaba el nombre de Marcos o de un documento apostólico anterior en el que se basa marcos y refiere el material que es común a Mateo y Lucas a una fuente primitiva aramea compilada por un o más de los discípulos inmediatos de Cristo, posiblemente S. Mateo. El evangelio de S. Lucas se reconoce como auténtico. Y el marcos canónico, al menos virtualmente también.

Los Hechos de los Apóstoles

También la integridad y autoria de los Hechos de los Apóstoles ha sido abordada por la crítica: Hilgenfeld, Spitta, Clemen, que aunque no están de acuerdo en los detalles, consideran que la obra está compuesta de ciertas secciones de diferentes autores, incluido S. Lucas, que ha sido arreglada por sucesivos editores y que contiene materiales de distinto valor. No se utilizaron falsificaciones conscientemente pero aún así lograron entrar subrepticiamente narraciones legendarias.

Epístolas de S. Pablo

Romanos, Corintios y Gálatas son reconocidos por los investigadores serios como auténticas obras del Apóstol de los Gentiles. Hay distintas opiniones sobre Efesios, Colosenses, Filipenses, Tesalonicenses y Filemón. 1 Tesalonicenses se admite en general como genuina, pero la autoría paulina de la segunda es muy contestada. El peso de las opiniones críticas protestantes está contra la autenticidad de las epístolas pastorales, es decir, las dos a Timoteo y una a Tito. La Epístola a los Hebreos se atribuye a un judío alejandrino converso, contemporáneo, o casi, de S. Pablo y discípulo suyo por las doctrinas. También piensa lo mismo los exégetas católicos de la nueva escuela.

La Primera de Pedro en general se acepta como genuina pero la composición de la Segunda de Pedro se pospone al siglo segundo,; algunos católicos también se inclinan por esta fecha.

La cuestión de si las epístolas de Santiago y S. Judas son genuinas de ambos apóstoles tiene opiniones para todos los gustos fuera de la Iglesia. The question whether the Epistles of St. James and St. Jude are from the pens of the Apostles of those names is variously answered outside the Church.

Los escritos de D. Juan

La autenticidad y autoría del evangelio de S. Juan fue la gran batalla de la Crítica del N. T. Ya en 1792 un tal Evanson se manifestó en contra. La mayoría se inclina a la postura de Harnack, es decir, el Cuarto Evangelio fue compuesto por Juan el Presbítero o “el mayor”, al que se refiere un fragmento de Papías y que los seguidores de Harnack distinguen del Apóstol, del que fue discípulo, y que escribió a principios del siglo segundo. Loisy lo atribuye a un escritor desconocido del siglo Segundo que nada tenía que ver con S. Juan.

Pero la cuestión vital de este evangelio es el valor histórico. La escuela alemana de Crítica caracteriza este evangelio como teología y simbolismo, no como historia. Loisy está de acuerdo con ellos. La autoría apostólica y la historicidad del Cuarto Evangelio ha sido reivindicada por otros críticos como Sanday, Stanton y Drummond en Inglaterra, Zahn y B. Weiss en Alemania. Los exégetas católicos ortodoxos, aunque mantiene la tradición católica de la autoría de S. Juan y de su calidad histórica, admiten sin embargo que la teología de S. Juan indica reflexión y desarrollo sobre y más allá de los sinópticos.

La Primera Epístola de S. Juan es universalmente admitida como del mismo autor que el Evangelio.

La crítica del Apocalipsis aún no está del todo definida. Hay mucha diversidad de puntos de vista sobre el autor. La escuela anglicana se inclina a S. Juan. Vischer y Harnack dicen que el libro es un Apocalipsis judío retocado por u cristiano. Casi todos los críticos admiten que hay mucho Apocalipsis en él admitiendo que algunas de las visiones dibujan de forma velada situaciones históricas bajo el disfraz de sucesos futuros.

El Movimiento Crítico dentro de la Iglesia

Crítica del Antiguo Testamento.

Francia, el país de Richard Simon y Astruc, ha sido también donde ha comenzado la Crítica católica contemporánea. François Lenormant, distinguido orientalista católico en el prefacio a su "Origines de l'histoire d'après la Bible et les traditions des peuples Orientaux" (1880-84), declaraba que ya no se puede sostener la unidad de autor del Pentateuco y daba por probado que las fuentes fundamentales de los primeros cuatro libros eran un documento Yahvista y un Elohista, cada uno inspirado u unido por “redactor final”. Existe entre ellos discrepancias menores. Los primeros capítulos de Génesis contiene elementos míticos y legendarios comunes a los pueblos semíticos que en manos de los escritores inspirados se convirtieron “vestimentas figuradas de verdades eternas”. Este mismo prefacio reclama entera libertad para el crítico en materia de fechas y autores. Pero la obra de Lenormant acabó en el Índice, el 19 de diciembre de 1887. La base de su análisis literario fue suministrada por las conclusiones de la alta crítica, por entonces no aceptada, al menos públicamente, por ningún especialista católico. E. Reuss, un profesor protestante liberal de la universidad de Estrasburgo había publicado en partís, en 1879 "L'Histoire Sainte et la Loi; Pentateuque et Josué". En 1883 apareció la influyente obra de Wellhausen "Prolegómenos a la Historia de Israel", re-editada en 1889 bajo el título, "Composición del Hexateuco y los Libros Históricos del A.T.”

Alfred Loisy, entonces profesor de Sagrada Escritura en el Institut Catholique de París, en la lección inaugural del curso 1892-3 hizo una clara petición de libertad en el ejercicio de la crítica en el estudio de la parte humana de la Biblia ("Enseignement Biblique", Nov.-Dec., 1892; reimpreso en "Les études bibliques", 1894). En u ensayo que apareció en 1893, Loisy discutía la “Cuestión Bíblica” afirmando el derecho de la ciencia católica de tratar críticamente los aspectos generales de la Sagrada escritura y también sus interpretaciones, rechazando la inerrancia absoluta inerrancia, mientras que mantenía la inspiración total. Las partes histórica ofrecen datos que tienen una verdad relativa, es decir, respecto a la época en que fueron escritos. El autor enumeraba conclusiones de la crítica que consideraba fijos, como la no-autoría mosaica del Pentateuco, el carácter ahistóricos de los primeros capítulos del Génesis y el desarrollo de la doctrina bíblica,

A principios de ese mismo año Monseñor. d'Hulst, rector del Institut Catholique de Paris, había llamado la atención al progreso de las ideas críticas en los círculos católicos científicos, en un artículo en el "Correspondant" de 25 de enero, 1893, titulado "La Question Biblique", en el que expresaba la opinión de que la admisión de inexactitudes en la Escritura es teológicamente sostenible.

La discusión de estos temas fue la ocasión de la encíclica "Providentissimus Deus", de León XIII, del 18 noviembre, 1893, en la que se declaraba que la inerrancia total de la Biblia era la consecuencia necesaria de su inspiración. Las concesiones gratuitas de los escritores católicos a la crítica racionalista y el exclusive uso de argumentos internos contra la autoridad histórica se condenaban como contrarios a los correctos principios de la crítica. Se recomendaba una crítica sana. Recomendaciones similares se daban en la Carta Apostólica "Vigilantiæ", al establecer la Comisión Bíblica, el 30 de octubre de 1902.

El P. M. J. Lagrange, superior de la Escuela Dominicana de Estudios Bíblicos de Jerusalén en un artículo leído ante el Congreso de Científicos Católicos de Friburgo en 1897 (Revue Biblique, enero, 1898), defendía un análisis literario y la evolución del Pentateuco sustancialmente idéntico con los de la hipótesis Graf-Wellhausen. Distinguía entre la tradición de Moisés como autor histórico o fundador del Pentateuco, que él mantenía, y la tradición de la autoría literario mosaica, que abandonó. Como Loisy, el sabio dominico mantenía que los métodos literarios del antiguo oriente son muy diferentes de los de nuestra civilización. Muchos especialistas bíblicos católicos se han unido a la que se ha llamado escuela ”progresiva” y en sustancia, aunque no estén de acuerdo en los detalles, mantienen: • la textura compuesta y la progresiva formación de algunos libros sagrados y abandonando por consiguiente su tradicional unidad de autor;

• permitir el desarrollo teológico y moral en el Antiguo Testamento;

• admitir una extensa y tácita inserción de tradiciones populares y fuentes escritas que contiene afirmaciones ahistóricas.

Sin embargo, estos exégetas mantienen firmemente la verdad objetiva de las líneas esenciales y largas de la historia de Antiguo Pacto tal cual se refleja en la Biblia. Afirman en general que la cuestión del procedimiento literario de los escritores bíblicos no es una cuestión de fe. Esta postura ha sido atacada frecuentemente por católicos que se adhieren a la escuela conservadora, que presentan argumentos sacados principalmente de que creen irreconciliables los nuevos puntos de vista con la tradición dogmática católica de la inspiración e inerrancia, como se testifica, dicen, en el Nuevo Testamento, los Padres, las enseñanzas de los Concilios de Trento y Vaticano I y particularmente la encíclica de León XIII (ver INSPIRACION). Los principales adversarios de las conclusiones avanzadas son los jesuitas Delattre (Autour de la question biblique, 1904), Brucker (contribuciones a "Etudes" entre 1894 y 1905), Fontaine, Fonck, Pesch, (De Inspiratione Sac. Scrip., 1906), Murillo, Billot; también el profesor Hoberg y el Abbé Mangenot (L'Authenticité du Pentateuque, 1907).

La Comisión Bíblica , cuyas decisiones tiene la fuerza de leyes de las Congregaciones Romanas, declaró el 13 de febrero de 1905 que la falibilidad de citas implícitas en la Biblia puede ser admitida, siempre que argumentos sólidos demuestren que son citas reales y que el escritor sagrado no las adopta como suyas. La Comisión concedió el 23 de junio de 1903 que algunos pasajes pueden ser históricos solo en apariencia, salvando siempre el juicio y sentido de la iglesia. El 27 de junio de 1906 la comisión declaró que los argumentos aportados por los críticos no refutan la autoria mosaica sustancial del Pentateuco. Esta decisión ha modificado necesariamente la actitud de los escritores católicos y profesores que apoyaban en mayor o menor grado las conclusiones de la hipótesis Graf-Wellhausen. El decreto de la Inquisición "Lamentabili" (3 julio, 1907) y la encíclica "Pascendi Dominici Gregis" (8 septiembre, 1907) reafirmaba contra los Modernistas los sanos principios católicos que hay que seguir en el estudio de la Sagrada Escritura.

Crítica del Nuevo Testamento

Los investigadores católicos que querían aceptar algunas de las teorías críticas han trazado una línea para distinguir la Critica del Antiguo Testamento y la del Nuevo testamento, no solo por la mayor delicadeza de éste ultimo sino porque reconocen que los documentos del Antiguo y del Nuevo Testamento se produjeron en condiciones muy diferentes.

En la alta crítica del N.T. los católicos han defendido la autenticidad, integridad y veracidad tradicionales de los libros en cuestión. Algunos exégetas admiten de alguna manera ligeras divergencias en las narraciones evangélicas y el uso de documentos más antiguos por al menos dos de los escritores sinópticos. Respecto al “Problema Sinóptico” se concede que al menos S. Lucas utilizó el evangelio de S. marcos; así Batiffol, Minocchi, Lagrange, Loisy, Bonaccorsi, Gigot.

Loisy, demasiado influido por la crítica alemana contemporánea rompió con las tradiciones ortodoxas de la exégesis del N.T. En una réplica al libro de Harnack “¿Qué es el Cristianismo?” defendió el dogma católico como evolución con sus raíces en la Primitiva Iglesia, pero hizo concesiones peligrosas respecto a la afirmación de la divinidad de Cristo, su vocación mesiánica, conocimiento, milagros y resurrección ("L'Evangile et l'Eglise", 1902; "Autour d'un petit livre", 1903). En "Le Quatrième Evangile" (1903) Loisy rechaza la autoría de S. Juan y la historicidad del Cuarto Evangelio, mientras que la Comisión Bíblica afirmaba ambas cosas (29 de mayo 1907). Su sistema separa virtualmente la fe católica de sus credenciales históricas como se hallan en el N.T. y estas obras han sido condenadas por la Congregación del Índice. Han extraído varias refutaciones de los apologistas cristianos, como del "Jésus Messie et Fils de Dieu" (1904) del Abbé Lepin. Después Loisy publicó una obra sobre los Evangelios Sinópticos (Les évangiles synoptiques, 1908) en la que sigue la más extravagante crítica racionalista. Loisy fue excomulgado el 7 de marzo de 1908.

Como se ha advertido la Iglesia recomienda encarecidamente el ejercicio de la crítica según los sólidos principios no desviados por las presuposiciones racionalistas, pero debe condenar la referencia indebida a escritores heterodoxos y las conclusiones que se desvían de la verdad revelada. Cuando surge la duda sobre si una hipótesis está permitida la autoridad eclesiástica ha de decidir hasta donde es coincidente con el depósito de la fe o conviene a la seguridad de la religión.

Fuentes

(Los autores católicos llevan un asterisco.) Desde un punto de vista conservador : VIGOUROUX*, Les livres saints et la critique rationaliste (Paris, 1886); LIAS, Elements of Biblical Criticism (Londres 1893); BLOMFIELD, The Old Testament and the New Criticism (Londres,1893); BEATTIE Radical Criticism (Chicago, 1895); ANDERSON, The Bible and Modern Criticism (Londres 1902); HÖPFL*, Die höhere Bibelkritik (2ª ed., Paderborn, 1905); art. Criticism en HASTING, Dict. of Christ and the Gospels. Desde un punto de vista radical: CHEYNE, Founders of O. T. Criticism (New York, 1893); ZENOS, Elements of the Higher Criticism (New York, 1895); NASH, Hist. of the Higher Criticism of the N. T. (New York, 1900); CARPENTER, The Bible in the Nineteenth Century (Londres 1903); DRIVER AND KIRKPATRICK, The Higher Criticism (Londres 1905); GIGOT*, Higher Criticism of the Bible, en New York Review, March, 1906-April, 1907. Irenistas: RANNAN*, Higher Criticism and the Bible, e Am. Cath. Quart. Rev., July. 1894; MCFAYDEN, O. T. Criticism and the Christian Church (New York, 1903); PETERS*, Die grundsätzliche Stellung der katholische Kirche zur Bibelforschung (Paderborn, 1905).


Reid, George


Transcrito por J. Potter. Dedicado al Sagrado Corazón de Jesús.

Traducido por Pedro Royo.

(N. del T.) Este interesente artículo necesita ser actualizado con todo lo que ha sucedido en el s.XX sobre este tema.